Ian Lockhart —Así que sólo has llegado tú, ¿Eh, Liza? —puse la mano sobre su hombro, colocándome a su lado, lo que hizo que la entrenadora se sobresaltase ligeramente—. Parece que la escuela pokémon al final es nuestro lugar de reunión. Aún así, Joel, Rhyme —miré a ambos durante unos segundos—, ¿Donde están Karina e Irvine? Pronto tanto Liza como yo nos pusimos al corriente de todo lo ocurrido y el plan de Irvine y Karina. Uh, no me hacía la menor gracia de verdad. Suficiente había tenido ya con lo de las líneas de tiempo secundarias, las líneas inamovibles y tal. Y ahora que sabíamos que nosotros podíamos modificar el tiempo, aquello me ponía aún más nervioso. Aunque, ¿De verdad seguíamos pudiendolo hacer? Después de todo, fue el Arceus de este mundo el que nos restauró. ¿No pertenecíamos ahora a este mundo? Ugh, por qué tenía que meterme en estas cosas. Liza miraba el portal temporal con recelo, pero se le notaba que al final entraría. ¿Qué remedio, eh? Supongo que yo tendría que hacer lo mismo. ¿De verdad no era más seguro intentar arreglar a Irvine de otra forma?
Emily Hodges Hubert y yo no tardamos en llegar a la Escuela Pokémon. No pude evitar contarle con cierta emoción como fue mi primer día como holder en esa misma escuela al chico. Le conté sobre como llegué tarde y como conocí a Dante y a Ian mientras recorríamos los pasillos del edificio. Reconocimos unas voces en el patio cuando estuvimos cerca del mismo y sin dudar nos dirigimos hacia el lugar. La estampa fue bastante impresionante al principio: Ian y Liza se encontraban mirando un extraño portal, a su lado... ¿D-Dialga? También estaban Rhyme, Joel y Melissa. —¡Buenos días, chicos! —saludé, en primera instancia, cuando Hubert y yo nos acercamos, para hacer saber de nuestra presencia—. ¿Y bien? ¿Un resumen de lo que ha pasado? Pronto los demás nos pusieron al día. El plan me provocó un escalofrío, debía admitirlo. La idea de viajar en el tiempo, aunque tentadora, me provocaba cierta preocupación. Por mucho que tuviésemos a Dialga y a Celebi de nuestro lado, interferir en el paso del tiempo me daba mucho respeto. ... Pero había que hacerlo, por Irvine y por Galeia. Y porque éramos Holders, esa era nuestra obligación, velar por la seguridad de nuestra región y... ¡bueno! Lo cierto es que era emocionante tener una nueva aventura de ese estilo. Miré a mis compañeros con una sonrisa. >>Bueno, pues vamos allá, ¿no? Y porque no estaba sola. Contenido oculto Spin-off: Emily se encuentro con dos husbandos y una waifu
Alpha Xenodis. Parecía ser el último en llegar. ¡Bien, no tenía problemas con eso! Sin embargo, Irvine no estaba aquí. No nos querían precisamente para entrar a razonar con él, sino para una... ¿Una incursión al futuro? ¿Qué somos? ¿Un estudiante de preparatoria y un científico loco con un auto caro?... Suena bien para mí. Aunque creo que no debía tocar nada que pudiese hacer algún tipo de desastre... No, eso era viajando al pasado. —Uff—Inspiré con cierto nerviosismo azotándome. Por mucho que me llamase la atención, pasar por ese portal tan... ¿Portalozo? Daba miedo.—. ¡A la de una! ¡A la de dos!... ¡A la de tres! ¡NO!—No pude evitar acobardarme antes de saltar. >>Ugh, ¡a la mierda! A ojos cerrados, y sin pensarlo de más, solo me aventé al vacío.
—Cuando los holders, Karina e Irvine cruzaron de vuelta por el portal de Dialga, que se mantenía a duras penas, Joel y Rhyme los recibieron asustados. Tenían aspecto magullado, cansado... y los dos chicos no podían hacerse a la idea, ni por asomo, de la terrible experiencia que todos habían tenido. —¿Q-Qué ha pasado? —preguntó Rhyme, con un hilillo de voz, asustada. Pero Irvine, jadeante, se sacudió las ropas y agachó la mirada, sin dar respuesta. Karina, a su lado, suspiró, mirando después a los demás holders. ... nadie tenía ánimos para nada, a decir verdad. Y era perfectamente comprensible. Fue entonces cuando Irvine, poco a poco, alzó la mirada. Y miró a su alrededor, al cielo, a Joel y a Rhyme. Allí, en el presente, al que habían logrado volver al fin... el mundo estaba bien. Ciudad Lienzo estaba bien. Sus amigos estaban bien. Todos... estaban bien. Incluida Melissa. —¿Dónde está el otro chico...? —preguntó, tenso, Joel—. ¿Dónde está Hubert? Pero la pregunta no tuvo una respuesta clara, solo un gesto apenado de parte de Karina, que negó con la cabeza. Aquel simple experimento había resultado ser... mucho peor de lo que imaginaban. —Irvine... —susurró Karina, acercándose a él—. ¿Estás bien? Y, con lentitud, el Campeón asintió. —Sí. Yo sí estoy bien. Pero... ha habido demasiada gente que ha sufrido ahí, Karina. Y nos ha costado hasta una vida a nosotros, a los del presente —miró por un instante a Lucas y los demás, algo tenso. Se sentía culpable, de nuevo. Culpable, porque todo eso fue por él, para hacerle entrar en razón, y... Hubert ya no cruzaría más el portal. Todo por su indecisión. Todo ese dolor lo habían vivido por ser un cobarde. Así pues, decidió que ya no lo sería más—. No podemos dejar que ese futuro suceda —dijo, más bien al aire, apretando los puños—. No podemos... dejar que suceda —repitió. Karina le puso una mano en el hombro. —Claro que no, Irvine. No sucederá, lo sé. Porque te tenemos a ti, y tú nos tienes a nosotros. Y... les tenemos a ellos —señaló a los holders—. Y ellos pueden... cambiar el destino. Y así fue como los eventos en el distópico futuro de Galeia hizo, por fin, que Irvine abriese los ojos. Sin embargo, eso no era, ni por asomo, el final. Antes bien, era el mero principio. El inicio de la "guerra" que, a su manera, se iba a producir en el presente. Porque para los ciudadanos serían unas simples elecciones, pero... ahora, Irvine, Karina y el resto de holders sabían bien que lo que estaba en juego era mucho más que unas simples elecciones. Mucho más que un simple Gobierno. Por eso, aunque hubiesen perdido la batalla del futuro... esta batalla la ganarían, con toda seguridad. Contenido oculto Lucas Diamond Gold-Kun Amane Juanjomaster Liza White, ya os voy a dejar libres. De aquí podéis ir ya a donde deseéis, aunque Lucas ya sabe que, primero, debe ir al Laboratorio del Profesor Abeto. Ahí sucederán los siguientes eventos necesarios para que se siga desarrollando la historia, pero serán breves. Tras eso, haré una pausa y, en el futuro, continuaremos con esta saga. ¡Ah! Y olvidaba decir que Alpha ha ganado el Darkrastal Z tras la batalla con Darkrai.
Lucas Diamond Regresamos a la escuela, atravesando el portal. Todos habíamos regresado, salvo... Él. Hubert... Había quedado sepultado entre escombros. ¡Nunca debimos hacer este maldito viaje, joder! Nunca debimos haber dejado a Hubert solo. Pero, al menos, su muerte nos dio determinación. La determinación suficiente para cambiar las cosas. A los holders y a Irvine. Ahora estaba dispuesto a darlo todo para ganar las elecciones, para evitar esta futura guerra que acontecería si no hacíamos algo para evitarlo. A la vuelta, Rhyme y Joel nos esperaban, cuidando de Melissa. Ella estaba allí, vida, a diferencia de su versión futura. Dialga, por si parte, estaba exahusto, tras haber mantenido abierto el portal por tanto tiempo. Cerró el portal poco después de que todos hubiésemos cruzado, y lo devolví a su ball. Durante un tiempo, nos quedamos allí, hablando con Rhyme y Joel de lo que había ocurrido. No fuimos capaces de contarles lo que había ocurrido con Hubert, aún sin poder creerlo. Las lágrimas se acumulaban en nuestros ojos al recordar aquello. Me sequé la cara con la manga de mi camiseta, y, agitando la cabeza, trate de calmarme y ordenar mis pensamientos. —Chicos, yo debo partir. Tengo que ir al laboratorio de Abeto, a conocer a Shale, Kuima y Claw. Nuestro futuro depende ello. Descansad mucho, realmente nos merecemos un descanso. Gracias por vuestra colaboración allí. Lo habéis hecho muy bien. Me marché, rápido, para no volver a caer en el mismo sentimiento de desolación que me provocaba recordar todo lo vivido.
Liza White Volver a la escuela, a nuestra realidad, se sintió... extraño. Vacío. El hermoso tiempo que hacía allá fuera, las risas y las voces de las personas que caminaban por la calle en el exterior, ajenos a todo lo que estaba por venir. Todo me generaba una sensación amarga en la boca del estómago, y el dolor de cabeza aún martilleaba mi sien con insistencia. Me mantuve cabizbaja, escondida detrás de mis pokémon, apretando con fuerza la gigantesca mano de Slaking mientras los chicos sacaban las fuerzas para poner a Joel y a Rhyme al día. Hablaban de Hubert, de cómo había desaparecido en el futuro, de cómo no habían sido capaces de salvarlos. Irvine se culpabilizaba de nuevo, pero esta vez al menos había sacado el coraje para cambiar las cosas. Yo no quise decir nada. No quise decir que algo en mi corazón me decía que Hubert estaba bien, que había conseguido escapar. Era incapaz de imaginar que no volvería a ver nunca más al joven entrenador. Estaba demasiado cansada y agotada, y probablemente todos me mirasen con lástima, sin atreverse a decir lo que pensaban. Quizás tan solo era un vago consuelo por intentar calmar el horrible malestar que sentía en mi pecho. Ya no sabía nada. Los despedí con un escueto gesto, porque en aquel instante éramos capaces de comunicarnos sin decir nada. Una simple mirada decía mucho más que mil palabras. Deseé que pudiesen descansar, que encontrasen algo de paz después de todo lo que habíamos vivido. Lo necesitaban; lo necesitábamos. Con una triste sonrisa agradecí el esfuerzo de mis pokémon por todo lo que habían hecho por mí, y ellos, intranquilos e inseguros de dejarme a solas con mis pensamientos, regresaron a sus pokéballs para descansar merecidamente. Caminé hacia la salida y pronto una pokéball más se iluminó, dejando paso a dos ojillos azules que brillaban con intensidad, muy cerca de mi rostro. —¿Tinini? Por un momento mis pies se quedaron anclados en el suelo, y no supe qué decir. Victini me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, flotando a mi alrededor con aquella energía suya. Pero a pesar de que apenas nos conocíamos, podía intuir que en su mirada infantil había mucho más. Que estaba viendo a través de mí en aquel instante. No me esforcé por sonreír, supe en ese instante que con él no merecería la pena. —Victini, cariño, estoy algo cansada para jugar —murmuré, dándole una caricia en su mejilla con toda la calidez que aún conservaba. El pequeño colocó sus manitas sobre la mía, extrañado. Agité la cabeza con suavidad—. No te preocupes. Vamos. Pero mientras salíamos de la escuela y sobrevolábamos la ciudad a lomos de Togekiss, no pareció dejar de mirarme, sin sacarse aquella preocupación de la mirada. Y mientras tanto, mi videomisor comenzó a restaurar su conexión, vibrando con cada nuevo mensaje. Al principio decidí ignorarlo, concentrada en el viaje, pues era normal que después de un tiempo se acumulasen. Pero cuando recibí quince mensajes seguidos, empecé a preocuparme. Al abrir el icono, grande fue mi sorpresa al ver que se trataban de mensajes de voz de un número desconocido. Mis ojos se abrieron de la impresión al reconocer su voz. —¿Nikolah?
Alpha Xenodis. ¿Victoria? ¿¡Victoria!? No. En lo absoluto. Nosotros no perdimos cuando la explosión devastó lienzo, sino perdimos en el mismo momento que el Hubert del futuro había dado su vida junto a Espeon. La derrota solo se volvió más grande cuando Raiden y Alpha se sacrificaron. Terminó de sellarse al enterarnos de la muerte del hermano Nikolah. Lo de lienzo solo fue el broche de oro. Pero aun así, no pude contenerme. Aun sabiendo que ya habíamos perdido, ver a esa persona en tal estado fue un golpe en la mandíbula para mí. Retumbó por toda mi cabeza la imagen de un Ian del futuro dando sus últimas palabras y terminando por irse. Apreté los puños con rabia y tristeza. Seguía en la cercanía nuestro Ian, pero que uno de ellos se fuese, sin importar que no lo hubiese conocido antes, fue un fuerte golpe. Me sentí vacío. Pero todavía no acababa el recuento de muertos: Hubert, nuestro Hubert, no estaba. Su cuerpo, tampoco sus pokémon hacían presencia en el lugar. No contuve las lágrimas que comenzaron a caer. Mis puños se encontraban blancos y la impotencia abrumaba mi ser. El olor de la carne quemada, el humo, los cadáveres. Era demasiado y no habíamos podido hacer nada por detenerlo. Ya no podíamos hacer nada. Solo... Volver a nuestra época. Miré una vez más al Ian fallecido antes de saltar en silencio, acompañado solo por el ruido de mi nariz que intentaba no dejar escapar más mocos. *** En el pasado la atmósfera estaba tensa. Era obvio que no era el único con sentimientos así en la escuela. Miré por la ventana y todo el aspecto sombrío del lugar ya no estaba. Solo vegetación, las canchas deportivas en buen estado, algunos juegos para niños pequeños. Pero nada de ese futuro tan horrible. Asentí para mí mismo al confirmar eso. No por algo en especial, sino como una simple confirmación de que todo estaba bien. De que aquí nadie había muerto. Y la charla, oh sí, ellos hablaban. Nos tenían a nosotros. Podíamos cambiar el destino, ¿no? —Si no gana—Alcé la voz para todos.—... Si él no puede ganar, habrá que estar preparados—Mis ojos se anegaron una vez más. Detuve mis palabras y me encorvé levemente para que mi manga se deshiciese de la humedad.—. ¡Habrá que estar preparados para pelear y realmente ganar! ¡¡Ganar es ganar solo sin perder a nadie de nuestro lado!! Inmediatamente tras soltar esas palabras me volteé hacia una persona. Hacia esa persona. —¡Eso te incluye!—Le apunté con mi dedo de inmediato.—Si te mueres antes de que nos enfrentemos... ¡¡El campeonato solo será una copa vacía!! ¡¡Si no estás ahí para perder conmigo no seré el verdadero campeón de Galeia, ¿me entiendes?!! No pude evitarlo. Subí la voz de manera inconsciente y dejé que el llanto se desatase de nuevo. >>Si te mueres—Inspiré y dejé salir el aire entre temblores antes de fijar mis ojos en los suyos.—... ¡¡¡Si te mueres te mato, ¿me entiendes, Ian?!!! No quise escuchar su respuesta. Simplemente abrí una de las ventanas del lugar y justo antes de saltar hacia afuera me detuve. —Desde ahora cuenten conmigo en cualquier caso. No fallaré a mi promesa. >>Y Em—Giré hacia ella antes de continuar.—, te veo en la catarata. Liberé a Flygon y nos retiramos del lugar tras levantar un poco de polvo.
Emily Hodges Cuando salimos del portal, era claramente visible el desánimo general. Podía notar como el resto de mis amigos se encontraban muy afectados por las imágenes que acabábamos de ver, y por supuesto era imposible culparles... Vi como Lucas se iba y como Liza también salía del lugar, sin poder hacer nada para evitarlo. Sentí como mi corazón se encogía, sabiendo que después de todo lo sucedido no podía hacer nada para animarlos. Lo único que logró animarme levemente después de todo fue saber que Irvine estaba dispuesto a luchar para cambiar ese futuro y eso significaba que, de alguna manera, habíamos conseguido nuestro objetivo principal. Estaba sumida en mis pensamientos, mirando la pokéball de Necrozma que seguía en mi mano, cuando de repente escuché mi nombre. Levanté la cabeza para encontrarme a Alpha a punto de salir por la ventana (¿qué demonios? Había una puerta por el otro lado), diciendo que me iba a esperar en la Catarata antes de irse volando en Flygon. La Catarata... ¿por qué quería verme en la Catarata? Observé a Espeon, que por supuesto había salido de su cápsula, mirando fijamente el Videomisor. Lo cogí con curiosidad y miré entonces uno de los mensajes que habíamos recibido hacía ya algo de tiempo, por parte de Karina, hablando sobre la localización de los legendarios y, ¡ah, claro!, por eso era. Guardé el aparato en la mochila y me giré hacia la salida, encontrándome entonces con Ian que parecía ser el único que se había quedado aparte de mí. —C-cuídate —le dije, con una leve sonrisa, al pasar a su lado. Al menos de él sí me pude despedir. Salimos así de la Escuela y en la puerta misma, guardé a Espeon en su pokéball y dejé salir a Unfezant. >>Vamos a la Gran Catarata~
Ian Lockhart Así que, al final, no habíamos logrado absolutamente. Lo que era más, el resultado había sido peor que todas las veces anteriores que nuestros yo del futuro habían experimentado alguna vez. Cada vez era peor, por lo que había logrado entender. Cada vez que lo volvíamos a intentar, el enemigo estaba otro paso más por delante de nosotros. Lo comprendí cuando me enteré que había aparecido alguien más que poseía a Celebi, un sujeto cuya identidad desconocíamos, pero que parecía tener un dominio sobre el tiempo superior al de Lucas. Sí, tal y como el Lucas del futuro había apuntado, podía tratarse de una versión aún más futura de él o algo así, y eso explicaría por qué siempre estaba por delante de todos sus planes, como si ya los conociera, y el cómo recordaba los eventos de la catástrofe de Irvine cuando nadie debía recordarlo. Sí, aquella teoría encajaba bastante bien. Pero... no me parecía correcto; algo me decía que ese chico jamás terminaría así, causando todo esto. Llevando a la extinción a los humanos, y destruyendo todo lo que se le opusiese, pokémon incluidos. Pero si no era él, ¿Quién? ¿Quién podía ser? Alguien que provenga del mundo original, al igual que nosotros, dijo Lucas... El mundo original... El mundo original... tendría también... quizá... un Celebi original, igual al de Lucas, hermano del de Tau. Un Celebi, hermano del de Tau... Hermano del de Tau... Hermano... de Tau... Tan ensimismado estaba en mis propios pensamientos que me sobresalté ligeramente al escuchar las palabras de Alpha. Tsk, ese tonto sí que era un sentimental; pero aún así, sus palabras terminaron subiéndome el ánimo de alguna manera. —"Tonto, preocúpate primero por ti mismo antes que por mí" —pensé, viéndolo marcharse. Poco después, me percaté de que a parte de mí, la única que quedaba también de los Holders era Emily, quien no tardó mucho en despedirse y marcharse también. Esos chicos, al final sabía que podía confiar en ellos. Normalmente no eran más que simples molestias, una carga con la que lidiar, pero sabía que, al final de cuentas, podía terminar confiando en ellos. Y yo, mientras tanto, debía hacer mi parte por descifrar este misterio que tenía frente a mí. ... Pasé los siguientes días hablando un poco con Irvine y los demás, aunque no logré sacar nada más en claro, y dando vueltas por Ciudad Lienzo. Había sido la Ciudad donde crecí, y aunque no la añoraba demasiado, siempre es nostálgico ver cuanto han cambiado los lugares que conoces. ¿Cuanto han cambiado, eh? En futuro sí que Lienzo había cambiado mucho, había cambiado demasiado. Y al final, todo había acabado en desesperación. Aún así, mientras el resto siguiésemos vivos... aún había algo de esperanza. Al final, terminé abandonando la Ciudad, no me gustaba demasiado quedarme en un solo lugar, aunque fuese demasiado perezoso para moverme. Je, ya era hora de que me pusiese en movimiento, de todos modos.
