[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Sebastian

Maximos se acerco a mi, seguía sorprendiéndome la forma en la que se expresaba, yo en silencio lo escuchaba, conforme a que sus palabras eran pronunciadas , mi corazón se iba enblendeciendo, de alguna manera me dieron consuelo, me agradaron sus lineas pues eran interesantes y sabias, cuando el concluyo se fue —Gracias, hermano—pronuncie sin saber si alcanzo a escucharme o no. realmente me hizo quedar tranquilo y en calma.

 

Tertius

Maximos habló dirigiéndose a Sebastian, pero lo escuché como si yo hubiera sido otro de sus destinatarios. Apenas comenzó a pronunciar sus palabras de consuelo, reconocí la leyenda vikinga con la que quería ilustrar su discurso. Me agradó volver a oírla y, en cierto modo, apaciguó levemente la furia desatada en mi interior.

Me senté en el suelo y acomodé mis extremidades, para realizar la posición del Loto. Cerré los ojos, listo para rezar por las alma recientemente ascendidas de Kedoku y Scato, pero sólo recordaba el público que nos había visto pelear contra los guerreros del circo. La forma en que se divertían con la muerte de seres tan humanos como ellos...
Tuvieron que morir hermanos cercanos para que yo tomara consciencia de lo grave y distinta que era la situación en la que nos encontrábamos.

Sin abrir los ojos, hablé en dirección a Maximos y Sebastian:

—La vida de los hombres es un río que desemboca en la eternidad, en el momento que fallecen. Estoy tristemente acostumbrado a presenciar esas desembocaduras, más que nada por el accionar letal de rufianes... A aquellos no los odié, pues eran hombres y mujeres movidos por la desesperación: hambre, injusticia, soledad, desahucio...
>>Pero lo que ocurre en este Coliseo me supera... Es asquerosamente aberrante: personas igual de comunes que nosotros, regodeándose de puro placer ante el final de una vida... De dos vidas... De muchas vidas que serán forzadas a desembocar... A enfrentarse entre ellas por voluntad de otros, sin tener la posibilidad beber cerveza y reír juntos.
>>No puedo justificar tan terrible morbo. Cómo me gustaría tenerlos al alcance de mis manos. A esos asesinos espectadores.

 

Sebastian

Escuche igualmente las palabras de Tertius, me tranquilizaron aun mas, asi que para acompañarlo me coloque en la misma pocicion que el, aun sin saber que estaba haciendo, —Gracias por las palabras, hemano—Pronuncie nuevamente cerrando los ojos para seguir su ejemplo, supuse que estaba rezando.

 

Tertius

—Tenemos que ser fuertes, hermano Sebastian —le dije al joven, esbozando una ligera sonrisa al ver que me acompañaba en mi intento de rezar—, e inteligentes... Vamos a requerir de mucha inteligencia si no queremos que otro de nuestros hermanos muera —estas últimas palabras también estaban dirigidas a Maximos.

 

Laberius

Los últimos días habían sido demasiado para mí, el irrisorio contraste de la victoria y la derrota golpeaba en mi cabeza como un martillo implacable.
Luego del anuncio de la muerte de uno de los gladiadores y el arresto de Scato, opté por sentarme en mi habitación y regar a los dioses por algo de sabiduría en un momento como aquel. Creía firmemente en la inocencia de Scato, y no podía sentir ni el más mínimo sentimiento de culpa por la muerte de aquella rata. La vida a veces te enseña que la frialdad es la mejor manera de sobreponerte a las dificultades. Y entonces, el anunció, el castigo, la muerte de Kedoku y Scato... no quería sentirlo pero una extraña sensación de frustración y cólera me envolvió. El saberme una patética ficha el coliseo y la voluntad de ebrios adinerados me asqueaba. Con las dos cartas de mi mecenas en mis manos pude percibir como todo era una patética ilusión, primero la gloria, luego la caída, el castigo y la severidad por igual. Al menos dos de nuestros hermanos eran libres, aunque claro, no de la manera en que todos deseamos que fuera...
Ni siquiera había sentido la necesidad del hambre, en mi pensamiento se sembraban tantas ideas sin sentido. Si tan solo todo fuera diferente, si tan solo no hubiera matado a ese maldito, si tan solo no me hubieran descubierto. Cuando terminaría todo?
Ensimismado en mis miles de interrogantes me acerqué al cuarto de entrenamiento y saqué mi frustración en lo único que me era posible.
Tomando uno de los arcos disponibles, centré la poca atención que me quedaba en la diana situada en lo alto de la pared y disparé.

Contenido oculto

Lamento aparecer hasta ahora pero...... Wuuaaaa, no me llegó ninguna notificación, pensé que todos dormán en el rol y ahora que lo reviso de curiosa me encuentro con dos muertes más!!!! Qué maldad,, bububu, si mi personaje tuviera cabello, se lo estaría sacando uno a uno en estos momentos XD

 

Sebastian

Igual intente sonreír como me lo demostró Tertius, el tenia razón ahora mas que nunca debíamos ser mas cuidadosos para no perder a otro hermano, asi que solo asenti con la cabeza dispuesto a todo para no volver a pasar por esto.

 

Cornelia

Cada pergamino contenía información sobre mis contrincantes, en verdad parecían fuertes, ¿qué demonios podía hacer una daga contra un arma mayor?, en verdad no me importara lo que usaran, me sentía con más confianza por lo cual no me dejaría ganar tan fácil. Empecé a practicar con la pequeña y única daga que tenía hasta que me cansara.

Contenido oculto

¡Moriré! Cornelia se siente segura pero yo no D:

 

Priscus

Aun en nuestro luto interno, los guardias nos trajeron "regalos" para apaciguar nuestra dolida alma... mi puño se cerró en la nota, la presión sobre mis palmas aumento y la carne se abrió, liberando el rojo en mis palmas y ensuciando la carta.

Mire a mi alrededor, todos estaban igual de furiosos, y aun mas por tener que dar "espectáculo" sin poder honrar a nuestros muertos; esto si que era bajo.

Mi oponente era una sombra de muerte, alguna vez pelee con ellos, y sin duda este animal tampoco sería fácil.

Giré mis talones y me dirigí a mi habitación...

 

Brazhan

Kedoku había muerto, todos parecían estar devastados ante la perdida. Mientras lo demás lloraban y clamaban en nombre del fallecido, yo me mantuve en calma y en silencio, como modo de respeto. Aquel ''hermano'' murió, pero su valentía merecía ser velada y respetada.
Cuando todo parecía ir de alguna maldita manera mal, llegaron los guardias para traernos las buenas nuevas. ¿Una carta? Se podría decir que si, pero al momento de leerla supe que no era nada bueno. Tenía un combate, mi oponente parecía ser... bueno, no tiene importancia mi oponente.
Miré a todos allí reunidos y se podía decir que estaban furiosos por aquella información nueva. ¿Qué falta de respeto es esta? Estrujé el papel, no me sentía preocupado. pero tampoco me sentía preparado. — Maldición...

Contenido oculto: Tks

Perdón por desaparecerme, es que estaba algo ocupada, pero supongo que para la semana que viene todo será ''normal'' jaja (No sé ni en donde estoy en el rol )

 

Maximos

Allí como estaba, allí donde estaba... acostado en su lecho, usando su brazo derecho como almohada y el izquierdo para taparse los ojos, comenzó a dormitarse, pensando en nada y en todo al mismo tiempo. Las dos camas que estaban en la misma habitación estaban vacías, una la ocupaba la mujer, Nexiras y otro el hombre... Laberius o algo así, no recordaba la verdad y le extrañó no verlo en todo el día.

Quiso pensar algo más pero finalmente su mente quedó en blanco y fue invitado al mundo de los sueños fantásticos.

 

Darius

Todo el tiempo desde la noticia me mantuve en suficiente calma exterior, simplemente no podía dejar que ese momento dañara de algún modo mi paz interior, así que la mayoría del tiempo me quedé sentado en el corredor intentando pensar todo lo que había sucedido, todo lo ocurrido en horas. Luego de varias horas sentado sin hacer nada, recibí una carta en dónde tendría que dar otro espectáculo: ¿Nunca se cansan de ver sangre? Eran preguntas que parecían no tener respuesta. Me fui alejando y entré a mi habitación y rápidamente me lancé en la cala, me encontraba bastante agotado aunque físicamente no había hecho mucho, pero mentalmente estaba exhausto. Me recosté ignorando los gritos de mis "compañeros", ya era hora de dormir.

—Maldita arena...—pensé mientras intentaba conciliar el sueño.

 

Sebastian, me levante cuando vi que Tertius lo había hecho, me dirigí al campo de entrenamiento pues ahora pronto tendríamos una batalla por lo que preferí estar preparada, tome mi espada y golpee el mismo muñeco con el que solía entrenar siempre.

 

Golpeo una vez más un muñeco antes de que el peso del mazo casi sacara mi hombro de su lugar causandome un dolor más, aparte del que ya sentia mi pecho.

Necesito descansar así que me dirijo al comedor que creo que esta abierto, tomo una jarra de vino, derramo un poco en el piso lleno de tierra para los caidos y sorbo lo el resto lo más veloz posible.

 

El entrenamiento con el arco había sido un asco, apenas y había podido dar un tiro adecuado, necesitaría práctica, su instinto le decía que pronto necesitaría de aquella habilidad. Mientras caminaba por los amplios pasillos ensombrecidos no pude evitar pensar en las palabras del resto de gladiadores, parecía que la locura estaba comenzando a hacer acto de presencia en aquella prisión.
-Necesito una ducha -No siempre fue muy aseado que se diga pero, con todo lo que nos esperaba para mañana, era mejor intentar relajar los músculos.

Una vez aseado y cambiado, finalmente, hora de dormir, el sujeto de la noche anterior ya estaba dormido en su cama, la mujer que parecía siempre tener algo por lo que discutir no estaba, al menos podría dormir sin tener que hablar con alguien. Al recordar a aquel sujeto y su actitud mientras bebía me hizo esbozar una sonrisa, no pude evitar preguntarme como sería de ebrio, la sola imagen bastó para ayudarme, al menos en algo, a apaciguar mis inquietudes y permitirme dormir.

 

Despues de que tome unas cinco jarras de vino y mis penas estaban olvidadas en el fondo de mi cabeza, camine hasta sentarme en el lugar de entrenamiento.

 

Cornelia

Después de llegar a mi límite toda la mañana/ tarde/ noche me decidí por ir a tomar un baño, ya que apestaba a sudor. Mi otro oponente aún no conocía nada de ella pero que más da, eso no importa, solo un adversario más con quien practicar y llegar a aprender más con esta daga.

Contenido oculto

No sabía en que tiempo estaban así que puse los tres XD

 

Los guardias los llevaron a sus habitaciones; pero algunos de ellos detuvieron a Priscus; Maximos y Tertius.
–Ustedes han solisitado favores especiales a sus mecenas; dos de ellos han respondido inmediatamente sus exigencias; uno de sus mecenas no lo hizo– el guardia que hablaba miró a Priscus– Aún así tu petición fue escuchada por un mecenas que cree que es necesario cumplir tus demandas– Dijo sonriendo –Hombres con gran suerte; avancen con nosotros que esta noche dormirán siendo cubiertos por brazos cálidos...–
Y así los guardias los escoltaron con una antorcha hasta la rampa de la Arena; ahí soldados imperiales los esperaban para guiarlos a aposentos más cómodos...

Contenido oculto: Todos

Si, sus mecenas les satisfacen su petición de compañía. Recuerden que no sólo pueden pedir armas a sus mecenas :3

En el Subterráneo era momento de descansar y pensar en las próximas afrentas.

Contenido oculto: Priscus/Tertius/Maximos

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Maximos

Despertó abruptamente cuando un guardia lo llamó. Rápidamente fue escoltado, lejos del resto...

 

Un guardia me sacó casi a rastras de la zona de entrenamientos, yo sigo hipeando alegre antes de ver como a tres de los hombres los escoltan guardias, muchos en realidad, así que sin importarme quién de ellos este allí mi rostro se entristece, grito casi al borde de las lágrimas.


—¿Morirán también?— No deseo que nadie más muera, no lo resistiría ni yo ni mi cuerpo, siento que ríos corren por mi rostro sin que los pueda detener mientras mis pies siguen clavados al piso, con un guardia a mis espaldas.

 

Un guardia se acercó a Nixiras –No –Decía en voz baja – Ellos han pedido que algunas mujeres les hagan compañía, ninguno de ellos será lastimado; no estarán en peligro– Intentó calmarla un poco –Cuando el solo salga mañana; regresarán al subterráneo con ustedes–