[Fuga del coliseo] palacio imperial

Nixiras y Naevius

El ataque de Nixiras había dañado demasiado a Naevius; el cual ahora si demostraba emoción; sus ojos estaban completamente abiertos y tenía una sonrisa sanguinaria; a la amazonas no le quedaba mucha energía y los Gladiadores no terminaban de destruir a los centuriones, los cuales habían tenido una suerte impresionante en estos combates.
–¡NIXIRAS!– Gritaba el sangrante Vitrion que seguía en combate.
Naevius juntó sus dos espadas para que el siguiente ataque fuera mortal; el sabía que moriría, pero era un guerrero y no claudicaría jamás de una pelea...
Nixiras sintió algo entre su cintura un fuerte brazo que la lanzó de la vista de Naevius
–A ti alguien te espera después del horizonte...–
Dijo Ambrosius colocando su espada frente a Naevius, tomó esa arma con sus dos manos mientras corría frenéticamente hacia el Emperador "...A mi nadie me espera..." pensaba mientras gritaba –¡AAAAAAHHHHHHHHH!!–
Las espadas chocaron con fuerza, el sonido del metal era atronador; los gritos de ambos eran terroríficos, sangre corría entre sus brazos; piernas, cabeza y abdomen.
Pero sólo uno vencería....

 

RESULTADO
​

El sonido fue atronador; un grito agonizante se hizo presente; y no era el de Naevius.
Ambrosius gritaba descontrolado, como si sus miembros le fueran arrancados uno por uno; sus manos estaban completamente rotas pero aún sujetaban con firmeza aquella espada que lo había coronado victorioso inumerables veces

Contenido oculto

Y de nuevo era así. ​

El cuerpo de Naevius estaba en el suelo con la espada de Ambrosius directamente en el corazón; Ambrosius separó su espada rápidamente del cuerpo de Naevius haciendo que su sangre seescapara de su cuerpo inmesuradamente.



Las espadas de Naevius estaban en el suelo ensangrentadas, sangre de Nixiras; Hareth y Ambrosius.

Ambrosius se levantó y extendió su espada al cielo y gritó a un volumen que toda Roma parecía poder escucharlo.
Los centuriones voltearon a ver la escena y los que peleaban pudieron aprovechar ese momento para eliminarlos por completo.

–EL EMPERADOR HA MUERTO– Gritó Ambrosius antes de caer al suelo de rodillas

 

Contenido oculto

ESOS DADOS ME PROVOCARÁN UN INFARTO!!!

Snif snif

• Aliados
• enemigos importantes
• Sanguine Frates
• Enemigos derrotados
• esquives

• 
  
  Ambrosius= 2 pv
  Gaius= 114 pv
  Píctor= 13pv
  Vitrion= 53pv
  Petro= 12 pv
  Opelius= 109pv
  Auri= 32pv
  Kaito= 67pv
  Hareth= 0pv
  Tertius= 300pv
  Sextius= 28pv
  Sebastian= 210pv
  Brazhan= 300pv
  Cornelia= 127pv
  Nixiras= 6pv
  Laberius= 136pv
  Darius= 289pv
  
  
• 
  Caelus= 0pv
  Naevius= -31pv
  Sorec/IULIAN= 147pv
  Centurión en contra de Laberius= 0pv
  Marcus= 118pv
  Acilius= 0pv
  
  
• 
  Guerreros aún vivos= 63
  
• 
  
  Ambrosius= 2
  Gaius= 2
  Píctor= 8
  Vitrion= 2
  Petro= 11
  Opelius= 1
  Auri= 5
  Kaito= 10
  Hareth= 10
  Tertius= 0
  Sextius= 7
  Sebastian= 7
  Brazhan= 0
  Cornelia= 2
  Nixiras= 2
  Laberius= 2
  Darius= 2
  
  
• 
  
  Vitrion= 0 esquives
  Petro= 0 esquive
  Píctor= 0 esquives
  Gaius= 0 esquives
  Sextius= 0 esquives
  Tertius= 1 esquive
  Brazhan= 1 esquive
  Ambrosius= 0 esquives
  Sebastian= 0 esquive
  Cornelia= 0 esquives
  Nixiras= 0 esquives
  Opelius= 0 esquives
  Darius= 0 esquives
  Laberius= 0 esquives
  
  

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Opelius

"Es tan peligroso… uno de los hombres más peligrosos que he conocido". -pensó el mudo mientras lo observaba, jadeante. Sí. Es peligroso. Y no por su tremenda lanza de coloso o por su velocidad de gato, aunque éstos eran algo temible. No. Lo que lo hacía mortal era su deseo de matarlo. Había tajos en su armadura y la sangre corría libremente. Opelius olía a sudor y a desesperanza, pero una desesperanza asesina como la de un lobo acorralado, eso era el mudo y nada más... debía de matarlo ahora; el último esfuerzo.

Recordó las palabras de su hermano Scato en aquella noche terrible de un pacto de sangre entre ambos; aquella noche que le costó el habla de por vida, aquella noche que demostró lo fiel que podía ser... "Un hombre debe aceptar su destino o ser destruido por él"

Con un alarido de otro mundo, de una bestia enfurecida, Opelius se irguió nuevamente, escupiendo sangre mientras que ríos carmesí bajaban por su cuerpo como un torrente de sangre de pesadilla.

No podía morir aquí. No podía...

 

Iulian

Aquel hombre le estaba dando la mejor pelea de toda su vida; por fin Iulian sentía la verdadera emoción que siempre quizo sentir al pelear. Por primera vez se sentía completamente vivo e extrañamente feliz. Pero sobre todas las cosas, pensaba que la emoción que sentía en ese momento no se comparaba a la emoción que podría sentir al derrotarlo.

 

Tertius

Un poderoso grito atravesó los muros del palacio, estremeciendo los árboles, el mar y el mundo en general... Los obstáculos que interceptaron aquel memorable rugido no impidieron que anegara mis oídos, pero lograron que las palabras formuladas llegaran deformadas, ininteligibles. El chico que Nixiras había puesto a mi cuidado se estremeció... Creo que yo también me estremecí al mismo tiempo que él, no podría asegurarlo totalmente.

Entonces el chiquillo pelirrojo, de pie a mi lado, me miró con aquellos ojos que bien podrían haber sido confundidos con diamantes.

—Pensamos lo mismo —respondí finalmente, volteando otra vez en dirección al palacio—. Tu simpática hermanita cumplirá su promesa de volver...

 

En ese instante solo pude ver una mancha roja, a eso se resume mi vida: yo, mi familia, mis hermanos, el Coliseo; todo era una gran marca roja hecha con fierro caliente sobre mi piel y así mismo una espada cortaría esa piel marcada con los años, que aunque eran pocos los que había vivido eran significativos cada uno de ellos, dándome por fin la muerte que tanto había evadido.


Todos esos años me estuvo buscando y al fin me había encontrado la diosa de la muerte para llevarme con los que me esperan del otro lado, muchos son los que me esperan y ya se deben estar impacientando. Sonrío ladinamente aceptando que mi sangre seria derramada hoy cuando siento un fuerte empujo que me hace salir de la trayectoria del arma para caer sobre mi costado.


Toso sangre antes de poder elevar la vista, ese instante, ese grito llego tan rápido como el filo de una espada que corta el aire trayendo más de un suspiro de alivio, yo quedo petrificada con la condición de Ambrosius por un momento. Al volver a la realidad intento ponerme sobre mis pies para ayudar al Gladiador que acabo con la vida del emperador salvando la mía sin embargo no puedo hacerlo; caigo estrepitosamente al suelo de nuevo mientras todo me da vueltas. Aun así alzo mi puño y grito.


—¡Scare! ¡Viva Ambrosius!— todos se unen al canto que alegra mis oídos, tan familiar y tan lejano como solo el puede ser. Siento cerca unos brazos que no identifico, apenas tengo fuerzas para susurrar: —Debemos irnos, muy heridos para… acaba con… todo— me canso con facilidad alejándoseme el aliento con una respiración nada profunda o regular.

 

Iulian y Opelius

Ambos arremetieron con gran fuerza; eran armas totalmente opuestas las cuales eran el talón de Aquiles de cada cual. Armas a distancia; un arco certero que podía disparar consecutivamente; una lanza tan ligera que su velocidad se podía comparar al de la flecha.
Si el rival de Scato era Ambrosius; el rival idóneo de Opelius era Iulian, el odio entre las dos partes era mútuo, pero su admiración hacia el contendiente crecía a lo largo de cada herida, en otras circusntancias ambos podrían ser grandes amigos pues compartían muchas similitudes en sus combates.
La técnica de Iulian era equiparada con la experiencia de Opelius; de esta manera continuaron peleando hasta que ambos dejaron salir una gran bocanada de aire; era auel suspiro del cuerpo el cual indicaba que estaban en su límite. Ambos con mirada brumosa a un paso de la muerte.
Iulian levantó su lanza –Los Dioses decidirán quién debe morir...–

Iulian: 7pv
Opelius: 1pv

Contenido oculto: rapuma

Por dioses me refiero a los dados!

Mira, si ambos atacan los dos mueren; seguro.

Así que dejaré que decidas:
-Por primera vez en este rol agregaré la ley de "desfunde" esto significaría que aquel que impacte primero... muere.
-Atacar al mismo tiempo y matarse uno al otro.

Si te decides por la ley del "desfunde" sería tirar un tensionante dado de 10 caras; aquel que saque el dado más alto será el ganador

 

Opelius

Su respiración era agitada; su tórax subía y bajaba frenéticamente. Sus ojos, agudos como los de un lince, inspeccionaban atentamente la figura de su rival. Ambos estaban a un suspiro de la muerte pero el arquero ya sentía sus piernas quebrarse; trastabillo y la pared de la habitación detuvo su caída inminente. No podía más, estaba realmente cansado, sin fuerzas, sin aire en sus pulmones y las heridas mortales por la lanza de Iulian lo estaban dejando sin sangre en su cuerpo... si no fuera por la pared en su espalda... ya habría caído sin remedio al suelo.

El único hálito de vida que aun residía en él era el rival que estaba entre sus ojos; aquel hombre despreciable que logró ganarse el respeto del mudo a sangre y batallas. Una de las dos luces de vida se extinguiría... y ahora era el momento.

Tomó el arco más lento que de costumbre; cargó la última flecha que le quedaba e intentó hacer su mejor esfuerzo para darle estabilidad al arco. Lo miró por última vez por sobre la flecha y le asintió brevemente...

Era momento de marcar una nueva vida.

 

Iulian

Ambos estaban al filo de la muerte y ninguno quería ceder; Iulian estaba complacido pero no satisfecho; así que sujetó su lanza y realizó su última estocada –Fue un placer...–

 

Iulian

Se quedó por unos momentos de pie sin articular movimiento; la flecha le había rozado la cara dejándole una gran hilera de sangre que comenzó a caer a su cuello, aquel contacto lo había dejado frío; pensando que posiblemente el estaba muerto; pero no fue así, giró levemente su cabeza para poder observar el semblande de Opelius, aún con la misma fiereza en su rostro, lo que provocó que Iulian diera un paso atrás esperando su siguiente ataque, pero el cuerpo del Gladiador no se movía.
El corazón de Iulian palpitó con gran intensidad y una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Había ganado el encuentro, había derrotado a quien lo había atacado por la espalda, y lo hizo de manera limpia.
Llevó su mano derecha hacia su mejilla sangrante por esa última flecha, sería una cicatriz que llevaría por el resto de su vida; la única que llevaría con orgullo...

 

Opelius

La lanza atravesó su abdomen y salió por su espalda; clavándolo en la pared. Opelius abrió la boca para gritar pero no salió ningún sonido, solo se vio la oscuridad de su boca, apenas se distinguía la lengua cortada entre tanta sangre.
Pero la negrura infinita estaba en sus ojos, una negrura sin vida, muerta, apenas dos gotas oscuras sin ningún reflejo y sin ninguna luz. Su rosto parecía haber sido moldeado en piedra y era una belleza bárbara y dura.

Se miraron un instante sin hablar. Solo se oía el murmullo de los guardias en el primer piso, el intercambio de espadas y los gritos.
Opelius siguió mirándolo un instante sin expresión y luego observó la lanza que estaba atravesándolo; el mudo no emitió ningún sonido. Su rostro helado parecía brillar como una estrella muerta contra la sangre que lo invdía.

Y de pronto, con un gruñido colosal, aferró ambas manos en la lanza y tiró para sacársela… le costó varios segundos hacerlo. Opelius avanzó hacia Iulian tambaleándose como un gran insecto atravesado. Su gran cara fantasmal estaba perlada de sudor y una danza funeraria se enloquecía en sus ojos.

Y de pronto, el gladiador sin voz cayó arrodillado en el suelo; la enorme herida lo estaba dejando sin aire… y sin vida.

Intentó avanzar pero fue imposible, por lo que comenzó a arrastrarse, dejando una marca de sangre espesa en su andar. Pasó por al lado de Iulian como si éste no existiera y siguió… aferrándose con todas sus fuerzas, usando sus codos, sus manos, sus piernas… lo último que le quedaba de vida… y se adentró al pasillo, la última separación entre él y la habitación de Naevius, ignorante a que éste último no se encontraba allí…

…se arrastró como un animal herido, sus ojos cristalinos veían la puerta abierta de la habitación de Naevius e intentó retirar la daga oxidada entre sus ropas; lo logró… pero hasta ahí llego.

Palidecía rápidamente y ya se veía su esqueleto empujando la piel. Impaciente por apoderarse de él.
Y de pronto el hombre sonrió. Sonrió y la luz negra de sus ojos voló lejos como un pájaro de desgracia que huyera… frente a él se veía a si mismo; un pequeño niño sonriendo y jugando con las redes de pesca de su padre, a orillas del mar… riendo.

Scato estaba parado junto al niño y le tendió una mano, sonriendo con su habitual mazo descansando en su diestra. –Mi nombre es Scato, Opelius y estoy aquí porque soy un soñador. U pobre que desea para otros las riquezas que él no tuvo. –dijo las mismas palabras que cuando se conocieron en el Coliseo.

-Dime… ¿cómo es el niño? –preguntó el mudo en su mente pero Scato sonrió, como si lo hubiera escuchado.

-Un hermoso niño. Bravo y valiente.

-El… ¿Él será bueno…?

-Sí. Será un buen amigo. No lo habrá mejor.

Murió en ese instante. Murió con esas palabras en sus oídos. Pensé en todos los crímenes perpetrados por su mano, sus oídos, su salvajismo, todo… y sin embargo había muerto con una imagen de un niño en sus pupilas.

Ese fue el fin de Opelius, el gladiador sin voz que desapareció de los días de los vivos bañado en sangre y visiones de belleza y de muerte. No lo juzgué pero deseo que los dioses tengan piedad de él. Tal vez fue un hombre siniestro pero se murió sobre el altar de los sueños puros, que es la mejor muerte de todo hombre.

 

Cornelia

Sentía su aura que me rechazaba, me detestaba simplemente por matar a su hermano. Mi familia... desde pequeña jamás fueron cercanos a mi, era como si no tuviera nada, mínimo aquél hombre justo enfrente mío había disfrutado, presenciado el amor de un ser querido.
—¡Bah! Familia... ¿Quién necesita una? Todos nos podemos cuidar por sí mismos sin necesitar de eso llamado amor—dije acercándome nuevamente con mis dagas.

 

Marcus

Rió levemente –Cómo puedes estar diciendo eso si esos titanes mueren para defenderse unos a otros– Dijo señalando a los Gladiadores –¿No son los Gladiadores una familia para ti? –Siguió con su ataque –¡ENTONCES PARA QUE DEMONIOS ESTÁS LUCHANDO!– Su rabia seguía creciendo, pues el permanecía solo mientras ella estaba rodeada de lo que podía catalogar como hermanos.

 

• Aliados
• enemigos importantes
• Sanguine Frates

• 
  
  Ambrosius= 2 pv
  Gaius= 114 pv
  Píctor= 13pv
  Vitrion= 53pv
  Petro= 12 pv
  Opelius= 0pv
  Auri= 32pv
  Kaito= 67pv
  Hareth= 0pv
  Tertius= 300pv
  Sextius= 28pv
  Sebastian= 210pv
  Brazhan= 300pv
  Cornelia= 57pv
  Nixiras= 6pv
  Laberius= 136pv
  Darius= 289pv
  
  
• 
  Caelus= 0pv
  Naevius= -31pv
  Sorec/IULIAN= 7pv
  Centurión en contra de Laberius= 0pv
  Marcus= 42pv
  Acilius= 0pv
  
  
• 
  Guerreros aún vivos= 63
  

 

Cornelia

Era verdad, todos luchaban por la libertad de todos, no solo por sí mismos, me puse a reflexionar sus palabras y tenía razón pero ya no hay vuelta atrás, era vida o muerte.
—Tienes razón... ellos no fueron los únicos miembros de mi familia, ellos son más que eso, son parte de mi vida y mis recuerdos, son personas importantes que después de todo darían la vida por alguien, todos son una personas especiales y son amigos que jamás se olvidarán.—concluí atacando sin parar a mi contrincante, ya no importaba lo que pasara, uno tenía que ganar.

 

Marcus

–Espero que ellos no te olviden a ti cuando tome tu vida; después podrán venir a mí con su venganza y la aceptaré con honor...– Se lanzó con todo lo que tenía.

Un alma lastimada puede mover montañas y girar su suerte a voluntad. ¿Qué alma saldrá victoriosa?

 

Marcus

Pero el impacto no fue suficiente; Cornelia tenía mucha más resistencia que él. Marcus sintió ese último suspiro salir de su cuerpo; la espada que había tomado prestada dejó una gran marca en el pecho de Cornelia, una marca que quedaría ahí hasta el final de los tiempos.
Marcus había tratado de vengar la muerte de su hermano; no consiguió su objetivo, pero hizo una demostración prácticamente milagrosa ese día; donde un simple prisionero se enfrentaba a una Gladiadora.
Pero hoy por fin se volverían a reunir Marcus y Cimber... ambos orgullosos de la prohesa del hermano menor.

Contenido oculto: Resultados de Marcus

Los coloco porque en verdad son sorprendentes xD

Marcus tenía 150pv y Cornelia 300pv al iniciar el combate.
Marcus logró arrebatarle 276pv a Cornelia
En verdad ya temía por su vida xD Marcus si estaba bien loco

• Aliados
• enemigos importantes
• Sanguine Frates

• 
  
  Ambrosius= 2 pv
  Gaius= 114 pv
  Píctor= 13pv
  Vitrion= 53pv
  Petro= 12 pv
  Opelius= 0pv
  Auri= 32pv
  Kaito= 67pv
  Hareth= 0pv
  Tertius= 300pv
  Sextius= 28pv
  Sebastian= 210pv
  Brazhan= 300pv
  Cornelia= 24pv
  Nixiras= 6pv
  Laberius= 136pv
  Darius= 289pv
  
  
• 
  Caelus= 0pv
  Naevius= -31pv
  Sorec/IULIAN= 7pv
  Centurión en contra de Laberius= 0pv
  Marcus= -7pv
  Acilius= 0pv
  
  
• 
  Guerreros aún vivos= 63
  

 

Tertius

La resonancia dentro de las entrañas del palacio imperial iba muriendo en un paulatino silencio. Lo que antes se había constituido como una confusa resonancia de gritos, ahora llegaba a mis oídos en forma de débiles ecos metálicos, muchos de los cuales iban acompañados por agonizantes hilos de una voz que se apagaba en la muerte.

Sin embargo, mi alma todavía se encontraba envuelta en llamas, ya que no podía olvidar el gran grito que había escapado desde los muros… Podía sentirlo… La proximidad de la libertad, el fin de la opresión del Imperio… Ya no habría esclavos, no existirían los gladiadores, ni el repulsivo público que se divertía con la desgracia de unos pocos desafortunados a los que la vida jamás otorgó siquiera una caricia… Podría retomar mis viajes alrededor del mundo…

Naevius había muerto…

Mi mente fue iluminada por la imagen del Coliseo en llamas… Una sonrisa amarga escapó de mis labios: empecé este largo “viaje” como responsable de una sola muerte, y ahora me marchaba como perpetrador y cómplice de otras muchas. No importaba si esas vidas habían pertenecido a las ratas más miserables o a los inocentes: matar me desagradaba. Este sería un saldo que mancharía mi tranquilidad para siempre.

Suspiré mientras aguardaba ver a alguno de mis hermanos llegar hasta mí y el pequeñín. Miré hacia el cielo…

Una maravillosa estrella parecía mirarme. Titilaba alegremente… ¿Era Lucia siguiendo los acontecimientos desde la cima de la noche? Noté que la escoltaban otros astros: Priscus, aquella estrella brillante y serena; Scato, titilando con furia; Kedoku, una estrella que no titilaba, como si estuviera callada, y que parecía mantenerse al margen de las demás… Je, típico de él; por último, y no menos importante, la estrella de Maximos, grande e imponente.

Mi sonrisa amarga se transformó en una más complaciente.

—Aquí nos tienen —le susurré a las estrellas, con los brazos extendidos—. Libres a la manera de los sujetos vivos… —reí— La primera parada que haremos al irnos de aquí, será una taberna. Ya saben, para festejar. Y no sería mala idea que…

Detuve mis palabras, anonadado. Si no me equivocaba, otras dos estrellas acababan de sumarse al grupito de los cielos… Dos… Pero... ¿quiénes?

Nixiras no venía…

Miré al Palacio, sintiendo que la sangre se me helaba. El hermanito de Nixiras me miró, intrigado: mis ojos se habían ensombrecido. Cuando me di cuenta, simplemente me limité a dedicarle una sonrisa tranquilizadora.

—El tío Tertius tiene que entrar un momento al Palacio —le dije, poniéndome en cuclillas para que nuestras miradas estuvieran a la misma altura—. Al parecer Nixiras necesita que le hagan upa… ¡Pero no te preocupes! Ella está viva y sólo me tomará unos minutos. Tendrás que esperarme en las naves mientras tanto… Y yo —entrelacé mi dedo meñique con uno de los suyos— también te prometo que volveré.

Dejé al niño en la seguridad de las naves. Tras eso, mientras empuñanba mi fantástico mazo, me adentré en el lío del palacio, dispuesto a encontrarlos a todos y salvar a los heridos…

 

No había conseguido respuesta, bueno, quizás sí pero me siento tan lejana a la muchedumbre que nos rodea que apenas puedo identificar un par de figuras. Siento que un calor viscoso baja por mis sienes, sé que es sangre, se que ese liquido vital me abandona poco a poco. Ya estoy salva de las garras de la muerte pero aun así mi vitalidad baja a cada instante haciendo que me sumerja en una oscura neblina: atrapándome entre telarañas y huesos.


Lucho contra las sombras de esta oscuridad penetrante a la cual le temo ¿esto habían sentido aquellas personas que yo quería? La desesperación de no poder hacer con mi cuerpo lo que deseo es algo que nunca le desearía ni al peor de mis enemigos, ni al más cruel y sanguinario merece que una bruma se lo lleve poco a poco.