Lucas Diamond Lo que presenciamos fue algo grotesco. Los Darkrai no dejaban de atacar, pero pudimos con ellos. Y cuando todo parecía que había acabado, en realidad, no había hecho nada más que empezar. El Darkrai original, con ayuda del enmascarado, lanzó de nuevo su flecha. Aquella mortal flecha que atravesó a Raiden, en un intento de eliminar a Alpha para siempre. Esta vez, al igual que aquella, un sacrificio fue necesario. Alpha del futuro, con valentía, protegió a su versión del presente, interponiéndose en el camino del ataque. Gritamos todos, presos del pánico, y paralizados por el repentino ataque. Aprovechando ese momento de estupor, el resto de Darkrai se nos abalanzaron, lanzando pulsos umbríos y golpeando a todos los holders del futuro de diversas formas. Lucas se encontraba agarrado por el cuello, siendo asfixiado por uno de ellos. ¿¡C-cómo demonios íbamos a arreglar esto!? ¿E-estábamos todos condenados a morir ahí...? Una sonrisa se dibujó en el rostro del Alpha del futuro, perceptible en la distancia. No supe que llegó a decir, o hacer, pero lo siguiente que vi fue la lanza que lo había atravesado ensartando el cuerpo de Darkrai. El legendario cayó al suelo, ipso facto, y todas sus versiones de otras épocas comenzaron a esfumarse, dejando al resto de nuestros amigos libres. Respire profundamente, y acudimos todos a socorrer a Alpha. Fue muy tarde; había perdido demasiada sangre y su energía se esfumaba por segundos. Minutos más tarde, nada de su testarudez quedaba en aquel cuerpo inerte. Lloramos, todos y cada uno de nosotros, impotentes. Juré que aquel enmascarado nos las pagaría. Sin embargo, al menos, y pese a las numerosas pérdidas... No todo estaba perdido, ¿no? Habíamos conseguido defender el refugio. Volvimos a la base, a un lugar seguro, donde todos podríamos recuperarnos de las duras batallas, cuando las tropas se hubieron replegado. A-al fin algo de paz. O eso pensaba. Lucas seguía intranquilo, sin poder explicar lo que había pasado. Un enmascarado había cambiado el futuro, y poseía a Celebi, ¿cómo era eso posible? Pero el mayor enigma que atormentaba a mi versión futura no era ese, sino... ¡Necrozma! Fue entonces cuando Lucas cayó en la cuenta. Si no estaba aquí, eso significaba que habría ido a otro sitio. ¡El refugio de lienzo corría peligro! Cuando pudimos reaccionar fue demasiado tarde. Una gran explosión retumbó por toda Galeia, procedente de aquella ciudad. Necrozma se nos había adelantado. ¡Maldición! Salimos raudos de allí, hacia la ciudad, para socorrer a las víctimas y proporcionar apoyo en combate. Fue en vano. Al llegar, solo pudimos ver un paisaje desolador, la ciudad estaba destruida y calcinada. Todas las personas que allí había fueron... Asesinadas. Por Necrozma, aquel diabólico Pokémon. Pudimos ver, un único rastro de vida allí, que se acercaba hacia nosotros cojeando levemente, habiendo perdido un brazo. I-Ian y Slaking, cargando una bolsa. El Pokémon se desprendió de esta, dejando escapar todas las pokéball que había en su interior, sin fuerzas. Sus últimas horas de vida fueron empleadas en proteger todos aquellos Pokémon que trajimos con nosotros, que estaban a salvo. Ian, igualmente malherido, no perdía aquella sonrisa socarrona. No pasó mucho tiempo hasta que sufrió el mismo destino que su Pokémon. Ambos murieron allí, tratando de defender el refugio de Lienzo y a todas las personas que allí estaban. De nuevo, la rabia nos invadía, la ira y la pena. Hubert... Él... También estaba en Lienzo. Las últimas palabras de Ian nos aseguraron que se perdió entre los escombros, incapaz de salvarle. Al menos, quería creer, ahora estaría en algún lugar mejor. Él se lo merecía. Abracé a mi versión futura con fuerza, buscando algo de consuelo en aquella situación. Nada más quedaba allí por hacer. Todo estaba perdido. Era hora de volver a nuestro mundo y, una vez allí, seguir luchando por evitar esto. La única buena noticia que nos llevábamos de allí era que, al menos, Irvine estaba decidido a poner todo de su parte por evitar que Haku llegase al poder. Nos despedimos todos, con lágrimas en los ojos, y procedimos a regresar a nuestra época. Lucas se despidió personalmente de mí, recordándome la misión de ir a conocer a Kuima, Claw y Shale en nuestra época. Lo haría, por ellos. Su última voluntad fue que, cuando regresase me llevase con él a Tyranitar. Había sido su compañero desde hacía mucho tiempo, pero seguir allí podía ser peligroso. Si lográbamos cambiar algo, tal vez, desaparecería. Asentí con timidez, y tomando la pokéball del titán. Cumpliría la voluntad del entrenador, y lo cuidaría por él. Y juntos, cambiaríamos la historia.
Emily Hodges Parecía que aquel era nuestro final. Después de todos los esfuerzos que habíamos hecho y de lo mucho que nos habíamos esforzado por salvar este futuro... todo parecía haber llegado a su final. Los Darkrai se volvieron a levantar y atacaron sin piedad a humanos y pokémon. Estábamos perdidos, no había manera de escapar de aquello... Hasta que de repente, pude verlo por el rabillo del ojo. El Alpha del futuro había sido asesinado por el Darkrai "original", pero el chico había decidido llevárselo con él. Y con ello, los demás Darkrai también desaparecieron. No pude evitar sentir mis ojos anegándose en lágrimas. Sabía que nuestro Alpha estaba bien, y eso me aliviaba, pero aun si eran las versiones del futuro, no podía evitar sentirme destrozada al verlos morir... no dejaban de ser mis amigos. Pero no tuvimos descanso. Aunque sentimos aquello como una victoria de alguna manera, lo cierto es que estábamos muy equivocados. Habíamos olvidado el detalle de Necrozma y aquello resultó ser fatal, pues volvimos a Lienzo y... todo estaba destrozado. No... no habíamos conseguido nada. El sacrificio de todos... ¿había sido en vano? Sí, habíamos salvado el refugio de Témpera y a las personas de ahí pero... a cambio habíamos dejado el de Lienzo sin protección y ahora... ahora... Ian y su Slaking ya no estaban entre nosotros y Hubert, nuestro Hubert había desaparecido... el mismo Hubert al que yo había pedido venir... por culpa de Necrozma, el que había sido mi pokémon... Apreté los puños, molesta, y me mordí el labio inferior hasta el punto de hacerme sangre, sintiendo como las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos. ¿Acaso no había nada que pudiésemos hacer para arreglar todo lo sucedido? Sentí a Espeon enroscándose alrededor de mis piernas. Lo miré, después a Dragonite y Zeraora. Solté un suspiro que hizo a todo mi cuerpo estremecer, soltando las manos y relajándome. Tras unos segundos de concentración en mi respiración, con los que conseguí además parar el llanto, miré a mis pokémon con una leve sonrisa. —Tenéis razón —murmuré, agachándome para recoger las pokéball que me correspondían, siendo la última la de Necrozma—. Ellos no hubiese querido vernos llorar... tenemos que ser fuertes, ¿verdad? Apreté con fuerza el esférico del legendario antes de guardarlo en su sitio y volver a ponerme en pie. El paisaje era terrible, seguía sintiéndome triste, y sabía que nunca olvidaría aquellas imágenes y a los que habíamos perdido, incluso si no eran de nuestro tiempo. Pero también sabía que eso mismo me ayudaría a tener fuerzas para seguir, porque teníamos que seguir adelante. >>Lo conseguiremos —dije finalmente, en voz alta, hacia los Holders del futuro restantes—. Conseguiremos que este futuro no sea el nuestro y que los esfuerzos de todo no hayan sido en vano, lo prometo —me llevé la mano al pecho mientras decía eso último. Me despedí con la mano del resto y decidí seguir a mis amigos hacia el portal que nos devolvería a nuestro presente. Teníamos un objetivo que cumplir ahí.
Ian Lockhart Todo lo que vino después fue fracaso, tras fracaso, tras fracaso. En un instante, todo se había derrumbado, y el enemigo me aplastó por completo a mí, y a toda la resistencia. Porque antes de que lo notáramos, el refugio de Lienzo había sido completamente borrado. Para cuando llegamos, ya no quedaba absolutamente nada. Necrozma... lo había consumido todo. No solo eso, si no que pronto me enteré que el chico Nikolah no fue el único en haber caído... Alpha, Hubert, y varios pokémon habían caído en combate. Habían perdido su vida para proteger a los demás, y al final nosotros no habíamos logrado cambiar nada. Al contrario, el resultado era cada vez peor. Me quedé absorto en mi mente y, para cuando me di cuenta, ya nos encontrábamos en donde hace nos minutos se encontraba nuestro refugio. Y entonces surgió una breve esperanza... que pronto fue consumida por la desesperación. Mi versión futura y su Slaking salieron como pudieron de los escombros, pero se les notaba profundamente lastimados. El Ian del futuro, de hecho, había perdido uno de sus brazos, y se notaba que a penas podía mantenerse consciente. Lo suficiente sólo para comunicarnos que no habían podido salvar nada, y que, de hecho, el propio Hubert del presente se había perdido entre los escombros. ¿De verdad este era su final? Las versiones del presente y del futuro habían fallecido. ¿Y-Ya no había nada que pudiésemos hacer por él? Apreté los puños con furia, al igual que mis ojos, evitando derramar alguna lágrima. Y entonces, esos dos también cayeron. Era raro verte morir a ti mismo, demasiado para saber cómo deberías sentirte. Era como ver morir a un extraño, a un familiar lejano por el que deberías sentirte mal, pero al final del día, el sentimiento no era genuino. La muerte de los otros chicos del futuro había sido un golpe dolorosamente duro, pero mi propia muerte se sentía tan... ajena. Quizá porque aunque no lo pareciera, jamás me había tenido en demasiada estima a mí mismo. Sin embargo, ver caer a Slaking fue, por el contrario, lo más doloroso que había experimentado en mucho tiempo. Incluso si el de mi tiempo seguía a salvo, ese Slaking seguía luciendo exactamente igual a como lo era antes. Sentía como si mi compañero hubiese muerto; de hecho, eso había pasado. Slaking murió. Y no pude evitar gritar y llorar por él; no le pedí que despertase, que no muriese, ni que no nos dejase. Sabía que se había ido, y que nada de lo que dijese lo haría levantarse mágicamente, peor el dolor que sentía tampoco se iría, y las lágrimas y gritos eran lo único que podían aliviarme. Al final habíamos fallado. Y aquello se repetiría una y otra vez; la próxima vez seríamos nosotros los que sufriríamos ese destino. Mientras Haku y su cómplice tuviesen el control del tiempo, ¿Había algo que pudiésemos hacer? No lo sabía, pero si los dejábamos ganar entonces... no habría nada que hacer. En el futuro eran demasiado poderosos, más de lo que nosotros podíamos manejar. Entonces debíamos derrotarlos en el presente, donde aún no habían amasado tanto poder. Sólo entonces... tendríamos una oportunidad. Hasta entonces, todos seguiríamos muriendo una y otra vez. Y el futuro seguiría siendo lo que acabábamos de vivir, o incluso peor.
