[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Petro

Se sintió observado, por un momento detuvo su masticar para buscar aquellos ojos que lo incomodaban, y encontró a Maximos –Hey tú– dijo señalándolo con una pierna de cerdo –Come mientras puedas; no siempre tenemos carne tan jugosa– Y volvió a darle una buena mordida al trozo de carne en su mano.

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No te preocupes xD todos tenemos horarios y no podemos estar conectados todo el tiempo; siempre hay soluciones, no te apures por ello

 

Nixiras

Escucho atenta al hombre que le costaba un poco habla y al parecer la compañía femenina no le era muy común.

-Tranquilo, yo al principio no fui buena. De donde vengo no se hablan estos idiomas, pero pude aprender. Entonces esos son gastadores de dinero no muy inteligentes-

Me molesta un poco que me haya escogido una persona poco estratega, seguramente me escogió por el hecho de ser mujer y no por mi desempeño; aún así haré que ganen más dinero que nunca y todos se arrepentiran de no escogerme.

Puse mi mano en el hombro del que me había respondido, con firmeza intentando que supiera que lo comprendía

 

Vitrion

–Si, suponer que tu no ser de aquí; yo ser de aquí pero no crecí en lo que llaman familia, yo crecer solo; pero mi modo de vida afectó a la ley. Tus palabras muy fluidas, eres inteligente; yo ser más cabeza dura– Dijo tomando un buen sorbo de agua –No sé si Titania diferente a su esposo; ella es nueva, supongo que puede ser guiada con tus acciones –

 

-Idiotas- dije refiriéndome al mundo -Mi familia era grande e importantes pero yo fui la peor vista de todas así que no era muy bien vista.

«Tienes un carácter calmado y aquí no se puede vivir siendo un cabeza dura y eso fue que es de verdad ya hubieses muerto. Yo soy salvaje y eso fue lo que me trajo aquí.»

No me gusta que los hombres se crean demasiado pero tampoco quiero que se sientan peor que escoria

 

[Ya es de Noche]

Un guardia entró al comedor y avisó que las puertas iban a ser cerradas; era tiempo de volver a sus habitaciones o entrenar un poco en la zona de entrenamientos.
Gaius esperaba en la puerta del comedor –Mañana peleamos como Gladiadores, viene el enemigo a burlarse de nosotros; nos creen inferiores. Ningún circo le puede ganar en fuerza al Coliseo; nosotros llegamos aquí porque somos los mejores y no dejaremos que un puñado de niñitos digan que son superiores sólo porque ellos han entrenado para el circo prácticamente toda su vida. ¡La gran diferencia es que nosotros llegamos aquí luchando por NUESTRA vida! Hay que romperlos para que no se atrevan a regresar de nuevo... –
Los Gladiadores veteranos acompañaron su discurso con un gran grito.

----COMEDOR CERRADO----​

 

El grito de guerra sonó tan similar al que hacíamos en casa que no pude evitar acompañarlos con una palabra en mi dialecto.
-Scare- exclame a todo pulmón levantando el puño y todos me miraron extrañados sin saber lo que significaba y mientras salíamos algunos se reían y otros repetían mi expresión. Todavía esperaba respuesta del hombre con el que hablaba.

 

Vitrion

Se unió al grito que se incitó por las palabras de Gaius y le extrañó la palabra que dijo Nixiras a la cual se dirigió –Las palabras cuestan trabajo; pero mi mejor verbo es el combate. Soy calmado aquí abajo; pero soy mejores allá arriba – refiriéndose al Coliseo –Y sobre todo, yo no vender mi orgullo a mecenas; cueste lo que cueste– Tomando su brazo quemado y mostrándolo a Nixiras –Mi fuerza en espíritu, más fuerte que fuerza en palabras– Decía sonriendo

 

Le sonrei al hombre que me mostraba sus marcas seguramente por no haber obedecido a su mecenas. Me llené de orgullo yo misma y le hable.

-No te mostrare mis marcas ahora pero mi espalda, nalgas y muslos están llenos de sangre, morados y cicatrizes por no haber entregado mi cuerpo al emperador y sus hombres. Tienes razón el orgullo vale de mucho especialmente que eso es lo que nos queda.

Espero valer de mucho arriba. Me tengo que alejar pero espero que hablemos pronto.

 

Vitrion

–Entonces, honor será combatir junto a ti mañana; hermana– alejándose de Nixiras y caminando hacia su habitación, la cual compartía con Gaius.

 

Maximos

Estuvo por responder al gladiador cuando de pronto un guardia ingresó para dar la noticia de que el comedor cerraba. Luego un discurso para subir la moral fue dado. Fraternidad, hermandad... aquellos hombres, meros esclavos convertidos en gladiadores por un sueño en común; olvidados de todo pasado y reconocidos por las acciones del hoy. No había mucha diferencia de las Legiones que marchaban por Roma. Extrañamente comenzó a sentirse en casa.

Se alejó del comedor y salió al patio de entrenamiento. La luna plateada pintaba con sus rayos la arena. Los maniquís eran figuras sombrías, recordando el destino de cada uno de ese lugar.

Agarró una espada del suelo y la sostuvo durante unos momentos, pensando. La marca de la legión decimoquinta estaba grabada en su hombro derecho y pensó cuantas marcas más a partir de hoy quedarán impresas para siempre en su físico.

Sin pensarlo de nuevo, atacó al maniquí con un movimiento lateral, sintiendo el dolor en su hombro herido al realizar la acción.

 

Sonrei al pensar que ahora sí tenía un hermano y que estaba orgulloso de luchar a mi lado.

En la zona de entrenamiento había un hombre que había estado en la arena en el momento que fuimos liberados del collar.

Pase al lado de él hasta las habitaciones, creo que compartía una así que al llegar busco ropa y me dirijo a limpiar mi cuerpo en los baños .

Al llegar a la puerta pregunto sí hay alguien en voz perfectamente audible para todos sí es que hay alguien adentro.

 

Maximos

El golpe al maniquí no fue de los mejores y lastimó aún más su sentido hombro. Se quejó con la boca cerrada y caminó en círculos, moviendo la articulación dolida. Si ese dolor persistía, sería un gran problema.

-Si tan solo estuvieras aquí... -murmuró entre dientes, mirando el firmamento estrellado que parecía saludarlo en miles de luces.

Dio media vuelta; describiendo un círculo completo y encaró al hombre de paja nuevamente, atacando con su diestra.

Ofuscado y cansado tiró su arma de madera y se sentó en la arena. Estaba tranquilo en esos momentos el área de entrenamiento y podía disfrutar la brisa veraniega que le traía recuerdos de su niñez. Estaría así unos cuantos minutos antes de irse a su habitación.

 

Finalmente era un gladiador, quién lo diría, ahora era muñequito más para diversión de estos....
La noche había caído en la arena y, como no tenía apetito, decidí retirarme a mis aposentos y descansar mis ánimos. Sin embargo, la pelea incesante de un hombre contra uno de los tantos muñecos de paja de la arena me llamó la atención, parecía querer desquitar algo, ciertamente lo entendía, si esa era la razón, claro está. Tras asestar un último golpe pareció susurrar algo.
No tenía porqué molestarlo así que simplemente opté por hacer lo mismo que él y desquitar un poco de mi humor con unos de esos muñecos de entrenamiento, si era verdad lo que oí por allí, mañana sería un día interesante, tomando mi espada de entrenamiento entre las manos, asesté un par de golpes para empezar.

 

Kedoku.

Al terminar de hablar con Scato salí rápidamente de su habitación, con pensamientos retorcidos y confusos en mi mente. Me encaminé hacia la zona de entrenamiento para ver si ahí podía despejar mi mente, con algo de mala suerte me encontraría con alguno de lo molestos y quizás ellos me podrían ayudar a distraerme.
Al llegar pude notar que habían nuevas personas, ¨Genial, mas personas a quienes soportar... Muerte, te lo pido por favor ¡Llevártelos!¨ pensé mientras comenzaba a disparar flechas a los blancos.

 

Maximos

La calma fue interrumpida con la llegada de otro gladiador que con una fuerza increíble azotaba al muñeco de paja, arrancándole una gran parte del relleno. Maximos observó estupefacto, aquel hombre no era un mero esclavo, detrás de ese ataque había escondido un dejo de técnica que no pudo ser explotada al máximo.

-Tienes buen golpe -dijo el ex legionario mientras se incorporaba lentamente. -Veo que no hay simples granjeros torpes entre nosotros. -Maximos pasó por el costado de Laberius. -Guarda tus energías para mañana. La sangre se derrama con facilidad si uno no tiene sus sentidos despiertos. -y sin decir más, Maximos se retiró a sus aposentos. Debía descansar ese hombro adolorido para mañana.

 

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Kedoku es tan agradable (?) *Sarcasmo ON*

Brazhan


Me encontraba en mi respectiva cama, en aquella habitación en la cual me encontraba solo. Había llegado hasta ahí con el propósito de dormir, pero lo único que hacía era revolverme en mi cama sin poder pegar el ojos. Así que me levante y me dirigí a la zona de entrenamiento, tal vez lo necesitaba para gastar el resto de energía. No me fijé quienes estaban allí, de todas formas seguro no iba a hablar con nadie.
Al llegar, tomé un arco y comencé a practicar; adoptando una posición recta para mejor puntería y con mi ojo izquierdo enfocado en la diana. Creyendo que estaba apuntando bien, disparé sin problema.

 

El hombre que había estado entrenando se percató de mí en cuanto ataqué al muñeco de paja, la ira a veces puede sacar todo de ti.
"La sangre se derrama con facilidad si uno no tiene sus sentidos despiertos" me dijo al pasar a mi lado y se alejó, al igual que yo debía estar cansado. No deseaba seguirlo ni entablar conversación así que simplemente me quedé en la arena observando su abismal calma, la verdad, aquel golpe solo hizo que mi sangre volviera a arder al recordar mi condición. Tras esbozar una pequeña sonrisa, volví a atacar a esos jodidos muñecos de entrenamiento.

 

Termine de bañarme, cuando nadie había respondido me adentre al baño, eran las ropas mas cómodas que me encontré.

Llegué a la habitación y ya estaba uno de mis compañeros ahí.

-¿Cuál es tú nombre?- era el que había visto entrenar, me senté en mi cama sencando y peinado mis risos rojos.

 

Maximos

Entró en la habitación y vio a una de las mujeres que había sido elegida tanto como él y el resto de esclavos por un mecenas. El ex legionario se sentó en una de las camas, eran rústicas, pero era mejor que nada. Dejó caer pesadamente su cabeza y sus hombros se encogieron, adoptando una postura de cansancio extremo.

-Maximos -dijo sin más, levantando la barbilla para ver a su compañera de cuarto. Habia una cama más y estaba vacía. ¿Quién sería el tercero?

-¿Y tú? -preguntó con voz ronca, observando en detalle el cuerpo de la fémina.

 

El ánimo comenzaba a fallarme, así que, tras ver por última vez a la luna me retiré a descansar. Al ingresar en el cuarto que me había designado, me asombré al ver, a mas del hombre que hace un momento me dijo esas graciosas palabras en la arena... a una mujer. Vaya, las sorpresas no terminaban.
Adentrándome en la habitación, me recosté en la cama que había libre sin decir palabra.