Parados en la banqueta, hay autos que van pasando, clamores por todos lados que a mis oídos son sordos, porque hubo silencio entre ambos. Este silencio profundo no es plomo en hombros pesado; flotábamos tan ligero como el viento que agitaba suavemente mi cabello. Y en esta tarde de otoño, sin encontrar tu mirada, le dije adiós a este sueño.