[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Sebastian
—Maldito Brazhan, aveses creo que le falta valor— dije para después seguir escuchando las palabras del nuevo, me asombraron, al menos tenia una causa para pelear, nosotros solo estabamos practicamente obligados a este tipo de vida, apesar de estar conciente de en que lugar se habia metido su deceo de ser un guerrero era imprecionante, Tertius dijo que para el imperio no valen ciertas cualidades —Al Demonio con lo que piense el Imperio, un honor de un hombre no depende de ello, si no de sus actos y el como sera recordado, el punto es tener cualidad moral que lleva al sujeto a cumplir con los deberes propios respecto al prójimo y a uno mismo. Se trata de un concepto ideológico, en el que el imperio no tiene nada que ver—Dije para los precentes, —Me gusta tu manera de pensar Iulian—Volviendo a dirigirma a aquel rubio—Mo me queda mas que decir..Bienvenido a la familia— Continue apoyando mi mano en su hombro

 

Opelius

La fuerza del golpe fue una carcajada de los dioses, apenas podía mover sus articulaciones pero el escuchar a ese hombre lo sacó de sus casillas, si tan solo pudiera hablar, lo hubiera mandado al diablo. Nadie venía a divertirse ni a probarse como uno de los mejores en estos lugares, cada quien moría de locura o de sed, no había libertad... y estar tan alegre en épocas de muerte, era algo que el mudo no logró soportar.

Se apartó un poco cuando Tertius se interpusó entre ellos pero ladeó la cabeza y escupió directo al rostro de Iulian para luego mostrarle una sonrisa; no tenía lengua.

Los guardias se movieron inquietos. Lo último que querían era una pelea con todas esas fieras.

 

Iulian

—Es una lástima que no murieras cuando perdiste la lengua—Decía mientras se limpiaba la saliva del rostro sin ningún reparo —¿Cuántas veces te han escupido a ti como para que esta sea tu reacción? Un golpe mediocre y saliva pestilente, eres alguien digno de ser olvidado— Embarró la saliva en sus ropajes y miró a Sebastian —Gracias por la bienvenida, y te doy un consejo que estos hombres jamás podrán darte: pelea con coraje y aprenderás a disfrutar de la emoción del combate, de esta manera no tendrás arrepentimientos—

 

Sebastian
—Lo tendre muy encuenta— le dije retirando mi mano de su hombro y regalandole una sonrisa, su actitud me recordaba tantas cosas, ademas de ser demaciado agradable, esas palabras causaran un cambio en cada conbate que tenga apartir de ahora—si me disculpas iré a descansar un rato— Le avise para despues dirijirme a mi habitacion, camine un poco lento pues me dolian hasta los dientes y abri la puerta encontrando a Brazhan prasente —Ya te lo habia dicho antes, si vas a abrir la boca para decir tales inmadureces, prefiero que seas el mismo niño timido de antes—Regañe al chico sentandome con calma en mi cama.
@Lova Ravengood

 

Brazhan

Me sentía incómodo después de escuchar las palabras de ese tal Iulian, sin duda estaba equivocado. La verdad es que tal vez yo era el que estaba mal, pero también había una gran brecha que nos separaban. Ambos pensábamos diferente.
¿Cómo alguien como el podía creer que, si seguía como esclavo seguiría siendo libre? ¿Cual es la diferencia de antes y ahora para mi? Pasar de esclavo doméstico, a esclavo con sobrenombre de ''gladiador''. Para mi, era lo mismo.
La verdadera libertad a mi parecer sería cuando pueda caminar por las calles de Roma, como cualquier ciudadano. Cuando tenga que hacer las cosas porque quiero y no porque me ordenan a punta de látigo. Cuando dejaran de maltratarme, de lastimarme, como cuando servía en casa de gente superior.

En esos momentos entra Sebastian. Este se quedó viéndome, ya que sin querer me había sentado en su cama. Daba igual. Me acosté apropósito y le dí la espalda. Escuché lo que tenía que decirme y suspiré. —Avísame cuando tenga mejores argumentos para venir a regañarme. — Le susurré sin ánimos y dando un bostezo.

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@Alisse Madness

 

Sebastian
—Eso es lo que quiero evitar, puedes meterte en grandes problemas con esa actitun y eres muy joven para morir, en especial por esas tonterias— le respondi recargandome en la pared, ¿porque esta en mi cama? no me molestaba pero si a el le colmaba la paciensia que le llamara la atencion ¿para que lo hacia?

 

Brazhan

Entonces me di la vuelta y fijé mi mirada al techo. — Tarde o temprano moriré, no importa como o porque. Simplemente llegará el momento. — Dije, cerrando mis ojos por un momento. — Está bien, me cortaré la lengua entonces. — Si tanto quería que callara, lo haría. No tenía nada que perder callándome. Aun así creí que todo estaba mal. Me levanté de la cama en silenció y me fui directo a la mía y allí me recosté.

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Lo de la lengua es una metáfora, no es de enserio ewe, simplemente me callaré.

 

Ambrosius

Después de la pelea, después de ser conducido al medico por mis pocos rasguños; me dirigí a mi habitación, solo...
La pena sobre mi alma y el remordimiento en mi espalda no hacían mas que provocar mi mirada al piso. Tome un pedazo de pergamino y algo de tinta; mi escritura no era la mejor pero era legible; le escribí un mensaje breve pero directo a mi mecenas Aurelius, y yo esperaba me pudiera complacer en este capricho.

Una vez hecho el mensaje me pare con desgana, y camine hacia las rejas que nos separaban de los guardias.

—¡Hey!—le grite a uno—Llévale esto a Aurelius... —Me fui del barrote hasta que aquel guardia desapareció de mi vista.

Camine hasta el comedor, había bullicio; pero yo era ciego a todo, menos a mis recuerdos; tome un enorme tarro de vino sin rebajar y lo bebi todo de una sentada. Tome otras tres jarras y me senté en la mesa, mirando a todos y a nadie al mismo tiempo.

 

Opelius

Opelius... el era el único vivo en esa pesada y polvorienta arena. Su hermano había muerto como una burla para sus espectadores; devorado por las bestias y no las de cuatro patas precisamente… Opelius… cubierto de mugre y prisión seguía conservando un jirón rabioso de vida y de orgullo a pesar de sus recientes heridas. Miró a Iulian y sus ojos fueron como un relampagueo cerril. Hay hombres que miran como un rayo.
Una nube roja oscureció sus ojos y en el fondo de su memoria recorrieron los últimos acontecimientos nuevamente y no hizo más que apretar sus puños en tensión.

Pasó por el costado del recién llegado al que tuvo placer de escupirle y lo empujó con su hombro. Se dirigía al comedor, estaba desganado y quería evitar ver a aquel niño bonito con ideas fantásticas sobre gloria y espadas que ya no surtían efecto en él y que nunca estuvieron en su meta.

Se sentó en una de las mesas del comedor con un plato abundante y comió lentamente. A su lado se encontraba el campeón de la arena y lo saludó con un asentimiento de cabeza. Comió en completo silencio, como desde el día que perdió la lengua. Poco recordaba ya de su vida pasada; de día nada deseaba mientras arrojaba sus redes al mar o recogía almejas. El sol le doraba la piel y su barba crujía de sal. Ahora, en cambio, su deseo le comía por dentro, el odio lo envejecía y lo cegaba. Pero pronto llegaría el momento…

 

Sebastian
—Tu hora todavía no llegara, morías, si, pero tampoco tienes que resignarte tan pronto, en la vida deves aprender a luchar no solo sin miedo si no con un propocito, sin importar cual o que sea, por muy diminuto que sea te dara um empujon para logra lo que sea, se que en este momento ya perdiste las esperanzas de todo al estar en este lugar, pero dime tu ¿no quieres salir de aqui?, y aunque te quedaras aqui ¿no te gustaria ser una leyenda? que tu nombre quede en historias de generacion en generacion, el Joven Brazhan entro como esclabo y termino como el gladiador mas recomocido de toda roma, un ejemplo a seguir, ¿a caso no te gustaría eso? ¿tener honor?—me roste cuidadosamente en mi cama boca arriba —Cuando menos te lo esperes comprenderas la importancia de tener honor y el valor de luchar para ser alguien, entonces vas a sonreir—

 

Brazhan

Al escuchar lo que Sebastían dijo, me incorporé rápidamente de la cama. — ¿Vez estas cicatrices? — Dije, mostrándole mi brazo izquierdo.— ¿Por qué las tengo? ¿Crees que yo nunca he luchado por mi libertad? ¿Crees que solo hablo y nada más? Estás equivocado... — Dije mirándolo desde arriba— No creas que me he resignado, si lo hubiera hecho, en estos momento estaría fregando los pisos de este mugroso lugar. ¿Honor? No necesito honor, no quiero ser recordado como algo que no soy. — Entonces regrese a mi cama, y me recosté nuevamente en ella. Ya estaba harto de aquella situación, todo por culpa de mi gran bocota, pero eso ya no iba a pasar más. — Si vas a pensar algo de mi, será mejor que midas esos pensamientos, grandísimo ignorante.— y con eso ultimo me di la vuelta para no tener que escucharlo más.

 

Era momento de dormir en el subterráneo, los guardias escoltaron a los Gladiadores a sus habitaciones, un par de guardias esperaron a Laberius para que terminara de ducharse y luego llevarlo hasta las habitaciones.
Zain dormiría en la habitación desocupada, donde antes dormía Cimber, Sebastian y Varus. Mientras que Iulian compartiría habitación con Petro y Pictor.

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Mañana inicia nuevo capítulo, actualizo lista de persnajes y Ranking

 

sebastian

—Tu piensas que no te comprendo ¿Cierto?, lo hago mas que a nadie, pero como quieras, como te lo dije antes, lo que te falta es valor y dejar tu estupido orguyo que te lleva a la perdición, pero has lo que quieras nenita—Le dije cerrando los ojos sin esperar respuesta alguna, de alguna manera no lo hiba a dejar as, lo protejeria y no solo a el sino a todos en general , aunque se que yo no puedo hacer mucho.

 

Darius

Salí de mi habitación tocando ligeramente mi herida de la mejillas y seguía sintiendo el maldito ardor que recorría casi toda mi cara, pasé por el pasillo y pude observar como todos estaban reunidos allí, se notaba un poco de tensión en el ambiente, no le di suficiente importancia, pero vi a dos "nuevos" gladiadores, un poco de curiosidad, pero lo reprimí y me paré cerca de una pared esperando que dejarán de estorbar el camino y poder pasar para el área de entrenamiento:

—Cuando quiera, aquí hay gente que tiene cosas que hacer...—dije un tanto malhumorado.

 

Mi mirada estuvo posada en ambos nuevos pero antes de intervenir y destruirle la cara a ese idiota nos arrastraron hasta lista cuartos.

 

Capítulo IX
El poder de la palabra​

De nuevo el sol aparecía lentamente en el horizonte; el subterráneo no podía distinguir del anochecer al amanecer, aún así los guardias les hacían saber a los Gladiadores que era momento de despertar. Algunos abrieron los ojos pero no se levantaron de la cama, como fue el caso de Vitrion que sentía su cuerpo pesado y adolorido; otros se sentaban al borde de la cama para levantarse lentamente; pero algunos ya estaban totalmente de pie, como el caso de Iulian, el cual se dirigió a las duchas a mojarse la cabeza; no tardó demasiado así que salió de allí y se dirigió al comedor para comer un buen trozo de pan.
De nuevo el guardia con la bolsa colgada del hombro apareció; ya todos sabían lo que significaba ver aquella bolsa, era momento de recibir los "buenos días" de los mecenas.

 

Opelius

Leyó la carta sin leerla y su primera reacción fue abrir su boca y masticar el pedazo de papel hasta hacerlo un boyo desfigurado y escupirlo a un costado de lo guardias. Los miró por turnos, alternando su cabeza en cada uno luego salió del subterraneo para el área de entrenamiento. Su furia iba en aumento y necesitaba descargarse con algo y lo haría...

Tomó un arco y disparó salvas de flechas a los maniquís de madera. Cada golpe era potenciado por su ira.

 

Laberius
Tras una noche en la que, la ausencia del antiguo legionario solo consiguió despertar nuevas tensiones dentro de las espíritus de todos, me encontraba yo con un nudo en el estómago, el lado despreocupado de mi existencia me sugería que todo debía ser por el cansancio del combate anterior. A estas alturas, no podía permitirme flaquear pero, aún así, desde mi entrada al estadio todo se estaba volviendo una cruel ironía, siempre fui duro de roer, ni las más grandes penurias consiguieron doblar mis rodillas o hacerme derramar una lágrima auto-compasiva. Ni siquiera cuando, en el interior de una sucia celda, mis hermano menor, Gaius, me informó de la muerte de nuestra madre pude permitirme desahogar mi alma. Ahora entendía la mirada ausente de aquellos esclavos que yo, hace tiempo atrás, insultaba tontamente desde lo alto de las tribunas del coliseo. Era un idiota. Lo seguía siendo.
"Maldición"
Al llegar al comedor me encontré nuevamente con la desagradable imagen de un guardia cargando aquella bolsa a la que seguramente todos odiábamos. Con detenimiento, leí mi carta en silencio, la noticia de mi mecenas era, por decirlo de cierto modo, agradable. Sin embargo, ninguna emoción pudo plantarse en mi rostro. Tras doblar mi carta y guardarla en el cinturón de mi vestimenta, me dediqué a comer y beber cuanto pude en mi acostumbrado rincón.

 

Brazhan

Leí la carta, no había provocado mucho en mi a decir verdad. Suponía que nada me afectaba a esas alturas. Lo único que me comenzó a intrigar quien era ese nuevo gladiador de mi mecenas, pero daba igual.
Dejé la carta a un lado y me levanté de la cama, para luego dirigirme a darme un buen baño. Y luego... Luego vería que hacer.

 

Entre hasta el comedor todavía oliendo a sangre y arena, cuando la carta llegó a mis manos la respondi con una leve sonrisa en los labios.

Carne, frutas y vino era lo que retozaba en la mesa, donde como siempre estoy sentada, hasta que acabe con todito.