Escapando de la realidad

Escapando de la realidad

Escapando de la Realidad.


Las lágrimas rodaron tibias por mis mejillas, mezclándose con el intenso frío de mi alrededor. Mientras era arrastrada por lo que no veía, recordé que estaba en esa situación por decisión propia, que era yo la culpable de mis males, de los males ajenos y del maldito sufrimiento que me había atormentado desde… ese momento.

Ahora desearía haber sido egoísta, aunque sea un poco, lo suficiente. Me arrepiento de haberme dejado llevar por aquellos que me rodeaban, como ahora me dejaba llevar por la helada corriente, que no cesaba de azotarme.

Nunca fui lo suficientemente valiente como para enfrentarme a la realidad, por lo que viví engañándome, a mí y al resto —quienes jamás lo notaron—. En ningún momento tuve la oportunidad de llegar a mi objetivo, ya que todos me hicieron creer que estaba equivocada, que no me convenía.

No sabía que a escasos minutos de la muerte uno recapacita, se da cuenta de todo lo que hizo mal, y que nada tiene sentido. Yo me doy cuenta de lo muy infeliz que fui, sin saberlo, y me arrepiento… Supondría que es tarde para eso, considerando mi situación —en medio de aguas gélidas, siendo arrastrada por la corriente, sin aire y a punto de morir—, pero siempre dije que nunca es tarde. Por lo menos no para arrepentirse. La solución ya no estaba en mis manos.

Ya no podría revertir nada de lo hecho. Si llegué hasta donde estaba, era por medios propios. Y la única causante de mi muerte, sería yo misma. Después de todo, si iba a morir, ¿por qué permitir que otros me arrebaten el modo de hacerlo?


El agua y el frío me ayudaron a pensar: quizá no debería estar aquí, ahora, sino a su lado, luchando por una oportunidad. Pero era tarde, no volvería, el oxígeno se me agotaba y el cuerpo no me respondía. Al chocar contra una roca, recapacité: huir de la realidad de esa forma, no era sano. Que siempre había una salida, y una opción; que el suicidio no era una de ellas…


Sentí algo tomarme y arrastrarme hacia la superficie. El contacto con el aire helado —aunque no tanto como el agua del que me habían sacado— era agradable. Algo tibio, que reconocí como su mano, acarició mi mejilla. Escuché una voz melodiosa, la suya, que repetía mi nombre una y otra vez. En sus brazos, me dejé caer, y me sumergí en una oscuridad mayor.


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Éste es mi primer original, y mi primer drabble. ¡Ojalá les guste!

Agradezco a Acero por Betearlo.


Kisses..!