[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Laberius
Me rio divertido por el comentario de Petro.
- No sé si estoy hecho de acero, tan solo no quiero morir, al menos no dentro de este maldito lugar- les digo casi en un susurro. Los guardias parecen estar atentos a nuestra charla.

 

—Dudo que alguien quiera morir aquí...— Mencionó Pictor con el mismo tono de voz de Laberius —Yo también veo en ti el deseo de libertdad, ¿No es así hermano?— mencionó con una voz aún más baja que la anterior

 

Laberius
- Libertad, quién no podría desearla -susurro-, quién disfruta ser una marioneta presta a cumplir el capricho de estos...
La voz se me apaga por los recuerdos de la arena, la muerte con la que lidié aun me carcome.

 

—Hermano, hablaremos de ello en un momento adecuado, por ahora comamos y disfrutemos de nuestras compañías— Decía Petro mientras comía su cerdo.—Esto me recuerda cuando yo alimenté mal al cerdo que debía cuidar, murió porque le di un tarta, ¿Cómo iba a saber que las tartas mataban cerdos? Es por eso que estoy aquí en el subterráneo, por la culpa de ese débil cerdo—
—Ahí va de nuevo con sus historias de cerdos—Comentó Pictor riéndose.

 

Laberius
-Sí ese es el caso- reí nuevamente por el comentario-, deberíamos tirarles tartas a todos los espectadores de la arena- aunque esto lo dije en un tono más bajo.

 

Sebastian
paso un breve momento de que me había ido a mi habitación, al parecer aquel vino me abrió el apetito, realmente no tenia ganas de comer, pero mi estomago me reclamaba, no me quedo otra opción que levantarme e ir al comedor, camine sin animo hasta llegar al lugar, tome un plato y solo tome una sola pieza de carne, pude notar a algunos gladiadores, al parecer ocupados en su conversación, me dio lo mismo, me senté y comencé a comer tan lento como podía, solo para que mis tripas dejaran de fastidiar.

 

Brazhan

Había visto que Sebastian se dirigía al comedor, y como no tenía nada mejor que hacer decidí ir con el. Este pasóo de largo de los demás gladiadores, quienes charlaban a gusto en el otro extremo.
Cuando este se sentó, yo tomé lugar a su lado. Más no dije nada, esperaba a que el dijera algo. Ya que no había hablado desde hace un buen tiempo, o al menos yo no lo había escuchado.

 

Maximos

-Laberius. -saludó el ex legionario con una inclinación de cabeza mientras comía con sus dedos y chupaba sus dedos engrasados. Al parecer el movimiento de libertad estaba recorriendo ahora las calles de Roma; y eso era bueno, pero todavía tenía que mantenerse en secreto, no era apropiado que la historia corra de lengua en lengua. Luego Petro comenzó con sus anécdotas de los cerdos. Maximos rió mostrando su dentadura de bronce y negando lentamente. -Deberías casarte con uno cuando salgas de aquí, Petro. Quizá tu destino es permanecer entre ellos.

 

Petro

—¿Casarme con uno después de lo que me hizo? ¡Jamás! ¡Los cerddos son para comer!— mordió su carne frente a él.

 

Maximos

-Aún me cuesta creer que terminaras aquí por matar a un cerdo intencionalmente. Pero no me rio de ti, mi amigo. Me rio contigo. -y alzó su jarra con alcohol para chocarla con la de el.

 

Petro chocó su tarro con su jarra —Atravancado el muchacho— decía al ver que tomó toda la jarra. Los demás chocaron también sus tarros incluyendo con el de Laberius.

 

Maximos

Bebió de la jarra y su barba se mojó cuando cayeron hilos de alcohol por los costados de la misma cuando se la llevó a la boca. La dejó en la mesa y se limpió con el dorso de la mano. Miró a Vitrion.

-Soportaste el dolor como un hombre, hermano. Ya le podremos dar su merecido a aquel Centurión... -y sus ojos se nublaron de rabia al recordar lo que hizo que él terminara en ese lugar.

 

Vitrion

Hizo una mueca de dolor breve —Él poder comprar mis armas y comida; pero no comprar mi obediencia. Soportar es algo que viene natural, el dolor siempre presente pero no más fuerte que mia voluntad—Bebió de su tarro después de brindar —Venganza, si; lanzaré agua hirviente a sus ojos—

 

Maximos

-Todo a su tiempo, hermano mio. -el ex legionario jugó un poco más con la jarra de alcohol hasta vaciarla. Eructó y se encogió de hombros, para hablar más de cerca a sus compañeros. -Hablen con Ambrosius... -y susurró solo para que escuchen los de la mesa. -Necesitamos otra reunión.

 

Sebastián

Note que Brazhan se sentaba a mi lado ¿porque lo hacía? Nunca lo había hecho, pero bueno me hacía bien estar acompañado --¿que sucede? -- Le pregunté sin más con un ánimo bajo además me incomodaba estar callado
@Lova Ravengood

 

—Es necesaria— decía Petro — Reunamos a todos, incluyendo a unos cuantos más, necesitamos mayor fuerza—

 

Maximos

-Te lo encargo entonces, Petro. Habla con el campeón y volvamos a las sombras. Tenemos que ajustar cosas que quedaron en el aire... -su memoria se perdió en la muerte de Priscus y Scato.

 

Ambrosius

Salí de mis habitaciones y caminé dirección al comedor, mi apetito competía con el de 100 hombres y mi sed de vino avergonzaría a los patricios que nos miraban pelear; pero así era, y yo necesitaba alimento y bebida.

Mire a mis hermanos comiendo y disfrutando y con cuidado me senté a lado de el ex-legionario.

—Les haga provecho—dije y levanté mi tarro al centro.

 

Maximos

-Salud, campeón. –dijo Maximos y alzó su jarra para chocar con la del hombre que era considerado el más peligroso de la Arena. Por un momento lo miró e intentó pensar en el pasado del hombre pero no había por qué hacerlo; todos allí eran gladiadores hechos y derechos duros como la piedra, disciplinados como maquinas, olvidados de todo lo que existiera antes de esta vida actual. Eran gladiadores y nada más existía en sus consciencias. Y no era tan alejado de su enrolamiento con los legionarios: ¿alguien querría saber lo que era la vida de un legionario? Infierno, disciplina y muerte. Muere peleando o de sed, de locura o de peste. La muerte es el único lujo de legionario. Tiene todas los tipos de muerte que deseé y puede elegir. ¿Sueños? El legionario no sueña: obedece. ¿Hazañas? El legionario es educado para ser un buen técnico de la guerra. Hay que ser efectivos. No, no había diferencia entre un gladiador y un legionario.

-Eres el campeón de la Arena, hermano mio. Tu nombre hará eco por la eternidad y harán alabanzas con tu nombre. Siempre es un placer compartir un poco de alcohol contigo.

 

Ambrosius.

Maximos, ensalzando la gloria de unos y haciéndola brillar como mi peto al sol del ocaso. La gloria siempre lo alcance, espero... Es buen hombre no debería estar aquí.

—Ahora, eres mi hermano, tus glorias son mías, y las mías son tuyas... todos compartimos honores...—Bebo de mi jarra y espero a que el efecto del vino rebajado pase por mi garganta.