Fractura cardíaca Victimista, porque no es capaz de pensar que su corazón repleto de espinas consigue vengar el rencor que resguarda mientras sangra con cada lágrima. Con cada lágrima saca aquel engendro que le causa aquella cortante capacidad de no conectar. Agazaparse, esconderse, gritar con desconcierto sin saber qué ver. Porque el palpitar causa aquella conocida como angustia. Tan intensa que te sientes desfallecer, no sabes cómo. Y tras desgarrarte un alito de vida te llena el cuerpo. Incomprendido. Descarado. Incluso descuidado. Nada queda, no quieres que nada quede, no quieres. No quieres, así que tampoco eres aquello que quieres.