Epílogo de una vida.

Tema en 'Relatos' iniciado por RedAndYellow, 17 Diciembre 2016.

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    RedAndYellow

    RedAndYellow Usuario común

    Capricornio
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    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Epílogo de una vida.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1198
    Epílogo de una vida.

    Desperté, vuelta nueva a mi patética vida sin sentido y sin control. Me duele la cabeza, parece que las latas de cerveza empiezan a cobrar factura, una factura con largos intereses. Veo mi techo, madera vieja y cayéndose a pedazos, mohosa y llena de goteras; eso me hace darme cuenta de lo que es verdad y lo que no. Estiro mis perezosas piernas, eso ayuda a quitar la manta que por culpa del sudor se me pego a la piel; muevo mis manos y retiro la cobija, ya estoy descubierto, siento el frio, me siento inseguro. Pongo mis melancólicos pies en el suelo frio; sonrió y muevo los dedos de los pies uno por uno levantándome de la cama finalmente. Sé que lo sigue, siempre lo sé, es la misma rutina cada día; camino dando pasos lentos, no tan firmes. Llego al baño, estiro mi cara y me miro al espejo; siento arcadas al ver esa cara de repulsión y desgana. Quiero afeitarme, pero no encuentro la afeitadora; en este punto me da igual ¿Qué más da un día más? Intento quitarme la camisa de tirantes color blanco, está llena de suciedad y empapada de cerveza vieja. Vuelvo a observarme en el espejo, aunque no quiera; veo mi mayor desdicha ¿Cuántos kilos he subido este mes? Giro el espejo, por suerte es colgante y no permanente puedo moverlo a voluntad, no quiero vomitar. Con mis grasientas manos retiro mi correa de cuero, una imitación de una marca, creo que llevo ya dos años con ella, es una reliquia. Creo que mis jeans azules ya no necesitan correa me quedan ajustados, están sucios y rotos. Los desabrocho y caen como cenicienta en las manos del príncipe, vaya historias. Veo mi bóxer, es de un color amarillo oscuro, creo que cuando lo compre era blanco. Me bañare así, no voy a hacer que me den arcadas - De nuevo -.

    Entro a la ducha, tiene unos azulejos azul pálido. Era el color que le gustaba a Marta, aunque siendo sincero creo que ya no se nota demasiado entre tanta mugre; veo la suciedad estancada como ancla en medio de cada azulejo. La cortina blanca con flores, o bueno, eran flores, ahora solo son colores desteñidos. El grifo de la ducha es solo un pedazo de metal oxidado que gira, en antaño era una perilla o eso creo. El agua helada inunda mi sistema, cada parte de mi cuerpo capta las vibraciones del agua sintiendo el escurrir de mi sangre, palpando los latidos de mi corazón. El zumbido de una mosca me vuelve a la realidad, no he comprado shampoo en días, mi pelo está mal oliente y grasoso, realmente me he dejado de preocupar por esos mínimos detalles. Atravieso con una pequeña y usada barra de jabón mi espalda, limpio mi cuello y lo sobo por el bóxer, parece que si era amarillo.

    Asomo mi mano, palpo de nuevo en las paredes sucias hasta encontrar la toalla, es una gris de cuerpo completo; no huele muy bien pero servirá. Seco mis brazos y mi cuerpo, la pongo en mi cintura y resignado salgo.

    Camino hasta mi habitación, el frio suelo me recuerda que ya estoy ahí; una cama sin tendidos con el colchón sucio y la base de la propia cama rota, eso era una buena cama. Era una cama matrimonial, tal vez lo único bueno en eso. Con mis “habilidades” logro quitar mi bóxer sin quitarme la toalla, sigo sin entender porque hago así, no hay nadie para ver. Con una de mis manos sostengo la toalla, siento el escurrir de mi pelo por mi cuello, me causa cosquillas y malos recuerdos; con mi otra mano hago fuerza y logro abrir el armario de metal, que, al abrirse genera un chirrido, un chirrido que afecta mis maltratados oídos. Miro cada una de mis prendas, todas huelen mal, en teoría solo conservaría la buena ropa, peor últimamente esta ropa solo esta rota y vieja. Golpeo con fuerza la pared haciendo que una gota de agua caiga en mi cabeza; no me importa realmente, solo quiero tomar la mejor prenda. Tomo la primera y la tiro sobre la cama, da igual, ya estaba arrugada.

    Suelto la toalla en el suelo y me siento en el filo de la cama, en este sitio se solía sentar ella y hablarme durante horas y horas mientras tomaba un vaso de limonada. Ahora al sentarme solo suena un ruido molesto, no quiero bajar la mirada sé que me dará repulsión, tomo el primer bóxer entre la ropa amontonada, uno gris; me lo pongo rápidamente mientras las gotas de agua van cayendo por las goteras, estará lloviendo supongo. Tomo la camisa entre mis manos, es una de color azul con una mancha en el centro; aparto mi pelo sudado y me la pongo, se impregna a mi cuerpo; no recuerdo la última vez que lave esa camisa. Las goteras aumentan y se puede escuchar el susurro de la lluvia, no estoy muy seguro la música a alto volumen fastidia bastante los oídos. Acaricio mis ojos y tomo de nuevo una especie de pantalón corto, imita una especie de jean, de nuevo es una marca china que encontré mientras abordaba el tren. Me lo pongo, ya estoy listo solo falta ponerme mis desgastadas chancletas color blanco con negro, no son cerradas pero siento que pisara pegante.

    Las escaleras que eran blancas como mármol, bueno, las vendí y las remplace con tablones de madera, tienen huecos y son inestables, pero servirán como escalones en una casa que se cae a pedazos. Finalmente llego al lugar de la supuesta sala, hay estaba una hermosa sala color violeta y blanco, cada mueble era finamente cuidado por Marta. Ahora solo es una sala vacía con polvo y mugre, creo que el otro día vi un nido de arañas.

    A paso de tortuga entro en la repulsiva cocina, siento que cada detalle de este lugar me da arcadas y hacen que viajen a mi mente un sinfín de recuerdos absurdos. Esta vez está hecha de mármol blanco, que ahora parece verde y unos cajones rosa pálido, era un color bonito en su tiempo, ahora más bien parece madera vieja que ha sido descuidada por décadas. El bonito refrigerador blanco de dos puertas lo vendí, estaba necesitado y era de los pocos objetos en esta casa que aun cuidaba; en su lugar compre un pequeño refrigerador verde oscuro, ya el metal tintado esta despegándose. Lo abro y encuentro lo de siempre: Cerveza vieja y un pan. Tomo la cerveza y la abro, toco mis labios con su amargo líquido cerrando el refrigerador.

    Camino de nuevo al intento de sala, la puerta muestra la salida hacia la calle, la puerta es de metal antiguo y le falta aceite así que requiere de mucha fuerza para ser abierta. Pongo mis manos en la pequeña barandilla de metal y la fuerzo, genera un sonido de remordimiento y se abre. Efectivamente, está lloviendo, Salí a la calle como mendigo tomando la cerveza, esperando que nos deparara el destino, y si me querida Marta vuelve.
     
  2.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
    Miembro desde:
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    2,063
    Pluma de
    Escritora
    Hola xD

    Este es el lugar correcto para tu relato. Las historias que van a continuar son las que se publican en Originales, pero como a esta le has puesto relato, entonces aquí va. En este foro de Historias Terminadas Originales van los nanorrelatos, microrrelatos y relatos y cuando una historia larga o corta se termina, entonces se mueve aquí.

    Saludos :)
     

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