Interior Gimnasio

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    ¿Esa academia de niños de papá y mamá tenía un club de teatro? Porque por sus ovarios tenía que entrar, al menos eso decía su actuación magistral.
    Luego de que Laila falló, volvió a hacerse con el balón, tomó posición y realizó la primer canasta, a la que le siguieron las demás, todas y cada una hasta que alcanzó la marca. Incluso hizo una más, solo para probar suerte, que también consiguió anotar.

    El balón picó contra el suelo varias veces, mientras Eris se sacudía las manos. En su rostro se formó una sonrisa ciertamente inquietante.
    Posó sus ojos verdes, aquellos peridotos que prácticamente exudaban peligro en Laila y luego en Shawn.

    —Ah~ —Estiró el cuerpo casi como un gato, levantando los brazos—. Debí hacerle caso a los profesores de la otra escuela cuando me dijeron que podía servir para el baloncesto.

    Laila prácticamente se dejó caer en el suelo, tensa, absolutamente derrotada. Recostó la espalda en el piso, clavando la vista en el techo.

    —Amery, ¿qué pensabas pedir si no te aplastaba esta chica? —preguntó con un hilo de voz y luego se dirigió a Eris—. ¿Y qué se supone vas a querer tú de mí?

    —¿De ti? —preguntó soltando una risa condescendiente—. De ti no quiero nada, Akuma.

    Pues mejor para ella. No quería hacer nada que esa desquiciada le pidiera, pero... había perdido. Había perdido y ya Discordia había hecho su petición.

    Lo que se ganaba por ser una orgullosa de mierda.
     
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    Hygge

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    El mundo pareció caérsele a los pies cuando Eris le cerró la boca de una forma humillante. No se sentía así desde el club esgrima, de hecho. Uno, tras, otro, tras otro tiro. Incluso cuando hubo ganado ante las miradas incrédulas de Shawn y Laila, la hija de puta siguió encestando, demostrando que la victoria no había sido obra de la suerte.

    Apretó los dientes en un primer momento, incrédulo, y bufó, dejando caer los hombros tensados hasta el momento. Siguió los movimientos de Laila casi con un atisbo de súplica sin que esta le viese, casi como si le gritase que reclamase algo que ni siquiera le pertenecía.

    Si tan solo no fuesen dos estúpidos orgullosos. Si tan solo hubiesen enfrentado sus problemas mucho antes, nada de eso estaría pasando.

    Porque no eran nada.

    "Amery, ¿qué pensabas pedir si no te aplastaba esta chica?"


    —No lo sé. No lo pensé aún —mintió, sin siquiera dignarse a mirarla—. ¿Y tú?

    Claro que lo había hecho, el idiota lo había tenido todo planeado desde el principio. No tenía necesidad de añadir la cuestión del reto si no, no quería nada serio de Eris. Hacía mucho que quería llevar a Laila al nuevo restaurante de la ciudad. Si la obligaba a invitarle por perder, al menos no parecería una cita. Aunque luego acabaría pagando él porque era incapaz de hacer algo así; ese era Shawn, a fin de cuentas.

    Al final del día, el título de príncipe le acababa encajando de una forma sorprendente.

    —Espero que me dejes a cambio unirte al equipo de baloncesto. Como premio de consolación —se volvió entonces hacia Eris, a paso lento y algo pesado, masajeándose los hombros. Le pesaba el pecho y la culpa de tener que hacer eso allí lo reconcomía, pero solo había que echar un vistazo a los ojos de Eris para saber que no permitiría sugerencias de ningún tipo—. Enhorabuena, supongo.

    La rodeó por la cintura con un movimiento firme, y con su mano libre alzó su mentón. Estaba molesto, frustrado consigo mismo, y quizás eso se plasmó en el beso que le arrebató a Eris entonces. Mordió su labio sin ejercer demasiada presión, la suficiente como para lanzarle cierta advertencia.
     
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    Zireael

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    ¿Podía reclamar, tenía derecho a hacerlo siquiera? ¿Qué poder tenía ella contra una chica con Eris Tolvaj? Ninguno. Ni siquiera cuando le había cerrado la boca al príncipe del Sakura, ni siquiera cuando... Se había enamorado de él como una estúpida.
    ¿Quién la mandaba, de todas formas, a caer redonda por ese torpe orgulloso y arrogante?

    No respondió a su pregunta, no encontró su propia voz para hacerlo, abrió la boca y volvió a cerrarla. Se mantuvo allí, tirada en el suelo, sintiendo el frío del suelo contra su cuerpo que había sustituido la ira burbujeante.

    ¿Qué derecho tenía?

    La pregunta nunca la había aplastado de esa manera, ahogándola, oprimiéndole el pecho.

    Ninguno.

    Era, al final del día, tan pasiva como Jezebel Vólkov y vivía aterrada.

    Se incorporó en el peor momento, como si un impulso masoquista la hubiese empujado, solo para ver como Tolvaj se dejaba hacer con una tranquilidad que no correspondía a su carácter. Apoyó las manos en el pecho del albino y soltó una risa floja cuando se separó, luego de haberla mordido, entendiendo de sobra lo que significaba.

    La idiota había pedido el beso incluso a costa de contagiarse un resfriado, así de terrible era el funcionamiento de su mente. Lo había pedido al notar las reacciones de ambos, al ver la tensión, la ira, la arrogancia revolverse de aquí y allá, como un juego de tenis. Como un gato jugando con su presa.

    A Laila se le escapó una risa ronca, extraña y apagada, mientras posaba la vista en algún punto frente a ella, con el flequillo recto cayéndole sobre el rostro.

    Tolvaj aprovechó pasa estamparle un beso en la mejilla al albino, antes de apartarse definitivamente.

    —¿Unirme al equipo? —preguntó con cierta diversión en la voz—. De acuerdo~ Bueno, Amery-kun, Akuma-chan, fue divertido. Espero poder seguir reuniéndome con ustedes. Por ahora, supongo que iré a darle una vuelta al resto de la escuela o almorzar.

    Giró en redondo, para comenzar a alejarse en dirección a la salida del gimnasio y se despidió con un movimiento de mano que agitó los brazaletes de cuero en su muñeca.
    Laila permaneció en silencio lo que pareció una eternidad, antes de conseguir deshacer el nudo en su garganta y lograr articular las palabras en respuesta a la pregunta del albino.

    —Iba a pedirte que me dejaras cuidarte —soltó con tono plano—, idiota.
     
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    Hygge

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    La risa floja que escapó de los labios de la otra afiló sus facciones, severo. No le venía en gracia haber perdido de forma aplastante, pero mucho menos le agradaba esa situación. No así, en frente de Laila. Se apartó con cuidado, pudiendo haberse soltado de mala gana tras el beso en su mejilla, pero no lo hizo.

    Él no era así.

    La tensión que aquella sola acción había creado alredor de Eris podía cortarse con un cuchillo. Apenas había hecho ejercicio, pero se sentía agotado y su cuerpo ardía, quizás producto de la fiebre, quizás no. La siguió con la mirada, desde que aceptó su propuesta hasta que decidió marcharse para explorar la academia, y asintió sin más desde su lugar. De repente le pesaba tener que tratar con Laila.

    El silencio, después de un momento eterno en el que fue a llevar la pelota, fue cortado por las palabras de Meyer. El corazón le dio un vuelco en el pecho.

    "Iba a pedirte que me dejaras cuidarte, idiota".

    "No me hagas sentir aún más culpable de lo que estoy, Laila"

    —Me trae sin cuidado si enfermo o no a Eris. Pero no permitiría que lo hicieras tú solo por cuidarme —soltó, con cierta aspereza, dándole la espalda mientras recogía sus cosas. Dios, la cara le ardía. ¿A qué venía ahora todo eso, Laila?—. Me voy a las duchas. Necesito despejarme.

    Se colgó la mochila al hombro, y al pasar por su lado la miró de reojo, notando el cambio en sus facciones. Frunció el ceño.

    >>Estás molesta, ¿no? Canalízalo. Te espero en el club de esgrima.

    Se alejó así hacia las duchas del gimnasio. Si había algo que lograba sacar de su pecho las emociones convulsas que lo nublaban eso era la esgrima. Y a juzgar por la actitud de ambos...

    Quizás era lo que necesitaban.

    Y ahora es cuando se lian como en mi fic

    Digo, qué
     
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    Insane

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    Se quitó los auriculares mientras apagaba el teléfono con el propósito de que los chicos lo dejaran en paz, puesto que por uno de los grupos lo estaban acosando con que mandara fotos de las chicas de su nuevo instituto. Eso no era nada su estilo, sin embargo el bloquearlos a todos le incentivaba la pereza hasta la médula, guardando sus pertenencias en el bolsillo de su pantalón, caminando con cierto estrés colapsado en su trapecio escuchando a lo lejos los insultos de la mujer con la que se topó.

    Qué tonta.

    Debía drenar la adrenalina que se había alojado al tener aquella chica que si no se mueve rápidamente le hubiese dejado la mejilla marcada, la otra que se lo hubiese comido en la enfermería, y la estúpida violácea que parecía perfecta para joderlo en donde lo viera, recordando que Eris le había mencionado que estaría en el gimnasio. Dejó el teléfono celular sobre la banca y se quitó la chaqueta, al igual que la camiseta al divisar a Tolvaj a punto de irse.

    Quizá se dirigía hacia la cafetería, por la cual pasó y notó a Kohaku caminando en aquella dirección, rozando por poco a una de las chicas que salía de la biblioteca, provocando que frunciera el ceño.

    Ese día, definitivamente necesitaba descargarse.

    Dejó la tela sobre su celular para no llenarla de sudor, dejando su torso desnudo.

    —Pss —le detuvo dirigiéndose a la canastilla de balones, llamándola desde atrás—. Tiremos un rato Tolvaj —le invitó—, el balón —aclaró soberbio.
     
    Última edición: 30 Agosto 2020
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    Gigi Blanche

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    Se había topado con Kohaku más o menos a mitad de pasillo, la coincidencia le resultó hilarante y alzó la mano en alto para que el muchacho se la chocara al pasar. Cuando se hubieron rebasado mutuamente, se giraron y charlaron apenas un rato; Morgan le contó sobre el club de lectura e Ishikawa justo iba por la parte de la locura en la enfermería cuando reconoció al individuo en cuestión.

    —Ah, ese —le señaló al moreno que pasó a su lado como si nada; Kohaku se carcajeó—. Parece que le tocaron aún más los cojones.

    Morgan lo vio alejarse, enfilando hacia las amplias puertas del gimnasio, y le sonrió a su amigo.

    —Bonitos amigos, cielo~

    El peliazul rodó los ojos, pues ya conocía de sobra ese tonito, y le dio un empujón suave en aquella dirección antes de guardar las manos en los bolsillos.

    —Ve de cacería, anda. Puede que te diviertas con él, es un caramelo ácido de pies a cabeza.

    —Ácido o no, caramelo en fin. —La sonrisa gatuna de Morgan se extendió aún más y saludó a Kohaku con la mano, alejándose—. Nos vemos, lad.

    Cuando llegó al gimnasio notó una segunda presencia, la de una chica con el uniforme lo suficientemente desalineado como para ingresar en una competencia nacional de rebeldes sin causa. Escuchó el breve intercambio mientras avanzaba con calma.

    —Hey —alzó la voz, captando la atención de ambos, y sonrió sedosa—, ¿puedo unirme, muchachos~?
     
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    Zireael

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    Había salido, almorzado prácticamente a la carrera, aunque siempre comía así de rápido, y luego había regresado al gimnasio. Obviamente no estaban ya ninguno de los dos y ya no importaba demasiado. La cosa era que con esa lluvia no podía ir a ninguna otra parte.
    Pasado un rato se había incorporado, pensado en irse, pero entonces apareció Natsu.

    Su rostro se iluminó casi como el de una chiquilla. Le daba bastante igual que no le diera cuerda a sus insinuaciones, a decir verdad, pero no iba a negar que se divertía con el ácido de Gotho.

    Soltó una risa floja ante su aclaración.

    —Qué cruel~ ya me había emocionado y todo —respondió mientras se quitaba también la chaqueta, para arrojarla a un lado. Del bolsillo de la falda sacó una liga elástica y la usó para atarse el cabello en una coleta alta.

    En eso estaba cuando una nueva voz se hizo presente, haciéndola voltearse. La sonrisa que adornó el rostro de la recién llegada, con aquel cabello oscuro y ojos violeta, provocó que en el suyo apareciera una con el mismo tinte.

    —Adelante, cariño. Tres es un buen número, ¿no, Nat?


    Podríamos manejar el mismo sistema que usamos Andy y yo, el dadito de 10 caras. Si cae par, pues bien y si no pues F. Acepto otras sugerencias si son más creativas que yo robándome ideas de Andywis *le pegan por pinche plagiadora*
     
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    Insane

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    La observó mientras se ataba el cabello. Eris le agradaba a decir verdad, demasiado. Era de ese tipo de chicas con las que él podía hablar de cualquier cosa, invitar a hacer cualquier cosa y ella estaría ahí, siguiéndole el juego, porque se le medía a todo.

    Comenzó a rebotar el balón en el suelo, con el propósito de acercarse hasta el centro de la cancha, escuchando el sonar de otra voz femenina retumbar pese a la suavidad con la que hablaba, provocando que voltease la cabeza, apenas para verla mientras Eris le respondía sin problema alguno. Sonrió apenas.

    El tres era su número predilecto.

    —¿Algo para apostar? —preguntó de forma impersonal—. Por un partido decente —comentó dejando en claro las expectativas sobre cuánto esperaba sudar.

    Señaló el punto de tiro tras la cabeza de Tolvaj, insinuando en donde tratarían de anotar.

    Está bien ese sistema (?) No sé si les parece que además, haya un tercer dado el cual decida si alguno de los jugadores le quita el balón antes de la anotación, así puedo narrar que el tipo se mueve de aquí para allá para lograr sus necesidades de hacer deporte, un 1 vs 2 o un 1 vs 1 vs 1
     
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    Gigi Blanche

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    Le había echado un buen vistazo a los tatuajes de Natsu luego de que éste se quitara la camisa del uniforme, detallando las formas y curvas que obedecían los trazos. Debía tener más tinta encima que ganas de vivir, el cabrón.

    Nada mal.

    —Algo para apostar —probó las palabras en su boca, mientras caminaba junto a los demás y se desabotonaba poco a poco el saco, luego el nudo del lazo—. ¿Qué tal un castigo al que pierda? Y una recompensa al que gane.

    Su sonrisa felina vibró junto a una risa suave y lanzó el saco lejos, importándole muy poco si se ensuciaba a pesar de llevar el uniforme perfecto. Jugueteó con el lazo rojo entre sus dedos antes de acercarse a Eris y permitirle deslizarse sobre su hombro, junto a su cuello, provocándole cosquillas. Le guiñó un ojo al reparar en sus ojos y se giró hacia Natsu, dispuesta a comenzar el juego.

    Era probable que tuviera las de perder, realmente, pero le importaba poco y nada. Sólo quería divertirse, después de todo.

    So, nos manejamos por turnos y lanzamos un dado de 10 caras para decidir si la pelota encesta o no. Par, encesta; impar, le erra.

    Sin embargo, un segundo dado decidiría si alguno de los jugadores logra quitarle el balón antes de lanzar. Podría ser un dado de 5 caras, y ocurre si sale 1.

    Si esto pasa, usamos una lista para decidir cuál de los otros dos le sacó el balón.

    Si les parece bien, ya largamos (?
     
    Última edición: 31 Agosto 2020
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    Zireael

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    ¿Algo que apostar y un castigo? Bueno, esos dos estaban bastante más interesantes que Meyer y Amery, sin dudas. Asintió, sumándose al desastre sin dudar siquiera y recibió el balón cuando Natsu se lo alcanzó. Se había dejado hacer con Morgan, además.

    Al final quizás el Sakura no fuese tan aburrido como lo pintó su madre.

    Lo botó un par de veces, antes de ponerse en movimiento. Sorteó a ambos con fluidez, sin embargo, cuando lanzó el balón a la canasta este rebotó en el aro y fue a dar más allá.

    —Parece que agoté mi suerte con los tiros de hace un rato —bromeó. Ciertamente no importaba, había sido suficiente para sacarle un beso al niño bonito y terminar en el club de baloncesto.

    Había matado dos pájaros de un tiro.


    Bueno a ver Eris, dónde quedaron tus dados pares eh
     
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    Insane

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    Sujetó el balón en el aire luego de no dar con la canasta, haciéndolo rebotar en el suelo y provocando que sus zapatillas negras resonaran en el liso suelo, moviéndose hasta llegar a la posición que le parecía mejor encestar, elevando el balón y empujándolo con la muñeca izquierda, dirigiéndolo a la canasta.

    Lo vio entrar, sonriendo arrogante mientras le hacía llegar el balón a Morgan.

    No había ni comenzado a sudar.

    ¿Era lo mejor que tenía Eris?

    —Veamos como lo haces —retó desde su posición, clavándo sus filosas pupilas a la desconocida.
     
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    Gigi Blanche

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    Recibió el balón con calma tras observar el desempeño de los otros dos. Ese tal Natsu estaba lleno de confianza, ¿eh? Tenía tantas ganas de aplastarlo como de comerle la boca.

    Ah, qué problema.

    Picó la pelota un par de veces, habituándose a la sensación, antes de avanzar hacia el aro. Sin embargo, no era la reina de los deportes y Natsu logró interceptarla y quitarle el balón sin problemas. Morgan se frenó en seco al saberse desprovista de la pelota y se corrió el cabello tras la oreja, sonriéndole a Gotho.

    —Ah, cielo, qué brusco~ —canturreó, sedosa—. ¿No ves que soy una señorita?
     
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    • Natsu
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    Insane

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    Jugó con el balón al hacerlo rebotar en en el suelo sin inmutar ningún otro músculo además de la mano con la que ejercía el movimiento luego de quitárselo con facilidad, mirándola altivo. Qué lentas.

    Sabía que sería fácil pero no tanto. Dejó que el balón de básquet siguiera rebotando hasta detenerse, encaminándose hacia las gradas, pasando por el lado derecho de Morgan, susurrándole al escucharla nombrarse como una señorita.

    —Lástima que yo no sea un caballero —soltó sarcástico mientras sujetaba su camiseta sin voltear a ver a Morgan, mucho menos a Tolvaj, ya luego se la encontraría—. Perdedoras —siseó retirándose al saber que el tiempo del receso estaba por acabar.

    Se ducharía antes de ir a clase, y para ello necesitaba un par de minutos que no desperdiciaría con dos mujeres tan lentas.

    Guardó el móvil en el bolsillo y se perdió luego de atravesar las puertas de entrada. Aquel partido no tenía futuro, ya buscaría con quién jugar que le diera la talla para sudar de más.

    Aún así mantuvo presente la mención de la desconocida sobre el castigo al perdedor.

    Ambas le debían algo, solo le faltaba motivación para cobrarlo.
     
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    Hygge

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    Lo cierto es que aún no estaba convencido del todo acerca de apuntarse al club de baloncesto. Y pese a sus dudas, allí estaba, entrando en la cancha con el balón en sus manos. Si había aceptado en principio había sido porque quería seguir sus pasos, dejar de ser el chico torpe y flacucho, la oveja negra de la familia. Quería sentirse confiado y orgulloso de sí mismo en algo.

    Pero sabía de sobra que aquel no era su sitio. Que aún quedaba un largo camino hasta encontrarse a sí mismo.

    El hecho de que nadie hubiese llegado al gimnasio aún le aliviaba y tensaba a partes iguales. Quería creer que solo serían ellos tres y nadie más, y aún así eso le ponía extrañamente nervioso. Siguió con la vista a Rachel dirigirse hacia las gradas, y llevó la atención al balón en sus manos cuando esta tomó asiento, grácil y femenina como ella sola.

    La voz de Shawn llamó su atención.

    —Si en algún momento te aburres puedes venir a jugar con nosotros, kohai-chan —le aseguró, dejando a un lado la chaqueta del uniforme para recibir el balón—. No creo que con esta lluvia venga mucha más gente.

    —Nunca he jugado al baloncesto —reconoció, apoyando las manos sobre su regazo, retraída—. Pero podría hacer el intento en otro momento. Gracias, Amery-senpai.

    El albino asintió, conforme, y siguió pasándole el balón a Yule. Este, algo distraído, tardo en reaccionar.

    —Y... Uhm... ¿Practicas algún deporte, Gardner-san?

    Rachel negó con la cabeza, suave.

    —¿¡Ninguno!? —Aquello pareció ser un dardo directo al corazón de Shawn, y a pesar del reproche de Yule por asustarla, siguió hablando—. ¡Tenemos que cambiar eso cuanto antes! ¡El deporte es imprescindible, jovencita!

    —¿Lo es? —inquirió, con una diminuta sonrisa, culpable—. Lo cierto es que mis padres me lo prohibian a menudo. Solía enfermarme con frecuencia y temían que empeorase, pero...

    Pero ya no están aquí para prohibirmelo.

    Yule la escuchó con interés, en silencio. Incluso cuando Shawn la animó a recuperar el tiempo perdido y continuó la conversación no pudo evitar sacárselo de la cabeza. Todo cuanto parecía ignorar de la chica que había llamado su atención.

    Siguió entrenando, pero decenas de preguntas se acumularon en su cabeza, deseando encontrar la oportunidad para salir.
     
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    Zireael

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    Caminó hasta el gimnasio con pasos lentes, escuchando la caída parsimoniosa de la lluvia, que no se había detenido en todo el día. Bostezó, cubriéndose la boca con la mano mientras entraba en el recinto. Distinguió la cabellera bicolor de Yule e igualmente al albino.
    Ya no estaba fastidiada, bueno, no tanto por lo menos. Podía estar con ellos sin problema, además, el menor era siempre de lo más adorable.

    Distinguió, además, a una figura menuda, de larga melena rubia.

    —Permiso~ —dijo anunciando su llegada—. ¿No les importa si me quedo por aquí? Voy a esperar a que Jez salga del club para irme con ella a casa.

    Más que preguntar, les estaba informando, porque pronto tomó asiento cerca de la muchacha rubia. Sacó de su mochila una pequeña taza con fruta y empezó a comer. No había comido nada en el almuerzo, así que ahora sí le picaba la tripa.

    Apenas habían pasado unos segundos cuando por la puerta del gimnasio apareció Discordia. Traía una paleta en la boca y los cascos puestos, el uniforme seguía tan desarreglado como era usual.

    Ah, cierto. Que había aceptado ser parte del club de baloncesto. Bueno en tanto la ignorara todo debía estar bien.

    —¡Akuma-chan! —dijo al reconocerla en las gradas y Laila dejó salir un pesado suspiro de fastidio.

    —Eris.

    —¿Viniste a vernos? Qué linda~

    Laila siguió comiendo y se limitó hacer un gesto de "más o menos" con una mano, sin decir nada más.

    Qué estorbo.

    Solo diré :satan:
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    ¡Pues al final resultaba que Shiari-kun sí estaba en mi clase! ¿Y no me había dado cuenta de su presencia aún con ese pelo tan extraño? A veces me sorprendía de mi propia torpeza.

    Las clases se pasaron con la misma pesadez de siempre, ¡aunque estaba de mejor humor que por la mañana! Haber conocido a Rachel y Yule había hecho que olvidase lo sucedido el día anterior en el patio.

    Tras ver que el club de cocina se había cancelado, mis pasos se dirigieron hacia el gimnasio. El club de baloncesto seguía en pie, ¿cierto? Con aquella lluvia lo cierto es que no parecía un mal plan. ¡Y wow! Sí que había gente en el gimnasio.

    Lo que llamó mi atención, sin embargo, fue aquella cabellera rubia en las gradas a la que no tardé en acercarme, emocionada.

    —¡Gardner-chan! ¿Estás en el club de baloncesto? ¿O has venido a ver? ¡Qué guay!

    Tras decir aquello miré a mi alrededor y me di cuenta... ¿en serio? ¡Qué casualidad! Bajé corriendo hasta alcanzar al Yule, con la misma emoción, olvidándome por completo del resto de alumnos claramente mayores de la sala.

    >>¡Shirai-kun! ¿Tú también estás anotado?
     
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  17.  
    Hygge

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    Mientras charlaban con Gardner, para quitarle los nervios de encima, habían comenzado a entrenar con pases rápidos. Picado, al pecho y bombeado, el balón iba y venía a su antojo, separados a unos metros de distancia del otro. Había empezado a acostumbrarse al ritmo cuando la puertas del gimnasio se abrieron y se volvió como un resorte, casi golpeándole el balón en la cabeza.

    "Permiso~ ¿No les importa si me quedo por aquí?"

    —¡Meyer-chan!

    Había poquísimas personas en el mundo a las que se atrevía a ponerle ese honorífico y Laila era una de ellas. Había que querer a la cuñada, ¿no? Le sonrió, feliz de verla por allí, y Shawn detuvo el balón para permitir que la saludara tranquilo. ¿Él? Solo se quedó mirándoles como un idiota, lo normal. Si algún día la saludaba así debía ser el fin del mundo o algo.

    Rachel desde las gradas la siguió con la mirada hasta que tomó asiento cerca de ella. Algo tenían las personas con cabellos de otro color que llamaban especialmente su atención, pero Laila se llevaba el premio. Su cabello violeta, largo y lacio, lucía suave y bien cuidado, ¡y sus ojos eran muy lindos! Se obligó a desviar su atención a la cancha para que no se diese cuenta de su fijación, y notó entonces la llegada de otra chica castaña y de...

    —¡Ah, Shichimiya-chan! —exclamó, incapaz de retener su emoción ante tal casualidad. Le sonrió ligeramente, negando con la cabeza ante la primera pregunta—. Solo vengo a ver~. Te animaré, no lo dudes.

    Pero Yule no fue capaz de encajar tan bien su llegada y soltó un "¡Eek!" cuando se acercó correteando hacia él, tapando su rostro con el balón. Se había muerto de la vergüenza en el aula al descubrir que Satoko estaba en su clase, ¡pero no contaba con esto!

    —A-ah, ehm... ¿Eso parece? —"Dime que tú solo vienes a ver, por favor", pensó para sus adentros, abochornado.

    Al ver que el equipo ya reunía varios integrantes Shawn dio varias palmadas, captando la atención de los presentes. Si venía más gente o no se podría resolver en otro momento, por ahora podrían empezar a entrenar.

    —Muy bien, muy bien. Esta es la primera sesión del club así que no cuento con los datos acerca de vuestro nivel con el deporte —Le hizo un gesto a Yule para que le pasase el balón y lo recibió con soltura, sujetándolo contra su cintura—. Vamos a comprobarlo con un partido rápido, un dos contra dos, que haga las veces de entrenamiento. Un mayor con un pequeño, preferiblemente.

    Miró entonces a Satoko, sonriente, y se señaló con el pulgar.

    >>¿Qué me dices, peque? ¿Te animas a ganar a estos dos? A Yule ya lo tengo muy visto.

    Escuchar la queja fingida del menor le sacó una breve risa. Aguardó por la respuesta de los chicos y recorrió con la mirada las gradas. Parece que tenían espectadores y todo.
     
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  18.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Satoko Shichimiya

    Reí ligeramente al ver como el chico reaccionaba, terriblemente avergonzado. Pero si me recordaba a Yukie, qué tierno~

    Escuché entonces la voz de otro chico alzarse y me llevé la mano a la mejilla mientras me giraba para verlo, siendo yo en aquella ocasión la que estaba algo abochornada. Tenía que haber quedado como una maleducada, ¿verdad? Entrando como un torbellino de energía que ni siquiera se digna a presentarse.

    Ah~

    Cuando terminó de hablar, sin embargo, no noté ningún reproche en su tono de voz y eso me ayudó a relajarme, ciertamente. Asentí con la cabeza un par de veces ante su propuesta, recuperando rápidamente la sonrisa.

    —¡Claro que sí, senpai! ¡Espero estar a la altura! —respondí, con una inclinación de mi cuerpo.

    Me dirigí hacia las gradas para dejar mi maletín así como la chaqueta y aproveché para deshacer las dos mini-coletas que siempre llevaba y así recogerme todo el pelo en una sola. Una vez lista volví a girarme hacia la cancha, quedándome algo más cerca del chico con el que haría equipo y volví a inclinarme.

    >>Por cierto, me llamo Satoko Shichimiya, de primero. Un placer, senpais~

    es gracioso bc andy es líder de facto pero realmente es admin y hace equipo con una líder y con la otra admin, idk, yo y mis detalles random (?)
     
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  19.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Saludó con la misma alegría a Yule, sin detenerse mucho en ello para no distraerlo de lo que ya estaban haciendo y si acaso se permitió mirar a Shawn unos segundos, porque bueno, si él no la saludaba, no iba a hacerlo ella. Así de idiotas eran ambos.
    Dio un respingo al caer en cuenta de algo y se aproximó un poco más a la muchachita rubia. Tenía un aspecto grácil y amable. Le extendió su taza con fruta.

    —Gardner-chan. —La llamó con voz suave, cálida—. ¿Quieres? Podemos compartirlas mientras los vemos jugar, ¿qué dices?

    Eris Tolvaj, por su parte, se permitió desviar la atención de Laila y la regresó a quienes iban a jugar el partido. Amery, la bonita niña castaña, y el chico del pelo loco.
    Se quitó los cascos y la chaqueta del uniforme, los dejó sobre las gradas junto al móvil y regresó a la cancha. Masticó la paleta rápidamente, si por alguna razón tropezaba con esa cosa en la boca, iba a partirse todos los dientes.

    —¡Vamos a ver si no gasté toda mi suerte antes! —exclamó colocando los brazos en taza.


    nunca subestimen mis posts todos cortos, siempre hago campo pa la softness con bby Rach
     
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  20.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    Lo cierto es que debería haberse marchado a casa o directamente no ir a la academia ese día, pero allí estaba. Terco y obstinado como él solo, ningún resfriado le obligaría a volver a perderse sesión del club de nuevo. Las pastillas de momento habían hecho su efecto y podía permitirse aguantar las voces de los presentes mientras la cifra no siguiese subiendo.

    Su sonrisa se ensanchó ante la energía que desprendía su pequeña compañera de equipo y palmeó su cabeza al pasar por su lado, indicándole que le siguiera.

    —Decidido entonces: Tolvaj-san y Shirai-kun contra Shichimiya-chan y un servidor —Aprovechó la indicación para presentarse a los recién llegados y extrajo de su bolsillo una moneda, que colocó en la palma de su mano—. Nosotros sacamos cara y vosotros cruz; esto determinará quién iniciará sacando. Un partido simple y rápido, pero que nadie se me relaje, ¿de acuerdo?

    Vio a Yule asentir más tenso que de costumbre, allí donde Eris se encontraba. Parecía intimidarle un poco y no le culpaba, pero confiaba en que su hermano lo haría bien. Mientras se colocaban escuchó la conversación de las gradas con cierto interés; se quedaba más tranquilo confiando la seguridad de Rachel en manos de Laila.

    La rubia observó sorprendida la taza que le ofrecían, sin saber muy bien qué decir. Dudó un poco antes de animarse a acortar distancias entre ambas, y le dedicó una pequeña y sincera sonrisa, agradecida por el detalle.

    —Me encantaría, uhm... ¿Meyer-senpai? —ladeó la cabeza, recordando con cautela el nombre que escuchó de manos de Yule. Tomó con su permiso una pieza de fruta con un cubierto extra, y juraría que le supo mejor que de costumbre—. ¿Eres amiga de Shirai-kun y su hermano?


    Yo aquí inventando mecánicas a las cinco de la mañana why am i like this?

    So, tiro cara o cruz para empezar el juego. Quien empiece tira un dado de 10 caras, si sale par logra pasarle el balón a su compañero. Este hará el siguiente post con otro dado de 10 caras, par significará que encesta. Si el que tira lanza otro dado más y sale par too, habéis encestado un triple.

    El otro equipo contrario puede cortar el pase de balón o posteando con dado de 10 y que salga par para bloquear entre que el otro escribe el post, o si el equipo falla en la tirada. En resumen, el equipo tiene que intentar sacar seguidos dos pares entre ambos para entrar a canasta.

    Si no se entiende im sowwy mañana cuando me despierte me preguntais (???)
     
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