Long-fic Exploradores de las dimensiones

Hola gatitos y gatitas, últimamente he tenido una idea en la cabeza que no se ha negado a dejarme por mucho que quisiera. Así que decidí escribir el primer capítulo de este intento de Mundo Misterioso, mi fanfic de refuerzo. No se preocupen, que Animales Sin Valor no entrará en hiatus, pero me tardaré un poco más debido a asuntos personales y además de la cantidad de acontecimientos importantes que ocurrirán en la historia.

Sin más dilación, comencemos.

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Capítulo I: Esa extraña Fennekin.

Algo estaba mal en la mente de Nalia... le costaba respirar y por algún motivo que desconocía no sentía su cuerpo de la misma manera, como si este hubiese cambiado de una forma muy drástica. Pero la chica no pudo sentir más al caer en la completa inconciencia con el pasar de los minutos «debe de ser solo un sueño», concluyó antes sucumbir en un profundo sueño. Recordaba haber viajado con sus padres al monte, era una buena forma de pasar en familia antes de que Nalia comenzara su viaje como entrenadora... recordaba que quería de inicial a un hermoso Fennekin... eso la hizo sonreír. Pero un extraño portal la absorbió y ahora no sabía que iba a ser de ella.

“Al fin te encuentro, humana. He estado buscándote por mucho tiempo, tal vez tengas muchas preguntas, pero ahora no es momento de contestarlas; cuando llegue la hora, debes ir al Monte de Hielo. Te estaré esperando.”

«¿De quién es esa voz?», preguntó antes de volver a sentir el aire, abriendo los ojos.

Ese lugar no era como el bosque, de hecho, los arboles casi tenían sus ramas desnudas debido a la caída de las hojas en otoño. Y la chica recordaba perfectamente que era verano, y las hojas estaban en su máximo esplendor. Por extraño que le pareciera, Nalia tenía la sensación de que todo era más grande que ella.

—¿Dónde estoy? —preguntó en el aire, notando que no estaba caminando en dos patas.

La joven miró hacia abajo para ver su cuerpo... estaba cubierta por un pelaje de color crema, eso la asustó y procedió a girar sobre su eje, notando una cola en forma de flama con punta roja. Esas características las había visto antes... ¡ella se había convertido en una Fennekin! ¿Cómo pudo ser posible algo así? En un intento de retroceder, cayó sobre sus payas traseras, gruñendo emitiendo unas llamas sin querer.

Muy bien, necesitaba tranquilizarse y pensar fríamente la situación...

Definitivamente no encontraba un modo de hacerlo. Estaba confundida, asustada, y, sobre todo, sola. ¿Qué podía hacer ahora? No podía ir con sus padres de esa forma. Y a juzgar por el cambio de clima y estación, de seguro han pasado meses desde que llegó a ese lugar, así que por lógica su familia ya no estaba ahí. ¡La dejaron sola! No deseaba un inicio como entrenadora de esa forma...

—¿Hola? —volvió a hablar. Vaya, era extraño hablar siendo un Pokémon.

Nalia no esperaba una respuesta, pero contra todo pronóstico, pudo escuchar un ruido a pesar del pelaje en sus orejas. De seguro otro Pokemon la oyó, ese hecho le hizo temblar... Tremenda estupidez acababa de hacer. Ahora era presa fácil para cualquiera que deseara atacarle.

Bueno, su vida fue buena mientras duró.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó alguien más, y Nalia pudo observar a una criatura un poco más grande que ella acercándose.

Nalia notaba que este chocaba un poco con las ramas, de seguro tenía algún problema de visión. Y no se equivocaba, aquella criatura se trataba de un Riolu con un vendaje en su ojo izquierdo, sus pasos eran un poco torpes, y se caía de vez en cuando; el pelaje de la Fennekin dejó de erizarse al no verlo como un peligro. Con algo de valor, ésta empezó a caminar hacia él; mala decisión, ya que el canino terminó chocando y cayendo sobre ella.

—Lo siento, lo siento... yo aún no percibo bien la profundidad —dijo antes de ver que estaba solo—. ¿Dónde estás?

La Fennekin carraspeó, con el ceño un poco fruncido.

—Lo siento, no me di cuenta de que estabas ahí. —Respondió levantándose, ayudando a su compañera en el proceso—. ¿Y... quién eres?

—Yo soy Nalia —contestó al instante—. Mira, no sé dónde estoy exactamente o el cómo llegué a este lugar, pero debo salir de aquí y buscar a mis padres, así que... ¿sabes cómo salir de aquí?

El Riolu inclinó la cabeza en forma de confusión, no esperando una reacción tan arisca por parte de la Fennekin.

—¿Dije algo malo? —preguntó.

—Yo pensé que ibas a preguntarme mi nombre, como en cualquier presentación normal.

Nalia suspiró.

—Bien, ¿cuál es tu nombre? —interrogó a regañadientes.

El otro Pokémon dibujó una sonrisa.

—Me llamo Inukah, y en estos momentos iba al Gremio Explorador que está cruzando este bosque. —Eso hizo que la hembra levantase las orejas—. A pesar de que no veo muy bien, deseo ser un explorador igual que mi tío.

—Oh, cierto, tienes una venda en tu ojo... —contestó observando a Inukah con más detenimiento, de seguro tuvo un accidente, concluyó ella—. Cómo sea, necesito salir de este lugar... posiblemente no vas a creerme. Pero no soy un Pokémon, soy un ser humano.

Inukah volvió a hacer ademán de confusión, de seguro la chica estaba mal... él solo veía a una pequeña Fennekin, no a una humana.

—¿Te has golpeado? Yo solo veo que eres una Fennekin —dijo.

—¡Lo sé! Pero yo soy humana, estaba en un bosque cuando una voz me llamó y el portal se abrió y... —respiró con brusquedad—... y estoy aquí.

Ella volvió a agachar las orejas, comenzando resignarse a que el Riolu le creyera. Aunque por el contrario de lo que creía, Inukah sonrió.

—Tal vez Azura sepa algo, si quieres puedes ayudarme a llegar al gremio.

—¿Azura? —preguntó ella.

—Es la líder del gremio, ella es quien aprueba a los nuevos exploradores.

—Oh... Bien, tal vez podamos ir a verla.

El Pokémon hizo el intento de correr, pero por su dificultad de visión se mareó un poco, haciendo que Nalia corriera hacia él para que se apoyara. Inukah le agradeció y comenzaron a caminar por el bosque otoñal; tropezando con algunas bayas y monedas en el camino, por suerte, en ningún momento se encontraron con otros Pokémon, y que bueno que ambos estaban cerca de la salida, porque con lo inexperta que era Nalia, hubiesen tardado días en salir.

Y como era de día, pudo ver que el paisaje era hermoso, viendo un edificio donde los colores blancos y verdes predominaban. Mas por algún motivo le preocupaba las pocas ventanas que la estructura poseía. Pero su compañero le pidió paciencia, llegando a la entrada en cuestión de minutos; ambos tragaron, y entraron al edificio... solo para encontrar unas escaleras. Nalia giró los ojos, esperando su turno de bajar con algo de impaciencia. Al ser cuadrúpeda, tuvo que saltar de escalón en escalón para llegar al primer piso subterráneo.

La Fennekin pudo ver a varios Pokémon socializando, algunos hablaban con sus compañeros, y otros observaban un tablero con algunas fotos en él, no tenía mucho interés por verlos.

—Azura debe de estar en su aposento —dijo comenzando a correr otra vez, olvidándose del detalle en que se mareaba si daba movimientos bruscos.

Nalia cerró los ojos al verlo chocar con una Sylveon que caminaba a paso rápido, haciendo que ambos cayeran. Pero la zorrita fijo su mirada en el otro Pokémon que estaba con ella, una hermosa Gardevoir... finalmente podía ver una cara a cara en vez de la televisión de su casa.

—Oye, niño, ten más cuidado —reprendió la evolución de Eevee, parece que esa Sylveon no era tan dulce como las otras de su especie.

Usó sus lazos para levantarlo, y su enojo se fue al ver su vendaje en el ojo. La Gardevoir sonrió de forma maternal, agachándose para estar a su altura.

—Azura... —musitó.

—Hola, pequeño Inu —saludó ignorando la mirada atónita de la Fennekin—. A juzgar por tu nombre, eres familiar de Inuha.

—Soy... —carraspeó para recuperar la compostura—. Soy su sobrino, y vine a dar la prueba para convertirme en explorador.

—Ya veo... —Miró de reojo, notando a Nalia—. Y veo que vienes con un acompañante.

La tipo fuego se sobresaltó, caminando a paso lento para ir al lugar, sentándose sobre sus patas traseras.

—Ella es Nalia, la encontré en el bosque y pensé que sería buena idea llevarla, tal vez usted sabría algo sobre su condición.

La tipo psíquico se la quedó mirando, como si quisiera leer su mente.

—Hola, yo... —Tragó antes de decirlo—. Yo no soy un Pokémon, soy un ser humano y quiero volver al mundo donde pertenezco.

—Un humano... —su ceño se frunció—. Ninphia, quiero que nos dejes un rato a solas. —Miró a los dos—. Vengan conmigo.

Por algún motivo, Nalia no tuvo un buen presentimiento de esto. ¿Y si no había solución a su problema? ¡Se quedaría como un Pokémon para siempre! ¿Oh, Arceus, que iba a hacer si se daba el caso? ¿Cómo se adaptaría a un mundo que no conoce?

Sus amigas tenían razón, Nalia es una chica con muy mala suerte.

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P.S: Bueno, no tengo mucho que decir, no tengo experiencia en fanfics de este estilo, así que espero que esto salga bien. Nos vemos.

 

Capítulo 2.​

Nalia caminaba por el pasillo junto a su compañero, ella no se sentía bien al tener un mal presentimiento sobre el asunto; ella era un ser humano que por algún motivo terminó convertida en un Pokémon. La ahora Fennekin tuvo la buena (o mala) suerte de encontrarse con Inukah, un Riolu con un aparente problema de visión, quien le ofreció ayuda para salir del bosque donde despertó. Y ahora, estaba entrando al aposento de una Gardevoir, la líder del Gremio de Exploradores, y por algún motivo, al saber de su procedencia humana quiso estar a solas con ella e Inukah.

Al abrir la puerta, pudo ver que ese lugar estaba muy ordenado, no se alejaba mucho de las oficinas humanas, sólo en que no había mucha modernidad.

Pero eso no le importaba, lo que ella necesitaba era encontrar una forma de volver a su hogar, volver a ser humana.

Los dos pokémon se sentaron frente a la Gardevoir, observando como ella mantenía su belleza incluso en un momento cotidiano. Ambos infantes siguieron en silencio. Fue la psíquica quien comenzó con la conversación.

—Así que... eres humana —profirió—. Sabes, pequeña, ha habido muchos mitos y fabulas sobre humanos que se transforman en pokémon para salvar este mundo; a la deriva de la oscuridad y el tiempo, en el alto de los cielos y más allá del infinito... Incluso legendas más antiguas. Si fueron reales o no, aún se debate, pero tu presencia prueba que fueron reales, o en su mayoría.

—¿En serio...?

—Mis ancestros contaban dichas historias. Ellos, los humanos transformados en pokémon, me inspiraron a construir este gremio.

—¿Qué pasó con todos ellos? —preguntó Nalia, con miedo de una respuesta desalentadora.

—Según las historias, todos ellos volvieron a su mundo, sin embargo... siempre volvían a nuestro mundo, dejando sus vidas como humanos.

Tragó, si todos ellos se quedaron en este mundo, ¿significa que ella tenía que seguir con ese mismo destino? Más razones para volver lo antes posible, no quería quedarse en un mundo lejos de la vida que por años ha mantenido, por muy monótono y aburrido que fuese.

—Yo necesito volver... —murmuró.

—En cuanto a Inukah... eres un niño muy tierno, de seguro lograrás ser como tu tío.

El pokémon hizo ademán de disconformidad, ¿acaso siempre iba a ser comparado por él? La gardevoir había sido mentora de muchos equipos, incluyendo el del familiar de Inukah, era un grupo con mucho potencial, era una lástima que terminara por disolverse años después de que el riolu naciera.

—Tu tío está en una misión en solitario, ¿no es así? No quiso que Konoha fuera con él.

—¿Konoha? —preguntaron.

—Oh, él junto a Inuha fueron miembros de uno de los mejores equipos del gremio, ahora es mentor... hablando de él, lo mejor es que vayan a la sala que les señale Ninphia, pronto va a empezar la prueba.

—¡¿Eh?! P-Pero aún tengo pregun- —El lazo de la sylveon la rodeo del torso y se la llevó junto al riolu.


Ambos quedaron frente a la entrada con un marco de piedra viendo una parte de la sala.

—Este será su salón por estas semanas, ser explorador de este gremio no es fácil, les deseo lo mejor... Adiós —profirió antes de irse trotando.

Los dos entraron en la sala, encontrando a varios pokémon que aspiraban a ser exploradores, algunos estaban en grupos, otros se mantuvieron en sus sillas; esto hizo que el riolu se quedase paralizado... todos se peleaban por un puesto en el gremio, eran su competencia. La zorrita aún estaba deprimida al ver que su regreso a casa iba a posponerse por mucho tiempo, como si depender de un pokémon con visión deficiente no fuese suficiente.

Cuando ella se sentó sobre sus patas traseras, varios pokémon la observaron, no le sorprendía, estaban ahí cuando dijo a viva voz que en realidad era humana, tal vez ya había quedado como una fennekin que había comido más ramas de algún árbol con hierbas alucinógenas por accidente y estaba aún bajo sus efectos.

Inukah se sentó junto a ella, aun sintiéndose intimidado por el resto de pokémon, sensación que se hizo peor al sentirse observado por alguien a sus espaldas.

—Todos nos están mirando... —profirió Nalia.

—No es bueno para mis nervios...

—La gardevoir dijo que nuestro mentor iba a llegar... pero parece que se va a retrasar.

El comentario llegó a oídos de un yungoos que había terminado de comer su manzana, observando al riolu con cierta malicia.

—Bueno, hay una forma de hacerlo venir —dijo lanzándole a Inukah los restos de manzana—. Intenta lograr lanzarla al basurero que está ahí, y vendrá como un rayo.

«Siento que nada saldrá bien de esto», pensó ella mientras su ingenuo compañero se preparaba para lanzar.

Uno...​

Dos...​

La manzana fue lanzada, pero para mala suerte de Inukah, esta cayó fuera estando a sólo centímetros de lograrlo; los pokémon presentes pusieron una cara que expresaba horror absoluto, ni Nalia, ni Inukah sabían a lo que se estaban enfrentando...

Una shuriken de agua les hizo chillar al sentir que les había rozado la piel, chocando con la pared de piedra y deshaciéndose, mojando el suelo. Giraron sus cabezas de forma casi robótica, pudiendo ver al dueño del ataque: era una rana de piel azul, torso y vientre de color crema con una bufanda rodeando su cuello, se trataba de un greninja, o al menos eso pudo reconocer Nalia a simple vista.

—Parece que a los kōhai aún no aprenden sobre la limpieza —pronunció tomando la basura, dejándola donde debe estar.

«Siento que está mirando mi alma, pobre Inukah, de seguro se va a desmayar», profirió ella manteniendo la vista al frente, como si desviarla por dos milímetros sería un fatal error. Al parecer olvidaron decirle que él era algo... adicto a la limpieza.

—Y-Yo no quería, señor...

—¡A la plataforma de entrenamiento, ahora! —gritó haciendo que todos desaparecieran de la sala, aunque a Nalia le tocó llevarse a su compañero en calidad de bulto.

El greninja suspiró.

—Tu sobrino no se parece en nada a ti, Inuha —murmuró haciendo alusión a su viejo compañero de equipo.

Un equipo que ya no existe.


Fue una tortura. Nunca antes se habían sentido tan cansados en sus vidas, el greninja les hizo recorrer todo el gremio no una, ni dos, sino diez veces. Era un recorrido que un pokémon adulto podría hacer sin problemas, pero unos niños como ellos, que apenas comenzaban a explorar, era una pesadilla. Inukah se prometió no volver a tirar basura o tirar la de otros, y Nalia se prometió practicar con sus cuatro patas y alejarse de Inukah para evitar varios choques.

Ellos dos fueron guiados a su cuarto, mirando las camas de paja y la ventana con una hermosa vista, aún era de día así que no había necesidad de dormir aún. Sus estómagos gruñeron...

—Adelántate... yo... debo cambiar mi vendaje —profirió el riolu.

—Bueno...

La sylveon acompañó al pokémon tipo lucha a la enfermería. Ella tuvo que orientarse por sí sola, logrando llegar preguntándole a una audino que pasaba por ahí, descubriendo de paso que era la mentora de medicina.

—Oh, tu compañero irá en un momento, no te preocupes —dijo.

—No me preocupa, ha sido una carga...

—Tal vez... pero pronto ustedes serán inseparables.

Ella giró los ojos.

—Sí... sí... voy a comer algo.

Fue al comedor, esperando que así su hambre sea saciada antes de poder descansar de un día muy agotador.