Fruto Prohibido [Inu&Kikyo]

Hola niñas, lamento la tardanza, aquí la conti.
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Capítulo V: Kikyô y... ¡¿Sesshômaru?!

Hacía largo rato que –casi- todos buscaban a Miroku. InuYasha en cambio se había escabullido de la búsqueda. Ideando una forma de hablarle a Kikyô, quién yacía sentada en el estar tomando una taza de té en compañía de Kagome.

La vivaz azabache había pedido galletas y con educación, invitó al platino a sentarse con ellas, pese a que lo había visto husmeando en el estar de la mansión y porque quería saber más de él. Kikyô no dijo nada, aunque tampoco se sentía muy cómoda ante tal acción.

InuYasha observó como la elegante joven de ojos alegres le hacía una seña con su mano derecha, invitándolo a participar en la conversación que mantenía con su prima. Él, agradecido por tan magnífica oportunidad, se acercó su pensarlo.

—Tiene cara de baboso —susurró Kikyô a Kagome, la cual la observó molesta ante tales palabras —Sabes que no es de mi agrado compartir tiempo con gente a la que no conozco, Kagome.

—No seas así, Kikyô-san. Sólo he querido invitarlo a comer galletas y tomar té, no creo que sea un pecado —Cerró sus ojos y suspiró —Y no tiene cara de baboso… Yo diría que es bastante atractivo —se sonrojó ante lo dicho y dio un sorbo a su taza de té.

La pelinegra mayor observó a su prima con una tenue expresión de sorpresa ¿Kagome había dicho eso? Tal vez el té estaba muy agrio –cosa que era verdad-.

InuYasha llegó, tratando de parecer lo más refinado posible, cosa que fue imposible. Sus nervios afloraron en cuanto Kikyô lo atravesó con su mirada, aparentemente indispuesta. ¡¿Ella siempre es así?! Pensó, pero al mismo tiempo aquel comportamiento le gustó. No era muy devoto de las chicas fáciles y sonrientes a cada segundo.

Kagome se percató del nerviosismo del oji-dorado, y se prometió a sí misma hablar con Kikyô a cerca de su comportamiento tan anti-social.

—No te quedes allí —sonrió alegremente —Vamos, toma asiento, bebe un poco de té con nosotras.

—Gracias —InuYasha tomó asiento.

—Y bien. ¿Cómo te llamas? —preguntó Kagome, mirándolo sonriente.

—Mi nombre es InuYasha Taisho —respondió, orgulloso de sí mismo.

—Qué bonito nombre —musitó Kikyô, observándolo con una sonrisa con dejes de superioridad —El apellido me parece conocido. ¿Eres de por casualidad hermano de… Sesshômaru?

InuYasha la observó por unos instantes, confundido.

—Oh, ¿Sesshômaru Taisho? —La mirada de Kagome pareció iluminarse aún más —¿No es ese tu enamorado, Kikyô-san?

—Sí, ese es Sesshômaru… Es guapo ¿verdad? —confesó, sonriéndole a Kagome de manera sincera y animada. El mundo del platino pareció quebrarse ante la noticia. Sesshômaru ¡¿Con Kikyô?! ¡¿Qué coño….?!

—¿Cuando le has conocido? —intervino InuYasha con el ceño notablemente fruncido. Kagome se le quedó observando extrañada ante tal comportamiento —¿De qué conoces al imbécil de Sesshômaru?

—Sesshômaru siempre ha sido de mi interés, probablemente me case con él en el futuro —puntualizó, observándolo de forma socarrona, destruyendo todas y cada una de las barreras de confianza en el oji-dorado.

—No has respondido a mi pregunta, Kikyô… ¿De dónde lo conoces? —formuló, molesto nuevamente.

—Eso no es de tu incumbencia —finalizó Kagome un tanto exaltada. Ambos, Kikyô e InuYasha se le quedaron observando —Lo que haga o no Kikyô-san no es de su incumbencia, InuYasha-kun.

—Déjalo, Kagome. Como hermano de Sesshômaru le permitiré saber algunas cosas —dejó su taza de té a un lado —Joven; por lo que tengo entendido, Sesshômaru ya está en mansión de los Taisho ¿verdad? —InuYasha asintió —¿Sabe usted en dónde se encontraba él mientras no estuvo con su familia? Estuvo en Londres.

—¿Y eso qué? —intervino el platino.

—Sesshômaru Taisho es mi amante y mi enamorado… Me ha pedido matrimonio dos semanas atrás. La verdad es que lo conozco desde hace mucho tiempo, tres o cinco años han pasado desde que me lo encontré en la agencia —suspiró; Kagome hizo lo mismo en corriente de la felicidad de su prima al hablar de ello —Pero, no he aceptado su propuesta de matrimonio. Hay cosas que deseo hacer antes de atarme a la vida de alguien.

—Ya veo… Pero, conociendo a Sesshômaru probablemente sólo esté jugando contigo.

—¿Qué te hace pensar eso, Taisho? —relució su rostro de seriedad ante las palabras del visitante.

—Como enamorada de mi hermano, te dejaré saber algunas cosas, Kikyô —InuYasha se inclinó hacia adelante, observando a la peli-negra fijamente —Sesshômaru jamás ha sido de atarse a una mujer, por más hermosa que esta sea. Tengo una base para dudar de lo que Sesshômaru te ha prometido, él no se fijaría en alguien tan simplona como tú —finalizó con una sonrisa de sorna, cobrándose el sentimiento de malestar que la noble Kenshin había colado en él.

—No me importa lo que digas, para mí tus palabras o las de tu clase no tienen significado…

—Y es por ese hecho que sigues protegida por tu burbuja de oro, ‘Kikyô-sama’ —el platino se levantó y con galantería –algo forzada- le guiñó un ojo a la sorprendida azabache, aun perdida en las irrespetuosas palabras del visitante hacia su enojada prima.

“Sabes que no es de mi agrado compartir tiempo con gente a la que no conozco, Kagome”

Consciente de su error, observó arrepentida a su prima. En este tipo de casos saltaría de felicidad al ser para variar, el centro de atención con los chicos de tal guapeza como lo era el platino. Sin embargo, el remordimiento de haber ‘obligado’ a Kikyô a mantener aquella incómoda conversación con un extraño recaía en sus hombros, pesado y lastimero.

—K-Kikyô-san, lamento haberle invitado —se disculpó, tomándole las manos.

—No te preocupes, Kagome. Tenía que quitármelo de encima de una forma u otra. ¿No viste cómo me miró en la mesa? No soy estúpida como para no haberlo notado.

—Y dijiste que tenía cara de baboso…

—A veces es necesario mentir, aunque su comportamiento es de lo peor —admitió, suspirando resignada —De todas maneras, Sesshômaru es muy agarrado con lo ‘suyo’, y ya mi padre ha hablado con él.

—¿Y qué tiene que ver eso con InuYasha-kun? —formuló, ingenua.

—Sería de muy mal gusto interactuar con el hermano de mi pretendiente principal más que con el mismo novio. ¿No lo crees? —sonrió.

—Bueno, sí.

—He hecho lo mejor. Es preferible que no mantengamos contacto alguno… Así nadie saldrá lastimado.

—¿Y por qué lo dices? ¿Quién saldrá lastimado?

—Yo, y hasta el propio InuYasha —por un momento observó a la azabache fugazmente, y pasados unos tres segundos, volvió a hablar —Kagome, te diré un pequeño secreto —se acercó a ella y susurrándole suavemente, dijo —InuYasha es el hijo bastardo de Inu no Taisho; fue concebido con una mujer de orígenes chinos cuando el padre de Sesshômaru se distanció por problemas de herencia de su señora, Irasue.

Kagome hizo un gesto de sorpresa.

—Según lo que escuché de mi padre, la madre de InuYasha Taisho era una mujer sumamente preciosa, cuya belleza podía fácilmente comparase con la de Irasue… Creo saber que su nombre era Izayoi —acercó la taza de té que portaba en sus manos a sus labios y bebió de ella.

—Pero lamentablemente, ella murió de cáncer cuando InuYasha tenía seis años. Inu no Taisho se hizo responsable de él y, una vez que se reconcilió con su esposa, lo llevó a él a casa y fue criado allí por él y por su señora esposa. Claro que Irasue Taisho no estuvo muy de acuerdo en aceptar en su casa al hijo de una infidelidad, y Sesshômaru simplemente lo rechazó como miembro de la familia.