Flores del mal

Re: ** [Flores del mal] **

…Es tan impresionante como los sueños pueden ser aniquilados por una realidad brutalmente. Es un destino ajeno al destino. Cuando ya no queda más que hacer, sentimos que estamos perdidos en el desierto de los pensamientos, y los rencores encontrados fluyen como gotas de odio que te envuelven lentamente arrancando chorros de sangre inerte y negra y amarga, que persiste como un inmenso mar de niebla en las tinieblas, perecederas, lentas. Somos jardines de piedra. Somos inocentes con manos sucias. Y por tanto, hemos nacido en el corazón de la mentira…

** [Flores del mal] **​

** (Fleurs du mal) **​

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*Capítulo ocho*​

[El primer día de clases]​

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Todos se encontraron en el comedor para el desayuno. Las chicas al ver entrar a los chicos se quedaron sorprendidas por el cambio que les daba el uniforme escolar y los chicos también se admiraron de la elegancia de las muchachas. El uniforme del colegio representaba una combinación perfectamente balanceada entre la sobriedad y la elegancia.
El de los chicos estaba compuesto por pantalones largos de un verde gris oscuro, mismo color que lucía el chaleco que llevaban debajo de la chaqueta sobre una camisa de mangas largas de un rosa sumamente tenue y pálida. Reflejaban la elegancia de los caballeros ingleses de principios del siglo XX, pero con el estilo moderno de los tiempos que corren. Lo realmente característico del uniforme del instituto era la chaqueta, la cual los identificaba del resto de las instituciones. La misma se abrochaba al frente y el cierre lo formaban una hilera de tres botones. Era de un color blanco inmaculado con varios ribetes o detalles en verde gris, tanto en las terminaciones del frente y la parte inferior, como en los puños y los bolsillos. En el brazo izquierdo se encontraba el escudo del colegio. Lucirla era todo un orgullo ya que era la marca distintiva del prestigio que caracterizaba a la institución. El detalle de color se encontraba en el cuello, en forma de corbata tipo pañuelo de un rojo burdeos.
El uniforme de las chicas tenía similares características. En lugar del pantalón, las chicas llevaban una pollera tableada del mismo color verde gris, de un largo que usualmente rondaba a unos diez centímetros de la rodilla, aunque las más osadas solían levantar el ruedo unos centímetros más. A diferencia de los chicos, las chicas no llevaban chaleco debajo de la chaqueta, y en el cuello de la blusa lucían un lazo anudado en forma de moño de color rojo burdeos. La chaqueta era la misma, a diferencia que las muchachas la llevaban más ceñida al cuerpo resaltando su figura. Las medias debían ser blancas de tipo tres cuartos. Los zapatos eran a elección, pero generalmente optaban por zapatitos de tipo "guillermina" con apenas un pequeño taco cómodo. Este atuendo les brindaba a todas un aspecto angelical, dulce y elegante, que generaba miradas de admiración en todos aquellos que las veían pasar.
Entre ellos se lanzaban miradas coquetas a excepción de otros que mostraban desinterés absoluto. Todos, al terminar el desayuno, se dirigieron a sus respectivas aulas, de acuerdo a su año. Todo resultaba a la perfección hasta ahora, pero la hora del descanso llegó y muchos, como era natural, decidieron salir y fijarse en las instalaciones de la escuela, que no era más que una copia de la elegancia del estilo Isabelino de Inglaterra.

*+​

[La Mocosuela y el Cerdo narcisista]​

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— ¿Qué hace aquí la mocosuela? — La voz de Keigo era burlona. Sí, él aprovecharía ésta oportunidad para devolver el infierno que la muchacha de cabellos negros le hacía vivir cada día. Para hacerla sentir un pocomal, cosa que, según la teoría de Atobe, May ni sabía sentir.
— ¿Qué quieres Atobe Keigo? — habló la muchacha en tono despectivo. Su mirada oscura enfocaba perfectamente al chico como una figura de la aristocracia francesa del Rey Sol.
— Sabes lo que quiero — su tono había sido totalmente enfadado. May lo miró unos minutos analizando la situación y ante los gestos de Atobe, de un nuevo feliz amargado, empezó a soltar una risita que fastidió al egocéntrico muchacho.
— ¿Un cerdo narcisista como tú interesado en una “Mocosuela” como yo? — su sonrisa, esa sonrisa sarcástica era lo único que detestaba de ella. Sus manos acomodaron su cabello elegantemente y sus labios se curvaron en una sonrisa que a May no amilanó —. Disculpe, olvidé que usted es Ore-sama, ¡Oh! Cuanto lo siento — Atobe frunció el ceño, por alguna razón, no le gustaba para nada que la mocosuela le llamara ore-sama y más todavía si lo hacía en ese tono sarcástico; sería por la mirada lóbrega de ella cada vez que lo pronunciaba, quizá por el modo condescendiente que ella le infligía, o sería porque la única chica vulgarmente interesante y con la que podría llegar a pensar en tener una relación con un mínimo de seriedad era la más odiosa e insoportable de todas.
— Ore-sama, cree que la mocosuela es la más odiosa e insoportable de todas — Atobe habló manteniendo su sonrisa perfecta, sin ningún gesto de burla o superioridad, cosa que molestó aún más a May.
— Gran Ore-sama, si fuera así no entiendo ¿Qué hace aquí como un arrastrado? — preguntó la chica haciendo una reverencia exagerada que hizo que Atobe frunciera el ceño en señal de disgusto; nunca encontraba la forma de responder a esa pregunta, y si había algo que Keigo odiaba, era no poder responder a un ataque. May lo miró despreocupadamente deseando que aquel muchacho se largara de una buena vez.
Nunca se había llevado bien con Atobe Keigo y tan sólo pensarlo le daban ganas de vomitar. No le agradaba para nada que un cerdo narcisista como él, fingiera estar interesada en ella, eso le daba más asco de lo que ya sentía tan sólo verlo. Odiaba la primera vez que se conocieron, esa primera detestable y desagradable vez en que el egocéntrico le había dicho, formalmente, que era una mocosuela tonta y una mediocre del tenis. Eso había sido como hace dos años y desde esos momentos lo detestó como cuando odiaba lidiar contra personas que se creían superiores que ella. Cuando Atobe volvía a molestarla y a encantarla con la magnificencia de su belleza ella se reía a carcajadas en su cara y cuando ella quería hacer un esfuerzo en mostrarse amable, él simplemente la dejaba parada. En esencia, jamás en la vida se iban a llevar bien y simplemente el orgullo de ambos era algo que ninguno de los dos pensaba matar. Sin embargo, May lo encontraba intrigante y él sumamente atractiva.
— Sólo deseo entretenerme un rato. Además si Ore-sama quiere una mocosuela como tú la tiene, eso te place— sonrió el muchacho triunfante, convencido de que no habría forma de que la orgullosa chica aceptara eso tranquilamente.
— ¡Eso es taaan conmovedor!—May hizo un gesto exagerado imitando a las locas e histéricas de las fans de Atobe, esas que solían perseguirlo y que no sólo tenía en Hyotei, sino en Seigaku y eso era lo que más le fastidiaba. Su querella, seguro duraría otros minutos más como otras veces, en que ninguno de los dos se daba por vencido.

*+​

[¡Qué desesperante!]​

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— Así que era eso — del otro lado una muchacha de cabellos grises plateados observaba con atención la escena que esos dos estaban planteando. Minutos antes, Nyu Atobe había decido investigar a su hermano, su delgada figura se escondía tras los muros de concreto que se erguían como torres en aquel recinto. Su rostro inexpresivo observaba con atención la escena.
— ¿Estás espiando? — una voz dormilona la sacó de sus meditaciones. No consiguió asustarla y más bien le había sonado familiar. Eso era raro, generalmente se olvidaba de todo y sólo recordaba las cosas que le eran verdaderamente interesantes e importantes. Ni se molestó en girarse a verlo y siguió concentrada en la disputa de su hermano.
— ¿Te conozco? — su voz calmada preguntó. Aquel muchacho que despedía un aroma que le encantó de inmediato la obligó a voltear en contra de su voluntad.
— Soy Ibu Shinji, no sé si me conoces pero, pasaba por aquí y te vi espiando, así que pensé que sería algo interesante, pero no te quise molestar para nada, si deseas me puedo ir y…
— ¡Ya cállate! — elevó su voz unos cuantos decibeles. Nyu, aquello lo sintió misterioso, jamás le había gritado a alguien pero aquel si que le era desesperante. Ibu se calló pero no mostró intenciones de alejarse del lugar. Nyu regresó su vista hasta su hermano, parpadeó varias veces antes de comprender que ya no había nadie en el lugar.
— ¿Qué es lo que estás observando? — aquella pregunta alteró a Nyu, algo raro después de todo.
— Nada, ya nada, se han ido, ¿Nya?
— ¡Ah!

*+​

[Orgullo pisoteado]​

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— Tan hermosa como siempre, Hikaru — la voz de Oshitari Yuushi obligó a que la pelirroja se desinteresara de su lectura, aquella que estaba haciendo bajo un enorme árbol de cerezos. Su visión esmeralda notó un aura oscura en el muchacho peliazul.
— ¡Déjame en paz! — su voz sonó demasiado ruda, Yuushi esbozó una sonrisa, esa que inmediatamente Hikaru condenó.
— Tan bonita y tan amargada. Amor te extrañé ¿Sabes? — Oshitari se ajustó los anteojos y sin ser invitado se sentó al costado de Hikaru. La pelirroja arrugó su frente en son de disgusto. ¿Por qué le hacía esto? Su orgullo estaba herido profundamente y aquel hombre fue el que lo pisoteó.

*[Flash Back]*
El astro estaba en todo su esplendor aquel día, no se podía sentir ni una sola pizca del frío que había inundado en la mañana. Hikaru caminaba a paso rápido y elegante por las calles relativamente desiertas. Sentía sueño, pues la noche anterior no había podido conciliar el sueño pensando en cosas que tal vez en esos precisos momentos no debía pensar, su mente divagaba entre la perfecta figura de su sempai, aquel peliazul que le había empezado a interesar excesivamente y no tenía bien en claro el porqué. Se sentía intrigada por esa forma de ser de él, se identificaba en ciertos aspectos y su actitud de él la había dejado ensimismada. Esbozó una sonrisa al verse otra vez pensando en él. Volteó la esquina y su sorpresa fue tal que hasta sus ojos se llenaron de lágrimas al ver como el amor de su vida abrazaba distraídamente a una morocha muy bonita, con cara de muñequita de porcelana que lo miraba maravillada. "¿Acaso te creíste que él se iba a interesar de verdad en una mosquita muerta como tú?" Esas palabras todavía la atormentaban y la herían con crueldad, pero ni en sus más terribles sueños hubiese pensado que serían verdad. "No eres nada, nada para él". No podía creer esas palabras hasta estos momentos, pero cuando los vio besándose como si nada les importara, su mundo se vino a pique como cristales partiéndose. No quiso explicarse y más bien se acobardó de manera que siempre se detestó por eso, enfrentarlos ahora ¿Para qué? No, ya no tenía caso, sólo haría como que no los conocía y listo. Por primera vez en su vida no supo que decir. No supo que hacer. Y cuando sintió esa burla quemarle por dentro simplemente se fue. Abandonó porque fue una maldita cobarde que no supo como enfrentarse a una batalla como aquella, ¡Qué miserable se sentía!
*[End Flash Back]*

Y ahora lo veía ahí tan tranquilo como si lo que le hizo hubiese sido la cosa más normal del mundo, aquello le había arruinado la vida y ya no era la misma Hikaru de siempre, la que sus amigos conocían. Las heridas que aún sanaban volvieron a abrirse. Lo odió como nunca pensó que podía odiar. Huiría de nuevo aunque se odiara después por eso. Hikaru cerró su libro de golpe y se levantó sin mirarlo siquiera. ¿Qué quería ahora volviéndola a buscar? ¿Acaso no había sido suficiente con traicionarla de la manera más vil? Sus verdes ojos se llenaron de lágrimas mientras a paso rápido se encerraba en su cruel y cruda soledad que ahora ella misma se empeñaba en mantener. No quería contarles a sus amigos, ni a Gris ni a Syusuke, lo miserable que se sentía, no quería preocuparlos con sus tontos problemas. Ella lo guardaría para siempre, se sentía avergonzada, tal vez esa era la razón por la que no quería contar con sus mejores amigos.

*+​

[Mi primer beso]​

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— Tres años —susurró Syusuke al lado de Gris quien miraba al frente. Ambos estaban sentados contra la pared de la azotea.
— Sí, ¿Qué tiene?—respondió despectiva, como si no le hubiese importado todos esos malditos tres años sin él.
— Te extrañé — sus ojos completamente abiertos la observaron de reojo.
— Es una idiotez —respondió sin interés. Ella, más que a nadie lo había extrañado, pero se empeñaba en mostrarse fría, no quería admitirle al mundo que desde siempre había vivido enamorada de su “mejor amigo” y que estaba más que segura que él jamás se interesaría en ella. Él giró su mirada al frente sintiéndose idiota ¿Cómo pudo pensar que en todos esos años ella haya logrado enamorarse de él o al menos extrañarlo un poco? Era mucho pedir, sabía que Gris no se interesaría en él para nada. Sintió por primera vez que ella se merecía alguien mejor. Él era un simple muchacho enamorado y que daría lo que fuera para estar con ella y eso era precisamente lo que pensaba hacer ahora. Gris volteó a verlo concentrado en él ahora, lo veía allí tan enigmático, sonriente y lleno de secretos. Bastante misterioso y a la vez apuesto. Sus labios sonrieron sutilmente al recordar que él alguna vez le había dicho “Eres la mujer más tonta que he conocido” y así se sentía, ¿Por qué no decirle de una vez que estaba enamorada de él? No, perder su amistad sería lo peor que le podía pasar.
— Dime, Gris — sonrió con malicia aunque aún sin mirarla y prestando más atención a las nubes que tenían formas interesantes aquella mañana—. ¿Acaso mirarme te es más divertido? — ella apartó la vista de inmediato ligeramente sonrojada.
— Lo que pasa es que…
— Veo que sí— murmuró para sí.
— Me das un poco de miedo a veces — expresó Gris con lo primero que se le vino a la mente. Sí, sentía miedo de él.
— Te doy miedo — volvió a sonreír.
— Bueno es algo de lo que no puedo escapar — admitió sinceramente.
— Que me acompañaras aquí sintiendo miedo de mí. Has superado mis expectativas — su voz calmada le recorría cada rastro de su cuerpo que la hacía estremecerse más si su mirada zafiro se fijaba en ella.
— ¿Es eso bueno? — no quiso mirarlo y se fijó en los botones de la manga de su chaqueta.
— Sí — sonrió de manera que no supo que contestar. Gris tomó aire antes de responder.
— Francamente creo que tienes un contrariado sentido del humor alternado con una extravagante forma de…
— Lo sé. Lo que realmente no ves es que también tengo sentimientos —Gris no se molestó por ser interrumpida, pero esa sonrisa la puso nerviosa.
— Me doy cuenta de que sonríes sin querer hacerlo— respondió levantado su mirada café a los de él.
— Si eres mi mejor amiga evidentemente tenías que darte cuenta— su voz volvió a recorrerle todo el cuerpo—. Muchos creen que soy hipócrita, sádico, mala persona…
— Claro que no, Fuji-sempai — aseguró la peliazabache de inmediato.
— Syusuke, dime Syusuke — corrigió él.
— Sí, Syusuke — los complació —. No veo porque te preocupas tanto, para mi eres una de las personas que más quiero — habló seriamente, más tenía que corregir lo dicho —. Como mi mejor amigo claro, y…
— No nos pongamos serios — volvió a sonreír—. No te pienso preocupar con mis problemas.
— Syusuke, no me molesta escucharte, puedes contarme tus problemas — Gris le regaló una sincera sonrisa leve.
— No los tengo.
— Todos tenemos uno por lo menos…
— Seguro.
— Dime si puedo hacer algo por ti — Gris se ofreció para saturar ese silencio que seguramente los iba a inundar como otras veces.
— Claro, no quiero que te preocupes.
— Uhmmm, seguro que encontrarás a alguien que pueda agradarte — comentó Gris regresando su mirada a las nubes del día que parecían copas de algodón.
— Gris — llamó de inmediato.
— ¿Sí?
— Quiero que hagas algo por mí — comenzó a decir pero se notaba inseguro.
— ¿Qué cosa? — Gris sintió por tercera vez como su cuerpo se estremecía y mojó sus labios sintiéndose nerviosa. Un pedido de Syusuke era raro después de todo. Syusuke se giró a verla tratando de encontrarse con los ojos café de Gris, al conseguirlo la miró con mucha determinación, sus ojos azules abiertos y destellantes la miraron antes de responder.
— Quiero que me beses — Gris al escucharlo empezó a burlarse en su cara. Syusuke cambió su mirada avergonzado.
— ¡Qué buen chiste! — comentó ella fingiendo reírse.
— No es una broma, jamás besé a alguien y sinceramente quiero que mi primer beso sea contigo —Syusuke volvió a mirarla. Gris se puso seria. Cruzó de brazos, mojó sus labios, mordió su labio inferior aún pensando lo que le acaba de decir—. ¿Me otorgarías esa aspiración? —. Volvió a mirarlo y entonces sintió que eso no era una broma. Gris frunció el ceño.
— ¿Estás seguro? — nuevamente él borró su sonrisa, no se notaba triste, simplemente era un chico normal.
— Sí
— ¿Por qué? — la respuesta de él le había caído como un balde de agua fría, otra vez mojó sus labios, cierta manía la hacía cuando se ponía realmente nerviosa.
— Porque sí, porque me gustas —habló de golpe, ya no quería ocultarse por más tiempo. Gris ni siquiera consiguió sonrojarse, se quedó en silencio mirándolo fijamente, aquello Syusuke lo tomó como una afirmación por lo que se aproximó más a Gris. Ella no sabía que hacer, cosa que no le importó de momento, no se pudo mover ni decir nada, ni siquiera parpadeó. Syusuke se mojó los labios antes de unirlos con los de Gris. Pronto sus manos la envolvieron por la cintura y la atrajeron más a él. Gris agarró lo brazos de él sintiendo como los labios de Syusuke disfrutaban de los suyos. Se alejó de ella regalándole su acostumbrada sonrisa. Y Gris por primera vez no sabía que hacer. Respiró profundo.
— Estuvo bien —su calmada voz la sacaron de su abstracción. Su rostro lucía sorprendido.
— Syusuke, ¿Qué es lo que sientes por mi? — era una pregunta que siempre había querido hacer.
— No importa —habló detenidamente mirando otra vez al cielo—. Pero… —no pudo concluir. Gris ya se había puesto de pie y salió apresurada de allí.

*+​

[Y entonces ¿Son o no son?]​

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Kheizi Hawkins en cuanto sonó el timbre se había ido en busca de Sengoku Kiyosumi, aquel muchacho que le había comenzado a interesar desde la primera vez que lo vio cuando jugó contra un grandote del equipo de los Estados Unidos el año pasado. Desde ese día había vivido ligeramente más alocada que de costumbre. Ella era una muchacha desequilibrada algo que relativamente la hacía sentir ella misma. Nunca, ni en su más extraña vida, un chico había conseguido que ella tartamudeara tanto. Cuando ya por fin se decidía a hablarle, aquel contraste de emociones la hacían ser una que sinceramente odiaba, aquella que nunca quería ser: la chica tímida y pusilánime. Se dirigió al comedor viéndose derrotada, mas su visión se nubló al encontrarlo allí comiéndose un pan con salchicha tan sumiso que le dio mucha pena molestarlo ahora, definitivamente algo poco común en ella. Sengoku Kiyosumi era su amor platónico desde siempre. Bueno, quizás iba justo después de Jonny Deep, pero seguramente antes que Orlando Bloom, no mentira, pero desde luego mucho antes que Nioh Masaharu y Eiji Kikumaru. Es que era tan comprensivo, tan encantador, y tan… tan tantas cosas, pequeñas o grandes, que lo hacían tan incuestionablemente Sengoku Kiyosumi, incluido el hecho de tener tanta suerte…
— ¡Hey! —aquella voz la sacó de sus cavilaciones—. Por fin te encuentro, te me escapaste hace rato.
— ¡Maldición! —respondió recordando que tenía una pequeña reunión con la pelirrosa —. Lo olvidé.
— Sí, ya veo — admitió Geniko en una sonrisa cómplice. Kheii esbozó una sonrisa, se estiró bostezando para volver a ser la persona “normal” que era.
— Y entonces, ¿Cuáles eran? — cuestionó tomando asiento al lado de Geniko. Últimamente se habían vuelto muy amigas, ambas eran demasiado parecidas y hasta ahora compartían habitación dejando la otra sola para Marah y Rao.
— Lo he averiguado y creo que son Tezuka Kunimitsu y Atobe Keigo— informó sacando su libreta rosa, en donde anotaba al detalle todo lo que planeaba hacer, sobre todo si eran cosas que realmente le interesaban.
— Quiero ver una prueba de ello — habló Kheii no muy convencida de eso.
— Sí, ayer pude tomar la foto perfecta— sonrió maliciosamente. Kheii se emocionó. Gen miró a ambos lados tratando de que no hubiera sospechosos a un radio de dos metros. Sacó cautelosamente la foto y se la mostró.
— ¡Maldición! Sí era verdad — Kheii soltó una gritito de sorpresa total.
— ¡Aha! Así que al fin lo conseguiste — aquella voz logró que esas dos que cuchicheaban se sobresaltaran a sobremanera y se levantaran de golpe.
— ¡Ufff! —Respiró aliviada Gen en cuanto se dio cuenta de quien se trataba.
— Yo quiero ver eso — la peliazabache se apresuró a quitarle la foto a Kheii.
— Grisuchan, sabía que no te resistirías — Geniko sonrió de oreja a oreja y mordió su labio inferior. Kheii suspiró ahora tranquilizándose.
— ¡Maldición! Pensé que serías uno de esos dos— dijo Kheii sentándose ahora. Gen y Gris la copiaron. Gris empezó a reírse, de hecho a burlarse a carcajadas.
— No me lo creo. Siempre me pregunto ¿Cómo haces para sacar la foto precisa y perfecta? — comentó aún observando la foto con atención.
— Sí, definitivamente son ellos, pero aún no lo creo—. Opinó Kheii arrugando la frente —. Tezuka Kunimitsu y Atobe Keigo ¿Novios? —ante la sola mención de eso Rao que pasaba por allí en esos precisos momentos se acercó rápidamente a la mesa donde estaban las tres discutiendo.
— ¿Qué dijiste? —la pregunta de la castaña sonó demasiado preocupada. Todas levantaron la mirada.
— Que Atobe y Tezuka son novios —repitió Gen sonriendo sádicamente. Ante aquello Rao ya no pudo pensar, intentó reclamar e incluso balbuceó varias veces, al no encontrar palabras salió corriendo de allí.
— ¿¡Qué demonios le pasa!? —cuestionó Gris levantando la ceja, mas tenía en su mente aquella respuesta.
— Por cierto, Grisuchan, ¿No decías que ya no te interesaba lo del club? — acotó Gen mirando inquisidoramente.
— Sí, pero necesito mantenerme ocupada, distraída con algo y que mejor que esto —admitió la peliazabache con sinceridad. Tenía que olvidarse de Syusuke rápido—. Además mantenerte ocupada te hace olvidar las cosas.

*+​

[Decepcionante realidad]​

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Rao ante la mención de esas palabras salió disparada hacia quien-sabe-donde, se sentía sumamente decepcionada, ahora lo comprendía todo, entendía el porqué. Se encontró cerca de una fuente y se acurrucó allí abrazando sus rodillas y comenzando a llorar decepcionada de la vida. El chico que verdaderamente le interesaba era gay, eso era algo que no podía soportar, aquel que siempre la había rechazado teniendo la excusa perfecta: "Eres hermana de Sanada y no puedo andar contigo, Sí, eres hermosa pero te mereces alguien mejor que yo” esas palabras aún retumbaban y caían como dagas en su corazón. Esa fue la última vez que lo había molestado y que le había confesado, abiertamente, que le gustaba, que lo quería como algo más que su amigo. Meneó su cabeza en negativa y pensar que ahora quería darle celos con el primer chico guapo que se le había cruzado por la mente: Kajimoto Takahisa. Su llanto fue más audible ahora ¿Por qué le pasaban esas cosas a ella? Contra su preferencia sexual no podía competir. Tezuka Kunimitsu, el chico perfecto para ella, era inexcusablemente gay. Como nunca antes se sintió vulnerable, tenía las ligeras esperanzas que ahora teniéndolo cerca en la residencia podía conquistarlo, pero ahora con ésta nueva noticia de que era gay sus esperanzas se redujeron a cero y ahora ¿Cómo iba a vivir con eso? Ya no tenía caso. Takahisa sería su esperanza desde estos momentos. Ya lo había decidido, olvidar a Tezuka Kunimitsu.

*+​

[Se lo tenía merecido]​

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— No —volvió a decir demasiado irritada la pelirroja ante la constante acosadora forma de ser del muchacho de la venda, no entendía el porqué se la había ensañado con ella, la molestaba a sobremanera y no entendía como es que hasta ahora no lo había golpeado, se moría de ganas de hacerlo, pero por razones extrañas se contenía.
— ¿Por qué? ¿Acaso no te gustó el beso de la última vez? —realmente Kuranosuke gustaba de molestar a Natsumi, le encantaban esos gestos de ella, de chica ruda que la divertían por ratos. No era que le interesara, de ninguna manera, ella era simplemente la chica perfecta de quien uno se podía divertir y más aún si ésta se enojaba de inmediato.
— No — volvió a repetir por enésima vez, si seguía insistiendo con lo mismo lo iba a golpear y ésta vez él se iba a arrepentir de molestarla. Más no tenía la menor intención de moverse de donde estaba: abrazada a sus piernas y su mentón descansando en sus rodillas.

*[Flash Back]*
— Entonces lo decidimos a la suerte— decidió Shiraishi mientras revisaba en sus manos el último libro de cocina de la colección del chef más importante de todo Japón, y era el único que quedaba en la tienda.
— Sí — respondió Natsumi enfadada, de hecho demasiado enfadada, por no haber llegado a tiempo y además aceptó la apuesta porque el muchacho había llegado primero y entonces ese era el libro que deseaba y que le faltaba para su colección.
— Un juego a un set ¿Te parece? — la voz encantadora de Shiraishi pronunció mientras se alejaba al fondo de la línea de saque.
— sí— respondió despectiva Natsumi preparándose para sacar.
— ¡Bien! Pero ya sabes, si pierdes me tienes que dar un beso—habló muy convencido de eso riéndose de su perfecta apuesta con la muchacha.
— Y si tú pierdes me darás el libro de cocina— habló Natsumi seriamente. Aunque se sentía segura porque ella le ganaría y sobre todo si iba a luchar por su libro favorito de cocina, por supuesto que ganaría.
El juego empezó bastante bien para Natsumi, pero Shiraishi, el conocido la Biblia, logró arrebatarle el juego por poquito, aunque al final Natsumi se haya desesperado por completo, su ira era su debilidad y ahora no quería nada más que golpear a ese maldito imbécil que le había ganado. Ahora no sólo era perder el libro sino también haber perdido un juego de tenis, algo que nunca había experimentado con nadie, a excepción de su padre, aunque a veces él le dejara ganar. Ahora su orgullo había sido maltratado por el muchacho ese de la venda y al cual ahora odiaba con todo su corazón y que…
— Ahora me debes un beso —las palabras del muchacho la sacaron de sus pensamientos violentamente. Había olvidado la otra parte de la apuesta y ahora su ser hervía en una gran llama de ira.
— Ni lo pienses maldito imbécil — su voz que siempre sonaba ruda había pronunciado esas palabras. Kuranosuke sonrió acercándose a ella coquetamente.
— ¿Quieres el libro o no? — su pregunta no tenía que preguntar, Natsumi deseaba ese libro más que cualquier cosa, pero jamás en la vida le iba a dar su primer beso a ese imbécil de la venda ¡JAMÁS!
— ¡Aléjate de mí! —Natsumi había empezado a alterarse ante la cercanía peligrosa del muchacho, ella retorció su cara en son de enfado total—. ¡Te dije que no me tocaras! — explotó ella, apartando la mano de Kuranosuke que acariciaba su rostro—. ¡Y no, no necesito, ni quiero ese libro! — Kuranosuke Shiraishi, sin casi pensarlo, la tomó de ambos brazos y la presionó contra un árbol. Había terror en el rostro de la muchacha, el cual fue reemplazado de inmediato por ira —. ¿Qué haces? ¡Suéltame!
Kuranosuke creía que la muchachita pelirroja era una salvaje pero interesante, no sabía en qué momento la muchacha había conseguido alterarlo de tal forma que ahora la llevaba a atraparla y acorralarla contra aquel árbol. Resolvió al instante que la mejor forma de domarla era bastante simple: besarla. Pero Natsumi rezongó o es decir, pateó, mordió, sacudió. Era tonta la sensación de seguridad al estar presionada contra él. Era tonto el rico perfume que llevaba puesto. Era tonto que él la hubiera atrapado. Era tonta la situación, el entorno, las circunstancias, todo. El beso no duró ni diez segundos, la muchacha sí que era salvaje. Aquel incidente llevó a Natsumi a odiar a ese molestoso tipo de la venda.
*[End Flash Back]*
— Vamos, vamos, no te alteres, ya me darás otro —habló muy convencido el muchacho, aquello hizo enfadar a Natsumi a más no poder. Se levantó violentamente, más el muchacho la atrapó por la cintura y la arrinconó a la pared. Natsumi lo miró asesinamente. Ella odiaba y amaba aquel perfume. Le recordaba que estaba cerca a él, por eso lo odiaba; le recordaba que por fin estaba en los brazos de alguien, por eso lo amaba—. ¿Qué? ¿Pensaste que te iba a besar? No me hagas reír, tengo estómago ¿Sabes? — ese comentario sacó a Natsumi de su cuerdo momento. Empuñó la mano e hizo lo que hace mucho tiempo había deseado hacer: romperle la nariz de un solo golpe. El muchacho se llevó las manos a la nariz por el dolor que sintió y la sangre corría por su rostro. Natsumi se vio liberada y empezó a correr, algo asustada pero triunfante y bastante ofendida por el comentario de ese tipo imbécil que detestaba—. Regresa, me las vas a pagar.

*+​

[Pequeño tropiezo]​

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Lily del Valle bajaba acelerada las escaleras, había oído que el salón de música era uno de los mejores. Había pensado primero que sería en el cuarto piso. Golpeó con fuerza la pared al enterarse que se encontraba en el segundo. Maldijo por el dolor sufrido y empezó a bajar las escaleras a una velocidad que incluso a ella le sorprendió. Ni siquiera tenía cuidado sabiendo que era una completa torpe y con mayúsculas. Sólo le faltaba un piso para llegar y listo, pero su torpeza volvió a presentarse en el momento menos esperado o tal vez no. Se enredó con sus propios pies y entonces estaba segura que iba a rodar por las escaleras hasta el segundo piso y quizá más abajo. Gritó de manera desesperante y cerró sus ojos en espera del dolor que sufriría, pero entonces eso jamás sucedió y como siempre, su eterno salvador, estuvo allí para atraparla. Ahora empezó a creer que ese muchacho pelirrojo era una especie de ángel guardián o algo por el estilo.
Gakuto Mukahi al ver que la muchacha venía a una velocidad excesiva se apresuró a avanzar por el pasillo, se llevó el susto de su vida al ver como la muchacha se enredaba, pero en aquel momento él la agarró de inmediato antes que se cayera por esas escaleras. La apretó más contra sí y sentía como la muchacha temblaba entre sus brazos, la miró un rato, aunque tenía cara de ángel y llevaba el cabello teñido dorado liso arrizado por las puntas, le inspiró ternura verla sonrojada. Se fijó en sus ojos de color rojizo y rasgados, luego en su nariz puntiaguda, después en sus labios que era lo que destacaba más de ella, en esa cara pequeñita y delicada, ya que los tenía pequeños, finos y carnosos. Ella le acarició el rostro y él sintió sus manos suaves y finas quemarle. Ella volvió a abrir sus ojos lentamente para encontrarse con los azules de Gakuto y entonces sonrió de manera aliviada. Gakuto aún la tenía abrazada contra sí. Sonrió negando con la cabeza al ver como el rostro de la muchacha se tornaba carmín, un tono que inmediatamente adoró.

*+​

Kath​

*¡Sayonara minna ~~!*​

**~ ӁĜ ~**​

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------------------------Notas------------------------​

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*Uhmmm no soy buena diferenciando colores, lo siento xD… Mejor vean las imágenes, cortesía de Yukimura y Gris.
*May y Atobe, esa es una pareja explosiva, ¿Qué demonios pasará con ellos?
* Nyu y Shinji no sé si sean geniales como pareja o quizá son coincidencias de la vida, pero ¿Será que Nyu lo soportará? ¿O será Shinji quien la soportará?
*Hikaru y Yuushi, quizá la muchacha lo perdone o tal vez encuentre el verdadero amor, quien sabe…
*Gris y Syusuke, ¿Se romperá su amistad? Quizás sí, quizás no…
*¿Kheii finalmente conseguirá acercarse a Sengoku?
*¿Gen formará su amado Club?
*Ejem… ¿Atobe y Tezuka son novios? WTF?¿
*Rao, ¿Qué pasará con ella?
*Ok, debo admitir que me divertí mucho con la historia de Natsumi y Kuranosuke ^^…
*Lily y Gakuto… ¿Su torpeza será una suerte para ella o todo lo contrario?
*Bueno las historias las escribí de acuerdo a la información alcanzada…
*En el próximo capítulo lo que pasó con las demás chicas en su primer día de clases.
*Y no me maten si el capítulo estuvo muy largo xD.

*†·.: ĢяЇ∫ :.·†*​

Nos vemos!!!!!!
Portece mallllll;)
Gambatte ne!!!!

*¡Sayonara minna ~~!*