Flores del mal

Re: ** [Flores del mal] **

Ah, pues gracias Skadi*.* y por cierto muy pronto traigo la conti
sean pacientes.......... uhmmm tengo que arreglar algunas cosas y
lo subo pronto.... gomen, gomen._.
Uhmm que más.... para los que leen mi otro fic, ya subi nuevo capítulo
y para los que visitan mi blog, ya tengo ocho *pequeñas historias*
es todo... Gracias por leerme*.*
...
Nos vemos!!!!!!
Pórtense mallllll;)
Gambatte ne!!!!

*¡Sayonara minna ~~!*

 

Re: ** [Flores del mal] **



…Somos, estamos, pensamos, reímos, jugamos. Somos jardines de piedra. Somos inocentes con manos sucias. Y por tanto, hemos nacido en el corazón de la mentira…

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** [Flores del mal] **​

** (Fleurs du mal) **​

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*Capítulo nueve*​

[Sigue el primer día]​

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*+​

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[¡Hey! No te comas mi pastel]​

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Marah Akutagawa venía feliz por los pasillos del tercer piso dando pequeños saltitos. Había conseguido convencer a su hermano Jirou que le trajera a Tochimaru; su lindo, tierno y pequeñito ratón, en definitiva lo había extrañado. Su inmensa alegría se vio absorbida por la escena que sus rosados y hermosos ojos estaban presenciando en esos momentos. Su corazón se aceleró sobremanera y sus esperanzas de que Gakuto Mukahi se enamorara de ella habían sido enterradas de una manera brutal. Se detuvo aún pasmada y no dio a sus ojos la oportunidad de llorar ¿Qué hacía Gakuto con Lily allí abrazados? ¿Por qué le pasaban esas cosas a ella? tal vez Rao siempre tuvo razón: “Gakuto Mukahi jamás se enamorará de ti” esas palabras le había dicho su mejor amiga fríamente. No entendía como podía decirle esas cosas hasta ahora, después de todo Rao tenía toda la razón del mundo, aunque era fría y todo siempre acertaba. La próxima vez le haría caso quizá, pero ahora no tenía otras ganas más que comerse un pastel de lo que sea, pero quería un pastel. Sus cortas piernas se apresuraron a bajar por las escaleras en busca del comedor. Suspiró con alivio al encontrar lo que deseaba de momento: un apetitoso pastel de fresas. No dudó ni cinco en llevarse el trozo a la boca y allí recién sus ojos se llenaron de lágrimas. Empezó a comer más rápido, pero su boca no sentía el sabor del pastel.
— ¡Momento! Ese es mi pastel—Marui Bunta, quien si no hubiera sido por la circunstancias en las que se encontraba hubiera estado feliz de la vida, pero miró la bandejita por unos segundos con el rostro en blanco al ver que su preciado pastel, que él mismo había mandado a hacer a la muchacha encargada de la cocina, estaba siendo devorado por una pelirroja. Se le escapó un pensamiento, de esos que él no hubiera querido pensar en esos momentos, ¡Claro que no!, quería matarla, meneó su cabeza en negativa ante esos pensamientos oscuros de él.
— ¿Qué pasha? — habló aún con el pastel en la boca. Bunta sintió doblemente deseos de asesinarla.
— Ese es mi pastel, ¿Por qué te lo estás comiendo? —se quejó en un tono elevado y se acercó más a ella enfrentándola. Marah parpadeó varias veces.
— Lo siento, no vi tú nombre en él. Desu ga —arrugó la frente la pelirroja. Marui volvió a menear su cabeza para cambiar sus deseos de asesinarla.
— Lo tomaré en cuenta la próxima vez — ya no tenía caso seguir peleando con la pelirroja, ya se había tragado su pastel. Hizo un puchero infantil y se sentó al lado de ella, lo que le recordó que la muchacha estaba llorando.
— Pero te dejé un poco ¿Quieres? — Marah había sentido sinceramente compasión, y entonces le había dejado una pequeña porción de pastel, pero Marui arrugó la frente creyendo que ese pequeño pedazo se le quedaría en el diente.
— No, o es decir, sí…— lo recibió y se lo metió a la boca inmediatamente—. ¿Me dirás el porqué estás llorando?
— Tonterías — respondió la pelirroja en un soplido. Marui parpadeó.
— No importa si no me quieres contar —habló él sin interés. Marah dio un suspiro decidiendo que ya no lloraría más.

*+​

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[Te quiero de modelo]​

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— ¡Ryoma-kun! — llamó Taichi por tercera vez en esa mañana. Ryoma Echizen andaba desubicado y toda la culpa la tenía ella; cabellos morenos, ojos negros profundos, sonrisa dulce y encantadora. Y según Echizen una miss universo, con labios carnosos esos que sí le encantaría besar. Su nombre: Hinamori Saya.
— ¡Oye, Koshimae! — Kintarou se desesperó en esos momentos. Echizen aún seguía perdido y no tenía intenciones de regresar al mundo mortal, al menos no ahora. Su mirada seguía fija en un libro que supuestamente estaba leyendo. Kintarou arrugó la frente al encontrarlo al revés y entonces allí decidió que Echizen era un niño presumido, orgulloso, entre otras cosas—. ¡KOSHIMAE! —su voz se elevó a tal punto que Echizen cayó de golpe de su nube y en esos precisos momentos levantó su vista.
— ¿Qué? — preguntó sin interés.
— Te buscan — habló enojado Kintarou cruzándose de brazos.
— Hola Ryoma-kun — la voz, esa hermosa y tierna voz lo obligó a fijarse en ella.
— Uhmmm — respondió… ¡Claro!, siempre era tan expresivo y Saya sonrió. Sus amigas: Midori y Roxas la codearon.
— Ryoma-kun, tengo que hacerte un pedido especial — Saya habló con su fría, calculadora, insensible, cruel, despiadada y terrorífica voz. Echizen frunció el ceño, por supuesto que aquel pedido tenía que ser algo malo definitivamente.
— No quiero — respondió despectivo Echizen. Saya lo miró asesinamente.

Esa mirada que Echizen sentía en su yugular precisamente, pero ¿Qué iba a hacer? ¿Complacerla? ¿Para qué? Saya no era la muchacha linda que todos creían creer. Aún recordaba la vez en que destrozó las ilusiones de Sakuno Ryuzaki de golpe. Esa tarde dónde la derrotó sin compasión y eso que el partido ni empezaba. ¡Qué cruel! ¡Qué hermosa! ¡Qué Demonio! ¡Qué perfecta!... Echizen no entendía cómo esa muchacha se había metido en sus pensamientos, era raro, no sabía que era en realidad ¿Su personalidad? Echizen meneó su cabeza… ¿Su tenis? una vez más… ¿Su maravillosa y encantadora sonrisa? No… El grande presentimiento de que ella jamás andaría con él ¿Por qué? Un grande y gravísimo problema… “Sólo amo a Ikuto” Frías, duras y despiadadas palabras en su cabeza retumbaban. ¡Claro! El jamás le había dicho a la muchachita que le gustaba, de ninguna manera, además la había conocido recién en el torneo nacional del año pasado y entonces… Hubo algo que le atrajo de ella, muy a parte de haber aplastado a Sakuno, pero si ella no lo hacía, tal vez él sí, pero bueno, esa es otra historia.
— Es algo muuuy simple —expresó la muchacha mirando ahora sí a Echizen duramente.
— No
— Quiero que seas mi modelo — sonrió Saya.
— ¿Ah? — Echizen sintió que esa muchacha quería burlarse de él ¿Acaso tan hábil era que hasta se había dado cuenta que él se moría por ella? Bueno no tanto, Ryoma decidió retirarse de allí sin decir nada. Molesta, molesta, molesta, ahora sí que le era molesta.
— ¡Echizen Ryoma! Quiero que seas mi modelo… — volvió a repetir levantando el volumen de su voz. No había duda, la muchachita era una caprichosa en potencia y si algo se le metía en la cabeza se cumplía y ya, como la vez en que tuvo que alejar a todas esas zorritas que andaban tras su lindo y adorado Ikuto, siempre recordaba ese día como su máxima misión cumplida perfectamente. Hizo un berrinche con sus manos al notar que Echizen no regresó y entonces sintió deseos de matarlo. Roxas sonrió y Midori se mantuvo inexpresiva—. ¿Quién demonios te crees que eres tú Ryoma Echizen?

*+​

[El príncipe de mis sueños]​

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— ¡Nee! Tranquila —Roxas intentó calmarla. Saya le lanzó una mirada cruel y salió de allí a regañadientes.
— ¡Qué genio! Desu —comentó Taichi al ver como la muchacha del cabello negro salía de allí llena de rabia. Roxas al escuchar su dulce voz sintió deseos de comerse un pastel, de esos que él siempre le inspiraba.
— Siempre es así—Midori habló tan tierna y en una voz tan débil que Kintarou se emocionó.
— ¿Por qué? — preguntó el pelirrojo fijándose en la muchacha de inocente apariencia y de delicada belleza.
— Quiere pintar un nuevo cuadro, ese que sólo le inspira Echizen Ryoma —nuevamente esa voz causó que Kintarou sintiera mariposas en su estómago.
— Roxas-chan, Tanaka-san dijo que quería pedirnos algo importante, desu —habló Taichi y Roxas lo miró un rato antes de responder.
— ¡Nee! ¿Qué cosas? —preguntó sintiéndose nerviosa y verlo vestido de esa manera tan elegante, bendito uniforme, lo hacía verse como un príncipe, el de sus sueños claro, y sonrió al mirarlo a los ojos.
— No sé, pero vamos, desu — pidió él amablemente.

Roxas se sintió en las nubes, en esas en las que siempre se encontraba cuando hablaba con él. Desde que conoció a Dan Taichi como el otro ahijado de su padrino, a principios del año pasado, se cambió inmediatamente de escuela a la Yamabuki. Por cuestiones casi soñadoras, ella creía que él era su príncipe. Ella siempre había soñado con encontrarlo y hasta que por fin lo encontró o al menos eso creía. Taichi, hermoso y dulce príncipe de sus sueños. Habían pasado años, alrededor de unos diez, con la convicción de que su adorado príncipe de sus sueños llegaría, no se lo esperaba pero había llegado en el momento preciso, cuando sus ilusiones de encontrarlo estaban a punto de morir. Se dio cuenta que su adorado príncipe llegó cuando su corazón, al verlo, saltó de emoción, su mundo giró de manera que cuando estaba cerca de él ya no existía más que él y ella y quizá él le pediría que sea su novia y entonces después ella le diría que sí y momentos después se darían un beso como en los cuentos de hadas y todo resultaría perfecto, pero eso aún no sucedía. Mientras tanto se mantenía cerca de él para soñar un poco más como otras veces. Sus labios se curvaron en una sonrisa de ternura al verse caminando junto a él y recordar que volvía a pensar en él.

*+​

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[¿Mi cruel historia de amor?]​

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— Soy Kintarou Tooyama— se presentó cortésmente el pelirrojo ante la muchacha del cabello rubio pálido. Midori lo miró inexpresiva.
— Midori Fukura—respondió levemente sonrojada, con la misma ternura que minutos antes Kintarou adoró.
— Midori, lindo nombre —halagó el pelirrojo guiñándole un ojo inocentemente. Midori se sonrojó doblemente.
— ¡Gracias! Pero puedes decirme Mido—estaba seguro ahora, sus gestos, su voz, su sonrisa, sus ojos, en fin todo en ella era perfecto.

Se quedó mirándola un rato sin saber que decir, sintiéndose tonto, bobo, estúpido, pusilánime. En otras palabras, aquella muchacha congelaba todos sus sentidos y pensar que la había visto recién el sábado. Sus ojos miel se fundieron en los castaños de Midori. Y el sonrojo ésta vez fue triple de la muchacha. Midori no era la muchachita que todos creían que era. Ella era dulce, tierna, tímida y hasta se sonrojaba con facilidad, pero era su simple pantomima, en realidad era una verdadera, como su apelativo, Ángel de la muerte, generalmente eso se daba en las canchas pero en cuestiones del amor ella era cruel también. Gustaba de enamorar a los muchachos haciéndoles creer que era la linda y tierna Midori o Mido-chan, pero una vez que los tenía en sus redes, y su belleza la apoyaba, los destruía como si no le importara los sentimientos de los demás. Hacer eso la complacía y ahora ver a Kintarou allí babeando por ella, la divertía terriblemente por dentro. Sus sentimientos, si es que los tenía, eran sólo para el tenis y definitivamente para su violín. Y en estos precisos momentos había decidido abiertamente que Kintarou Tooyama sería su nueva víctima. Sonrió dulcemente ante la idea y Kintarou se quedó más embobado de lo que estaba. Más la verdadera sonrisa macabra retumbaba en su conciencia, esa que adoraba escuchar ante sus pensamientos oscuros de destrucción. Midori empezó a caminar rumbo al comedor en compañía de Kintarou que se había quedado, de hecho, hechizado por la perfecta belleza de aquella que consideraba ahora un ángel. Kintarou Tooyama, por su parte, era un fantasioso de primera, llevaba consigo siempre una ramita de muérdago y si no la tenía se la conseguía. Se besaría con la chica cerca de una ramita de muérdago. Sí, como cualquier historia de amor. Pero no, ésta no era cualquier historia de amor, era Su Historia de Amor. Empezó a soñar despierto y sinceramente por su cabeza pasaban cuanta historia de amor había leído en los mangas o había visto en alguna película.

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*+​

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[Por culpa de un cactus]​

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Sallame Himura utilizó este momento perfecto para evaluar la institución, caminó hasta un lugar que sin duda le había llamado la atención. Vio aquel lugar, o más bien, el jardín de la Shokengaku y le pareció simplemente hermoso, no lo dudó y sacó su más preciado tesoro: su cámara. Sí, aquella vista merecía ser atrapada en una fotografía made in Sayu. Se emocionó de momento por haber sacado, según sus conclusiones, la foto perfecta. Su felicidad fue tal que agitó sus manos en son de emoción, sin darse cuenta que una planta o más bien un cactus o es decir la espina de uno se plantó de lleno en su mano, sí, un cactus le causó el dolor más terrible de toda su vida, bueno no tanto. Ahogó un pequeño gritito y del susto dejó caer su valorada cámara, que había sido un regalo de su hermano Hiroki. Chilló por el dolor sufrido y aún agitaba su mano porque una espina se le había quedado en la palma de la mano. Unos pasos apresurados se acercaron a ella.
— Sayu-chan ¿Estás bien? —una voz preocupada la obligó a voltear.
— Fuji-san, hola— sonrió con nerviosismo aguantando el dolor.
— Déjame ver—tomó la mano de Sayu delicada y suavemente tratando de sacar la espina. Ella con lágrimas en los ojos soltó un gritito.
— ¡Ay! Duele.
— No seas exagerada — sonrió de manera que Sayu sintió vergüenza —. Sobrevivirás.
— Ya sé, pero duele — se ofendió ella.
— Ya lo dijiste. Tranquila — nunca supo como lo hizo pero él la sacó de un momento a otro y no sintió dolor —. ¿Lo ves?
— ¡Gracias! — agradeció ella poniendo una cara de apenada.
— ¿Ves? Eres una exagerada —volvió a sonreír con malicia. Sayu examinando la situación, le pareció estúpida y vergonzosa. Pensó que parecía una idiota que le tenía miedo a una espina.
— No — agachó la cabeza sintiéndose más avergonzada luego de su análisis.
— ¿Ya estás bien?
— Debes creer que soy estúpida — habló ella con sinceridad.
— No, más bien graciosa — acotó él soltándole la mano. Ella se sorprendió más no dijo nada y ahora recordó su cámara.
— ¡Dios mío, mi cámara! — soltó un chillido, se apresuró a levantarla y empezó a examinarla deseando, con todo su corazón, que no estuviese rota.
— ¿Puedo revisarla? —pidió él. Sayu asintió, creyendo que no sería muy cortés decirle “No, ésta es mi cámara y nadie la toca, es sólo mía de mí…” Syusuke la recibió.
— No le pasó nada — confirmó él para el alivio de Sayu quien dio un suspiro.
— ¡Qué suerte! —admitió ella recibiendo su cámara.
— Sí, veo que también te gusta la fotografía —sonrió nuevamente.
— Sí — no podía decir otra cosa más que monosílabos, aún se sentía avergonzada. Él volvió a sonreír de manera que Sayu sintió miedo.
— Creo que también tomaré una foto — habló él sacando una cámara también y alejándose de ella para sacar unas fotos al jardín. Sayu se quedó observándolo detenidamente. Había algo en el muchacho que le era absorbente. No, no era el cactus que ahora había empezado a detestar. Al verse cerca se alejó del cactus. Tampoco eran los claveles que se levantaban hermosas y de diferentes colores cerca de él. No, mucho menos los girasoles que se erguían como hermosos y distinguidos florestillas cerca de los lirios y más bien era su sonrisa intrigante y a la vez apasionante. Sintió deseos en esos momentos de captar ese momento. Verlo allí concentrado en sacar sus fotos se le hizo más atrayente. En sus labios dibujó una sonrisa inconciente y por asuntos casi inverosímiles tomó su cámara y lo ubicó en un ángulo perfecto y por fin pudo capturar ese mágico momento. Syusuke volteó al sentir el flash.
— ¿Me tomaste una foto? — cuestionó en una sonrisa sorprendida.
— No — negó ella apresuradamente.
— Uhmmm — no se lo creía. Bueno decidió que era hora de regresar al comedor, tenía cosas que resolver con Gris.
— ¿Ya sacaste tus fotos? —cuestionó ella levantando las cejas.
— Sí, ¿vamos al comedor o te quedas un poco más? — Syusuke volteó a verla.
— Creo que me quedaré un poco más — dijo ella en una gran sonrisa.
— Bueno, pero ten cuidado con el cactus —volvió a sonreírse de manera que Sayu tornó su rostro a un carmín.
— Sí, lo tomaré en cuenta — expresó ella cambiando su mirada al cactus. Syusuke la miró por última vez antes de salir del lugar. Sayu sintió pena de que se fuera pero… Meneó su cabeza en negativa. No podía tener esos deseos, claro que no. Dio un suspiro inconciente antes de volver a tomar nuevas fotos.

*+​

[¡Oh! Príncipe Saeki]​

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— ¡Oh! Mi amada Princesa Miyuki, he venido a salvarla de las garras de ese malvado ogro.
— ¡Oh! Príncipe Saeki, amado mío, hasta que por fin apareces…
— Sí, amada, tú salvador está aquí, ahora súbete a Raúl, mi hermoso corcel y marchémonos de aquí a un lugar donde tú y yo podamos ser felices para siempre, mi bella doncella.
— Tus palabras me hacen ser la mujer más feliz, ¡oh! Amado mío...
— ¡Miyu-chan! — la voz de Saeki que llamaba por quinta vez a la muchacha la sacó de sus casillas. La temperatura de su rostro se elevó a máximos grados Celsius. Su corazón se aceleró de manera exagerada y sus labios se secaron antes de que pudiera pronunciar palabras. Saeki se quedó extrañado al ver como Miyuki Kaidoh se ponía de pie y salía corriendo de allí a la velocidad de Kamio y quizá un poco más rápido.

Miyu no podía creer que Kojiro Saeki le estuviera hablando a ella, definitivamente no podía creerlo. Sí, es que era realmente imposible, absurdo, inexplicable. Miyu lo recordaba desde la escuela primaria, él era su pequeño amor. Ella era menor que él dos años y sabía perfectamente que él jamás se interesaría en una muchachita tímida y tonta como ella. Desde siempre había ocultado su amor hacia él, su dulce, bello, tierno y fantasioso amor, ese que mantenía en su cabecita. Ella encerrada en el castillo de un ogro realmente malo y él, su príncipe amado salvador que venía montado en Raúl y que a estas alturas ya estarían lejos viviendo su amor. Pero no, ella tenía que regresar a tierra. Saeki era sólo eso el príncipe de sus historias de fantasía, nada más que eso y en el mundo real, no era más que Saeki, su sempai. No entendía como es que él había vuelto a hablarle, la última vez que lo hizo había sido precisamente en la escuela primaria donde ella había empezado a enamorarse de él. Primero había sido un simple Saeki, pero ahora era su príncipe Saeki. Miyu se encerró en su habitación asustada. No era cobarde, pero él la acobardaba a sobremanera, se arrinconó contra la pared aún temblando de pies a cabeza tratando de asimilar la situación anterior, se dio un pequeño golpecito en la cabeza diciéndose cuanto insulto se le venía a la cabeza. Era su oportunidad perfecta para hablarle, pero no, ella tenía que ser así tan tontita. Correr, alejarse de él.
— ¡En serio Miyu eres una completa idiota! — se dijo a sí misma mientras se abrazaba más a su osito de felpa.
— ¿Por qué lo dices? — aquella voz que la tomó por sorpresa la hizo levantarse violentamente del suelo.
— No, nada —respiró aliviada al notar que era simplemente su compañera de habitación. ¡Qué bueno que era eso! Porque tanto ella como su primo Kaoru tenían miedo a los fantasmas y a decir verdad, al recordar eso se asustó aún más ¿Hasta que punto Saeki podía lograr que ella se olvidara de sus miedos?
— Bueno — respondió sin interés Sayumi Tamiko mientras veía salir a su compañera de habitación rápidamente.

*+​

[Un poco de cielo, un poco de infierno]​

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Sayumi Tamiko Kirihara dejó la habitación luego de recoger sus mentas que había olvidado y que había deseado durante toda la mañana. Avanzó a paso firme por los pasillos y pronto se encontró bajando las escaleras, pero una sonrisita conocida la hizo voltear y allí estaba él como siempre con su fastidiosa manía de enrollarse el cabello. Se detuvo para que él no pensara que estaba huyendo, cruzó de brazos y sus ojos celestes lo enfocaron perfectamente.
— Hola, Kirihara Tamiko-chan — dijo en su tono calmado de siempre.
— Si te metes conmigo, te metes con el demonio — aquellas palabras le causaron gracia y Mizuki volvió a sonreírse.
— Pero no veo el porqué te pones a la defensiva—se acercó él y se sentó en un peldaño cerca de ella. Tamiko lo copió.
— ¿Qué quieres Mizuki? — cuestionó ella al lado de éste sin mirarlo. No entendía porqué el chico más odioso era el más atractivo de todos o al menos para ella.
— Nada, sólo estoy aquí, sentado al lado de la muchacha más tétrica que he conocido — habló él con sinceridad. Tamiko ya no sabía que hacer, en definitiva, el ex manager del Saint Rudolph era su único talón de Aquiles.
— Y digo que la vida es un castigo — se quejó ella. Mizuki volvió a sonreír. No había duda, la muchacha le era demasiado interesante por donde la viera, muy a pesar de su delgada figura, algo que sin duda le otorgaba una belleza cruda.
— Y aún sigues aquí, no entiendo como no sales corriendo luego de que te amenacé de muerte — comentó él.
— No pienso huir — explicó ella.
— ¡Ja! Pues deberías, aún sigo enojado — expresó él comenzando a enrollar un mechón del rosado cabello de ella. Tamiko se quedó mirándolo inexpresiva tratando de entenderse a sí misma ¿Qué hacía allí con él? Mizuki volvió a sonreír por cuarta vez al ver que la muchachita no era cobarde. Era menor que él y sin embargo era la más atrayente, intrigante y hermosa, de esas que sin duda pediría que sea su novia.
— No me interesa — respondió ella sosteniéndole la mirada. Él se acercó a ella aún más, la intención era asustarla, causarle alguna impresión, pero no, ella seguía allí tan amenazadora como siempre.
— Borraste toda la información de mi computador y eso no me hace muy feliz. Sabes que encontraré la manera de vengarme — confesó Mizuki ahora rozando sus labios con los de la muchacha.
— Un poco de cielo, un poco de infierno…Que más da— respondió esta sin interés. Aquello, Mizuki sabía que era verdad, la muchachita siempre hacía lo que quería y no le importaba para nada si la amenazaban o no. No entendía como se aguantaba las ganas de besarla.

Tamiko Kirihara había sido reclutada por el ex manager del Saint Rudolph el año pasado, él creía que era su máxima adquisición. Era zurda y su novata estrella en esos entonces, pero muy peligrosa y demasiado osada en el terreno de juego que no había dudado un segundo en reclutarla para su equipo. La muchacha sabía que iba a ir al Rikkaidai ese año, pero entonces había aparecido Mizuki Hajime, con su misma costumbre de envolverse el cabello y la había convencido de que fuera a Saint Rudolph, con él. Ella sólo captó lo último “Con él” las demás perdieron su sentido. Era cierto, desde que lo vio se había interesado en él, de hecho, se había convertido en su amor. Sin embargo, todo aquel año, él se la había pasado criticándola de manera que ya se sentía acosada. Andaban peleando todo el tiempo y en su pequeño, retorcido y vengativo cerebro había decidido que no había otra forma que vengarse de él, de la manera, digamos, más sofisticada que borrando toda la información de su computador. Mizuki eso se lo tomó a pecho y la botó del equipo e incluso la había amenazado, entre otras cosas. Tamiko se había salido del equipo sin problemas, como si no le interesara el equipo, como si no le interesara él. Mizuki se molestó mucho más por lo último y desde ese momento había jurado odiarla, pero ¿Cómo hacerlo? Si la pensaba en cada momento, sobre todo cuando revisaba su ordenador, y eso era como que todo el tiempo.
— Tamiko-chan, voy a besarte ahora — anunció él, la muchacha por el contrario no se impresionó ni nada y Mizuki empezó a rozar sus labios nuevamente con los de ella hasta que cortó la pequeña distancia que los separaba y entonces la besó suave y delicadamente tratándola como una muñequita, de esas que se podían romper en cualquier momento. Sus manos acariciaron el rostro de la muchacha y ella ni se inmutó, seguía allí como si lo que le estuviera pasando fuese la cosa más irreal del mundo. Él se alejó de ella y dando una media sonrisa se levantó y caminó rumbo al comedor, dejando a la muchacha sentada y asombrada tal vez en aquel escalón.

*+​

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[Sólo por Internet] ​

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— [Fuerza Seigaku] ¡Hoi, Hoi! Para el gato es la hierba gatera dice:
Hola Palitha-chan, ^^ no pensaba encontrarte en línea ;) ¡Nya!

— ♥Palitha-chan♥… KIERO UN AUTO dice:
Hola Eiji-kun…Pues sí, es que hoy no fui a la escuela xD

— [Fuerza Seigaku] ¡Hoi, Hoi! Para el gato es la hierba gatera dice:
Jajaja yo sólo estaré un rato porque tengo que bajar a comer -_-…

— ♥Palitha-chan♥… KIERO UN AUTO dice:
Ya veo ^^ pero que bueno volver a hablar contigo… *o*

— [Fuerza Seigaku] ¡Hoi, Hoi! Para el gato es la hierba gatera dice:
Lo mismo digo, cuándo nos vamos a conocer? ¿?¿?

— ♥Palitha-chan♥… KIERO UN AUTO dice:
Uhmmm, algún día de estos >.<

— [Fuerza Seigaku] ¡Hoi, Hoi! Para el gato es la hierba gatera dice:
Eso espero porque ya quiero saber quien eres ^o^

— ♥Palitha-chan♥… KIERO UN AUTO dice:
Sí yo también (/^o^)/

— [Fuerza Seigaku] ¡Hoi, Hoi! Para el gato es la hierba gatera dice:
Bueno Palitha-chan ya me tengo que ir, espero volver a encontrarte ¡nya!

— ♥Palitha-chan♥… KIERO UN AUTO dice:
Sí, nos vemos Eiji-kun ^^

Aymara Blanco o simplemente Ayane, había conseguido, por todos los medios, convencer a Inui Sadaharu de que le dé el correo electrónico de Eiji Kikumaru, pero haciéndole jurar que no le diría nada al pelirrojo, para eso pagó un precio caro: ser la primera víctima del Inui Juice Special High Grade Deluxe. Ella desde el primer momento que vio al pelirrojo acróbata se había interesado en él. Pero ella era tímida o más bien la razón de pensar en tener una relación con Eiji la hacía tímida aunque cuando hablaba con él era la persona más normal del mundo y últimamente estaban hablando de lo más normal. “Eiji Kikumaru es taaan apuesto” pensó luego de cerrar su computador. “Pero no sé que va a pensar cuando se dé cuenta de que Palitha-chan soy yo” dio un suspiro y se preparó para salir de su habitación. Eiji Kikumaru, su pequeño y gran universo. Sí, lo sabía perfectamente, pero ahora no tenía ni idea cómo decirle que ella era la verdadera Palitha con la que hablaba todas las noches, de sólo pensarlo le recorría un aire frío por todo su cuerpo. No quería arruinar la relación que ahora estaba formando con Eiji, pero tampoco quería dejar de hablarle por Internet, es que le parecía tan lindo, tan encantador, tan cool y muchas otras cosas. Avanzó por el pasillo lentamente, pensando en las posibilidades que tendría sí el supiese que lo había engañado.
— ¡Aya-chan! — una voz conocida la sacó de sus pensamientos.
— ¡Ah! Eiji-sempai — saludó ella con su acostumbrada sonrisa, esa que era muy contagiosa.
— ¿Cómo estás? — se acercó él feliz dando un suspiro.
— Bien, pero dime, ¿Por qué suspiras? — cuestionó curiosa.
— Lo que pasa es que creo que estoy enamorado — comentó él empezando a bajar las escaleras al lado de ella.
— ¡Ah! Y no sé si… ¿Se puede saber de quién? —cuestionó ella un poco cabizbaja, nada notorio.
— Sí, es una chica muy linda que conocí en Internet —admitió él dando otro suspiro. Ayane se quedó estúpida. ¿Acaso Eiji se había enamorado de ella? eso era genial ¡Kyaaa! ¡Momento! No, no era genial ¡Rayos!... “Hay un 85% de posibilidades de que Eiji se enoje contigo si se entera de que Palitha eres tú Ayane” ¿Desde cuando su conciencia tenía la voz de Inui Sadaharu? Ayane se limitó a sonreír de oreja a oreja.
— Me alegro por ti —acotó ella.
— Sí, pero aún no nos conocemos y no sé… ¡Nya! — otro suspiro. Esto ya la estaba molestando, sentirse celosa de ella misma, no era lo más cuerdo.
— Ya veo — aumentó ella sentándose a la mesa junto a él.
— Sí, debe ser linda como por Internet…

*+​

[Si así lo quiere]​

— ¿Qué es lo que tanto ves Tezumi? — la cuestionable voz de Sakura Ikumaru provocó en Tezumi que su reprimida personalidad de momento explotara.
— A esa bruja tratando de bajarme a mi Kajimoto — se quejó ella en voz alta, pero que sólo Sakura escuchó.
— ¡Ah! Pero no eres la novia de Kajimoto y viéndolo desde aquí se ven tan…
— ¡Cállate! Sí soy la novia de Kajimoto, pero… Estamos peleados y todo por esa bruja que se cree la más sexy… —su rostro tomaba formas realmente molestas, esas que a Sakura la estremecieron.
— ¿Ahn? Pero ¿Por qué no haces algo al respecto?—Sakura realmente quería ayudar, pero en realidad estaba complicando las cosas.
— Sakura yo no me voy a rebajar… Sí él se quiere ir con la bruja esa que se quede con ella… a mí no me interesa para nada… es un idiota con el cerebro del tamaño de un durazno y no es nada atractivo — se auto convenció, que digo argumentó la muchacha del cabello negro azulado. Para esto Tezumi sabía muy bien que Kajimoto era el único chico que le había interesado en verdad, él único que le hacía saltar dos latidos seguidos a su corazón y él único que se había interesado en ella, hasta ahora y ¡Demonios! ¿Dónde quedaron esas palabras cursis, que ella odiaba, pero que escucharlas de él la hacían sentirse bien? ¿Acaso ahora prefería a la primera arrastrada que se le cruzaba en frente? Bien, sí el lo iba a querer así, pues así sería, ella no le iba a rogar, ni nada parecido. Total, ahora había encontrado a otro que le estaba interesando, su nombre: Tezuka Kunimitsu.
— Uhmmm, sí, si tú lo dices — Sakura no le prestó interés y más bien se fijo en el ahora siempre apuesto y sexy de todos: Mizuki Hajime, para ella claro está, que hacía su entrada en el comedor. Sakura se quedó mirándolo y se sobresaltó cuando el muchacho se sentó cerca de ella.
— Ikumaru Sakura-chan, ¿No? — cuestionó él al lado de ella. Sakura levantó sus cejas, es que no se podía creer que le estuviera hablando.
— ¿Sí? —respondió ella. Él soltó una risita y comenzó a enrollarse el cabello.
— Te he visto jugar y me pareces una jugadora con talento — halagó él. Sakura no tuvo tiempo para el sonrojo.
— No parezco, soy una jugadora con talento—admitió ella. Él volvió a sonreír con su manía de siempre.
— Sí, eso quise decir — su mirada ahora se posó en la delgada muchacha que entraba en el salón y que respondía al nombre de Tamiko. De todas en el mundo, ella era su predilecta, pero, quería vengarse de ella y no encontró mejor manera que con Sakura. Él no era estúpido, se había dado cuenta que la muchachita se moría por él, así que la usaría para darle celos a Tamiko. ¡Qué egoísta! “En la guerra, en el juego de tenis y en el amor todo se vale” pensó él en una risita sádica… ¿Amor? Bueno “En la guerra, en el juego de tenis y en la venganza todo se vale”
— Y tú eres Mizuki-san ¿verdad? — cuestionó ella.
— Así es… — él la miró profundamente. Sakura se sonrojó ésta vez. Esa mirada la ponía nerviosa por alguna extraña razón.
— Tch —mientras que Tezumi Fuji lanzaba improperios al viento.

Kath​

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*¡Sayonara minna ~~!*​

**~ ӁĜ ~**​

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-----------------------Notas~~-------------------​

*Bueno lo sé, adoro a Mizuki, así que adoré su escena con Tamiko… ¿Qué pasará entre ellos?
*Intenté imaginarme cómo sería el nick de Eiji, si no es así, ignórenme. ¿La conciencia de Ayane seguirá teniendo la voz de Inui?
*Miyu y su príncipe ¿Dejará de ser tímida?
*¿Bunta cambiará sus deseos hacia Marah?
*¿Sayu se interesó en Syusuke?
*¿Qué demonios le hará Midori a Kintarou?
*¿Saya se encaprichará con Ryoma?
*¿Roxas conseguirá que Taichi le pida que sea su novia?
*¿Tezumi recuperará a su Kajimoto?
*¿Qué planea Mizuki? ¿Sakura seguirá su juego?
* Ok, si arruiné el final del capítulo, culpen a mi hermano que llegó a molestarme y a quitarme la inspiración… ¡rayos! Bueno ya tengo sueño, son las dos y 34 de la mañana…Nos vemos en el siguiente capítulo.

*†·.: ĢяЇ∫ :.·†*​

Bueno, bueno,....Nos vemos!!!!!!
Portece mallllll;)
Gambatte ne!!!!

*¡Sayonara minna ~~!*

 

Re: ** [Flores del mal] **

Saludos!!!!!!! me alegra haber recibido mucho post, mi las quiere*.*
bueno este capítulo está dedicado a mis nuevas lectoras y a
Marah-neechan, Palitha, FujixDani (No sé cual de los Fuji¬¬)
Skadi, Sayu (mi cuñis bella), Miyu (que ama a Shishido), a Yue (la bellajajaxD)
a Saya-sensei, (ella me enseña yaoi jajaxD) y a Seiji ^^ linda como siempre
...
Bueno, bueno,....Nos vemos!!!!!!
Pórtense mallllll;)
Gambatte ne!!!!

*¡Sayonara minna ~~!*