[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Intento calmarme y un deseo de confiar en el me llena.
—Ni Priscus sabia lo que te contare: Caelus fue uno de los que rechaze e intente asesinar por intentar tocarme —hipeo un poco, rompiendoseme la voz —por ello me odia, me envio aquí y ahora tiene a mi hermano como esclavo.

Si pregunta algo de mí pasado estoy dispuesta a contarlo, necesito sacarlo de dentro de mí, ruego que lo haga.

 

Maximos

Maximos quedó totalmente petrificado y un frío intenso le subió por la espina dorsal; como si una mano huesueda trepara lentamente con sus dedos congelados.

-Lo que tengas que contar, lo harás en privado. Aquí todos escuchan y no sé si podemos confiar en todos... -le murmuró mirando a todos. Maximos confiaba plenamente en Ambrosius y Gaius pero desconocía si la amazona deseaba contarle a alguien más. -Vayamos a la habitación, podremos hablar en privado. -y caminó hacia el dormitorio, dejó la puerta abierta para que Nixiras la termine de cerrar y se sentó en el borde de lo que vendría a ser su cama. -¿Estamos hablando del mismo Caelus que es consejero del Emperador? Por los dioses... cuentame desde el principio.

 

Seguí el consejo de Maximos, nos dirigimos a su habitación pero preferi no sentarme con él en la cama aunque lo que dire es intimo proiero no llegar a ese nivel por ahora.

*Ahora por conversación*

 

Los ruidos de mis compañeros de habitación me quitó el sueño, ahora que se traían esos dos, me pregunté si estaba durmiendo. No sabía si seguir escuchando o decir algo.

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Que cosnte que yo estaba durmiendo XD, no quise ser entrometida

 

El humor dentro del subterráneo no mejoraba; la melancolía caminaba entre los pasillos, como si fuera repitiendo los nombres de los caídos. Parecían oír sus pasos, sus respiraciones. Y detrás de esto se escuchaba la verdad, aquella voz que había permanecido oculta por mucho tiempo; las decisiones no son casualidades, todo es un plan entretejido para satisfacer a unos pocos a costa de vidas ajenas... la noche transcurrió, algunos no pudieron dormir, a otros los invadieron pesadillas, otros tantos descansaron lo necesario. Era un nuevo día, otro día en el que su espíritu guardaba su rabia, otro día ocultando tristezas; emociones que eventualmente explorarán si no son detenidas...

Capítulo VIII
Obediencia​

La mañana empezaba mal de nuevo por la visita de un Centurión en el subsuelo; sólo iba acompañado de dos soldados imperiales, y su gran armamento.

Todos los Gladiadores fueron reunidos en la zona de entrenamientos, nadie estaba conforme.


–Saben muy bien cual es la función de un centurión aquí abajo; venir a informar de acontecimientos importantes, entregarle a uno de los guardias ciertas cartas… pero sobre todo mi deber es impartir justicia, recordarles quienes son los que mandan y quienes deben obedecer. Gladiador cuyo mecenas sea Acilius, acércate – Vitrion camino a lento andar por sus heridas en el combate de ayer – Tu desempeño ha sido mediocre, tu estado físico está tan demacrado como el de un veterano de guerra a pesar de ser bastante joven – Gopleó fuertemente en una de sus heridas profundas en el pecho, la cual comenzó a sangrar de nuevo, Vitrion sólo movió levemente su boca, pero no emitió sonido –Acilius pregunta que si no recuerdas los castigos a alguien que no cumple con las exigencias –

–Las recuerdo muy bien– Vitrion llevó su mano encima de su brazo quemado.

El centurión hizo una señala a los soldados imperiales los cuales sometieron a Vitrion. Los guardias del subsuelo se interpusieron con lanzas ante los Gladiadores que estaban dispuestos a actuar.

–Acilius insiste que has olvidado sus necesidades, es por ello que te recordará…– y miró a cada uno de los presentes – …Les recordará…– Volvió a mirar a Vitrion– a quién deben satisfacer–

El centurión se alejó por unos instantes, al regresar traía cargando con la ayuda de unos guardias un gran balde el cual humeaba intensamente; los guardias dejaron el balde en el suelo y los soldados imperiales obligaron a Vitrion a caer de rodillas, descubrieron su espalda y lo sostuvieron de los brazos. El centurión cargó el sólo el balde y virtió el contenido sobre la espalda del Gladiador el cual permanecía mudo, de la misma manera que había soportado su anterior castigo.

La espalda de Vitrion había perdido capas de piel; en donde había caído el impulso del agua sólo se podía ver parte del músculo.

–Vuelves a fallarle a tu mecenas y te verás obligado a soportar este baño pero en todo el cuerpo y después serás expuesto a los inclementes rayos del sol hasta que no quede ni una gota de agua en tu cuerpo– Terminó, no sin antes darle una fuerte patada en el rostro.
Con este acto el centurión se retiró junto a los soldados; inmediatamente los guardias trajeron un balde de agua fría y varios esclavos se acercaron a Vitrion; en ese instante el cayó desmayado; entre varios lograron cargarlo y llevarlo a su habitación para ser atendido después de con cuidado vaciar el balde de agua fría sobre las heridas.
Un guardia comenzó a entregar las cartas, sus manos comenzaron a temblar.

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La conversación entre Nixiras y Maximos puede continuar en la conversación; pero acá en la discusión oficial ha pasado el tiempo y se fueron a dormir :P

En unos minutos les llegarán sus respectivas cartas

 

Salí de mi cuarto, corazón en mano, ahora iban por Vitrion ¿Caelus solo ataca a los que se relacionan conmigo? Tengo temor a que sea cierto, Maximos ya no estaría seguro ni Sebastian ni Gaius ni cualquier otro que simplemente me hablara. Se que no debo tener una reacción pues daría a conocer cuanto me afecta así que permanezco sin moverme pero destrozando mi labio inferior.

Se llevan a Vitrion cuando ya la sangre corre por mi mandibula, yo me quedojusto donde estoy hasta recibir mi carta que inicio a leer.

No recordaba esto. Dudo que Titania se sienta feliz de desperdiciar su dinero así que no tengo opción de ir hacia el salón Esmeralda, no puedo evitar temblar por temor de enfrentarme a un hombre en el plano donde recuerdo más a Pricus

 

Laberius
Un nuevo día empieza y, como ya se volvió costumbre, me veo arrastrado de mi cama para oír a uno de esos centuriones, sus palabras agrias y odiosas me resbalan como un vaso de agua sobre mi cabeza hasta que, miro con espanto como Vitrion es castigado de manera tan injusta. Desempeño??? A eso se refiere todo??
Mi cuerpo se estremece ligeramente al tener la carta de mi mecenas en las manos, si ese maldito se atrevía a castigarme... mis puños se cierran con rabia intentando contener inútilmente mi furia. Como podían jugar así con nuestras vidas?
Con mi cuerpo descansado y mis energías renovadas, más le valía a esos soldados no bajar la guardia. Estaba demasiado molesto, aún cuando las noticias de mi mecenas no eran para nada desalentadoras.

 

Brazhan

Tragué duro al ver el castigo, por el cual se le estaba sometiendo a aquel gladiador llamado Vitrion. No soportaría, yo, con mi cuerpo para nada trabajado, semejante castigo.
Luego, nos entregaron las cartas enviadas por nuestros respectivos mecenas, leí la carta, al parecer mi mecenas estaba a gusto con mi desempeño. Poco me importaba ahora que tan buen gladiador podía ser, daba igual después de todo.
Mis ánimos aun no cambiaban, después de la muerte de Priscus no había un día en el cual me sintiera cada vez más solo, a pesar de tener gente a mi alrededor. Como Cornelia y Sebastian.

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Ando desinspirada ._.

 

Maximos

El ajetreo lo despertó y rápidamente se unió al grupo selecto de gladiadores que fueron escoltados al patio de entrenamiento. La escena acontecida enmudeció al hombre que alguna vez tuvo el placer de matar a uno de esos centuriones de falsas glorias y con un pecho inflado con victorias que no le pertenecían. Su primero instinto fue lanzarse sobre él pero los guardias los rodearon con lanzas.

Observó duramente, circunspecto, impasible, aquella muestra de poder de los malditos bastardos que los usaban como carroña. El cuerpo de Vitrion quedó moralmente destruido y Maximos mordió sus labios mientras sus manos formaban dos puños macizos que se apretaban hasta sacarse sangre.
Luego del espectáculo los guardias entregaron cartas de sus mecenas. Maximos arrancó prácticamente la nota de las manos del guardia y con un empujón lo hizo trastabillar. Sus ojos; fríos y coléricos le indicaban que era mejor no meterse con él en esos momentos. Leyó la carta...

 

Cornelia

Después de leer la carta que habían entregado me di cuenta de que Titania no estaba del todo conforme pero aún así, me dio una oportunidad más. Quería demostrarle que en verdad podía hacerlo, dejé los sollozos y toda situación triste en el ambiente en el cual sometía a todos los presentes y me dirigí a entrenar, era lo único que me libraba y beneficiaba en el momento.

 

Tertius

El centurión bajó seguido de sus sangrientos fantasmas y eso sólo podía significar la interrupción de nuestro maltrecho dormir. De todos modos, yo no pude conciliar el sueño, por miedo a las pesadillas... Cada vez que me entregaba a los brazos de Morfeo con los ánimos alterados, aparecían leones... Leones gigantes que devoraban cruelmente los contenidos de mis sueños... No importaba si mordían a una persona o algún objeto de mis paisajes oníricos: de ellos siempre terminaba brotando una espesa sangre oscura, una sangre espantosa que emitía un grito infernal. Esa voz desesperaba de mis pesadillas era, siempre, la de la mujer por la que sentí verdadero amor; tal era el horror que producía oírla, que mi yo onírico se terminaba suicidando, momento en el que yo despertaba cubierto de sudor frío.

En lugar de soportar los avernos de mi cabeza, me dediqué a rezar; pero eran tantas las almas a las que quería dirigir mis rezos, que éstos terminaban a la deriva, en las grietas de las paredes. Los guardias me encontraron despatarrado sobre mi cama. Creyeron que estaba dormido como un tronco, pero ese era en realidad otro de mis ritos de rezo. No me molesté en explicárselos, sino que me dejé arrastrar hasta la zona de entrenamiento. Profundas ojeras pendían debajo de mis ojos.

Poco me faltó para destrozar la cabeza del centurión a patadas ¿Cómo se atrevía a tratar así a Vitrion? ¿Por qué no tenía el mazo conmigo? Los soldados que detuvieron mi embestida no habrían resistido los golpes del mazo, quedadarían como el infeliz de Felix; y ni hablar del centurión...

Vitrion, admirado sea, no le dio el gusto de mostrar su dolor. Se desmayó cuando los soldados se marcharon junto con el torturador. Casi al mismo tiempo llegaron unos esclavos, más unos guardias trayendo cartas. Al que traía la mía se la arranqué de la mano antes de que terminara de acercarse, y le di la espalda.

Tiberius se mostraba satisfecho con mi desempeño y me avisaba de que acababa de ser recompensado. Una pequeñísima luz iluminó la sombra de mi mirada. Tomar la recompensa me vendría bien.

Salí de la zona de entrenamiento y pedí que me acompañaran al Salón Esmeralda.

 

Sebastian

Regrese a los subterráneos y agradecí a los guardias que me habían escoltado hasta ahí, estaba algo agotado pues la anterior pelea no fue fácil, a pesar de que ya había dormido por la noche, aparte aquel vino me mareo un poco, me dirigí a ahora mi habitación , la antigua habitación de Priscus, me recosté delicadamente en ella y cerré los ojos pensando en que mis dos hermanos estaban sentados cerca. —Los echo de menos— Le dije al alba, poco a poco me quede dormido perdido entre mis pensamientos.

 

Maximos

Luego de leer la carta se la entrego nuevamente a un guardia para que se la reenvíe a mi mecenas. Me doy media vuelta y me alejo. Quiero hablar con Ambrosius y Gaius pero realmente mi espíritu no esta en paz. Me alejo y me meto en esa loca soledad que me envuelve. Soledad. Con esa palabra lleno mi boca en algunos días en que siento los caminos demasiado largos o el polvo demasiado árido bajo mis pies. Soledad, cuando el agua no es tan fresca en el cántaro o cuando los hombres cierran sus puertas ante lo desconocido que golpea en ellas.
Pero también la llamo aventura. Esa mujer agradable y vocinglera, ataviada con un ropaje de mil colores que ríe y golpea sus joyas de cobre y cristal con rojos violentos y atractivos los horizontes lejanos.

Soledad para Maximos. Aventuras para Maximos. Vivir es tan hermoso… pero no en aquel cautiverio donde nos retenían a todos como ganado.

 

Vitrion salió de su habitación, algunos de los esclavos aún caminaban detrás de él preocupados —¡Que estoy bien! Dejen de seguirme o yo tirarles su baldes con agua a la cara— Aún así lo seguían, Vitrion caminó hacia el Comedor donde se sirvió grandes trozos de carne, Petro y Pictor se sentaron a su lado preocupados por los movimientos bruscus de Vitrion.
—Hermano, deberías descansar más tiempo, ve a Opelius; aún sigue en cama y sus heridas sanan aún más rápido— Le decía Pictor mientras tomaba un gran platón con carne.
—La carne sana más rápido que cama; así curarme antes, así curarme ahora— Petro recargó su mano sobre su hombro en símbolo de solidaridad —¡Quítame tu mano antes de que te clave puño en tu cara!— Petro la quitó con velocidad, apenado por lo que había hecho; la piel de Vitrion aún quemaba, la mano de Petro estaba caliente —Perdona hermano— respondió Petro.
—¿Y Gaius? Nunca perderse comer con nosotros— Preguntaba Vitrion a sus dos Hermanos, los cuales sólo sntieron —Hermano, ayer entraron esclavos diciendo que pertenecen a sanguine frates...— Dijo Petro haciendo que Vitrion sonriera del mismo modo que ellos.

 

Maximos

El exlegionario buscaba calma en el comedor, comía de un inmenso plato con abundante comida deliciosa para el paladar. Vio la llegada de Vitrion y apenas su sonrisa se notó entre la tupida barba pero estaba alegre de que su hermano esté en una pieza. O al menos lo parecía.
Escuchó la conversación y se acercó a la mesa que compartía con Petro y Pictor. Comió delante de ellos simulando una charla trivial para los guardias.

-¿Alguien podría curar mi ignorancia? -preguntó mirando el plato de comida. Sea lo que sea que sea eso a lo que se referían, parecia bueno y no quería levantar sospechas con los guardias. -¿Qué es eso de sanguine frates? ¿Alguna clase de hermandad? -dijo curioso, levantando su barbilla para observar a Vitrion y ver su piel calcinada.

@Amelie

 

Pictor y Petro se acercaron a él, Vitrion se mantuvo erguido por el dolor en su espalda cuello y hombros.
—Es un movimiento de esclavos en toda Roma, son aquellos que buscan su libertad. Los hemos buscado por años y por fin ellos han dado con nosotros— comentó Pictor en voz baja
—Hermano, esto nos da muchas esperanzas para ser libres. Este movimiento ha recolectado armamento por años, su objetivo es destruir el monumento a la opresión romana, su emblema de esclavitud... El Coliseo— Dijo Petro comiendo un gran trozo de cerdo.

 

Me acerco con lentitud al comedor, el dolor de mis huesos casi a desaparecido pero la decepción de mi desempeño aún no. Miro al resto de gladiadores y veo sus rostros satisfechos, no puedo evitar encogerme, sin decir nada, agarro una bandeja de comida y me dispongo a comer en mi ya acostumbrado lugar en la mesa del fondo. Al menos la comida no está mal. A lo lejos veo a Vitrion, fuerte y orgulloso como todo un guerrero, entonces lo entiendo, no tengo tiempo para perderlo lamentándome.

 

—¡Laberius!— Gritó Vitrion sin moverse demasiado —Ven y comer a nosotros— Pictor empezó a reirse y sacudió la cabeza —Lo estás invitando a comernos; a nosotros— Dijo señalando a todos sus hermanos, Vitrion también comenzó a reirse.

 

En eso pensaba cuando, Vitrion me invito a "Comerlos", no pude evitar reír. Tomando mi bandeja me acerqué a la mesa y salude a mis hermanos.
- Buenos días tengas valeroso Vitrion, me alegra ver que estás mejor. Pictor, Maximos, buenos días con ustedes.
El buen humor de Vitrion era contagioso.

 

—También tu estás mejor— Decía Vitrion señalando sus heridas —Tú también deberías estar descansando Laberius, perdiste mucha sangre allá arriba— Dijo Petro señalando al techo — Están hechos de acero como para estar sentados aquí después de sus heridas; bienvenido Laberius, come con nosotros— Dijo Pictor acentuando la palabra "con" aún burlándose de los problemas de dicción de su hermano.