[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Note que uno no deja de mirarme.

—Aunque no lo creas, te puedo matar si no me dejas de ver así —continué con mi comida mientras escuchaba el hablar de otros.

Todos habían cometido crímenes, obviamente no se esperaban uno de una chica. Estos hombres de ahora que se creen dioses y simplemente son larvas en los pies del emperador que puede hacer lo que quiere con ellos.

 

—Me imagino que asesinaste a alguien, ¿no? Y por lo que comentó uno de esos criados del emperador, se trató de un guardia —contesté sin dejar de mirarla, lo deje de hacer cuando me acerque a mi plato de comida y tomé uno.

Me recargué en la pared y deslizándome en ella me senté en el suelo y una vez allí, comencé a engullir mis alimentos. Al parecer muy pronto vamos a hacer algo interesante. Tal vez nos vamos a enfrentar a otro de los simples lacayos del emperador.

 

—Exacto, nada más y nada menos que un soldado, uno viejo y feo —hice caras al recordar su rostro.

—Pues si, eso parece, creo que las cosas se pondrán interesantes en este lugar —le sonreí mientras seguía comiendo —, en el momento que pones un pie aquí, ya no tienes vida —susurre mientras miraba fijamente el fuego de una antorcha al otro lado de la celda.

 

Ya había pasado un par de horas desde que los últimos soldados se habían ido; pero las puertas se volvieron a escuchar, esta vez no eran solados dejando nuevos esclavos, eran bastantes guardias del Coliseo. A los guardias se les distinguía de los soldados porque estos usaban una especie de casco que cubría por completo su rostro, sólo se veía una gran ranura que mostraba sus ojos, y no llevaban el clásico tocado rojo arriba de la cabeza; sus armaduras no eran tan pulcras y perfectas como la de los soldados, estas se veían más toscas y pesadas.
Estos guardias los duplicaban en número, al abrir las puertas los sometieron, lográndoles colocar a cada uno una especie de collar metálico el cual cerraba con una llave; el collar no estaba ni muy apretado ni muy holgado pero si pesado.
—Ustedes son esclavos; sirvientes del Imperio—
Bruscamente, los guardias los levantaron, amarraron sus manos con una soga la cual los jalaba para que avanzaran; uno a uno fueron saliendo de ese celda.
Al salir de la Estancia de esclavos, avanzaron por el pasillo, conforme se alejaban de la estancia de esclavos comenzaron a escuchar gritos -Esa es la prisión de esclavos; aquellos que no tienen fortaleza ni salvación; ellos no podrán aspirar a Gladiadores y están ahí esperando su muerte; si ustedes no logran impresionar a los Mecenas y Gladiadores... acabarán aquí- Siguieron caminando hasta llegar a lo que conocían como "Zona de entrenamiento" Ahí estaba siete Gladiadores entrenando, algunos con arcos; otros con espadas; otros con hachas; y algunos sólo con sus manos.

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Había varios muñecos y bloques de paja firme para destrozar; varios blancos para los arcos y cofres donde se podían encontar diversos trozos de paja, cuero, correo y madera; el lugar estaba vigilado por bastantes guardias con enormes armaduras; y a pesar de que había armas en esta zona de entrenamiento, ninguna tenía filo.
-Gladiadores, aquí tienen a los nuevos esclavos y posibles reclutas para Gladiadores-
Los guardias los liberaron de las ataduras en sus manos dejándolos sólo con su collar de hierro; después se colocaron alrededor de la zona de entrenamiento para cuidar sus acciones.
Lo Gladiadores por su parte, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y los inspeccionaron con la mirada; para sorpresa de algunos, ahí estaba la leyenda, el Gran Ambrosius frente a ustedes sosteniendo una espada entre su mano izquierda y la nuca de uno de sus compañeros; despacio soltó esa posición de ataque y se acercó a ustedes aún con espada en mano y apuntándoles con ella preguntó:
-¿Quién de ustedes se cree capaz de derrotarme?-

Contenido oculto: Mapa de ubicación

Ustedes iniciaron en la estancia de esclavos(abajo y a la izquierda del mapa); junto a ustedes está la prisión de esclavos y del lado derecho está la "zona de entrenamiento" Recuerdes que aunque el mapa se vea muy pequeño, los espacios son muy grandes.

 

Estaba a punto de comer cuando llegaron los guardias los cuales me pusieron un collar de hierro muy pesado y me ataron las manos, traté de escapar pero fue en vano Quería ignorar lo que dijo uno de los guardias pero no pude, esa idea rondó por mi mente hasta que llegamos a un lugar donde había muñecos de entrenamientos, bloques para destrozar, unos blancos para arcos etc...

Cuando me liberaron las manos me las sobe, esos guardias me apretaron las muñeca muy fuerte a tal punto que me quedaron rojas y se me raspo un poco, aunque no los culpo; si yo fuera ellos haría lo mismo con alguien que se ha intentado de escapar como yo lo hice. Repasé con la mirada a los gladiadores hasta que mi vista reparó en uno de ellos: Ambrosius. El tenía tomado del cuello a un sujeto y lo apuntaba con su espada, al vernos lo soltó, se dirigió a nosotros y pregunto ¨¿Quien de ustedes se cree capaz de derrotarme?¨. Tragué grueso, con la mala suerte que tengo de seguro me destrozará y estaba seguro que no era el único que pensaba así. Miré Sexti... o ¿eres Sexprus? Da igual; me acerqué a él y le susurré...

—Oye, está es tu oportunidad, adelante.— con una sonrisa arrogante lo empujé al frente.

 

Aún ni siquiera termine de comer la mísera comida que nos dieron, cuando unos tipos, al juzgar su prenda de vestir, se trataban de guardias, me pusieron aquella horripilante collar -demonios, nos trataban cómo simples animales- y nos guiaron hasta un lugar de entrenamiento. ¡Perfecto para empezar a entrenar!

Mis ojos se abrieron con sorpresa a ver al mismísimo Ambrosius en ese lugar. Nunca me imaginé verlo frente a frente tan rápido. Trate de tranquilizarme. De cerca era más imponente... ¡Maldición! Keduko se me acerco y susurrándome esas palabras que hicieron que ardiera de rabia, se atrevió a empujarme. Primero las damas, ¿no?

—Vamos mujer —desvie mi mirada a la fémina y dibujando una sonrisa tratando de ocultar mi nerviosismo, continuo:— ¿No mencionaste que podías asesinar a alguien? Demuéstralo.

 

Oh, no. Me hizo gran ilusión el ver a una mujer y ahora la invitaban a tener una muerte segura frente a Ambrosius, quien de cerca se veía mucho más temible y salvaje. Esperé expectante la respuesta de ella.

"Maldito Sextius. Si muere por aceptar tu reto, me las vas a pagar" pensé.

En tanto, continué masticando el pan duro: la aparición de los guardias y el traslado fueron tan repentinos, que me olvidé que tenía comida en la boca.

 

—Si que ustedes son hombres valientes... Creo que metieron a los hombres equivocados a este lugar... —Mire a los cuatro y traje un poco de saliva. Odiaba ser retada y quedar como gallina, así que di un paso hacia él y dije —Yo pelearé contigo.

Si que me estaba metiendo en un problema, tonto orgullo, tonta yo al ser la primera en ya poner ambos pies en el infierno. Espero los dioses estén de mi lado y no me dejen morir.

—Seré joven pero... —y también seré estúpida pensé —yo no moriré hoy.

 

Todos rieron ante las palabras de la mujer; Ambrosius detuvo sus risas con sólo extender si brazo levemente hacia arriba. Uno de los Gladiadores se colocó junto a Ambrosius, un hombre de cabello blanco y largo, tenía un bigote y barba espesa; se veía grande de edad aunque su cuerpo fornido delataba que aún era lo suficientemente joven –Nadie puede morir aquí abajo en combate, no se pueden desperdiciar las vidas de potenciales esclavos; además– Le mostró a la mujer su hacha, no tenía filo–Estas armas a lo mucho pueden romper huesos con la fuerza apropiada, pero no perforar la carne–
Ambrosius se acercó aún más a Alethia –Eres valiente, a pesar de que tienes miedo estás aquí; frente a mí– Inspeccionó a los seis hombres detrás de ella y movió su cabeza de un lado a otro
–¡Nos han traido eunucos!–Gritó otro Gladiador en el fondo, provocando la risa colectiva; Ambrosius y el Gladiador que tenía junto no rieron; Ambrosius levantó de nuevo su mano para callarlos.
–Aquí abajo ya no tienen nada, ni títulos, ni familia; sólo les queda lo poco que tengan de orgullo, si quieren pertenecer aquí; deben demostrarlo y no esconderse detrás de una mujer– miró a Alethia –Tu has demostrado que tienes el valor para pelear; pero aún no demuestras tu fuerza para ello; pero no pelearás conmigo– Dijo entregándole su espada, después volteó hacia el Gladiador que tenía a su lado, aquel de barba y bigotes frondosos; el cual sujetó firmemente su hacha– Gaius, llévala frente al muñeco de paja– Gaius guió a Alethia hacia el muñeco de paja más pequeño– Muéstranos cómo atacas–

Contenido oculto

Muy bien Zil; lo que sigue es simplemente rolear como lo has hecho; sólo que esta vez lanzarás 3 dados; los dos primeros son dados de 10 caras y el segundo es un dado de 5 caras.
Cómo lo expliqué en la Introducción al rol; el primero equivale a tu Ataque el segundo a tu Defensa (que en este caso no será usada) y el tercero a tu suerte.

 

Suspire al escuchar eso, yo no pelearía con él y eso hizo que mi alma regresara a mi, puesto ya me estaba dando por muerta. Tome la espada que me había dado Ambrosius, era algo pesada para mi, pero la tome con orgullo. Los demás me veían algo desconcertados y molestos. Al parecer que llamen a una mujer valiente en un lugar así les daba en su orgullo.

En un par de segundos y sin darme cuenta, ya estaba frente a un muñeco de paja y escuche —Muéstranos cómo atacas–

Okey, tendría que atacar a eso, no creó que sea tan complicado, la cosa es que no soy muy buena con las espadas. Di un respiro mientras escuché algunas carcajadas por parte de otros gladiadores que se encontraban lejos.

—Aquí voy... —comencé a atacar algo torpe al muñeco aquel.

 

El muñeco de paja se tambaleó y varios pedazos de paja cayeron al suelo.
-Bien, un golpe con bastante fuerza; te falta el entrenamiento pero creo que serías buena guerrera- Dijo Gaius hacia Alethia

Contenido oculto: Zil

Tu ataque fue de 9; un buen primer golpe; en tu dado de suerte salió "3" por lo que no tuviste suerte y a tu impacto de "9" no se le sumaron "5" adicionales.

–Los demás, elijan un arma y uno por uno demostrará su fuerza– Decía Gaius mientras tomaba la espada de Alethia –Tu también puedes elegir el arma que prefieras, Ambrosius te dio la espada pero tu puedes elegir la que creas que mejor te acomode–
Gaius tomó cuatro armas que estaban recargadas a la pared; las trajo y mostró ante ustedes

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–La daga, excelente amiga cuando tu espada te fue arrebatada; es raro que alguien espere que tengas a esta pequeña amiga en el cinturón–

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–El arco, gran ventaja a la lejanía; pero si no dominas esta arma a la perfección, en un combate cuerpo a cuerpo no te servirá de nada–

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–El mazo; necesitarán gran fuera para poder soportar su peso, por esto suele ser un arma de ataque lento, aunque tenemos un Gladiador aquí que mueve esa cosa como si fuera un simple bastón; sus golpes son mortales–

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–Y la espada; fiel compañera de los guerreros que buscan eliminar a su enemigo de manera rápida; más pesada que una daga y un arco pero mucho más ligera que un mazo–

Contenido oculto

Es tiempo de elegir un arma; el arma definirá su caracter como luchadores, por ahora sólo elijan la que crean que más les ayude; más adelante puede cambiar de armamento si no les funcionó :3 además... más adelante en el rol podrán usar dos armas si es que así lo prefieren

 

El pan sí que estaba duro. En el tiempo que me demoró mirar las armas, elegir el Mazo y esperar órdenes de parte de Ambrosius, no dejé de masticarlo.

 

A pesar que no soy muy buena con la espada logré hacerle un daño equivalente al muñeco ese, así que no quede como la mujer débil, que vieran que podría ser más que una esclava, al parecer ser un poco atrevida era bueno.

Le di la espada al gladiador que me decía que tomara otra arma, y sólo sonreí y asentí con la cabeza. Así que vi las armas y tomé de nuevo la espada, tendría que mejorar en ello, tendría que ser buena con todas las armas que pudiera.

—Yo quiero la espada.

Contenido oculto

Genial, y disculpa, pero si estuvo bien como tire los dados o tengo que tirarlos por separado?

:c creo que me equivoque en eso de como tirarlos.

 

Estaba demasiado ocupado en mis pensamientos que no me di cuenta que Alethia había terminado, solo escuche la fuerte y dura voz del gladiador que me sacó de mis pensamientos. Había que escoger una de esas armas, la que mas me convenía era el arco ya que la había utilizado con anterioridad.

—El arco.— pedí mientras me estiraba y daba un gran bostezo, no he dormido en días y estoy agotado.

 

Gaius notó que levantaron un mazo; se sorprendió y miró a Tertius; se acercó a el y le apuntó al muñeco de paja al cual había golpeado Alethia.
–El mazo es la elección de personas que confían en su fuerza; así que demuéstrame que esos músculos no se hicieron por fregar pisos–

Contenido oculto

Muy bien :3 ahora es tu turno Bruno; deberás lanzar dos dados de 10 caras y un dado de 5 caras; te recuerdo que el primer dado de 10 caras es tu ataque, el segundo la defensa (que en este caso no servirá) y el dado de 5 caras es de "suerte" si obtienes un 4 o un 5 se sumarán 5 puntos de año adicionales

 

Después de señalar al muñeco de paja a Tertius; observo a Kedoku, era muy raro que eligieran el arco.
–Tu debes dispararle al blanco que está allá arriba; no está muy lejos así que espero un buen disparo–

Contenido oculto

Muy bien :3 suerte Zukua porque Zil dejó alta la espectativa xD; deberás lanzar dos dados de 10 caras y un dado de 5 caras; te recuerdo que el primer dado de 10 caras es tu ataque, el segundo la defensa (que en este caso no servirá) y el dado de 5 caras es de "suerte" si obtienes un 4 o un 5 se sumarán 5 puntos de año adicionales

 

Tragué después de una eternidad y sonreí.

—Muy bien —respondí, al tiempo que me acomodaba frente a la figura de paja que señalaba el tal Gaius. Aferré con fuerza el mazo y miré al muñeco maltrecho—. Que el Dios de los Muñecos de Paja te tenga en su gloria.

Dando un alarido de diversión, lancé mi golpe.

Contenido oculto

@Amelie Dentro del cuadro que dice ¡Ataque! tiré dos dados, pero se sobreentiende que el segundo es de Defensa. Mala mía, jaja.

 

Asentí con seguridad, tomé el arco y suspiré con pesadez. Vi que Tertius tomó el mazo he iba atacar, yo apunté al blanco y esperé que la suerte estuviera de mi lado.

—Que fastidio...— y lancé mi flecha.

 

Contenido oculto

Son endemoniadamente suertudos!!!!! xD no sé vale!!! yo siempre saco "1" ._.

El impacto del golpe de Tertius fue el primero; su fuerza fue tal que el muñeco de paja tiró bastante relleno al suelo, casi al punto de desarmarlo; Ambrosius detuvo su entrenamiento para volver a mirarlos; ya lo había soprendido Alethia y no esperaba un gran impacto de Tertius, y menos con un mazo.
–¡Scato! ya tienes un rival– Gritó Gaius a un Gladiador excesivamente curpulento el cual practicaba con un mazo; Scato te miró de arriba a abajo, después continuó con su entrenamiento.

Contenido oculto: Bruno

Excelente; tu ataque fue de 7 y más el factor "suerte" se le agregan 5 puntos de daño adicional; tu impacto fue de un total de 12 puntos de daño.

Pero otro fuerte impacto se escuchó en la zona de entrenamiento; era Kedoku, el cual había perforado la diana con una flecha; algunos gladiarores asintieron con la cabeza al ver el desempeño de estos esclavos.
-Tienes buen ojo chico; y sobretodo también fuerza- Mencionó Gaius mientras veía la flecha clavada.

Contenido oculto: Zukua

Un buen golpe! tu ataque fue de "5" pro ganaste el factor suerte el cual bonifica "5" puntos adicionales en daño; por lo que tu ataque fue de un total de 10 puntos de daño

Después se acercaron los dos hermanos; Marcus y Cimber; ambos tomaron una espada, el primero en golpear al muñeco de paja fue Cimber; el segundo el golpearlo fue Marcus, el menor de los hermanos. El ataque de Cimber fue fuerte pero no lo suficiente para impresionar a los Gladiadores y el ataque de Marcus fue aún peor.

 

Salí de mi asombro, me pilló bastante el que Alethia aceptara, sin contar que resulto ser buena. Hice una mueca de disgusto, ¿por qué no acepte pelear primero? Para cuando desperté de mi trance, Kedoku y Tertius ya habían cogido su arma y ya habáin hecho sus ataques, los que para mi desgracia fueron Sin más y nada satisfecho tome la daga, aquella arma que para mí no valía mucho.

—Suertudos… —susurre apretando con fuerza la daga. —No se olviden de mí —alce la voz para hacerme escuchar —Sin más tomó la daga. ¿Puedo empezar mi ataque?

Sin esperar más tiempo, me puse en posición…