Mayra abrió los ojos sintiendo una pesadez tremenda, al sostener la mano en su cabeza se encontró que esta tenía una magulladura en la zona parietal, observando aquel lugar oscuro donde estaba completamente desconocido para ella se intentó levantar rápidamente pero una cadena acre llena de herrumbre le abrazaba la muñeca provocando que se la torciera al levantarse, luego de desesperados intentos para librarse de ella con varias yagas rosadas en su mano se levantó con lentitud y precaución con la intensión de salir de ese lugar. Entre el leve sonido de las goteras y las torcidas siluetas que la escasa luz forjaban entre la obscuridad logró percatarse de aquella persona que se dirigía hacia ella, sin embargo la fuerza que este ejercía superaba por mucho la que ella podía poseer, derrumbándola y cayendo sobre ella reveló su identidad, aunque más viejo, acabado y enloquecido era su profesor, aquel que tenía en bachillerato y le había otorgado cierto gusto por las matemáticas y por su personalidad tan accesible y sus ganas por enseñar. Hoy en esos ojos llenos de malicia no quedaba un mínimo ápice de eso, aterrada se levantó sin mirar atrás resbalando entre los escalones de madera húmeda y rancia que conducían hacia exterior logró escapar librándose apenas de los arañazos desesperados de aquel hombre que gruñía intentando alcanzarla. El escenario de afuera era mil veces peor, digno de una pesadilla forjada en una noche lluviosa, la bella metrópoli llena de vitalidad y movimiento que conocía hoy era un paisaje seco, destrozado y siniestro con edificios caídos, victimas de incontables desastres, algunos estaban en llamas, otros eran parte de una inundación, en otros podían escucharse los gritos y lamentos de las personas que residían en ellos contra su voluntad. Con un hueco en el estómago, mareos y desasosiego avanzó hasta su hogar esperando encontrar consuelo, sin embargo apenas entrar a su calle se dio cuenta que era imposible que fuese así, entre la acera agrietada caminaban lentos y apesadumbrados, criaturas sucumbidas que al notar su presencia acudieron al llamado de su hambre, para su terrible suerte los rostros dibujados entre esos rasgos desesperados de ferocidad, no eran otros que su familia y amigos; atrás habían quedado los recuerdos que la vinculaban a ella y hoy solo obedecían a su voracidad como un amo insaciable, ella pegando un grito corrió hasta una casa próxima y se encerró allí sollozando con las manos en su rostro, pensando que ya nada podía ser peor. Los cimientos de la casa donde se encontraron comenzaron a temblar, crujían desprendiéndose mientras eran arrancados por una fuerza imparable que la arrastraba a ella también, luces parpadeantes de un enorme platillo volador surgían en el tormentoso cielo; ella era aducida. De nuevo en la oscuridad temblaba fatigada por demasiadas sorpresas, sintiendo que en cualquier momento sus fuerzas la abandonarían y se entregaría su tortuoso destino sin chistar. Sin embargo faltaba una más, un rostro familiar aparecía entre las tinieblas, sus ojos grandes color gris, sus cabello rizado y ese mentón, era Brandon el chico de sus sueños que llevaba soñando tanto se le declarase, se aproximó a ella como su fuera a besarla, un halo de luz, uno pequeño entre tanta oscuridad, más era parte de cruel falsedad, pues arrancando el rostro que no era una máscara, mostraba un rostro horroroso de múltiples ojos y un verde enfermizo y viscoso. Evangelina miró a su amiga cortando su imaginación de pronto, con un gesto un tanto indescifrable que combinaba fastidio, burla y diversión, suspiró dando el último trago al capuchino que portaba en su mano derecha y lanzó luego el recipiente vacío a la basura. — Mayra… — murmuró, pasó su palma por su rostro y se la recargó en su barbilla dando golpecitos en su mejilla — ¿y todo eso va pasar si no entregas la tarea hoy verdad?... — Bueno pues… — El maestro se volvió loco secuestrador, yo soy un maldito zombi, junto con el loco de tu hermano menor y tus padres y ¡Brandon! ¡Brandon! es un extraterrestre. El chico escuchaba su nombre y volteaba desde la última fila, la chica le cubría la boca a su amiga y pellizcándola, ella la mordía. — Bueno es que en el futuro podría equivocarme en algún calculo, fabricar una maquina mal, está la usarían en genética, eso crearía superhumanos que luego se infectarían, surgiría una plaga zombi…¿y si también la usan en animales? ¡Oh dios, el planeta de los simios!... — Mayra, Mayra, Mayra, tranquila, le estas jalando el cabello a Jaqueline que esta frente a ti. Efectivamente, delante de ella usa chica pelirroja la miraba hacia atrás, asustada. —No, ya verás que no ocurre nada. —Señorita Mayra, su tarea — indicó su maestro detrás de ella. —Emmm profesor, ayer la olvidamos en casa de Jaqueline, ¿verdad? — afirmó Evangelina, la otra chica enseguida dijo que si — ¿podríamos dársela por la tarde?. — Tienen mi correo ¿no?, me lo envían en el transcurso del día y les califico — le dijo y avanzó. — Mensa — sentenció Evangelina golpeando a su amiga. — Bien, bien exageré… — Muy bien chicos, saquen su juego de geometría —señaló el maestro. Mayra tomó su mochila y revisó entre sus libros. En el momento que ella presionó su puño abriendo sus ojos como platos, el tic en el derecho apareció y comenzó a hiperventilarse su amiga comprendió que todo comenzaría de nuevo. — Tal vez puedas ser un vampiro o algo así, Jaqueline.
Vaya imaginación de Mayra, pero conozco a alguien que es justamente así. De un pequeño problemilla saca uno más grande y de ahí una enorme variedad de sucesos que al final todo termina en un Apocalipsis. En particular me divierte mucho escucharle, porque sabe también cómo contarlo. Así que Mayra me lo recordó. En fin, por un momento en el inicio creí que todo lo que estaba viviendo la chica sería real, pero qué bueno que todo es producto de su activa imaginación.
Muchos dicen que yo soy así:B, pero nah no, como siete puntos menos, pero a tu amiga le vuelve como a ella con el juego de geometría?. Gracias por leer como siempre Marina.
