Esperanza

Esperanza

Esperanza​

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One-shot​

Una gota de agua cayó en la punta de su nariz. Seguida por muchas otras. Alzó su vista al cielo. Su mirada se topó con muchas nubes de un color gris oscuro. Vaya… llovería muy duro. Y sin embargo, ahí se encontraba ella. A pesar de la lluvia, ahí estaba. Como todos los días de esa fecha.

Sí, ahí. Sentada en aquella banca, echa por un material muy duro. Como piedra. Cerró sus ojos, acto seguido, observó su reloj de muñeca. Aún era temprano: las nueve y media. No le costaba nada esperar un par de horas más. Salvo un resfriado, claro. Pero eso no importa; había pasado por momentos realmente difíciles, ese no era alguno de ellos. Podría fácilmente soportar la lluvia.

No pasaron más de veinte minutos cuando sintió su pelo humedecerse por el agua, su ropa mojada y frío. ¿Acaso sentía aquello? -rió- No, ella no siente nada. Dejó de sentir hacía ya unos… ¿Cinco o seis años? -siete-. Así es. Siete años. Siete largos años, en los que no sabía absolutamente nada de él. La última vez que lo vio fue… ¡Ha ya! Cuando le dijo: “Eres molesta” o… dijo, “Eres un estorbo”… Ya ni lo recordaba. Seguido de un “Gracias”. Más este último no lo presenció puesto que él se había colocado en su espalda, impidiéndole la vista.

Suspiró. De vez en cuando miraba a la gente correr al frente de ella. Sonreía divertida. Tal vez la lluvia les tomó por sorpresa y no les quedaba de otra que salir corriendo. Mientras ella, ahí. Como si la lluvia fuera nula, inexistente. En esos momentos, no existía más nadie. Solo ella. Ella y su soledad.

-Las once menos treinta…- Pensó cansada. Hora y media más y podía marcharse a su hogar. Hora y media más y estaría en su casa, desilusionada, triste, amargada y enojada. Era como un ritual. Cada treinta del mes de Mayo, ella estaría de ese modo.

Pasó una mano por su sedoso y rosado cabello, arrastrando consigo, un poco de agua que se había impregnado en el. Aspiró aire fuertemente, tratando de no respirar gotas de agua. Una gota al estilo anime apareció por detrás de su cabeza al sentirse un poco ahogada. Tosió fuertemente.

Rodó los ojos.

¿Por qué Dios había elegido esa vida para ella? Tenía diez y nueve años. Vivía en un departamento pequeño que quedaba cerca del Hospital de la aldea. Se mudó a aquel sitio al querer independizarse. Aprovechó la oferta, además quedaba cerca de su trabado. Pues sí, ella era doctora, y una de las mejores. Fue entrenada por Hatake Kakashi y por la mismísima Tsunade.

Era todo lo que cualquier persona quería. Tener la mayoría de edad, vivir sin tus padres, destacarte en tu trabajo y se entrenada por los mejores ninjas de la aldea. Pero no… Ella quería otra cosa. Otra persona…

Le extrañaba. ¿Y qué? Ya se había acostumbrado a que algunos aldeanos la rechazaran por todavía estar enamorada de un traidor.

-No…- Musitó en sus pensamientos. Esbozó una sonrisa con algo de nostalgia. –Él no es un traidor…-

Bueno. Digamos que es un ninja que salió de la aldea sin pedir autorización (la cual tampoco recibió cuando abandonó dicha aldea) a la máxima voz. O sea, la Hokage.

Las once y media. Esa era la hora que su reloj de muñeca marcaba. Suspiró agotada. No volvería, así que… ¿Qué hacía ella ahí como una tonta ilusa?, ¿Acaso esperaba que él volviera? ¡Bingo! Has adivinado.

Se levantó de la banca. No había dejado de llover. Había disminuido, pero de igual manera, la lluvia seguía.

Miró de reojo el banco y una traviesa lágrima escapó de su ojo.

Estornudó con gran fuerza.

¿Qué es…?

Sintió algo de calor por el momento. Algo la había abrigado, ¿Pero qué? Tocó con la yema de sus dedos aquella tela. Era suave y reconfortante. Cayó en cuenta de que no estaba sola. Se volteó rápida y sorprendidamente.

-¿Sa…Sasuke…kun?- Le miró con ambos ojos abiertos al máximo. ¿Acaso era un sueño?, ¿Un hermoso sueño? ¡Bang! Esta vez te has equivocado.

-Sakura…- Musitó él mientras la miraba fijamente. Colocó su mano en la fría mejilla de la joven, tocándola. Ella cerró los ojos fuertemente ante el contacto, a lo que él sonrió sintiéndose superior.

-¿Esto es un sueño?- Cuestionó cuando pasaron un par de minutos, sin aún abrir los ojos. Él volvió a tomar aquella sonrisa satisfactoria.

-Molesta- Murmuró antes de que sus labios hicieran contacto con la frente de la pelirosa.

-¿Qué haces?- Preguntó sonrojada ante el gesto.

-La lluvia está cesando…- Susurró él mientras dirigía su vista al oscuro cielo. Era de noche. Algo que llamó la atención de la chica, fue… ¿Un arco iris?

-¿Un arco iris?- Se preguntó a ella misma mirando el cielo. Era un arco iris, sin embargo no se notaba mucho. Él sonrió ante aquello. La abrazó suave y cuidadosamente, como si de un jarrón importado se tratara.

-He vuelto… para quedarme- O sí, ahora sí era un sueño. Definitivamente. Cerró los ojos fuertemente y se pellizcó el brazo, aún en los brazos del pelinegro. Sasuke alzó una ceja y la miraba interrogativamente.

-Vamos, Sakura, despierta- Musitó. Uchiha rodó los ojos y puso sus labios sobre los vírgenes de ella. No pasaron más de cinco segundos cuando ya estaba de nuevo alejado de ella.

…//…​

Abrió los ojos finalmente. Había escampado. Ella estaba sentada en la banca. Sonrió nostálgicamente. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había soñado algo parecido… ¿Qué hacía ahí? Ya debía haberse ido a su casa, haberlo olvidado todo…

“Sé que las esperanzas son lo último que se pierde… Pero las mías no se han perdido. Han muerto…”​

¿O no, Sasuke-kun?​

Fin​