Gimnasio

El mundo pareció caérsele a los pies cuando Eris le cerró la boca de una forma humillante. No se sentía así desde el club esgrima, de hecho. Uno, tras, otro, tras otro tiro. Incluso cuando hubo ganado ante las miradas incrédulas de Shawn y Laila, la hija de puta siguió encestando, demostrando que la victoria no había sido obra de la suerte.

Apretó los dientes en un primer momento, incrédulo, y bufó, dejando caer los hombros tensados hasta el momento. Siguió los movimientos de Laila casi con un atisbo de súplica sin que esta le viese, casi como si le gritase que reclamase algo que ni siquiera le pertenecía.

Si tan solo no fuesen dos estúpidos orgullosos. Si tan solo hubiesen enfrentado sus problemas mucho antes, nada de eso estaría pasando.

Porque no eran nada.

"Amery, ¿qué pensabas pedir si no te aplastaba esta chica?"

—No lo sé. No lo pensé aún —mintió, sin siquiera dignarse a mirarla—. ¿Y tú?

Claro que lo había hecho, el idiota lo había tenido todo planeado desde el principio. No tenía necesidad de añadir la cuestión del reto si no, no quería nada serio de Eris. Hacía mucho que quería llevar a Laila al nuevo restaurante de la ciudad. Si la obligaba a invitarle por perder, al menos no parecería una cita. Aunque luego acabaría pagando él porque era incapaz de hacer algo así; ese era Shawn, a fin de cuentas.

Al final del día, el título de príncipe le acababa encajando de una forma sorprendente.

—Espero que me dejes a cambio unirte al equipo de baloncesto. Como premio de consolación —se volvió entonces hacia Eris, a paso lento y algo pesado, masajeándose los hombros. Le pesaba el pecho y la culpa de tener que hacer eso allí lo reconcomía, pero solo había que echar un vistazo a los ojos de Eris para saber que no permitiría sugerencias de ningún tipo—. Enhorabuena, supongo.

La rodeó por la cintura con un movimiento firme, y con su mano libre alzó su mentón. Estaba molesto, frustrado consigo mismo, y quizás eso se plasmó en el beso que le arrebató a Eris entonces. Mordió su labio sin ejercer demasiada presión, la suficiente como para lanzarle cierta advertencia.

 

La risa floja que escapó de los labios de la otra afiló sus facciones, severo. No le venía en gracia haber perdido de forma aplastante, pero mucho menos le agradaba esa situación. No así, en frente de Laila. Se apartó con cuidado, pudiendo haberse soltado de mala gana tras el beso en su mejilla, pero no lo hizo.

Él no era así.

La tensión que aquella sola acción había creado alredor de Eris podía cortarse con un cuchillo. Apenas había hecho ejercicio, pero se sentía agotado y su cuerpo ardía, quizás producto de la fiebre, quizás no. La siguió con la mirada, desde que aceptó su propuesta hasta que decidió marcharse para explorar la academia, y asintió sin más desde su lugar. De repente le pesaba tener que tratar con Laila.

El silencio, después de un momento eterno en el que fue a llevar la pelota, fue cortado por las palabras de Meyer. El corazón le dio un vuelco en el pecho.

"Iba a pedirte que me dejaras cuidarte, idiota".

"No me hagas sentir aún más culpable de lo que estoy, Laila"​

—Me trae sin cuidado si enfermo o no a Eris. Pero no permitiría que lo hicieras tú solo por cuidarme —soltó, con cierta aspereza, dándole la espalda mientras recogía sus cosas. Dios, la cara le ardía. ¿A qué venía ahora todo eso, Laila?—. Me voy a las duchas. Necesito despejarme.

Se colgó la mochila al hombro, y al pasar por su lado la miró de reojo, notando el cambio en sus facciones. Frunció el ceño.

>>Estás molesta, ¿no? Canalízalo. Te espero en el club de esgrima.

Se alejó así hacia las duchas del gimnasio. Si había algo que lograba sacar de su pecho las emociones convulsas que lo nublaban eso era la esgrima. Y a juzgar por la actitud de ambos...

Quizás era lo que necesitaban.

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Y ahora es cuando se lian como en mi fic

Digo, qué

 

Se quitó los auriculares mientras apagaba el teléfono con el propósito de que los chicos lo dejaran en paz, puesto que por uno de los grupos lo estaban acosando con que mandara fotos de las chicas de su nuevo instituto. Eso no era nada su estilo, sin embargo el bloquearlos a todos le incentivaba la pereza hasta la médula, guardando sus pertenencias en el bolsillo de su pantalón, caminando con cierto estrés colapsado en su trapecio escuchando a lo lejos los insultos de la mujer con la que se topó.

Qué tonta.

Debía drenar la adrenalina que se había alojado al tener aquella chica que si no se mueve rápidamente le hubiese dejado la mejilla marcada, la otra que se lo hubiese comido en la enfermería, y la estúpida violácea que parecía perfecta para joderlo en donde lo viera, recordando que Eris le había mencionado que estaría en el gimnasio. Dejó el teléfono celular sobre la banca y se quitó la chaqueta, al igual que la camiseta al divisar a Tolvaj a punto de irse.

Quizá se dirigía hacia la cafetería, por la cual pasó y notó a Kohaku caminando en aquella dirección, rozando por poco a una de las chicas que salía de la biblioteca, provocando que frunciera el ceño.

Ese día, definitivamente necesitaba descargarse.

Dejó la tela sobre su celular para no llenarla de sudor, dejando su torso desnudo.

—Pss —le detuvo dirigiéndose a la canastilla de balones, llamándola desde atrás—. Tiremos un rato Tolvaj —le invitó—, el balón —aclaró soberbio.

 

La observó mientras se ataba el cabello. Eris le agradaba a decir verdad, demasiado. Era de ese tipo de chicas con las que él podía hablar de cualquier cosa, invitar a hacer cualquier cosa y ella estaría ahí, siguiéndole el juego, porque se le medía a todo.

Comenzó a rebotar el balón en el suelo, con el propósito de acercarse hasta el centro de la cancha, escuchando el sonar de otra voz femenina retumbar pese a la suavidad con la que hablaba, provocando que voltease la cabeza, apenas para verla mientras Eris le respondía sin problema alguno. Sonrió apenas.

El tres era su número predilecto.

—¿Algo para apostar? —preguntó de forma impersonal—. Por un partido decente —comentó dejando en claro las expectativas sobre cuánto esperaba sudar.

Señaló el punto de tiro tras la cabeza de Tolvaj, insinuando en donde tratarían de anotar.

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Está bien ese sistema (?) No sé si les parece que además, haya un tercer dado el cual decida si alguno de los jugadores le quita el balón antes de la anotación, así puedo narrar que el tipo se mueve de aquí para allá para lograr sus necesidades de hacer deporte, un 1 vs 2 o un 1 vs 1 vs 1

 

Sujetó el balón en el aire luego de no dar con la canasta, haciéndolo rebotar en el suelo y provocando que sus zapatillas negras resonaran en el liso suelo, moviéndose hasta llegar a la posición que le parecía mejor encestar, elevando el balón y empujándolo con la muñeca izquierda, dirigiéndolo a la canasta.

Lo vio entrar, sonriendo arrogante mientras le hacía llegar el balón a Morgan.

No había ni comenzado a sudar.

¿Era lo mejor que tenía Eris?

—Veamos como lo haces —retó desde su posición, clavándo sus filosas pupilas a la desconocida.

 

Jugó con el balón al hacerlo rebotar en en el suelo sin inmutar ningún otro músculo además de la mano con la que ejercía el movimiento luego de quitárselo con facilidad, mirándola altivo. Qué lentas.

Sabía que sería fácil pero no tanto. Dejó que el balón de básquet siguiera rebotando hasta detenerse, encaminándose hacia las gradas, pasando por el lado derecho de Morgan, susurrándole al escucharla nombrarse como una señorita.

—Lástima que yo no sea un caballero —soltó sarcástico mientras sujetaba su camiseta sin voltear a ver a Morgan, mucho menos a Tolvaj, ya luego se la encontraría—. Perdedoras —siseó retirándose al saber que el tiempo del receso estaba por acabar.

Se ducharía antes de ir a clase, y para ello necesitaba un par de minutos que no desperdiciaría con dos mujeres tan lentas.

Guardó el móvil en el bolsillo y se perdió luego de atravesar las puertas de entrada. Aquel partido no tenía futuro, ya buscaría con quién jugar que le diera la talla para sudar de más.

Aún así mantuvo presente la mención de la desconocida sobre el castigo al perdedor.

Ambas le debían algo, solo le faltaba motivación para cobrarlo.

 

Lo cierto es que aún no estaba convencido del todo acerca de apuntarse al club de baloncesto. Y pese a sus dudas, allí estaba, entrando en la cancha con el balón en sus manos. Si había aceptado en principio había sido porque quería seguir sus pasos, dejar de ser el chico torpe y flacucho, la oveja negra de la familia. Quería sentirse confiado y orgulloso de sí mismo en algo.

Pero sabía de sobra que aquel no era su sitio. Que aún quedaba un largo camino hasta encontrarse a sí mismo.

El hecho de que nadie hubiese llegado al gimnasio aún le aliviaba y tensaba a partes iguales. Quería creer que solo serían ellos tres y nadie más, y aún así eso le ponía extrañamente nervioso. Siguió con la vista a Rachel dirigirse hacia las gradas, y llevó la atención al balón en sus manos cuando esta tomó asiento, grácil y femenina como ella sola.

La voz de Shawn llamó su atención.

—Si en algún momento te aburres puedes venir a jugar con nosotros, kohai-chan —le aseguró, dejando a un lado la chaqueta del uniforme para recibir el balón—. No creo que con esta lluvia venga mucha más gente.

—Nunca he jugado al baloncesto —reconoció, apoyando las manos sobre su regazo, retraída—. Pero podría hacer el intento en otro momento. Gracias, Amery-senpai.

El albino asintió, conforme, y siguió pasándole el balón a Yule. Este, algo distraído, tardo en reaccionar.

—Y... Uhm... ¿Practicas algún deporte, Gardner-san?

Rachel negó con la cabeza, suave.

—¿¡Ninguno!? —Aquello pareció ser un dardo directo al corazón de Shawn, y a pesar del reproche de Yule por asustarla, siguió hablando—. ¡Tenemos que cambiar eso cuanto antes! ¡El deporte es imprescindible, jovencita!

—¿Lo es? —inquirió, con una diminuta sonrisa, culpable—. Lo cierto es que mis padres me lo prohibian a menudo. Solía enfermarme con frecuencia y temían que empeorase, pero...

Pero ya no están aquí para prohibirmelo.

Yule la escuchó con interés, en silencio. Incluso cuando Shawn la animó a recuperar el tiempo perdido y continuó la conversación no pudo evitar sacárselo de la cabeza. Todo cuanto parecía ignorar de la chica que había llamado su atención.

Siguió entrenando, pero decenas de preguntas se acumularon en su cabeza, deseando encontrar la oportunidad para salir.

 

Mientras charlaban con Gardner, para quitarle los nervios de encima, habían comenzado a entrenar con pases rápidos. Picado, al pecho y bombeado, el balón iba y venía a su antojo, separados a unos metros de distancia del otro. Había empezado a acostumbrarse al ritmo cuando la puertas del gimnasio se abrieron y se volvió como un resorte, casi golpeándole el balón en la cabeza.

"Permiso~ ¿No les importa si me quedo por aquí?"

—¡Meyer-chan!

Había poquísimas personas en el mundo a las que se atrevía a ponerle ese honorífico y Laila era una de ellas. Había que querer a la cuñada, ¿no? Le sonrió, feliz de verla por allí, y Shawn detuvo el balón para permitir que la saludara tranquilo. ¿Él? Solo se quedó mirándoles como un idiota, lo normal. Si algún día la saludaba así debía ser el fin del mundo o algo.

Rachel desde las gradas la siguió con la mirada hasta que tomó asiento cerca de ella. Algo tenían las personas con cabellos de otro color que llamaban especialmente su atención, pero Laila se llevaba el premio. Su cabello violeta, largo y lacio, lucía suave y bien cuidado, ¡y sus ojos eran muy lindos! Se obligó a desviar su atención a la cancha para que no se diese cuenta de su fijación, y notó entonces la llegada de otra chica castaña y de...

—¡Ah, Shichimiya-chan! —exclamó, incapaz de retener su emoción ante tal casualidad. Le sonrió ligeramente, negando con la cabeza ante la primera pregunta—. Solo vengo a ver~. Te animaré, no lo dudes.

Pero Yule no fue capaz de encajar tan bien su llegada y soltó un "¡Eek!" cuando se acercó correteando hacia él, tapando su rostro con el balón. Se había muerto de la vergüenza en el aula al descubrir que Satoko estaba en su clase, ¡pero no contaba con esto!

—A-ah, ehm... ¿Eso parece? —"Dime que tú solo vienes a ver, por favor", pensó para sus adentros, abochornado.

Al ver que el equipo ya reunía varios integrantes Shawn dio varias palmadas, captando la atención de los presentes. Si venía más gente o no se podría resolver en otro momento, por ahora podrían empezar a entrenar.

—Muy bien, muy bien. Esta es la primera sesión del club así que no cuento con los datos acerca de vuestro nivel con el deporte —Le hizo un gesto a Yule para que le pasase el balón y lo recibió con soltura, sujetándolo contra su cintura—. Vamos a comprobarlo con un partido rápido, un dos contra dos, que haga las veces de entrenamiento. Un mayor con un pequeño, preferiblemente.

Miró entonces a Satoko, sonriente, y se señaló con el pulgar.

>>¿Qué me dices, peque? ¿Te animas a ganar a estos dos? A Yule ya lo tengo muy visto.

Escuchar la queja fingida del menor le sacó una breve risa. Aguardó por la respuesta de los chicos y recorrió con la mirada las gradas. Parece que tenían espectadores y todo.

 

Lo cierto es que debería haberse marchado a casa o directamente no ir a la academia ese día, pero allí estaba. Terco y obstinado como él solo, ningún resfriado le obligaría a volver a perderse sesión del club de nuevo. Las pastillas de momento habían hecho su efecto y podía permitirse aguantar las voces de los presentes mientras la cifra no siguiese subiendo.

Su sonrisa se ensanchó ante la energía que desprendía su pequeña compañera de equipo y palmeó su cabeza al pasar por su lado, indicándole que le siguiera.

—Decidido entonces: Tolvaj-san y Shirai-kun contra Shichimiya-chan y un servidor —Aprovechó la indicación para presentarse a los recién llegados y extrajo de su bolsillo una moneda, que colocó en la palma de su mano—. Nosotros sacamos cara y vosotros cruz; esto determinará quién iniciará sacando. Un partido simple y rápido, pero que nadie se me relaje, ¿de acuerdo?

Vio a Yule asentir más tenso que de costumbre, allí donde Eris se encontraba. Parecía intimidarle un poco y no le culpaba, pero confiaba en que su hermano lo haría bien. Mientras se colocaban escuchó la conversación de las gradas con cierto interés; se quedaba más tranquilo confiando la seguridad de Rachel en manos de Laila.

La rubia observó sorprendida la taza que le ofrecían, sin saber muy bien qué decir. Dudó un poco antes de animarse a acortar distancias entre ambas, y le dedicó una pequeña y sincera sonrisa, agradecida por el detalle.

—Me encantaría, uhm... ¿Meyer-senpai? —ladeó la cabeza, recordando con cautela el nombre que escuchó de manos de Yule. Tomó con su permiso una pieza de fruta con un cubierto extra, y juraría que le supo mejor que de costumbre—. ¿Eres amiga de Shirai-kun y su hermano?

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Yo aquí inventando mecánicas a las cinco de la mañana why am i like this?

So, tiro cara o cruz para empezar el juego. Quien empiece tira un dado de 10 caras, si sale par logra pasarle el balón a su compañero. Este hará el siguiente post con otro dado de 10 caras, par significará que encesta. Si el que tira lanza otro dado más y sale par too, habéis encestado un triple.

El otro equipo contrario puede cortar el pase de balón o posteando con dado de 10 y que salga par para bloquear entre que el otro escribe el post, o si el equipo falla en la tirada. En resumen, el equipo tiene que intentar sacar seguidos dos pares entre ambos para entrar a canasta.

Si no se entiende im sowwy mañana cuando me despierte me preguntais (???)