Microrrelato Fotografía No. 36

Una noche, después de una larga tarde tomando fotografías, Melissa llegó a su pequeño y vacío dormitorio en la universidad. Su adorable pero ruidosa compañera de dormitorio, se había ido de intercambio un par de semanas atrás, por lo que había tenido mucho silencio en los últimos días. Esa noche, le sentaba espectacular, pues se sentía bastante cansada.

En cuanto se puso su pijama, se recostó en su cama y tomó su adorada cámara profesional que no dejaba que nadie tocara, y se dispuso a repasar las últimas fotografías guardadas en la memoria, viendo primero las que había tomado ese día para después ver las que tomó el día anterior. La cámara permitía organizarlas en carpetas y eso le facilitaba todo.

Sin embargo, cuando abrió la carpeta del día anterior, le pareció que había el doble de las fotografías que debía de tener, pues no había tomado 35 fotos. Se puso a verlas todas desde el principio de la carpeta; y conforme se fue acercando a la mitad, recordaba claramente cuándo las tomó, y sabía que no tenían por qué haber tantos más archivos.

Se quedó helada cuando se dio cuenta de que la fotografía número 19 era el retrato de una compañera de clase, que fue tomado mientras ésta dormía en su propia cama.

Pero lo que verdaderamente la petrificó fue la foto número 20, que era el retrato de esa compañera, en su cama, sin pijama, visiblemente apuñalada varias veces en el pecho.

Con el arma homicida todavía encajada justo al centro de su torso semi desnudo.

Dicen que la curiosidad mató al gato, pero algo debió obligar a Melissa a pasar a la foto número 21: no se sorprendió pero claro que tampoco la tranquilizó notar un patrón. Era el retrato de otra compañera de clase dormida, y la siguiente foto era ella asesinada de la misma manera en que la anterior. Y fue igual con las fotos 23 y 24. Y con el siguiente par.

Y las siguientes diez.

Aterrada a más no poder, no pudo evitar detenerse un momento antes de ver la fotografía número 35 de la carpeta, y hacerse cada vez más y más preguntas. ¿Quién demonios las estaba asesinando? ¿Cómo accedió a su cámara para tomar las fotos? ¿Cómo accedió a los cuartos? ¿Era un hombre que las seducía primero? ¿Dónde estaban todos esos cuerpos?

¿Nadie las extrañaba? ¿El asesino sabía que nadie las extrañaría? ¿Cometió todos los asesinatos el mismo día? ¿Era eso humanamente posible? Si no fue así, ¿por qué estaban todas las fotos en la carpeta del día anterior? Melissa temblaba con la cámara en manos.

Y la pregunta más importante de todas era: si la fotografía número 35 era el retrato de una chica dormida, ¿seguiría viva y habría posibilidades de salvarla y atrapar al asesino?

Pero Melissa nunca hubiera estado preparada para verse a sí misma dormida en la foto.

Justo antes de que alguien la golpeara fuertemente en la cabeza, quedando inconsciente.

Para ya no despertar.