Fantasías

Tema en 'Wonderland' iniciado por Insane, 2 Junio 2019.

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    Zireael

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    Laila Meyer.

    Cerró los ojos en cuanto sintió que apoyaba sus manos unidas en su pecho, respiró pausadamente. Ese momento era el más tranquilo que había tenido hasta entonces y era gracias a Noah, porque su compañía le impedía sumergirse en el terrible remolino que se formaba en su cabeza.

    Asintió levemente ante la pregunta del chico y sonrió cuando continuó hablando.

    —No sé qué me empujó a tomar tu mano, la verdad, pero tampoco sé que hubiera pasado si no lo hacía. —Apretó levemente el agarre en torno a la mano del muchacho—. Y ahora tampoco sé que hubiera hecho conmigo misma si no aparecías. Haces la espera más amena.

    Momentos después, sintió que Noah se aferraba más a su mano también.
    Eran bastante parecidos, ¿no? Al menos a ella le daba esa sensación y era probable que por ello hubiese aprendido a confiar en él con tal rapidez.

    —¿Miedo? —Probó la palabra, como si apenas supiera de su existencia y repasó uno a uno los momentos que recordaba—. No. Al menos no por mí. Temí por Shawn, por la niña castaña, Aimi, temí incluso por ti. No quería que ninguno entrara a la jaula con él, pero tampoco quería entrar yo. No sé si era miedo, pero antes de que saliera mi apodo, pensé en todos ustedes antes que en mí misma y cuando entré a la jaula... algo hizo click o se rompió completamente, no lo sé. Me aliviaba que no fuese uno de ustedes pero... sabía cómo destrozaría a Shawn el tener que luchar conmigo, tener que lastimarme. No pude sentir miedo porque tuve darle mi fuerza a él, cuando antes era él quien me daba su fuerza a mí. No reconozco a la persona que estaba en la jaula, Noah, pero tampoco a la que subió al autobús.

    Volvió a abrir los ojos, para mirar el cielo.

    >>No sé en qué me convirtió ella.
     
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    Shawn Amery

    Sus pies quedaron anclados al suelo en cuanto sintió el tibio tacto de la arena sobre sus pies. Una suave brisa con olor a sal acarició su rostro, meciendo sus cabellos con delicadeza. Sus ojos se movían de un lado al otro, sin creer lo que estaba viendo, y al alzar la vista al cielo tuvo que colocar una mano sobre su frente para no ser cegado por el sol.

    Aquello... ¿era real? Aquellas olas, la blancura de la arena... ¿no estaba soñando? ¿De verdad estaba allí?

    Una extraña sensación recorrió su pecho, invitándole a relajar sus músculos, a rendirse ante aquella paz que, por mucho que fuera artificial, estaba allí, a su alcance. Un remanso de paz donde darle un respiro a su corazón inquieto. Dio un paso al frente, notando el cosquilleo de la arena, y recorrió con la mirada el lugar. Vio a Connie charlar alegremente con un chico que no conocía, vio a Aimi ser consolada por Cathy, a quien debería ir luego a agradecer por cumplir con su promesa. Su corazón dio un vuelco al reconocer a su Laila tumbada sobre la arena, contemplando el horizonte.

    Estaba sana y salva.

    Los pies de Shawn se movieron solos, guiados por el impulso de su corazón. Pero tras un par de pasos, reparó en la presencia que se encontraba a su lado, y se detuvó con suavidad sobre la arena. Una breve sonrisa se formó en sus labios al reconocer a Noah, al ver que entrelazaba sus manos con ella, que la consolaba y tranquilizaba en su ausencia. Permaneció unos segundos allí, observándolos con alivio, y dio media vuelta sobre sus pasos, metiendo las manos en sus bolsillos mientras posaba ahora su atención en la mesa de alimentos.

    "Cada día que pasa te debo una más, ¿eh, chico? Gracias".

    Sentir la bebida recorrer su garganta y calmar su sed, y las frutas saciar su hambre, cesaron en gran medida el dolor de sus heridas, los pensamientos que se arremolinaban con anterioridad en su cabeza. Se sentó cerca de alguien sobre la arena, piernas cruzadas, con la mirada puesta en Laila a lo lejos, y alzó la voz mientras sus manos apilaban la arena en una pequeña montañita inexperta.

    —¿Disfrutando de las vistas, socio?
     
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    Noah Briggs ~

    Sabía que prácticamente no conocía a Laila, pero de alguna forma, la sentía tan familiar como algo propio, como si fueran dos varas cortadas con la misma sierra. Sonrió apenas mientras la escuchaba, tratando de seguir una nube por el cielo antes de que terminara por alejarse en el horizonte, así como su pasado se alejaba de él. Quería saber, quería corroborar qué tan parecidos eran Laila y él, pero le dolía tener que pensar en sus propias memorias, aquellas que ya no volverían.

    ¿Shawn habría sido para Laila lo que Cathy había sido para él? Su protector, su confidente, su tesoro más preciado.

    Después de todo, tanto Laila como Noah, estaban haciendo más de lo que podían soportar por Shawn y Cathy. No podían ser tan distintos.

    —Yo creo que no hay absolutamente nada que puedas hacer para evitar que ella te cambie —confesó con total honestidad, en voz baja, como si se lo estuviera diciendo a sí mismo.

    Falsas promesas de seguridad ya no iban a dar la talla.

    Se incorporó lentamente sobre su codo, sentándose lentamente en la arena, sujetándose firmemente a la mano de Laila para obtener las fuerzas que tanto necesitaba y al fin girarse hacia la multitud que poco a poco se hacía más grande y repleta, trayendo a todas aquellas personas que alguna vez habían sido gente inocente en un autobús. Miró por fin a Cathy, sintiendo que su corazón volvía a latir después de haberse quedado quieto todo el día, como si la necesitara como motivación para hacer su trabajo.

    Cathy era su motivación.

    —Yo elijo perdonarme por todas las cosas horribles que he hecho desde que llegué aquí —le dijo a Laila, sin dejar de mirar a Cathy, como si quisiera dirigirle sus palabras—, y creo que ya es hora de que vayas haciendo lo mismo porque hay alguien que estoy seguro que, si en realidad tú y yo somos tan parecidos como creo, está muriéndose de ganas por venir a verte pero tiene tanto miedo como tú de dar el primer paso.

    Se levantó lentamente de la arena, sin dejar de sostener la mano de Laila, tirando levemente de ella para incitarla a levantarse con él. Noah no era partidario de las grandes multitudes, pero por ese día aquel sería su mal necesario. Miró a Shawn, aquel que había divisado a lo lejos por su distinguible csabello, y sonrió aún más. A pesar de que Laila, Shawn, Cathy y él eran tan parecidos que podría ser hasta gracioso, había algo que Shawn y Laila eran que Cathy y Noah aún no habían tenido oportunidad de ser.

    Y de pronto Noah encontró su propia respuesta a lo que le había preguntado a Laila, a qué le tenía miedo él. No era a morir porque sabía que en algún momento lo tenía que hacer, no era a hacerle daño a Cathy porque lo que le había hecho ya le ardía como un fierro caliente clavado en el corazón, y definitivamente no le temía a convertirse en algo de lo que él mismo pudiera asustarse luego porque Agnes ya estaba mostrándole los colores de su propia oscuridad.

    ¿A qué le temía Noah?

    Mil y un situaciones se apilaron en su mente, una tras otra.

    ¿Y si mañana le quitaban la lengua y no podía decir esas palabras?

    ¿Y si le quitaban los ojos y no podía ver su rostro cuando se lo dijera?

    ¿Y si le quitaban los oídos y no podía escuchar su respuesta?

    ¿Y si se moría alguno de los dos al salir por esa puerta y él aún no había juntado el valor para decirle lo que le quería decir desde hacía tanto tiempo?

    Lo que le quería pedir.

    El sol bajaba poco a poco por el horizonte y sentía como si el tiempo se escurriera por sus manos, ahogándolo en una ansiedad que no había sentido nunca antes. No había encontrado el valor para decir que no, para levantar la cabeza y mirar las peleas, para resistirse como Laila se había resistido a Agnes tanto como había podido.

    Pero en ese momento se sintió poderoso.

    —Vamos, Laila —le advirtió, bajando la mirada para sonreírle una vez más, tomándola del codo con la otra mano. Estaba dispuesto a arrastrarla hacia Shawn si tenía que hacerlo, porque él necesitaba ir a por Cathy en ese mismo instante, y no iba a dejarla sola para ser miserable. Ya había sido suficiente—. Te toca ser valiente una vez más.
     
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    Zireael

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    Laila Meyer.

    Yo elijo perdonarme por todas las cosas horribles que he hecho desde que llegué aquí.

    Parpadeó varias veces, incrédula ante las palabras del muchacho luego de incorporarse.

    ¿Perdón? ¿Era eso lo que necesitaba?

    Permaneció estática, recostada en la arena, hasta que Noah tiró levemente de su mano, para que se levantara también. Notó que miraba a Cathy por fin y una pequeña sonrisa se le formó en los labios. Cuando desvió la mirada hacia los demás, identificó la cabellera blanca de Shawn y el corazón empezó a correrle desaforado en el pecho.

    Vamos, Laila.

    Lo miró, solo para notar que le sonreía y sintió cómo la sujetaba del codo, como si quisiera evitar que huyera.

    Te toca ser valiente una vez más.

    Sin darse cuenta rió, una risa genuina, cálida; y tomó la mano con la que le sostenía el codo, volviendo a sujetarlo como había hecho rato atrás.

    —Puedo hacerlo, después de todo quiero ver que esté en una sola pieza, no como yo. —Bromeó mientras lo soltaba y volvía a rodearle el cuello con los brazos, abrazándolo—. Ve con tu Cathy, cariño, ella debe estar deseando saber algo de ti.

    Le estampó un beso en la mejilla antes de deshacer el abrazo y empezar a caminar en dirección al albino, pero se detuvo a medio camino, sin voltearse.

    >>¿Puedes decirle a Cathy que no se preocupe por Aimi? Creo que quizás la niña necesite algo de espacio... Yo... yo intentaré ir con ella en un momento.

    No esperó su respuesta y retomó la marcha, notando que Shawn, a pesar de haberse sentado junto a Galen, había tenido la vista puesta en ella todo el tiempo.
    Apresuró el paso y antes de darse cuenta, se había dejado caer de rodillas frente a él, tomándole el rostro con las manos con cierta brusquedad, como si no fuese capaz de terminar de creer que realmente estaba allí, completo.

    Los ojos se le inundaron de lágrimas y lo rodeó con sus brazos, con cuidado de no lastimarlo, y ocultó su rostro en su cuello.

    —Lo siento mucho, cariño, lo siento tanto. —susurró, incapaz de pensar en otra cosa que decirle—. Y perdona si interrumpí algo.

    Guardó silencio y solo se mantuvo aferrada al muchacho, sin importarle que el chiquillo estuviera allí.


    hOLA DE NUEVO, GALEN.
    Que inicien las apuestas de si Galen huye al verlos juntos o no
     
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    Noah Briggs ~

    Si bien ese no había sido el primer abrazo que había recibido de Laila en esa tarde, no pudo evitar sonrojarse levemente por el segundo. Había sido tan rápido que no había tenido tiempo a reaccionar, y mientras se llevó la mano a la mejilla para sostenerse el rostro en donde Laila lo había besado, sonrió para sí mismo porque estaba seguro que no sería el último y que ya tendría oportunidad de devolvérselo en cualquier momento.

    Se quedó allí, parado en donde lo había dejado, procesando sus palabras. Sabía que ya había postergado su encuentro con Cathy hasta el punto de sentir alguna clase de malestar físico como consecuencia, incluso había sido él mismo quien la levantó de la arena para que hiciera lo mismo, pero no podía simplemente dejarla ir y olvidarse de ella. Se quedó allí, parado, mirándola durante todo su trayecto hasta que supo que estaría a salvo porque había llegado a Shawn.

    Ya pórtate bien, Laila》, pensó para sí mismo mientras empezaba a caminar hacia las sillas.

    Su sonrisa se fue ensanchando a medida que se acercaba al tumulto de gente que, a pesar de ser muchos, lograba repartirse en el lugar como si estuvieran todos en su propio mundo. Nunca se había sentido cómodo en presencia de tantas personas, y a pesar de que le ardiera el rostro ante la idea de que alguien lo escuchara, no había tiempo que perder.

    Y al fin podría morir tranquilo si lo hacía.

    —Aimi —la llamó, dedicándole una sonrisa mientras lo hacía—. Me enviaron a rescatarte de las garras de Cathy. ¿Me la devuelves un rato?

    Se sentía extraño, de cierta forma, por sonreírle a una extraña. Había tenido que ser encerrado en ese lugar para hablarle a la gente en vez de ladrarles, para encontrar a alguien como él cuando se creía único en el mundo, para encontrar valor, para abrirse a alguien que no fuera Cathy.
     
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    Shawn Amery

    Si Galen le había dicho algo en el momento en que su mirada se encontró con la de Laila, fue incapaz de procesarlo en su cabeza. Sus manos dejaron de dar forma a la arena y todos sus sentidos se enfocaron en ella, viéndola avanzar apresurada hacia donde se encontraba, el corazón latiéndole desbocado contra su pecho. Por un momento su mente se quedó en blanco, y todas aquellas cosas que había pensado en decirle cuando al fin volviese a verla desaparecieron sin dejar rastro.

    En algún lugar recóndito de su ser sintió miedo. Miedo por no saber qué le diría, por no saber cómo reaccionaría al verle a los ojos. Temió que le reprendiese por su comportamiento en la jaula, por su debilidad, por hacerlo todo más difícil de lo que ya era. Estaba en todo su derecho de sentirse decepcionada.

    Abrió los ojos al notar el contacto de sus manos sobre sus mejillas, el brillo acuoso que amenazaba con dejar salir las lágrimas instalándose en sus orbes. Shawn colocó sus manos sobre las suyas, cálidas, y pronto los brazos de Laila rodearon su cuerpo hasta ocultarse de su mirada, removiendo recuerdos de una vida que ya no le pertenecía.

    "Lo siento mucho, cariño, lo siento tanto"

    El corazón se le encogió en el pecho, y se mordió el labio inferior mientras la rodeaba con sus brazos con más fuerza, acurrucándola sobre su regazo mientras acariciaba su cabello con suavidad. Tuvo que hacer un esfuerzo por impedir que las lágrimas recorriesen sus mejillas una vez más, al sentir que le habían devuelto la pieza de su corazón que le habían arrancado a sangre fría dentro de aquella jaula. Ahora que Laila estaba allí, que volvía a estar a salvo entre sus brazos, deseaba que aquel instante no acabase nunca.

    —Jamás podría culparte por lo que sucedió en aquella jaula, Laila —susurró, en un tono cálido, suave, sin dejar de acariciar su cabello en ningún momento—. Soy yo quien debe disculparse, si no fuera por ti probablemente ahora no estaríamos aquí —lentamente retrocedió hasta poder tomar su rostro entre sus manos, apartando los mechones de su frente con una caricia hasta colocar las manos sobre sus mejillas. Le dirigió la sonrisa más sincera que fue capaz de regalarle—. Fuiste muy valiente allí dentro, cielo. No sabes lo feliz que me hace ver que estás bien. Cuando todo acabó creí que... creí... yo no pude...

    Fue incapaz de seguir hablando, y esta vez fue él quien la abrazó. Había pasado tanto miedo, había estado tan aterrado aguardando al otro lado, esperando por su destino. Había temido tanto por su vida, aquella que se le escapaba entre los dedos como la arena bajo sus pies, sin poder hacer nada por retenerla.

    Creyó... Creyó que nunca más tendría la oportunidad de abrazarla como lo estaba haciendo ahora.
     
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    Sabía quedado allí, en silencio detrás de la pequeña niña tratando de brindarle tan siquiera su compañía, que supiera que no estaba necesariamente sola y no pasaba nada malo, además, aquel ambiente comenzaba a ayudarla a sentirse algo más despejada de todas las cosas que estaba comenzando a armar en su cabeza y la hacían sentir responsable de muchas cosas. Después de un tiempo, la liberó de su abrazo y tan solo se mantuvo allí sentada observando a la distancia un par de veces las demás interacciones, sintiéndose todavía más aliviada cuando vio que Noah estaba interactuando de forma tan tranquila.

    Le alegraba, a un gran nivel. Siempre había querido que Noah fuera capaz de hacer más amigos, hablar con más personas así que, ver eso ayudaba mucho. Dentro de todo lo malo, podía ver que aquel lugar le abría las puertas a que pudiera tener confianza en más personas e interactuar en un lugar donde parecía todo dar un poco más de paz.

    Después de un tiempo de su atención que se llevó la playa en ella, no pudo notar en que momento Noah se había acercado a ellas tan solo sintió su corazón acelerarse cuando vio que ya estaba allí, parado realmente no muy lejos con una sonrisa que le encantaba aunque sin poder ignorar por completo el hecho de que su rostro tenía claras muestras de cansancio pese a lo roja que se encontraba ahora (por el sol, quería suponer), haciéndole preguntarse muchas mas cosas que se obligó a apartar por el momento, puesto que ese...no era un lugar para simplemente encontrarse mal.

    Se levantó de su silla y casi de inmediato terminó abrazada a él, con su rostro escondido en su pecho y con sus manos aferradas a la tela de su camisa, luego cuando pareció percatarse en sí de lo que Noah había dicho, dirigió su atención a la niña, cuyo nombre por fin había descubierto y le gustaba bastante: Aimi para mirarla con un gesto ligeramente arrepentido —Lamento si te importuné... pero que sepas que estaré por si necesitas algo... —le mostró una pequeña sonrisa antes de volver a su posición anterior. Habría sido realmente lamentable que al final hubiera hecho todo lo contrario a lo que le habían pedido.

    >> Te extrañé mucho, Noah.

     
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    La recibió entre sus brazos, envolviendo su cuerpo tan rápido como si hubiera sido un acto reflejo, como si estuviera programado para ello. Había escuchado alguna vez que los seres vivos mostraban ciertos comportamientos porque los tenían en sus genes, y muchas veces se preguntó si él habría nacido para quererla y dejarse cuidar por ella.

    —¿Estás bien? —le preguntó en voz baja, agachando la cabeza para buscarla en su pecho, sin perder la sonrisa—. Lamento mucho haberme tomado tanto tiempo para venir a ti, Cathy.

    Quizás tendría que haber usado otro orden para decirle aquello, pero saber que Cathy estaba bien era su prioridad en esos momentos.

    —Yo también te eché de menos —le dijo en voz baja, ansioso, a sabiendas de que también debía darle tiempo a contestar aunque el tiempo se le hiciera la paradoja menos lógica en esos momentos—, pero no podía venir a ti sin valor para decirte lo que he querido decirte desde hace mucho tiempo, Cathy.

    Sabía que estaba hablando demasiado rápido, podía sentirlo en la forma en la que sus labios temblaban para retener las palabras, para no abrumarla, sintiendo que el corazón le latía con tanta fuerza que pensó que se le iba a salir del pecho y ser él quien abrazara a Cathy.

    No había vuelta atrás, ya no había tiempo de dudar.
     
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    Nekita

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    Se sintió todavía más relajada cuando sintió los brazos de Noah envolverla, volver a sentirlo cerca, volver a sentir su aroma ahora mezclado con el distintivo olor de la playa que comenzaba a agradarle bastante. Incluso comenzaba a preguntarse cuando fue la última vez que habían estado en un lugar así o un ambiente similar.

    —Yo...—No pudo evitar soltar una pequeña risa cuando siguió escuchando a Noah hablar, aumentando un poco su abrazo en el proceso claramente divertida, llegaba a ver lo ansioso que estaba por decirle las cosas que pasaban por su cabeza y ella estaba dispuesta a escuchar todo lo que tuviera que decirle incluso si no entendía la razón por la cual él estaba tan alterado —, no importa eso ahora, solo estoy feliz de ver que estás aquí además, también me alegra que pudieras hablar con ella...

    Se separó de él un poco para tomar sus mejillas para poder inclinarlo un poco hacia ella y así, al pararse de puntillas poder darle un par de besos en sus labios con una sonrisa —¿Uhm? ¿Qué es lo que quieres decirme? Yo te escucho...
     
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    Si ignoraba esas cuestiones lógicas por las cuales una playa entera no podía entrar dentro de una habitación, esa costa se veía como el paraíso; arenas blancas, agua cristlainas que reflejaban el azul del cielo con más fidelidad que la imagen que él veía de sí mismo en un espejo, el aroma de la sal adueñándose de sus sentidos.

    ¿Y Noah? Noah se sentía en el paraíso, recibiendo todos y cada uno de los besos de Cathy, correspondiéndolos como si tuvieran todo el tiempo del mundo.

    No lo tenían, para nada, pero se sentía como si el mundo se hubiera detenido en aquel pequeño mundo en el que solo estaban ellos dos cada vez que estaban juntos.

    —¿Recuerdas cuando dijimos que nadie lo podía saber, que lo nuestro era solo para nosotros? —le preguntó, sin poder borrar la sonrisa en sus labios al ser golpeado por los recuerdos de todos aquellos momentos que habían compartido en la seguridad de sus propios secretos.

    En su momento, Noah pensó que no había nada más triste ni más noble que tener que soltar la mano de Cathy cuando ya no eran solo ellos dos para que nada malo pudiera pasarle, y se conformó más de una vez con ser su todo en silencio, dejándola irse de su lado, dejándola volver después.

    El enojo por tener que dejar que el mundo la viera sola porque verla con él era peligroso se deshizo como un nudo terco al que, después de mucho tiempo, manos hábiles habían podido desatar. Su vida con Cathy era felicidad, y su vida sin ella, en cada momento en el que se veía sin ella, era una mezcla entre furia e impotencia por no verse capaz de protegerla de todo lo que el mundo les tirara cuando se reclamaran como suyos, el uno del otro.

    Quizás habían sido unos chiquillos paranoicos a los que el mundo no les habría prestado atención si lo intentaban. Quizás habían sido un par de locos exagerados con demasiado amor por el otro como para arriesgarse a salir lastimados.

    —¿Recuerdas cuando contábamos los días para que pudiéramos estar juntos sin que a nadie le importara si estaba bien o si estaba mal?

    Él recordaba llevar la cuenta cada noche, como si no pudiera irse a dormir sin asegurarse de que sí había vivido un día, que no lo estaba imaginando, que estaba un día más cerca de ella. También recordaba la melancolía en los ojos de Cathy cada vez que la veía, desde un principio, porque ella era tan consciente como él de que se tendría que ir, de que sus encuentros aún no podían ser eternos.

    —Cathy, yo... —la llamó, tomando el rostro de ella entre sus manos, como si tuviera que sostenerla frente a él, como si estuviera reviviendo todas las veces en las que la había tenido que dejar ir sin protestar, luchando contra sus instintos con toda su fuerza de voluntad—. Yo no sé por cuánto más pueda recordar, pero... pero mientras sigo siendo yo, mientras aún puedo seguir siendo yo... —Se mordió el labio inferior, tratando de contener su propia sonrisa—. Mientras sigo siendo tu Noah, quiero pedirte un favor.

    «Mientras aún estemos ambos aquí, Cathy...» pensó, pegando su frente a la suya.

    ¿Lo escucharían? A quién le importaba.

    —Déjame ser tu novio de una vez y para siempre, Catherine Whitman.
     
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    Mercurio Milano

    En esos instantes, Connie se veía ante sus ojos como una niña que recién terminaba de reparar en un detalle en el que no había pensado. Y quizás no era de extrañar, porque si bien había detalles que todavía ignoraba… Bueno, luego de que te extirparan un ojo, sus prioridades debieron ser otras ¿No?

    —Es un parche, supongo que mientras cumpla su función, da igual —respondió restándole importancia al asunto. Siguió con su mirada el movimiento de la joven, sentándose frente a él.

    Todo parecía casi… casual. Como una conversación que se daría tranquilamente en el gimnasio, luego de su clase.

    Descansó la mejilla en su mano, clavando el codo en el apoya brazos de la reposera. La veía llevarse las manos frente a su rostro, conteniéndose como una niña emocionada. Era algo propio de ella pero a la vez ¿Raro? ¿En ese contexto?

    Salvo por el ojo menos, no parecía que hubiese cambiado mucho. Y no sabía si eso era algo de lo que aliviarse o preocuparse.

    —¿Estabas aburrida hasta que llegué? ¿Por qué? —preguntó, en un intento de tener un indicio. Empujó la cesta de frutas en su dirección, todavía tenía una porción de sandía sin tocar, una manzana roja y algunas uvas.

    ¿Su fruta favorita? Levantó la manzana verde a medio comer, haciéndola girar un poco frente a su rostro, respondiendo a su pregunta.


    —¿Qué es lo que más te gusta de aquí? —preguntó ambiguamente.
     
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    No había momento más perfecto que ese, de verlo corresponder sus pequeños besos como si realmente estuvieran en unas vacaciones donde tenían permitido disfrutar absolutamente todo, de ellos, del ambiente, del sol como si estuvieran completamente solos y no estuvieran encerrados con nadie más.

    Esos momentos eran cosas que siempre guardaba en su cabeza porque eran tan sencillos que hacían que su corazón se derritiera más por él.

    Ladeó la cabeza un tanto confundida, pero aun así, asintió. Sus manos se deslizaron para poder abrazarlo por su cuello al no poder mantenerse de puntillas pero aun así, queriendo mantenerse cerca de él, de no dejarlo apartarse de ella incluso aunque sintiera que se estaba perdiendo de algo, porque lo veía feliz hablándole cuando no se sentía que fuera algo realmente feliz—Lo recuerdo...se que ha sido muy duro. —Le sonrió de forma arrepentida, sabía que Noah en específico era el que lo tenía mas difícil de los dos y eso realmente no podía perdonárselo jamás.

    Allí no pudo evitar soltar una pequeña risa, volviendo a aventurarse a dejarle un beso sobre sus labios —Los sigo contando... —murmuró antes de perder la distancia con sus labios, era algo agridulce, tenía cada día contado para su cumpleaños, el día donde podría lanzarse a besarlo y demostrarle cuanto lo quería sin temor a que hubiera alguna clase de repercusión y mostrarle al mundo que Noah Briggs era la mejor pareja del mundo, pero al mismo tiempo, por su culpa tendría que pasarlo aquí.

    Y tenía muchas clases de emociones allí, por sus palabras, por el ambiente, por la forma en la que lo veía sonreír, algunos trabajaban con darle un sentimiento y otros, todo lo contrario. Como justo ahora donde tenía su rostro acunado en sus manos que la hacían sentir de una manera increíble pero cuando lo escuchaba, solo la hacía sentir como si en cualquier momento se lo iban a arrebatar (cosa que lamentablemente podía pasar en esa jaula) pero, de una manera algo distinta por la forma en la que se lo decía, como si tan solo fuera desaparecer su persona y no le gustaba.

    Porque sabía que cualquier cosa que pasara, Noah no cambiaría a sus ojos. Seguiría siendo él, el chico del que se había enamorado desde que comenzaron a hacerse más y más cercanos, el que la hacía sentir segura siempre, el que siempre encontraba la forma de hacerla reír pasara lo que pasara, que la hacía sentir la chica más afortunada del mundo.

    Pero en ese momento, cualquier cosa que estuviera en su mente pareció olvidarse de todo, sintió el color subir a su rostro, su corazón acelerarse y las lagrimas acumularse en sus ojos y no precisamente por tristeza o similar, estaba feliz, realmente feliz, aquella posibilidad quedaba tan remota ahora que estaban allí adentro que...le hacía entender todo el nerviosismo que estaba presentando.

    —Mi novio de una vez y para siempre...es algo que realmente me hace feliz, Noah Briggs.—No tardó demasiado tiempo en pegarse a él lo mas posible para volverlo a besar, no le importaba cuantas veces lo había hecho hasta ahora porque cada uno de ellos era realmente distinto, incluso si sus manos hubieran estado más abajo en su cuerpo, no hubiera dudado ni un segundo en saltar para enredar sus piernas sobre su cuerpo para que viera más aquella emoción que tenía en ese momento.
     
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  13.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Disculpen el atraso, tuve un día apretado... u.u

    Ahora sí dejo mi song porque ya sería el tercero lel.

    Y.. Sí, era el que iba a poner al comienzo je

    Galen Rutonver


    No pasó mucho tiempo como pensé cuando al fin, la persona que más quería ver en aquellos instantes se presentó... Shawn.
    No evité alegrarme bastante, vi cómo quería dirigirse hacia donde Noah y Laila se encontraban. Así que simplemente me volví a acomodar, al fin y al cabo, era algo entre ellos y el que yo estuviera allí sería inoportuno...

    Pero me sorprendí al ver una sombra pasar justo a lado mío, volteé y era Shawn mismo, sentándose y haciendo una torre... Ya había tomado una bebida, se le veía un poco dañado, pero de alguna forma estaba como nuevo. Y no sé, se le veía igual de tranquilo, inclusive ese brillo en sus ojos se mantenía ahí, ese brillo que desde hace tanto quería ver, porque es similar a como yo me sentía siempre que quería conseguir algo... Sin duda alguna, este lugar es milagroso... Fantástico... Diría yo, sí. Me gusta como suena... "Fantasía" así que me reí un poco ante el breve comentario culposo de Shawn:

    "¿Disfrutando de las vistas, socio?"

    —Claro que sí, mi buen socio... Desde hace tanto que quería decirte, amigo. Qu—pero antes de poder terminar mi oración, vi como Shawn se exaltaba, miré y vi que era Laila, ambos se dieron un gran abrazo y comenzaron a desahogarse. No evité quedarme un poco atónito... Pero de todas formas sonreí, no podía culparlos, reverenda mierda debe ser luchar a muerte contra tu propia pareja y no poder hacer nada para cambiar las cosas.
    Pero... De alguna manera parecía que pese a los conflictos porque Shawn no se atrevía a luchar, parece que todo quedó atrás. Y eso sin dudas hizo que soltara una breve pero disimulada risita. Me alegraba sin dudas que ambos estuvieran bien, en especial él...

    Así que mirando alrededor y viendo que realmente no era un buen momento de alejarme por Shawn, pues tal vez pensaría que me ahuyentan, aunque sería lo mejor por Laila. Un poco forzado decidí quedarme a seguir bebiendo de mi Pina Colada... Miré y vi como Noah parece al fin acercarse a su Cathy, Connie seguía conversando. Al final, no me molestaba del todo lo que sucedía a lado mio. Ver ese atardecer, aunque sea artificial. Sin dudas es maravilloso... Y de alguna forma me reí un poco irónico pues, le dije a Franklin que sería genial ir al parque un momento, conociendo la inestabilidad de Agnes. Y si bien no es ir al parque, es curioso que apenas un día después de decir aquello, Agnes nos montara esto... ¿Habrá tenido que ver? No lo creo.

    Las bocinas sonaron, y parece que debo estar en el cuarto espada nuevamente. Con Cathy, un tal Mercurio, supongo que el nuevo... Y yo, por supuesto, la iluminación del collar se disminuyó, marcando el primer día. Menos mal que ya tenemos un caramelo de respaldo (aunque nadie ha dicho que ya lo tenemos) y solamente lo dejé pasar, era cuestión de estar atento a cuando se pusiera en rojo...

    Me acabé muy rápido mi bebida y sin dudas me apené, realmente no quería moverme, sentía que así no incomodaba a Laila y Shawn de alguna forma. Al final, dejé el vaso y estando un poco tenso, cometiendo seguramente otras de mis estupideces... Dije:

    —Laila, siento interrumpirlos, bueno, en primera no nos interrumpiste nada, no te preocupes. Pero yo si siento interrumpir su momento... Eh, bueno—. Dije aunque comenzaba a apenarme. No sabía que decir con certeza, no que incomodara ya el acto... Y como pude, seguí:

    —Laila, sé que no es el mejor momento, pero debo felicitarte, fuiste alguien realmente fuerte, y más el que motivaras a Shawn de esa manera. Admito que de haber estado yo en su lugar, no lo habría hecho igual de bien, tal vez y al final fue lo mejor después de todo...—comencé a poner un gesto triste y apenado por ambos, acomodándome, aún sentado pero encarándolos y bajando mi cabeza.

    —Siento si en verdad te ofendí Laila, a ambos de hecho. No era mi intención, solamente quería lo mejor, para ser franco... No puedo controlar muy bien esas... Cosas de la sangre... Y bueno, pensé que eso sería suficiente para que un castigo viniera encima mío, evitando que ambos sufrieran algo, realmente he estado sólo desde hace ya un par de años, mis padres desaparecieron sin mas y bueno. Shawn me recuerda bastante a mi padre, ya que era igual de determinado y valeroso ante las situaciones... Supongo que por eso me agrada más, aunque sea un "príncipe"

    >>De verdad me disculpo, siento si me mostré como todo un estúpido. Solo hice, como dicen, un inútil, pero intento al fin y al cabo... De torcer las cosas hacia algo mejor—. Dije, sonriendo apenas hacia ambos, aunque mirando a Laila, pronto miré a Shawn y le dije:

    —Shawn, he querido decirte esto desde que Connie te arrastró... No me decepcionas hermano, en serio. Al contrario, ambos salimos hecho asco de ese condenado cuarto. Y yo que casi iba por las mismas, espero que sea donde sea que te hayan enviado te haya ido mejor... Siempre contarás con mi apoyo Shawn, y también debo felicitarte, eres muy fuerte, ¡derrotaste al fin a tu rival! ¿No? Tal vez no fue el mejor momento, pero sin dudas hiciste un gran trabajo, en serio. Shawn, perdona interrumpir esto pero... ¿Podrías, por favor? ¿Darme la mano una vez más? Te admiro, y quisiera seguir tu ejemplo...—esta vez, con Shawn, le hice una sonrisa sincera, una pura sin dudas, extendiendo mi mano. Tal vez no era el mejor momento sin dudas... Pero necesitaba dedicarle esas palabras al albino...
     
    Última edición: 4 Junio 2019
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  14.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Connie Dubois

    Pestañeó ante su pregunta, tal y como venía haciendo cada vez que Mercurio abría la boca, porque al parecer siempre encontraba la forma de reactivar sus engranajes con un patrón diferente. No era algo que le incomodara, ni asustara, ni le enviara señales de alerta, pero sí le producía cierto... ¿cómo describirlo? Bueno, en un futuro, Connie quizá podría hablar de chispazos fugaces, una intermitencia repentina, nublando anárquica e irrestrictamente su cadena de pensamientos. Como un negativo de fotografías reescribiéndose poco a poco.

    Pero ahora mismo, Connie sólo podía pestañear y sentir los engranajes sutiles y callados, moviéndose tan discretos que parecieran temer ser descubiertos.

    "¿Estabas aburrida hasta que llegué? ¿Por qué?"

    —Bueno, no sé si aburrida, pero... ¡Ah! Sí hubo cosas divertidas. Hay habitaciones curiosas, ¿sabes? Con camas de aguas y pisos de diamantes. ¡No exagero! Seguro ya los verás.

    Cuando Mercurio alzó la manzana verde entre ellos, Connie comprendió y sonrió, ladeando apenas la cabeza. ¡A ella también le gustaba mucho la manzana verde! Y el kiwi, y las uvas verdes, y el melón...

    —¡Verde! —exclamó muy divertida, señalando las diversas frutas que había estado enumerando mentalmente en la cesta que Mercurio le alcanzó. Soltó una risilla—. Verde, verde, también verde.

    Le gustaba el color verde, sí.
    Era muy diferente al rojo.

    "¿Qué es lo que más te gusta de aquí?"

    Connie pestañeó. Los engranajes moviéndose.

    —¿Hmm? ¿De aquí? Pues... ¡Todo lo que sea divertido!

    Le regaló una sonrisa amplia justo antes de que los altavoces se encendieran. Alzó la vista hacia uno de ellos, oyendo las palabras provenientes de él con suma atención. Frunció apenas el ceño y apretó los labios, mientras enredaba sus dedos entre sí. Bajó la vista a sus manos y se obligó a comprimirlas para detener el movimiento nervioso.

    Noah. Tenía que compartir habitación con Noah y otra chica, pero... ¿quizás él la odiaba? ¿Quizá no querría hablar con ella? Porque ella había jugado con esa chica castaña, Catherine, que al parecer Noah quería tanto, y se habían lastimado bastante. Alzó la vista hacia ellos, mientras se besaban y se los veía tan contentos juntos, y Connie soltó un suspiro. ¡Tendría que disculparse con él apropiadamente! ¿Por qué? No estaba muy segura, pero... si hacía eso quizás mejorarían las cosas, ¿no? Parecía valer la pena el intento.

    Se incorporó de un brinco, llena de determinación, y estuvo a punto de comenzar a caminar cuando recordó la presencia de Mercurio a su lado.

    —¡Ah! ¡Nos vemos después, Curicuri! —Bajó la vista hacia él y lo saludó enérgica con el brazo, regalándole una sonrisa antes de alejarse—. ¡Asegúrate de hacer las cuatro comidas! ¡Y no le ladres demasiado a las personas!

    Tras girarse y caminar, Connie pestañeó otra vez.

    «¿Ah? ¿Un... déjà vu?»
     
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  15.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Laila Meyer.

    Sintió cómo el albino rodeaba su cuerpo con sus brazos, con fuerza, mientras la acurrucaba sobre su regazo y por un momento se sintió en casa. La calidez de su cuerpo, la fuerza de su agarre, su regazo, las caricias que le estaba dedicando. Los músculos de su cuerpo se relajaron, enviando algunas quejas de dolor a su cerebro, pero ni siquiera le importó. Aquellas caricias desaparecieron cualquier rastro de tensión en ellos.

    Jamás podría culparte por lo que sucedió en aquella jaula, Laila.

    Cerró los ojos con fuerza, esperando que aquello mantuviera las lágrimas bajo control. Le hablaba como si nada hubiese ocurrido, con calidez, prácticamente envolviéndola con sus palabras. Apenas pudo poner atención a sus siguientes palabras en cuanto sintió cómo tomaba su rostro entre sus manos, retirándole el cabello del rostro, y le sonreía, una sonrisa genuina que junto con el efecto que la compañía de Noah había tenido, terminó de regresarle el alma al cuerpo.

    Fuiste muy valiente allí dentro, cielo.

    ¿Valiente? ¿Por qué de repente esa palabra se estaba volviendo tan recurrente?

    —Ya basta, Shawn —dijo cuando este continuó hablando, a pesar de que él mismo no había podido terminar la frase. En cuanto volvió a abrazarla, ella lo acunó en su pecho, dándole un suave beso en la cabeza—. Estamos bien, cielo, estamos bien. Eso es lo que importa ahora. Lamento haberte forzado a eso tan horrible.

    Puso su vista en Galen, quien por un momento pareció no estar seguro respecto a quedarse o irse, aunque finalmente se decantó por la primera.
    Cuando sonaron los altavoces nuevamente sintió un vacío en el estómago, que pronto desapareció. Estarían juntos por fin. Volvió a depositar un suave beso sobre el cabello del muchacho.

    "Bien hecho, cariño, ¿lo ves? Es la recompensa por tu victoria".

    Laila, siento interrumpirlos...

    La voz de Galen la hizo regresar su atención a él, sin despegarse ni un momento de Shawn, como si le diera terror soltarlo y que desapareciera de entre sus brazos. Sin embargo, aflojó un poco el agarre en torno al cuerpo del albino al escuchar lo que el chiquillo le decía.

    ¿Felicitarla por haber sido fuerte? Parecía incapaz de creer que esa palabra fuese compatible con ella. Valentía, fuerza. Esas palabras encajaban más en gente como Shawn, no como ella, que había sido siempre un conejillo asustadizo del que sacaban provecho los demás.
    La expresión que se formó en el rostro del chico antes de que bajara la cabeza, hizo que su mirada pasara de incredulidad, a comprensión y en sus labios se formó una sonrisa suave, con cierta ternura.

    Más que ofenderla, le había colmado la paciencia en aquel momento, porque sí, había sido un lastre; pero no ponía en duda que había intentado actuar con la mejor de las intenciones, que en su rabieta había una necesidad de desviar la atención de foco, de intentar cambiar el terrible curso de las cosas. Lo entendía de sobra.

    Negó con la cabeza y una risa se le escapó de los labios.

    —Gracias, Galen —murmuró sin saber muy bien si se refería a la oferta de paz que había intentado hacerle con la canasta de frutas o a esa disculpa directa—. Supongo que también lo siento. Cada uno intentaba hacer lo que le parecía correcto.

    Volvió a reír al escuchar el hecho de que Shawn le recordara a su padre.

    >>Supongo que a todos la actitud de Shawn nos ha recordado a alguien.

    Se levantó, antes deshaciendo con cuidado el abrazo, y se sacudió la arena de la ropa; esperó a que Galen terminara de dirigirse al albino, con la mirada puesta en Noah y Cathy, quienes ya estaban inmersos en su mundo y el bulto bajo la toalla, en la silla cercana. Aimi.
    La habían asignado con el ex-enmascarado. Lo único que deseaba era que este supiera comportarse y recordara lo que le había pedido antes de entrar a la jaula.


    —Galen, espero que cuando vuelva a verte no sea en Joker —dijo, sin apartar la vista de la niña—. Shawn, cielo, supongo que deberíamos irnos...
     
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  16.  
    Hygge

    Hygge Game Master

    Acuario
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    Shawn Amery

    Se mantuvo allí, acunado entre los brazos de Laila, recibiendo los besos y caricias sobre su cabello sintiendo cómo estas calmaban los latidos de su corazón atemorizado. Se sintió de nuevo un niño desconsolado, buscando los cálidos brazos de su madre, necesitando que le susurrase que todo estaba bien al oído. Y a pesar de que era consciente de que no lo estaba, de que se encontraban en el ojo del huracán y de que probablemente ya no estuviese allí mañana, en ese instante todo era perfecto si ella estaba a su lado.

    Se volvió con suavidad hacia Galen sin separarse de ella, escuchando sus palabras en silencio, sabiendo que aquello no le incumbía. Le dirigió fuerzas con la mirada porque lo que menos deseaba era que su novia y su amigo se llevasen mal, por lo que se enorgulleció al ver que había sacado el valor de ser él quien arreglase las rencillas entre ellos. Sonrió aún más cuando Laila aceptó las disculpas, dándole un beso en la mejilla antes de levantarse con cuidado de la arena. Agnes había hecho oficial el reparto de habitaciones y recordó en aquel entonces que aquella era una de las cosas que deseaba haberle dicho a Laila.

    La segunda, si todo salía bien, estaría ya esperándoles en su cuarto.

    "Shawn, perdona interrumpir esto pero... ¿Podrías, por favor? ¿Darme la mano una vez más? Te admiro, y quisiera seguir tu ejemplo..."

    Se volvió hacia Galen al escuchar sus palabras, y quedó atónito al ver cómo le extendía la mano, diciéndole que le admiraba. ¿Que le admiraba? Aquella prisión había hecho de él una persona débil e insegura, su comportamiento dejaba mucho que desear, y aún así... ¿Le admiraba? Extendió su mano hacia él, apretando la suya, y poco después tiró de su mano hacia él para envolver con su brazo libre su espalda, en un abrazo que deseaba haberle dado antes.

    Aquel chico era de lo que no había... Pero no podía evitar guardarle cariño por ello.

    —Cuídate mucho, ¿de acuerdo? Procura mantenerte siempre como un observador, Galen, e intenta no cometer más locuras —aquello último lo enfatizó separándose de él para revolverle el cabello, sonriendo con cierta ternura—. Gracias por preocuparte por mí todo este tiempo, pero creo que ya aprendí la lección. Podré cuidarme solo. Espero lo mismo de tu parte.

    Y tras finalizar aquella despedida que deseaba que fuese temporal, tomó con suavidad la mano de Laila, buscando su mirada para saber si ya podían partir. Parecía estar preocupada por los chicos, pero no creía que Agnes les diese más tiempo para charlar.

    —Vamos. Y procura cerrar los ojos cuando lleguemos a la habitación —sonrió—. Te espera una sorpresa.
     
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  17.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Galen Rutonver

    "Gracias, Galen"

    Escuchar esas palabras de parte de Laila, sinceras, seguramente liberada por reencontrarse de manera pacífica y positiva con Shawn. Hizo que sin dudas sonriera con total confianza.

    "Supongo que también lo siento. Cada uno intentaba hacer lo que le parecía correcto."

    Esa frase me dejó pensando, al final sí que en cierta medida estaba consciente de lo que hacia, y eso hizo que al fin me calmase un poco más.

    "Supongo que a todos la actitud de Shawn nos ha recordado a alguien."

    Yo también no evité reírme, tal vez y de alguna forma la actitud de Shawn era mágico, es tan carismático el sujeto... No por nada dije que quería ser como él.

    "Galen, espero que cuando vuelva a verte no sea en Joker"

    No evité quedarme un poco preocupado ante tal comentario, pero no la culpaba, ese maldito cuarto, los tres presentes allí, sabíamos lo jodido que era estar ahí dentro... Sin embargo, no dejé de sonreír y miré a Laila, a pesar de que ella miraba a Aimi.

    —Ya verás que no, Laila. Con algo de suerte, viendo que ahora habrán dos habitaciones con tres huéspedes, puede que estemos los tres. Y al fin podamos charlar como es debido... Cuídense, por favor.—pronto, volteé hacia Shawn a quién en ningún momento baje mi mano para escucharlo...

    Sin embargo, parece que de alguna forma mis palabras lo petrificaron por un momento, no evité fruncir un poco mi ceño ante el acto, aunque Shawn pronto me tomó la mano, apretándomela y con su brazo libre, rodeando mi espalda para darme un abrazo... No evité soltar un par de risas ante el acto, no esperé un abrazo de su parte, y me recargué un poco hacia él. Realmente... No esperé recibir ningún gesto de afecto de esa manera aquí dentro. Pero Shawn sin dudas era todo un caso...
    Lo único que pude hacer en ese momento, fue soltar sin querer una lágrima y susurrarle un "Gracias..." antes de que él me dijera:

    "Cuídate mucho, ¿de acuerdo? Procura mantenerte siempre como un observador, Galen, e intenta no cometer más locuras"

    Me reí un poco, aunque más de pena que otra cosa, se separó y me revolvió el cabello, me habría molestado de haber sido cualquier otra persona, pero de alguna forma, el albino me sinceró como nunca nadie lo podría hacer...

    "Gracias por preocuparte por mí todo este tiempo, pero creo que ya aprendí la lección. Podré cuidarme solo. Espero lo mismo de tu parte."

    —Me alegra mucho escuchar eso de tu parte, Shawn. Shawn Amery me parece... ¿Verdad? Bonito apellido... El mío es Rutonver, creo que desde hace mucho que olvidé decirlo jeje. Como sea, gracias Shawn, recuerda que siempre cuentas con mi apoyo. Cuídate tú también, ambos de hecho. Espero poder verlos a ambos en un momento similar a este... Descansen, por mi parte espero que los compañeros que me han asignado no sean un problema jeje...—. Dije, un poco nervioso por lo último, pero dedicándoles una sincera sonrisa a ambos.

    Al escuchar lo último de Shawn, decido retirarme al fin, aunque de una manera disimulada, dirigiéndome a la mesa para comer unas últimas uvas que yacían allí. Miró a Shawn desde lo lejos, aprovechando que tenía a Laila de espaldas. Alzo mi brazo para captar la atención de Shawn y rápidamente guiñarle el ojo, con la esperanza de que Laila no se percatase y Shawn entendiera mi gesto de complicidad...

    Me sentí un poco apenado y frustrado de no haberme metido a nadar un poco, decido tomar un par de guayabas y dirigirme a la salida, parece que el tiempo se acababa... Al menos esperaba que las cosas fueran para bien un poco más.

    Al ver que Connie y el desconocido sujeto que me suponía era Mercurio estaban cerca de la salida. Aproveché para acercarme a ellos un momento, esperando no interrumpir también...

    —Ahm, tu eres... Mercurio, ¿verdad? Disculpa la interrupción, solamente quería agradecerte el gesto de los Duraznos... Nos vemos en la habitación espada, procura no tardarte, aquella mujer no le gusta que atrasemos las cosas. Y eh, Connie... ¿Verdad? Me, parece que no me escuchaste la disculpa que te dirigí en la jaula. Porque bueno, creo que estabas dormida y no me di cuenta hasta ahora... Oye, siento haberme comportado así en el rincón de juegos. Vieras en la clase de habitación en la que pasé la noche. No estaba en mi mejor estado... Espero no me hayas odiado por eso, y bueno, je. Lo admito... El parche no te queda nada mal... Cuida a ese tal Noah, que Alice parece ser de lo peor—. Dije, un poco tenso pues no sabría como reaccionarían, le aventé la guayaba a Connie que tenía de sobra, acabándome el otro y agité mi brazo para despedirme. Quería al menos dar una buena imagen con los que tuve conflicto, al final parece que no todos realmente eramos necesariamente unos psicópatas.

    Miré detrás mío estando justo enfrente de la puerta, viendo a los presentes, alcé mi brazo con el pulgar arriba ya fuese que me vieran o no y salí, siendo recibido por los guardias y dirigiéndome a la habitación... Sin dudas... Había tenido el despeje que necesitaba, y el que sin dudas, jamás creí tener en algún momento de la prisión...
     
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  18.  
    Mahou

    Mahou Iniciado

    Géminis
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    Mercurio Milano

    Permaneció en silencio, contando los segundos que le tomaban a Connie responder a sus preguntas. ¿Qué tanto cambiarían las cosas si Shade todavía estuviera allí? Seguro él iba a ser el primero en acercarse, reconociéndolo aun cuando le diera la espalda. Probablemente se aliviaría por ver una cara amiga y luego…

    Se quejaría. Sí. Sin duda, lo haría. Se quejaría de Agnes, de Connie, de la comida o de cualquier cosa que hubiese pasado desde que entró a ese lugar. Y Mercurio escucharía, asentiría a todo y luego reirían, porque la vida era muy corta para vivirla a base de quejas.

    Sonrió con nostalgia, riendo levemente.

    ¡No exagero!

    —Ver para creer, es todo lo que tengo para decir —comentó por lo bajo, mordiendo de su fruta mientras la seguía escuchando hablar. Allí mismo se escuchaba como una niña, casi demasiado eufórica cuando la vio señalar las frutas, soltando una risilla al terminar.

    “¿Hmm? ¿De aquí? Pues... ¡Todo lo que sea divertido! “4

    —¿Y qué es divertido para…?

    Se vio interrumpido por los altavoces encendiéndose. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Treinta minutos, quizás? Había perdido la noción del tiempo estando allí. Una voz se hizo escuchar a través de ellos, dándoles instrucciones.

    Oh. Tendría dos compañeros esta noche. Quizás allí se ignorarían menos que en la playa.

    Prestó atención a Connie luego de escucharla suspirar. Siguió el rumbo de su mirada hasta la pareja que se estaba besando. Supuso que alguno de ellos iban a compartir cuarto con ella.

    ¡Ah! ¡Nos vemos después, Curicuri!

    —Nos vemos después, Connie —respondió, despidiéndose con un gesto de la mano sin tanto entusiasmo como ella.

    ¡Asegúrate de hacer las cuatro comidas! ¡Y no le ladres demasiado a las personas!

    Pff.

    Él no ladraba a la gente. Ese era el trabajo de… Shade.

    Apretó sus labios, frunciéndolos levemente. No tuvo el lujo de volver a pensar en él cuando un muchacho se acercó. Lo reconoció como el primer chico que había visto al entrar, el mismo al que había dejado sus duraznos al comienzo.

    —Y tu debes ser… Galen —murmuró por lo bajo, recordando los nombres de quienes lo acompañarían esa noche. Claramente, él no era Catherine—. Lo tendré presente. Gracias.

    Y luego se dirigió a Connie, quien apenas había avanzado un poco. No pudo evitar enarcar la ceja al escuchar la conversación. Al parecer, había muchas cosas de las que tendría que ponerse al día.

    Suspiró resignado y le dio una última mordida a su manzana, pasándola luego con las sobras del batido de piña. Poco a poco todos comenzaban a irse y él no quería ser el último en hacerlo.

    A pesar de haber logrado mantenerse tranquilo hasta entonces, al poner un pie fuera de la playa artificial la incertidumbre le volvía a golpear en el pecho. Esa noche quizás debería… ladrar
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Connie Dubois

    No había llegado a alejarse mucho cuando notó cómo un muchacho, el del rincón de juegos, caminaba hacia ellos. Connie se detuvo en seco y se giró hacia él cuando se paró entre ella y Mercurio. Primero lo oyó dirigiéndose a Milano, y al oír su respuesta aprendió que el niño se llamaba Galen. Bien, Galen. No debía olvidarlo.

    —¡Galen! —exclamó, inclinándose un poco hacia él; parecía algo indecisa con respecto a su lenguaje corporal, sin embargo habló—. ¡N-no te preocupes! Yo tampoco reaccioné muy bien, estaba enojada y... —Meneó la cabeza con ímpetu y alcanzó las manos del chico, acunándolas entre las propias—. ¡Yo también me disculpo!

    Un suave rubor se había apoderado de sus mejillas cuando oyó el cumplido sobre su parche y sonrió, ejecutando luego el saludo militar al recibir las indicaciones sobre Noah.

    —¡Señor, sí, señor! —exclamó enérgica, y relajó la postura al pensar que también debía disculparse con él—. Bueno, ¡nos vemos, entonces! ¡Buenas noches a todos!

    Se apresuró hacia la salida, dando pequeños brinquitos de tanto en tanto. Se sentía bien hacer las paces con sus compañeros de juegos, ¿verdad? Era algo que siempre se le había dificultado, pero sus maestras por suerte habían insistido e insistido e insistido hasta que Connie comenzó a lograrlo con cierta... naturalidad. ¡Aún recordaba la alegría de su padre al ver sus progresos!

    Ah, su papá... Hacía mucho no lo veía. Se preguntó cuándo podría salir de ahí para encontrarse con él, comprar dos batidos de chocolate en la heladería de la esquina, y beberlos en el parque, en la banca desvencijada junto a las hamacas rojas.
     
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