Interior Gimnasio

El silencio no ayudaba demasiado a saber si había preguntado había sido tomado de mala manera o quizás había hablado de más y lo había puesto incómodo o algo similar al irse por algo demasiado personal aprovechando la forma en la que se había expresado, entendía que todo el mundo podía tener sus problemas y cosas que afectaban pero, realmente estaba curioso de saber alguna respuesta para saber por donde encaminarse o que hacer.

Rendirse con la idea de sentirse triste y solo suprimirlo para seguir sin verse afectado.

Seguir como estaba y seguir teniendo problemas.

Lo siguió con la mirada cuando se levantó completamente confundido, realmente no quería entrar todavía y poner una pausa a todo lo que estaba intentando averiguar y por suerte cuando habló, sintió que no lo estaba orillando precisamente a olvidar todo el tema y adentrarse a clases. Se levantó con cierta lentitud para ponerse en marcha siguiéndole los pasos sin muchas ganas, meramente movido por la curiosidad en cierta forma.

Quizás debió haber visto venir que el gimnasio era su destino.

—...Zeld-senpai... ¿me harás correr o algo así como los videos que dicen que el ejercicio cura todo?... —Preguntó bastante inseguro de la situación, no era ciertamente fan del ejercicio y si ese era el destino final, no estaba seguro que quería seguir esa ruta.

 

Recorrí el gimnasio con las pupilas al ser la primera vez que estaba ahí pese a haber pasado cerca un par de veces, a lo que me pareció que no estaba nada mal; si se notaba que el de limpieza se lucía y todo con el lugar. Quizá se tenía suerte me lo prestaban en alguna hora específica para lo del club. Moví ligeramente la cabeza al identificar lo que creía y era el armario de enseres.

A ver si tenían lo que estaba buscando~

—¿Correr? Naj, conozco algo mejor que eso Dante —hablé quitándome la mochila para dejarle en la gradería, seguido del blazer que tiré encima de la misma para quedarme con la camiseta de fondo blanco.

Me eché a caminar hasta el armario de enseres abriendo la puerta para buscar con parsimonia al precisar la herramientas con una facilidad risible. Nada mal, nada mal~ Sujeté las cosas para volver fuera de aquella oscuridad con la que me fundía irremediablemente, volviendo hasta el chiquillo. Dejé caer lo que tenía en el suelo a excepción de la vendas, capturando sus ojos de lleno.

—Quítate la mochila, te va a estorbar —esperé para después quitarle el blazer, sujetando su mano izquierda sin pedir permiso de ni mierda para comenzar a vendar sus nudillos y repetir lo mismo con la derecha. No iba a ser tan cabrón de dejarlo lastimarse cuando sabía perfectamente lo que debía hacerse para entrenar.

Después de coger la cuerda que unía los guantes con la punta del pie, pateando ligeramente hacia arriba para sujetarlo con la izquierda, acomodándoselos sin complicaciones para después dar un paso hacia atrás con la intención de que me imitara.

—Así —murmuré empuñando las manos para mostrarle la posición al llevarlas a la altura de mis pómulos, manteniéndose la eterna burla en mis facciones, acomodando ahora las piernas al deslizar una ligeramente hacia atrás y flexionar apenas las rodillas, evitando dar saltos al obviar el que definitivamente sería la primera vez que el chico haría algo como eso, si nada más había que verlo.

Recogí las manoplas del suelo colocándomelas para llevarlas a la altura de mi mentón, mirándolo entre las pestañas.

>>Golpea, vamos, golpea duro.

 

No iba a correr y eso le parecía suficiente por ahora incluso si no sabía en sí de lo que iba su idea, pero definitivamente no tenía mucha energía para andar corriendo en el gimnasio para desbloquear algún nivel de felicidad mágico como muchos de los posibles comerciales decían que eso podía eliminar todos tus problemas y así es como se quedó allí quieto para esperar paciente a su plan.

Y eso era...¿boxeo?

—¿Ah? Okay, dame un momento —Casi de forma apurada imitó su gesto de ir a dejar su maletín a las gradas y regresar frente a él, en ningún momento esperó que de la nada le fuera a quitar el blazer como si fuera lo más normal del mundo, sonrojándolo ligeramente, dejándose hacer con respecto a la preparación de sus manos, muy probablemente lo que tuviera pensado era más pesado que estar corriendo pero...no es como si pudiera hacer algo al respecto en ese punto —, la respuesta entonces... de lo que descubriste de niño con tu hermano...¿fue el boxeo? —Preguntó para asegurarse aunque sabía que sonaba algo demasiado obvio en realidad por tener la respuesta justo allí en sus manos y lo que fuera que sacó del armario.

No conocía muy bien ese deporte.

Lamentablemente no pudo apreciar más aquel trabajo de vendas en sus manos que lo hacían sentirse totalmente deportista pese a realmente no ser la persona más activa del mundo cuando los guantes aparecieron como toque final de todo eso.

—...Zeld-senpai... realmente no se si soy la mejor opción para hacer alguna clase de boxeador...—murmuró bastante inseguro de toda la situación pero aun así siendo obediente, haciendo la pose que le había indicado. Se mantuvo en esa pose unos segundos incluso luego que dijera que lanzara aquel golpe, como si se estuviera asegurando que realmente se iba a mantener allí y no iba a correr peligro de que moviera esa cosa y lo golpeara por accidente y cuando lo hizo... tampoco fue algo muy fuerte que digamos por lo mismo.

Incluso aunque lo repitió un par de veces más para sentirse algo más cómodo tenía bastante precaución de no hacerlo del todo como se lo pedía, solo por si acaso.

 

—Sí. Mi viejo estaba insoportable esa tarde así que mi hermano me arrastró a ver unos tipos que solían estar en el parque entrenando —parecía un chiste recordarme como un crío de once años en las vacaciones de verano.

Que la puta corbata organizada, sin permitirme un gramo de polvo en la ropa, que el reloj de oro en la muñeca, que memorizar un discurso de mierda para representarlo en una reunión en la cual él estaría presente. Pff, ser parte de la política desde temprana edad era un martirio, pero qué carajo se le iba a hacer. Fue entonces que una carcajada burlona se me coló hasta sin permiso ante su comentario, casi burlándome. Porque claro que no lo consideraba un tipo innato para el boxeo, pero vamos, no había ciencia en ello.

Ladeé la cabeza ligeramente al sentir el primer golpe con la fuerza de una pluma, continuando más o menos a ese ritmo constante.

Ni modo, lo acorralaría un poco.

—¿De quién te escondías? —pregunté atento al movimiento de sus puños sin perder su rostro—. Correr como cucaracha de los problemas no es ni siquiera un escape que merezca la pena —agregué relamiéndome los labios—; golpea más fuerte Dante, vamos.

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Rolear a Zeld soft me da mil años de vida

 

Le parecía realmente interesante que un día simplemente su hermano hubiera decidido arrastrarlo de allí confiando plenamente en que eso les o bien, le iba a ayudar para estar mejor, interesarse en eso, distraerse hasta considerarlo algo útil para que en ese momento se lo estuviera sugiriendo como ayuda en ese momento y supiera tanto del tema por seguro haberlo practicado tanto a través de los años.

Continuó en un ritmo bastante constante sin alguna cantidad de fuerza en sus movimientos hasta que lo volvió a escuchar de nuevo y vaya, la forma en la que lo decía si dolía un poco y probablemente se le notaba en la cara por ni siquiera esperar que le dijera todo eso —No me estaba escondiendo de nadie —protestó todavía en voz baja porque esa parte si que era cierta, no se había ido a esconder de nadie físicamente en la escuela —, tampoco soy alguna clase de cucaracha...Senpai.

Golpeó con algo más de fuerza como si le estuviera reclamando aunque mantuviera la amabilidad, realmente no le gustaba en lo absoluto tener esa clase de comparación en su cabeza con ese humor prácticamente triste que tenía y saber también que ni siquiera a sus ojos parecía ser un buen medio para simplemente distraerse de todo eso cuando ni siquiera sabía que más hacer y en su cabeza era hasta adecuado.

 

—¿Ah sí? Era un escondite simbólico entonces —murmuré con el deje innato de burla—. ¿Entonces qué insecto vendrías siendo?

Sentí el aumento tenue en los puños suaves, sin embargo aún no era suficiente. Veía el deporte como algo para drenar, valvular las emociones, sino se hacía con energía no era siquiera divertido ejercerlo por lo que continué pinchando en su genio, recordando cómo hace un momento bajo el árbol había mostrado la expresión de todo perdedor herido. Sin embargo ya muy seguro de que se tratase del escape de algún bully no se me hacía tan probable, quizá cargaba con alguna mierda familiar a lo que tenté consciente de ello, probando suerte:

—Pff, tu viejo se cagaría de risa con esos puños de niñato —entorné ligeramente la mirada—. Si yo fuese tu viejo o tu hermano, me daría vergüenza el cómo golpeas, Dante.

 

Definitivamente todo el tono de la ayuda había cambiado y tampoco es que supiera como sentirse al respecto, la forma en la que la hablaba con aquel tono burlón se alejaba por completo de aquel tono sutil de comprensión discreta que había mostrado en el patio y como ya había creído que pasaría, le afectaba y molestaba casi en partes iguales.

No quería escuchar esas cosas, ni mucho menos sentirse acorralado de nuevo por sentirse pequeño.

La voz ni siquiera le había salido para tratar de replicarle algo, defenderse, tan solo había vuelto a aumentar la fuerza en la que estaba haciendo las cosas aunque solo sintiera un nudo crecer en garganta mientras lo hacía cada vez más rápido y más fuerte conforme se iba frustrando más hasta que mágicamente sacó el comentario sobre su padre y se detuvo por completo cuando sintió algo mojado por su rostro.

—¿Podrías parar, por favor? —Preguntó con el tono más alto que pudo aunque estaba seguro que no era demasiado dando un último pequeño golpe suave, sentía su respiración bastante agitada y realmente sentía que ya iba a volver a repetirse su escena de la cena con su padre, solo deshaciéndose sin control alguno —, entiendo...¿okay? Te parece completamente patético y seguro tienes razón...

Seguro su padre si se reiría.

Seguro si lo consideraría patético o vergonzoso.

Dejó su vista clavada en sus manos, tratando de deshacerse de sus guantes aunque la tarea se le dificultara por sentir sus ojos nublados y la desesperación que estaba empezando a sentir, quería simplemente irse y volver a desaparecer por unos momentos para solo componerse.

 

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En cuanto sentí la presión por parte de los nudillos a través de los guantes me di cuenta que había dado justo en el clavo, a lo que le seguí los golpes con la precisión de un canino acaparando cada uno de ellos de tal forma que ni él ni yo nos fuésemos a hacer daño, escuchándose el choque de los guantes contra las manoplas con el disfrute que solía sacarle a casi todo lo que hacía, instándolo con el último comentario que solté por avivar más la llama, fue entonces que elevé las cejas ligeramente al notar las gotas saladas escurrir por sus lagrimales empapando sus mejillas y deteniendo su accionar.

No supe cuando realmente había abierto la boca más de lo necesario.

Fue en ese momento en que lo vi hacerse un enrollo con los guantes luego de soltar las palabras con la voz quebrada a lo que estiré la izquierda para ayudarle con los nudos, quitándole los guantes para intercambiárselo por las manoplas sin permitir protesta al frenarlo de la muñeca hasta asegurarme que las sujetara. Me los coloqué yo ahora sin ningunas vendas de protección llevándolos a la altura de mi mentón.

—Sujétalos fuerte o te dolerá —empecé a golpear a un ritmo constante pero sin fuerza en realidad, casi asegurándome que los tenía con firmeza para no hacerle mierda las manos.

Hasta que llegó el momento en que inicié a subir la intensidad, sintiendo toda esta mañana como un puto chiste al estar a primera hora proyectándome con un chiquillo que buscaba alejarse de las cosas hipotéticas que lancé y atiné.

—Mi viejo piensa que debo cargar con su mierda —murmuré sin dejar de golpear—. Que debo ocupar su puesto luego de la universidad en la asamblea de mi país —entorné la mirada ligeramente a la vez que lo echaba hacia atrás por el aumento del ritmo—, sino lo hago será mi hermano, y no estoy dispuesto a sacrificarlo.

La sonrisa de eterna burla se esfumó desde hace un rato como si nunca hubiese estado ahí, reemplazándola por una línea recta.

—Seré yo quien cargue con la corrupción en la espalda, vivir dando la orden de que asesinen civiles porque protestan por hambre —el sonar de los golpes contra las manoplas volvieron a resonar por el gimnasio, como un eco sordo—. Si ocupo su lugar y no cumplo sus asquerosas funciones me pegan un tiro en la frente y sitúan a mi hermano en la silla, con la corbata a la medida y el saco impecable pese a mantener la conciencia manchada de sangre.

Y me detuve entonces luego de un par de golpes más, buscando sus ojos con serenidad pese al ligero sudor que comenzaba a acaparar la piel de mi sien al estar hablando mientras me movía.

—Aprovecho el hoy y el ahora, de lo contrario terminaría como tú, ahogándome en un mar de llanto —estiré la derecha para darle un ligero empujón en el hombro—. Es una mierda, pero no te veo como una cucaracha que deba esconderse de ella, así que disfruta.

Curvé nuevamente los labios en la burla eterna, relajando los hombros para inclinarme y alcanzar su frente con la mía luego de desajustarme los guantes enterrando las manos desnudas en las bolsas del pantalón, susurrándole como si nada.

>>Disfruta el hoy que nunca sabemos si estaremos siquiera el día de mañana~

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NOPUEDOCONESTOOOOO

 

Se sentía realmente inútil en ese momento, deshaciéndose en lágrimas por sentir las cosas demasiado cercanas a cómo se sentía, todo el conflicto que había provocado en casa y el hecho de que no se podía deshacer de esos guantes como quería para simplemente huir de nuevo, porque si estaba siendo una vergüenza allí, prefería simplemente irse y ahorrarle todo eso a Zeld. Así que claro que no esperó que él simplemente se acercara y lo retuviera para ayudarle con ese solo para atraparlo en esas manoplas pese a sus protestas y tratar de deshacerse de su agarre.

No quería participar, no así cuando tenía tantos sentimientos encima.

—No quiero... —volvió a protestar sin ganas de nada, ya casi obligándose a tartar de limpiar su rostro con las mangas de su uniforme —, Senpai quiero irme. —Lo vio colocarse él ahora los guantes y supo en ese instante que no podría hacer nada al respecto, menos cuando le dio esas instrucciones tan precisas que lo intimidaron un poco, solo haciendo caso para protegerse prácticamente de esos golpes que definitivamente eran muchísimo más motivados que los suyos.

Y estarle siguiendo el paso para que no fuera a pasar algo grave lo distrajo lo suficiente par a controlar algo de sus lágrimas para no distraerse, porque mientras más se desahogaba más atento tenía que estar al sentir cómo la fuerza de los golpes incrementaba al grado de que se estaba obligando a ir más y más atrás.

Estaba recibiendo demasiada información y demasiada fuerza física que se ajustaba bastante a la seriedad de todo lo que escuchaba, comparado con eso, sentía que no tenía derecho alguno de sentir el nudo en su garganta o estar así de triste, la situación de Zeldryck era una soga al cuello que se apretaba poco a poco.

Solo pudo sentir que volvía a respirar cuando dejó de golpear y pudo bajar sus manos, sacudiéndolas un poco por las punzadas que sentía allí —Comparado a lo que estas viviendo... si parece que sea una un poco...—murmuró sin muchas ganas entre un sollozo aunque se permitió soltar una corta risa para tratar de aliviarse cuando lo empujó, se seguía sintiendo bastante pequeño, sí, pero con un consejo que consideraba útil aunque realmente no supiera como aplicarlo del todo.

Se deshizo de las manoplas y comenzó a sobarse las manos un poco, cerrando sus ojos con suavidad cuando lo vio cerca conteniendo otro sollozo solo por la cercanía, optando mejor por limpiarse el rastro de lagrimas que le habían quedado, esperando realmente que no surgieran más —No puedo decir que puedo seguir eso al cien...porque la realidad es que no se como lo haría —Y tenía que ser honesto con eso, respiró hondo y volvió a abrir sus ojos—, pero quizás intente un poquito... suena bien el consejo, se ve que te sirve mucho...

 

—Naj, relájate, no se trata de comparar los problemas entre sí —comenté alejándome para mirar la puerta del gimnasio mientras bostezaba, porque bueno, eso de estar comparando situaciones no daba más que para minimizar los conflictos del otro, y no era la idea para nada.

Quien hiciese eso con intención no podía ser más idiota.

Me eché a caminar hasta la gradería luego de apilar las cosas utilizadas por ahí cerca sin importarme mucho el desorden en realidad. Me coloqué entonces el blazer sobre el hombro y me colgué la mochila de cuero en el hombro izquierdo. No es como si con lo de recién tuviese ganas de subir a clase, así que miré de perfil a Dante como si nada, ignorando los rastros de las lágrimas secas.

Era ridículo el como me proyectaba en este tipo sin siquiera darme cuenta.

—Lo que te conté es un secreto, así que no vayas a comentarlo con nadie —Enterré las manos en los bolsillos, pensando por un momento en el panfleto que Zold había dejado en el tablón de anuncios, pero para qué mentir, no lo imaginaba siendo parte del club como tal, sin embargo algo podía ofrecer—: Cuando quieras sacar tu enojo y eso búscame, podemos volver a entrenar, claro, sino te asusté con todo esto~

 

—Se que no... pero, es muy admirable...—Con lo duro que le sonaba ni siquiera quería imaginarse como era estar en sus zapatos teniendo que aguantar tanta tensión encima, tantas responsabilidades, toda esa presión que pudiera tener para llenar unos zapatos para proteger a alguien más y todavía poder encontrar una forma de encontrar alguna especie de paz para simplemente existir sin preocuparse tanto.

Había encontrado su fórmula, vivía, disfrutaba, continuaba incluso pese a todo lo que había atrás.

—No lo diría nunca, Zeld-Senpai, no es mi fuerte hacer esa clase de cosas... —Ser confidente era algo que sentía que se le daba bastante bien, revelar sus secretos en cambio... era algo en lo cuál era terrible, además, podía ser realmente difícil simplemente decir todas esas cosas a un completo extraño como para que arruinara todo diciendo todo lo que le había dicho —, me asustaste un poco, me duelen mis manos de hecho... —Todavía le quedaba quitarse las vendas pero, tan siquiera la sonrisa que le estaba mostrando era mas verdadera que cuando lo había saludado.

—Pero... si quieres también alguien que escuche puedes buscarme —Miró el pequeño montón que había armado y luego de acercarse, comenzó a quitarse aquellas vendas —, yo puedo guardar todo , para que no te apures por eso.

 

Me reí ligeramente ante la aceptación de que lo había espantado un poco, aunque no es como sino me lo hubiese esperado con solo verle la cara. Me eché a caminar de regreso sobre mis pasos, sujetando sus muñecas para mirar sus manos de cerca. Aún le temblaban un poco, y eso que no había usado ni la mitad de mi fuerza siquiera, al menos ya se confirmaba que el niño no tenía era pero nada de aguante. Lo solté entonces recibiendo la sonrisa cálida.

Pero chiquillo... si solo estaba siendo un poco amable~

Le miré caminar hacia la pila de cosas que había dejado mientras se quitaba el vendaje, torciendo un poco más la curvatura en mi boca ante su ofrecimiento, porque sería probablemente la primera y última vez en que contaría algo personal.

—Ah sí, seguro te busque de nuevo, aunque para pasar el rato~

Continué caminando entonces hasta la salida.

—Te veo luego.

 

En lo que encontraba mi ropa y la tipeja tenía la decencia de voltearse me comencé a vestir, maldiciendo el hecho de que la idiota se hubiese o equivocado de sitio, o que tenía la cabeza dañada para meterse ahí dentro apropósito. Podía no parecerlo, pero era un pudoroso de mierda si me cogían de sorpresa. En lo que me colocaba las prendas inferiores, incluyendo las zapatillas por ahí derecho la escuché corregirme, tomándome fuera de base, de nuevo.

—¿Polo? ¿Qué mierda dices, tonta? —siseé girándome ya medio vestido para encontrarme aún con su espalda, esperando que me diera la puta cara o algo pese a saber que mis pómulos continuaban ardiendo.

Chasqueé la lengua, pasándome la toalla tras la nuca al comenzar a restarle importancia, quizá la tipa era torpe en exceso.

—Ya, ya puedes voltear... si se te da la gana —murmuré lo último, comenzando a secarme el cabello con movimientos rápidos sobre la cabeza con el algodón de la toalla, para luego dejarla por ahí en lo que comenzaba a peinarme apenas con los dedos.

Las voces de los demás varones en las otras duchas se intensificaron algo, tensándome en lo que volvía a fruncir el ceño, porque venga, si me veían ahí con ella... bueno, si veían a esta boba ahí ella tendría problemas, me importaba un culo, sí, pero podían pensar cualquier mierda que me involucrara y terminar en la dirección, la beca podía irse por el retrete. Que si tenía suerte por el vapor algo se podría disimular.

—Salte niñita —susurré en alguna especie de gruñido hasta que las llaves comenzaron a cerrarse, y de puro automático la tomé de la muñeca, llevándola fuera, conmigo adelante pese a continuar con el dorso desnudo.

Vaya mierda en la que terminaba por querer una puta ducha.

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Gigi Blanche El como estoy fangirleando esto no tiene nombre