Era amor?

Re: Era amor?

E s-¿Qué haces?- preguntó Megara deteniéndose en la entrada.

-Hay una muy buena vista allá arriba– dijo él.

-Está prohibido- contestó algo molesta .

-Sé que quieres subir conmigo a ver la luna- le susurró a su oído, haciendo que se Meg se quedara tiesa. Sin decir más, se dejó llevar.

Cuando llegaron a las escaleras Meg tuvo que dejarse guiar por él, ya que ella no conocía el lugar y estaba oscuro, pero él sí parecía saber a dónde se dirigía.

Cuando llegaron hasta el campanario, él la sujetó su mano izquierda con su misma mano, y posó su mano derecha en el hombro de Meg. Después se acercaron al lado de la campana y juntos la hicieron tañer, pare después acercarse a una orilla del campanario y así poder ver todo el colegio.

-Es hermoso- dijo feliz Megara, sonriéndole.

Pero él siguió serio, retrocedió durante unos segundos y se acercó nuevamente; colocando sus manos sobre los hombros de ella, para acercarla hacia él. Meg se asustó ante tal acto, pero el joven cogió su mano derecha para tranquilizarla. Después estiro su brazo y comenzó a besarlo, hasta llegar el cuello. Megara estaba sorprendida, pero no se negaba a sus acciones, y él con su mano izquierda tomó el rostro de la chica para que viera la luna.

Noche eterna -le dijo mirándola y volteando a ver el cielo- Es sólo el comienzo –susurró mirándola fijamente. –Deja... siente...- le dijo mientras acariciaba los hombros y manos de ella, con su mano derecha y con la izquierda toca su rostro.

-...Como te va poseyendo– en ese momento, él toma la toma de cintura con su mano izquierda.

Lento y suavemente... –él se va a acercando a la cara de Meg, oliendo su aroma mientras ella parece mecerse. –Vas cayendo- ella se apoya suavemente sobre las manos del fantasma.

-Ya no lo pienses más...- ambos se miran directamente a los ojos, pero Meg voltea hacia otro lado rápidamente.

Sólo... déjate llevar –ella cierra sus ojos, dejándose llevar por las caricias que recibe en su cara y su mano –Tus fantasías, aquí están...- de repente, él mueve su cara para mirarla bien.

-Déjate llevar en esta noche..- él la toma de su cintura y ambos avanzan hacia un lugar más oscuro.

-Déjame ser tu guía en la oscuridad- Meg no puede ver nada... pero él la abraza –Deja de resistirte a mi canción..- la joven siente miedo y quiere ir hacia la luz, pero el fantasma la sujeta firmemente y le besa el cuello.

-Olvida es temor- nuevamente, la abraza fuertemente y Meg cree poder confiar en él. –Y, te entregarás dulcemente a mi- ella cierra sus ojos y permite que el joven la acaricie.

-Ya que.. sólo así me harás feliz- al decir esto, Meg cierra sus dientes, y él sonríe mostrando sus colmillos relucientes.




En la fiesta Aya olvidó todo por pasar esos momentos con Christopher; mientras Chris los miraba con una cara de enojado e intentando cambiar de pareja, pero Merité no estaba dispuesta a dejarlo. Y cuando la fiesta, por fin acabó:

-Claire, ¿has visto a Meg?- preguntó Aya preocupada.

-No, desapareció; debe haberse ido a la habitación- contestó ella

-No creo que se haya ido sin ustedes.. ¿o sí?- replicó Merité.

-¿Qué pasa chicas?- preguntó Chris.

-No sabemos donde está Meg- dijeron ambas al mismo tiempo.

-¿Que Meg qué?-dijo Neidan apareciendo de pronto, parecía algo pálido pero estaba ahí.

-Hey, ¿tú no estabas enfermo?- preguntó Julius.

-Lo estaba, pero cuando al fin me sentí mejor decidí venir a cumplir con mi
Meg; pero al parecer llegué muy tarde- dijo Neidan.

-¿Tú crees?- preguntó Claire.

-Bueno ya estoy bien, pero ella no está. ¿Dónde puede haber ido?- preguntó nuevamente Julius.

-¡Vamos a buscarla!- propuso Neidan que fue a buscarla de la mano con Claire.

-¿La van buscar?-dijo un incrédulo Chris , quien intentaba no pensar en Aya que se encontraba hablando con Christopher. .

-¡Que linda es tu casa!, ¿cuándo salimos a conocerla?- decía Aya emocionada con el rubio, poniendo su mejor cara.

-Me da gusto que te emocione tanto, podrías ir a visitarme– decía el rubio sin perder su hermosa expresión.

-¿Podría ir a pasar las vacaciones allá?- decía en broma Aya.

-Como tú gustes- dijo con una sonrisa que casi hace llorar a Elisa y a Chris.

Por otra parte, Merité estana matándose de la risa conversando con Irene la cual había dejado de mostrar su figura en el salón. De pronto Neidan comenzó a pedirles a sus amigas que lo ayuden a buscar a Meg.

-Está bien, te ayudaré- dijo Merité molesta por ser interrumpida.

Después, se dirigió donde Aya y Christopher estaban, el cual debió retirarse a su nueva habitación de reposo en el pabellón de los chicos, pues a pesar de haber terminado la escuela, pasaría algún tiempo por ahí.

-Que bien, así nos veremos más- comentó Aya, provocando que Chris rompiera una copa y le cayera vino en sus manos cortadas, teniendo que soportar el dolor.

Ya pasaba de la medianoche, y nadie tenía noticia alguna acerca de Meg; sin duda esto se estaba convirtiendo en una misión de rescate de la cual, aún se desconocía el paradero de ella.

Cuando Aya se había cansado de buscar y no soportaba sus pies; tuvo una idea. Fue hacia el teatro y al pasar por el campanario pudo ver un pétalo de rosa roja salir de allí, guiado por el viento. Eso le llamó la atención y al subir las escaleras vio como otros pétalos salían de la misma dirección, en hilera... apuntando hacia el campanario.

Ella siguió cada pétalo con miedo hacia el campanario; uno a uno los recogió, y al llegar hasta el último entró totalmente hacia el campanario. Al entrar encontró a Meg; estaba tirada en el suelo, se veía dormida y sus manos estaban juntas sobre su pecho, sosteniendo una rosa. Al acercarse Aya, pudo ver como unos pequeños hilos de sangre brotaban de su cuello, los cuales se perdían en su nuca.

-¡MEG!- gritó Aya asustada. Corrió hasta ella y trató de levantarla, pero al tocarla... horrorizada se dio cuenta de lo fría que estaba.

Poco después, llegaron Neidan y los demás; y rápidamente buscaron ayuda. En menos de media hora, Meg estaba en el hospital.

Llegado el lunes, la subdirectora le comunicó a todos que ella sufría de anemia... pero Aya no podía creerlo, estaba totalmente segura de ver esas marcas en su cuello y la anemia no era la causa de su extraño malestar…