Gemelo

Tema en 'Relatos' iniciado por Sheik, 19 Agosto 2014.

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    Sheik

    Sheik Usuario común

    Piscis
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    Gemelo
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Drama
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    1
     
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    @Syel @Alessandra ♥♥

    Todos tenemos una voz interior.


    Caminas a través del cuarto con los ojos de los demás encima de ti, ya no eres el nuevo pero aún así todos tienen que hablar de ti. Si no fuese así, ¿qué sentido tendría? A pesar de que has llegado hace pocas semanas, es tu primera visita. Debes de estar feliz, pero no lo estás.

    ¿Bromeas? ¿Eres tan iluso? ¿Alegrarte porque te vienen a visitar los que te dejaron aquí?

    Les devuelves la mirada y sonríes porque sabes que, en el fondo, eres igual a ellos. Si no fuera así, ¿qué haces en un reformatorio juvenil para corregir tus daños? Aquí te enseñan a ser mejor, para que cuando salgas le muestres la sociedad un diferente “tu”, uno que demuestre que está arrepentido de sus acciones.

    ¿Reformatorio juvenil? No me hagan reír, ¿de qué se diferencia de una cárcel? ¿Buenas acciones? ¿Acaso lo valoran después? No serás más que “el chico que salió de un reformatorio” Todos te verán mal pero, espera, tienes razón. Serás un diferente “tú”.

    Mientras avanzas, el hombre que está detrás de ti no te deja ir. Miras de reojo esperando una distracción suya para mínimo poder respirar a gusto, pero no te quita la mirada de encima. Te sientes vigilado y más acorralado de lo que ya estás.

    ¿En serio creen que puedes hacer algo? ¡Oye, estás vigilado las 24 horas de los 7 malditos días!

    Por fin sales del “cuadro”, ese lugar donde ese hombre vigila desde que duermes hasta que despiertas. Comienzas a caminar través del corredor y conforme das un paso te encuentras con luces expandidas en los suelos provenientes de otros “cuadros”.

    —Vas muy callado, ¿no te sientes feliz por ver a tu familia? —Te pregunta el guardia con cierto tono socarrón. Bufas porque pensaste lo mismo.

    —No exactamente —respondes con una sonrisa irónica.

    ¿Ves? Todos piensan igual que tú, ¿ya puedes sentir como perteneces aquí para siempre? ¿Puedes sentir que no eres especial, sino solo una persona más de las miles que hay dentro?

    Sigues tu camino, esta vez das una vuelta y observas de reojo la cocina, esa donde tú estuviste la otra vez tratando de hacer de comer para todos los internos. Esa donde te maltrataron y cortaron con los cuchillos porque no sabías pelar papas. Te defendiste diciendo que solo tenías 14 años pero te respondieron con risas burlonas.

    ¿Qué esperabas? No es tu casa, no son tus padres, no hay nadie que te defienda, ¿creíste que todo sería como antes?

    Pasas ese lugar como si nada, ya no eres tu el que hace eso, ahora sufre un chico de 12 años que llegó hace unos días. Eso te complace, ahora él es al que golpean, al que mandan a hacer quehaceres que beneficien a otros, al que violarán quien desee para satisfacer su libido. Aunque lo trates de olvidar, recuerdas todo con tanta claridad. Parece que en todos los lugares es así.

    Es obvio, ¿no? Por cierto, ¿dónde quedaron tus zapatos de marca? ¿Tu ropa cara de tienda departamental? ¡Ah! Es cierto, todo terminó a manos de los interinos más viejos, ¿qué te dieron? Ese horroroso uniforme azul.

    Bajas la cabeza, ya no te sientes tan seguro.

    —¿Comienzas a ponerte nervioso? —Pregunta de nuevo el guardia, su voz llena de burla te fastidia pero debes contestar adecuadamente si no quieres terminar bajo la ducha, desnudo y arrodillado esperando a que la carne quede viva por el agua hirviendo que te cae encima.

    —Algo —a pesar de que es corta tu respuesta, sabes que a él le agrada porque suelta una carcajada. Suspiras, es el camino más largo y doloroso de tu vida.

    ¿Dolor? ¿Qué es el dolor para ti? Es palabra dejó de existir en el momento en el que entraste. El dolor es para débiles, ¿acaso lo sigues siendo?

    A par de pasos más, te encuentras con la puerta del médico cerrada, ¿ya tiene nuevo juguete? Sabes que debes comportarte si no quieres ser uno de los cuerpos de práctica. Por fin sales de los corredores pero, a pesar de que ya no hay paredes que te encierran –irónico-, observas que a tu lado están todas las aulas donde te “enseñan” lo típico que en una escuela: historia, matemáticas, literatura, inglés y tu favorito: artes. Ahí, en los lienzos desahogas tus sentimientos más profundos y tormentosos.

    ¿Aún conservas tus sentimientos? ¿Aún puedes sentir amor, cariño, amistad? ¿No sabes que eso fue lo que te condujo a este lugar? Eres patético.

    Estás a poco de llegar a tu destino. Das unas vuelta más y ahí está el comedor, después más aulas y al final, en el fondo, está el salón de visitas. Tu corazón late y las lágrimas quieren bajar por tus mejillas pero debes resistir. Te detienes frente a la puerta, no quieres verte a ti mismo, no quieres acercarte más a ti, nunca más.

    —¿Qué esperas? No tengo tu tiempo —el hombre abre la puerta con su llave especial y te empuja. De pronto, estas ahí; mudo, con un gran nudo en tu garganta, con los puños apretados y el corazón golpeando tu pecho.

    —Hermano —susurra como si nada. Quieres estrangularlo en ese instante, pero que no puedes porque te siguen vigilando, esta vez a distancia. Te acercas a la mesa y te miras. Él luce exactamente igual a ti, pero sabes que él está viviendo y tú, realmente, te estás muriendo con cada día que pasa.

    —Hermano —contestas aunque no lo sientes.

    ¿En serio? ¿Le has llamado hermano? Es tu gemelo pero, ¿eso amerita que sean hermanos? No, un hermano no traiciona y él te culpó de haber abusado de aquella chica. Tenía ya planeado todo, eras el malvado, el que no obedecía y se aprovecho de ello. ¿En qué lo convierte a él? ¡Cierto! Ahora es un doble cara, ¿cómo se atreve a mencionar sus lazos sanguíneos? Más que eso, ¿cómo te atreves tú a reafirmarlos?

    —Dan, ¿cómo estás?, ¿te encuentras bien? —pregunta tu madre con lágrimas y la voz temblorosa. ¿En serio te está preguntando eso? Te ríes a carcajadas, burlándote de semejantes preguntas. ¡Qué patética! ¿Cómo pregunta cosas tan incoherentes? Después de reírte, inhalas el aire que has perdido y los miras con furia.

    —¡¿Bien?! —azotas la mesa para acompañar a tu grito y mostrarte más que furioso. Tu reflejo salta hacia atrás cayéndose de la silla y tu madre comienza a llorar más alto. No te sientes culpable. Tu gemelo regresa a su lugar, no te mira y sientes más furia—. No jueguen conmigo, ¿quieres que te diga cómo me ha ido? De acuerdo, me han torturado, me han violado, me han lastimado y ¿sabes que es lo mejor? Saber que han corrompido tu vida. Tu inocencia, tus sentimientos, todo se ha ido al drenaje. Saber que jamás volverás a ser tú, que han arruinado tu vida y tu mente. Saber que estás en el punto sin retorno, que has perdido lo que más quieres y que a tu familia le importa un bledo lo que sientes.

    No te dicen nada, sabes que has estado en lo correcto. Te miras a través de la mesa pero Dani solo baja la cabeza y ella… no sabe hacer más que llorar. Tragas las lágrimas que amenazan salir, aprietas tus puños y sales de aquel lugar sin despedirte. No puedes, no quieres hacerlo.

    ¿Merecen ser despedidos? No merecen eso, no merecen siquiera llamarse humanos. Que se enteren de tu vida, que les remuerda la conciencia…Has soportado suficiente, ¿por qué no compartir ese sufrimiento? Pero se te olvido decirles algo. ¿Lo peor? Este es solo el primer mes de 4 largos años.
     
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    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

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    Un muy buen escrito, no solo se enfoco en relatar los hecho que ocurren en la prisión, si no también retrató los sentimientos, la forma de vivir y pensar de una persona dentro, como existe un duelo mental dentro de él hasta que se va consumiendo y dejándose arrastrar por el ambiente. La atmósfera que creaste es perfecta para el texto y la forma de narrarlo lo complementa perfecto, incluso la forma en la que haz optado por estructurarlo. Me resta por decir:

    9/10
     

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