Esmeralda Ermitaña

Esmeralda Ermitaña​

Capítulo XXI​

Era el momento. Debía entrar en la recámara de Itachi para soltarle la noticia que había intentado esconder por un rato al menos, pero tampoco podía ignorar las señales que había tenido. Sakura giró el pomo de la puerta pausadamente y sin golpear y asomó su cabeza para no encontrarse a nadie sobre la cama. Decidida a no retirarse de allí sin ver cumplido su objetivo se sentó sobre la cama esperando que el joven llegara, pero no tuvo que esperar mucho, pues a los segundos vio la puerta del baño abriéndose.

Tras un montón de vapor salió el Uchiha cubierto únicamente por la toalla atada a sus caderas y toda su anatomía se vio adornada por gotas de agua que corrían por su cuerpo. Aquella amatoria visión hizo que la resuelta kunoichi se sintiera sumamente expuesta y desvió su mirada ante los ojos de Itachi que habían hecho contacto con ella.

—No esperaba verte aquí—dijo el hombre haciéndose el ligeramente sorprendido de verla allí.

—Es que… t-tengo que hablar contigo—balbuceaba al perderse contemplando el trabajado cuerpo de su amante.

Sin prestarle mucha atención, el chico se sentó a su lado aún con la toalla puerta y secando su oscuro cabello con otra tela. Cuando tenías esa visión frente a ti, hasta costaba ponerte a ti misma atención. Itachi se dio cuenta de ello y lo usó para su beneficio.

—¿Sabes?, no es muy consecuente que te pongas así cuando me has visto con menos ropa que esta—manifestó el mozo inclinándose a la oreja de la chica y divirtiéndose con sus reacciones.

Tenía que admitirlo, se veía sumamente encantadora cuando intentaba mantener su postura de indiferente y seria a pesar de que el entorno hacía todo por provocarle un vistoso sonrojo, pero todo eso se lo dejaba para él mismo, porque como era bien sabido no era un hombre que expresara sus sentimientos a través de las palabras.
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En vez de hablarle la besó apasionadamente tomando el delicado y níveo rostro de la muchacha entre sus grandes manos. Como Sakura había perdido la batalla antes de siquiera comenzarla se dejó llevar por el frenesí de ambas lenguas que le hizo olvidar el propósito de aquella visita.

El varón acariciaba la desnuda espalda de su compañera que sin saber por qué le complacía mucho tocar y ella sentía los vellos de su piel erizarse porque de la misma forma le gustaban las manos del Uchiha, era algo mutuo. Un comentario de Itachi rompió con la canción que componían sus respiraciones.

—Por cierto, ¿qué tenías que decirme? —interrogó sin dejar de hacerle cariño.

Lo había olvidado por completo y ahora que lo mencionaba se acordaba. Había llegado al cuarto de Itachi sumamente concentrada en lo que tenía que contarle, pero la situación había tomado caminos no planeados. Ahora que le había preguntado tenía que decirle en ese mismo momento, pero se aterró sabiendo que había llegado el momento.

Apartó su cabeza del pecho del mayor de los Uchiha e infantilmente se escondió bajo las sábanas para no verlo a los ojos.

—Oi, ¿qué haces? —preguntó Itachi buscándola bajo las telas con su mano— No te tapes.

—No es tan fácil—explicaba ella aún oculta.

—Hn, ¿qué hiciste? —interpeló inquieto por el silencio de la muchacha— ¿algo de lo que no te enorgullezcas?

—No exactamente, es que no sé si calificarlo como “malo”

Itachi era un hombre muy paciente y sereno, pero la conducta de Sakura no estaba ayudando en nada, por lo que quitó las sábanas que la cubrían y la obligó a observarlo al rostro. De esa manera la kunoichi no pudo seguir alargando la noticia.

—Ya es suficiente, dime—exigió.

Tomando un gran respiro la chica se sentó en la cama y tocando sus manos de la ansiedad se motivó a articular palabra.

—Yo… estoy embarazada, Itachi. Tendremos un hijo.

El semblante que se presenció sobre la faz del Uchiha era impagable. Sus labios estaban entreabiertos, sus ojos fijos hacia ninguna parte y su inhalación se había detenido por completo.

—Tendremos… un hijo—repitió el muchacho sin poder asimilarlo aún.

Sakura supo que ese no era el tono correcto y comenzó a desesperarse ante la inmovilidad del shinobi, pues lo único que quería era sentirse apoyada de su parte, pero no estaba obteniendo nada. Cubrió su cara con las manos y estuvo a punto de quebrarse.

—¿Estás diciendo la verdad? —preguntaba inexpresivo el masculino.

—No necesito que me critiques ni nada, solo dime si puedo contar contigo o no—pidió la chica sin atreverse a mirarlo— Me enteré hace poco y sé que será complicado, pero quiero tenerlo, así que no me pidas que renuncie a él, ni por Akatsuki, te lo pido---

Sakura se detuvo en seco cuando vislumbró la imagen de Itachi cerrando los ojos con fuerza al escuchar el nombre de la organización. Ese gesto de disgusto hizo encender la alarma en Sakura.

—Tú sabes que el bebé que esperas es un problema por donde se le mire, ¿no es así?

Eso era todo. Ahí supo la kunoichi que estaba sola. Las líneas del rostro del padre de su hijo se habían endurecido y no mostraban señales de que fuesen a cambiar. Bajó su cabeza resignada.

—Objetivamente debería buscar la manera de acabar este asunto.

Lo que calló los temores de la chica fue el abrazo que sintió de parte de Itachi. No podía identificar el significado de aquella estrechez, por lo que no se atrevió a envolver sus brazos alrededor de él para corresponderle hasta que escuchó sus palabras.

—Pero… no es lo que pienso hacer —acabó el Uchiha.

Había estado a punto de quebrarse bajo la sensación de estar desamparada y por su cuenta, cuando una sola frase suya había cambiado todo.

—Tonta—pronunció— No te permitiría que te deshicieras de nuestro hijo.

—¿Quieres tenerlo?, es decir, ¿no te molesta?

—Hn, haces como que me conoces, pero lo cierto es que no tienes idea.

Sintió un alivio tan grande por saber que era apoyada por el padre de su bebé que se desplomó en los brazos del Uchiha comenzando a llorar silenciosamente. Había sido un episodio muy fuerte para ella el temor que significaba comunicarle que sería padre, pero por fortuna todo había resultado más sencillo de lo que había imaginado.

Ahora que tenía el apoyo de la persona más importante

—P-Pero, Akatsuki, ¿cómo---

—Sé lo que te preocupa, Sakura, pero no importa cómo, hallaremos una manera—tranquilizó Itachi.

El saber que su hijo estaba a salvo de su padre la hizo sentir nuevamente protegida por el Uchiha. En ese momento era lo único que importaba, Akatsuki por primera vez estaba en segundo lugar.

…

En un lugar no tan apartado se encontraba un grupo pequeño de ninjas con habilidades únicas en cada uno. Estaban intranquilos por la conducta poco usual que su líder estaba teniendo. Últimamente había estado muy apartado del grupo, no que antes haya sido extrovertido, pero jamás estaba tan apartado como ahora que se localizaba sentado sobre una roca a unos metros de su grupo que se ubicaba junto a una fogata alimentándose.

—Está raro—opinaba Suigetsu.

—Iie, tú dices eso porque no conoces a Sasuke Kun—decía la chica de lentes rechazando la idea aunque supiera que lo que decía su compañero era cierto.

—Parece que lo conoces muy bien, se nota que te preocupa—se burlaba el mozo de dientes de tiburón.

—¡No es verdad!, lo digo en un sentido únicamente profesional—se defendía moviendo su cabeza.

—Como sea, sé que no es el sujeto más sociable del mundo, pero nunca había estado así.

—No ha venido a comer—agregó Juugo con calma— ¿por qué no van a ver que le ocurre?

Se miraron entre ellos y ninguno se decidía a importunar al menor de los Uchiha porque no sabían cómo reaccionaría si lo molestaban estando tan sumido en sus pensamientos. Juugo no quería provocar su agresividad, Karin nunca quedar mal con él y pareció que el más apropiado para ir a hablarle era Suigetsu. Sus compañeros se voltearon a verlo para indicarle que fuera.

—De acuerdo, de acuerdo, no se amontonen por ir. Iré yo—habló el muchacho levantándose y dejando su comida.

Avanzó por las sombras que comenzaban a proyectar los árboles con el paso de las horas colocando sus brazos detrás de la espalda y se colocó junto a la roca en la que Sasuke estaba sentado mirando hacia el cielo como si intentase encontrar algo. ¿Cómo se suponía que debía comenzar?

—Oi, los chicos están preocupados—empezó no muy convencido de lo que decía— Así que podrías decir algo para mantenerlos más tranquilos.

No recibió respuesta por parte del Uchiha, sólo recibió un soplido de parte del viento que comenzaba a aumentar muy sutilmente. Suigetsu suspiró pesadamente al ver que estaba siendo ignorado e hizo el ademán de irse cuando escuchó hablar a Sasuke.

—Ella sabía algo—murmuró.

—¿Eh?, ¿quién? —preguntó Suigetsu recordando pronto a quién se refería— ¡Ah!, hablas de la kunoichi de los huesos.

—Hai. Suena ilógico, pero todo me decía que sabía todo lo que necesito saber para llegar a Itachi—contestó empuñando su espada con deseos de venganza.

—Sí, eso está claro, si es de Akatsuki.

—No es solo eso. Conoce más que el resto sobre lo que necesito—hablaba con seguridad.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntaba el chico cuyos dientes eran afilados— La vimos, se puso nerviosa, te atacó, desapareció y eso fue todo.

—Tú eres quien lo está diciendo—dijo el Uchiha poniéndose de pie— ¿Por qué ponerse nerviosa?, ¿cómo fue que desapareció peleando conmigo?

—Aún no comprendo adónde quieres llegar.

—No estaba sola, alguien debió haberla ayudado a escapar de mí.

Suigetsu unió las piezas del rompecabezas que su líder había logrado resolver y llegó a la misma conclusión. Todo encajaba en que la joven había estado acompañada, pero no habían podido identificar de quién se trataba, ni Sasuke mismo lo sabía.

—Entonces, ¿qué planeas hacer?, ¿la buscarás?

El superviviente de los Uchiha mantuvo el silencio por unos momentos. En situaciones como esas eran cuando un líder tenía que cuidar bien sus pasos debido a que involucraba a todo el grupo. Tomó en cuenta el objetivo de su organización Hebi y ya no le cupo duda.

—No hace falta. Se darán las cosas necesarias para que nos volvamos a encontrar, es más, tengo la teoría de que podría ser ella quien termine buscándome.

El viento comenzó a soplar cada vez más fuerte moviendo el pelo de Sasuke como alimentando su fuego de venganza. Estaba tan convencido de la efectividad de sus palabras que su sharingan se activó sin su consentimiento como un fuego interno que se exteriorizaba a través de su línea de sangre.

…

—Itachi—llamó la kunoichi de ojos esmeralda sin recibir respuesta— ¡Itachi!

—Hn—se animó por fin el shinobi a emitir sonido.

Los dos ninjas se encontraban cerca de la boca de la guarida de Akatsuki, pero por la parte de afuera para que su conversación no hiciera eco, estaban siendo muy precavidos cuando se trataba de abordar temas tan delicados como los que estaban tratando ahora. Por eso se encontraban sentados en una roca a los pies del un árbol de cerezo bastante joven que se podía notar que era la primera primavera que se lucía en estado de florecimiento.

—No me has dicho qué opinas al respecto—le recordó la kunoichi sobre su diálogo.

—Estás apresurándote mucho al pensar en un nombre ahora mismo—habló Itachi.

—Es que no me siento bien llamándole “bebé”, porque estaría llamándole como a todos los niños del planeta y no es así—explicó Sakura.

A pesar del ahínco que estaba poniendo la chica en explicar, el Uchiha no lograba captarla del todo. Era demasiado objetivo como para entender su idea, pero ella tenía paciencia porque sabía que el joven tardaría en realmente comprender lo que significaba ser padre. Sakura ya entendía ese concepto porque aún consciente de que su hijo estaba recién formándose ya lo sentía dentro de sí.

—Aún no sabemos su sexo, no tiene sentido ponerle un nombre si después lo tenemos que cambiar—dijo Itachi objetivamente.

Sería un paso que la kunoichi tendría que hacer ella misma, poniéndole un apodo o algo así. El ninja renegado volvió a hablar.

—Antes de que lo olvide—comenzó el masculino haciendo una leve pausa— No quiero que aceptes más misiones por el momento.

—¡¿Eh?! —se indignó la chica incorporándose— ¡¿De qué estás hablando?! , claro que voy a seguir cumpliendo con las misiones de Akatsuki!

—No, no lo harás—se opuso tranquilamente.

—¿Y desde cuándo eres dueño de lo que haga y lo que no?

—Desde que estás embarazada con mi hijo—dijo muy seguro de sí.

Al principio la joven se sintió invadida dentro de su propia vida, pero pronto suavizó su endurecida expresión al ver que Itachi estaba preocupado por el bienestar de su niño y quería formar parte del asunto, claramente al ver tan buena disposición no se opondría a ello.

La chica puso sus manos sobre las rodillas y se inclinó hacia el muchacho para besar con ternura sus labios, éste correspondió gustoso a su invitación aunque sin la misma ternura.

Muy a pesar de lo bello de la imagen que proyectaba con esa sintonía, no sabían que su escenario perfecto se vería estropeado prontamente por las fuerzas del azar. Estaban olvidando que su actuar se encontraba en sus manos solamente en una disminuida porción y que un Akatsuki no podía esperar mucho de la vida como lo estaban haciendo ahora.

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CONTINUARÁ…

 

Chicas, muchas gracias por sus saludos de cumpleaños y de navidad wiiii n_n Espero que la hayan pasado muy bien en estas fiestas. Este capítulo es muy importante porque marcará un antes y un después. Disfrútenlo.

Esmeralda Ermitaña​

Capítulo XXII​

Dicen que la felicidad, el dinero y la salud son iguales porque vienen y van, nunca sabes si tienes suficiente, ni tampoco si serás el único que disfrutarás de ella. Itachi estaba no visiblemente contento por la noticia de ser padre, por muy frío e indiferente que pareciera por fuera, porque también sabía que no podía permitirse algo así, iba en contra de su naturaleza. Sakura era lo contrario, porque no sabía si estaba feliz con todos los miedos que revoloteaban cerca de su cabeza, pero a pesar de ello se mostraba sonriente al sentir dentro de su cuerpo una vida que no era la suya.
Tener que ocultar el embarazo a como dé lugar era crucial para no peligrar, porque bastaba con que un solo idiota chismoso supiera de su estado para comenzar a sufrir posibles atentados por ser una Akatsuki. Lo que tampoco había sido sencillo resultó ser eludir las misiones peligrosas, por lo que cada vez que Pein necesitaba que alguien espiara un determinado lugar Sakura siempre se ofrecía primero. Así pasó un mes entero sin que nadie se enterara de su condición.
Ese día todo cambiaría de una manera que nunca imaginó y de una manera forzada.
La kunoichi de cabellos rosados corría frenéticamente por los pasillos de la guarida pues se sentía mal. Un retorcijón en su estómago le indicaba que algo no andaba bien. Se apresuró entonces a la primera puerta que tuviera un baño y la cerró tras de sí apenas ingresó. Se puso en cuclillas ante la taza del inodoro y levantando la tapa regurgitó en su interior.
—“¿Cuándo dejaré de vomitar así?” —se preguntaba jalando la cadena.
Llevaba bastante tiempo así, oliendo todo y con devolviendo toda comida que fuera demasiado fuerte y no era algo a lo que estuviera acostumbrada.
Abrió despacio la puerta cuidando de salir lo más normal posible para no levantar sospechas cuando su posición le dio un ángulo perfecto para ver un cuarto del otro extremo que se encontraba entreabierto. Podía apreciar al líder de Akatsuki sentado frente a un escritorio levantando una imagen en sus manos que Sakura conocía. Se trataba de Gaara, definitivamente algo se traía con él, porque desde hacía tiempo que se había percatado del interés de Pein en los expedientes del kazekage.
—Sigue estudiándolo—dijo una voz casi pegada a Sakura que la hizo sobresaltarse— Una kunoichi no debería asustarse por algo tan simple, ¿no lo crees?
—Konan—se alivió al ver de quién se trataba.
—Te inquieta, ¿verdad? No ha parado de revisar toda la información del jinhuuriki del Shukaku.
—¿El kazekage?
—Hai—contestó la fémina adornada con una rosa de papel— Sigamos hablando en otro lugar. Nagato puede escucharnos aquí.
Hizo como le sugirió su compañera y la siguió al exterior de la cueva para hablar entre mujeres, algo que siendo las únicas de la organización venía bien. Pasaban lo más cerca posible a la guarida, pero disfrutando del sol que tanta falta hacía al interior de aquella cueva.
—¿Por qué líder sama ha estado tan pendiente de Gaara? —preguntó la chica encinta— No lo he visto así con la captura de los demás bijuus.
—Es simple saber por qué. La aldea de la arena es una de las más sofisticadas y reúne a muchos de los mejores ninjas, no es como las otras aldeas pequeñas que hemos visitado. Además, estamos hablando del kazekage, es por eso que está tomando tantas precauciones.
Ahora que lo recordaba, Gaara era un oponente formidable. Por desgracia no tuvo la ocasión de poder luchar contra él en combate, pero el simplemente ver su habilidad de la arena ya era algo impresionante. Supuso que Itachi ya lo había visto luchar antes, porque por algo no dejó que tuvieran un combate.
—Nadie me quita de la cabeza que el kazekage es el siguiente blanco.
—¿No te lo ha dicho? —interrogó Sakura.
—No esta vez, creo que es porque no tiene decidido cómo hacer para capturarlo de la mejor forma sin que haya muertos.
Hicieron una pausa que la muchacha de ojos esmeralda aprovechó para angustiarse por la suerte que correría el pelirrojo, porque le tenía respeto como ninja y le parecía un desperdicio acabar así con su vida, pero era por los bijuus y no había lugar para esos pensamientos.
La artista especializada en el origami cambió drásticamente de tema.
—¿Para cuándo es el bebé? —soltó de improviso.
— ¿Eh?, y-yo… no entiendo a qué te refieres—dijo Sakura intentando defenderse con palabras sin sentido.
—Creí haberte dejado en claro que estas cosas quedarían entre nosotras. Lo supe desde el momento en que fuiste a verme cuando fui a visitar a mi hija.
—¿Cómo?, si no te dije nada—murmuró buscando una explicación.
—Conozco esa cara, porque hubo un tiempo en que la vi en mí—reveló Konan.
—Tienes unos sentidos muy agudos—apreció la chica— Es verdad, hace más o menos un mes que lo sé.
—¿El padre lo sabe? —preguntó directamente.
Sakura agradeció el hecho de que no le preguntara por la identidad del padre de su bebé, al menos en ese aspecto podía descansar.
—Sí, yo misma se lo dije. Creo que tenía el derecho de enterarse.
—Supongo que será bueno para ti hijo, al fin y al cabo es él el que cuenta más que tú misma.
Le estaba hablando como una verdadera madre que sabía lo que estaba diciendo. En el fondo también la estaba aconsejando entre palabras para que pusiera a su bebé en primer lugar.
—Yo me retiro, tengo cosas que hacer—anunció Konan poniéndose de pié para volver a la guarida.
Sakura iba a hacer lo mismo, pero se detuvo en cuanto sintió unos fuertes sonidos en su estómago exigiendo comida. Sonrió.
—“Nunca tengo hambre a estas horas, ¿acaso la tienes tú?” —preguntaba acariciando su vientre.
—Sakura—llamó una voz a sus espaldas.
Se dio vuelta y se encontró con el semblante del padre de su bebé. Se encontraba sereno como siempre, como aguas calmas en un buen día de mar y tan profundo y secreto como ellas. A pesar de ello, Sakura podía ver a través de todo ello.
—Estás con hambre—observó el Uchiha.
—Solo un poco, justo iba adentro a ver qué me sirvo—habló la chica.
—Iie, no quieres la comida que normalmente comemos.
La kunoichi iba a protestar, pero en el momento Itachi sacó una bolsa de tela detrás de su espalda que entregó en las manos de su amante. Sakura de inmediato adentró sus manos en el costal y topó con algo un tanto húmedo. Subió una de sus manos y pudo ver que varias zarzamoras caían del puñado que había cogido.
—Te vi comiendo varias de esas a escondidas, supuse que tenías ese antojo—dijo como si fuera lo más normal del mundo.

Sin duda que el mozo tenía gestos muy considerados y caballerescos con ella. Agradecía tener a alguien como Itachi, quien podía hacer a un lado su arrogancia y frialdad unos momentos cuando se trataba de algo tan importante como un descendiente. Iba a acercarse para agradecerle su preocupación, pero fueron interrumpidos por uno de sus compañeros, justo el que menos querían ver.

—Veo… que estaban aquí—murmuró el pelirrojo marionetista.

— ¿Qué quieres? —preguntó Itachi cortante colocándose frente a Sakura.

—Tranquilo, comadreja. No tienes que asustarte—dijo Sasori— Vengo porque el líder quiere hablar contigo y con… Sakura chan.

Le molestaba profundamente que llamara a la kunoichi de esa manera tan personal, como si fuera de su total confianza. La muchacha percibiendo su disgusto puso su mano sobre el hombro del Uchiha para calmarlo y no dejarse llevar por los juegos de Sasori.

—Iremos de inmediato—habló la chica.

…

Pein daba vueltas por el mismo lugar ante las miradas de Itachi y Sakura. Se habían reunido con él tal y como habían acordado, pero el perforado aún parecía analizar lo que iba a hacer.

—No alargaré esto—habló finalmente el poseedor del rinnegan— Les tengo una importante misión y necesito de ambos para cumplir el objetivo.

—¿Cuál es la misión? —preguntó el Uchiha en tono profesional.

—Ustedes sabrán que en este desierto se encuentra un jinchuuriki, estamos hablando del kazekage—empezó explicando.

No era algo que los aliviara, porque si se trataba de capturar al jinchuuriki del Shukaku sería algo peligroso y con alto nivel de riesgo. Esperaban que fuera algo menor, pero era utópico pensar eso si habían sido llamados.

—Lo que dificulta esto es que está muy bien protegido siempre y su defensa de arena hace casi imposible un ataque sorpresivo, tiene que ser algo que él permita y no espere. Aquí es donde entran ustedes dos—hablaba Pein.

Eso era todavía más confuso. Habría que ser más directo.

—No estoy entendiendo—dijo Sakura.

—Quiero que con la ayuda de Itachi te infiltres de la Aldea de Suna y seduzcas al kazekage haciendo todo lo que él te pida y lo que sea necesario para llevarlo fuera de la aldea, ¿has comprendido? —preguntó Pein

Definitivamente no se esperaban eso. Lo que estaba diciendo era que prácticamente se acostara con él y ganarse su confianza para finalmente llevarlo a una muerte segura en manos de Akatsuki. De todas las misiones posibles tenía que asignársele esa. Instintivamente llevó una mano a su vientre pensando en lo peligroso que era hacer eso y lo dañino psicológicamente hablando.

—No—habló Itachi sin pensar, como si lo hubiera escupido.

Pein puso una cara como si le hubieran pinchado con una aguja y se volteó con una mirada siniestra sobre quien se había atrevido a cuestionar a alguien como él, que se consideraba a sí mismo un dios.

—¿Qué has dicho, Itachi?—habló mirándolo hostigadoramente, como desafiándolo a que se atreviera a pronunciar lo mismo.

—Que no estoy de acuerdo con la misión—reiteró mirando de la misma forma— Si lo desea yo mismo me encargo de todo el proceso, hallaré la manera.

—¿Y se puede saber por qué no puedes aceptarla? —preguntó con mucho interés el perforado.

Claro que tenía una razón de peso. Itachi se encontraba atrapado, porque tenía confesarle algo muy importante al líder de Akatsuki a cambio de que Sakura no corriera peligro y no tuviera que dormir con nadie. Miró a la kunoichi buscando algo en su semblante que le diera muestras de estar de acuerdo o que le sugiriera qué hacer y lo que halló fue el asentimiento de la chica, aunque con mucho esfuerzo.

—Sakura está embarazada con mi hijo—confesó.

Ya había sido, acababa de soltar la verdad que habían estado escondiendo por un mes más o menos. El rostro de Pein no se movió un solo músculo, en vez de eso siguió mirando a Itachi severamente y no sabían qué esperar de ello. Todo aquello que permanecía incógnito quedó resuelto y sellado con la decisión del líder frente a ellos.

—Los quiero a ambos en Suna a primera hora de la mañana. Ahora márchense.

Ni siquiera le había importado que la kunoichi estuviera encinta y no comprendió para nada su posición. Ahora Sakura comprendía por qué Konan había decidido no incluir a Pein en la vida de su niña, simplemente porque no tenía consideración alguna con nadie.

Se fueron de allí como les fue ordenado sin emitir palabra, pero ambos sabían que tenían que hablar de lo ocurrido y fueron a la habitación del Uchiha cuidando de cerrar la puerta en su totalidad. Se tratarían temas muy importantes que no podían esperar.

Sakura e Itachi se sentaron con ojos pensativos y se decidieron a abrir el tema. Esperar solo empeoraría las cosas, además que tenían únicamente hasta la mañana siguiente.

—No quiero que lo hagas—habló el Uchiha.

—Si hubiera una sola forma de no hacer esto—murmuró Sakura apoyando su cabeza en sus manos.

—La hay. He tomado una decisión—anunció Itachi.

Eso llamó la atención de la muchacha. Si el joven había tomado un camino lo estaba tomando por ella y por el tono de su voz deducía que era algo significativo. Sus sospechas se confirmaron cuando su amante se puso de pie y la contempló de manera que la hizo sentir muy pequeña a su lado.

—Debes irte de aquí—informó el masculino.

—¿Qué?, ¿estás loco? —preguntaba Sakura visiblemente sorprendida— No puedo irme de aquí, ¿cómo es posible que siquiera lo pienses?

—Eres tú la que no entiende la gravedad de este asunto—se defendía el hombre— Cuando éramos nosotros dos todo era diferente y las misiones eran lo primero, pero ahora tendremos un hijo.

—Por eso mismo. ¿Qué pretendes haciendo que nos alejemos del otro?, eso no ayudará en nada.

—Esto es más grande que nosotros—continuó el Uchiha— No tiene importancia lo que nosotros queramos, importa lo que es mejor para el bebé.

Entonces la chica comprendió las palabras que le había dicho Konan que una ya debía pensar en lo que era lo más sano para un hijo. Tenía muy en claro que no quería irse, ni dejar a Akatsuki, ni a Itachi, ni a nadie, pero como había dicho su amante era algo más grande que los dos. Si iba a Suna a cumplir con la misión quedaría marcada de por vida, además que corría el riesgo de morir o perder a su futuro fruto y sería egoísta permanecer aún sabiendo eso.

Se derrumbó en los brazos de Itachi comenzando a llorar por la injusta realidad que le estaba tocando vivir. Siempre dicen que la vida está llena de posibilidades, pero ahora comprobaba que se trataba de una vil mentira al encontrarse ella misma en una situación en la cual solo podía elegir entre quedarse o irse, no había un punto medio.

—Es muy difícil—sollozaba en los fuertes brazos del Uchiha.

Iachi no le contestó porque le había tocado a él ser el fuerte y mostrarse inquebrantable. Como Sakura no tenía la seguridad de lo que estaba haciendo tenía que entregársela él para que se sintiera más confiada de sus acciones e hiciera todo lo más llevadero posible. Al menos ahora se encontraban de acuerdo en que no podía permanecer en Akatsuki. A ambos les costaría separarse, porque a pesar de que se habían entrenado para no vincularse con nada ni con nadie estaban unidos lo quisieran o no.

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CONTINUARÁ…

 

Esmeralda Ermitaña​

Capítulo XXIII​

Era una noche penumbrosa y muy falta de luz. Las estrellas se encontraban ocultas por una amplia red de nubes negras que dificultaban toda entrada de cualquier destello que quisiera llegar a la tierra, era perfecta para el propósito que se tenía para ese momento. Tenían poco plazo para hacer su cometido y habían organizado todo para no tener ni un minuto en falta, solo tenían que ejecutarlo esa noche.
Sakura había intentado dormir toda la noche bajo las sábanas de su cama, pero la seguía molestando la inseguridad que hacía retazos su cabeza como un taladro para humanos. Finalmente sintió que era tambaleada por una mano que se posaba en su espalda y la mecía con intenciones de despertarla, cosa que era infructuosa considerando que no había pegado un solo ojo.
—Sakura—llamó la voz de Itachi cerca de su oreja en medio de la oscuridad— Tienes que levantarte.
La chica volteó sobre sí misma y se vio con lo único iluminado en aquella habitación, que eran los nocturnos y luminosos ojos del Uchiha. Se daba cuenta que en unos minutos ya no tendría nada de aquello, nada de su cama, ni de Akatsuki ni del joven que la observaba en medio de las sombras.
—¿Es hora? —preguntó la muchacha.
—Hai—confirmó el masculino— Recoge tus cosas, debemos hacerlo ahora que todos duermen.
Efectivamente eran altas horas de madrugada y en medio de ese ambiente había que salir lo más cautelosamente posible. La chica tomó un costal de debajo de su cama que había preparado en la tarde especialmente para esa huída y siguió al joven por el oscuro pasillo que pronto dejaría para siempre. Escuchaba respirar las paredes con las inhalaciones de sus compañeros que dormían y se sintió nostálgica de golpe. Conocía de memoria el ritmo de sus respiraciones y podía identificarlos a todos si quisiera. Kisame apenas se escuchaba, Tobi hablaba dormido, Deidara respiraba muy fuerte , Hidan roncaba invocando a Jashin entre ruidos, Pein y Konan no se escuchaban, Zetsu se encerraba dentro de sí mismo por lo que no se oída y Kakuzu se despertaba entre cada dos horas de sueño.
¿Cómo borrar todo aquello de su mente?, lo había vivido ocho años de su vida y se había criado con ellos porque lo habían permitido y hasta les había llegado a gustar. Se quedó viendo por un par de minutos por la rendija de una puerta los rostros durmientes de Deidara y Tobi, quien corría entre sueños con un oso de peluche en la mano.
—Senpai… salve a Teddy—hablaba sin sentido el enmascarado.
Sakura sonrió tristemente al saber que se despediría de todo aquello y estuvo a punto de dejar caer una lágrima cuando sintió la mano de Itachi en su hombro.
—No tenemos tiempo—recordó.
—Onegai, Itachi—rogó la chica— Solo dame este momento, no lo tendré nunca más.
Por fortuna el varón le entendió y la dejó guardar dentro de sí la última imagen de sus compañeros antes de partir. Tomando un gran respiro la kunoichi de largos cabellos cerró la puerta que guardaba la ilusión nocturna de sus ahora ex colegas.
Salieron de la guarida sin un solo sonido, lo cual les favorecía para no dejar huella y siguieron se dispusieron a partir.
—Súbete a mi espalda—ordenó el hombre— Es un largo trecho, no quiero que te canses.
—Espero que esto sea lo mejor—dijo subiendo a su espalda y apoyando su cabeza en el hombro del masculino.
—“También yo” —pensó el Uchiha, pero tenía que ser la base de su seguridad— Es lo mejor que pudimos idear antes de mañana, hacemos lo correcto.
La espalda de Itachi era su único refugio en el trayecto que estaban realizando a espaldas de los demás y se aferraba a ella con urgencia sin atreverse a mirar el camino que dejaban atrás, para no arrepentirse de llegar hasta ese punto y regresar por impulso. Lo único que la mantenía firme en su decisión era el bienestar de su hijo a quien sentía desarrollarse poco a poco dentro de sí.
Itachi corría sin descanso y sin pausas, pero se preocupaba por ver que Sakura no se cansara demasiado por estar en esa posición mientras se trasladaban, no quería que todo resultara en una pérdida lamentable, por lo que no bajaba la guardia.
Se detuvieron de pronto y la kunoichi se animó a abrir sus ojos lenta y pesadamente. Estaban dentro de un inmueble amplio y seco, era un establo abandonado y dejado sin animales. Se bajó de la espalda del chico sin hablar y examinó todo a su alrededor. Al no ver nada fuera de lo común no supo hacia dónde se dirigían los planes del Uchiha.
—Antes que nada quiero que tengas esto—dijo Itachi pasando a las manos de Sakura una diminuta manta con un abanico en el centro.
Examinó con detenimiento la tela que era realmente suave y al ver que se trataba del símbolo de su clan se cuestionó por qué tenía esto siendo que el clan Uchiha había sido exterminado.
—En mi clan solíamos usar esa frazada para recibir al primogénito de una familia—explicó evocando las imágenes de aquellos tiempos— Fue esta misma la que usaron el día de mi nacimiento. Úsala con nuestro hijo en cuanto nazca.
Eso tenía un significado muy obvio como para pasarlo por alto. Comprobaba con esas palabras que estaría apartada de Itachi y de los demás por un tiempo significativo, porque o si no, no se hubiera adelantado al nacimiento del bebé. Tenía que aprovechar el momento para preguntarle todo antes de partir y no acabar enterándose cuando ya estuviera lejos.
—Afuera de este establo te espera un hombre que te llevará en caballo de aquí—informó lo más fríamente posible, cosa que a él le resultaba muy bien— Le he pagado por su servicio y discreción, estarás a salvo en sus manos.
—No entiendo qué es lo que pasará—pronunció la muchacha con preocupación.
—Yo tampoco, pero hasta que no lo sepa debemos hacer esto. Ahora que te has ido Akatsuki puede considerarte traidora y si te encuentra alguno te puede asesinar, ó bien ignoren lo que ha pasado, no lo sé, pero es un riesgo. Para evitar que te rastreen irás a la Aldea de Konoha, es el lugar más seguro que existe y podrás establecerte rápidamente.
—Me estás alejando lo más posible de todos ustedes, ¿no es así? —interrogó sentimentalmente.
Un rayo iluminó el lugar unos momentos liberando una ruidosa lluvia que se escuchaba al exterior. Sólo predominaba por sobre su ritmo el pesado latir de Sakura que ya le costaba trabajo hacer su labor. La frivolidad de las facciones del Uchiha le hizo ver que efectivamente esa era su intención y se oscureció su semblante mirando hacia el suelo por el pesar que sentía.
El masculino no sabía bien cómo actuar. Miraba a la joven con quien su clandestina relación había tenido frutos y a pesar de no ser su esposa, ni siquiera novia, pronto sería la madre de su hijo y eso tenía un lugar significativo e importante. Con ese sentimiento de responsabilidad y de incertidumbre al saber que no la tendría en sus brazos en mucho tiempo se acercó a ella y levantó su mentón para acariciar su mejilla consolándola.
—No es… lo que quiero—confesó Itachi casi inaudible y con la voz cuidando de no parecer preocupado— Es lo que tenemos que hacer.
Con el siguiente rayo se iluminó la cara de ambos y Sakura pudo ver por fin una muestra de sentimientos en los ojos de su antiguo tutor. En sus ocelos se filtró el afecto que le tenía a la kunoichi y que celosamente guardaba. Aquello fue suficiente para que la chica confiara con mayor plenitud en sus acciones, ya que ahora estaba segura que no la quería enviar lejos porque fuera un estorbo, sino todo lo contrario. Estaba haciendo eso justamente porque de verdad le importaba y con eso se abrazaron y besaron fuertemente como una forma de guardar ese contacto hasta que la larga espera acabara y pudieran verse otra vez.
—Te dejaré afuera, antes de que la tormenta empeore—habló el muchacho—Tienes que partir ya.
—Está bien, vamos.
La moza fue cubierta por una capucha impermeable por el varón antes de salir al exterior. Correctamente se encontraba allí un hombre cubierto casi totalmente, aparte de las manos. Itachi ayudó a subir a Sakura a sentarse sobre el caballo atrás del jinete quien recibió instrucciones muy claras de parte del Uchiha.
—Recuerda, lo más cerca que puedas de Konoha—repitió el poseedor del sharingan.
Entonces se dirigió a Sakura para compartir las últimas palabras.
—Si te cansas debes avisarle, él se detendrá un rato para que te recuperes—explicaba— Cuando estés en la aldea busca a la hokage y pídele que te deje ingresar a los terrenos del clan Uchiha para que vivas en una casa. La frazada que te di será prueba suficiente de tu nexo con un Uchiha. Deberás decirle que yo soy el padre, pero no le digas que perteneciste a Akatsuki o correrás peligro.
—Pero… ¿cómo debo hablarle a alguien tan influyente? —se preguntaba la muchacha tomando la mano derecha del hombre.
—Eso algo que tendrás que descubrir por ti misma—contestó.
—Hay que partir ahora, si se desborda el río no podremos llegar—apresuró el jinete.
Aún tenían sus manos juntas cuando el caballo partió dejando de lado el lugar en el que había estado esperando para recoger a la fémina que ahora llevaba en su lomo. Antes de desaparecer en medio de la lluvia nocturna, Sakura volteó a ver por última vez en mucho tiempo al Itachi quien se quedó inmóvil hasta verla perderse en la penumbra.
—Itachi…—murmuró.
…
El caballo que la llevaba era muy alto y macizo, por lo que con cada trote el retumbar del suelo era masivo. Agradecía su altura, porque de esa forma el agua que salpicaba no llegaba a mojarla y podía estar más tranquila por su salud.
Hasta el aire le parecía distinto, porque la humedad en los lugares en los que ahora circulaba era mucho mayor a la de su antiguo hogar. Nunca había estado por su cuenta, pues primero estuvo con su padre y luego con Itachi, pero siempre guiada por un ángel guardián, un ángel que ahora no tenía. Estaba sola con un bebé en su vientre.
Pronto una frenada brusca del corcel la hizo remecerse hasta el punto de casi caer por el brusco movimiento, pero se aferró con fuerza a tiempo para no caer. Echó una mirada alrededor del sitio en el que se habían detenido y notó que la lluvia había parado y que los árboles eran más altos y verdes que los bosques de las afueras de Suna, cosa que le indicaba que se encontraban apartados.
—“Como se nota que ya no estoy en Suna” —pensó la chica tristemente.
—Hasta aquí puedo llegar—dijo el jinete con su rostro aún cubierto—Sigue caminando un poco más adentro y verás la entrada de la aldea. Yo ya no puedo seguir.
—¿Por qué no? —preguntó curiosa.
—Soy un fugitivo de Konoha—confesó mientras la ayudaba a bajarse del caballo.
Era algo más o menos obvio considerando que si era de la confianza de Itachi no debía serlo de la aldea de la hoja, pero había resultado ser un buen guía.
Se despidió del hombre sin ganas y se encontró sola frente al camino de tierra que se encontraba húmedo por la reciente lluvia. Caminó por el sendero y llegó pronto a la entrada de la aldea sin saber si ingresar o mandar todo a la basura.
—“Podría entrar o podría irme si quisiera” —pensó— “Pero si no logro entrar no sé si vuelva a ver a Itachi”
Decidió poner sus pies dentro de la aldea sin quitarse la capucha impermeable que vestía y notó que Konoha era más grande aún que Suna y se veía aún más extensa al ver a los habitantes activos yendo de un lado a otro como si la lluvia no significara nada. Pensó que ese mismo espíritu emprendedor los había localizado como una de las aldeas más poderosas.
Se detuvo en uno de los locales para preguntar sobre la localización de lo que ahora era importante: la ubicación de la hokage. Entró e inhaló el aire, no había duda que se trataba de una florería y lo comprobó con los pétalos que se encontraban dispersos en el suelo.
—¿Te puedo ayudar en algo? —preguntó una voz frente al mostrador— Soy Ino, soy hija de los dueños del negocio.
Era una chica rubia que la miraba como a un bicho raro. Ahora que se daba cuenta, era la única persona con capucha en toda la aldea, parecían ser todos abiertos y conocidos entre sí.
—Yo… necesito encontrar a la hokage—pidió silenciosamente la joven de ojos esmeralda bajando la mirada.
—“Esta es medio rara” —pensó la blonda intentando ver a través de la tela que cubría a la desconocida— “¿Estará bien si la ayudo? Supongo que no tengo opción” Espera a que cierre la tienda, yo misma te llevo hasta allá.
Hasta ahora todo iba bien. No la habían tratado mal y no había generado sospechas, de hecho estaban siendo amables con ella, o al menos eso sentía con quien acababa de conocer.
Ino parecía agradable, pues se dio cuenta que la kunoichi estaba agotada por el viaje e intentaba distraerla contándole anécdotas de sus días en la tienda y de un chico que le agradaba mucho que se llamaba Sai según le escuchó. Entraron a un edificio llamativo que se notaba que era ocupado por autoridades y fue guiada por la rubia chica por un iluminado pasillo hasta que fueron detenidas por una mujer con un cerdo en sus brazos. Sakura se preguntó si se lavaba las manos antes de comer.
—Shizune san, esta viajera quiere hablar con Tsunade sama—habló la florista.
—Ella no quiere ser molestada. Recientemente tuvo una reunión con los ancianos y está molesta—informó con el puerco chillando.
—Querrá verme a mí—se adelantó Sakura para quedar frente a Shizune.
Viendo que el ambiente se ponía tenso, Ino sintió que ya estaba sobrando y buscando algo en qué distraerse buscó la manera de excusarse.
—Con su permiso, yo vuelvo a la florería—dijo retirándose y dejando solas a las dos mujeres.
Solo estaban Sakura y Shizune y por suerte nadie más circulaba por el pasillo.
—¿Y tú quién eres? —preguntó inclinándose hacia adelante para intentar ver su rostro.
—Quien yo sea no importa, es algo que veré con ella—habló la kunoichi de cabellos rosados— lo importante es la intención con la que vengo.
Con eso sacó de su bolso la frazada con el símbolo Uchiha ante la mirada atónita de Shizune. Era imposible hacer una réplica exacta de la conocida manta del primogénito de los Uchiha, después de todo solo ellos conocían el material con el que estaba hecha. Decidió confiar en ella esa vez, pues pagaría muy caro después si no lo hacía.
—Sígueme—ordenó Shizune poniéndose seria.
Irrumpieron en la oficina de la hokage de manera que la rubia sentada en el escritorio hizo ver una vena en su frente. Realmente estaba de mal humor.
—¡Shizune, ya te dije que no me interrumpieras! —exclamó visiblemente molesta.
—Sumimasen, Tsunade sama, pero ella insistió—dijo haciéndose a un lado para dejar a Sakura a su vista.
Sakura se acercó al escritorio de la hokage sutilmente para no importunarla aún más y se decidió a hablar. Había algo muy extraño en esa viajera que Tsunade estaba captando. Algo en ella se le hacía muy familiar y el haber ganado el bingo de esa mañana le demostraba que no sería un día normal. Se puso atenta.
—Acércate un poco más—ordenó Tsunade.
La joven de ojos esmeralda acató sus órdenes para quedar prácticamente pegada a su escritorio. Fue entonces cuando la rubia de golpe de puso de pie y de una sola vez hizo hacia atrás la capucha revelando sus verdes ojos. Solo tuvo que ver su pelo rosado para corroborar las sospechas de su inquieto corazón.
—“No puede ser” —pensó cubriéndose la boca.
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CONTINUARÁ…