Orgullo y prejuicio Every moment with you [Orgullo y Prejuicio]

¡Hola! Bueno, ésta vez vengo con otro historia de orgullo y prejuicio, pero en este caso, sólo de Darcy y Elizabeth, este fic va dedicado a Radbourne, xD


Ella, no era ese tipo de mujer.

Sentí mi corazón latir con rapidez, observándolo taciturno y solitario al otro lado del salón de baile, debatiéndome entre el orgullo y el deseo, deseo de conversar con él, de escuchar su opinión firme y segura, pero también deseo de estar lejos de esos orbes prepotentes que le miran con vanidad.

Contradictorio, pero, eso es lo que yo, Elizabeth Benneth, siento ahora mismo al observar al Sr. Darcy. Porque era lo que siempre había sentido desde que habían hablado por primera vez. ¿Para qué buscar la aceptación de alguien que se limitaba a asentir a todo lo que decía? La vida siempre sería más entretenida con una buena charla, y eso era lo que le ofrecía él.

Pero su orgullo no lo permitía, no le dejaba cruzar el salón para ir a hablarle, y mucho menos cuando estaba en compañía de la “queridísima” Srta. Bingley, como siempre, mendigando su atención. Y no pudo hacer más que reír, incluso ante sus ojos, era obvio que jamás obtendría de él lo que buscaba.

Sintió la sangre correr a sus mejillas, en el momento en que esos brillantes y profundos orbes azules le descubrieron mirándole, alzando una de sus perfectas cejas oscuras ante el hecho. No pudo hacer más que reír, algo muy propio en ella, incluso cuando estaba nerviosa. Se volteó, dándole la espalda, no le daría el gusto de doblegar su orgullo ante el de él, ella no era ese tipo de mujer.

 

Él¸ no se permitía caer ante unos ojos hermosos.

—¡La Srta. Elizabeth Bennet! —La anunciaron, antes de que ella entrara al lujoso comedor de Netherfield Park. Ante la mención del nombre, y la entrada de la joven de cabello castaño se puso de pie con más rigidez y rapidez de la que hubiera deseado.

Para cuando ella se hubo retirado minutos después, su mirada aún observaba el lugar por donde ella se había ido, con todos sus pensamientos volcados en una sola cosa. Sus ojos.

Esos ojos chocolates llenos de inteligencia, y viveza. No los típicos ojos sumisos, y llenos de necesidad de atención que estaba cansado de ver en las mujeres. Esos que tanto buscaban su aprobación y no la tendrían. ¿Por qué? Simple. No quería a alguien que toda su vida sólo le honrara de por vida, entre tantos halagos se aburriría.

—…cómo un palmo de barro, espero esto haya cambiado su opinión sobre sus lindos ojos, ¿o no, Sr. Darcy? —Fue lo único que escuchó de su compañera.

—Por el contrario, el ejercicio hace que sus ojos sean más hermosos. —Pensó en voz alta, y quiso morderse la lengua al darse cuenta de lo dicho. Él no era un hombre que sucumbía ante los ojos de una mujer, por más hermosos que éstos fueran, y muchos menos si esa mujer, no hacía más que desafiarlo en cada momento.