Historia larga Estrella de Ensueño

Tema en 'Novelas' iniciado por Lariebel, 2 Mayo 2025.

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  1. Threadmarks: Capítulo 1: Cierro los ojos
     
    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Título:
    Estrella de Ensueño
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1669
    Estrella de Ensueño

    por Lariebel


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    Sinopsis

    ¿Alcanzar el éxito es tan fácil como la gente cree?

    Luna Torres es una joven argentina que sufrió de un trauma y, a causa de eso, abandonó la Academia de Bellas Artes, la mejor escuela enfocada en los aspectos artísticos de sus estudiantes. Dejó que su pasión se desvaneciera en el aire.

    Pero, de repente, tiene la oportunidad de sumergirse en la industria del k-pop como una trainee, junto con otros compañeros que se convertirán en sus amigos más fieles. ¿Podrán alcanzar su sueño más codiciado, a pesar de todos los obstáculos?

    “Mi voz hacia ti... ¿Puedes escucharla?”.


    Comentario de la autora

    ¡Hola! ¿Cómo están? Gracias por interesarse en leer esta novela en proceso. Quiero aclarar que es una historia original, pero tiene ciertas referencias a personas reales de la industria, más que nada al comienzo (ya más adelante lo verán). Aún así, todos ellos son mencionados de pasada, no son personajes principales. Todo el resto son personajes totalmente originales.

    Además, al final de cada capítulo, se hará mención a una canción existente de kpop / de Corea del Sur.

    Espero que les guste.


    Capítulo 1: Cierro los ojos


    『 16 de abril del 2018 』

    Luna
    “Ya no quiero llorar, ya no quiero llorar”.

    Entrelacé mis dedos con fuerza mientras el sonido de los golpes que sufría la puerta intentaban atravesar las voces de los chicos de SEVENTEEN.

    “Tengo que decir estas mentiras que no vienen de mi corazón, porque no escucha estas palabras justo como pensaba”.

    Apreté los dientes cuando mi vista atrapó al grupo de chicas ingresando al baño en el que me encontraba escondida. Sonrieron ante mí con la soberbia maquillada en sus caras y me lanzaron el agua del balde que tenían entre sus manos.

    “Regresa, regresa, regresa. Cuando la mitad de mí se ha ido, ¿cómo puedo vivir siendo uno?”.

    Sus pasos resonaron sobre el suelo mientras huían rápidamente del lugar.

    “Cuando nos volvamos a ver... ya no quiero llorar”.

    Una lágrima cayó sobre mi regazo.

    El último resquicio puro de mi alma se rindió ante la tentación y su color se manchó de oscuridad.





    —Ya llegué, mamá —dije con desgano al atravesar la entrada de mi casa. Los brillantes muebles me saludaron mientras me dirigía hacia el baño medio corriendo e intentando no resbalar de pura mala suerte.

    Llegué a mi destino sin muchos problemas, por lo que, silenciosamente, me quité la ropa terriblemente mojada que se me pegaba a la piel. Traté de controlar mis temblores, pero ya a ese punto se me hacía imposible. Después de un buen rato, alcancé a agarrar la toalla y me tapé el cuerpo adolorido.

    —S-si mañana puedo faltar a clases, ganaría la gran l-lo...

    —¡¿Luna?! ¡¿Ya llegaste?! —Alcancé a escuchar antes de que el rostro de mi mamá cubriera toda mi vista. Arrugué los ojos frente a su expresión de "¿qué has hecho ahora?".

    —Ma, hace un rato avisé que llegué. —Me puse las pantuflas y me adelanté fuera del baño para dirigirme derecho hacia la cocina.

    —Oh, bueno, yo, eh, estaba un poco ocupada, hija, y-ya sabes...

    —¿"Estaba componiendo una canción"? ¿"Tenía que asistir a una entrevista"? ¿"Me llamaron para participar en el evento de música del año"? Sí, ma, ya lo sé —mencioné, robándole sus propias palabras. Mi mano agarró una naranja enseguida antes de que alguien más se la comiera y la haga desaparecer.

    Me di la vuelta para verla con su otra típica expresión de culpabilidad. Suspiré por dentro. Bueno, no tengo la mamá más dedicada del mundo, ya que ella no tiene mucho tiempo para estar en casa y estar pendiente de su hija, pero... Les explicaré.

    Mia Torres. Esa es mi madre. Una famosa cantante latinoamericana de los últimos tiempos que vive en Argentina y que, además, posee una voz soprano envidiable. Su rostro aparece en todas partes: En la televisión, en las revistas, en los carteles, en los pósters, en los anuncios publicitarios de Youtube.

    Pero, ¿eso quiere decir que sea una mala madre?

    No. Realmente, creo que no podría haber tenido una mejor mamá. Es alguien que soporta mis caprichos, que se encarga de cuidarme sola como madre soltera, y que es exitosa en su carrera mientras me apoya con todas sus fuerzas en todo lo que puede. Sí, ella es increíble.

    Me le acerqué de a poco y, sin que me vea, conseguí hacerle cosquillas, teniendo una rotunda victoria en ello. Ella inmediatamente estalló en carcajadas incontenibles, pero cuando la solté, no tardó en ir tras de mí. Le sonreí de forma juguetona y corrí para subir las escaleras que llevaban hacia mi habitación. La oí detrás de mí y estaba a punto de llegar a mi puerta, cuando de repente...

    Un fuerte estornudo hizo que detenga mi carrera y mi mamá no tarda en atrapar mi cuerpo débil.

    —Dios, Luna, ¿estás bien? —Su mirada de preocupación cayó sobre mí sin remedio.

    —S-sí, bueno, estoy bien —le contesté—. Estoy bien resfriada, mamá.

    —¡No hagas esos malos chistes conmigo! ¿Cómo puedes tener 16 años y no aprender nada sobre cómo tratar a tu mamá? —me reclamó, mientras volvía a sonreírle como si mi propio cerebro hubiese estado lastimado. Con cuidado, me enderezó y me llevó hacia mi habitación.

    Las paredes moradas me recibieron como el refugio que formaban para mí. La computadora sobre el escritorio seguía sin usar desde hace una semana; la televisión estaba apagada, tampoco sin usar desde hace adivinen cuánto tiempo; y, por fin, la cama de sábanas blanquecinas... Mi corazón se sintió sorpresivamente relajado apenas la vi y mi mamá me ayudó a acomodarme sobre ella.

    —Trata de descansar, cariño. Le avisaré a la escuela que mañana no irás —me susurró antes de caerme rendida sobre la almohada, sin antes felicitarme a mí misma por haber ganado la lotería.





    Me desperté con la luz golpeándome en la cara. Hice una mueca de molestia mientras me daba la vuelta en la cama, cuando, de repente, me topé frente a frente con el Osito Puppy. Se me cortó la respiración y me caí al suelo del susto, de la forma más patética posible.

    Al rato, me asomé sobre las sábanas y lo vi: Aquel peluche marroncito con intenciones de conquistar al mundo entero. Siempre habíamos chocado, ya que yo también tenía ganas de cumplir ese objetivo, pero últimamente le cedía la posición a él. Siento que, por esa razón, el Osito Puppy está decepcionado de mí, ya que no le ofrezco ninguna pizca de pelea.

    —De todas maneras, no lo conseguirás, Puppy, que lo sepas —le gruñí, tirándolo de mi zona de control.

    Me acerqué al ropero para elegir mi ropa del día, cuando llegaron hasta mis oídos unos gritos llenos de rabia que venían de la cocina. Rápidamente, me dirijo hacia abajo con ánimos de preguntar qué sucede, hasta que capto algunas palabras de lo que dice mi mamá:

    —¡Te dije que quiero tener una reunión con la directora del colegio! ¡¿Y c-cómo que por qué?! Ya lo he dicho millones de veces. ¡No pueden hacer la vista gorda mientras mi hija está siendo acosada por sus compañeros!

    Mi corazón se hundió a la vez que me apoyaba contra la pared.

    —¡No pueden ser llamados “escuela” si ni siquiera son capaces de proteger a sus alumnos! —soltó antes de volver a colocar el teléfono en su lugar.

    Tragué saliva. Sin premura, subí las escaleras y me encerré en mi habitación.

    No pude evitar caer de rodillas mientras mi cabeza daba vueltas sin parar.

    ¿Desde cuándo lo sabía? A pesar de todos mis esfuerzos por ocultarlo... ¿Todo había sido en vano?

    No quería que ella fuera molestada por algo como esto. Definitivamente, no quería interrumpir su vida con mis problemas de nuevo, pero fui un total fracaso.

    —Así que, esto es sentirse verdaderamente mal, ¿no?

    Me arrastré hacia el mueble junto a mi cama y abrí el cajón. Tomé con cuidado la foto que guardaba como si fuera un tesoro y se me formó un nudo en la garganta.

    Mi yo pequeña sonreía junto a otra niña. Éramos muy identificables, ya que yo poseía mi típico pelo largo negro y ella lo tenía corto y rubio. Sus ojos verdes brillaron cual jades y se adentraron en mí, volviendo a recordarme el motivo por el cual soporto cada una de las jugarretas que me hacen en la escuela. Volviendo a instalarse en mi piel la culpabilidad de la muerte.

    Regresa, regresa, regresa. Cuando la mitad de mí se ha ido, ¿cómo puedo vivir siendo uno? —canté suavemente frente a su rostro pincelado en la fotografía—. Cuando nos volvamos a ver... ya no quiero llorar.



    —Entendido. Entonces, nos veremos el 20 de abril. —El sonido retumbó a través del silencio de la cocina y la mujer cortó la llamada.


    『 FIN DEL CAPÍTULO 』

    ★・・・・・・・★・・・・・・・・★

    ✦ Canción ✦

    "Don't wanna cry" - SEVENTEEN.

    ★・・・・・・・★・・・・・・・・★
    ¡Hola! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Hoy les traigo esta novela que empecé a escribir a finales del año 2020, comienzos del 2021. Como ven, la idea de esta novela es centrarse en la vida de los trainees, idols, mundo de la fama, pero desde el punto de vista de una mujer inserta en una boyband, un grupo de chicos en el ámbito del kpop. Me pareció una perspectiva interesante para explorar.

    El comienzo de esta historia es algo triste, pero más adelante se pondrá un poco más alegre.

    Ahora sí, me despido. Que se encuentren muy bien. ¡Saludos!
     
    Última edición: 2 Mayo 2025
  2. Threadmarks: Capítulo 2: Regresa
     
    Lariebel

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    Capítulo 2: Regresa

    『 17 de abril del 2018 』​


    Luna

    —Déjenme en paz —les susurré.

    Un gran grupo de estudiantes estaban a mi alrededor, sonriendo maliciosamente. Todas las mañanas, me esperaban en la entrada del colegio solo para darme sus "buenos días".

    Cerré los ojos cuando los huevos comenzaron a chocar contra mi cuerpo y a manchar cada centímetro de la tela de mi uniforme. No podía hacer más que aguantar si no quería causar más problemas de los que ya tenía. Levanté los ojos solo un momento, para terminar recibiendo una montaña de harina. Escuché cómo se iban mientras soltaban carcajadas de júbilo. Sonreí irónicamente. ¿Esta era la forma de divertirse que tenían los chicos tan normales, aburridos y estúpidos como ellos?

    Me encogí de hombros. Esto era mejor que los golpes (siempre sucede algo así en los dramas).

    Me dirigí hacia mi clase, como cada día normal de mi vida cotidiana. La monotonía de mis mañanas era siempre la misma y mi mirada no cambiaba: Estaba muerta por dentro. La escuela solo se había convertido en algo que tenía que hacer obligatoriamente para seguir con mi vida.

    Aun así, cuando llegué a mi aula, me quedé quieta por un momento escuchando las palabras del noticiero que salían de las pantallas de los celulares de los demás.

    "De nuevo, la prestigiosa Academia de Bellas Artes ha conseguido ganar una medalla de oro en la competición nacional de canto. Es la viva imagen del arte de nuestro país. Los alumnos que asisten allí son la esperanza de nuestra música.

    Todavía podemos recordar la gran presentación que marcó hace dos años la señorita Luna Torres, apodada Moona. Era una de las mejores alumnas de la Academia, hasta que repentinamente abandonó un tiempo después. No ha habido noticias de ella desde entonces."

    Los ojos de mis compañeros se clavaron en mí mientras las voces de sus aparatos seguían resonando en mis oídos. Sentí cómo mi corazón se ahogaba, como si fuera apretado fuertemente por un puño, por hilos invisibles que querían suprimirme. Suprimir. Esa palabra era la que más me identificaba ahora mismo. Suprimir mis emociones, mi pasado y mi futuro. Suprimir mi ira, mi tristeza, mi tortura. Esconderme de mi propio rostro.

    Tragué saliva y di unos pasos hacia mi mesa. Me senté, tratando de relajarme de alguna forma, pero la tensión marcaba ya cada músculo que me conformaba. Cuando mis ojos fueron absorbidos por las palabras trazadas en la superficie de mi banco, me dieron verdaderas ganas de salir corriendo. Escapar. Abandonar. Dejar.

    "Eres un fracaso".

    "Nosotros conocemos tu verdadera identidad. No eres más que una farsa".

    "Tu éxito es una máscara".

    "Te hubieses quedado allá y no nos hubieras molestado".

    "No regreses".

    "Nunca".

    "Muérete".



    Cuando llegué a casa, no di ningún indicio de que estaba allí. No quería que nadie me viera. No quería tener a nadie a mi alrededor, a excepción de una persona.

    Subí las escaleras hacia mi habitación de dos en dos y cerré la puerta, deseando que pudiera fundirse con la pared así nadie entrara. Me arrodillé sobre el suelo y las lágrimas comenzaron a fluir solas.

    Me arrastré de nuevo hacia el cajón que se encontraba junto a mi cama y agarré la fotografía. Sí, era la fotografía, porque no había otra igual que ella, porque era el objeto más preciado que conservaba, y porque era lo único que me quedaba de ella. Sus ojos verdes me saludaron y me acariciaron el alma, como si supieran por todo lo que estaba pasando, como si me pudiera ver y me pudiera reconfortar aun cuando no seguía a mi lado.

    —El lugar en que te conocí. El tiempo que pasamos juntas. No puedo dejar ir todo eso.

    Mi voz rota retumbó contra los lados de mi habitación y se esfumó en el aire, mientras observaba el rostro de la niña que se encontraba frente a mí. Mis cuerdas vocales vibraron tan solo para poder llegar hasta sus oídos y para que pudiera escucharme una vez más.

    —Estoy exhausta esta noche. Una palabra memorable. No puedo volver atrás, lo siento. Fui egoísta, lo siento. Llegué tarde, lo siento.

    Mi canto absorbió toda la energía de mi pieza, de mi refugio, de mi lugar. La desesperación me sostuvo con sus dedos viles, escalofriantes, fríos, mientras intentaba una vez más abrir la puerta de la muerte para traerla de vuelta.

    Hasta que me desplomé.

    Mi rostro quemaba por el golpe contra el piso, pero no podía sentir nada. Mi garganta ardía como si estuviera rodeada por el fuego, pero seguía sin ser consciente. Solo podía pensar en una cosa. En una persona.

    —Te he estado esperando y sigo aquí. Deseo que vuelvas, que me tomes entre tus brazos y me digas que todos estaban equivocados. —Le dediqué una sonrisa, aunque sabía que no me estaba viendo—. Perdón por haber llegado tarde, Cielo.

    El arrepentimiento abrazó mi ser con fuerza, con tanta dureza que sentí que no podía respirar. En ese momento, escuché cómo la puerta se abría y la voz de mi mamá llenó la habitación. Se acercó rápidamente y me sostuvo entre sus brazos, como si fuera un pétalo caído, una rosa que se estuviese muriendo.

    —Hija... Cielo no volverá —me susurró, con la tristeza haciendo estragos en su voz—. Ella se ha ido y no puedes obligarla a volver.

    Apreté mis dientes mientras la furia iba creciendo dentro de mí.

    —Sé que, en algún lugar, mi hija llena de pasión por la música sigue estando ahí, dentro de ti, buscando volver por algún pequeño resquicio, intentando expresarse a través del arte. Por eso es que quiero que escuches atentamente lo que voy a decir, Luna.

    Levantó mi mentón con su mano de forma suave, echando a todos los tormentos que me estaban presionando, como si pudiera parar el tic-tac del reloj, como si todo el mundo se hubiese detenido a excepción de nosotras dos.

    —Vive. Vive con fuerza, con ganas, de forma honesta, mostrando tu ser ante el mundo, protegiéndote a ti y a tus seres queridos. Y te prometo que, si lo haces, Cielo te escuchará y podrá descansar en paz. Te lo prometo —repitió, mientras oía a mis cadenas romperse y caer hechas pedazos en el mar de inseguridades en el que me había atascado.




    Al día siguiente, caminé hacia la escuela como de costumbre, pero por alguna razón no vi a nadie en la entrada del colegio. Estaba completamente desierta. Un mal presentimiento se apoderó de mí y me apresuré para llegar a mi aula.

    No encontré nada que fuera anormal, por lo que me senté en mi lugar con una mueca extraña. ¿Será que mi sentido quería convertir todo en algo fatalista?

    Me di cuenta que en realidad no, que yo tenía razón y que lo lamentaría. El profesor ingresó a la clase y una chica (que especialmente me detestaba) se quejó de que su celular había desaparecido. Nos hicieron sacar todas nuestras pertenencias sobre el banco y en el momento en el que algo hizo un ruido seco al caer sobre la mesa, supe que mi suerte estaba condenada.

    —Señorita Torres, acompáñeme.

    『 FIN DEL CAPÍTULO 』

    ★・・・・・・・★・・・・・・・・★

    ✦ Canción ✦

    "Sorry" - The Rose.

    ★・・・・・・・★・・・・・・・・★

    ¡Hola! Bueno, este capítulo es bastante triste, pero ¡tranquilos! Lean el próximo capítulo. Les aseguro que se sentirán mejor. <3 Gracias por el apoyo constante. ¡Que se encuentren bien!
     
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  1. SilverDavid
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