Fukushima Fukushima

Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

Fukushima: castillo

Su cuerpo cansado ahora dejaba paso a una mente lúcida. De blandir sus kodachis a blandir su lengua. Espadachín y diplomático, las dos vidas y las dos caras de Hideyoshi estaban más vivas que nunca.

Los rostros de aquellos que formaron parte de uno de los episodios más oscuros de su vida, estaban ahí. Pero esta era una audiencia, no el tiempo de arrebatos.

—Mi señor—interrumpió, tras hacer una fugaz reverencia de cortesía—, le imploro disculpe la impertinencia del muchacho, lo que tiene de extravagante lo tiene también en habilidades curativas—intentó mediar, restándole valor al comportamiento de Ginko, para después cambiar de tema—. Comprendo su deseo de ver al señor Harima, pero el Águila de Kamakura está más presuroso que cualquiera de nosotros por finiquitar el asunto de Ibaraki, cuanto antes. Esta reunión, sin importar el rumbo que termine tomando, no cambiará un hecho sustancial: Ibaraki caerá, y el clan Mori no podrá impedirlo; ni el diplomático de Fukuoka, ni el asesino sanguinario que yace a su lado.

Se acomodó, y sacudió un poco las mangas de su holgada ropa, todavía algo sucia por el entrenamiento con Kato Harima.

—Qué parte tomará el clan Sato en el destino de Ibaraki, es la cuestión central a definir—miró a los ojos con firmeza del señor—. Ibaraki es una prefectura aislada, atrapada hacia el oeste, hacia el sur, y quedaría encerrada por el norte también si así usted lo dispusiera... o bien podría no tomar partido, y permanecer neutral, lo cual sería entendible. Sea como sea, Ibaraki podría caer en el tiempo que tome al sol amanecer antes de volver a ocultarse, y al este claro, no está más que la costa. Si así lo desearan los detentores de Mito bien podrían escapar a nado—bromeó—. Señor Masao, esto no es una cuestión únicamente de cálculo bélico, es también, materia de honor y justicia, por lo que le hicieron a Ibaraki en el pasado.

"Si es que este señor tiene sentido de la justicia alguno...", pensaba, en la intimidad de sus disertaciones.

 

Castillo
[Sora; Hideyoshi; Misato; Ginko; Gon; Hinata]
[Kaori; Gon Asakura; Rei Asakura]
[Basho Takeshi; Sonoda]
[Masao]

Masao dirigió su mirada a Hideyoshi y sonrió; por un momento pensó que aquella audiencia sería fácil de definir, las palabras de los Asakura no eran deplorables pero palidecían con las de Basho; ahora con Hideyoshi se equilibraban. Incluso Masao soltó una ligera risa ante la sutil broma de Hideyoshi, una bien cubierta de cortesía y política.

—Siempre me ha agradado la prefectura de Ibaraki; cuna de grandes políticos, no fue sorpresa verla caer a manos de un puñado de guerreros. No arruinaron tan hermosa arquitectura que tiene la capital; y mantuvieron sus calles limpias, es una prefectura que vale cada grano de arroz. La pérdida cultural fue lamentable; y sus últimos despliegues de poder de parte del clan Mori me parecieron aberrantes; algo que ya he comentado al señor Takeshi — Masao parecía enfocado en el lado estético de la guerra; algo que podría resultar en cierto sadismo si no se controlaba. Todo esto lo decía mirando a Hideyoshi.

—El señor Takeshi me ha hecho una oferta interesante si uno mis fuerzas a las del clan Mori; y la señora Asakura sólo me tira ideas de paz y absolución a nombre de loa Minamoto; pero no me da resultados inmediatos como los que propone el clan Mori —Agregó Masao para después mirar a Basho —¿Podría repetir su oferta a oídos del señor Soga, por favor?

—El clan Mori se compromete a eliminar de manera inmediata la plaga de bárbaros que tiene Fukushima rodeando sus murallas —La voz de Basho fue fulminante, no tenía un ápice de emoción; cómo si estuviera comentando de la calma marea de aquel día —El clan Mori no hace promesas; cumple sus dictámenes. Y le recuerdo que desafiar al clan Mori es ahora desafiar al Imperio de manera directa.

Masao soltó una risilla; sin ser perturbado por la amenaza. Kaori apretaba los puños con fuerza —Están sugiriendo genocidio, es un movimiento muy peligroso mi señor Sato.

—Pero si ayudarían a eliminar ese pequeño problema que tengo —dijo aun sonriendo —Desde que viven afuera, el olor al entrar a mi ciudad se ha vuelto insoportable. Y roban las mejores cazas de la zona, haciendo que mis cazadores regresen a la ciudad con porciones pequeñas —negó —Está afectando a mi economía y a mi gente. Provocando que crezca el índice delictivo entre mis calles, algo que no existía antes de esos bárbaros.

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