Long-fic de Inuyasha - Gallardía: La historia de mi vida.

Gallardía: La historia de mi vida.

Capitulo I​

Nueva Universidad.​

Todo tiene solución y a veces en la vida, estamos tan hundidos en la negatividad que no vemos lo que tenemos en frente.

—¡Vamos Sango! ¿Qué te pasa? —pregunto la castaña mientras alaba a su amiga del brazo.

—¡No puedo Kagome! No soy como tú. No tengo tu talante —chilló mientras se mordía los labios. Veía con nerviosismo la imponente estructura de la universidad.

—¡No seas tonta! Ellos no son más que tú, ni nada así. Tú tienes una beca, ellos son unos hijos de mami y papi. Que con suerte sabrán hurgarse la nariz —la castaña rió mientras la tomaba del brazo.

Kagome y Sango siempre habían sido buenas amigas. Ahora las dos habían elegido la misma universidad. Por supuesto con diferentes carreras. A ambas les habían otorgado una beca, por ser de familia humilde, habían luchado por obtenerla.

—¡Permiso! ¿Podemos pasar? —pregunto mientras entraba al salón y veía atentamente al profesor.

—Por supuesto. Llegan a tiempo señoritas…—hizo una breve pausa.

—Higurashi Kagome e Ikeda Sango.

—¡Oh! Es un gusto pasen. Bienvenidas a su primera clase del cálculo —y esa era la única materia que tenían juntas. Sango estudia ingeniería comercial, mientras que Kagome arquitectura.

El profesor, para ser de cálculo fue muy amable. Se sentaron juntas y las clases pasaron sin mayor controversia. Por supuesto, los alumnos tenían un aire estirado. Así que con todo el orgullo y la dignidad que podían destilar se hicieron poner a la par.

—¡Suerte! —rió Kagome al ver como Sango se iba un poco rehuida. Esta vez le tocaba sola.

—Sí. La necesitare —Kagome le dio un beso en la frente, la abrazo y la empujo hasta el salón. Con paso seguro se fue hasta su siguiente clase.

***​

—¡Higurashi! Pase y haga el ejemplo treinta y cinco por cincuenta, con letra din. Dieciséis —todos rieron por lo bajo. De manera altanera y con presión cortó la hoja en la guillotina y a pulso y sin líneas de guía trazo un perfecto ejemplar. En tan solo diez minutos.

—¿Algo más? —pregunto con gallardía mientras le sonreía al profesor.

—¡Perfecto! Un trabajo impecable. Señores tengan de ejemplo a la Srta. Higurashi —el salón la miró con despotismo mientras ella se sentaba, con su cabeza bien en alto. Luego de medía hora que comenzó la clase un estruendo azotó la puerta, dejando entrever a un muchacho.

—Joven Taisho —murmuro fastidiado el profesor. Que parecía muy bien conocer el personaje.

—¡Epale viejo! ¿Puedo pasar? —el profesor movió la cabeza con negación y lo envió al fondo.

—Es la tercera vez en estos días joven Taisho. Espero que pueda mejorar su conducta.

Sin más las horas pasaron. A las cuatro de la tarde ambas estaban ya juntas en la puerta de la universidad.

—¿Cómo te ha ido?

—¡Muy bien! He conocido a un chico. Si lo hubieras visto Kagome, era tan hermoso. Simplemente perfecto. Y hasta me sonrió —la cara de enamorada de Sango la hizo sonreír. La abrazo y comenzaron a caminar.

—¿Sí? ¿Cómo se llama?

—Miroku. Tiene el cabello negro y unos ojos azules perfectos. Es todo un adonis —chilló como adolescente.

—Cuanto te envidio amiga —pensó con nostalgia mientras la oía hablar sin parar—. ¡Hasta luego Sango! —se despidió cuando estuvieron en la esquina de su casa.

—¡Hasta mañana Kag! —y se fue.

—Hoy fue un día muy duro. Aunque ese Taisho, que extraño —mientras pensaba se mordía los labios. Un suspiro se le escapo y apresuró su paso.

Cuando llego a su casa pudo escuchar unos gritos. La música retumbaba y una peste infectaba el aire. Más cuando abrió la puerta y el olor a cigarrillo no pudo casi ni soportarlo.

—¡¿Qué es esto?! —grito furiosa. Su madre estaba en la mitad de la sala, medio drogada, alcoholizada y con su padrastro encima tirándosela. Mientras un poco de gente baila y se metía mano sin parar.

—¡Kagome! —chillo su madre aún con el hombre encima. Kagome furiosa salió cogió un bate y entro en la casa— ¡¡Ahora mismo!! ¡¡Todo el mundo sale de está casa!! —con un fuerte golpe partió la radio parando la música con el bate, y alcanzó a darle a un par de hombres que se dirigían hacia ella.

Pronto llamó a la policía e hizo que sacaran al padrastro. La casa estaba desecha y solo faltaba diez minutos para las cinco y aún no buscaban a sus hermanos.

—¡¿Qué significa esto mamá?! —exigió mientras recogía todo—. No entiendes que el solo te usa.

—¡Lo siento Kagome! Pero es que aún lo amo —murmuro la mujer apenada. Su estado era deplorable. Aún tenía en la falda manchas del semen del hombre y la piel sudada. Dando tumbos se apoyo de la pared.

—¡Eres una tonta madre! No has ido a buscar a mis hermanos —la tomo y la metió en el baño, mientras le sacaba la ropa y abría el agua fría.

—…Hija no te vallas… —gimió en su estada de inconciencia.

Ni siquiera volteo. Luego de haber aseado rápido la casa se fue al liceo. Tenía dos hermanos. Souta y Rin; dos pequeños morochos, de cabellos castaños y ojos grandes y a chocolatados. También tenían una beca para estudiar en una importante escuela. Eran niños muy estudiosos.

—¿Cómo ha podido? ¡Es decir! ¡¡No aprende!! ¿Por qué me sorprende? —sentía quería llorar, a pesar de que siempre lograba sacarlo. Su madre no dejaba de verlo, de que le vendiera esa porquería que consumía. Eran de familia humilde, todo lo que tenían se lo habían ganado a pulso y venía el imbécil de Phil y lo despedazaba todo. Si su padre no hubiera muerto, nada de esto pasaría.

—¡Kagome! —chillaron sus hermanitos, no tan pequeños. Rin tenía catorce y Souta igual.

—¿Están bien? Siento haber tardado tanto. Las clases se han demorado.

—No te preocupes Kag. Por ti siempre esperaremos.

—Sí. Oye ¿Qué va a haber de cenar? —pregunto Souta acariciándose el estomago.

—¡Eres un glotón! No hemos llegado y ya tienes hambre —suspiro aparentando cansancio, Kagome.

—¡Hey! ¡Eso lo herede de ti!

Al llegar su madre ya estaba durmiendo. Gracias a dios había abierto las ventanas. Y la casa parecía intacta. Cuando subió a su alcoba y reviso entre los libros pudo ver el dinero.

—Por lo menos no se lo ha llevado —suspiro un poco cansada—, lo mejor será recurrir a un banco. Esto cada vez es peor.

Apura preparo la cena. De noche trabajaba de camarera en un bar, bastante caro. Agradecía el hecho de que en la universidad pudiera hacer sus deberes, si no, no tendría tiempo para nada.
—¡Chicos! Espero ver sus tareas hechas para cuando regrese. Si no, no los llevaré al parque el fin de semana.

—Claro.

—¡Cuídate! —Rin fue hasta ella y le dio un beso en la mejilla. Rápido tomo el metro y se fue. Con la beca de los tres podían vivir. Los chicos eran muy maduros y eso lo agradecía.

Sabía que a veces ellos no podían hacer cosas como niños de su edad. Por esos los recompensaba llevándolos al parque o a comer helado, incluso al cine. Souta estaba en béisbol y karate, por las clases extra curriculares de la institución y Rin en danza y voleibol. Así eso quemaba bastante sus energías.

Luego de trabajar tanto. Llegaba a casa, se cambiaba revisaba las tareas, corregía y se iba dormir. Trabajaba de siete de la noche a dos de la mañana. Exhausta dormía hasta las seis y luego a preparar el desayuno, llevar a los chicos y a la universidad. Aún no sabía como tenía fuerza para todo.

—Yo puedo —pensó mientras se maquillaba tapando las ojeras que tenía. Daba gracias a que tenían todos los martes libres. Y eso le permitía estudiar, descansar y hacer oficios.



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Hola. Aquí les traigo un nuevo Fan Fic. Espero que les agrade, por favor dejen sus comentarios.

 

Re: Gallardía: La historia de mi vida.

Pan-chan: me alegra que te haya gustado. Y sí, queria hacer algo diferente, que rompiera con el esquema. Gracias de verdad por leer mi Fan Fic.

Windmiko: Ya pronto lo averiguaras. Está fácil.

Barbie Girl: Sí bueno eso de tener money es muy común. Y mi fan fic tiene varias partes fuertes. Me alegra que te guste.

Aquí les dejo la continuación...Puedo adelantarles que llevo el fan fic bastante corrido, así que no se preocupen por las continuaciones, van a ser bastante seguidas.

Capitulo II​

Partiendo quijadas.​

Las semanas habían pasado. Todo transcurría de manera tranquila. Phil no se había aparecido por la casa y Sonomi –su madre- intentaba cumplir con su rol de matriarca. Aún no entendía como una profesora tan inteligente había acabado de esa forma. Bueno, sí lo recordaba. La perdida de su padre había sido fatídica para todos, pero su madre no había logrado superar. Al parecer.

—¡¡Kagome!! —la aludida se volteo. Pálida observo el rostro de su amiga inundarse de lagrimas. Su corazón se partió y la abrazó, mientras estaba se le tiraba encima.

—¡¿Qué sucede Sango?! ¿Por qué lloras? —le pregunto preocupada mientras intentaba verle la cara.

—…Mi-ro-ku… —gimió exhalando todo el aire de sus pulmones. Su cara estaba roja y no se le entendía lo que decía.

—¿Qué paso con Miroku? —ambas estaban sentadas en el parquecito que estaba cerca de sus casas. Era martes lo que significaba que tenían el día libre. Sango había aceptado salir en una cita con Miroku.

—¡Fuimos al cine! Y…y…bueno antes de llegar…—Sango oculto su cara entre sus manos—. ¡Por favor no me vallas a regañar!! —Kagome se rió y le seco las lágrimas.

—No soy tu madre para hacerlo. ¿Qué te hizo Miroku? —ella volvió a hipar. Se sentía mal iba a partirle la cara al tal Miroku cuando Sango dejara de llorar. La conocía y sabía que siempre que se la pasaba llorando, caí profundamente dormida.

—¡Bueno! ¡Ya lo dijiste! ¡Sabes que no me vas a regañar! Esta no es la primera vez que salimos —Kagome abrió un poco sus ojos pero se tranquilizo—. Sí. Ya habíamos salidos y éramos novios.

—Pero si solo lo conoce hace un mes y medio. Maldito desgraciado —pensó—. Estoy segura que intento propasarse, el imbécil tiene mala fama. Aunque ella no se quiere dar cuenta.

—¡Y hoy cuando salimos! ¡Cuando llegué él estaba con una tipa! ¡La mujer lo besaba y lo manoseaba! ¡Le pedí una explicación y él se quedo callado! Y la mujer me dijo: ¡Por favor, no seas tonta! ¡Cómo crees que alguien como él, podía fijarse en alguien como yo —y termino de estallar en lagrimas. Kagome no podía consigo, como pudo la llevo hasta su casa y la consoló. Cuando Sango se durmió tomo un taxi y fue hasta donde vivía él. En una oportunidad Sango se lo había dicho, aunque no le presto atención en su momento, recordaba perfectamente la dirección.

Al llegar vio la enorme mansión. Pero no se dejo intimidar, venía a ponerle un parado al tonto que lastimo a su amiga. Iba a aprender que con la gente no se juega. Y menos si eran sus amigas.

—¡Imbécil! Como estás podrido en dinero, crees que puedes tener a cualquiera —mientras lo despedazaba en su mente, tocaba la puerta de la lujosa mansión.

—¿Sí? Buenas tardes —la mujer de servicio la miro de arriba abajo.

—Con Miroku Taisho, por favor. Dígale que es de parte de una amiguita suya.

La mujer puso mala cara cuando recalco la palabra amiguita. Pero en la casa debían saber como era la reputación de Miroku, por que al instante la dejaron pasar. Y la verdad era que se quedo estupefacta con tanto lujo. Blanca, bien decorada. Muebles caros: roble, cedro, pino, cuero. Toda la casa olía a lujo.

Cuando la hicieron pasar al vestíbulo, no noto a una de las personas. En cuanto bajo Miroku sonriente de la escalera, está se acerco a él y le lanzó un puñetazo en la cara.

—¡Kagome! —gimió él. Su boca estaba ensangrentada, mientras ella lo miraba con rabia. Ambos se conocían por Sango. Su trato era distante, hola y chao.

—¡Que sea la última vez que te acercas a Sango! ¡¿Quién te crees que eres?! Crees que como tienes dinero, puedes jugar con los sentimientos de las personas. Sango no es de esas zorritas con las que paseas. Ni es una mujer de exhibición. Así que te agradezco que no te le acerques —rugió furiosa.

—¿Ella te ha enviado? —le pregunto mirándola con nostalgia. Estaba sentando en la escalera mientras se sobaba la boca, y tragaba la sangre.

—¡No! ¡Ella no sabe! ¡Si llego a saber que le dijiste, te emparejo la boca! —Miroku abrió sus ojos y dio un pequeño salto.

—¡Hola Ka-chan! ¡Estás hermosa hoy! —bajo sonriendo sensual InuYasha. Kagome lo miro de arriba abajo.

—¡Dios! ¡El ser imbécil viene de familia! —InuYasha era un pretendiente fastidioso que tenía Kagome. Aunque a veces creía que iba a flaquear cuando le sonría, nunca cedía, siempre se mostraba indiferente—. Lo menos que necesito es un descerebrado hijo de mami.

—¡Espera Kagome! —la detuvo Miroku cuando vio que esta se iba. Ella se volteo y no le dijo nada. Sólo lo miraba de manera dura—. Siento lo de Sango. De verdad, no quería lastimarla.

—¿De verdad? Por que no parece —rió con ironía y sarcasmo.

—¡Vamos mujer déjalo que hable! —intervino InuYasha mientras intentaba abrazarla. Ella solo lo empujo, pero este te todas, todas logro abrazarla.

—…La mujer con que ella me vio…—hizo una pausa y miro al piso—, Es mi prometida, Yura —Kagome frunció el seño, mientras intentaba sacudirse a InuYasha. Más no hablo, solo lo siguió mirando—. Sé que eso no justifica nada. Pero de verdad quiero a Sango. No quería lastimarla. No pensé que Yura se enteraría.

—¡Que cínico, Miroku! ¿Qué pensabas hacer cuando te casaras? Arrastrarla contigo. Que fuera la otra.

—¡Lo sé! ¡Pero es que cuando estoy con ella olvido todo!...es mágicamente perfecta —aquello mismo le había dicho Sango de él.

—Yo no soy quien para juzgarte. Pero te agradezco que por el bien de los dos, te alejes de ella. Sango no se merece que juegues así. No podría llevar esa vida, a la que la vas a arrastrar si sigues con éste juego —Miroku la miró sorprendido.

—¿Crees qué me perdone?

—Sí. Sango te quiere, y seguro lo haría. Pero por favor, no lo hagas, no la busques. Es lo mejor para los dos. A menos que, termines con Yura —y sin decir más, se soltó del agarre de InuYasha y partió a la salida de la casa.

Sin darse cuenta alguien la había pasado. Cuando abrió la puerta de la casa un hombre de cabello argentado, unos ojos tan amarillos, que parecían el topacio más hermoso. El hombre la miraba con frialdad.

—Disculpe. Con permiso —intento pasar, más él no la dejo.

—La llevo a su casa —ella lo miro con mala cara.

—No creo que sea buena idea. No es necesario —aunque él parecía que le había dado una orden. No supo por qué se sentía nerviosa, delante de él.

—Por aquí —la guió.

—No me escucho. No pienso ir con usted. Muchas gracias —el hombre suspiro y abrió la puerta.

—Son las siete. No creo que por donde usted viva sea muy agradable llegar sola, a las diez de la noche. Un taxi no la va a llevar. Pero si insiste en irse caminando —hizo una mueca de desinterés. Al ver que ella no cedía y seguía rumbo a la salida, la tomo del brazo y la guió.

—Que testaruda es esta mujer. ¡No podía decir! ¡OK, gracias!

Ambos se montaron en un lujoso auto. Mientras ella miraba por la ventana.

—Gracias —le susurro ella con una media sonrisa cuando llegaron a la casa.

—De nada…

—Kagome —ella le sonrió abiertamente y entro. Gracias a él había llegado para hacer la cena.

—¡Llegaste Kagome! —la recibieron sus hermanitos.

—Sí. Siento haberme tardado. Espero ver pronto sus tareas.

—Sí. Ya las hicimos, mamá nos ayudo.

Todos fueron hasta la cocina y buscaron su comida, encendieron la televisión y se sentaron en familia a ver la novela.

 

Re: Gallardía: La historia de mi vida.

Gallardía es como ser valiente, imponerse ante todo. No dejarse amedrentrar, ser orgulloso. Significa que todo lo que a tenido que vivir a Kagome, en esta historia necesita mucho caracter, sin importar si la está pasando bien o mal. Por eso se llama así.

Capitulo III​

¡Voy tarde al trabajo! ​

¿Quieres que te lleve? ​

El miércoles en la mañana todo fue peor de lo que pensaba. Sango había visto a Miroku con la cara hinchada y obviamente sabía que había sido Kagome. Al principio le reclamo, pero luego la abrazó y se lo agradeció.

—¡Hiciste lo mismo que con el de la preparatoria! ¿Cómo creíste que no me iba a dar cuenta? —le sonrió risueña, al recordar como su amiga se había abalanzado sobre el muchacho dándole un golpe tan fuerte que le había aflojado un diente.

—¡Lo siento! Es que me dio mucha rabia. No tenía por qué hacerlo y yo sólo lo puse en su lugar —rió divertida.

—¡He! ¡Kagome! —sintió un escalofrío invadirla. Sango la miro divertida, mientras ella miraba con fastidio para otro lado—. ¡Estas como para comerte!

—Por dios InuYasha. Tus cumplidos cada vez son más patéticos.

—¡Kagome! —la regaño Sango.

—Lo siento —miro al chico disculpándose mientras ponía los ojos en blanco.

—No te preocupes. Ya estoy acostumbrado. Entonces ¿Vas a salir conmigo? —sonrió coqueto mientras le pasaba su brazo por el hombro.

—¡Ya te dije que no! No tengo tiempo. Y eres un crió.

—Ni que tú fueras muy vieja Kagome. ¿Sí?

—No. Y es mi última respuesta.

—¡Chao tórtolos!

—Hasta luego Sango. Anda será estupendo —le susurro en el oído. Está se ruborizo, su piel se había puesto de gallina. Por un momento lo vio sonreír, sintió su orgullo herido así que fue casi corriendo a la siguiente clase.

—¡Higurashi y Taisho! Ustedes harán grupo. Espero ver que logran hacer para el proyecto de fin de mes.

—¡¡Que!! No esto debe ser una maldición —gimió tapándose la cara en un gesto exagerado. Mientras intentaba golpearse la cara con un cuaderno.

—No exageres Kag, cualquiera diría que te ahogo —está lo miro torciendo los ojos—. Entonces ¿nos vemos después de la universidad?

—No.

—¿Y cómo planeas que hagamos el proyecto?

—¡No sé!! No tengo tiempo para ir a tu casa —esta puso mala cara e InuYasha la miraba sin comprender.

De cierta forma, le estresaba su horario. Los exámenes pronto comenzarían, tenían el proyecto y el serio hecho de que no podía faltar al trabajo.

—¿Por qué? —pregunto InuYasha.

—Olvídalo. Estos días que salimos temprano nos vamos directo a tu casa. Pero a las seis me estoy yendo.

—¡Claro, era eso lo que querías ocultar! —Kagome palideció—. No querías que supiera que tu mamá te regañaba si llegabas tarde.

—Claro, claro. —Ojala y fuera eso. Como se nota que no tienes muchas responsabilidades InuYasha…—suspiro cansada.

*** ​

—¿Te muestro mi casa? —le pregunto sensual mientras le colocaba las manos sobre la cintura.

—¡Claro que no! ¡No tenemos tiempo! —se sonrojo un poco, pero luego siguieron a un especie de estudio. El lugar perfecto para trabajar. De camino a la casa habían comprado todo los materiales.

Para su sorpresa InuYasha era muy hábil. La ayudaba y compaginaban muy bien. A las cinco y media Kagome comenzó a dar vueltas.

—¡Ya me tengo que ir! —susurro mientras recogía sus cosas.

—No te vallas Kag. Llama a tu madre, dile que te quedaras más tiempo.

—¡No! ¡No puedo InuYasha! Tú no entiendes. Gracias por los panecillos —se acerco hasta él le dio un beso en la mejilla y se fue, sin darle tiempo a reaccionar. Bajando las escaleras se topo, con el hombre de la otra vez. En esta ocasión llevaba una gabardina y un maletín tenía aspecto cansando.

—¿Has venido a emparejarle la boca a Miroku? —se paro de golpe frente a él. Su cara se puso roja como un tomate, y como una niña miro hacia otro lado.

—No. Me ha tocado hacer un proyecto con InuYasha. Lo siento, pero ¿cuál es tu nombre? La otra vez…

—Sesshoumaru —la interrumpió en medio de su balbuceo.

—Lindo nombre, Sesshoumaru —sonrió y lo miro embelezada un momento. Cuando reacciono salió casi corriendo—. ¡Lo siento! Me tengo que ir —y dispara salió por la puerta.

—Te llevo.

—¡No!!! ¡¡Lo siento!! En otra ocasión —de cierta forma le daba pena que supieran que trabaja en un bar. Mucha gente no veía bien esas cosas. Creía que todas las de esos medios se acostaban con los clientes. Es cierto, pero ese no era su caso. Y lo mejor para ella, era mantenerlo en secreto. Tal vez era tonto, pero era su triste realidad.

Se sentó en la parada del autobús, la estación del metro estaba muy lejos y era peligroso. Esperaba que en algún momento la camioneta pasara o llegaría muy tarde. Daba gracias de que por lo menos se había traído el uniforme.

—¡Por favor autobús pasa!! —gimió exasperada. Faltaban veinte minutos para que comenzara su hora.

—¿Estás segura que no quieres que te lleve? —se sorprendió al verlo serio e imponente en su carro. Era el mismo BMW negro de la otra vez. Miro el reloj y un poco dubitativa se monto en el auto.

—¡Por favor! No le vallas a decir a nadie, sí —el la miro con el seño fruncido—. Cruza a la esquina, dos cuadras más arriba doblas en el semáforo y me dejas en el bar de la quinta avenida —en ese momento no pudo mirarlo. Se sentía tonta y avergonzada, de que él supiera que trabajaba ahí.

—¿Eres nudista? —lo miro frunciendo el seño—. ¿Camarera?

—Sí.

—¿Por qué no quieres que nadie se entere? —a pesar de que seguía con su mirada fija en el camino, sintió como le echaba unas miradas de vez en cuando.

—Porque la gente estirada como ustedes, desvalorizan a las personas humildes como yo. Porque mientras ustedes van a las Vegas y compran en Miami. Yo tengo que cuidar de dos hermanos y seguir estudiando.

—No te tengo lastima —susurro él. Es cierto que se veía que era humilde. Las veces que la había visto siempre usaba jeans, una camiseta negra con letras doradas o plateadas, y unos convers. Le encantaba como lucía su cabello revuelto y el flequillo lizo. La curvatura de sus labios cuando se fruncían—. Eres en pocas palabras, perfecta. Una belleza sin igual. No te dejas amedrentar y sales para adelante. Ay pequeña lastima que mi hermano se fijo en ti. —en eso la miro. Sus facciones estaba relajadas, se veía claramente su nariz perfilada y respingona, los labios abultados, deseables, tentadores—. Si tan solo pudiera besarte. Que ridiculeces pienso.

—No espero que me la tengas. Creo que de ti, eso nunca podría tolerarlo —el la miro sorprendido—. Pareces alguien diferente. Te impones, tienes tus actitudes de ricachón, pero en el fondo. Sé que eres una buena persona. Cuando te veo, veo alguien que juzga a las personas por lo que son, no por lo que tienen —hubo un silencio y llegaron, él aparco cerca de la entrada—. Gracias por traerme —él la miraba aún aturdido por sus palabras. Su perplejidad aumento cuando la chica se le acerco, y le dio un cálido beso en la mejilla.

—¿Qué es esto que siento? —pensó tocando su pecho. Su corazón latía desaforado y su mejilla aún estaba caliente por los labios de ella.

 

Re: Gallardía: La historia de mi vida.

Pan-chan: Me alegro que te guste. Y sí, InuYasha está bastante meloso. Lo de Sesshoumaru, supongo que de todas formas su actitud aquí también es más madura. O piensa que ella gusta de su hermano.

Blackrose18: gracias. Que chimbo que no te guste.

Capitulo IV​

¿Nos entrenas?​

—¡Kagome! —corrió Sango al ver a su amiga—. Te perdiste ayer todo el día. ¿Dónde estabas?

—En casa de InuYasha —suspiro exhausta.

—¡¡Eso!! ¡Estás cuadrando con Taisho!! —se rió Sango. Robándole un tierno sonrojo a Kagome.

—No creo amiga. InuYasha aún es muy inmaduro.

—Pero no está mal que tengas novios Kagome. A veces pienso que estas muy sola.

—¡Claro que no! Te tengo a ti, a Souta, Rin —Sango la miro con el seño fruncido. Está suspiro y se largó a hablar—. Sanguito. Tú mejor que nadie, sabes lo complicada que es mi vida. Una madre drogadicta. Dos niños que criar, una familia que mantener. El caso de Phil. Dime ¿qué ves tu de atractivo en eso? Puede que yo le guste, pero es solo algo superficial, y yo no tengo tiempo para perder. Cuando viera todo el royo, saldría corriendo a la primera.

—A veces olvido, toda la responsabilidad que tienes Kagome —un poco triste la abrazo—. Sabes que siempre cuentas conmigo, ¿verdad?

—Lo sé. De verdad agradezco tu amistad —ambas sonrieron y se fueron a la biblioteca a hacer los deberes. A diez para las tres llamó Rin a Kagome.

—Hermana…Hermana…¡¡Necesito con urgencia un favor tuyo!! —chillo desesperada la voz de la adolescente –su hermana-.

—¿Qué necesitas Rin?


—Nos han puesto un concurso de baile, y dicen que no pueden contratar coreógrafos –los que tienes dinero- claro ¿Quién mejor que tú y Sango? Para eso del baile.

—Bueno en lo que lleguemos a la casa, te monto la coreografía.

—¡Este! ¡Kag! Hay un pequeño problema. La casa es muy pequeña y tengo que ir a la casa de Ayame.

—¿Ayame qué?

—Ayame Taisho. De verdad, ellos son de buena familia. También están Kohaku, Souta su novia Hitomi, y por su puesto yo.

—Esta bien. Yo te paso buscando con Sango y vamos a su casa.

—¡Sí!! Te quiero hermana. Se los dije, sabia que iba a decir que sí —fue lo único que escucho antes de que la pequeña trancara el teléfono.

—¿Qué paso? —pregunto curiosa Sango, mientras resolvía unas inecuaciones.

—Rin necesita de nuestros expertos servicios de baile —rió mientras guardaba los cuadernos.

—¿Ahorita?

—Ajá. Vamos a ir a casa de los Taisho. ¿Estás segura de que puedes ver a Miroku? —susurro sintiéndose mal, por poner a su amiga en esa disyuntiva.

—¡Claro! Lo veo todos los días. Además él no vale la pena. Me contó sobre su famosa prometida. Me dijo que no podía dejarla. Y obviamente si no puede dejarla, es que no me ama lo suficiente —cuando termino todo esto su voz se partió y agacho la cabeza.

—Tranquila Sango. Sé que lo superaras, tú eres una mujer muy fuerte e independiente. Lo que no te mata, siempre te hace más fuerte.

—¡Gracias Kag! —se abrazaron con más fuerza y se dirigieron rumbo a la High School de Rin y Souta; que era por cierto, una institución bilingüe. Cuando llegaron todos los esperaban. La pequeña amiga de Rin –Ayame- era muy amable, una dulce pelirroja. Los Taisho si que son una enorme familia.

—Entonces. ¿No vamos? —pregunto Kagome.

—Sí. Ya nos vinieron a buscar —Sango y Kagome se miraron extrañadas. Hasta que una TAHOE negra se estaciono frente a ellos. Al bajar el vidrio y ver la cabellera argenta, ya sabía de quien se trataba.

—Sube tranquila, yo voy adelante —Sango la miro extrañada—. Ya lo conozco —está se relajo y subió. La mayoría de los niños iban a tras, que eran atendidos por Sango.

—Acaso eres el chofer —rió divertida mientras elevaba una de sus cejas.

—No. Ayame me ha venido fastidiando con esto desde hace una semana.

—Así que ya sabías.

—No. No sabía que eras tú, la que las iba a enseñar. Al parecer haces de todo —esta lo miro de mala manera. Se había ofendido claramente. El doble sentido de sus palabras la había molestado. En todo el camino a la mansión no le volvió a dirigir ni la mirada, ni la palabra.

—¿Qué se cree el muy imbécil? Claro. Ya sabía yo que no podía darle mucha confianza. Aunque solo él y yo nos entendimos. Tampoco lo dijo tan mal. ¡Ash! Es un tonto, y no pienso seguir discutiéndolo —en su propia mente gimió—. ¡Me estoy volviendo loca!

Al llegar todos bajaron corriendo. Ayame los había guiado a un cuarto con espejos y una barra. Muy parecido o mejor dicho igual a los de los estudios de danza. Además del escandaloso equipo de sonido, todo marchaba bien.

—¿Han pensando que música quieren bailar? —pregunto Kagome sentándose en el piso, mientras comenzaban a calentar.

—Puede ser una de Reggaeton —aporto Hitomi. Era una chica bastante tímida, había sido la novia de Souta de toda la vida. Una linda azabache de pelo corto y ojos verdes.

—No. Todas van a bailar eso. Nada de música erótica. Normalmente el jurado evalúa más cuando se sale de la rutina —siguió Sango.

—¡Ya sé! Pueden bailar una de Mermelada Bunch —todas la miraron extrañadas—. Sí. Souta la tiene en su I-pod —rápido lo saco de su bolso y lo enchufo al equipo.

Todo en mi vida ha cambiado
Las cosas en mi mundo
Ya no, no son igual
Esta historia o este cuento
Ha quedado en el pasado
No lloro de tristeza, lloro de felicidad
​

[FONT=&quot]
La música comenzaba bastante lento. Dando tiempo de que se agruparan y acomodaran. Pronto para la segunda estrofa la música comenzó a ponerse rápida. La típica de un rock en español y bastante pegajoso.[/FONT]Y es que te has ido de mi ladoMe has dejado abandonadoYa no me da pena decirQue no me molestes másVete de aquí, echa pa' alláDéjame solo que me voy a rumbear

Ambas chicas –Sango y Kagome- hacían los pasos y los demás lo seguían. Primero fueron con las chicas y luego los varones. Agradecía que todas fueran flexibles. Incluyeron en la coreografía varias piruetas. A las seis, dejaron de ensayar.

Salgo a la calle
Y nadie me esta molestando
No tengo preocupaciones
Nadie me esta vigilando
Ron, Mujeres y Fiesta
Mi vida está gobernando
​

Para sorpresa de todos un chofer llevo a la mayoría de los chicos. Mientras que Sesshoumaru había llevado a Kagome.

No importa que llegue tarde
No tengo cuaima
Que me este peleando
​

—Se te está haciendo una costumbre siempre llevarme —susurró un poco incomoda. Se sentía tonta, aún recordaba lo que él le había dicho.

Hey, Epa mujeres
Vénganse pa' ca
No tengo cuaima
Que me salga a vigilar
​

—Dije algo que no debía cuando íbamos rumbo a la casa —su voz era fría y tranquila.—Así que sí se dio cuenta —¡hmm! —fue lo único que pudo murmurar.[FONT=&quot]—¿Por qué nunca te has besado con InuYasha? —Kagome que estaba tranquila se atraganto con su propia saliva.

[/FONT]

Esa mujer ya no me esta molestando
Vengan la rumba
Ya esta comenzando
​

—¿Por qué tendría que hacerlo? —pregunto consternada.

—Son de edades contemporáneas. Él parece siempre estar encima de ti —la miro de reojo intentando grabar sus gestos. Tenían la cara compungida. Los labios levemente apretados y parecía muy desubicada.

—Somos amigos. Es cierto que el me atosiga. Pero nunca podría cargar con el peso que conlleva tener una relación conmigo —él la miro de reojo. Sabía muy bien que la vida de la chiquilla no era fácil.

—¿Qué edad tienes? —pregunto frío al llegar a la entrada del bar. A pesar de que sabía que era muy lujoso, no sabía como la joven podía seguir ahí. Le preocupaba en demasía.

—Diecisiete años —él volteo a verla rápidamente con los ojos bien abiertos.

—¡Diecisiete años! Eres una pioja —aún no lo creía. Sabía que era joven pero no tanto. InuYasha tenía veinte, nunca pensó que tendría diecisiete—. No es mayor de edad ni siquiera —se paso las manos frustrado por el cabello—. No deberías de estar haciendo todo esto. Tendrías que estar festejando, haciendo lo que las chicas hacen.

—No tengo tiempo para eso —rió divertida al ver su cara de asombro—. Gracias de nuevo, Sesshoumaru —éste tomo ventaja y la tomo de la barbilla. Rozó suavemente sus labios contra la tersa mejilla.

—Cuídate.

—Sí —gimió casi. Rápidamente se bajo con un furioso sonrojo.



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Bueno, espero prontos sus comentarios chicas. La canción que está de fondo es de Mermelada Bunch -Me liberé.

 

Re: Gallardía: La historia de mi vida.

Pan-chan: Sí es simple. Me agrada que te guste. Con respecto a los errores ortografìcos, no los menciones, cuando los veas los citas y me corriges, para así poder ver en qué estoy fallando, gracias.

windmiko: Que bueno que lo vallas a seguir leyendo. Es un honor. :)

Kotono: Sí. No digo que no sea repetido el tema. Pero quise hacer uno donde Kagome no siempre ande llorando. Siento no haberte dicho, no me gusta hacerme propaganda :S

Barbie Girl: XD Siento no poder complacerte. Sí te fijas InuYasha queda inmaduro para Kagome. Me gusta la pareja InuXKag, pero no soy muy dada a hacerlas.

Capitulo V​

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La burbuja explota.​

​

Los días habían pasado y llego el fin de semana. Todo el viernes y parte del sábado había sido estudiando. El chofer de los Taisho iba a buscarlos a la casa y los traía temprano. Kagome había grabado un video, y no había tenido que ir más a los ensayos. Excusándose con que tenía exámenes para los que estudiar, cosa que no era mentira.

Justamente el día de la presentación de Rin era un martes. Podría ir tranquilamente. Una semana después sería la presentación de la maqueta –proyecto- habían decido hacer la edificación de un edificio. La maqueta estaba casi terminada, pero faltaban los planos.

—¡Muy bien chicos! Lo hacen perfectamente —los felicito Kagome y Sango al ver como terminaban la rutina.

—Es cierto. Les ha quedado maravilloso —casi lloraba Sango. Fue y abrazo a Kohaku, que era su hermano y obviamente también becado.

—¡Gracias a ustedes chicas! —Chilló emocionada Ayame—. Ahora les daremos una lección a esas engreídas.

—Sí. —la apoyo Rin. Kagome las miro con el seño fruncido—. El grupo de Kanna se mete con Ayame y con nosotros porque dice que se la pasa con puros becados. Que un día de estos, será igual que una vil callejera —chilló apretando su puño.

—¡Dios! Claro que no. Lo que pasa es que ella es un estupida descerebrada. No sabe lo que dice ignórala.

—Sí. Eso es lo que hacemos, y es lo que más le duele —rió divertida Hitomi.

—Ni que decir de Hakudoshi. Ese niño es el diablo —gimió exasperado Kohaku.

—Sí. Pero le dimos su buena tunda —recordó cuando se había metido con ellos y había salido perdiendo. La directora siempre había sido muy objetiva y le había prometido a Kagome la protección para sus hermanos.

—Oigan si ya terminaron por qué no vamos al cine —propuso InuYasha llegando con unas limonadas.

—¡Sí! —gritaron los más pequeños. Kagome sonrió y lo aprobó, en ese momento bajo Miroku también.

—¿Por qué celebran sin mi? —sonrió abrazando a Ayame, que resultaba ser una prima de ellos.

—Vamos al cine ¿Quieres venir? —lo invito InuYasha.

—Sí. Si eso no incomoda a Sango —éste la miro y la joven se sonrojo. Pero su mirada triste se percibió.

—¡No! No tengo problema —todos fueron tranquilos. Los Taisho habían pagado las entradas y todo paso sin resaltar nada importante.

El martes en la mañana. Todos estaban en el liceo. Los estudiantes se agrupaban y el concurso comenzó. Ciertamente Sango había tenido razón. Los grupos con bailes eróticos habían sido descalificados rápidamente. Lo que trajo la rabia de Kanna. Su baile había sido muy subido de tono.

Para el final de la tarde solo quedaban cinco grupos. Entre ellos el de Rin.

—¡Y ahora! ¡El momento que todos esperaban! ¡En el tercer puesto…!!! ¡Tercero seis!! —grito el hombre mientras el grupo gritaba y se abrazaban. Por lo menos habían quedado de terceros.

—¡En segundo lugar…!!! ¡¡Tercero dos!!! —las chicas gritaron –el grupo de Rin—. Bien hecho chicas. Y las ganadoras y por cero punto cinco de ventaja ¡¡¡Tercero siete!!!

—¡Bien hecho! —los abrazó Kagome. Los chicos parecían desanimados.

—¿Por qué no quedamos de primer lugar? —chilló Rin.

—No importa. Por lo menos nos reímos y le dimos una paliza a Kanna —rió Ayame mientras la abraza.

—Sí, tienes razón —y emocionados se abrazaron todos. Ese mismo día Kagome los invito a comer helado, que a la final lo terminaron comiendo en casa de los Taisho.

—Sí. Tuvieron que haber visto su cara tío InuTaisho —contaba emocionada Ayame.

—Que bien —reía al ver contenta a su sobrina. En ese momento el teléfono de Kagome sonó.

—…Kagome…hija…ayúdame…—Kagome asustada salio lo más normal posible fuera de la vista de todos.

—¿Dónde estás mamá? —pregunto mientras oía las risas de unos hombres y unos gemidos.

—…En casa Phil…ayúdame… —en ese momento la llamada se colgó.

—…Mamá…—su corazón latió desbocado. La cara se le puso pálida. Sentía su corazón latiéndole en la cabeza. Cuando iba a retroceder se topo con un cuerpo duro.

—¿Te llevo?

—Sí —ambos salieron sin que nadie se diera cuenta. Todos estaban entretenidos riendo—. Sesshoumaru —llamó su atención—. Por favor, por nada del mundo. Pase lo que pase, puedes comentar o decir nada a nadie, de que lo vas a ver —el la miro extrañado.

—¿Qué esta pasando Kagome? —se sintió incomodo al ver la cara pálida de ella.

—Nada bueno. Aquí vas a ver por qué no puedo tener nada con tu hermano —no supo por qué esas palabras lo lastimaron. Cuando aparcó el carro, podía escuchar unos llantos, gemidos y risas—. ¡Quédate en el auto! —le grito de tal forma que le impido pararse, por unos momentos.

Vio como iba detrás de la casa y regresaba con bate de aluminio. Abrió la puerta de golpe y vio su cara contraída.

—¡¡Maldito!! —le grito Kagome. Su madre estaba llorando. La imagen había sido más fuerte que muchas otras. Estaba completamente desnuda, bañada en semen y con dos tipos entrando en su intimidad. Mientras que Phil la tenía callada con su miembro metido en su boca, mientras la golpeaba.

—¡He Kagome! ¿No quieres unirte? —le dijo con sarcasmo. Ese fue su detonador. La rabia la invadió. Tomo el bate y con furia se lo estampo contra la cabeza, tirándolo contra el otro tipo. Saco a su madre de golpe y blandió el bate contra el otro desgraciado, dándole en la ingle.

—¡Te juro maldito que hoy te mato! —grito. Sesshoumaru reacciono rápido y entro. Dos tipos estaban inconcientes mientras veía la sangre salir de su cabeza. Llamó a la policía.

—Sra. Higurashi —chillo al verla tirada llorando en el piso, desnuda. La tapo con su saco y la llevo lejos, sentándola en el auto.

—¡¡Esta es la última vez que te veo en mi casa!! —la ira la controlaba. Tomo el bate y obligo a Phil a sentarse en el. El hombre grito de dolor al sentir como el bate le desgarraba el ano, un hilillo de sangre broto de su trasero—. ¡Dime! ¿Te gusta? —le grito mientras lo golpeaba.

—¡No! ¡No! ¡Para Kagome! ¡Para! —le gritaba el hombre. Pero ella no reaccionaba. Lo seguía golpeando. Sus ojos estaban bañados de lágrimas.

—Te haré pagar por todo lo que le hiciste a mi madre —cuando estuvo a punto de reventarle una silla Sesshoumaru la detuvo y llego la policía. Miraron la escena perplejos, pero esta vez si levantaron cargos, por violación, irrupción al hogar, etc.

—Tranquila pequeña —ella lloraba sin cesar. Los espasmos invadían su cuerpo haciéndolo temblar. Sonomi había sido llevada al hospital. Sesshoumaru no se había despegado de ella. Sintió tanto terror al verla en ese estado. Desecha, herida y cegada por el odio. Nunca pensó verla de esa forma.

—¿Cómo has podido pasar por todas estas cosas? —cinco horas tenía llorando. Parecía que todos los años que no se había derrumbado le pasaban factura. Llamo a la casa de su padre y dijo que Kagome había autorizado que todos se quedaran haya. Obviamente éste no la llevó. La condujo hasta su departamento; donde la cambio y se acostó con ella cuando cayó profundamente dormida. Agotada de tanto llorar.

—¿Qué va a pasar contigo, pequeña? —pensaba mientras le alisaba los cabellos. En la mitad de la noche, ella se le recostó en el estomago, inundándolo de su fragancia, y arrastrándolo a los brazos de Morfeo.

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Y aquí el final de capitulo. Espero les guste. Dejen post, please.