Fuerza de atracción

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Gabrieluchini, 22 Febrero 2012.

  1.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Pluma de
    Escritora

    ¿Otras personitas? Moliry, ¿de quién hablas?
    JAJAJA.
    No vale, tranquila. Se te perdona, porque escribes muy bien.
    Y ya creo que Edward lo mataría, sólo que...¿realmente le haría daño, o sería "un gran desastre que tendría que limpiar"?
    Gracias por seguir leyendo.
    Besitos.
     
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  2.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    2992
    Capitulo XXII: Indulto.
    (Renesmee)

    El cuarto era muy bonito.
    Sencillo, pero elegante.
    Perfecto.

    Un mini recibidor se hallaba a la entrada, después un angosto pasillo con un espejo amplio en la pared, y terminaba en la habitación.

    Entonces, ¿por qué apreciaba todo demasiado grande para mi sola?

    Suspiré resignada, y hasta el sonido de mi respiración hizo eco en el silencio.

    Me abstuve de encender las luces. Mi visión era perfecta sin ayuda de iluminación.
    Decidí, entonces, tomar un baño, guardando la inocente ilusión de que podría descansar relajada después.

    No sirvió de nada.

    Algo rondaba mi cabeza. Inquieto, como un motorcito vibrando en mi cerebro. Provocando que mi sistema nervioso trabajara en horarios nocturnos:
    Nahuel.

    Aislada en Port Angeles, estaba menos informada sobre lo que pasara, dónde estaba o en qué circunstancia.
    Razón por la cual no conseguía dormir, aburrida de mirar al vacío y sin poder hacer nada.

    Para colmo, la cama era un poco dura, y la almohada muy grande; haciendo que añorara mis cosas, y me sintiera más incomoda.

    Una vez que me obstiné de la oscuridad y el silencio, me levanté de la cama hacia la esquina donde Edward dejó las maletas.

    Busqué algo cómodo para ponerme, ya que la ropa que cargaba anteriormente la había arrojado a la cesta de la basura antes de que Alice lo hiciera.
    Se habían manchado de grasa de carro y aceite de motor, sin contar el fuerte olor a gasolina que la impregnaba.

    Tendría más cuidado la próxima vez que se me fueran los frenos con Jake.

    Salí disparada al estacionamiento.
    A duras penas presté atención a las personas que pasaban a mi alrededor.

    Se escuchaban divertidos, o algo.
    Creo que veían un partido de no se qué cosa en el auditorio del hotel.

    Eso me hizo preguntarme si estábamos en temporada de algo.

    No le di importancia.

    Subí a la camioneta, y al salir noté que todo seguía oscuro.
    Miré la hora en el móvil: las 4:10 am.
    Consideré la posibilidad de que fuese muy temprano, antes de dar con el hecho de que en mi núcleo familiar nadie dormía.

    En media hora las calles de la ciudad, se transformaron en carreteras bordeadas de árboles musgosos.
    La niebla compacta me recibió, y al vislumbrar la escasa luz solar, más la corriente de aire salinada supe que me encontraba en casa.

    Sólo faltaba saber de él. ¿O sería mejor no saber?
    En fin, deseaba escuchar cualquier cosa que me informara que estaba bien.
    O a salvo, por lo menos.

    Me debatí por decidir a qué lugar llegar primero.
    Al estar más cerca la casa de Charlie que la mansión, me dejé caer por ahí.

    Sue ya estaba despierta, Charlie se alistaba para ir a trabajar.

    — ¿Querías que me diera un ataque al corazón? ¿Por qué te fuiste así, sin despedirte? — Charlie reclamó.

    No sabía si se debía a la diferencia de temperaturas (en comparación), pero adoraba más que otra cosa en el mundo, los mimos de mi abuelo materno.

    — Lo siento, Charlie — murmuré contra su pecho.

    Los puse al día con todo.
    Sue me ofreció su casa en la reserva, pero aunque parecía insoportablemente tentador, el rostro apático de Leah se asomó en mi mente, haciendo que rechazara su oferta.

    Subí a recoger unas cuantas cosas, de las que guardaba en la habitación de Bella.

    Me rehusé a desayunar (aún me sentía satisfecha de la ultima caza), despidiéndome para continuar el recorrido.

    — Te prohíbo que vuelvas a abandonar a este viejo abuelo tuyo ¿quedó claro? — exigió Charlie.

    Sue rió entre dientes desde la cocina, conciente al igual que yo, que él nunca dejaría de compararse con Carlisle.

    — Ok — respondí, con un besito en la mejilla.

    Mi madre siempre decía que una de las cosas que yo había logrado, era sacar el instinto tierno y paternal que nadie sabía que Charlie tenía.
    Ni siquiera ella.

    Como si me estuviese aguardando en mi soledad, la ansiedad por saber de Nahuel regresó mientras conducía fuera del pueblo.

    Examinar aquel bosque que circundaba la casa de Charlie, sabiendo que él no estaría allí esperándome, me afectó.

    ¿Desde cuándo todo se volvió tan complicado?

    Aún recordaba cuando todos la pasábamos bien, sin discusiones, ni mentiras. Cuando me movía libremente por donde quisiera, con una casa y un cuarto propio.

    El estruendoso ruido de los cauchos rozando la señalización de alerta que Emmett instaló en el puente, hizo que saliera del letargo.

    Me arrepentí de no escoger venir aquí primero, para saber de Nahuel.

    Las manos comenzaron a sudarme, cuando me desvié por el sendero.

    ¿Y si lo habían atrapado?

    Sacudí la cabeza, retomando la cordura.

    Es tu familia, no los Vulturis — me recordé.

    Mi corazón arrancó a latir desesperado, al momento en que vislumbré la mansión entre los cedros.

    Paré casi al final de la pradera, y entré por la puerta del porche.

    No se encontraba aquí, tampoco.
    Cosa que me pareció un alivio, por una parte.
    La otra deseaba verlo, aunque fuese para escuchar su versión.

    Me sentí molesta conmigo misma de pensar así... por unos minutos.
    Luego quise con ansias locas saber de él de cualquier forma.

    — Nos ha evadido — me informó Jasper, tomando la palabra por todos en el "comedor" — Ahora el rastro se dirige a Seattle.

    — ¿Y Huilen? — insistí.

    — Suponemos que está informada, puesto que no se ha vuelto a comunicar — lanzó una mirada a mi padre — Edward está seguro de que así es.

    — Nada nuevo, entonces — dijo Jake con tono fresco, colocándose de pie.

    Todos notábamos a leguas el efusivo cambio de humor de Jacob, desde la ida de Nahuel.

    — ¿Lista? — sonrió, abriéndome los brazos.

    Tenía que ver con una costumbre nuestra, que Jacob nunca dejó.
    De pequeña, continuamente saltaba a sus brazos a esa señal.

    Bien, continuaba haciéndolo, pero con menos frecuencia.

    Asentí al tiempo en que me levantaba, incapaz de parar la preocupación por no saber de Nahuel.

    — No será muy difícil encontrarlo — musitó Jasper, malinterpretando mis emociones.

    Tuve que desviar la mirada, para que no notaran la angustia que brilló en mis ojos.

    Jacob, después de una severa amenaza por parte de mis padres, me acompañó hasta el hotel.
    Hasta las puertas del hotel, debería decir.

    — Por favor, por favor, por favor, por favor — supliqué que se quedara, aferrada a su cuerpo como un koala.

    Se tomó un tiempo para contestar.

    Me quedaré — decidió.

    Me aparté un poco, solo un poco, para ver la expresión de su rostro.

    Sonreía a toda sus anchas.

    — Ya he vivido lo suficiente, así que...

    — Ok. Ya no me parece muy buena idea que te quedes — lo interrumpí temerosa.

    Jacob se encogió de hombros.

    Eso me llevó a pensar que hablaba en serio sobre quedarse esta noche.

    Sabía que él me daría lo que sea que quisiera, pero yo no lo pondría en riesgo aunque mi propia vida dependiera de eso.

    Cuando volví a sentirme sola en el dormitorio, encendí los dos televisores para que el ruido ayudara a distraerme.

    Intenté relajarme con otro baño esperando que la noche en vela me pasara factura, pero no ocurrió.

    En el momento en que disponía a cambiarme para salir a dar vueltas por las instalaciones del hotel, sonó el móvil.

    No me apresuré en contestar, apostando sin dudas a que sería Bella por tercera vez.

    Supe que me había equivocado, al ver en la pantalla un número desconocido.

    — ¿Hola?

    — Renesmee — saludó. Su voz en apenas un susurro.

    Se me dilataron los ojos de la sorpresa.

    ¿Dónde estás? — demandé a la defensiva, de forma atropellada.

    Un suspiro ratificó que aún seguía del otro lado.

    Quizá no fue lo mejor que pude haber dicho, pero no se me ocurría otra pregunta que quisiera hacerle.

    — Debes saber que toda mi familia...

    — Piensa que asesiné a esas personas. Lo sé — musitó despreocupado.

    — Exacto — murmuré, mientras reflexionaba en lo mal que él la estaba pasando.

    Hubo un corto silencio, durante unos instantes.

    — ¿Qué piensas tú? — inquirió, al rato.

    — Estoy segura de que se equivocan — farfullé.

    Él suspiró.

    Comenzaba a incomodarme estar allí, de pie, con el móvil en mi oreja, mientras Nahuel se resistía a decirme su paradero.

    — Sólo me aseguraba que...

    — Quiero verte — le interrumpí con desesperación.

    ¿Y si no volvía a verlo nunca más?
    ¿Y si mi familia se dedicaba a perseguirlo por siempre, prohibiendo que me acercara a él cualquier otro día?

    Sentí la presión del nudo en mi garganta, impidiéndome respirar.

    — Renes...

    — Por favor — supliqué, en un sollozo.

    Su respiración trabajosa fue mi única respuesta antes de colgar.

    Perfecto.

    Si con llamar pensaba que me tranquilizaría, cometió la peor equivocación de toda su vida.

    El sonido de la puerta de la suite abriéndose, me distrajo del enojo.

    No sabría decir si fue por cautela, o para mantener las apariencias, pero caminé a una velocidad menor que la humana hasta la entrada.

    Él me esperaba en el umbral, con la tarjeta de la habitación en su mano.

    — ¿Quisieras fijarte mejor en dónde dejas tus cosas? — espetó sacudiendo la llave — No es muy inteligente dejarla del lado de afuera. Habemos quienes nos preocupamos por ti, ¿sabes?

    Cruce la distancia que nos separaba en un segundo, para arrojarme a sus brazos.

    Me pareció estúpido mi recibimiento, en cuanto noté la tensión en cada músculo de su cuerpo.

    De todos modos, no paré de abrazarlo.
    Estaba muy asustada, nerviosa y preocupada, como para importarme malentendidos de su parte.

    Recosté mi cabeza en su hombro.

    Él paso torpemente sus brazos temblorosos, inseguros por mi cintura.

    — Estás bien — suspiré.

    — Mejor que bien — soltó maravillado.

    Ok. El momento de importarme los malentendidos, había llegado.

    — ¿Tienes sed? ¿Hambre? ¿Algo? — pregunté, apartándome de su agarre.

    Negó con la cabeza, sin borrar la mayor de las sonrisas que le vi jamás.

    Al estar al tanto de su bienestar, comenzó a aflorar mi mal genio.

    — Sé lo que intentas hacer — lo acusé — No lo permitiré.

    — ¿Qué quieres decir? — habló calmado. Sonriente.

    ¡¿Qué le ocurría?!
    ¿Es que no captaba el peligro que lo asechaba?

    Me irritó su actitud fuera de lugar.

    — No pudiste ser tú — mascullé, fulminándolo con la mirada — Estuviste todo el tiempo conmigo. Es imposible que tuvieras oportunidad de matar a esos chicos.

    Mientras me duchaba el primer día en el hotel; recordé como aquella mañana, antes de las prácticas, le propuse un paseo por la playa, exactamente por encima de la costa.

    No se lo comenté a nadie, porque antes deseaba corroborarlo.
    Ahora que se me daba la oportunidad, debía ratificarlo.

    Se quedó viéndome sin asombrarse. No obstante, su sonrisa ya no estaba.

    — Pudo ser antes o después de las clases — argumentó — Soy muy astuto.

    — Los cuerpos fueron encontrados en horas de la mañana — apunté — No encaja. Soy testigo de eso.

    Atisbé en su expresión una pícara diversión masoquista.

    Me preocupé de que mi locura fuese contagiosa.

    — Te escucho — repuso, esforzándose por controlar otra sonrisa.

    Fui a sentarme en el sofá-cama del pequeño salón.
    Él me siguió.

    — Sólo existe una persona por la que mentirías de esta manera — continué — Debes decirle a Huilen que confiese.

    — Sabes que no puedo hacer eso.

    — ¡Te estás arriesgando por ella! — enfaticé con brusquedad — ¿Por qué no puedes ver la amenaza a la que te expones?

    — Huilen me salvó, por el contrario yo acabé con su vida — musitó —Es lo menos que puedo hacer por ella.

    — Hizo mal — le recordé.

    — Tal vez. No lo sé. En realidad, su respeto por la vida humana es un poco extraño.

    — Son amigos— puntualicé — Tenemos un pacto con ellos para coexistir en paz, y Huilen lo sabía.

    Nahuel guardó silencio durante un rato.
    Luego sus labios se curvaron hacia arriba de nuevo, en otra hermosa sonrisa.

    — Eres demasiado inteligente para ser novia de un perro.

    — Licántropo — corregí molesta.

    — Los Vulturis dirían que infringes la ley, pero estoy absolutamente seguro que si estuviesen enterados no moverían un solo miembro de su guardia para atacarlos — hablaba Nahuel, para si mismo — No. No lo harían. Están aterrados por su alianza con las bestias, y su relación pasada con los rumanos — sofocó una risita — No se atreverían a llamarles la atención nuevamente, aunque se propongan iniciar una masacre global, ahora mismo.

    Supe con exactitud que intentaba desviar el tema de nuestra conversación.
    Él seguiría encubriendo a Huilen, a pesar de lo que yo pudiese decirle.

    Permanecimos callados.

    Yo oculté la mirada en mis manos, pensando en qué otra cosa poder hacer.
    Él las tomó con delicadeza, como si se tratara de la más fina seda.

    Su piel contrastaba fuertemente con la mía.
    Debía admitir que adoraba el bronceado. Su tez tostada por el sol sureño.

    No se parecía al color de Jake. El suyo variaba en diferentes tonalidadesde naranja. Del más claro al más oscuro.

    La de Jacob, al ser su color natural, se expandía en el mismo encantador tono rojizo por todo su cuerpo.

    Está bien, es probable que mi debilidad fuesen los morenos.

    — No es apropiado que me encuentre en los aposentos privados de una linda doncella, a tan altas horas de la noche — declaró, rompiendo el silencio.

    Resoplé.
    Él alzo la vista.

    — Eres mi amigo. No esta mal que vengas a decirme que te ocurre. Te lo agradezco.

    Acarició mi mejilla suavemente.
    La retiré con delicadeza, aún sin verlo.

    El tacto sirvió para mostrarle cuanto me preocupaba su seguridad.

    Al instante, me encontré en su regazo. Sus brazos a mi alrededor, me estrechaban con ímpetu.

    — No temas, linda Renesmee. No permitiré que esto te afecte. No a ti.

    Hundí mi cara en su hombro.
    Él besó mi coronilla dulcemente.

    — Insisto — titubeó, antes de reír con nerviosismo — Sería mejor que me retire. No es correcto este lugar para nuestro encuentro.

    Consiguiendo que la sangre se disparara a mi cara, me di cuenta que todavía cargaba puesta la diminuta pijama que usaba cuando dormía sola.

    Bueno, si a unas prendas de dormir se les podía llamar "pijama".

    El pareció leer mi mente, puesto que me apartó con suavidad, y no volvió a mirar más abajo de mi cuello.

    — Descansa — murmuró, colocándose de pie.

    — ¿A dónde vas? — sollocé, conociendo su respuesta.

    — Declararé ante tu familia. Dejaré que crean sus sospechas.

    — Voy contigo — farfullé.

    — Por supuesto que no — repuso furioso — Debes prometerme que no dirás nada.

    Me miró en silencio, hasta que dio con mi terquedad.

    —Espera a mañana — se rindió, para desaparecer por la puerta, después.
     
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  3.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Quisiera confesar (a quien pueda interesar) que este es uno de mis tres capítulos favoritos de todo el fanfic.
    Fue inspirado en la música del tema "Mirror" de Bruno Mars junto Lil Wayne (como me encanta ese tema).
    No tengo idea de por qué les escribo esto, en fin, besitos.
     
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  4.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Amiga, de nuevo yo... Que enfadosa ! Lo se !! jaja
    Se me es lindo como Ness trató a Nahuel, pero ya sabes y es obvio, soy fiel a mi Jacob y como siempre me preocupa tanto cariño y preocupacion que Nessie siente por su amigo. Ojala que nunca confunda sus sentimientos !! Si Ness se queda con Nahuel esta bien, pero que sea clara con Jake, nada de lastimar a terceros. Espero, de verdad con todo corazon, que eso no pase.
    La forma de ser de abuelo de Charlie me encanta. Es exactamente como me lo hubiera imaginado que seria si su pequeña nieta ahora es toda una mujer y ademas increiblemente bella.
    Que Nahuel se culpe de lo ocurrido es muy entendible... espero que los demas como Nessie se dio cuenta tambien ellos. Edward al leer su mente sabrá la verdad. Que mal que Huilen no pudo controlarse. No se que pasara con ella... pero eso de matar... Uy ! Espero que pase algo justo o pase algo que se le pueda perdonar. Aunque no creo que los lobos lo hagan.
    Bueno, amiga, como es ya la costumbre: Disfrute del capitulo.
    Que lindo de tu parte que nos dijeras de donde salio la inspiracion del capitulo. Me gustó que compartieras eso. te salio super !
    Te quiero muchisimo !!
    Tu mas grande fan Moly
    Kiss
     
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  5.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Hi, Moliry.
    Tranquila, que estoy segura nunca llegará a fastidiarme un comentario.
    Que bueno que te gustara el trato de Nessie con Nahuel, y gracias por compartir "mis inspiraciones".
    Jajaja.
    Gracias por seguir ahí.
    Besitos.
     
  6.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Romance/Amor
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    Capítulo XXIII: Catarsis
    (Renesmee)

    — Ay, ¡No! — gruñí medio soñolienta, al ver la hora que salía en la pantalla del móvil.

    Me quedé dormida en el sofá-cama, donde pasé casi toda la noche muriéndome de preocupación por Nahuel.

    Las veces que dormí con Jacob desde niña me adoctrinaron de forma tal, que mi cuerpo asimilaba el amanecer de un nuevo día después de las 12:00pm.

    Antes de que se acabara el minuto, ya me hallaba vestida y lista para salir.

    A pesar de haber tomado lasprimeras ropas que se asomaron en la maleta, pienso que no iba tan mal combinada.

    Lancé mi bolso al asiento del copiloto, mientras aceleraba la camioneta en frío, por la redoma que permitía el acceso a la salida del hotel.

    Los neumáticos chirriaron quejumbrosos del maltrato.

    Nada que Jacob no pudiese resolver.

    Logré alcanzar casi los doscientos, al llegar al camino bordeado de árboles.

    La autopista citadina me la comí en menos de veinte minutos, consiguiendo esquivar los carros que comenzaban a formar el típico tráfico.

    Crucé al máximo el puente, ansiosa por llegar; sacando el pie del acelerador por primera vez para estacionarme en el jardín de Esme.

    Me recliné en el asiento, intentando controlar el hormigueo incómodo que picoteaba mi pecho.

    Respiré profundo una vez, para salir a la alborotada realidad.

    — Se tiene que ir. Sabes que no puedo dejar pasar esto, Edward — gritaba Jacob, desde un piso superior.

    Corrí subiendo las escaleras de dos en dos.

    — Coincido con Jacob, Carlisle — apoyó Edward indiferente.

    Yo ya me encontraba frente a ellos.
    Todos organizados en forma de herradura frente a los ventanales, se giraron a verme llegar.
    Todos menos Jacob y Nahuel, que se fulminaban con la mirada.

    — Podríamos buscar otra alternativa menos... radical — propuso con dulzura Esme.

    Jacob movió la cabeza en discrepancia.

    — Corremos el riesgo de exponernos — musitó mi abuelo, tomándola de la mano.

    — Jacob se ve implicado en algo que le es ajeno, Esme — dijo mi madre, controlando el enojo en su voz — ¿Qué más podemos hacer?

    Y él es nuestra familia — completó Alice, dejando sobre entendido el "Nahuel no lo es".

    Permíteme diferir — murmuró Rose.


    — Tienen razón — habló Nahuel — Me iré en este instante. Mis excusas por todo.

    — ¡NO! — bramé.

    Como la vez anterior, todos se giraron a verme a excepción de dos.

    — Espera afuera, Ness — masculló Jacob.

    — ¡No!Claro que no — grité.

    — Ness, por favor — gruñó, viéndome al fin.

    — No me iré — dejé de mirarlo para enfocar a Nahuel — Tú... No te dejaré.

    Jacob avanzó con la mayor expresión de furia que le había visto nunca, colocándose delante de mí.

    Si no estuviese segura de quién era, juraría que venía a echarme sobre su hombro para sacarme a la fuerza.

    Un momento... Esa actitud sí era propia de él.

    — Afuera — repitió, con una notable advertencia semi-escondida.

    — Renesmee... — musitó Nahuel.

    Evadí precariamente el enorme cuerpo de Jacob, para verlo.

    Sus ojos concentrados en los míos, se fiaban que no contase lo de Huilen.

    No prometí nada. No estaba en deuda con nadie.

    — No hagas esto — supliqué.

    Callaron.
    Él ni siquiera pestañeó.

    Solamente me observaba severo. Autoritario. Frío.
    Casi como el día en que llegó.

    La sensación de deja vú hizo que comparara esta escena con aquella experiencia.
    Con la diferencia de que no lo conocía entonces, y ahora era mi mejor amigo.

    — No pudo hacerlo — confesé desesperada — Ese día lo llevé a practicar canotaje.

    El gruñido que resonó en el pecho de Jacob, logró que alzara la vista hacia él.

    Sus ojos se abrían como platos.

    — Tú... ¿Que hiciste QUÉ? — jadeó.

    — Miente — espetó Nahuel, engañándolos con su infalible retórica — Busca disimular mi culpa.

    Traté de zafarme, pero Jacob me agarró fuerte por la cintura impidiendo que avanzara.

    — Suéltala, perro — gruñó Rosalie furibunda — ¿Cuál es el peligro? Está bien que interfiera.

    — Rose... Es por su bien — susurró Carlisle

    Intenté escabullirme.
    Jacob apretó aún más los brazos alrededor de mí.

    — Ella quiere estar aquí — se quejó Nahuel.

    — Tú te callas — rugió Jake, encarándolo.

    — Es tu novia, no tu esclava. Ella puede pensar por si sola.

    Se miraron mutuamente, buscando la oportunidad para dar inicio a la batalla.

    — Jacob... Déjala — dijo Edward.

    Mi novio se volvió para clavarle una mirada adolorida. Como si mi padre lo hubiese atravesado con una navaja.

    — No estoy de parte de nadie, es sólo que Renesmee puede con esto — contestó distante.

    — ¡Ella no entenderá! — gritó enloquecido — Esta de su lado, sin importar que tan monstruosa sea la aberración.

    — Jake — gimoteé molesta, por como se dirigió a Nahuel.

    — ¡¡¿Lo ves?!! — refutó.

    — Confía en nosotros, mi amor. Todo va a ir bien — susurró Bella.

    Estupendo.
    Ahora, todos me trataban como a la "adolescente con problemas".

    Miré fijamente a Nahuel, con rabia y frustración.

    ¿Por qué no se defendía?

    ¿Tan poco le importaba su vida? ¡¿Nuestra amistad?!

    — ¡No! — protesté con amargura.

    — Es mi decisión — Nahuel musitó.

    — No — jadeé.

    La tristeza impregnada en mis suplicas, llamó la atención de Jacob; que se volteó a verme con angustia, y una carga tremenda de sufrimiento.

    No lo soporté.

    Últimamente, no hacía más que lastimarlo, y me odiaba por eso.

    — Renesmee, cielo...

    No supe que continuó diciéndome Esme.

    Di la vuelta medio atolondrada, para desaparecer de semejante pesadilla.

    Edward ya me aguardaba en el descanso de la escalera junto al vestíbulo, a un lado de la cruz de madera.

    — Hija...

    Esquivé sus brazos, buscando que me dejara ir.

    No deseaba seguir aquí.
    Todo esto estaba mal.

    Mi padre retiró los brazos cuidadosamente, haciéndose a un lado sin oponerse.

    Abandoné la casa sin siquiera tener idea de a donde iba, hasta que decidí lanzarme a los arbustos de atrás en dirección a la cabaña.

    No fue hasta que salté el río, con cinco kilómetros para llegar, que caí en cuenta de Renée.

    ¿Qué se supone que debía hacer?
    ¿Regresar a la mansión? ¿A aquel insoportable ambiente hostil?
    ¿Al rechazo de Nahuel? ¿Al sufrimiento de Jake?

    Embotada de feroces sentimientos, me tumbé en la raíz de un enorme árbol viejo lleno de musgo.
    Con la sensación de tensión oprimiéndome el pecho, deseosa por liberarse.

    Proferí un gruñido aterrador, salvaje, uno que en toda mi vida había creado, raspando mi garganta.

    Me quedé quieta, escuchándome horrorizada.

    Debían ser las clases. Esa evolución bipartita de la que hablaba Nahuel.
    Mi cuerpo necesitaba drenar tanta frustración, y vio conveniente desahogarla en un gruñido.

    Enterré mi rostro en ambas manos, dándole vueltas a muchas cosas en la cabeza.

    Mala idea.

    Eso sólo provocaba definir la orientación real de mis deseos. Generando sollozos escandalosos, que se perdían en la inmensidad del bosque.

    Percibí a menor distancia su efluvio.

    Otro gruñido intento salir de mi boca, pero lo contuve.

    — Vuelve a casa, Renesmee — ordenó.

    Retiré las lágrimas de mi rostro, estabilizando mis sentimientos.

    — Ahórrate las exigencias — escupí — ¿Querías irte, cierto? Entonces hazlo.

    — Tú no comprendes...

    — Vete — insistí.

    Inspiró hondo.

    — Es necesario que me oculté por un tiempo — dijo, con voz triste — No espero que aceptes mis razones.

    — ¡¡¿TUS RAZONES?!! — repetí obstinada — Por favor, Nahuel ¡Ese es el punto! ¡Tú no hiciste nada!

    — Debo irme, Renesmee. Me gustaría que respetaras mi decisión.

    Sonó de un modo mecánico. Como si estuviera ensayado.

    No encontré una réplica para eso.
    Yo no podía obligarlo a quedarse. A ser mi amigo.
    Mi único amigo.
    El mejor amigo.

    — Por favor, no llores — susurró con voz rota.

    Limpié de mi cara, las lágrimas delatoras.

    Él se acercó para sentarse a mi lado, apartando con cariño los mechones de cabello que me caían.

    — Conoces la causa de mi partida — canturreó.

    — No tienes por qué irte — sugerí.

    — Sí. Sí debo.

    — No quiero que te vayas — gimoteé.

    — Lo sé.

    Retuvo mi mirada por un momento.

    Me perdí en el café oscuro de sus bellos ojos.

    — Tú vives aquí — repuso en voz muy baja — No te pondré en peligro. Asumiré la culpa, y nadie podrá juzgarlos. Solucionaré todo.

    — No me importa. Hablaré con Jake. Él no...

    — Shhh — profirió dulcemente, tomando mi rostro con ambas manos — Me iré.

    Mis lágrimas empezaron a bañar sus manos.

    — A don... ¿A donde irás? — llorisqueé.

    — Seattle. Por los momentos.

    Asentí, para poder hacer algo más que seguir llorando.

    Nahuel me observaba ansioso, realizando un escrutinio menudo a las facciones de mi rostro.
    Atrapando cada lágrima, como si estas fuesen un elixir divino, en vez de un líquido salado.
    Contemplándolas.

    La nuez de su garganta se movía con nerviosismo, distrayendo mi visión en ocasiones.

    Las yemas de sus dedos transitaban temblorosas por mis pómulos, una y otra vez.

    — Renesmee... Tienes mi admiración y respeto, porque tu amistad es mi defensa, mi garantía de seguridad — susurró —. Quisiera compartir tus pensamientos, consolar cada llanto. Esforzarme por comprenderte cuando te comportas… diferente. Oír cada día las palabras de tu corazón. Apoyarte cuando me necesites. Confiarte mis secretos. Abrazarte cuando sufras — suspiró — ¿Qué sería de mí sin tu complicidad, sin tu mirada?

    Pasó la punta de sus dedos por mis sienes, relajándome. Adormeciéndome con su voz.

    — No quiero ni pensar que sería de mí sin ti — continuó — Le has traído un sentido a mi vida. Me orientas, si pierdo el camino. Dios... Tienes un corazón tan hermoso — sonrió — y yo estoy dentro de él. Llenaste ese espacio que estaba vacío, demostrándome que también yo tengo un corazón y que puedo querer.

    Su mirada bajó a mis labios, para regresar a mis ojos.
    En ese momento, me fijé en lo bastante cerca que se hallaban nuestros rostros.

    Oh,oh.

    ¡NO! ¡Yo no quería esto!

    Es decir, me importaba. Sí. Pero no así. Solo era mi amigo, nada más.

    Estúpida, estúpida, estúpida.

    ¡Lo había provocado!

    Renesmee, haz algo ¡YA! — me grité internamente.

    — No tenemos que estar juntos para sentirnos cerca — prosiguió, ajeno al entumecimiento de todo mi cuerpo — porque somos almas gemelas. Tú y yo compartimos algo especial, Renesmee.

    ¡Ay, NO!

    Poco a poco fue inclinándose a mí, al mismo tiempo en que yo retrocedía.

    Para mi absoluto alivio, notó mi rechazo.

    Sonrió comprendiendo todo, mientras se incorporaba.

    — Lo siento — se disculpó, avergonzado.

    — Yo tam...

    No alcancé a terminar.

    El auténtico rugido salvaje de un lobo -juntamente con su olor- nos llegó desde los árboles.

    Nahuel se colocó de pie en menos de un segundo, a diferencia de mí que no podía articular un solo movimiento de mi musculatura agarrotada.

    Jacob ya era visible para nosotros.

    Se encontraba a menos de veinte pasos, temblando de pies a cabeza como las cuerdas de un diapasón.

    — Quítale... las manos... de encima... ahora.
     
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  7.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    Me fascina y espero que la pelea de paso al romance, lo unico es que siento que el capitulo fue muy corto pero la idea exelente.
     
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  8.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

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    ¡Hi, Ana!
    ¡Qué loco!
    Y yo que pensé que se me había ido la mano.
    Jajaja.
    Me encanta, que te fascine.
    Aquí va el otro. Besitos.

    Aaaaaa. ¡¡¡El Jueves es el estreno!!!
    Disculpen, pero tenía que desahogarme.
     
  9.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Romance/Amor
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    Capítulo XXIV: Se me fue la olla ¡PELIGRO!
    (Jacob)

    Fui procesando lentamente la información en mi cerebro.
    No sirvió de nada.
    Había perdido el control de todo mi ser entero.

    Apreté la mandíbula endemoniadamente furioso.
    Eso no evitó que un ladrido salvaje sugiera en mi garganta.

    Casi pude escuchar el pitido de furia que salía por mis oídos, encontrándome completamente fuera de control.

    — Jake... Escucha — titubeó Ness.

    Dejé de mirar a la aberración por un minuto para enfocarla.
    Se veía aterrada.

    La explosión de calor disminuyo, al ver que era yo quién la asustaba.

    — Atrévete a hacerle daño, perro, y antes de que se oculte el sol tu cabeza rodará río abajo — habló el imbécil.

    Oh, sí.
    Precisamente eso necesitaba oír.

    Sentí el calor potente abrazar cada partícula de mi cuerpo, antes de caer en cuatro patas.

    Me perdí el instante en el que cambie a lobo.
    Cuando estuve conciente ya mostraba unos dientes blancos y afilados, ansiosos de abrirle el cuello.

    — ¡No! — chilló Ness.

    — No hay razón para que temas, Renesmee. Pelearé en tu honor.

    Bien. Logró captar el mensaje.

    Solté un gruñido feroz, pegando mis orejas contra la cabeza.

    — ¡Espera! No necesito que... ¡NO!

    Me sentí arder en llamas, cuando vi como la arrastraba a la fuerza a cinco metros de donde se encontraba antes.

    "¡¡Aléjate de ella!!" — quise gritarle.

    En vez de eso, proferí un gruñido de amenaza.

    Esto había llegado al llegadero.

    Corrí como una bala a desmembrarlo en millones de hediondos pedazos.
    Uno por uno.
    Cada trozo de híbrido asqueroso, arrancado por mis dientes.

    Hoy se acababa la pesadilla.
    Hasta hoy llegaba el insoportable híbrido.

    Vi como retrocedía unos pasos, con un gesto lleno de incomodidad.

    Cobarde.

    Luego, vacilé un poco antes de embestirlo, al notar como se agazapaba y estiraba su brazo para chocar el puño en mi hocico.

    Salí volando de cabeza contra el suelo.

    — ¡¡¡JACOB!!! — escuché a Ness a todo pulmón, mientras me incorporaba.

    Ok. Juguemos rudo.

    — ¡YA BASTA! ¡¡¡Deténganse, ahora!!!

    Relamí la sangre que salía de mi nariz, en tanto lo observaba corriendo hacia mí.

    Esta vez, lo esperé.

    Entre bramidos chocamos los dos, realizando piruetas mortales que nos permitieran un mejor acceso a la garganta del otro.

    — ¡No! ¡NO! ¡¡¡Papá!!!

    La crisis de Ness me desgarraba, pero la furia me invadía, se adueñaba de mi sistema. Casi me divertía.

    Al fin conseguí atraparlo por una pierna, antes de lanzarlo al aire contra los árboles.
    Estos se rompieron con el impacto.

    Otro chillido de Nessie.

    Me pregunté si use la fuerza suficiente para quebrarle todos los huesos.
    Lo anhelaba.
    La verdad buscaba el modo de matarlo en que fuese más doloroso para él.

    — ¡Jacob! — gruñó áspero Edward.

    Emmett ya bloqueaba mi acceso hacia el híbrido, con los brazos alzados dispuestos a detenerme.

    — Voy por Nahuel — Carlisle dijo.

    Se alejó corriendo a través del bosque.

    ¡¿Qué?! ¡¿Eso fue todo?!
    ¡No!
    Aún sentía el cosquilleo inquieto en mis músculos, suplicando por la revancha.
    La sed de venganza.
    La ira.
    ¿Cómo podían hacerme esto?

    — Tranquilo, Nahuel. No creo que sea buena idea que te muevas — habló Carlisle.

    ¡Ugh! Quedó vivo.
    Terminaría con el trabajo, entonces.

    — ¡Jacob! — repitió furioso Edward.

    ¡¿Para qué escuchaba, si le disgustaba tanto mis pensamientos?!

    El sonido ahogado de un llanto, atrajo mi mirada.
    Me di cuenta de que se trataba de Nessie.

    — Todo estará bien — susurraba Jasper, acariciando su cabello.

    Ella se hallaba rodeada por sus brazos, aparentemente inmune a su don.
    Desesperada.

    Esa imagen fue un perverso puñal al hígado.

    Yo estaba lastimándola... nuevamente.

    De repente, corría como un trastornado por el bosque, lejos de todo el caos.

    Vi como Ness hizo el intento de seguirme, antes de que Edward la frenara.

    Durante mucho tiempo llamé a Ness asesino, monstruo, cosa. La imaginaba como la peor criatura existente.
    Por supuesto, hablamos del tiempo en que no sabíamos quién era. Igualmente su apodo tenía un poco que ver con todo eso; pero estaba errado, ella era perfecta, sin lugar a dudas.
    Sólo existía una bestia entre los dos.
    Ese era yo.

    Fui buscando la ruta que me llevaría a First Beach, guiándome por el viento y los sonidos de las olas al golpear.

    Alcancé mayor velocidad, tratando de drenar la tortura con el trote.

    "Misión Imposible"

    La conocida presión de calor me empujaba de regreso a ella.
    Oprimiendo mi pecho, hasta dificultar la respiración.
    Obligándome a permanecer a su lado.
    No.
    Luchando por llevarme a donde yo más deseaba estar.

    "Nessie" — pensé ansioso.

    Continué en dirección a la playa, sin importar la incómoda sensación.

    Tan pronto como la frustración y la rabia salían de mi cabeza, caí en cuenta de que estaba solo.
    Ninguna conciencia.
    Ninguna vista diferente a la que mis propios ojos me proporcionaban.
    Ni siquiera el -siempre animado- lobato.

    — “Eh... ¿Hay alguien?”

    Parecía estúpido preguntar. Aún así... Nada.

    Mucho mejor.
    Suficientes problemas traía con todo mi arrebato animal, para tener que cargar con líos ajenos.

    Toda la costa se encontraba envuelta en la niebla.
    Extrañamente hoy no llovía.
    Aunque el cielo se veía mas negro que gris, y la presión en el ambiente te advertía que pronto cambiaria el clima.

    Paré cuando di con el lugar perfecto para relajarme.

    No sabría decir por qué razón me atraía de ese modo este lugar en particular.
    Pienso que tiene que ver con que podía verse "la cima de la roca" o "A-ka-lat" como le llamaban los ancianos.

    Sólo calma, y una bonita vista.

    Me gustaba descansar aquí.

    El viento arrastró de repente un asqueroso olor dulzón.
    Hizo que me quejara por la quemazón, incorporándome de golpe.

    Para entonces, gracias a mi convivencia permanente con los Cullen, debería estar vacunado contra hedores tan molestos; pero este era fuerte, fresco y desconocido, así que fue como si lo hubiesen inducido directamente en mi nariz.

    Gruñí, para seguir de mala gana aquel olor.

    Si no se trataba de los Cullen, por desgracia guardaba memorizado el nauseabundo hedor del híbrido -y este se encontraba medio muerto en la mansión-, ¿quién más rondaba la reserva?

    El rastro me llevó hasta el río Quileute. Casi a su desembocadura.
    Había recorrido más de cuatro millas, y todavía me parecía fresco.

    Vampiro, vampiro. No, semi- vampiro.
    Esto estaba raro.

    Pero, ¡si lo había confesado!
    Nunca lo negó, y estuvo siempre decidido a irse.
    Por suerte.

    Entonces, ¿a quién pertenecía este otro olor?
    ¿Un cómplice? ¿Un hambriento amigo?

    Supongo que el estúpido híbrido, siendo "tan decente y educado" como Nessie decía que era, lo invito a desayunar el "menú del día" en la reserva.

    En ese caso, ¿Por qué el rastro no se relacionaba con él?
    Empecé a sospechar.

    A los parásitos (traidores por naturaleza) no se les conocía por decir la verdad, ¿cierto?
    ¿Por que creerle, entonces?

    El hedor comenzó a sofocarme, mientras me aproximaba.
    ¡Ugh! Asqueroso.

    Exhalé varias veces por mi nariz, en un estéril intento de mitigar el ardor.

    Esto era malo. Confuso. Extraño.

    ¿Para qué culparte de algo que ni siquiera hiciste?
    Peor, ¿por qué echarte la culpa de dos asesinatos?

    El híbrido parecía ser más peligroso de lo que ya sabíamos, y eso que nunca logró ser santo de mi devoción.

    Recorrí la línea que bordeaba el río, trotando en vez de correr, para dar con una pista coherente.
    Nada de esto tenía sentido.

    A mi memoria se le hizo familiar la ruta, porque los chicos ya la habían inspeccionado.
    Aquí consiguieron los cadáveres.

    ¿Dónde se encontraba el efluvio del híbrido?

    Quise patearme por dejar pasar semejante error tan evidente.
    Parecía demasiado claro. El híbrido no lo hizo.

    "Piensa, Jacob. Debe haber algo más".

    Seguí olfateando. Quejándome por el hedor.
    Me concentré en las pistas, pasando de atrás hacia adelante, una y otra vez por el rastro.

    El híbrido no, ¿quién, entonces?

    Pegué mi nariz al suelo.

    ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién? ¡¿Quién?!

    Debió ser algún conocido. Un amigo. Un familiar.

    La respuesta me llegó, al mismo tiempo que el hedor me llevó a un recuerdo.
    Un mal recuerdo: El recibimiento de los parásitos.

    Me concentré por buscar en mi mente, el otro hilo de conciencia ajeno a mi manada.
    La conexión de los alphas.

    — "¡Sam!" — llamé desesperado.

    Si estuviese en forma humana, habría cruzado los dedos.

    — "¿Jacob?"

    Respiré hondo de alivio.

    — "Sam, las víctimas... el intruso. No fue el error de chupasangre, ¡fue su tía!"

    — "No te entiendo, hermano, ¿quieres calmarte?"

    — “Mira, iré por algo de ropa. La que traía... eh... ya no está. ¿Podrías enviar a tus chicos a rastrear el perímetro mientras regreso? Los demás al parecer están ocupados, o algo, por que no los escucho".

    — "Claro" — obtuve por respuesta, luego dejé de escucharlo.

    Podría buscar algo de vestir en mi casa, pero sabía que Rachel pasaría por allí en la tarde y no dejaría que me viera desnudo.

    Ella me vio usar pañales, y todo eso, pero igual se sentía muy extraño.

    ¿Siguiente plan? Los Cullen.

    Me tomó un segundo recordar el desastre que recientemente ocasioné.
    Ok. No fue la mejor de mis ideas.

    ¿La cabaña?
    Umm...
    Allí estaría Renée, y seguramente un lobo gigante, un hombre completamente desnudo, o un lobo gigante que se transforma en un hombre desnudo no sería algo fácil de ver.
    Pero si Edward se encontraba allí, leería mis pensamientos y buscaría la forma de que pasara desapercibido.

    Alcancé a ver la cabaña entre los árboles.
    En vez de acercarme, me escondí entre el espeso ramaje.

    — "Edward, ¿puedes oírme? Eh... bueno, estoy oculto, y necesito algo de ropa. Ah, sí, y el híbrido no fue quién mató a esos chicos".

    La enorme puerta del garaje se abrió a los pocos minutos, y supe que esa sería mi señal.

    Troté, casi de puntillas, escudado por los árboles, hasta darle la vuelta a la casa.
    No es que fuese necesario, mis ágiles patas ni siquiera dejaban huella, lo hice más que todo por precaución o un psicoterror maniático producto de pasar tanto tiempo rodeado de los Cullen.

    Cuando vi el momento oportuno -lejos de la vista de Renée, quise decir- me lancé hasta el garaje, escuchando como Edward cerraba la puerta después de pasar.

    — Se supone que tu deber es cuidarla y avisarnos de cualquier inconveniente, no exponerla sin protección en el bosque mientras te matas a mordiscos, antes de salir corriendo — espetó.

    Tomé con los dientes las asas de una bolsa marrón puesta a un lado de los neumáticos del Ferrari. Parecía muy grande y elaborada, para unas simples prendas de vestir.

    Me di la vuelta esperando ver los ojos de Edward fuera de orbita, furioso, y todo ese asunto que iba de la mano con el sermón.
    Me equivoqué.

    Él... ¿me sonreía?

    Traté de encontrarle una explicación a eso, antes de caer en cuenta que Edward nunca reaccionaba debidamente, así que no me esforcé más.

    — Un regalo de Alice — miró hacia la bolsa marrón — Siempre guarda un cambio extra a la mano para ti. Nunca sabes lo que pasará. No contigo, al menos.

    De poder resoplar lo hubiese hecho. Edward era pésimo con los chistes.
    O a lo mejor, yo no me encontraba de ánimos.
    Me limité a gruñir.

    — ¿De mal humor, Jacob? — se escuchaba sospechosamente divertido — Pensé que te gustaban los rivales fuertes. Reconozco que me complace saber que Renesmee no salió lastimada. Algo así como una mano fracturada, por ejemplo.

    Alcancé a ver hacia dónde se dirigían sus estúpidos sarcasmos.

    ¡Claro que él se aprovecharía de la situación!

    Lo miré, absolutamente conciente de que siempre estuvo deseando el momento en el que pudiese restregarme esas palabras a la cara.
    No hizo más que ensanchar la sonrisa, al escuchar mis pensamientos.

    — "¿Disfrutando?" — pensé con demasiada rabia.

    — ¿Tú no? — sofocó una estúpida risita — Al menos no jugaba sucio. ¿Imaginas que la hubiese engañado para robarle un beso? Eso no sería ético.

    Debí sorprenderme de la paciencia morbosa con la que supo esperar el tiempo indicado, para lanzarme las frases exactas, en el repugnante tono acido.
    Hasta tuvo la delicadeza de sonreír maliciosamente al final, como sólo lo había visto en las novelas de suspenso.

    Increíble.
    De todos los seres del mundo, a mi me tenía que tocar como suegro.

    — Ya cálmate, Jacob. Pensé que tenías mejor sentido del humor — seguía sonriéndome.

    Arrogante.

    El me ignoró.
    Yo no tenía tiempo que perder en estos momentos.

    — Eso es verdad — repuso — Tienes que ir por ella. No te molestes en informarme, estoy al tanto. Pude verlo en sus mentes, mientras discutían en la mansión.

    Eso me distrajo.
    ¿Ir por ella? ¿A donde?

    — Dijo que bajaría a tu casa. Creímos que sería ahí...

    ¡¡¿A mi casa?!!
    Demonios, ¡Rachel!

    Antes de salir corriendo del garaje, noté la conmoción en el rostro de Edward.
    Seguramente, el había ignorado ese molesto detalle.

    Rachel visitando a mi padre. Trayéndole las nuevas noticias acerca del segundo embarazo de Rebecca. Disfrutando cada minuto de su compañía (la relación de ellos había mejorado desde la desagradable imprimación de Paul) Nessie llegaría a buscarme. Rachel explotaría como una posesa.

    Diablos, diablos, diablos.

    Arranqué a correr desesperado por el bosque, dirigiéndome hacia la casa.

    ¿Tuvo que escoger mi hermana precisamente este día para una visita familiar?

    La preocupación aumentó, cuando me detuve a pensar en lo que ella le diría a Nessie.

    No se debía a que Rachel tuviese mal genio, o lo que sea -que sí lo tenía-; se trataba de la estúpida discriminación racial que ella adquirió de la tribu, sobre la enemistad natural que debíamos sentir por los vampiros.
    Por todos ellos.
    Buenos vampiros, o no.

    Lo irónico, y retorcidamente gracioso de todo el asunto, es que después de los chicos de mi manada, Paul venía siendo el más adepto en recibir a Nessie como parte de la familia.

    ¿Por qué de lo único inteligente que su esposo hacía, ella no podía imitarle?

    Hundí con mas violencia mis uñas sobre la tierra húmeda, apresurando el trote veloz. Volando por entre los árboles.

    Una conciencia llegó a mi cabeza.
    Gemí disgustado, cuando supe de quién se trataba.

    — “¿Jefe?” — pensó el lobato — Lo siento, es que creí que no me necesitaban, así que me tardé un poco en salir, y...

    — “En realidad no te necesito, niño. Vuelve a casa”.

    Y entonces recordé el rastro de la tía chupasangre del híbrido.
    Él pudo verlo en mi cabeza, pero esperaba la orden.
    ¡Ugh!

    — “Pensándolo mejor... Vuelve a la playa Rialto. ¿Recuerdas el efluvio que hallaron en el río Quileute? Síguelo. Si oyes o vez al resto, asegúrate de que busquen a Sam. Él les explicará. Los alcanzo en un rato.”

    — “¿Es como una misión directa? — sugirió — ¿Solamente para mí?”

    — “Eh... Algo así. Tú sólo... ¿No me harás repetirlo todo, otra vez, o sí?”

    — “Claro que no. En seguida, jefe.”

    Volví al momento.
    Moviéndome hacia la casa.
    Corriendo para llegar pronto a la presunta catástrofe.

    Después de todo, no estaba seguro de si Rachel reaccionaría salvajemente.
    Existía la pequeña posibilidad de que hubiese madurado, consiguiendo comprender lo importante e irrevocable que era Ness en mi vida.

    Umm...

    No.
    Sería estúpido contar con algo que nunca sucedería.
     
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  10.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Amiga hermosa, wow, que capitulos, pero eso si, disfrute mas el anterior al ultimo. Me encantó toda esa lucha entre Nahuel y Jacob, ohhh, como lo gocé. jajajaja. Excelente capitulo.
    Sobre el ultimo capitulo. Me gustó. Eso que Nahuel siguiera defendiendo a su tía. SE me hizo lindo y a la vez fastidioso pues al no decir la verdad todos lo querian linchar y de nada servia las palabras de Ness. Pero tambien lo entiendo, ama a su tia y no quiere que ella pague.
    QUe Jacob supiera la verdad fue para mi super inesperado y genial, pues él que mas lo odia ya sabe que es inocente, a su pesar, aun no le llegan buenos motivos para deshacerse de él. jajaja. Pobre, si que la pasa mal por ese amigo de su novia.
    Rachel. OMG, tenemos que ya saber que pasara con ella.
    Super amiga, lo disfruté mucho, te quiero !!!
     
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  11.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    ¡Hola, Moliry!
    Que bueno que te gustó, y que lo disfrutaste mucho (esa es la idea) JajajaxD
    Ness defiende así a su amigo, porque lo quiere; y Jake -como es honesto, lindo, excelente hombre... en fin PERFECTO- no lo culpará de lo que no hizo.

    Jajaja.

    Ando apuradita, pero no podía dejar manifestarme.

    Besitos.
     
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  12.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Como ando en un corre corre con la universidad… Ok, también me enredé por estar yendo a la playa, la cosa es que se me dificulta transcribir -y el Internet que no se colabora-, así que aquí les dejo lo que debió ser el prefacio de Jacob (existe un prefacio de Renesmee, pero no estaba hecho entonces).

    Besitos.

    Soy el desesperado,
    la palabra sin ecos,
    el que lo perdió todo,
    el que todo lo tuvo.

    Veinte poemas de amor y una canción desesperada. (Fragmento "8")

    Pablo Neruda.























    Prefacio.




    (Jacob)

    ¿Cuándo fue que pasó todo esto?

    ¿Cómo pase de ser un insignificante mortal, a vivir el clímax de su gloria?

    Su ardiente boca. Su desnudez. La calida entrega de su alma. El dulce néctar de su vientre.

    ¿De verdad creí, en un momento, que no existía manera de ser más dichoso con ella?

    ¿Es que fui tan iluso para pensar que conocía la felicidad?

    No pude estar más equivocado.

    Enloquecí con el calor de su cuerpo, temblando ligeramente como respuesta a la pasión.

    Mejor aún, me hice adicto de la carga eléctrica de sus besos. De sus brazos pétreos, sujetándose a mi espalda. De la energía alocada de cada jadeo.

    Renesmee era toda mía.

    Cada centímetro hermoso de su existir. Cada rincón maravilloso de su corazón.

    No quise que esta noche acabara nunca.

    La amé con más hambre y desenfreno.

    Colonicé cada parte de su cuerpo.
     
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    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    13 Febrero 2012
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    3573
    Capítulo XXV: Lo sé,lo sé. Me estoy volviendo paranoico.
    (Jacob)

    Corría a través del oscuro bosque, acercándome a la casa.
    Aún después de tener tanto tiempo para controlar mis nervios, continuaba imaginando a Rachel explotando en la cara de Ness.

    El sol seguía oculto tras las densas nubes cargadas.
    Aunque no llovía, la presión de vapor se hacía cada vez más notoria.

    Visualicé la extraña imagen de mi mismo, en este instante: Un gigantesco lobo mutante corriendo a una velocidad imposible, una bolsa colgando de su hocico y la palabra "Gucci" escrita en ella.

    Patético.

    Y luego sentí el llamado de Sam en mis pensamientos.

    — ¿Jake? Hermano, los chicos están en el río. Les pedí que me informaran de cualquier inconveniente.

    — Bien. Gracias, Sam.

    — Seth está donde Charlie — continuó — Por eso no pudo escucharte. Quil donde Claire, y ya sabes como es, no existe nada más si está con ella. A Embry lo vieron con la chica de la reserva Samich en el parque, y Leah acompañó a Rachel a darle la noticia de Rebecca a Billy.

    Me estremecí.

    Genial. Rachel se encontraba con Leah.
    Mucho más peligroso.

    — Jake ¿Sigues ahí?

    — Eh... sí, sí.

    — Bueno... no quisiera alarmarte, pero... Nessie llegó a tu casa cuando Rachel preparaba el almuerzo, y...

    Demonios.

    Busqué en su mente.
    Las imágenes pertenecían a Paul.
    Rachel siendo desagradablemente molesta, con estúpidas frases sarcásticas que incomodaran a Ness.
    Ella se había marchado ofendida.

    Gruñí.

    Sam sintió la intromisión en sus pensamientos.
    Mi preocupación en su cabeza.
    Su compasión en la mía.

    — Les diré a los chicos que estarás ocupado — pensó con amabilidad.

    Gracias.

    Aceleré olfateando el aroma de Nessie.
    Este me orientaría hacia ella.

    Me pareció que se encontraba a unas pocas millas de la Push. Tal vez, paseando por el cementerio de árboles caídos.
    Podían verse las islas desde allí, y cuando los pocos rayos de sol tocaban el agua soltaban destellos brillantes sobre la superficie.

    A Nessie le gustaban mucho las cosas brillantes.

    Sí. Seguramente este allí.

    Tan pronto supe que me encontraba cerca del camino, la gente, y todo eso; me detuve a sacar la ropa de la bolsa.

    Después de cambiar, y vestirme de ropa cara, bajé hasta los troncos a lo largo de la costa.

    No transcurrió mucho, antes de poder escuchar el sonido del agua chocando contra algo.
    Estaba cerca.

    Seguí su rastro, mientras la presión a ambos lados de mi pecho -esa conocida sensación- me liberaba levemente. Como si estuviese al tanto de nuestras cercanías.

    La encontré caminando por la orilla.
    Iba descalza, subiendo y bajando por la fila de rocas.
    Sus pies desnudos cubiertos de arena oscura, las botas de sus pantalones mojadas.

    Mi corazón se hincho de amor por aquella hermosa mujer.

    Ella me escuchó, y entonces volteó a verme.
    Toda su cara se iluminó de dicha.
    Hizo el intento de sonreír. Después sus ojos brillaron como si quisiera llorar.

    Me acerqué a Ness sin pensarlo.
    Imposible permanecer lejos.

    Parecía asustada.
    Fue ahí cuando recordé mi nefasto comportamiento anterior.

    Me detuve a unos pasos de ella, aterrado de ser el causante de su miedo.

    — Tú... Te busqué por todos lados. No supe que otra cosa hacer. Yo...

    — Estoy bien — la calmé — No me gusta que esperes aquí. Es peligroso.

    — ¿Dónde, si no? — susurró bajando la cara — ¿Tu casa, con Rachel de visita? ¿La mía, junto a Renée? ¿La mansión, con un Nahuel moribundo? ¿El hotel, lejos de todo? — suspiró — Estoy mejor aquí, gracias.

    Caminé dos pasos hacia ella.
    La atracción que Ness ejercía sobre mí, funcionaba al igual que una goma con nosostros atados a cada lado; mientras más la estirabas se encogía luego con mayor fuerza y necesidad.

    Ella alzó la vista a mi aproximación.

    — ¿Te encuentras bien? — demandé, más que ansioso.

    — Ahora sí. Tú estás aquí.

    Me fascinó esa respuesta.

    Permanecimos en silencio mirándonos el uno al otro, durante un rato.

    Todo mi ser vibraba al unísono, por estar a su lado.
    Odiaba tanta lejanía.

    Corté la distancia que nos separaba, inconcientemente.
    Ella continuaba mirándome con atención.

    — Vamos. Te llevaré al hotel — sugerí.

    Miró nuevamente hacia abajo.
    Respiró profundo esta vez antes de hablar.

    — No te molestes. Has estado todo el día... por ahí, así que debes estar exhausto — Ella paró por medio segundo. Sus ojos volvieron a brillar — Vendré a verte mañana, si... si no sigues molesto conmigo, claro.

    ¡¿Que estupidez había dicho?!

    Tomé con extrema delicadeza su rostro, forzándola a mirarme.
    Mis manos lo agradecieron.
    Me derretía el chocolate de sus ojos, y contacto con su piel me enloquecía.

    — NUNCA — enfaticé con aplomo — podré molestarme contigo, mi amor. Tal vez me molesten algunas cosas locas que haces, o tus berrinches absurdos, pero jamáscontigo.

    Podia escuchar, y sentir en mis manos, su pulso acelerarse.

    — ¿Quieres dar un paseo? — susurré, recorriendo su rostro con mis dedos.

    Asintió sindecir palabra.

    Bien. Sería mi turno de hablar.

    Empezamos a andar callados por los troncos apilados, con dirección a ninguna parte.

    Ella me cogió de la mano al caminar, y una sonrisa apareció por si sola en mi cara.
    Me afiancé de su tacto, atrayéndola por impulso a mi costado.

    Mucho mejor.
    No lo sentí suficiente.

    Al llegar a "Hole in the Wall" - un túnel en las rocas- busqué la manera adecuada de disculparme.

    — Lo siento. No quería actuar de ese modo, pero al ver como te tenía yo... — rechiné mis dientes, para no gruñir furioso — Pero me comporté como un idiota, y odio haberte asustado — Llené mis pulmones de aire, luego lo solté de golpe — Sé que todo esto apesta.

    Ness detuvo el paso, haciendo que parara, también.

    Me veía con el ceño de su hermoso rostro fruncido.

    — ¿Qué? — pedí.

    — ¿Por qué dices eso?

    — ¿Qué cosa?

    No estaba entendiendo nada.
    De repente parecía molesta por algo que dije.

    — No me asustaste. Nunca lo has hecho — dijo, sólo que el tono que uso lo hacía ver como un reclamo — Le dije... bueno... hice el intento de decirle a Nahuel que no necesitaba tal protección. Temí por tu vida, no por lo que "fueses a hacerme" — bufó — No existe nada que puedas hacer para asustarme, de verdad.

    Suspiré al escuchar su explicación, finalmente.

    Me incliné sobre ella, buscando la cercanía que tanto ansiaba mi cuerpo.
    Mis brazos pasaron a ser parte suya, ahora. Confiados alrededor de su cintura.

    — Incrementaré la velocidad al conducir, entonces — propuse.

    Ella me sonrió verdaderamente feliz.
    No sé como no caí de rodillas, ante esa irresistible sonrisa.

    — No lo harás — declaró — No conmigo, al menos.

    Reí por lo bien que ella me conocía, antes de pegar mi frente con la suya.
    Su dulce aliento no paraba de seducirme.
    Me desquiciaba aún más que el aroma que expedía su suave piel.

    Nessie posó sus manos en mi rostro, acariciando desde los labios, las mejillas, hasta el lóbulo de mi oreja.
    Le dije adiós a mi conciencia.

    — Tuve miedo de perderte — susurró contra mi piel — De que pensaras que algo sucedió en el bosque, y de que Nahuel y yo...

    Negué levemente con la cabeza.
    Ella me pertenecía. De eso no tenía la menor duda.

    -No vuelvas a temer — conseguí decir — Siempre seré sólo tuyo. Tú eres todo mi universo.

    Acercó sus labios a los míos, y yo me perdí como un adicto en su boca.

    Traté de evaluarme desde un punto de vista objetivo.
    Uno que me permitiera encontrarle el motivo, por el cual mi delirio por Ness incrementaba con cada beso.
    Me dominaba el deseo.
    Perdía el control frente a ella.

    No es que no fuese así antes -siempre estuve loco por Nessie-. Sin embargo, ahora, literalmente quedaba atrapado en sus caricias, en sus besos.
    Absolutamente dependiente.

    De haber estado, en este momento en la mansión, Edward habría saltado furioso a matarme por las cosas que pasaron por mi mente.

    Ya no estaba seguro de si podría controlar mis pensamientos, la próxima vez.

    ¿Qué me ocurría? ¿Qué estaba mal en mí?

    ¿Sería parte de la imprimación?
    No.
    De ser así, alguno de los otros me hubiese advertido.

    Claro, que a ninguno de los otros su suegro le leía la mente.

    Aunque eso no fuese necesario. El aumento de tu devoción por la imprimada, se notaba a simple vista.

    Mi mente se inundó de imágenes, que Ness me proporcionaba.
    Sin quererlo, ella colaboraba a la pérdida de mi autocontrol.

    Yo haría cualquier cosa por complacerla.
    Convirtiéndome en el hombre que exactamente ella necesitaba.
    El amante que ella deseara.
    El mejor, el más cariñoso, el más apasionado, lo que sea que ella me exigiera ser.
    El compañero perfecto.

    Nessie fue apartando su rostro.
    Yo me quedé unos minutos sin hacer más que controlar mi respiración.
    No me encontraba capaz de pensar con claridad.
    La intimidad de la cueva no ayudaba mucho, tampoco.

    Entonces, no hizo falta consultarle a Sam el por qué la voz de Ness, en ocasiones, sonaba con el doble timbre de Alpha.
    Ya lo sabía.
    Lo pude ver, ahora.

    Ella no me exigía mandatos por hacer, era YO quien complacía obediente los deseos que ella tuviese.

    No significaba que no tenía opción, sino que no quería tenerla.

    Su felicidad era la mía.

    Salimos del túnel cuando empezó a subir la marea rápidamente.
    Corrimos riendo por todo el trayecto.
    Ness me llevaba casi arrastrando.

    Lo normal es que tardáramos unas horas en salir.
    Nos bastó menos de diez minutos.

    Me sentía tan feliz, que olvidé preguntarle por el caótico encuentro con mi hermana.
    Cuando lo recordé, no quise dañar el momento.

    Ya que la Toyota se hallaba estacionada frente a la mansión, y no quería al hediondo hibrido ni siquiera a millones de kilómetros a la redonda de Ness, nos fuimos hasta un punto cercano a la cabaña donde Edward nos llevaría el Volkswagen up! GT.

    No supimos que excusa le dirían a Renée, después.
    Igual no creo que se diera cuenta. Era suspicaz para algunas cosas, y muy distraída para otras.

    Reafirmé la idea de que en este día la suerte se encontraba de mi lado, cuando me fijé que Edward no se veía junto a la zona divisoria que marcaba el territorio Quileute.

    Acordamos recoger el Volkswagen en ese lugar, pero yo esperaba que el estuviese esperándonos.
    Controlándolo todo (como siempre).

    No pude evitar soltar una carcajada triunfal.
    Sólo Ness, un motor de 75cv automático <<ASG>>, faros de xenón, y yo.

    El paraíso.

    Nessie volteó a verme mientras subía, sin comprender lo que se me pasó por la cabeza.

    Me alegré de que Edward fuese incapaz de ver lo que planeaba, en ese caso la noche no habría terminado tan bien como yo esperaba.

    En vez de dar vuelta para atravesar todo el pueblo, otra vez; preferi seguir el curso por la "zona vampiro" hacia el norte, hasta llegar a la carretera US 101 sin desvío a Port Angeles.

    Mientras conducía por la autopista indescriptiblemente feliz, le eché una ojeada al rostro de Nessie.
    Ella observaba por la ventanilla con gesto ausente.

    Me pregunté que podía preocuparla.
    Más que eso, me incomodó su malestar.

    Con la mano que llevaba entrelazada con la suya, acaricié la línea de estrés que se le formaba entre los ojos.

    Se giró a dedicarme su atractiva sonrisa.
    Le regresé el gesto, por puro acto de rendición a su belleza.

    — ¿Crees que dirás algo antes de llegar? — insinué — Me aterroriza cuando guardas silencio por tanto tiempo. Luego de que aprendiste a hablar, no haz dejado de hacerlo nunca.

    Ella sonrió. Vaciló por un segundo, y luego su rostro se puso serio. Pensativo.

    — ¿Has escuchado sobre "La Hipocondriasis"? — inquirió sin preambulos.

    — ¿Es una banda nueva? Es broma. ¿Que hay con eso?

    — Es una patología psicológica — continuó, mirando la parte superior del salpicadero — Y bueno... ya sabes que siempre digo que estoy loca, pero... pienso que ahora padezco de delirio persecutorio.

    No fui capaz de contener la risa.

    — ¡Es verdad! — se quejó — A veces me pasa. Cuando bajo a la Push, y camino por el bosque.

    La sentí estremecerse.
    Paré de reír.

    — Es como si... me observaran — musitó ausente.

    Eso no me gustó nada.

    — ¿Sientes que te acosan? — mascullé irritado.

    No importaba quien fuese. Era hombre muerto.

    Se giró al notar la molestia cargada en mi voz.

    — No es nada — indicó — Al final, siempre es el viento.

    No me confié.
    Le pediría a los chicos que peinaran el bosque por la mañana.

    Nessie seacercó a mí, todo lo que el angosto auto y la pantalla táctil nos dejó.

    Recorrió con la yema de sus dedos mi brazo derecho, antes de presionar -con deliciosa sensualidad- mi hombro, usando sus generosos labios.

    La molestia se desvaneció de mi semblante, en el acto.

    No perdí ningún detalle mientras la veía.

    Se nos pudo atravesar un camión en ese instante, y juro que no lo hubiese detectado.

    Al menos, no solté el volante.

    — ¿Puedo hacerte una pregunta? — inquirió muy cerca demi cara.

    ¿Hacía falta preguntar?
    Fácilmente ella podía pedirme el alma, y yo firmaría gustoso.

    — Lo que quieras — aseguré.

    — Es sobre mi madre — continuó.

    Me sospendió que comenzara de ese modo.
    Esperé que confundiera los escandalosos latidos de mi corazón, con su cercanía.

    — Si es respecto a lo rara que es. Sí, siempre a sido así — bromeé, tratando de ocultar mi nerviosismo.

    — No. No tiene que ver con eso — vaciló por un momento — Jake... ¿Sabes si mi padre abandonó a Bella, alguna vez?

    Por accidente, golpeé fuerte el pedal dando más gas al auto.

    — ¡¿Qué?! — solté de golpe.

    — Lo sé. Suena loco, pero Billy me habló de un tiempo en el que Edward se fue, y Bella pasó mucho tiempo en la reserva.

    Maldita sea.

    — ¿Jake? Te pasaste la señal de cruce.

    Desagradablemente gracioso.
    Mi propio padre colocando el cuchillo en mi garganta.

    — ¿Uh? Ah sí, cruzaremos más adelante.

    — Pero se te hacía más fácil a ti regresar, si cruzábamos por allá.

    Ella giró su cabeza para ver la carretera que dejábamos atrás.

    — No regresaré — confesé.

    Mi voz sonó un poco ida.
    Seguía en shock por la conversación pasada.

    — ¿Por qué no? — repuso Ness.

    Parpadeaba como reflejo humano a su confusión.

    Con todo lo que había pasado, olvidé mencionarle mi plan.

    Recuperé el buen humor.

    — Me quedaré — expliqué feliz — Ya que se nos hizo tarde en las playa, no veo como pueda regresar después.

    Busqué su rostro para ver cual sería su expresión.

    Parecía fascinada.

    Solté una carcajada al notar su entusiasmo.

    Ella se rió en complicidad.

    Bien. Por lo menos pude salir ileso de ésta.
     
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    Moliry

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    Amiga hermosa, ya lei el prefacio de Jacob, esta genial, INCREIBLE seria la palabra mas correcta. Muchas felicidades, es en cada capitulo mas notorio tu avance, tu mejoría en el arte de crear por medio de las letras. Apenas terminando de leer el prefacio me percaté que subiste capitulo. Hoy dominguito saldré con la familia, ya ves, lo tipico de lindas reuniones familiares, es por eso que no tengo tiempo para leer el capitulo, pero pronto sin duda me tendras de regreso. Un gran enorme beso.
    pd. el prefacio de un Jacob posesivo, celoso, apasionado, me encanta !!!
    TKmm
     
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  15.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

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    Ana inukk: "Romance????:( me gusto pero... el amor y el mundo color de rosa...

    Un Beso..."

    ¡Ups! Nolo vi. I´M SO SORRY!
    Bueno... Poco a poco, amiga. Ya serás recompensada. I promise you.
    Besitos. Gracias por seguir leyedo.
     
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    Moliry

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    Oh, oh, oh, oh !! Que capitulo !!! Que pasion ! Lo que hubiera dado por ser Reneesme.
    Amiga, te aplaudo. Como lo disfruté. Que rico capitulo !! Ese es amor, esa es ternura, esa es pasion, no tonteras !! Gaby, empiezas hacer de mis idolas escritoras, y eso que mis favoritos son puros hombres. Gabriel Garcia Marques, y bla bla.... jaja
    Me sorprendio, incluso mas que Jake, la pregunta de Ness, a donde quiere llegar??? Siento que esta tomando un camino peligroso, espero me equivoque, porque cada vez amo como se llevan, como se tratan esta increible pareja.
    Amiga !! No tardes, que yo no lo hare al leerte !! Wiii !!

    Kiss
     
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  17.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

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    ¡Hi, Moly!
    Gracias, nuevamente por seguir ahí.
    ¡¿Gabriel García Marques?! ¡JESUS!
    Jajaja. Casi, casi, me lo creo. Jajaja.

    Nessie es curiosa, nada más (I think);
    y -te confieso- a mí, también, me encanta ese amor, esa ternura, y esa pasión que va incrementando en mi linda pareja favorita.
    Te quiero mucho, amiga, y ADORO tus comentarios.
    Besitos, nos leemos.
     
  18.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    He estado MUY ocupada estos días.
    Los profesores no me dan paz.
    Ya casi salgo de vacaciones, y subiré un capítulo -I promise-
    Por los momentos...

    Prefacio de Renesmee. Espero les guste.
    Besitos.




    Casi he rodado al fondo de la sima...
    -Tú que me escuchas, mi enseñanza aprende:
    Nunca seas la espada que lastima.
    Sé tan sólo, la espada que defiende.

    La Buena Palabra (Fragmento)
    Arturo Capdevilla




























    (Renesmee)


    Una separación tan insoslayable, como desalmada.

    Insistente, se abalanzaba contra lo imposible.

    La paradoja de nuestro final, amenazaba con despedazar sin piedad lo que, en un tiempo, fue inquebrantable.

    No era sano su proceder, como tampoco lo sería el proceso, pero su causa era justa, la cancelación de un pacto morboso.

    ¿Existía una solución a todo esto?

    ¿Me engañaba o ciertamente realizaba la jugada correcta?

    Como en el ajedrez, cuando te toca sacrificar una pieza importante, para asegurar tu victoria al final.

    Exactamente eso hacía, poner a prueba la efectividad de "la estafa Marshall".

    Radical.

    Preciso.

    Doloroso.

    De todas maneras, ese no sería mi caso. Lo nuestro era mucho más fuerte, más eterno y absolutamente más inherente.

    La intención de mi cuerpo no deseaba, ni por asomo, separarse de aquellos labios carnosos, que eran tan míos.

    Sus besos tan urgentes, sus manos tan fundidas en mi rostro.

    Sentí la inquietud de su confusión, riñendo contra el deseo.

    Deseo, no amor.

    Él era solamente una victima, de un hechizo macabro.

    Una magia, que como en los cuentos de hadas, acababa en un beso... En el último beso.
     
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    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Amiga, que capitilo... Me encantó poesia pura. Me encantas !!
    Dramático, apasionado, romantico... ¡Maravilloso!
    Espero ya saber sobre la historia, no seas cruel y no la quieras hacer mas de emocion. jajaja
    Espero que estes super bien, nena, tqmmm

    Kiss
     
  20.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

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    Gracias, Moly.
    Me encantó que te encantara.
    ¡¡¡Al fin de vacaciones!!!, así que aquí está el próximo capítulo.
    No soy cruel, sólo algo enrredada y loca, nada más.
    Feliz Navidad, y que la pases súper.
    Besitos navideños de fin de mundo.
     
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