Gifu Gifu

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 17 Agosto 2020.

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    rapuma

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    Kenzaburô

    Aquél edificio le impresionó; no solo por su tamaño, que era de dimensión exagerada, si no que él nunca había dormido en un lugar así. ¿Cuánto le había costado a Takeda reservar un sitio de esa magnitud para todos ellos? Kenzaburô sabía que estos lugares eran destinados a la élite, los nobles del pueblo. Nunca se imaginó dormir en un sitio así.

    —Será la primera vez. —habló en voz alta y se sintió aún más cansado. El lugar le invitaba a que pudiera descansar realmente sin ninguna pesadilla. No recordaba cuál había sido la última vez que durmió una noche entera sin despertarse cada tres horas.

    Con respeto se quitó sus sucias sandalias gastadas por el polvo de los caminos. Apenas se mantenían enteras y notó algún que otro agujero en la suela; por consecuencia tenía cayos en ciertas partes del pie que sentían el andar de los caminos. Se colocó los calcetines blancos y cuando volvió a pisar el suelo la sensación era maravillosa. Se adentró hacia el jardín interno, admirando el pequeño santuario y oyendo las últimas indicaciones de la recepcionista. La verdad que un baño termal le vendría muy bien a su cuerpo.

    —¿Te has fijado en la luna? —le preguntó a Mao. Kenzaburô miraba la cara de la luna con las manos entrelazadas a su espalda. —Esas manchas grises que se ven en ella. ¿Que crees que son? Hay quién dice que la luna es un espejo, y que las manchas grises son el reflejo de las olas del mar en él. —también miró a Hide. —Aunque el señor Hideyoshi nos podría iluminar con su sabiduría.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Shukusha

    El lugar brillaba por la noche como una luciérnaga, era simplemente hermoso, casi un espectáculo.

    En medio de un día difícil, enfermo y mal dormido, llegó al shukusha donde podría finalmente tomarse un descanso. Mañana sería un nuevo día y tendría tiempo para pensar en los objetivos que tenía en mente. Bien temprano iría a buscar el amuleto de Tsunemoto, para luego ir al herrero. Con su dinero y armas en mano acudiría a un médico que pudiera traerle alivio a su malestar. Finalmente, usaría el resto del día para ver al señor de Gifu.

    Ahora todo lo que quedaba era descansar, dormir plácidamente y aspirar que todo salga bien en el próximo día.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mao "Ryouma"

    La única respuesta a la broma de Kenzaburo fue un pequeño gruñido, había logrado molestarla, aunque no se reflejara mucho cambio en su expresión.

    —Suena bien —respondió a la idea de Kenzo sobre visitar el dojo—, aunque deberíamos consultarlo con Takeda, tal vez él ya tenga algún otro plan para mañana.

    El resto del camino se mantuvieron en silencio, tan solo escuchando las cigarras y el crujir de la piedras bajo sus pies.



    El Shukusha al que llegaron se veía mucho más lujoso que el de Tsu. Los jardines no provocaban el aura tenebrosa que mantenía la anterior ciudad, pues estaban bastante iluminados y bien cuidados. El aroma de los árboles del lugar era relajante y las cigarras sonaban bastante lejanas, por lo que la ausencia del bullicio era un alivio para las mentes cansadas.

    Hizo una leve reverencia como agradecimiento a la recepcionista, antes que se marchara. Observó el perfil de Kenzaburo cuando este le dirigió la palabra, para luego fijarse en como Hideyoshi iba al interior del Shukusha, ignorando las palabras del otro. Debía estar demasiado agotado.

    Soltó un suspiro mientras de cruzaba de brazos, su expresión se destensó. Sus energías también habían menguado.

    —¿No eran un conejo que preparaba mochi? —habló con calma deleitándose con el brillo de los astros—. Bueno, de todas formas es hermosa. Su luz... es reconfortante, alumbra la noche sin cegarte.

    Tuvo que cubrirse la boca en cuanto un bostezo delató su cansancio, se veía somnolienta.

    >>Me gustaría escuchar tu historia, Kenzo, pero creo que ambos estamos muy cansados ahora. Puedes contármela otro día —volteó a verlo y se permitió una leve sonrisa—. Iré a dormir, descansa.

    Le dió un par de palmadas a su espalda cuando pasó tras él, sus pasos cubiertos por los tabis no generaban ruido alguno. Se marchó a la habitación que le correspondía, la calidez del futón y el cansancio sobre su cuerpo lograron que se durmiera de inmediato.
     
    Última edición: 4 Septiembre 2020
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    Kenzaburô

    Miró a su protegida y sonrió levemente, aún con sus manos detrás de su espalda. Asintió con tranquilidad dando a una pequeña reverencia.

    —Duerme bien entonces. —dijo en un susurro que seguro Mao no llegó a escuchar. Observó su espalda en silencio hasta que la perdió de vista. Volvió la cabeza a la luna.

    Esa noche tenía preparada varias cosas para ella. Razones de su vida, de su destino; golpes del pasado. No para que le juzgara pero sí para que le entienda. No importaba. Ya hallaría otro momento para abrirse con ella. La enfermedad que todos cargaban era pesada y Kenzo lo entendió. Incluso el señor Hideyoshi se fue sin despedirse.

    "Pero si me hubieras preguntado te hubiera dicho qué pienso sobre la luna; que esas manchas son las sombras de las montañas y de valles, y que seguro hay mares en la luna. Me pregunto si allá arriba no vivirá gente como nosotros que esté mirándonos ahora y cavilando en qué serán esas manchas que se ven en esta tierra"

    Sonrió con nostalgia. Sus párpados estaban pesados y la vista le ardía. Cerró los ojos y, aún con las manos entrelazadas por detrás de su espalda, se quedó allí mismo sintiendo el aire fresco de la noche. Esperaría a que llegue Takeda y finalmente se iría a buscar información antes de dormir. Aunque no lo admitiera con nadie le daba terror dormir... las pesadillas le acechaban en todo momento.
     
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    Mercado (TakedaTogashi) [​IMG]

    Takeda escuchó con tristeza las palabras de Togashi, sentía lo mismo, sabía de la indiferencia y lo que el poder podía hacer hacia los más débiles — No te disculpes conmigo por hablar, callé por demasiados años, ahora siempre apreció una buena conversación —dijo ante la disculpa de Togashi — Que ambas caras de la moneda se mantengan en equilibrio — dijo mirando al cielo mientras avanzaba para que Togashi o siguiera, se escuchaba un tintineo en su andar — Equilibrar una moneda es complicado, primero depende de la moneda misma, si es perfectamente circular o tiene imperfecciones. Después está el suelo que la sostiene, si el cimiento está torcido la moneda por más perfecta que sea se caerá. Por último tenemos los factores externos, puede que alguien quiera tocar la moneda y la tire, o que el suelo tiemble y se desplome —Empezaban a ver a la distancia el Shukusha local — También me gustaría que ambas caras de la moneda brillen; pero para que se sostenga debemos crear cimientos firmes, así la moneda sería inamovible a cualquier factor — sonrió mientras entraban al Shukusha; dentró pudiste notar que llevaba amarradas a la muñeca monedas en un hilo, el cual pasaba por el centro de las monedas para juntarlas en un sólo conjunto. Takeda te las mostró balanceándolas en su mano — Mis diligencias han tenido fruto; esta noche todos descansaremos bajo techo, y despertaremos con comida caliente—

    La recepcionista lo miró, parecía reconocerlo ya que lo saludó al entrar —Sus compañeros han ingresado, síganme, los llevaré con ellos — dijo indicándoles que dejaran sus sandalias o guetas en la entrada mientras colocaba frente a ustedes calcetines o "tabis" eran completamente blancos y bastante suaves. La mujer los guió hacia el pasillo exterior dónde pudieron mirar el jardín central de contemplación.




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    Shukusha (Takeda Hideyoshi; Kenzaburô; Mao; Togashi)[​IMG] [​IMG] [​IMG][​IMG]

    La recepcionista tomó las monedas que Takeda le extendió, pagaba la estancia de los presentes, miró hacia Togashi y sonrió — Nuestra deuda queda saldada — después los guió hacia sus habitaciones; al parecer Hideyoshi y Mao obtaron por dormirse, era de esperar ya que Hideyoshi seguía enfermo, por lo tanto bastante cansado, de la misma manera Mao aprovechó el sueño. Takeda deslizó con suavidad la puerta corrediza de la habitación de Hideyoshi, la abrió lo suficiente nada más para deslizar el frasco con medicina, justo en la entrada para que pudiera verlo; pensó en despertarlo, pero ya estaba profundamente dormido. Volvió a cerrar la puerta para dirigirse hacia Togashi nuevamente.

    Kenzaburo seguía allí cuando Takeda y Togashi llegaron del mercado, parecía dormido pero su posición era de alguien que sólo estaba descansando la mirada, no era una posición cómoda para dormir —Será mejor que descanses en un futón— dijo Takeda sentándose a su lado mientras veía unas pequeñas luces moverse; aquel sitio era tan calmo que las luciérnagas hacían acto de presencia.

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    —Disfrutemos de esta noche amigos míos, no siempre podemos dormir en un sitio tan tranquilo— dijo mientras sabía que alrededor de aquel pequeño paraíso ocurrían injusticias, el terror estaba latente pero se tenía que vivir el momento —Debemos recuperar energía —dijo perdiendo su mirada en el jardín.


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    Kenzaburô


    Al abrir los ojos ante la presencia de Takeda y Togashi el interior de los mismos estaban rojos, saturados por el cansancio. Cabeceó afirmativamente ante las palabras del líder y contempló en silencio el espectáculo de las luciérnagas. Hacía años que no las veía en tanta abundancia.

    Se sentó con cuidado para evitar espantar a las luces que ofrecían un grandioso espectáculo. Rozó con brusquedad las rodillas de Takeda y se disculpó. El silencio lo embriagó por momentos, no era un silencio incómodo, era más profundo.

    —Dicen que las luciérnagas son espíritus de samuráis que cayeron en batalla. Siempre iluminando, marcando el camino para aquellos que lo ven sembrado de dudas. —miró las luces que se alzaban en diferentes bailes y luego miró hacia la luna nuevamente. —La leyenda habla de que querían brillar tanto como la luna. Pero descubrieron que era imposible. Por más que se esforzarán jamás transmitirán el brillo luminoso de ella. Muchas murieron intentando brillar más de la cuenta hasta que un samurái les explicó que jamás podrían acercarse al brillo de la luna. Una luciérnaga, molesta por el ego del espadachín, le dijo que no se rendirían. El samurái lejos de quejarse simplemente les explicó lo que ellas no podían ver. Les dijo que la luna era variable, que no siempre brillaba de la misma manera. Había días que desaparecía, que se tornaba de rojo o que a veces se hacía pequeñita, como ellas mismas. Así la luciérnaga aprendió que cada uno debe brillar con luz propia y marcaban el sendero de ese samurái hasta que murió y renació en luciérnaga, alumbrando y marcando los caminos de aquellos otros hermanos que recorrían el camino de la duda.

    La voz de Kenzo estaba plagada de nostalgia. Era una historia que le había contado su madre hace ya demasiado tiempo en el pasado. ¿Qué sería de ellos? ¿Seguirían vivos? Meneó la cabeza para retirar esos recuerdos. Él era quién era precisamente por sus padres. No les debía nada y tampoco debía perder el tiempo en regalarle un pensamiento.

    Miró a Takeda.
    —Si nunca hubiéramos visto una luciérnaga jamás creeríamos en estos insectos. Son extraordinarios. Y ése es su secreto, todo reside en su luminiscencia. De algún modo, nosotros somos capaces de actos extraordinarios y espectaculares de vez en cuando. Las apariencias suelen engañar y quién menos creemos, puede marcar la diferencia. Todos tenemos propósitos, metas u objetivos variados desde que tocamos este mundo, algunas metas cambian o evolucionan según las circunstancias... pero el único modo de lograrlo es encendiendo la determinación y la actitud para lograrlos; y como las luciérnagas, que tienen claro por lo que luchan y lo desean, destacan con su luz sobre los demás. Al principio me ví amenazado por tu presencia, lo admito. Tu aura de paz me incómodo y me sentí atacado pero ahora entiendo la razón. Y esa razón es Mao. —hizo un silencio. —Temí que Mao vea en ti a la figura de padre y protector, algo con lo que lidie mucho tiempo pero no de la mejor manera. Temí que vea en ti lo que no ve en mi. Tengo miles de defectos, Takeda. Maté a mucha gente, dejé a niños huérfanos y a padres sin hijos. No soy un ejemplo de nada a seguir. Y una venganza enturbia mis ojos, una venganza de sangre que llegado el momento me tomaré personalmente. Ahora, pensándolo tranquilamente, sé que encontré el sitio ideal para Mao. Te respeta y me gustaría que siga el ejemplo de tus acciones a las mías; aunque temo que lleva mucho tiempo conviviendo conmigo como para dejar atrás esas costumbres que no se quitan tan fácilmente. Contigo, con tu clan... finalmente encontró la familia que merece.

    Las luciérnagas brotaban cada vez en más grupos, encendiendo sus luces amarillas como diminutas estrellas en la tierra.

    —Creo en tu lucha, Takeda. De verdad lo hago. Pero no puedo evitar que mi reencuentro con mi ex maestro sea inevitable en su momento. Es Taira, creo. Ese hombre es un enigma, pero llegado el momento estoy seguro que moriré o nos mataremos simultáneamente. No lo sé, ese ardor de venganza es lo que mantiene mi rabia intacta y sin ella creo que Kenzaburô no existiría. Por eso quiero que Mao encuentre su sitio aquí contigo. Con todos. Es una niña muy capaz, inteligente y muy elocuaz. Tiene un gran futuro.

    Se quedó absorto admirando las luces que parpadeaban y cada vez eran más. De pronto sonrió levemente.

    —Tu pareces una luciérnaga y yo la oscuridad que la rodea. Míralas: no es fácil ser una luz en el medio de la oscuridad pero ellas salen y brotan contra todo pronóstico, buscando algo extraordinario o para interactuar entre ellas, marcando el camino del vigilante. Hay miles de luces esperando contagiarnos su ilusión, su bondad, su esperanza. Se iliminan entre ellos, los unos a los otros, en la noches más oscuras. Los Minamoto son así y agradezco tu hospitalidad, algo que creí arrancado del yugo de la humanidad como una hierba mala. Mañana a primera hora iré a buscar información pero cuando despierten estaré aquí. —aunque admitía el liderazgo de Takeda, Kenzo seguía marcando el ritmo de su camino. Era un claro ejemplo de la contradicción.

    Se quedaría allí hasta que todos decidieran ir a descansar, aunque antes tomaría un baño termal. No recordaba la última vez que usaba agua caliente para acicalarse.
     
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    Amelie

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    Shukusha (Takeda Hideyoshi; Kenzaburô; Mao; Togashi)[​IMG] [​IMG] [​IMG][​IMG]

    Takeda miraba a las luciérnagas mientras escuchaba a Kenzaburo, como si aquellas se movieran representando las palabras del samurai —Me agrada más esta idea, pensar que estas luces son viejos espíritus acompañándonos en nuestros momentos de duda; creeme que prefiero esto a las llamas azules —dijo con seriedad mientras seguía el movimiento errático de una de las luciérnagas.

    Siguió escuchando sus palabras, estaba abriendo su alma ante ellos, las preocupaciones que tenía de su pasado como del futuro, pero en ese futuro sólo hablaba de Mao y no de él — Mi personalidad choca con la de muchos en el clan, la paciencia y la calma es algo que se debe tener en mi, es mi deber como líder. No por ello significa que no hay conflictos en mi espíritu, hay dolor y también imperfección. Una ventaja, un inconveniente; nada es perfecto, todo tiene su lado bueno como su lado malo; Togashi y yo hablábamos de ello hace unos instantes— miró hacia Kenzaburo — No sigo el camino de la venganza porque mis creencias tranquilizan mi odio — dijo mostrando su mala amarrado a su muñeca, aquel que olía a incienzo — Pero no significa que esos pensamientos jamás han pasado por mi mente. Tengo la virtud del perdón hacia los demás, las personas cometen errores, tú pasado, el de Togashi, el de cualquiera en el clan, queda atrás pues vivo en el presente —volvió la vista al frente — Dime qué es mejor ¿Nacer benévolo, o superar tu naturaleza malvada atravez de un gran esfuerzo? — se mantuvo en silencio unos instantes.

    —Matar, siempre será un error, aunque sea por un bien mayor — dijo con melancolía

    Escuchó lo que tenía que decir sobre Mao —Creo que la subestimas; Mao ¿eh? —dijo recordando el nombre con el que se presentaba ante el clan — ella es capaz de decidir su camino; cualquier persona que ha sido capaz de matar tiene decisión sobre su propia vida. Ella te sigue no porque no tenga opción, ella lo hace porque te aprecia y confía en ti. Ella conoce tus fallas, siempre se disculpa por ellas, y a pesar de todo siempre quiere estar a tu lado. Eso es amor, y te lo digo como un consejo si es que confías en mis palabras; jamás ahuyentes a alguien que te quiere, incluso en tus momentos más obscuros—dijo perdiéndose en sus memorias, recordando a su propio maestro Hiro —¿Por qué crees que atacó sin dudar a tu enemigo? Ella no te ve como tú te ves, confía en el Kenzaburo que Mao ve en ti—

    Las palabras sobre su maestro calaron en él, no podía entender como un maestro despreciara a su alumno — Entiendo tu razonamiento pero sabes que no lo comparto; un guerrero lucha no por el odio de los que tiene enfrente, sino por amor a los que tiene detrás — dijo observando sus reacciones — Has vivido con esa meta por mucho tiempo, tanto que crees que es lo que te define. Pero yo no te defino por eso; y seguramente Ryou... Mao, no te define por ello. Hay más en ti de lo que quieres ver — dijo con firmeza — El bambú que se curva es más fuerte que el roble que resiste — se levantó, era momento de descansar, llevaba días sin un buen sueño —Yo no voy a detener tus decisiones, si ese encuentro es inevitable nadie podrá detenerlo; pero ahora eres parte de mi familia, y evitaré que te pierdas a ti mismo, no dudes que yo siempre intervendré cuando sienta que se alejan del camino Bushido — rio —Es allí cuando terminarás molesto conmigo como Takano lo hace constantemente, o cause el silencio en tus palabras como lo fue hoy con Hideyoshi —miró a las luciérnagas por última vez —Lo hago porque confío en que ustedes harán lo mismo si yo pierdo el camino; si esa luz que dices ves en mi deja de brillar. Siempre procuro evitar que alguien a quien quiero tenga que tomar una dura decisión por culpa de mi visión nublada — dió la vuelta para dirigirse a su habitación —Ha sido una noche muy reveladora a pesar de la obscuridad ¿No creen? siempre habrá luz— sonrió —Muy buenas noches — dijo a ambos para retirarse.


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  9. Threadmarks: Día 10_ Clan Minamoto
     
    Amelie

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    Capítulo VI

    誠 Makoto — Honestidad

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    Kenzaburô regresó tarde al Shukusha después de su encuentro con su informante; después tomó un merecido baño y se unió al descanso como lo habían hecho los demás.

    El amanecer había llegado, el cálido rayo de luz a través del papel de arroz en las puertas los despertó, como si de un abrazo se tratara, era reconfortante.
    Hideyoshi despertó primero, aun se sentía mal pero pudo notar un frasco con medicina en la entrada.
    Mao fue la siguiente en despertar, aquel sueño había sido reparador, la medicina había surtido efecto y se sentía como nueva, no más dolores de cabeza o congestiones nasales. Podía notarlo por el aroma del desayuno que seguramente ya se servía cerca de la recepción. Iniciaba un buen día aparentemente.
    Togashi también despertó con alegría, no sentía ningún malestar, todo había pasado y no podía dejar de sonreír pues aquel efecto no había durado demasiado, a pesar de todo la suerte comenzaba a sonreírle nuevamente, el olor del desayuno lo parecía estar llamando y su estómago no oponía ninguna resistencia.
    Kenzaburo tamabién despertó, aquel descanso se sintió idílico, la pesadez en su cuerpo había desaparecido y su cuello estaba mucho más relajado, eso era lo que un buen futón podía hacer en una sola noche.
    Takeda había despertado y decidió dirigirse a tomar un buen baño; estaba de buen humor, por fin había podido descansar como era debido, la plática tanto con Togashi como con Kenzaburo lo había liberado un poco de las cargas que llevaba. Salió del baño y con yukata se dirigió a la recepción, guiado por el aroma del té recién hecho.


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  10. Threadmarks: Día 12_ Natsu
     
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    Capítulo III

    Soledad

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    Natsu no pudo arreglar nada con el herrero, él le dijo que lo esperaría en la mañana del siguiente día pues debía descansar. Natsu se dirigió al Shukusha local, un lugar enorme con un ambiente bastante tranquilo. Su habitación era demasiado cómoda por lo que no pudo dormir sin problemas.

    La mañana siguiente era cálida, la luz del sol parecía abrazarlo mientras él despertaba. El shukusha tenía un jardín contemplativo, no habías reparado en ello por la noche.
    [​IMG]
    El sitio en verdad era muy tranquilo y hermoso, el aroma de la vegetación natural se mezclaba con el de el té recién hecho, el lugar se preparaba para el desayuno. Era un buen momento para atender tus heridas y salir nuevamente.


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    Shukusha

    En un entrenamiento con Kenzo su compañero lo derribaba durante la práctica, pero en lugar de caer al suelo terminaba en un arroyo. Kenzo nadaba con él pero en un momento se convirtió en Tsunemoto, y Hideyoshi tenía el amuleto enredado en el cuello, mojado, incómodamente. Nadó tanto como pudo, pero cuando llegó al final del arroyo cayó a un lugar desconocido, era extraño, porque Hideyoshi nunca había visto una catarata, pero el haber leído sobre ese fenómeno en algún opúsculo de geografía le permitió soñar con ello. Como sea, de un arroyo terminó cayendo por una catarata, y luego el sueño se tornó algo más lógico, salió, se secó, puso el amuleto al sol para que recuperara su majestuosidad. Buscó su katana pero no estaba, tampoco las kodachis.

    El sueño había sido reparador, pero aún sufría algunos efectos de la enfermedad. Se despertó dejando el sueño a la mitad, y se puso en pie bastante rápido. Vio el frasco de medicina, se preguntó quien lo habría dejado ahí. Supuso que pudo haber sido Togashi, pero no estaba seguro. Takeda era otra posibilidad, por lo que le había dicho el día anterior. Kenzo no parecía el tipo más dadivoso de no ser por su aprendiz, pero había notado que no olvidaba aquella promesa de entrenar, para lo cual Hideyoshi necesitaba sus espadas cortas... y estar saludable. Mao no parecía muy afecta a su persona, pero no quería descartarla por ello.

    "Supongo que cuando los tenga reunidos en un mismo lugar le agradeceré al grupo en general por la medicina, es un buen gesto", pensó.

    Bebió un poco de agua del cuenco, y luego se tomó la medicina. El gusto no era precisamente placentero, pero no importaba.

    Salió al patio del shukusha y notó que nadie se había levantado aún.

    "Siguen durmiendo, es mejor así, empezaré el día por mi cuenta y luego los buscaré", concluyó.

    Al dojo (sur)
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    Cuando despertó se desesperezó con un ligero gruñido. Era la primera vez que descansaba tan bien y las pesadillas esa noche no le habían quitado el sueño. Bostezó y se rascó la barba mientras procedía a atarse el cabello en una coleta por encima de su nuca. Bostezó de nuevo mientras empuñaba su katana y se despertaba poco a poco. Movió la puerta corrediza y fue directo a los baños pero esta vez se quedó más tiempo de lo normal, disfrutando las termas y sintiendo la relajación en cada músculo de su cuerpo.

    Cuando estuvo preparado caminó hacia el sector del desayuno y se cruzó con Takeda al cual saludó con una leve inclinación de cabeza.

    —Hoy iré a entrenar al Dojo del norte. Estoy oxidado, lo demostré en Tsu. —dijo mientras esperaba que le sirvan el té. —¿Te parece adecuado que lleve a Mao a qué entrene un poco?
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi
    Shukusha

    Por primera vez en muchos años despertó sintiendo una enorme paz, tanto física como mental. La luz solar que traspasaba las paredes de papel de arroz lo acarició como si se tratara de un montón de manos cálidas que lo invitaban a renacer una vez más, mientras se daba cuenta de que la fiebre y el dolor de estómago se habían ido. Su espíritu también estaba más tranquilo, su conversación con Takeda le había hecho bien, así como oír la que posteriormente mantuvo el líder Minamoto con Kenzaburo en el patio del Shukusha. Sin embargo, pese a las cosas interesantes que allí se dijeron, también fue un instante de tristeza para Togashi, porque a su vez recordaba que a su hermana pequeña le gustaban mucho las luciérnagas, además de que sentía un poco de envidia hacia Kenzaburo, porque todavía tenía a su alumna a su lado; cuando escuchaba hablar de la relación entre esos dos, sintió mucho la ausencia de la persona que una vez quiso, educó y protegió hasta donde le dio el cuerpo. Por eso fue que no intervino en ningún momento de la conversación. Cuando se despidió de Togashi y Kenzaburo y se fui a dormir, se prometió a sí mismo que el recuerdo de su hermana perdida, de ahora en más, le daría fuerzas, no quería que la memoria de Kanade implicara algo como la tristeza… Con esta promesa, pudo tener un sueño reparador y pacífico.

    Se levantó con una sonrisa apenas sintió el aroma del desayuno. Volvía a tener apetito luego del vergonzoso evento del día anterior, al parecer la medicina no había sido una estafa como temió en un principio. Pese a su hambre, lo primero que hizo fue tomar un baño rápido, justo después de ver que el Ronin salía de tomar el suyo. Las aguas calientes fueron tan agradables que casi pudo sentir cómo reparaban sus músculos atrofiados, como si se estuvieran reconstruyendo. Llevaba mucho tiempo sin desvestirse para algo tan básico como la higiene personal, por lo que pudo notar bien sus brazos muy delgados, además de sus piernas flacas con rodillas nudosas. Esto no le hizo ninguna gracia.

    “Debo retomar mi entrenamiento cuanto antes” pensó.

    Salió del baño con un yukata y se dirigió hacia el sitio donde servían el desayuno. Allí se encontró con Kenzaburo y Takeda. El primero, como si fuera algo del destino, estaba mencionando que iría al Dojo del Norte para ejercitarse.

    Buenos días —saludo con respeto a ambos, antes de tomar lugar para que les sirvieran el té—. Yo también estaba pensando en entrenar. Tenía ganas de visitar las casas de los campos del exterior de Gifu, pero creo que no viene mal hacer esto antes —se dirigió hacia Kenzaburo—. Tengo decidido acompañarte. Si mi presencia no te resulta cómoda, guardaré distancia y silencio, pero la decisión está tomada. Espero que lo comprendas.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Natsu Gotho
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    Se levantó perezoso luego de dormir por largas horas. Sentía que estaba perdiendo el tiempo, pero su cuerpo abarrotado necesitaba descansar. Se reposicionó sobre la colcha estirándo la mano hasta algunas vendas que debía ponerse entorno a su torso, cambiando el vendaje pasado, aprovechando en igual medida a tratar los moretones que decoraban su bronceada piel por el encuentro pasado en el dojo. Frunció apenas el ceño para salir de la habitación y encaminarse a los amplios baños del sitio, haciendo algunas lagartijas como entrenamiento antes de meterse a las aguas y darse una ducha corta.

    Se vistió con parsimonia y salió nuevamente a la casa de armamento.

    No podía simplemente sacarse el nombre de aquella espada de la cabeza. Replanteándose el hecho de encaminarse a la ciudad imperial.

    Pufff, la piel se le erizaba cada que pensaba en dirigirse a dicho sitio.

    ¿Qué probabilidades habrían de encontrarse con Takeda antes de ello?
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Kenzaburô

    Afirmó a las palabras de Togashi mientras esté tomaba asiento junto ellos. La verdad estaba dicha: Kenzaburô no lo conocía pero siempre se conocía bien a alguien en una lucha o entrenamiento. El espíritu saltaba a relucir.

    —Tu presencia no me incómoda, Togashi. Será bueno mover los músculos antes de emprender camino. —miró la sala con un rápido movimiento de cuello. —Por cierto, ¿saben cuál será el próximo destino? ¿Iremos a conocer al ancestral maestro de la espada como estaba previsto?

    Mao y el señor Hideyoshi aún no hacían acto de presencia. Pensó que quizá fuera mejor dejar descansar un poco más a Mao y partir con Togashi al dojo. A la niña un poco más de sueño no le haría mal y al viejo tampoco. Seguro cuando volcieran de entrenar ellos ya estarían despiertos y podrían seguir su rumbo.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao "Ryouma"

    Llegó a la recepción vestida con uno de los yukata que ofrecía el Shukusha, el cabello húmedo que desenredaba con sus dedos demostraban que había tomado un baño. Había pasado a recoger sus cosas, los lazos, el frasco con agua y el daruma. No planeaba perder su falda dejándola en su habitación, pero no la podía usar con el yukata siendo tan largo, por lo que la llevaba colgando de su brazo.

    —¿Ya despertó Hideyoshi? —preguntó tras llegar con el resto y notar que faltaba él.

    A pesar de que había dormido bastante bien, su rostro seguía sin relajarse. Tomó asiento junto a Kenzaburo, dejando la prenda sobre su regazo y los brazos cruzados sobre la mesa.
     
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  17.  
    Amelie

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    Dojo sur (Hideyoshi)[​IMG]

    Los hombres del día anterior se encontraban preparando sus entrenamientos de ese día; algunos acomodaban hombres de paja los cuales golpearían, otros acomodaban rocas apiladas para poder brincarlas; los menos musculosos limpiaban el suelo quitando las hojas.
    Tsunemoto esperaba sentado en las escaleras de la entrada al dojo, levantó la vista al sentir la presencia de Hideyoshi, no dijo nada, simplemente no le apartó los ojos de encima.

    Uno de los hombres que estaba enredando sus puños en vendajes miró a Hideyoshi con molestia —¿A qué has vuelto?—



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    Shukusha (Takeda; Kenzaburô; Mao;Togashi)[​IMG] [​IMG][​IMG]

    Takeda aun con el cabello húmedo y desamarrado recibió el saludo de Kenzaburo con una sonrisa, mientras hablaba Togashi también se cruzaba en su camino —Creo que descuidaste por mucho tiempo tu cuerpo, y este te está haciendo pagar el abandono, pero no tardarás en recuperar el ritmo, también en Tsu demostraste tu fuerza junto con Ryouma —dijo hacia Kenzaburo pero aquello también encajaba con lo sucedido con Togashi —Debemos cuidar el exterior tanto como el interior, porque todo es uno — observó que Mao se acercaba a ellos —Está bien, jamás puedo negar un entrenamiento; si el día lo permite me gustaría que me demotraran lo que han aprendido, también me hace falta un buen entrenamiento —

    Mao llegó e hizo la pregunta de la ubicación de Hideyoshi; Takeda miró a todos lados intentando localizarlo —Iré a revisar su habitación, tal vez por la enfermedad siga dormido, si no es así espero pudiera ver la medicina que le lleve por la noche. Yo me encargaré de buscarlo— dijo decidido — Recuerden lo que escuchamos ayer sobre los dojos, si es posible informen a Togashi de lo más relevante si la situación lo amerita. Procuren no causar más pena a aquellos que pasan por un proceso de pérdida. Nuestro punto de reunión será aquí por la noche — volvió a sonreir —Espero sea antes, en verdad me gustaría entrenar un poco—

    Takeda se despidió de ellos mientras se giró para revisar la habitación de Hideyoshi, no estaba allí, pero pudo encontrar el frasco vacío. Ssupiró —Al menos se ha tomado la medicina— dijo cerrando nuevamente la puerta.

    Se dirigió por un buen té, el cual lo fue tomando mientras regresaba a su habitación para vestirse y amarrar su cabello —Primero revisaré el dojo sur, seguramente volverá con Tsunemoto—




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    Dojo norte (Kenzaburô; Mao;Togashi)[​IMG] [​IMG][​IMG]

    Se diririgieron al dojo norte; a diferencia del dojo sur, no había nadie en su exterior, sus puertas corredizas estaban abiertas de par en par mientras algunos de los aspirantes limpiaban el extenso lugar, corriendo descalzos de un lado al otro inclinados con una tela blanca, todos en sincronía. El maestro estaba en la tarima revisando el proceso, levantó su vista para verlos mientras esperaban afuera.
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    —Sólo los hombres y mujeres venerables despiertan a estas horas del día — dijo con las manos entrecruzadas detrás de él —Aprendan muchachos, ante ustedes aparecieron guerreros, los cuales no están durmiendo cómodos, sino que vienen por un desafío—

    Los aspirantes los miraron mientras se erguían terminando su labor matutino; estaban asombrados de ver a tres espadachines, todos con katanas de verdad y no espadas de madera.

    —¿O me equivoco? — les preguntó con seriedad — ¿Pretenden retar a mis alumnos para arrebatar su placa de madera en mi dojo? ¿O buscan un duelo a muerte conmigo?—

    Miraron a los aspirantes, eran pequeños niños, de no más de siete años. Parecía que hablaba de ellos hasta que sintieron una presencia a su lado, era un hombre que se inclinó para venerar al maestro del dojo.

    —Nakayuki-sensei buenos días— mencionó el hombre a sus costados.

    —Adelante Konohamaru— dijo Ikeda Nakayuki, el líder del dojo norte. El joven entró era más grande de Mao pero mucho menor a Togashi y Kenzaburo. Su mirada estaba fija en el altar sintoísta del dojo al cual se dirigió unos instantes para orar.


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    Amelie

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    Casa de armamento (Natsu)[​IMG]

    Volvió a la casa de armamento con buena energía —¡Si volviste! —mencionó el herrero que estaba apenas llegando a su local, deslizó la puerta y entró después de Natsu. El lugar no tenía ninguna arma como el día de ayer —No creas que me han robado, las escondo mientras voy a casa a descansar, me hace perder tiempo en las mañanas y en las noches pero al menos así me aseguro que no me vuelvan a robar— dijo mientras se colocaba detrás del mostrador —¿Quieres que te muestre mis más recientes adquisiciones? Observar no cuesta monedas—


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  19.  
    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Dojo (sur)

    Pasó del hombre que lo interrogó al ingresar. Se dirigió directamente con su interlocutor esperado, Tsunemoto, el líder del dojo sur.

    —He venido para honrar el intercambio que habíamos acordado. Ayer no pude pasar porque me sentía enfermo y era muy tarde, pero ahora estoy mejor. Como mi primera medida te contaré todo lo que he averiguado a través de mi red de información imperial. Por empezar, Ikeda Nakayuki enfrentó a Hirayori Fukishima en el mercado, estaba robando según se dice. Y ningún guardia lo había detenido por ello a pesar de las quejas. Hirayori recibió incontables golpizas pero no parecían afectarle debido al entrenamiento de su hermano mayor, es decir, usted; esto molestó a Ikeda quien tomó justicia con sus propias manos, debo aclarar que Hirayori sólo tenía catorce años cuando murió en el mercado a manos de este espadachín.

    Se relajó antes de continuar.

    —Hay más, Hirayori no sólo robaba en el mercado, también robaba en distintos comercios. Uno muy importante es el de la Casa de Armamento, robaba distintas armas causando problemas al dueño porque no cumplía con sus tiempos de entrega. Ustedes saben, las katanas tardan meses en hacerse y que un niño apareciera de la nada y las robara era indignante. Los alumnos de Ikeda estuvieron sin katanas reales realizando sus diligencias y sólo entrenando con espadas de madera. Esto causaría la muerte de la prometida del joven Konohamaru, el mejor alumno de Ikeda. Konohamaru regresaba a Gifu con su prometida Uma y fueron emboscados por bandidos, Konohamaru no pudo eliminarlos porque estaba desarmado ya que no recibió a tiempo la katana, ambos eran espadachines e intentaron defenderse, pelearían por honor. Uma era hija de Ikeda. Pero la cosa es más compleja de lo que aun parece, la casa de armamento está saturada en sus órdenes porque la Casa Nomiya, que es el apellido del Señor de Gifu, está constantemente armando a sus guardias; hombres de justicia que no usa para la defensa de la Prefectura y sólo los utiliza para defensa personal, su Palacio está rodeado de ellos. Y los pocos que salen son para presionar a los agricultores, pues necesitan el arroz para definir los pagos.

    Hizo una breve pausa.

    —El señor de Gifu presiona a su gente para poder pagar en kokus a sus guardias de paja. El pequeño Hirayori sólo robaba para mantener desarmado a los guardias y evitar presiones a los cultivos; Konohamaru trataba de defender a los cultivos junto con su prometida y sin armas no lo lograron; a los agricultores los roban constantemente y luego castigan por perder las cosechas. Por último te comentaré la rutina del líder del dojo norte, no hay nada extraño en los movimientos de Ikeda. Hace la misma rutina de todo maestro de dojo, despierta en las mañanas, lava su cuerpo, desayuna un poco de arroz con té; va al dojo dónde espera a sus aspirantes los cuales ayudan a limpiar el dojo antes de que inicien las clases regulares; come con sus alumnos y después pasa gran parte de la tarde entrenando, lo único diferente es que ahora en lugar de ir al santuario a agradecer por el día, va al cementerio a hablar con su hija, normalmente acompañado de Konohamaru, después se dirige a su hogar, nada complejo, la rutina de siempre

    Estiró la mano hacia Tsunemoto, en clara alusión al senninbari que esperaba que le diera cumpliendo su acuerdo.

    —Es nuestro trato, y estoy seguro que por mi parte lo he honrado.
     
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  20.  
    Amelie

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    Dojo sur (Hideyoshi)[​IMG]

    Tsunemoto miró al suelo conflictuado —No sabía que Uma y Konohamaru estaban sin sables en ese ataque— dijo pareciendo entender los motivos de rival; se levantó de la piedra y miró a sus alumnos —Pero atacó con odio a un niño, eso es algo que no le perdonaré jamás— dijo desajustando su sennibari y entregándosela a Hideyoshi —Necesitaba esta rabia para entender la de mi enemigo, no había podido sacarle la verdad a Ikeda, ahora veo que no me dijo el verdadero motivo para ocultar su asesinato como un acto justo, el ladrón es castigado, no hay mejor justicia ¿no? — golpeó su palma izquierda con su puño derecho —No quizo admitir que mató por venganza, así como yo quiero venganza por mi hermanito —

    Sus aprendices levantaban el puño mientras gritaban distintas cosas.

    —¡Justicia!— se escuchaba en el fondo

    —¡Por Hirayori!— gritaba un hombre al frente

    Tsunemoto miró nuevamente a Hideyoshi —Necesitarás purificar más que la sennibari de mi hermano, pues ahora soy yo quien peleará por mis propias razones. El robaba porque él creía que eso era lo justo, Ikeda lo mató por venganza, ahora yo haré lo mismo —

    Sin decir más marcharon hacia el dojo norte.


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