Long-fic Faltas y encuentros [GakkuoRolplay]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 15 Febrero 2021.

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  1. Threadmarks: Carrot and popsicles [Vite&Yashi]
     
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Escritora
    Título:
    Faltas y encuentros [GakkuoRolplay]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1130
    Vite&Nagi= No Mercy, The Living Tombstone / Cry Baby, Melani Martínez
    Margarita&Nagi=Sugar Crash!, ElyOtto / I'd Rather Drown
    Masuyo&Nagi= Daisy, Ashniko / Ghosting, Mother Mother
    Yashihiro&Masuyo= Lonely Universe, Fukane / Yellow, Yoh Kamiyama
    Margarita&Masuyo= Psycho, Mía Rodriguez / Cake, Melanie Martínez
    Vite&Masuyo= Black Rover, Vicke Blanka / Complication, ROOKiEZ is PUNK'D
    Yashihiro&Margarita= Treehouse, alex g / Oh Ana, Mother Mother
    Yashihiro&Vite= Poisen, Alice Cooper / Lessons, Beach Fossils

    Ninguno de estos fics es cannon u oficial


    Carrot & Popsicles
    Yashihiro y Vite

    Estábamos a finales del verano, la primavera era tan inminente como la vuelta a clases y yo, sosegado, me encontraba compartiendo un rato con el pequeñajo que era Horiazana... o bueno; ya no tanto. Lo observé de reojo, dándole una laminada a mi paleta. Él, como el infantil que era, se encontraba balanceando sus pies, arriba, abajo, tal crío; pero bueno, por hacerlo todo el rato ya debía tener una musculatura bien formada en aquella dos extremidades. A diferencia mía, no estaba apoyado en el respaldo de la banca, tan solo se encorvaba curioso sobre su pote con zanahorias lavadas y listas para comer; pero el enano era... bastante enérgico, y lo más probable es que no tuviera apetito, pues con una navaja que ni siquiera imaginé que tendría, empezó a tallar con un deje de habilidad figuras en el bastón que era la zanahoria.

    Yo tenía mi brazo derecho reposando en la línea horizontal que creaba el banco, quedando justo por tras de su espalda, lejos de tocarlo, pues como había mencionado antes, el chico estaba encorvado y lejos de respaldarse como correspondía. El pequeño empezó a tararear despacio entonces, una canción que no reconocí, pero no tenía mal ritmo. Ni idea cuál sería la letra, pues Vite casi nunca cantaba en sí.

    Desvíe mi vista al paisaje frente a nosotros, ambivalente y apacible, viendo la cancha de skate de toda la vida; de los que vivíamos alrededor, cerca, desde 15 minutos hasta los 30. Desde salir de tu casa y tenerla al frente, hasta los que debían ser acompañados cuando caía la noche. No me enteré hasta muchos meses después de que, efectivamente, Vite y yo no vivíamos tan lejos.

    ...Hacía bastante calor, la verdad. Debía comerme el helado con algo de prisa, o sí no me terminaría por manchar las manos, aquello estaba lejos de mis prioridades, la verdad.

    —Hey, Hori-kun —hablé despacio, como era más bien común en mí. El chico me dio una rápida mirada de reojo, apacible, sin demorar en volver a volcar su atención en lo que hacía. Había sacado mondadientes y todo, ¿cuántas cosas... raras guardaba el enano en su bolsillo? Dejé salir el aire contenido por mi nariz, suave, y volví a dirigir mi vista la cancha de skate— ¿Alguna vez has besado?— Ni yo sabía por qué decía aquello, pero ya lo había hecho antes de siquiera cuestionármelo; casual, calmado... pero sentía el leve rubor en las mejillas, cosa que me hizo soltar un quejido casi inaudible a labios cerrados, para después darle una mascada a la paleta, que ya iba por la mitad.

    Vite también le dio una mascada a una de sus zanahorias, mascullando y pensativo.

    —¿A qué te refieres? —preguntó de vuelta, al parecer confundido... o simple y llanamente evitativo.
    —No lo sé, lo que prefieras responder, supongo —seguí hablándole con ese tono perezoso, agotado, grave y monocorde.
    —Mira —dijo con sencillez, cosa suficiente para que le mirara de reojo. Mis parpados no demoraron en darle espacio a mis orbes para abrirse como platos.
    —¿O-...ocho? —hablé con suavidad aún, pero claramente sorprendido; inclinándome un poco hacia adelante para poder voltearme como correspondía, verlo cara a cara.

    Él me devolvió una vista apenada, lo revelaba por sus cejas arqueadas con lástima y el rubor de sus mejillas bastante prominente, de todas formas mantuvo su sonrisa. Hasta que suspiró, devolviendo la vista al pote de zanahorias, que ya no poseían forma alguna, simple y llanamente parecían vegetales mal cortados, trozos demasiado grandes para comer, pero perdiendo su cualidad de bastón. Se veía... melancólico, vaya a saber uno por qué motivo. Al menos sus expresiones siempre eran bastante genuinas.

    Asintió con suavidad a mi pregunta, para luego mirarme de reojo, sin perder nunca la leve sonrisa.

    —¿Y tú?— Dejé mi rostro de sorpresa silenciosa de lado, para volver a la seriedad indiferente; la única diferencia es que el chiquillo a mi lado me importaba más de lo que yo mismo podría llegar o querer admitir.

    —Uhmmm...— Lo pensé un momento, mirando la chancha de skate, soleada e iluminada, que se encontraba delante mío—, relevante, unas cuatro... o puede que cinco.
    —Je —soltó una risa seca, por lo cual lo miré de reojo; aún se veía cohibido, no me gustaba verlo con esas cejas penosas, con todo el asuntito de a poco me percataba de ello. No demoró en volcar otra vez su vista al pote aún lleno de barrotes maltrechos naranja, apretando el contenedor con una fuerza leve, pero con ambas manos cabe recalcar— ¿A qué te refiere con eso de relevante?

    Tras recibir su pregunta, con el palo de helado dejándose derretir por ahí; gota a gota, cayendo en el piso de concreto; lejos de manchar mi ropa, la del otro o la banca de por sí: Volví a observar la cancha de skate.

    —Simple y llanamente... hay acciones que tan solo se olvidan, no las vuelves a recordar jamás —sentí como inhalaba hondo; ¿preocupado, nervioso, angustiado? No me atreví a mirarle a la cara esta vez, por algún motivo sentía que no podía hacerlo—, cuando esas acciones, por más simples o mundanas, insignificantes que sean... las recuerdas; las recuerdas cada día —inhalé yo ahora, solo un poco, para después soltar un suspiro suave, dejando que los parpados cayeran hasta casi cerrar los ojos por completo—, eso significa que son acciones relevantes...

    Relevantes...
    Silencio, calor... Ya había olvidado mi paleta, y el sus zanahorias...

    —¿Soy relevante? —murmuró tan, tan despacio que bien lo podría haber confundido con una ilusión; con una broma de mi cabeza. Con un pensamiento propio.

    —Je —solté sin ninguna gracia, pero una sonrisa suave; cínica. Levanté mi mano derecha del respaldo del banco, le volví a dar un mordisco la paleta, helado que no demoré en tragar. Le acaricié entonces el cabelló, despeinándolo con una rudeza calculada—. Claro que eres relevante, idiota.

    ... Un solo segundo de silencio a posta, mientras sentía mi corazón contraerse, mi cara pasar a una seriedad absoluta mientras soltaba en silencio al aire por la nariz...

    —Je —rio con simpleza él.
    —Todos lo somos —concluí yo.
     
    Última edición: 15 Febrero 2021
  2. Threadmarks: Silencio sinuoso [Margarita&Masuyo]
     
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
    Miembro desde:
    20 Julio 2015
    Mensajes:
    6,296
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Faltas y encuentros [GakkuoRolplay]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1073
    Silencio sinuoso
    Mar y Mao



    Uhm... era... curioso. Ni sabía bien qué me motivaba, pero desde que recogí aquel cuaderno había algo en la rubia que llamaba m atención. Siempre que me la topaba sola, estando yo sin nadie alrededor, mis piernas casi y se acercaban por inercia. Al inicio no era la gran cosa, yo preocupándome por la primera chica que conocí del Sakura, la primera antes de saber que Shiro-chan estaba en la academia.

    Pero... creo que las cosas iban más allá de eso. Nos fuimos conociendo más, de a poco y de maneras esporádicas, pasando uno que otro momento juntas; cinco, diez, quince minutos. Hablando de cualquier cosa, siendo irrelevantes, pero varias veces descargamos todo lo que tuvimos dentro de manera... puede que horrorosa. Pues sin conocernos, nos dijimos cosas que, tal vez, seríamos incapaces de decirle a quien nos conoce día tras día.

    Ese... desconocimiento, sí, de seguro era eso; nada que perder, dispuestas a ayudar, dejábamos atrás algunas cadenas, prejuicios, y no temíamos a equivocarnos, porque... Porque a ninguna le importaría en realidad, ver a la otra en el suelo, sucia, mal trecha. Desagradable, iracunda...

    Pero las cosas cambiaban, con ello el tiempo avanzaba, aquellos momentos efímeros se trasformaban en anécdotas, aquellas lágrimas apuñalaban el pecho de las otras; los gritos desconcertaban nuestro cerebro, y las risas... las pequeñas sonrisas parecían sanadoras. Los meses habían pasado y, tras eso, luego de un montón de cosas, ocurrió: Estábamos ahí, sobre el pasto del patio de aquella gran biblioteca. Ella era la interesada en ir en busca de libros y tal, pero yo fui la que buscó este lugar en especifico, por permisión de ingresar a los jardines y poder tocar música allá, siempre respetando la tranquilidad ajena.

    Que supiera ingles... era bastante divertido. Habíamos elegido una canción entre varias, guiándonos por nuestros propios gustos musícales, me extrañó un poco que fueran escasas las canciones con letra que le gustaran. "Prefiero no oír nada, más que los instrumentos" explicó con sencillez, y para gustos colores, pero se me hacía difícil comprender como a alguien no le podría gustar oír la voz de cualquier cantante... Tal vez solo por que yo dependía demasiado de aquello; la voz, el canto y la música.

    Ella... era mucho más silenciosa en ese aspecto, entendiendo de a poco la situación; sus playlist estaban llenas de videos que duraban horas, solo para reproducir sonidos de la naturaleza misma. Los últimos agregados empezaban a mezclar ciertos sonidos urbanos y cantos de aves... Mañana, tarde, noche... tenía variedad. Una variedad que no conocía de mi parte.

    La cosa es que nos decidimos por Umbrella, de un grupo llamado Amber Island al parecer... Kohakushoku no Shima... Kohaku...

    Bueno, la cosa es que la fui aprendiendo de a poco por mi cuenta, ella por su lado se memorizó la letra, por lo cual, cuando por fin logramos reunirnos en el patio de aquella biblioteca, Nieve y yo tocamos la canción. Estaba recién aprendiendo la guitarra, así que los acordes no me salían del todo bien, eran lentos y a ratos no concordaba con lo que escuchaba. Margarita, por su lado, cantaba bastante despacio, a veces solo tarareaba o se quedaba en silencio, recostada en el suelo, viéndome practicar.

    En esos momentos nos devolvíamos una sonrisa cómplice, yo algo avergonzada y ella tan solo tranquila, puede que incluso algo apenada también. La cosa era que, a pesar de no estar ni cerca de ser las mejores, ese primer día fue el inicio de otros, una rutina de canto y guitarra. Pues sí no había sido suficiente todo lo que habíamos pasado juntas, poco a poco la cantidad de cosas que expresábamos a la par también iban aumentando.

    Bajo la luz del sol, con la brisa de la ciudad, teniendo la compañía de alguien que sí: Podía considerarla especial...
    Tan solo esperaba que ella pensara lo mismo...
    En verdad la quería.
    —En verdad me agradas, Masuyo-chan, ¿lo sabías? —musitó, con sus ojos somnolientos, apoyando su cabeza sobre su brazo, recostada de lado en el pasto, de manera que no dejara a la vista cosas comprometedoras. Supongo que no pasaría, su falda era bastante larga.

    La miré con sorpresa, tampoco demoré en cerrar los ojos y soltar una risa grave, sobándome la nuca, tan avergonzada.
    —Supongo —respondí con calma, a pesar de todo, para luego ser yo quién reflejara su expresión tranquila y alegre—. ¿Crees que hoy puedas cantar? —pregunté, conteniendo de manera magistral el entusiasmo, logrando tener así una voz carente de exaltación.

    Cerró los ojos, soltando una leve quejido de protesta, no hacía falta que me respondiera para entender que eso era una negativa. Sonreí con la cejas arqueadas con cierta pena, soltando otra risita leve a labios cerrados.
    —¿Y qué te parece sí tú tocas la guitarra y yo canto? —abrí otra vez los ojos, mostrando mi rostro sereno entusiasmado. Me devolví una mirada extrañada, apoyando el peso sobre ambas manos contra el suelo, sentada.
    —¿E... En verdad crees que yo puedo hacer eso? —preguntó extrañada, con voz aún monocorde, no parecía alterada.

    —No lo sabrás sí no lo intentamos —respondí a ojos cerrados y sonrisa amplia, extendiéndole la guitarra.
    —Hmng... Solo por que tú lo dices...— Tomó la guitarra, posicionándose como correspondía. La observé por completo, con una leve sonrisa, pero sabía que la seriedad me invadiría pronto, al momento en que me tocara enseñarle...— Más te vale tenerme paciencia... O sí no, no haré nada, jeje.

    —Tch —solté con una sonrisa algo ladina, intercambiando miradas con ella, que volvió a sacar otra risita alegre y cantarina. Negué con la cabeza, derrotada—. Has lo que quieras... Mira, aprendamos primero esta nota...

    Y volqué mi atención en ella, enseñándole con calma un par de acordes, luego un rasgueo... Y nada, se quedó practicando eso, entre fruncidas de ceño y sonrisas apenadas.

    A mí... me gustaba verla así: Intentándolo, alegre a pesar de todo.

    Y supongo que yo también lo estaba,​
    por poder compartir un momento tan calmo y bonito...

    Como lo era enseñar:
    Aquellas cosas buenas, las que nos liberan y nos permiten sonreír con tranquilidad, sin temer a lo que se ha dejado atrás.

    Definitivamente, un gran viernes.​


     
    Última edición: 5 Abril 2021
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