Frozen FROZEN

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por FanFrozen, 3 Septiembre 2018.

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    Ojo que los tios postizos pueden ser muy guarda bosques ;)

    Este capitulo era mucho mas largo, recorte la parte del despacho para que el detalle y el concepto que quiero queden dando vueltas no se pierdan tanto y saque como 10 o 15 lineas de dialogo entre Anna y Kristoff porque me parecía perdía fuerza la conversación, amen que deje dormido a Olaf y la ultima frase puede haber quedado descolgada.
     
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    16 - SIMPLE Y FUNCIONAL




    —No puedo creerlo, no puedo creerlo. —repetía una y otra vez Ada tapándose la cara con una mano y moviendo la cabeza de un lado a otro —Tienes un hall que parece un salón de baile, una sala que entra alguien del tamaño de él —señala con el pulgar a su espalda a Malvadisco— cuartos que puedes acomodar familias enteras, más escaleras que en todo tu otro castillo ¿y no se te ocurrió una cocina? — mira incrédula a Elsa – ¿Es que pensabas vivir del aire? Mejor dicho ¿pensabas mientras hacías – mueve los brazos de un lado a otro— todo esto? Porque evidentemente no pensaste, ni en el futuro, ni en las consecuencias ni en nada, ni en nadie. Ni siquiera en ti misma, solo te dejaste llevar y ya —sentencia finalmente al tiempo que mueve ambas manos hacia arriba.


    Elsa estaba sentada en una silla de amplio respaldo que ella misma hizo en la sala superior, con los brazos cruzados y un enfado casi palpable.


    —Cuando cree este palacio —dijo en tono solemne tratando de contener su enojo— era la primera vez que me sentía libre en años. Simplemente deje ir mi poder. Lo que me importaba era probar todo de lo que era capaz y hacer algo hermoso de lo que me sintiera orgullosa y pudiera estar a gusto, tranquila, en paz…


    —…y en ayunas.


    Elsa la fulminó con la mirada.


    —Cree solo lo que consideraba fuera necesario. — se defendió.


    —¿Estas consiente que esa frase no juega a tu favor verdad, no? – contesto Ada con un tono entre divertido y enfadado.


    —Nunca se me cruzo necesitar una cocina —se retorció en su silla —Jamás en mi vida he cocinado —intento justificar.


    —Bueno Alteza, —Elsa no pudo dejar de notar el noto burlón que había usado la joven. Empezaba a entender los enfados de Kai— pues entonces te informo que nunca es tarde, porque aún no sé dónde, pero una comida preparare yo, una comida prepararas tú.


    —¿Qué? Yo… yo… No… no pue… — trata de buscar un justificativo— ¡Soy la Reina!


    —Aja — continuo como si nada – ¿prefieres preparar desayuno y cena o almuerzo y media tarde?


    —No voy a cocinar Ada. — afirmo Elsa.


    —Vamos a entrenar duro —seguía hablando como si no hubiera oído—, tendrán que ser ligeras, pero el desayuno y media tarde sería conveniente que sean igualmente abundantes.


    —¿Es que no escucha? — levanta el tono y vuelve a esgrimir su falso motivo— Soy la Reina, no cocinare.


    —No, no, no, no… —rio y movió negando un dedo — No te acepto títulos para intentar librarte.


    Elsa que había usado su titulo como excusa se desesperó al no ocurrírsele ningún otro argumento para evitar la tarea y finalmente confeso.


    —¡Es que no sé cómo!


    —Pues ingéniatelas en saber. – Intento salir, pero Malvadisco estaba parado en el camino, con fastidio mira a Elsa— ¿le dices que se mueva?


    —¿A dónde vas?


    —A ver donde encuentro un lugar donde pueda hacer un desnivel con ventilación y una cámara para una fogata que permita cocinar. No tengo problemas con que mi comida este fría, pero si cruda. Te libras de preparar la primera cena porque quiero asegurarme que pueda aislar lo suficiente la cámara y no derretir medio castillo. Pero de todas maneras, no te quedes sentada con los brazos cruzados. Acondiciona mejor —movió un brazo señalando en rededor— este lugar para que se pueda estar en él —la mira fijamente— Eso sí, has las cosas simples y funcionales. – Se dirige a la puerta e intenta salir, pero Malvadisco no se había movido un centímetro de su lugar, se voltea a mirar a Elsa con un gesto de disgusto. La Reina realiza un leve movimiento con la cabeza y la mole de hielo y nieve se aparta de la entrada. Ada retoma su marcha, pero se detiene en seco y girando pregunta– Me vino una duda, ¿cuán necesario consideras tú los baños? – Elsa no supo cómo pudo contenerse.


    La Reina, tras quedarse a solas con el gigante y tranquilizarse un poco, intento imaginar que sería lo necesario para acondicionar en forma “simple y funcional” el lugar. Empezó, luego de hacer desaparecer la silla y todos los restos de hielo que había en distintos lugares de la sala, creando una mesa y dos sillas lo más sencillas que pudo. Eran de formas rectas no muy grandes, bien “simples y funcionales”. Sin notarlo hizo un gesto de disgusto y desagrado. Suspiró y se preguntó con qué continuar. Recordó haber encontrado a Ada en la biblioteca y formo una pequeña y simple para acomodar libros. Tamborileando sus dedos sobre los brazos cruzados trato de imaginar qué seria cómodo para leer y enseguida dos sillones aparecieron a su lado. De pronto el piso le pareció demasiado liso y haciendo bailar su mano hizo que hilos de hielos formaran una pequeña alfombra entre los sillones. Creo una mesa pequeña también entre ellos. Le pareció que a la pequeña mesa le faltaba algo, así que moviendo sus dedos creo un candelabro. Sonrió satisfecha con el diseño y volteándose lo imito con dos candelabros mucho más grandes en la mesa principal. Para que no parecieran tan grandes, creo un centro de mesa con frutas de hielo. Ahora las sillas desentonaban, así que con otro gesto cambio su diseño haciéndolo más sutil y estilizado. Ok, la mesa, se veía pequeña en comparación pensó. Movió ambas manos y la mesa, que había sido una simple plancha de hielo con patas, se convirtió en una mucho más grande y maciza, con esquinas redondeadas, labrados en sus bordes y patas que también acompañaban el diseño. En medio de la sala, la mesa hacia resaltar aún más cuan vacío estaban las paredes. Con un gesto formo algunos estantes. Claro que estantes vacíos no eran funcionales y Ada fue especifica en eso, así que con pequeños gestos fue formando algunas estatuillas que fueron apareciendo aquí y allá sobre ellos. Si bien las pequeñas estatuillas le parecían adorables, pensó que sería buena idea crear dos armaduras de hielo, en cada extremo del cuarto. Para que las armaduras no desentonaran creo algunos escudos con espadas cruzadas en las paredes. La biblioteca ahora se perdía en el cuarto, así que el recreo más grande y formo unos sujeta libros que simulaban ser flores de lis. Bajo la vista al piso y le resulto molesto verlo tan desnudo, así que nuevamente creo una alfombra de hielo, pero esta vez que ocupaba gran parte de la sala. Al darle distintas opacidades logró dibujar patrones que simulaban figuras de cristales. Se volvió al balcón abierto con las puertas destrozadas. Las volvió a formar y pensó que útil seria delante de él poder sentarse a reponer fuerzas, si es que se suponía que el entrenamiento seria intenso, y entonces creo un sillón amplio, con las patas imitando el diseño de la mesa. Mientras lo rodeaba formo una mesa pequeña y creo un jarrón con flores de hielo sobre él. No le gusto como quedaba allí, así que hizo dos pequeñas columnas junto al balcón y traslado el florero a una y creo uno igual en la otra. Le molestaba que la mesa delante del balcón estuviera tan vacía, así que hizo un tablero de ajedrez con sus piezas blancas y trasparentes.


    Se volteo y miro el balcón. Aún estaba el bloque que había creado para alejar al subidito de Weaselton, hacia le parecía mil años. Sintió una punzada en su estómago al recordar el momento, pero trato de dejarlo atrás. Lo hizo desaparecer y pudo ver como la baranda también estaba rota. Con un gesto la reparo. Una enredadera de hielo fue formándose poco a poco en la baranda para embellecerla más. Salió fuera y noto el balcón vacío, muy vacío y se sorprendió que antes, hace mil años, no le hubiera parecido así. Creo dos estandartes de hielo con el emblema del Arendelle. Giro su cabeza con dirección al fiordo, aunque la montaña no permitirá verlo. No pudo evitar que un angustiado “Anna” se escapara de sus labios. Cerro los ojos y se abrazó a sí misma.


    Se preguntó si había hecho lo correcto. No solo en aceptar sin muchos cuestionamientos lo que Ada le había dicho, sino en dejar a su hermana nuevamente y con todo el peso del reino en sus hombros. La primera vez había sido distinto. Había huido por miedo, por vergüenza y lejos del mundo sintió que todo eso había quedado atrás y se sintió libre. Cuando Anna había aparecido en la puerta de su refugio se alegró en un principio, pero todos los temores volvieron. Esa vez le había dicho que se fuera y se encargara del reino, pero más para alejarla y protegerla de ella, no pensando en cuanta responsabilidad exigiría de Anna. Esta vez también se había alejado para protegerla, a su hermana y a todo Arendelle, pero ahora, sola en ese balcón sin poder ver el castillo, se cuestionaba si la decisión había sido la acertada. Se pregunto, que aun siendo verdad la historia de Ada, no fuese un error enfrentar el problema sola. Movió su cabeza tratando de apartar sus pensamientos. La decisión ya había sido tomada.


    Se volvió para entrar de nuevo al interior. Miro la sala completa y le pareció que, al techo, extremadamente alto, le faltaba algo. Recordó la araña que, hace mil años, había creado e instintivamente y sin darse cuenta llevo una mano a su cabeza donde le había golpeado al caer. Volvió a tratar de dejar todo eso atrás y con un gesto creo otra araña, aun más grande y con más caireles que la que había hecho, hace parecía mil años.


    —¿Qué te parece? – pregunto volviéndose al gigante – ¿Te gusta? —Este, que todo el tiempo no había quitado los ojos de Elsa, primero hizo un gesto extrañado al notar que le hablaba, para después sonreír y mover la cabeza afirmativamente – Hay que ver que dice la señorita “simple y funcional” – resopló y pensó en un primer momento que Ada podía irse al diablo con su opinión, pero luego se dio cuenta que en verdad le importaba que lo dijera. No sabía si era para demostrarle de cuanto era ella capaz o si porque, en cierta forma, le había dolido lo que la otra joven había dicho, sabiendo que en el fondo era verdad. Que al crear ese palacio se había dejado llevar y nada más, sin pensar ni en el pasado ni en el futuro, ni en nada, ni en nadie.


    Quizás había aceptado la historia de Ada sin tanto cuestionamiento porque, aunque aún no le había dicho aun cual, había mencionado que había un motivo y una razón para sus poderes. Si eso era verdad ella no tenía culpa alguna de haber nacido con ellos. ¿Ese no sería el verdadero motivo? ¿Se había escudado en alejar el peligro de Arendelle solo para correr a encontrar una justificación que aliviara su conciencia de años de sentirse culpable? ¿Lo había hecho pensando en su hermana, en sus súbditos o en ella misma? En definitiva, ¿nuevamente no habría sido egoísta? ¿Kai no habría tenido razón que era preferible para los intereses del reino enfrentar el peligro con el respaldo de su ejército? Suspiró bajando la vista y noto algo extraño en el gigante. Se acerco y vio como una de sus piernas parecía cortada y vuelta a unir toscamente. —Pero que te pas… — recordó cuando Hans encabezando a sus propios soldados vino a buscarla. —Lo siento muchacho —le dijo al gigante— nunca pensé que resultaras herido – El gigante solo la miraba sin comprender mucho lo que decía la Reina. Se acerco y con un movimiento dejo la pierna de Malvadisco como nueva. Este se sorprendió, la movió y bailoteo sobre una pierna y otra. Luego alegre levanto a Elsa y le abrazo —Ok, ok muchacho, tranquilo, tranquilo – dijo la Reina sin aire por el abrazo. – Será mejor me bajes despacio— Una vez que volvió a estar sobre sus dos pies y recuperar el aliento, lo miro con una sonrisa y apoyo la mano en uno de sus inmensos dedos. Puede que haya tenido alguna duda si la decisión de alejarse de Arendelle había sido adecuada, pero ahora estaba totalmente segura. No permitiría que nadie más peleara sus batallas y resultara herido, no de nuevo.


    —No puedo creerlo, no puedo creerlo.


    Ada había regresado y otra vez movía su cabeza tapándose la cara con una mano al ver como Elsa había transformado la sala y cuál era el concepto que la Reina de Arendelle tenia de “simple y funcional”.




     
    Última edición: 11 Marzo 2019
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    17-SILENCIO QUE ACENTÚA AUSENCIAS





    Una de las grandes ventajas del hielo es que este refleja y magnifica la luz de una manera sorprendente, algo evidente en el palacio, más si, a sabiendas, alguien había adrede realizado las inclinaciones necesarias al crearlo para que un simple rayo, aunque fuera de luna, rebotara de tal manera que se multiplicará incontables veces e iluminara cada cuarto, haciendo posible que, con tan solo una pequeña fuente de luz más, alcanzara para poder lograr iluminación suficiente, aun siendo noche.


    Una de las grandes desventajas del hielo es que este refleja y magnifica la luz de una manera sorprendente, algo evidente en el palacio, más si, a sabiendas, alguien había adrede realizado las inclinaciones necesarias al crearlo para que un simple rayo, aunque fuera de luna, rebotara de tal manera que se multiplicará incontables veces e iluminara cada cuarto, haciendo imposible, por más no hubiera ninguna otra fuente de luz, lograr oscuridad para dormir.


    Elsa estaba en la cama sobre las pieles que servían para acolchar un poco el hielo, tapada hasta la coronilla tratando de conseguir, por todos los medios posibles, que la luz no le molestara y poder relajarse lo suficiente para conciliar el sueño. Algo que era imposible, más por encontrarse tan molesta y enojada.


    Ada había estado en un primer momento insoportable y le había dado un sermón como si fuera una niña. La Reina no entendía como muchas veces le dejaba hablar o hacer sin reaccionar. La joven no había parado de repetirle a Elsa que debía aprender a usar correctamente su poder, enfocándose y pensando, no dejándose llevar simplemente. Le había recalcado, señalando cada rincón de la sala, de qué manera tan innecesaria y superficial había hecho uso de él. Claro que luego, por más que quería lucir resignada, era evidente se había sentido a gusto con las comodidades, aunque Elsa sospechaba que la otra joven se cortaría la lengua antes de admitirlo.


    Ada había acondicionado un lugar para preparar la comida y cocinar en los pisos bajos del castillo. Incluso había preparado una mesa y sillas para comer directamente allí, pero la Reina se rehusó terminantemente. Se mantuvo firme que solo comería en la sala, aunque significara llevar la comida por las escaleras. Elsa no sabía si Ada dio el brazo a torcer por cansancio o porque, luego del tono del sermón parecía sentirse algo culpable, pero lo importante era que finalmente había aceptado. La cena se había limitado a calentar las raciones que Gerda había preparado, así que por lo menos Elsa se había sentido cómoda al disfrutar sabores conocidos, porque si hubiera sido por la charla, o más bien la ausencia total de ella. Ada casi no había dicho palabra en cuanto se sentaron a la mesa. Elsa tampoco había insistido en hablar, por cuanto no pasó mucho tiempo que el silencio más absoluto se instalará en la sala. No le había importado mucho, como tampoco lo había hecho que Ada le había ignorado todo el tiempo, enfrascada en un libro que no había dejado de leer ni un momento. La Reina estaba acostumbrada, debido a los años de aislamiento, a no hablar con nadie por horas, sin embargo, en los últimos meses, tantas cosas habían cambiado que se había sentido extraña cenando sin el continuo parloteo de su hermana y Olaf y el silencio no hacía más que acentuar sus ausencias.


    Elsa ya había terminado de cenar cuando se había percatado que Ada casi no había comido. Más bien casi no se había movido. Había estado todo el tiempo sentada frente a ella leyendo, con el codo apoyado en la mesa y sosteniendo la cabeza con la mano, casi tapándola, mientras con los dedos se acariciaba el entrecejo. La imagen le había resultado familiar y en ese momento fue cuando había recordado que era la misma postura que cuando la vio la primera vez en su despacho, frente al tablero de ajedrez.


    Elsa se había sentido algo perdida. Había apoyado las manos cruzadas en su falda sin saber con certeza que hacer a continuación. Había mirado a un lado y a otro de la sala y luego a Ada. Eran muchas cosas que había querido preguntarle, pero no supo cómo. Ada era un misterio para ella, no solo no sabía de donde había venido, sino que no sabía tampoco cómo pensaba, cómo reaccionaba y por ende no tenía idea de cómo tratarla. No sabía si debía buscar las respuestas poco a poco, tratando de dejar que fuera la misma joven la que hablara o preguntar directamente. Sentada a la mesa, aún con las manos cruzadas había recordado lo que le dijo Kai “Usted no debe consultar si puede preguntar, simplemente lo hace.” pero de alguna forma eso parecía no encajar con Ada. No sabía si porque se daba cuenta que de esa manera no obtendría nada de la joven o porque era ella la que no podía evitar, quizás al compartir el mismo poder, verla en cierto plano de igualdad, no como un súbdito al que simplemente se le ordena. Ni sus Padres, ni Anna ni ella nunca habían sentido a sus súbditos como inferiores, pero Elsa era consciente que, aun así, en algún punto, tanto para ella como para el resto, aunque no lo mencionaran, siempre seria la Reina y esto condicionaba en cierta forma como trataba a los demás y como era tratada. Si alguien, como Kristoff, podía tener más confianza era porque ella la dispensaba, no por otra cosa, y aun dispensándola, como con Kai, al que toda la vida trato como alguien de la familia, los demás no podían dejar de autoimponerse cierta distancia. Podrían llamarla Elsa, pero sabía que para ellos en su mente siempre sería “Su majestad”. Había vuelto a mirar a Ada y a preguntarse porque no se sentía así con ella. Quizás “hermandad de hielo” tenía más significado del que parecía y no era un simple nombre. Fue en ese momento sonriendo ante la ironía, que había decidido buscar algo para romper el hielo.


    —Debe ser demasiado interesante la lectura —había dicho— para que no tocaras la comida.


    —¿Eh? No, bueno, sí. Es que estoy intentando leer estas runas y me está costando bastante. –Había dicho con tono frustrado — Mi futhark antiguo está demasiado oxidado, mas no teniendo libros de referencia a mano.


    Elsa se había sorprendido antes lo que creyó una leve confesión.


    —¿Y de que va el libro para que valga la pena tanto esfuerzo?


    —¿Eh? No, nada importante, solo algo que leer y pasar el rato —Elsa no había podido dejar de notar que Ada había cerrado el libro sin mostrarlo mucho, casi ocultándolo y lo había vuelto a guardar en el morral donde lo había traído. —Creo que es mejor que nos vayamos a dormir, mañana hay que madrugar. Recuerda que te toca preparar el desayuno. Ah, como la que cocine fui yo, a ti te toca levanta la mesa y limpiar los trastos. Ten cuidado no tirar nada cuando bajes las escaleras —había sonreído maliciosamente y luego, sin decir más, tomado el moral, se había dirigido directamente al pasillo de los cuartos, dejando a la Reina entre sorprendida y furiosa por partes iguales.


    Ahora, acostada seguía repasando la cena y enojándose cada vez más con cada recapitulación. Estaba convencida que no podría dormir, por más agotada que se sintiera. Se dio vuelta y tapo aún más diciéndose que debía intentar conciliar el sueño y recuperar fuerzas, pero era inútil. Sabía que, aunque dejara de pensar en la cena, no podría dejar de pensar ni en Anna, ni en Arendelle, ni en lo que debía enfrentar. Debería haber sacado el tema mientras comían, no esperar a terminar, pero prefirió acompañar el silencio que la otra joven proponía a sacarse las dudas. Se había dado cuenta que había desperdiciando una oportunidad, pero en realidad no estaba segura si porque ella no supo cómo tratar a Ada o porque simplemente esta había sido odiosa. Estaba decidida, no podría posponerlo más, en cuanto la tuviera delante le exigiría que le explicara, con lujos de detalles todo. Ella había partido de Arendelle sin muchos planteamientos, demostrando casi una ingenua confianza, así que ahora exigiría su compensación y de esa manera sabr… Se dio nuevamente vuelta y la luz pareció molestarle aún más, a pesar de seguir tapada. Salió de entre las pieles molesta pensando en que otra cosa podría buscar para cubrirse, solo para sorprenderse que los rayos que se reflejaban eran del sol y no de la luna. No entendía cómo ni cuándo, pero se había quedado profundamente dormida hace por lo menos varias horas. Horas que para ella solo fueron un parpadeo.


    Luego de asearse en el baño junto al cuarto, que ya había creado en un primer momento, pero que de todas maneras Ada había reacondicionado para que fuera según había dicho “perfectamente funcional”, se vistió con la ropa que le había indicado Ada. Se sintió totalmente incómoda y extraña con ella y casi vuelve a cambiarse, pero suspirando se dejó la chaqueta y pantalones y salió. Se dirigió al cuarto que Ada había elegido, solo para encontrarlo vacío. Giró sobre sus pies y fue hasta la sala, la cual también se encontraba vacía. Preguntándose si estaría en la ahora cocina, se dirigía a las escaleras cuando un sonido leve llamó su atención. Agudizo el oído y volvió a sentirlo, pero esta vez repetidamente. Trato de identificarlo, pero no pudo. Lo más cercano que le parecía era el ruido de hielo rompiéndose. Salió al balcón y pudo ver entonces, en la base de la escalera del castillo a Malvavisco sentado mirando fijamente a Ada. La joven estaba varios pasos delante de él, de espaldas, con la cabeza gacha y lo que parecía un bastón de hielo casi tan alto como ella en una de sus manos. De pronto Ada levantó la mano que tenía libre y varias estalactitas de hielo se formaron en el aire sobre ella para luego caer, entonces comenzó a interceptarlas con su bastón mientras realizada rápidos movimientos y giros. Cuando rompió el último se quedó quieta en la misma posición que antes, pero esta vez mirando de frente al castillo, pudiendo comprobar Elsa que estaba vendada. Pasó un momento y nuevamente Ada repitió la rutina, creando proyectiles de hielo, y lo siguió haciendo varias veces. Elsa sonrió tamborileando los dedos en la baranda mientras se le cruzaba una idea. En cuanto Ada creo una vez más estalactitas, Elsa las duplico. Ada pareció no inmutarse y golpeo todas y cada una con su bastón con facilidad. Nuevamente Ada levantó su mano y creo proyectiles, al igual que Elsa, pero en vez de solo duplicarlos, esta vez la Reina espero que los de la joven estuvieran a mitad de camino para anexar los suyos. Ada nuevamente eliminó todos y cada uno, pero cuando rompió el ultimo no volvió a la posición en que siempre terminaba cada rutina, sino que se quedó sosteniendo el bastón con ambas manos. Elsa otra vez creo proyectiles que dirigió a Ada. Esta movió un poco su cabeza como percibiéndolos y trato de destruir todos y casi lo logra, si no fuera porque bajo demasiado el bastón en uno de los giros y no tuvo la velocidad de subirlo a tiempo para interceptar al último, que la hirió en un brazo. Elsa primero se paralizó y luego horrorizada emprendió carrera a la entrada del palacio. Cuando llego al cruce de escaleras, Ada, seguida de Malvavisco, ya había entrado y estaba con una mano y su boca anudando la tela que hasta hace un momento tenía en sus ojos en la herida de su brazo.


    —Buenos días, por fin te levantaste. No sé qué tienen los Arendellenses que les cuesta tanto madrugar.


    —Ada lo siento, no quería lastimarte —dijo angustiada desde lo alto de la escalera central.


    —No te preocupes—le restó importancia mientras comenzaba a subir. — No ha sido nada.


    —Es que ahora me doy cuenta que fue una locura, podría haberte dañado seriamente. No sé en qué estaba pensando.


    —Que no ha sido nada —volvió a repetir— Muchas peores he tenido, es algo común herirte mientras entrenas. Además, me vino muy bien. Puedo usar la altura para que el hielo caiga sin que lo controle, pero nunca logro que los proyectiles terminen de sorprenderme del todo, así que ha sido fantástico para agudizar el instinto que lo hayas hecho.


    —Pero estas heridas— dijo ahora mirándola directamente ya que la rubia había llegado a donde Elsa estaba.


    —Que solo es un rasguño, y culpa mía, por no ser tan rápida – río por lo bajo— Si Jasen estuviera aquí ya estaría inventando alguno de sus sádicos castigos. La última vez me tuvo sosteniendo por horas una esfera de cristal en cada índice porque llegue segunda en la carrera de entrenamiento. —Elsa la miro extrañada— Es que con respecto a Jasen, la… los despiertos o son los primeros o pagan hasta que aprenden a serlo.


    —¿Despiertos? ¿Jasen?


    Ada mueve la cabeza de un lado a otro.


    —Perdón, habló como si supieras.


    —En realidad creo que debería saber… y saber varias cosas —Ada la miro fijo. — Merezco algunas explicaciones.


    —Tienes razón, las mereces. Te contaré todo lo que necesites saber mientras desayunamos.


    —Hablando del desayuno podrías tú…


    Ada cambia el tono.


    —A no, Alteza, a ti te toca hacer el desayuno.


    —Es que Ada, en realidad no tengo ida.


    La joven suspira.


    —De acuerdo, de acuerdo. Pero me acompañas y te fijas como, el próximo si o si te toca. Y vamos que no quiero empezar tan tarde tu entrenamiento.


    Elsa se detiene en seco en el lugar.


    —¿No pretenderás que yo haga lo mismo que hiciste? – dice aterrada.


    —¿Eh? —ríe— No en lo absoluto. Te tomaría semanas tan solo aprender como tomar el bastón y moverlo sin que se te caiga de las manos o te partas la cabeza tu misma. Pero si quiero enseñarte algunas técnicas defensivas, por si acaso. Claro que habrá algún que otro proyectil de hielo involucrado en el ejercicio, pero no lo tomes en lo absoluto como una revancha — con media sonrisa agrega —o quizás solo un poco.




     
    Última edición: 18 Octubre 2018
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    Fuera de que repetiste el primer párrafo casi en su totalidad he de decir que me encantó la continuación, con Elsa toda enfurruñada por las llamadas de atención y la desvergüenza de Ada; vamos que la pobre reina apenas es consciente de la existencia de la hermandad como para saber controlar sus poderes y encima querer que se comporte como alguien sencilla de pueblo dado que siempre ha vivido con lujos aunque fuera encerrada en su habitación.

    En fin, se pondrá interesante el entrenamiento, ya lo quiero ver.
     
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    Admito que los dos primeros párrafos fue un chiste jugando con que la ventaja es también desventaja según se la mire que puede no gustar :D El entrenamiento empieza en dos capítulos, primero hay una charla que también espero te resulte interesante pendiente y algo sobre castillo de Arendelle.
     
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    18- TODO SU MUNDO UNA VENTANA


    Anna salió de su habitación con la cabeza baja. Como el día anterior, no había podido pegar un ojo ni un momento. Si, en el jardín y abrazada a Kristoff, había logrado dormitar un poco, pero en cuanto el rubio le convenció que ya era tarde y era mejor que fuera a descansar, la Princesa se había despabilado y por más que se acostó no pudo conciliar el sueño.

    Caminó por el pasillo y se detuvo frente a la puerta de la habitación vacía de su hermana. Quiso continuar, pero sintió como si sus pies estuvieran clavados al suelo. Miro de reojo la puerta y sintió un dolor en el estomago cada vez mas intenso. Sin poder evitarlo se dirigió hasta ella e ingreso a la habitación. Comenzó a caminar lentamente hasta la cama y apoyando su mano fue bordeándola. Sintió un nudo en su garganta y de pronto un mareo le hizo perder pie. Cayo junto a la cama. Aunque pudo sostenerse con ambas manos, terminó igualmente con su mejilla contra el piso. Sin poder contenerse más comenzó a llorar. Pasado un rato, trato de tranquilizarse cerrando los ojos y respirando profundo. Cuando los abrió noto que algo había bajo la cama. Estirándose lo tomo. Era una hoja. Se incorporo lentamente, mientras trataba con una mano de borrar las señales de las lágrimas y se sentó en el borde de la cama. La hoja era el dibujo de un caballo brioso y rampante. Anna se fascino ante el detalle de cada musculo del cuerpo del animal y el delicado delineado de sus crines, que hacía parecer que estas sobresalían del papel. Acaricio con un dedo el contorno de la figura y se detuvo en su hocico. La sombra de una mancha le resulto familiar. Definitivamente ese caballo le era conocido.

    —¿Alteza?

    Gerda, acompañada de tres sirvientas, estaba mirándola desde el pasillo.

    —Bue… buenos días Gerda – dijo poniéndose de pie e inconscientemente caminando hacia atrás, escondiendo el dibujo en su espalda. Gerda, que conocía mejor a las dos jóvenes hermanas que a su propio hijo sonrió y simulando no haber notado nada dijo:

    —Veo que prefiere desayunar en el dormitorio de su hermana.

    —Si… no… Un momento, ¿qué?…

    —Tatiana, pon la bandeja en la mesa frente a la ventana…

    —Gerda no…

    —Shona ve a arreglar el cuarto de la Princesa Anna y deja este para más tarde…

    —Es que…

    —…y ustedes dos —dijo mirando primero a Marie Louie y luego a Tatiana, que volvía de dejar la bandeja, – continúen con los quehaceres en la cocina.

    —Si Madam – repitieron a coro las tres jóvenes y haciendo una reverencia a Anna se dispusieron a obedecer las órdenes de Gerda.

    Gerda sonrió y espero junto a la puerta que Tatiana saliera para cerrarla. Luego se dirigió a la ventana y se paró junto a una de las sillas.

    —Gerda, ¿qué haces aquí? – dijo extrañada la Princesa. — Hace años que no subes a traerme el desayuno.

    —Quería asegurarme que su Alteza no estuviera a disgusto con el chef real.

    —¿Cómo? ¿Por qué iba a tener problemas con él?

    —Ayer no desayuno Alteza, ni tampoco almorzó. Por lo que sé, no toco su merienda y Sir Kai me informo que debió casi obligarle a que probara algo en la cena.

    —Es que yo...

    —El ayuno es sano de vez en cuando —dijo como dando una lección — Fortalece el espíritu y sanea el cuerpo. —afirmo, pero cambiando el tono continuo— aunque no para la Princesa, la cual necesita estar fuerte y bien alimentada para afrontar las responsabilidades del Reino.

    —No tengo hambre.

    —Para desayunar no se necesita tener hambre, solo abrir la boca, poner un trozo de biscoti con geitos en ella, masticar y tragar.

    —Gerda en serio yo n…

    Gerda mirando seriamente levanta dos dedos. Anna automáticamente se calla. El ama de llaves señala con ambos dedos una de las sillas y Anna, que en un primer momento frunce el ceño, finalmente suspira y con expresión resignada se sienta.

    —Ya no soy una niña —protesta.

    —No Alteza, no lo es – dice al tiempo que da vuelta la taza y comienza a servir café.

    —Entonces no me trates como cuando lo era.

    —Entonces no se comporte como cuando lo era —dijo Gerda mientras ponía azúcar al café y se sentaba frente a la Princesa.

    Anna la miro seriamente. La mujer no se inmutó. Había estado presente en el nacimiento de ambas herederas y las había criado y educado como propias. Nadie, ni siquiera ellas mismas, la amedrentarían y evitarían que las siguiera cuidando como lo había hecho toda la vida, no importara la edad que tuvieran o la posición que ostentaran.

    —¿No vas a dejar levantarme de esta silla si no desayuno no?

    —Alteza – dijo mientras untaba mejor un biscoti con el queso dulce y lo colocaba en el plato individual junto a la taza – no me es posible ordenar a su gracia que haga o deje de hacer algo – dijo con tono sereno y dulce, y agrego, en otro grave e imperativo – Ahora coma.

    Anna seguía con el ceño fruncido, pero finalmente bajo los ojos y tomando la taza comenzó a beber. Levanto la vista y Gerda, con un gesto de su cabeza le señalo el plato. Resignada la Princesa comenzó a comer, dándose cuenta que, de hecho, si tenía hambre y mucha. Gerda sonrió satisfecha al notar que Anna comenzaba a saborear con gusto el desayuno.

    —Esta exquisito Gerda.

    —Me alegro sea del agrado de su Alteza, aunque creo que sería más de su agrado si pudiera sentarse mas cómoda, sin lo que le esta molestando en su espalda.

    Anna se sobresaltó y clavando el mentón en el pecho, como cuando era niña y el Ama de llaves le descubría los dulces que ocultaba, tomo la hoja y se la dio.

    —La… la encontré en el piso —pretendió excusarse como alguien que había cometido una falta.

    —Oh, ya veo, es uno de los dibujos de su Majestad. —dijo dejándola en la mesa para continuar untando el pan tostado.

    —¿Tú sabias que dibujaba?

    —Por su puesto. Incluso en nuestras dependencias esta colgado el dibujo que su Majestad Elsa tuvo la deferencia de realizar como regalo en mi aniversario de bodas con Sir Kai.

    —Ya veo.

    —Su Majestad ama dibujar —continua Gerda mientras sigue reponiendo en el plato individual las porciones de las tostadas, pero esta vez con un poco de paté – había días que debido a la carbonilla debía cambiar sus guantes hasta tres o cuatr— carraspea. Toma la hoja de la mesa y la observa con cariño. —Recuerdo este dibujo. Es del caballo que su Majestad la Reina Elsa tenia de niña. —río— También recuerdo la vez que su madre se puso furiosa porque el caballo había comido todas las flores del jardín de la Reina, hasta que supo que estaba allí por pedido expreso de su hermana.

    —¿Por qué Elsa pidió lo dejaran en el Jardín?

    —Porque era la manera que podía observarle —dijo mientras con su cabeza señalaba la ventana. — Anna mira a través de ella y ve el jardín con los canteros de flores y arboles primorosamente podados. – La Reina Elsa paso prácticamente toda su vida en este cuarto. —Gerda se levanta y va a la cómoda— Solo salía lo indispensable. Y solo trataba con sus tutores, conmigo o con sus padres. Esa ventana era casi el único contacto con el exterior. —abre un cajón – ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba? – dice por lo bajo mientras abre otro – si aquí— saca el cofre apoyándolo sobre la cómoda, coloca el dibujo dentro y lo vuelve a guardar — Dejándolo pastar en el jardín frente a ella, era la manera que la Reina Elsa podía no solo ver al caballo y dibujarlo, sino sentirlo cerca.

    La Princesa, que había estado mirando a Gerda, de nuevo voltea su rostro a la ventana, observando por primera vez a conciencia lo que había sido el mundo de su hermana. Aprieta un poco la mandíbula tratando de contener sus emociones. De pronto nota, algo.

    —¿Gerda?

    —¿Si Alteza?

    —Ese árbol no es el mismo que hace algunos años había un columpio que a pesar que no me gustaba porque era demasiado bajo tú me hacías sentar todas las tardes no importara el frio o calor que hiciera.

    —Alteza, sepa disculpar si mi memoria ya no es tan buena para tener presente esas cosas. Ya estoy grande para recordar Alteza que usted, con más o menos abrigo, se columpiaba gustosa de todas formas mientras tuviera sus dulces y le contara una historia, o que la entonces Princesa Elsa esperaba ansiosa lo hiciera para no apartarse de la ventana y que muchas veces ese era el único momento feliz de su día.

    Anna sintió que un nudo comenzaba a formarse en su pecho e iba subiendo por su garganta. Por primera vez, sentada en esa silla, en la que su hermana había estado sentada incontables veces, podía ver lo que ella había visto y como ella lo había visto. Por primera vez tenía una idea de lo que había sido el mundo de su hermana. Si, ella había crecido encerrada en un castillo, pero Elsa lo había hecho encerrada en esa habitación. Ella había tenido la compañía solo de cuadros, Elsa solo de esa ventana. Para ella su hermana siempre había estado ausente y tras una puerta, para Elsa ella siempre había estado presente, pero en el lejano jardín tras una ventana.

    —¿Gerda?

    —¿Si Alteza? —el Ama de llaves comenzó a acercarse.

    —Ya no soy una niña.

    —No, no lo es Alteza – se colocó junto a ella.

    —Pero, de cualquier forma, ¿te molestaría abrazarme como cuando lo era?

    Antes que Anna hubiera terminado de decirlo, Gerda ya lo estaba haciendo, pues sabía que era precisamente lo que necesitaba. La vieja ama de llaves la rodeo con sus brazos y dejo que la Princesa llorara lo que necesitara llorar.



     
    Última edición: 18 Octubre 2018
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    Bueno, algo de comprensión al fin... digo, no debió haber sido lindo para Anna crecer sin que su hermana le hiciera compañía, pero tampoco fue agradable para Elsa vivir más encerrada que un ave en jaula de oro, teniendo el único consuelo de ver a su hermanita divertirse afuera gozando de libertad.

    Bonito detalle.
     
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    Recuerdo en cuando lo escribía sabia que tenia que hacer volver de a poco a Anna del punto de estar tan dolida de cerrar la puerta con llave. (Que incluso llegue a plantearme si lo haría pero recordando el puñetazo a Hans me convencí que la niña tiene su carácter). En primer momento se me ocurrió que esta parte estuviera primero y luego que viera lo que era ser responsable del reino pero pensé que en este orden tenia más peso emotivo. Igual como siempre cada capitulo tiene minimo dos objetivos . El de este es que Anna se pusiera en los zapatos (la silla ;)) de Elsa y que Anna supiera donde esta el cofre con los dibujos. Tambien en un primer borrador tambien incluir y presentar a un personaje pero finalmente no lo explote mas adelante asi que borre todas las menciones y solo deje una referencia.
     
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    19. CUANDO TODO CAMBIO


    Esta vez Ada no acepto de ninguna forma comer en la sala, argumentado era una pérdida de tiempo y energía trasladarse, por cuanto Elsa, aun algo molesta, distribuyo los platos y tazas en la mesa de la nueva cocina, para luego pararse en un costado a observarle y ver como preparaba el desayuno. Aunque el realizar tareas tan triviales como cocinar no le atraían en lo absoluto, luego de un rato, debía admitir que en verdad todo el proceso no le pareció complicado y hasta cierto punto lo encontró interesante y entretenido, tanto que casi llego a lamentar haber hecho tanto escándalo sobre el tema.

    El café no sabía en lo absoluto a como lo preparaban en el castillo y Elsa realizo un mohín al beberlo. El pan y queso fundido estaban bastante quemados. Los huevos si estaba revueltos, pero de una manera que se acercaba más un amasijo poco apetecible que a lo que debían parecer.

    —Se suponía que sabias cocinar —dijo mientras mordía el pan más que tostado, quemado.

    —Nunca dije que lo hacía bien. —levanta un poco los hombros— Mi experiencia se limita cocinar en algún que otro campamento cuando me tocaba durante los entrenamientos.

    —¿Cómo?

    —Si, siendo… — Ada deja de hablar mientras bebe rápidamente un poco de café. Elsa levanta la vista. – Digamos que siendo la niña consentida de la Hermandad no tenía porque— parecía nerviosa.

    —Hablando de Hermandad – Elsa menciona.

    —Hablando de Hermandad — Ada suspira.

    Elsa cruza sus brazos y mueve su cabeza de un lado a otro.

    —Que exista una Hermandad de Hielo, Dios… aun no puedo creerlo y aún menos puedo creer que actúe como si estuviera convencida de ello —Elsa apoya un codo en la mesa y la cabeza en una mano tapándose media cara.

    —Elsa…

    —Mas lo pienso y menos lo entiendo. ¿Una Hermandad oculta por siglos? —Elsa cierra los ojos—¿Como puede creerlo sin más? —golpea leve y repetidamente la mesa con sus nudillos — Negando todo buen juicio he confiado en ti y te he hecho caso sabiendo prácticamente nada y sin más pruebas que tu palabra…

    —Elsa…

    —…he desoído a mi principal consejero y aceptado lo que dijiste sin saber por qué. —golpea un poco más fuerte la mesa— Creo necesitar y merecer mejores explicaciones.

    —Y te las quiero dar… —Ada la mira con los brazos cruzados. Se apoya en la mesa con intenciones de seguir hablando, pero Elsa parece no prestarle atención.

    —No puedo, no puedo entender aun como acepte todo esto sin más ni más —vuelve a reprocharse.

    —Porque sentías y sabias que era cierto. — dice Ada en un tono casi condescendiente.

    —O quizás porque quería que fuera cierto.

    —Te repito, porque sentías y sabias que era cierto.

    Elsa mueve la cabeza de un lado a otro y dice con tono reprochante, más para sí que para Ada:

    —No puedo creer que me dejara llevar por un impul…

    — Por las estrellas Elsa, —levanta un poco la voz— no me estas escuchando. Deja de hablar por un momento y escucha, —Ada la está mirando fijamente y es cuando Elsa nota el tono serio de la voz de la rubia que presta atención. Ada espero que Elsa la mirara— sentías y sabias que era cierto —repite más lentamente.

    —¿Qué quieres decir?

    —Puede que tu no supieras nada de la Hermandad a un nivel consciente, pero siendo una tocada, y más aún, siendo una despierta presientes la existencia de la Hermandad.

    —Tocada, despierta Ada sigues hablando de una manera que no puedo entenderte – se desespera Elsa.

    Ada suspira.

    —Ok, voy a empezar por el principio. Es la única manera que puedas en verdad entender. —Ada se reclina en la silla haciendo una pausa, al parecer para ordenar sus ideas – Mucho antes de que Arendelle fuera Arendelle, —comienza— incluso antes que fuera una mísera villa insignificante a la orilla del fiordo—Elsa se irguió ofendida, Ada lo nota y sonrió – para que tengas una idea de cuánto tiempo antes. —aclara con un tono algo más ligero— En las montañas existía ya un pueblo que llevaba años allí. Había nacido como un simple asentamiento, pero amparado por la seguridad de las cadenas montañosas y la fertilidad del valle no tardo más que dos o tres generaciones en crecer. —Ada cambio su expresión y esta comenzó a ser nostálgica – Era hermoso vivir allí. Tanto que llego el momento que nadie salía del valle. No había necesidad ni existía ningún peligro, nada malo podía pasar. Tenía suficiente comida, agua, ¿Quién se iría? —Ada callo por un momento— Tanta era la seguridad que sentían que incluso no existían entre ellos guerreros. Era en un lugar que no podía ser atacado. ¿Para qué? Nada malo podía llegar al valle de ningún lugar. De ninguno, excepto de uno. El cielo. —enderezo su espalda un poco— Una noche se sintió un ruido que pareció rasgar el aire mismo. El pueblo entero salió de donde estuviera y la vieron. Una estela de fuego surcaba el cielo y de pronto, por un instante pareció detenerse y se dividió en dos. Algunos vieron como la estela seguía su camino y otros notaron que una luz se acercaba. Una luz tan intensa que iba convertido la noche en día. Fue tan rápido que nadie pudo reaccionar. Un segundo estaba mirando el cielo y al siguiente una bola de fuego cayo en medio del pueblo generando una fuerte oleada que envolvió a todo el valle. —Ada miro a Elsa— La llamamos “la noche que cayó el cristal”. Esa fue la noche en que le pueblo cambio para siempre.

    Ada intento continuar, pero se notaba algo acongojada.

    —Eso suena como un meteorito cayendo del cielo —Agrega Elsa. Ada solo hizo un gesto y continúa hablando.

    —Muchos murieron y el poblado quedo destrozado. Como siempre pasa cuando no se tiene explicaciones se buscan en donde sea y la que parecía más lógica era un juicio y castigo divino. No sé qué afecto más al pueblo y los enfrento unos contra otros. Si la caída del cristal…

    —Meteorito. —Acota Elsa. Ada solo la mira fijo y continua.

    —Si la caída del cristal —recalca la palabra— o los enfrentamientos posteriores buscando culpables de lo que decían fue ira divina y las discusiones de que hacer para aplacarla. Casi fue una batalla campal. El pueblo solo logro sobrevivir esa noche gracias a su líder, Haakon. Fue él quien intentó convencerlos que el haber sobrevivido era la mayor señal. Que aquello que cayó del cielo fue una prueba para templar al pueblo. Varios, casi todos de hecho, escucharon sus palabras y dejaron de enfrentarse unos contra otros y los que no seguían pretendiendo buscar una razón donde fuera, pero ya no la solución en matarse entre sí. La devastación había sido muy grande y no bastaba con solo creer. Mas con el recordatorio de lo ocurrido en medio del valle. Ya habían pasado unos días y aun nadie se animaba a acercarse al gran cráter. Haakon sabía que debía demostrar que no existía peligro así que ante la mirada de todos el mismo comenzó a caminar sobre la tierra aun humeante y cuando llego al centro del cráter lo vio. Un cristal resplandeciente como una estrella, tanto que parecía llamarle. Lo tomo con una mano y al instante sintió que una fuerza que recorrió todo su cuerpo y pareció atravesarlo y continuar como una onda más allá. Una onda que se expandió y fue sentida por todos y cada uno en el valle. Levanto el cristal en alto para que todos lo vieran. Y allí, en ese lugar y en ese instante dio el discurso. —Elsa hizo un gesto de pregunta con sus cejas— El discurso que termino de cambiar al pueblo de lo que era a lo que es. —Ada sonrió — Je. Aun me duele cada vez que me acuerdo las veces que Jasper me golpeó la cabeza si me equivocaba una palabra.

    — ¿Golpearte? ¿Por qué te golpeaba?

    —Era necesario que aprendiera el discurso a la perfección. No solo de memoria cada palabra, sino cada entonación, cada gesto. Todo debía ser exacto para el momento cuando fuese a… —carraspeo—digamos que en cuanto a tradiciones la Hermandad es bastante intransigente —revolea sus ojos— y Jasper puede ser el que el peor, te lo aseguro. Mas en algo tan importante. —miro a un costado y bajo la mirada— Algo que debí considerar mucho más importante. Algo que debí recordar era mucho más importante—Ada hizo silencio y termino de tomar su café.

    Elsa esperaba que Ada continuara hablando, pero la joven se había quedado con la mirada perdida y una expresión que la Reina no podía saber si era o no de una profunda tristeza. Por mas que lo intentaba no podía captar ni entender del todo a Ada. Tamborileo los dedos impacientes, pero Ada continuaba encerrada en sus propios pensamientos. Elsa quiso decir algo para obligarla a continuar hablando.

    —¿Y? ¿cuál fue el discurso?

    —¿Eh?

    — El discurso, ¿Cuál fue el discurso que dio?

    —¿Quieres oírlo? — dijo extrañada.

    —Si, si se supone que es tan importante. —contesto estirando el tan más de lo debido.

    —Lo es, pero no creo que venga a cuento repe...

    —Si vas a explicarme todo sobre la Hermandad, quiero saber cada detalle — agrego sinceramente, pues en verdad estaba intrigada.

    —De acuerdo —Ada cambio totalmente su actitud de una manera que a Elsa le sorprendió. Adquirió una postura firme y levanto un brazo simulando sostener algo en su mano. Su tono de voz también era completamente distinto y hasta casi su mirada parecía más intensa, por un momento Elsa sintió que estaba delante de otra persona. De alguna forma ese cambio de actitud le resultaba familiar a la Reina, tanto que casi se sintió identificada. — “Esto es aquello que cayo del cielo. Esto es aquello que quebró nuestra paz. Pero está en nosotros que esto sea el símbolo de nuestra debilidad o de nuestra fortaleza. Esto debe ser no el motivo de nuestras disputas, sino de nuestra unión. Aquellos que vivimos para verlo debemos honrar a los que no construyendo a partir de ahora algo que ni todo el fuego del cielo pueda quemar. No somos más un pueblo, ahora somos una Hermandad”.

    Elsa parecía fascinada y se dio cuenta que había dejado por un momento de respirar. De alguna manera esas palabras le afectaban mucho más de lo que quería admitir y de una forma que no entendía. Movió la cabeza e intento decir algo para que no se notara cuan conmovida estaba.

    — ¿Es todo? ¿Eso solo es el gran discurso?

    —Eso solo. No es importante la cantidad de palabras, sino la contundencia de ellas. —Ada vuelve a cambiar su actitud— Eso solo basto para unir al pueblo y empezar su reconstrucción. — se para y toma su plato y taza.

    —Tu cocinaste, me toca a mí levantar la mesa —dice Elsa mientras también se para.

    Ada la mira sorprendida.

    —De acuerdo. —agrego alzando las manos y dejando nuevamente el plato y taza sobre la mesa.

    —Aunque por como cocinaste, —vuelve a repetir el mismo mohín de cuando tomo su café— no se si no deberías tú también hacer eso.

    Ada ríe y se apoya de costado en una de las paredes con las manos cruzadas mientras la Reina limpia y acomoda todo. Suspiro y continuo el relato.

    —El pueblo, ahora Hermandad, se unió de una manera que ninguno comprendía. Verdaderamente sentían un lazo entre cada uno de ellos. — cruzo sus brazos y se reclino en una pared— Haakon era un líder brillante si, pero de todas formas el pueblo aceptaba lo que él dijera sin ningún planteamiento. Él supo guiarlo para literalmente de las cenizas reinventar el poblado en muy poco tiempo. —Ada volvió a cambiar su actitud y se volvió nostálgica y soñadora apoyando su espalda en la pared y balanceándose un poco— Si antes era hermoso, después lo fue aún más. En medio del cráter construyeron una torre desde donde se podía ver todo del poblado y la cual podía verse desde cada rincón de él, para recordar el lugar exacto donde un pueblo murió y una Hermandad nació — tras un leve brinco, dio un paso adelante y cada vez que hablaba señalaba con su mano una dirección, como si en verdad estuviera parada sobre esa torre. — Allí se levantaron las nuevas casas, todas iguales, aun la de Haakon. Allí se construyó primero una pequeña represa y luego un dique que permitió llevar y distribuir el agua a cada punto del poblado. —Elsa se giro para mirarla y se sorprendió de cuan compenetrada estaba en la descripción. Ada señalo con un dedo un punto a si izquierda— Ese era el lugar más fértil y allí se prepararon las tierras de labranza y un poco más allá los campos de crianza de ganado. Por las estrellas —río— como costo nivelar el terreno. —señala repetidamente con un dedo a su derecha— pero mucho más costo conseguir la piedra necesaria de esa montaña. —cruzo los brazos— aun no entiendo como supimos que y como hacer cada cosa. Si, fue prueba y error, mucha prueba y error de hecho —agrego en otro tono— Quizás al estar tan unidos con un fin único y común, permitió sacar lo mejor de cada uno.

    Elsa se había vuelto a sentar para escuchar el relato de Ada, mientras se terminaba de secar las manos con un trapo. No podía quitarle los ojos de encima sorprendida por cuan compenetrada esta Ada en la descripción. Realmente parecía estar en el lugar y en el momento. En lo absoluto sonaba como un relato de algo que haya oído, sino que en verdad parecía estar describiendo algo vivido en carne propia. Fue en ese momento que Elsa sintió un dolor en su estómago al cruzársele una idea.

    —Ada… ¿Qué edad tienes?

    —¿Eh? —pregunto Ada extrañada saliendo como de una ensoñación.

    —¿Qué que edad tienes?

    Ada noto cierta conmoción en la Reina y la miro sorprendida, pero al instante comprendió que estaba pensando Elsa, quien estaba demasiado preocupada para notar la media sonrisa y el pícaro brillo que por un instante se dibujo en el rostro de Ada. Esta carraspeo simulando sorpresa.

    —Que manía tienen de saber mi edad. ¿Tan importante es?

    —¿Qué que edad tienes? — repitió en un tono más imperativo Elsa.

    Ada se sentó con aire inocente frente a la Reina.

    —Bueno, en realidad siempre me han dicho que aparento ser mucho más joven de la que en realidad so…

    —¿Qué que edad tienes?

    —Oh… ya veo —cruzo los brazos y se apoyo en la mesa — Ya debiste darte cuenta. Bueno, en realidad no era algo que quería decirte así, sin prepararte mejor primero para que lo aceptaras.

    — ¿Aceptar que? — pregunto con temor Elsa presintiendo la respuesta.

    — Si. Bueno, debí suponer que te darías cuenta. Veras, es que en realidad —rasca un poco su cuello con una mano — debes haber ya notado que nuestro poder en cierta forma —Elsa comenzaba a respirar con más dificultad mientras su corazón se aceleraba— que nuestro poder en cierta forma — balbucea pareciendo tener dificultad para decir las palabras— en cuanto a la manera que envejecemos —Ada seguía haciendo pausas como buscando la manera de decirlo — en realidad hace que no… no… —suspira y cambia a una actitud y tono decido— bueno, lo mejor es decirlo y ya. —Elsa traga saliva — Nuestro poder no afecta en lo absoluto la manera en que envejecemos —dice finalmente Ada.

    Elsa por un momento siente como si recibiera un golpe, hasta que se da cuenta de lo que en verdad Ada dijo que era totalmente distinto a lo que ella esperaba dijera.

    —¿Cómo?

    —Que nuestro poder no afecta en lo absoluto la manera en que envejecemos.

    —Pero… pero, hablabas como su hubieras vis… yo creí que tu …

    —Si que lo creíste. —sonríe risueña Ada mientras apoyaba la cabeza en una mano— Vaya que se notaba que estabas convencida de la idea que yo tenía siglos de edad.

    —Pero entonces porque dij…. como te diste cuenta que yo…

    —Basto mirarte para darme cuenta que estabas pensando Elsa — ríe— Era demasiado gracioso que se te ocurriera semejante cosa de la nada para dejarlo pasar —suelta una carcajada — no entiendo como pudiste haberlo pensado. —sigue riendo.

    —A veces eres insoportable — dice furiosa mientras le tira el trapo que tenia en sus manos a la cara y se va subiendo la escalera.

    Ada toma el trapo que había caído directamente en su rostro mientras reía

    —Oh… Elsa vamos, no lo tomes así — se inclina un poco en la silla hacia un costado para mirar por el hueco de la escalera — nuestro poder tampoco tiene que ver con que no soportes una broma ¿eh? Eso es todo tuyo.

    Riendo Ada se levanta y cuelga el trapo en un pequeño barral, luego gira y se dirige a la escalera para subir. En cuanto levanta la vista ve a Elsa bajando de nuevo. Ada retrocede los dos escalones que había subido y deja pasar a Elsa que parece ignorarla y se sienta en una silla.

    —Tengo mas curiosidad que enfado así que continua — dice con tono solemne pero realmente enojado.

    —No. Basta de charlas. Ya es tarde, debemos empezar a entrenar.

    —¿Qué? ¿Me prometiste darme todas las explicaciones que necesitara mientras desayunamos?

    —Por ahora son las únicas que necesitas. —Vuelve a cambiar su actitud a una más seria — Es mucho más necesario que empecemos a entrenar.

    —No voy a moverme de aquí si no aclaras mas las cosas —dijo en tono firme la Reina.

    Ada pone sus brazos en jarra y mueve la cabeza.

    —Que tenemos que empezar el entrenamiento de una buena vez. – resopla enojada y cruza los brazos, Elsa solo niega con su cabeza. Ada cierra los ojos y protesta por lo bajo. Finalmente suspira —Te propongo algo. — agrega en un tomo más conciliador — Vamos a empezar el entrenamiento con… —Elsa cruza también los brazos y vuelve a negar repetidamente con la cabeza — que vamos empezar el entrenamiento con algunas técnicas de bloqueo y ataque…

    —Ya te dije que pienso moverme de aq…

    —por cada vez que logres bloquear alguno de mis ataques —repite cortando a la Reina — te responderé una pregunta y por cada vez que tú logres atacar y yo no pueda bloquearte, también te responderé una pregunta.

    Elsa levanta su vista para mirar a Ada.

    —¿Cada vez que logre golpearte me darás una respuesta? —pregunta Elsa.

    —Cada vez que bloques, cada vez que golpes obtendrás una respuesta.

    —Bien. — se para y dirige a la escalera — Muy bien. Empecemos de una vez. —agrega con un tono un poco más bajo, como para sí, pero que aún pueda oír Ada — Como si necesitara más incentivo para golpearte en este momento. — sube por el hueco de la escalera.

    Ada ríe y también sube siguiendo a Elsa.




     
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