[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Cornelia

—La terquedad no lo dejará vivir—dije en voz baja mientras me dirigía al baño, no tengo ni idea si hasta adentro me seguiría pero por mi no habría problema, si no, me gustaría que lo reconocieran con una reputación como pervertido —¿Vienes hasta adentro?—pregunté aún sin que él me soltara

 

Sebastián


"ya te lo dije, no te soltare" le dije realmente no me importaba mi reputación que creo Que ya no podía estar peor "hay otro modo de que te suelte ¿te parece un trato?" le dije pues se me ocurrio una idea.

 

Cornelia

Después de todo al chico también se le ocurrían ideas —Escucharla no estaría mal, si es que me beneficia claro—dije mirándolo y esperando su propuesta, que ojalá fuera algo buena.

 

Sebastián

"tomaré eso como un si" la lleve al campo de entrenamiento, tome mi espada y dije "ataca a ese muñeco de ahí" señalando el montón de paja al que siempre solía golpear "si tú ganas te dejaré libre y no me meteré más en tus problemas, pero si yo gano tendrás que ir a disculparte ¿esta bien?" concluí sin soltarla aún

 

Cornelia

¿Ganar? Como se supone que ganaría contra un muñeco de paja —Me da igual... puedes quedarte todo el tiempo que quieras sosteniéndome de la muñeca, no gastaré mis energías en algo tan ridículo, además de que no tengo porqué hacerte caso, me voy —dije pateándolo en la entrepierna, y así lograr que me soltara mientras el caía al suelo. —Iré a tomar un baño, así que no me sigas—advertí alejándome del lugar.

 

Sebastián

Mi reacción no fue fuera de lo normal pues se me hacía raro que no lo hubiese hecho antes, "todo por ayudar a un niñato " me dije mientras me recuperaba del dolor. "más vale que te cuides Cornelia" grité para que me escuchara, me levante y fui de nuevo al cuarto de Brazhan tocando salvajemente para que abriera.

 

Cornelia

Mientras me tomaba un baño se podían escuchar los golpes que le daba Sebastian a la puerta —Cuando entenderá...—pensé intentando no escuchar el alboroto que causaba.

 

Sebastián

Brazhan no me abriría era un hecho "maldito niño lo que me hizo pasar " me dije sonriendo mientras caía rendido en el suelo, me recargue en la puerta y cerré los ojos, por un momento pese en ir a vengarme de Cornelia pero vi que se dirigía a los baños me dijo que se lavaria así que no quise aprovecharme de la situación y me quedé ahí sentado al final y al cabo también era su cuarto.

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aquí te espero cornelia muajaja te metiste con el chico equivocado andate con cuidado porque cuando menos te lo esperes ahí va a estar Sebastián ( :<

 

Priscus

Sin delicadeza Petro había arrojado una enorme pieza de cerdo ami plato, dios el hombre y los cerdos.... mire a lo lejos una pequeña discusión entre los niños y bufe... —estos terminaran amándose como trillizos — pensé.

Cerca, Petro había iniciado una conversación con el nuevo, su alma era oscura, espero que pronto pueda entender que la guerra no es entre nosotros.

Me acerque a Ambrosius, quería hablar con el tanto de su futura batalla como de asuntos que no me dejan dormir por las noches.

—¡Hey!— salude— No te ves tan animado como el resto, ¿algo que compartir con tu "grammaticus"?—deje escapar una risilla, sin duda yo no era maestro de nada...

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Un grammaticus era el responsable de enseñarle a los niños los autores clásicos y la mitología,

 

Kedoku.

Había terminado de bañarme cuando entraron varios gladiadores y comenzaron a tirarse cosas riéndose; decidí ignorarlos y me iba a salir del baño cuando una de las tantas cosas que se lanzaban entre sí me cayó en la cabeza por lo que tuve que volver a bañarme para quitar lo pegajoso,¨Malditos idiotas¨ gruñí mientras me volvía a duchar. Cuando terminé no había nadie en el baño más que solo yo; me vestí para luego peinar mi cabello con flojera, ¨Joder con ustedes nudos¨ me queje mientras intentaba desenredar mi cabello que al final lo dejé suelto dejando ver que me llega hasta la cintura.

Salí del baño con dirección al comedor, me serví mi plato y me dispuse a comer en una esquina de la mesa alejado de los demás, no tenía ánimos de nada.

 

Después del intercambio de palabras con el compañero de habitación mío el muchos guerreros entraron al baño así que me limité a quedarme encerrada en mi cubículo disfrutando del agua que me coloca encima de mis heridas.

Después que todo saliera of war que me limité a vestirme salir hacia el comedor, busque comida llene mi plato y servi una pequeña copa de vino antes de habla con alguien

 

Maximos

Escuchó atento la discusión entre los gladiadores. Al parecer el tal Scato tenía algún asunto pendiente con el campeón. Frunció el ceño, no era lo mejor tener un problema interno.

Agarró un plato suculento de comida y se sentó en una de las mesas donde los gladiadores se reunían. Ya no tenía sentido hacerse el indiferente ni antipático; era uno de ellos, un gladiador y por ende compartiría la misma mesa. Mientras se sentaba notó como otros se mantenían al margen de ellos, solitarios.

Comió con los dedos como si no hubiera un mañana, estaba hambriento y con cada bocado que tragaba su estomago más se agrandaba.

-Al menos no nos dan rata ni ranas... la comida es buena. Siempre pensé que la comida aquí sería un asco -dijo Maximos a nadie en particular, solo para que alguien tomé la frase al vuelo. Pero era verdad, en toda su vida como legionario pensó que los gladiadores no tenían tantos cuidados.

 

Mi humor por la victoria no podría estar mejor, aún cuando recibir mi ayuda no era lo mío, ya tendría tiempo de regresarle el favor al gladiador que me ayudó en esta fiera pelea. Aun no puedo evitar la sensación de satisfacción que sentí cuando vi caer a mi enemigo en la reluciente y polvorienta arena, su sangre cubriendo mis manos, el olor a muerte recorriendo centímetro a centímetro el coliseo, los rugidos de aquellos espectadores sedientos de sangre a clamando el poderío del coliseo. Luego de habernos proclamado vencedores, un extraño y nuevo sentimiento de ansiedad me embriagó. Me sentía vivo.
Ya en el subsuelo, el esfuerzo de la batalla solo reclamaba algo: asearme. Sin perder más tiempo me metí al cuarto de baño luego que los demás salieran, no sabía si compartir palabras de ánimo con todos. No luego de la matanza en la arena. Balde tras balde de agua helada, mis ánimos se fueron calmando y poco a poco recupere mi habitual tranquilidad. El silencio de las duchas y suave masaje del agua sobre mis cansadas articulaciones eran todo lo que uno podía necesitar luego de un día sobrecargado de adrenalina. Eso y deshacerme de las desgastas ropas.
Al menos los dioses habían estado de mi lado, no recibí más que un golpe en el hombro izquierdo y unos cuantos cortes superficiales cerca de los muslos y los brazos.
Una vez vestido y aseado, me acerqué al gran comedor por primera vez, todos se veían alegres por el triunfo. Yo solo deseaba comer, tras servirme una bandeja con cerdo y algunas frutas, me acerqué a una mesa vacía, me senté y me dispuse a comer.

 

Maximos

Pasó el muchacho que compartía habitación conmigo y la mujer. Rápidamente le hice una seña cuando vi que se sentaba solitario en el fondo. Mi compañero de cuarto tenía que compartir la fraternidad con sus colegas no ser un ermitaño más.

-¡Laberius! ¡Ven y comparte mesa con nosotros! -le gritó agitando el brazo. El alcohol ya estaba haciendo efecto en su sistema, era raro verlo de buen humor al ex legionario.

 

Kedoku.

Terminé de comer, lavé mi plato y me fui a la habitación que compartía con Tertius y Alethia, no tenía energías para nada por lo que estaba mas ¨antipático¨ que de costumbre. De camino pude observar a la molestia de Sebastian en la puerta de la habitación de aquel chico callado, ¨ Joder, ahora no puedo pasar¨ pensé al verlo ahí, pues, la habitación del chico raro quedaba cerca del mio por lo que si pasaba Sebastian me vería y no podría evitarlo como quería. Me di la vuelta y me fui por donde vine, en busca de la tranquilidad; cuando me di cuenta mis pies me habían conducido a la zona de entrenamiento, estaba completamente solo por lo que había silencio así me adentré en él y me senté en una esquina con los ojos cerrados.

— Al fin puedo estar solo otra vez, como los viejos tiempos...— suspiré mientras divagaba en mis pensamientos, recordando la pequeña etapa en la que fui feliz, donde era totalmente puro y sonreía con felicidad; cuando aun podía creer...

 

Laberius.

Mientras me concentraba en masticar un poco del cerdo, el callado y extraño compañero con el que compartía invitación, me hizo ademanes para sentarme con él y compartir mesa. No era lo mío pero, que mas daba. El aburrimiento podría irse, tal vez.
tomé mi plato y caminé hacia ellos.
-Claro -le dije-, si compartís también el vino.

 

Maximos

Maximos golpeó amistosamente el hombro de su compañero y le acercó un tarro de vino que se vertía por los costados del contenido.

-Te lo mereces. Buena pelea y bien ganada. ¡Por muchas más como esa! -y alzó su tarro por los aires, chorreando el líquido por los aires mientras lo agitaba. El alcohol estaba volviéndolo desinhibido.

 

Brazhan

Había escuchado las fuertes quejas de Sebastian del otro lado de la puerta, sin embargo no me importó y solo me mantuve recostado en mi cama. Pero gracias a las quejas del rubio, no podía pegar el ojo. Cuando ya por fin los golpes y el ruido se fue puse descansar en paz.
Ahora que lo recuerdo... Cornelia y Priscus duermen aquí también. Pensé. Me puse de pie y destrabé la puerta para cuando aquellos vinieran. Me daba ifual Cornelia, pero Priscus no tenía nada que ver.
Me volví a recostar en mi cama y me tapé hasta la cabeza, nuevamente.

Contenido oculto: Amenaza

@Alisse Madness Si entras te golpearé, lo juro (?) conocerás la ira de Brazhan (?)X'D

 

Sebastian

Escuche que los seguros de la puerta, por fin decidió abrir ese mocoso,solté una risilla y sin moverme dije—Brazham, no debes ser grosero con las personas, y mucho menos con una mujer— lo Regañe hablando lo suficiente fuerte para que me escuchara.

 

Brazhan


Escuché la voz de Sebastian, diciendo algo sobre mis modales. Bah, ¿Qué le pasa a ese idiota? — Vete— Dije, lo suficientemente alto para que lo llegara a escuchar. Que fastidioso se ponía ese tipo cuando quería. Pensé mientras me acurrucaba entre las mantas.