Generaciones

Drabble escrito para la actividad "¡Describe tu estado!", del foro creación literaria. No estoy demasiado segura de que se ajuste a la misma, pero al menos sirvió para calmarme un poco xD

Generaciones

“—Porque lo digo yo y punto.—Concluye seria, a pique de perder los nervios.

Odio esa “estúpida” frase. Levanto la vista y enfrento la mirada inflexible de mi madre. Quiero contestar pero sé que no debo hacerlo, así que me muerdo la lengua y aprieto la mandíbula para contener la rabia que pugna por escapar de mis ojos. La impotencia multiplica mi enojo y las ganas de llorar.

Consciente de que la discusión ha terminado, vuelve a centrarse en la comida y yo salgo de la cocina como una exhalación para encerrarme en mi cuarto. Las paredes vibran por el portazo, tendré suerte si no acabo de sumar algún día más a mi castigo de no salir de casa.

Atravieso la habitación y, en un acto de póstuma rebeldía, pongo la música bien alta. “¡Qué se fastidie!” Las ganas de romper algo son inmensas… “Es tan injusto…”.Subo aún más el volumen; las lágrimas ruedan ya sin contención por mis mejillas.

Estoy harta de que nunca me deje hacer nada, harta de ella y esa retahíla de frases sin sentido que tengo que tragarme una y otra vez: “es por tu bien”, “cuando seas mayor lo entenderás”, bufo exasperada... “Porque lo digo yo y punto”. Quiero gritar. ¡¿Eso es una respuesta?! No se hace idea de lo frustrante que resulta no poder hacer nada al respecto.

Qué ganas tengo de ser lo suficientemente mayor para entrar y salir sin andar dando explicaciones a cada rato y, desde luego, si alguna vez tengo una hija procuraré no amargarle la vida. Me restriego con rabia los ojos, en cuanto llegue papá voy a pedírselo a él. ¡Veremos quién se sale con la suya!...”


Perdida en mis recuerdos, escucho el sonoro portazo que mi hija acaba de dar. “Porque lo digo yo y punto”, rememoro con cierta sorpresa mis últimas palabras y no puedo evitar sonreír ante el “déjà vu”.

Debería estar enfadada y sin embargo, siento una alegre punzada de melancolía en el pecho. Mi sonrisa se amplia aún más. Tengo que llamar a mi madre, hace días que no hablo con ella y ya la echo de menos.

Una horrenda música rompe el silencio, atronándome los oídos y trayéndome de golpe a la realidad. “A veces es tan difícil…”, suspiro resignada y vuelvo a centrarme en la comida. Supongo que ahora tendré que poner sobre aviso a su padre en cuanto llegue a casa…