[Fuga del coliseo] palacio imperial

Tema en 'Gladiadores. Rehenes de un imperio.' iniciado por Amelie, 20 Julio 2014.

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    Amelie

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    Vitrion

    Sujetaba fuertemente entre sus brazos a Nixiras; miraba con gran agradecimiento a Ambrosius quien era cargado por Gaius, su más grande hermano. Se levantó con Nixiras en los brazos –Lo has logrado; es tiempo de irnos..– Decía pues sabía que Nixiras había debilitado a tal modo al emperador para que Ambrosius lo rematara.

    Kaito

    Sujetaba con fuerza a Auri quien se veía bastante herida pero viva; ya estaba consciente de la muerte de Hareth, y sin Sorec a la vista eso significaba que Sanguine Frates volvía a estar sin líder.
    Sin dudarlo ni un segundo más levantó su espada al aire y gritó –¡¡¡EGREDERE!!!– Palabra que aquellos presentes conocían muy bien, "escapar" algo que era evidente pues los soldados estaban perdiendo sus formaciones; lentamente esto se volvía un caos.

    Sanguine Frates

    Aquellos que aún podían correr lo hicieron; otros cuantos se quedaron peleando para completar sus venganzas o simplemente para ayudar a ganar tiempo.

    Gaius

    –Sujétate firmemente...–
    Decía hacia Ambrosius del cual recibía poca respuesta, su fuerza se había esfumado, parecía un muñeco de trapo. Gaius lo sujetó aún más fuerte y bajó las escaleras; desvió un poco la mirada y lo pudo distinguir; a pesar de la sangre y tintura sabía que la figura que estaba a lo lejos era la de Iulian, el cual estaba resguardando las escaleras hacia el segundo piso. El corazón de Gaius dió un vuelco –Opelius...– Sabía que el había muerto.
     
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    Bruno TDF

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    Tertius

    El palacio era un caos bestial y dos veces estuve a punto de caer desplomado, por culpa de la sangre que ocupaba grandes porciones del suelo, fresca, caliente, resbaladiza.

    ¡VAMOS, VAMOS, RÁPIDO, NO MIREN ATRÁS!

    Me encontraba cerca de las puerta del gran edificio. Donde veía a alguno de mis aliados, los tomaba fuertemente del brazo y los apuraba para que se retirasen, señalando con el dedo la dirección que debían tomar para ponerse a salvo. Aquellos enemigos que intentaban evitar la huida de los guerreros de Sanguine Frates eran inmediatamente golpeado por las esferas pinchudas de mi mazo; esta vez tenía el cuidado de no romperles el cráneo, simplemente me dedicaba a dejarlos inconscientes.

    Un tipo vino hacia con la espada en alto, listo para cortarme transversalmente. Pero la hoja filoso hirió el aire, ya que, a toda velocidad, aproveché la sangre del suelo para deslizar mi cuerpo, espalda pegada contra el suelo, para escabullirme entre sus piernas. El pobre hombre me buscó con la vista, confundido ante mi fantasmal desaparición. Mis nudillos cerca de su nariz fue lo último que miró antes de caer aturdido.

    Guié otro grupo de hermanos a la salida. Ayudé a trasladar a los heridos, que no eran pocos.

    Tras asegurarme de que el hermanito de la amazonas seguí bien, ahora custodiado por los guerreros, volví sobre mis pasos.

    Fue cuando alcancé a divisar, con gran alivio, la silueta de mi hermano Gaius ¡Y colgando de él venía Ambrosius, pero hecho un estropajo! Al menos se lo notaba ligeramente vivo, lo que me fue motivo suficiente para relajar un poco más la tensión que me oprimía el pecho: ellos no eran las estrellas que habían aparecido de repente en el cielo. Sin embargo, Gaius no notó mi presencia: miraba hacia una ubicación en específico. Leí sus labios: "Opelius"

    ¿Opelius también estaba vivo? Clavé mis ojos en la misma dirección, con gran ilusión... No era él... Sino el niño Iulian... Pequeño mocoso, escapando como una liebre... No podía permitirlo... Empuñé el mazo y corrí en su dirección.

    —¡¡¡IULIAAAAAAN!!! (@Amelie ) —grité, mientras hacía volar por los aires a dos soldados.
     
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    Ana inukk

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    Intente tomar conciencia y pude notar que me cargaban, es mi hermano, al divisar su rostro una pregunta entre cortada sale de mis labios; nada puede ser perfecto y por sus gestos algo no estaba bien.

    ¿Quién murio?
     
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    Alisse Madness

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    Sebastian

    Note que cornelia se estaba devilitando, ¿que deveria hacer?, en ese momento senti un susto tremendo sin saber la causa asi que la tome del brazo y al escuchar aquel grito de Tertius comence a dirijirme hacia el para salir de una vez por todas, despues pronuncio cierto nombre que me hizo frenar repentinamente, eso significaba solo una cosa
     
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    Amelie

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    Tertius

    Un par de guerreros de Sanguine tomaron fuertemente por los brazos a Tertius quien corría en una dirección peligrosa –Olvídalo, avanza o morirás allá atrás– Dijo uno de los que jalaban con todas sus fuerzas al Gladiador.
    Iulian volteó para buscar la voz de quien gritaba su nombre; miró a Tertius rápidamente por su distintivo cabello y sonrió levemente; cerró su puño derecho, extendió sus dedos índice y medio, los cuales besó y después extendió todo su brazo en dirección a Tertius; una clásica señal de despedida.

    Vitrion

    –Opelius...–
    Decía mientras corría esquivando a los soldados restantes por los pasillos
     
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    rapuma

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    Sextius

    La escena lo dejó anonadado; mucho más que la pelea entre Ambrosius, el invicto, contra el emperador Naevius. Esta escena que no dejó de mirar lo cautivo mucho más que otra cosa; había algo de símbolo en esa pelea y en esa muerte.
    Caminó lentamente en dirección del cuerpo que caía sin efectuar su venganza. Sextius observó desde su altura el cuerpo de Marcus, muerto, por manos de la responsable de la terminación de linaje de los hermanos. Sextius, a pesar de ser un gladiador callado, era habilidoso para observar los alrededores; conocía perfectamente lo que había sucedido y la historia que esta muerte ocultaba.
    Pasaron dos guerreros, empujando con los hombros al pasar, pero el gladiador que veía con ojos de compasión a Marcus, el muerto, el herido, el olvidado, y no se inmutó ante el golpe.

    Se agachó ante él y posó sus manos sobre los ojos del caído. Suspiró pesadamente; algo que había aprendido dentro de la Arena era que no todas las cosas salían como uno se las esperaba. -¿Tu último pensamiento fue que no pudiste vengar a tu hermano, Marcus? Pero no es así; y aunque hubieras logrado matar a Cornelia no lo hubieras conseguido. Te he visto mirarte con tu hermano, el compañerismo que se tenían. Y esto, lo que te sucedió… solo el amor puede engendrar tanto odio. Toda tu vida tu hermano mayor te protegió y te has aferrado a eso para intentar vengarte. Le fuiste leal y te apartaste de tu verdadera esencia, ¿verdad? El corazón es traicionero… Por favor, libera tu alma, deja de chapotear en tu remordimiento. Has sido leal y tu lealtad y tu remordimiento casi te han hecho cometer un crimen; volverte a la par de la asesina de tu hermano. Deja tu alma en paz, Marcus. Nadie mató a tu hermano, sino el destino. Nadie es culpable sino él. El amor tiene precio y quien no lo paga corre el riesgo de quedarse pobre. Tú fuiste hermano antes que hombre. Y eso es duro. Que en la otra vida tu hermano siga los consejos sabios, después de todo… yo solo soy un número más en esta encrucijada que se llama la vida. -y cerró los párpados del muerto, sintiendo el peso del mismo en sus hombros: él había abandonado todo lo que conocía por una diferencia de códigos entre su familia y sabía lo que era perder a un hermano.

    Se irguió y comenzó a correr en dirección donde lo hacían todos. Estaba herido, había matado a tanto como pudo... pero sintió que no fue suficiente.
     
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    Escuchar esas palabras que hacian juego con la cara de Vitrion, desencajada por la furia con una mezcla de resignacion e inpotencia imposible de describir; escondí mi rostro en su cuello y como pude le abrace.

    —Lamento no haberlo logrado.— ví como todos se empojaban unos a otros para salir del lugar mientras la guardia veía confundida nuestra retirada, mis hombros empezaron a subir y bajar aunque ni una lagrima saldria de mis ojos.
     
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    Bruno TDF

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    Tertius

    Esbocé una sonrisa irónica ante el gesto del muchacho. Me zafé rápidamente de los brazos de aquellos guerreros y di unos pasos en dirección a Iulian. Antes de que volvieran a recordarme lo peligroso de acercarme a él, me detuve, guardando distancia considerable, pero la suficiente como para lograra ver mis ojos de cazador. Lo señalé con el mazo.

    —¡No podrás escapar de mí, Iulian! —sonreí— ¡Ninguna porción de la tierra se vio librada de mi mirada: conozco cada rincón del mundo! ¡Algún día te encontraré, y darás la vuelta alrededor del mismo cuando te propine una patada en las nalgas!

    Cerré el puño, extendí los dedos mayor e índice. Me despedí del chico besándolos, y me alejé para seguir ayudando a mis hermanos a escapar: no me marcharía de aquí hasta estar seguro de que todos los que sobrevivieron estuvieran a salvo.
     
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    Ana inukk

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    Una voz me hizo exaltarme hasta casi caer de los brazos de Vitrion, Tertius discutia con el asesino de Opelius.

    —No hables de patadas en la nalgas, Tertius que cuando me recupere no podras sentarte o tener decendencia por encontrarte aquí adentro.
    — la amenaza salio de mi alma pero con un deje de humor, hice tal esfuerzo en ella que mis heridas volvieron a sangran con mayor impetud.
    —Mierda— gemí al verla, caudalosa, saliendo de mí cuerpo hasta gotear en el suelo. —¿Todavia tengo tanta?
     
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    Amelie

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    Kaito guiaba a todos los guerreros hacia la salida; todos heridos y bastante agotados. Pero la conmoción del asesinato del Emperador hizo que los soldados se enfocaran en la importante tarea de resguardar a todos los nobles que aún seguían con vida. Encontraron el cuertpo de Acilius y Caelus, lo que alarmó aún más a la legión, necesitaban resguardar lo más importante; a quien podría resultar como el nuevo Emperador de Roma.

    Guerreros aún con fuerza suficiente ayudaban a quienes ya no podían caminar; tomándolos entre sus hombros para correr lo más rápido posible sin dejar a nadie atrás. Los guerreros que detuvieron a Tertius lo guiaron a la salida del Palacio donde un pequeño niño lo esperaba. Los demás Gladiadores estaban abandonando aquel lugar para dirigirse a lo que ellos podían llamar libertad.

    Pero las cosas no podían ser así de sencillas, no.

    Las calles principales estaban iluminadas por el fuego creado por los rebeldes pro-Naevius, aquellos civiles que alguna vez fueron legionarios al mandato del centurión invicto; cerrando todas las arterias principales por donde podían escapar los guerreros de Sanguine Frates.
    Pero piedras comenzaron a caer en los rostros de aquellos que impedían el paso de la resistencia; obreros, carreteros, comerciantes; todos escondidos desde sus casas lanzando lo que pudieran encontrar; las únicas cosas que poseían, cosas que les costó sangre tener; objetos que habían ganado con el sudor de su frente... Todo por defender lo que en verdad era justo.

    Los barrios más pobres comenzaban a apagar todas sus antorchas, quitaron sus carretas de las calles para que la resistencia pudiera ser liberada, a sabiendas de que serían eventualmente castigados por brindar ayuda al "enemigo". Los guerreros se movilizaron por esas pequeñas callejuelas; aquellas donde habían crecido algunos de los Gladiadores, personas que los vieron crecer; personas que miraron impotentes al verlos arrestados, gente que apoyaba constantemente en el Coliseo a aquellos rehenes del Imperio. Gente que había sido cobarde en el momento en el que ustedes los necesitaron; ahora ayudándolos.
    Esa era la poca ayuda que podían brindar, lo único que podían ofrecer a aquellos que habían vuelto a gritar por su libertad...

    –¡Estamos cerca de las embarcaciones! Sólo un poco más...– Gritaba Kaito sosteniedo a Auri entre sus brazos.
     
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    rapuma

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    La locura y la muerte descendieron sobre Roma. Enormes hogueras ardían por todas partes y hedores terribles se mezclaban con la humareda y asfixiaban la ciudad.

    Legiones y Esclavos se han lanzado uno contra el otro. De un lado los romanos, los pro Naevius con un ojo de bronce y su ejército macizo, pesado y efectivo… del otro lado, Sextius, Gladiador de la hermandad. La guerra les llegó a las manos como un pájaro envenenado.

    Y delante de ellos, la masa inmóvil, oscura, erizada de lanzas, separada del ejército real de Roma.

    Sextius empuñó su espada que estaba bañada en sangre y alzó el brazo hacia los cielos, la punta de la espada reflejo una estrella en el cielo. -¡Por la libertad! –gritó, lleno de pasión, de una locura viva que lo quemaba por dentro. Estaban tan solo a un paso de conseguirlo…

    Y se lanzó contra los primeros que encontró; se enloqueció y, aferrando su espada a dos manos, se lanzó entre aquella horda golpeando con todas sus fuerzas.
    Ahora se oía la sangre en el aire y en las espadas.
     
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    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    Todo se habia vuelto un desatre y yo me sentia completamente inutil siendo cargada todavia, pero no podia hacer ora cosa de elevar mis oraciones al cielo por ayuda divina, debemos llegar al final de esto. Puedo sentir al flechas que me quedan el la espalda. Decido que aun en la posicion en que me encuentro puedo lazar flechas a aquellos que intentan impedirnos el paso por esta callejuelas. ¿Cuanto puede faltar para las naves?
     
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    Amelie

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    La gran determinación de todos los guiaban hacia la victoria...
    Las calles comenzaban a desaparecer; sólo algunos puentes y una ciudad a la lejanía eran visibles; todo lo demás era un río desembocando a un mar...
     
    Última edición por un moderador: 24 Julio 2014
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    Bruno TDF

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    Me sorprendí un poco cuando me encontré con el hermano de Nixiras en las afueras del palacio. De alguna manera se había escapado del sitio donde lo dejé resguardado. Pero no lo regañé; es más, me alegró que se encontrara justo frente a las puertas, así la amazonas podría verlo enseguida... ¡Mis partes nobles estaban a salvo! Pasé velozmente a su lado, no sin antes tomarlo de la cintura y hacer que apoyase sus pequeñas piernas sobre mis voluminosos hombros. El chiquillo no decía nada. El silencio parecía ser su idioma... Daba un poco de cosa su impasibilidad...

    ¡Las calles son nuestras! Eso fue lo que hubiera gritado yo de no ser porque un grupo de rebeldes intentó bloquear las vías de escape que nos quedaban... Sin embargo, pasó algo extraordinario, que me dejó ligeramente conmovido: los humildes de Roma se unieron a la batalla. Las mismas personas que me vieron desfilar por la calle principal junto con Kedoku, con aquellas horribles cadenas rodeando mi cuello, aquel fatídico día que empezó mi peculiar travesía por el Coliseo; esas mismas personas que se sorprendieron al verme convertido en un esclavo pero no hicieron nada... Ahora nos brindaban todo el apoyo del que eran capaces...

    El niño se aferró fuertemente a mi cuello, extrangulándome. Mientras luchaba por respirar y evitar que se cayera, me abrí camino junto con los demás... Las naves estaban cada vez más cerca...
     
    Última edición: 25 Julio 2014
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