Long-fic de Naruto - Enséñame. [NejiHina]

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por Nahi Shite, 9 Marzo 2015.

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    Insane

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    JAJAJAJA, Naruto es un pan de Dios mujer, un amor. Mira que darle detalles de todo, y luego hablar de las bodas yo también me pensé que había asistito almenos a un par, pero eso de que se las imagina es cómico, pero muy acorde a él, tan soñador y demás se me hace super posible que pase eso en esa etapa de la vida. Y el que estuviese incómodo, y eso, o lo que asumen lo veo más como tensión, pero no sé de qué tipo de tensión (?)

    PERO QUE ESCRIBEESSSSS, yo lo pensé, lo juro, jajajaja.

    Mira que lo de flores muertas, me lo pensé tipo arreglos de boda, como antes estaba en una boda y eso, creí que el papasito de Neji estaba tipo: ya que putas, ya se lo regalé, pero él pensó lo de las flores muertas y pensé qué perturbador, pero también dije, pfff, son arreglos florales, vivas no estarán (?) Peeero, lo de búscame tipo preguntas para que me ayudes :cynda: hastayoheusadoesafraseenmivida


    Neji muy servicial :smud:

    OMG, no creí que le fuese a preguntar por amor jajajaja, me hice la idea tipo de alguna boda, o algo sexoso, me declaro completamente culpable, pero con orgullo (?)

    Bebé, hasta yo sentí ese fastidio en la respuesta jajaja, aunque, si a mi me gustase la persona que me lo pregunta, referente a otra, sin duda terminaría colándose algo de mi estrés por no ser yo esa persona en su vida. No me ha pasado, y espero no me pase nunca jaja.

    Jajajaja marica, el narcicismo jajajajaja.

    Nahiiii, parce, sus besos están despertando cada centímetro hormonal de su anatomía, y ella lo describe como mareo, volcán, algo dormido que está siendo zarandeado. Pero que descripción más acertada, y el que Neji diga que eso es muy peligroso, concuerdo perfectamente jaja. Por dios, para esa sensación no hay reversa.

    Y no, baby Hinata, no estás enferma. Oh, Neji te dará la dosis correcta, así que tú tranquila. <3 (?)

    Lo sabe toooodo, el hpta lo sabe todooooo. Ay como lo amo, que me lo comoooooooooo.

    Marica, la hizo palidecer jajajaja. Ay no, me debato porque estoy en un fangirleo cómico digno de ser renombrado y leído por todo mundo. La pobre terminó hasta en el césped siendo revisada con astucia. Él es un maestro y ella una alumna indudablemente ingenua pero muy tiernaaaa.

    Mi amor, mi vida. Lo veía venir, y no hablo de su venir :smud: Bueno, el tipo está que se la come, y no es solo de comérsela y ya, han estado tejiendo indudablemente un vínculo afectivo permeado por el deseo, es completamente acorde a que termine padeciendo a solas, porque es considerado, pero hay que ver qué tanto, porque todos tiene un límite y Hinata sin siquiera darse cuenta está solicitando que pase la delgada brecha que aún queda, y mira que como viven en el mismo sitio y eso; Neji tiene mucho autocontrol, definitivamente.

    Las descripciones una maravilla como siempre, y como te conté, estaba súper incrédula en que en verdad habías posteado nuevamente, te extrañé muchísimo, y la historia pfff, te rogabaaa marica, te robaga y por finnnnn volviste, para quedarte, que si te vas y no terminas este fic te cuelgo de los ovario por odiosa :eevee:

    Y eso, aquí quedo ready para la continuación de esta maravilla <3333

    NO OLVIDES MI SASUSAKUITA :neji:



     
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    Temarii Juuzou

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    oh, por dios, oh por dios!!
    No pensé que fueras a continuarlo, ya estaba perdiendo las esperanzas.

    Bien ¿Cómo comenzar?
    tuve que releer para entender a la perfección el porque de algunas cosas, jaja. Así que empezaré con lo obvio ¿Acaso Naruto coqueteando no es adorable? Es obvio que se le insinuó & Hinata es tan inocente que no se da cuenta del todo, es una adoración, me encanta.

    Esa parte me trajo recuerdos tristes de Vietnam(?

     
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    Nahi Shite

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    Título:
    Enséñame. [NejiHina]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    14
     
    Palabras:
    6348
    Enséñame

    XIV

    .

    .

    Hacía un tiempo ya que Neji había descubierto que la culpabilidad le atenazaba con menos fuerza de la acostumbrada, y que un asombroso destello de cinismo se abría paso por sus pensamientos cada vez con mayor frecuencia en situaciones que, antaño, le hubiesen generado una tortura mental inimaginable.

    No había sido así siempre, claro está, y la primera vez que tuvo pensamientos pecaminosos y eróticos realmente fuertes por una persona específica de cabello oscuro y cuerpo de infarto, le había faltado poco para salir en medio de la noche a hacerse el seppuku en medio del patio. Esa noche sintió morir de vergüenza y de indignación consigo mismo, se sintió repulsivo y poco digno de cualquier tipo de consideración, se sintió una bacteria, un hongo, un parásito que debía ser eliminado de la faz de la tierra por infectar con sus oscuros deseos la impoluta existencia de alguien tan sagrado como la vida misma: Hinata.

    Pensó seriamente en no volver jamás a dar la cara ante ningún Hyüga, pues cuando se sentía observado por los ojos blancos, irremediablemente recordaba los de ella y la opresión en el pecho le impedía instantáneamente respirar. La veía incluso en sus propias pupilas cuando se miraba en el espejo… Quiso huir, de todo, pero sobre todo de ella, e incluso alcanzó a alistar discretamente algunas cosas para alejarse por lo menos durante un tiempo, pero a la mañana siguiente cometió el garrafal error de pasar cerca del dojo de la mansión, y la vio allí, de pie. Ella lo esperaba, inquieta (pues se balanceaba ligeramente sobre sus piernas), pensativa y mordiéndose el labio, con expresión dubitativa, como quien se pregunta por qué está en algún lugar y qué lo impulsó, atenazado por la duda de quedarse o irse. Pero cuando ella lo miró, Neji simplemente lo supo: ambos debían quedarse, y sin pensarlo siguiera, sin dirigirle ni una mísera palabra ni un saludo, entró al lugar, cerró la puerta tras de sí bajando la vieja tranca de madera, y en un solo aliento, le agarró toscamente las mejillas y la besó. Dos veces. Alegando que ese era el número de besos acordados aquella tarde de domingo en la casa de Kurenai, alegando que era su deber ayudarla a practicar ese arte y alegando que simplemente lo hacía por su bien y no por algún interés particular. Así que ella había aceptado, sumisa a sus razones, complaciente e inocente en todo momento, mientras él se deleitaba con su boca.

    Luego entrenaron.

    Así sucedió al día siguiente también. Y al siguiente fue tan atrevido que el segundo beso lo plantó en su cuello, en la parte lateral, donde su pulso palpitaba acelerado y caliente bajo la piel de porcelana. Ella había chillado, pero no se indignó. La siguiente vez, le besó el oído, y le describió con pelos y señales sus movimientos, pretendiendo que ella lo tomara como una lección.

    "Un pequeño mordisco en el lóbulo, y alivio sutilmente con la lengua, delineando el contorno de su oreja con mi lengua… ¿Le gusta?"

    "S-sí…"

    Un día se había puesto de pie tras ella, corriéndole el cabello espeso sobre uno de sus hombros y le había besado la nuca. Hinata casi perdió el equilibrio de la impresión y él se rio de la expresión atontada que ella le dirigió por encima del hombro, luego de haberla asegurado entre sus brazos. Allí le dio el segundo corto y delicioso beso, sobre sus labios.

    Tal vez, solía pensar, si seguía besándola de esa manera podría llegar el día en que se cansara, en que se hastiara de su sabor a miel fresca y del sencillo olor lavanda de su piel. Esperaba realmente que así fuera, después de todo, los demás muchachos siempre hablaban de la increíble dificultad que representaba el besar y ver a una sola mujer por demasiado tiempo, habiendo tan amplia gama de féminas en Konoha y en el mundo.

    Él esperaba realmente no ser diferente a los demás. Esperaba entrar un día al döjo y sentir molestia al cerrar la distancia entre ellos, en vez de aquella perturbadora sensación de placer que lo aislaba brevemente de la realidad. Pero eso no había sucedido.

    Sin embargo, y de manera un poco irónica, lo que sí había cambiado era la dinámica social entre Naruto y Hinata; de alguna manera (y no era por ser engreído) parecía que sus consejos expertos habían sido extremadamente útiles, y más seguido que de costumbre había sido testigo de pequeños intercambios de sonrisas y de miradas entre ellos.

    No le había sorprendido, claro está, porque desde el día en que los había vigilado en su asquerosa cita (Naruto había estado lleno de mocos, ¡por favor!), él había notado el creciente interés en la mirada azulada cuando posaba los ojos en Hinata. Parecía que Naruto ese día hubiese descubierto algo que antes le había estado vetado por alguna fuerza misteriosa y Neji fue testigo lejano del preciso momento en que surgió el cambio en su interior. Lo había comprobado también el día en que Naruto lo abordó sorpresivamente para confrontarlo sobre lo que él "vio" la noche del cumpleaños de su prima, porque, en primer lugar, ¿a él qué santo diablo le habría importado eso de no ser porque tenía interés especial en ella?

    Así que, como deducción obvia, las cosas entre ellos (Naruto y Hinata) irían avanzando de manera paulatina y, si Dios y Hiashi lo permitían, su misión de casamentera podía llegar a tener un éxito fulminante.

    Pero… Naruto era lento…

    Así que, mientras tanto, él sabía que tenía tiempo para hacer su trabajo.

    .

    .

    .
    Neji arqueó una ceja, engreído, cruzando los brazos. —¿Dice que no he sido justo? —ante el asentimiento de su protegida, continuó: —Explíquese.

    Hinata no se dejó amedrentar por el tono burlón de su orden. En cambio, se irguió en toda su corta altura y alzó la barbilla, antes de soltar la más absurda acusación de ninguno hubiese oído: —Te adueñaste de los dos besos, Neji-Niisan.

    —¿Me adueñé de los dos besos? —repitió, algo burlón— ¿y cómo se supone que hice tal fechoría?

    Ella se balanceó inconscientemente en su puesto, tratando de explicar su malestar de la forma más comprensible y diplomática. Lo que menos quería era que su primo se molestara con ella por haber chillado "¡alto!" y pegado un salto cuando él se había inclinado con la obvia intención de empezar una de sus lecciones. Para evitar su molestia, debía ser lo más clara posible en sus demandas.

    —Sé que eres tú el maestro, y que te debo obediencia —empezó suavemente, conciliadora. Esa era siempre la mejor forma de ablandar al contrincante. Lo había aprendido por la experiencia de años tratando con su padre.

    —Pero según usted soy un maestro injusto. ¿Por qué?

    Neji era un poco más difícil...

    —Porque establecimos de común acuerdo que las lecciones prácticas de limitarían a dos besos diarios, pero siento que... Bueno... —le echó un tímido vistazo y notó su ceño fruncido, confundido—, te los has quedado tú: eres tú el que se acerca y me besa, donde tú quieres y como tú quieres.

    Ya podía sentir el calor en el rostro.

    —¿Y eso está mal porque...? -Neji ladeó el rostro, expectante.

    Sí, él obviamente no entendía el punto al que ella intentaba llegar, así que Hinata suspiró, exasperada, ¡cómo de obtuso podía ser a veces un genio!

    —Que sólo has pensado en complacerme, Neji-Niisan, pero cómo voy a saber yo cómo complacerte a ti —carraspeó—, a cualquier hombre, si no me dejas... Eh... ¿elegir?

    —¿Elegir? ¿elegir qué?

    Ella ya era una olla hirviendo.

    —U-una parte de ti para besar, por ejemplo...

    Pudo notar que, inmediatamente, Neji se puso en tensión; su rostro cubriéndose con una máscara férrea de hielo que la hizo estremecer. ¿Tan mala era su petición? Quizás a él le había parecido fuera de lugar...

    —¿Qué... —Hinata tembló cuando Neji se acercó un paso, temiendo un reproche-propone?

    —Lo más equitativo sería que un beso fuera para ti y el otro para mí de ahora en adelante, ¿estás de acuerdo?

    Él asintió. Su rostro permanecía inmutable, pero Hinata captó un brillo intenso en su mirada penetrante. —Me parece lo más justo, en efecto.

    Ella sonrió brevemente, contenta de haber salido victoriosa en sus demandas. Pero él la sorprendió favorablemente al continuar. —Me disculpo por haber actuado tan desconsideradamente con su aprendizaje, Hinata-sama —dijo—. Me parece que, para intentar remediar un poco mi falta, usted debería quedarse hoy con los dos, ¿concuerda conmigo?

    —Sí, sí, me parece perfecto —respondió, contenta, pero no pudo evitar soltar una exclamación cuando él la elevó como si fuera una pluma, abarcando su cintura con aquellas grandes manos.—¿Qué haces? — susurró, sosteniéndose de sus firmes hombros.

    Era extraño mirarlo desde arriba y Hinata río un poco por el vértigo.

    Lentamente, Neji la fue deslizando por su cuerpo, manteniéndola aún separada del suelo, con sus brazos rodeándola. —Le estoy cediendo el mando —él susurró sobre su boca, mirándola hacia arriba por la posición, aún al estar tan cerca. —Béseme como quiera...

    Acatando la orden, Hinata avanzó hasta rozar sus labios, rodeando con los brazos la nuca masculina, para ayudar en su equilibrio. No era realmente necesario, porque él la sostenía firme y sin dificultad contra el muro de su cuerpo, pero le daba más seguridad. Con lentitud, besó dulcemente las comisuras de su boca, y chupó con suavidad el labio inferior... Luego el superior. Neji permaneció estático, con los ojos cerrados, y ella se rió ante la sensación de poder que empezó a recorrerla.

    —Abre la boca... —le susurró, pasando la punta de la lengua en la separación de sus labios, en una caricia traviesa.

    Él, con un quejido de protesta, obedeció. ¡No le gustaba estar en posición pasiva! Y eso le hizo soltar una risita, mientras conquistaba lentamente el interior de su boca, repasando los contornos de sus mejillas y jugueteando con la calidez de su lengua. La apretó un poco más, mostrando sus ansias de tomar el mando, pero ella lo calmó con caricias ondulantes sobre el cabello de su nuca. Con tierna ferocidad, atacó la lengua masculina, y no tuvo que esforzarse mucho para sacarla de su letargo. Él siguió sus movimientos con diligencia, ladeando la cabeza conforme al ritmo que se le imponía, guiado por los pequeños tirones en su cabello.

    La sensación de asaltante la hizo estremecer, y Hinata soltó, a propósito, un pequeño gemido que resonó entre sus bocas y pudo sentir los brazos torneados y fuertes apretarse más fuerte alrededor de su cintura como reacción inmediata. Él estaba controlándose y ella sonrió contra sus labios, aprovechando para separar un poco el rostro y respirar. Su boca cayó sobre la mandíbula masculina... deslizándose por el cuello sutilmente a medida que él aflojaba su agarre y la dejaba caer, lentamente, con un seductor deslizamiento contra su cuerpo, hasta que sus pies descalzos tocaron el suelo.

    Hinata cerró los ojos, disfrutando todavía del sabor del rezago de su beso, y lamiendo la humedad ajena sobre sus propios labios. ¿Se sentiría siempre así Neji cuando dirigía los besos? ¿Tan fuerte, tan poderoso, tan increíblemente...deseable? ¿le latiría así de fuerte el corazón?

    Notaba también una extraña picazón en la punta de los senos... pero no creía que Neji pudiera sentir eso también, no se lo imaginaba. O tal vez, sí se lo imaginaba. Todavía riendo ante la imagen mental de Neji rascándose el pecho con expresión de desconcierto, abrió los ojos y se separó para poder mirarlo. Su respiración ya se había normalizado, pero ella lo había notado agitado solo hacía unos segundos... qué increíble autocontrol. O tal vez... ¿no había sido lo suficientemente buena? ¿había malinterpretado sus reacciones, pensando que eran de satisfacción?

    Un poco nerviosa, se atrevió a preguntar. —¿Y bien...?

    —¿Y bien... qué?

    Se ruborizó. —¿Cómo lo hice? ¿estuvo bien?

    Neji frunció el ceño y arrugó ligeramente la nariz, en actitud analítica. —Uhm... supongo que para ser la primera vez estuvo aceptable —dijo, dejándola con la boca abierta de indignación. Pero justo a tiempo, Hinata vio el leve destello de diversión en su rostro ante su reacción.

    —Mentiroso —le acusó, frunciendo inconscientemente los labios en un mohín, que él deseó hacer desaparecer con su boca.

    En lugar de hacerlo, dejó escapar un diminuto fragmento de risa y posó el pulgar sobre el labio inferior femenino, repasándolo con lentitud. —Me estoy arrepintiendo de mi generosidad —le murmuró—¿consideraría el actuar con justicia y cederme el último beso de la clase?

    Hinata ignoró el revoloteo de alas invisibles en su estómago y el calambre en sus piernas provocados por el tono bajo de su voz, y la señal de ferocidad en sus ojos plateados. ¡No era justo!

    Negando con fuerza, para despertarse, y haciendo gala de toda su fuerza de voluntad, lo apartó, empujándole el torso con ambas manos. —No, t-tramposo.

    Neji la miró con el ceño fruncido, casi enfurruñado, pero luego empezó a desabrocharse los primeros botones de la camisa, sin dejar de mirarla a la cara, desafiante.

    —¿Qué haces? —ella preguntó, atragantándose con su propio bochorno.

    —Como está tan dada a la rebeldía, hoy la clase será libre —contestó, sus dedos increíblemente ágiles deshaciendo el engranaje de hasta el último botón—. Así que ahí tiene. Mucha más libertad para elegir.

    Él extendió las manos a los lados, en señal de complacencia, ofreciéndose a sí mismo. Aunque mantenía la camisa sobre los hombros, y aunque lo había visto algunas veces en la misma situación o incluso en estados de desnudez más escandalosos, nunca antes las mejillas le habían quemado con tanta intensidad al observarlo... Sintió deseos de abanicarse con las manos, pero sabía que hacerlo sería un signo de debilidad, y él la miraba como si esperara algo así para burlarse, así que, tragando saliva, deslizó la mirada sobre la piel del pecho y torso que se exponía ante ella. Neji era tan alto y grande, pero no exageradamente musculoso... parecía lo "justamente" fuerte. Su piel era blanca sin tacha alguna (exceptuando unas muy pequeñas cicatrices que se repartían en la superficie de manera casi artística), y apenas una línea suave de bello castaño se adivinaba bajo su ombligo. De cierta manera, su cuerpo lucía una mezcla de elegancia y hombría. Atontada, ella parpadeó, tratando de no imaginar el sitio donde culminaba aquel camino café bajo la pretina del pantalón. ¡Qué diferente eran los hombres de las mujeres! Siempre había pensado que ella y Neji se parecían físicamente, pero cielo santo...

    —¿Y bien? —le vio arquear una ceja—. Si se arrepintió, Hinata-sama, yo con mucho gusto puedo...

    —¡No! —Dios del cielo, qué vergüenza. Carraspeando, bajó un poco el tono de voz-—No, está bien, c-creo que ya elegí... ¿Cuáles son las reglas?

    Su pregunta lo desconcertó. —¿Reglas?

    Ella asintió. —Sí. Por ejemplo... uhm, ¿está prohibido tocarte con mis manos?

    Neji ladeó la cabeza, observándola curioso. —No lo había pensado —dijo—. Creo que diré que está permitido. ¿Qué otra regla quiere establecer?

    —Que tú no me puedes tocar a mí -respondió rápidamente, y le lanzó una mirada entre las pestañas—¿de acuerdo?

    Él frunció nuevamente el ceño, y Hinata pensó que serio y con la camisa abierta lucía un poco más atractivo. —No me parece... —dijo, cruzándose de brazos. Ella soltó aire ante el movimiento de sus músculos al contraerse. —Digamos que no puedo tocar algunas partes de usted..., pero los brazos, el cuello y el rostro están permitidos.

    Sopesándolo un instante, y considerándolo un trato seguro y justo, asintió. —Bien —sonrió ligeramente—, entonces me acerco a ti y descanso mi boca contra tu piel un segundo, ¿verdad? Ese es el trato.

    —Y la lengua. Usó su lengua en el primer beso, así que en este también debe hacerlo.

    —Bien...

    —¿Lista?

    —Sí, ¿y tú?

    —Por supuesto.

    —Bien, porque me estoy acercando...

    Neji sonrió. —No tiene que avisarme, Hinata-sama.

    Ruborizada hasta límites hasta ahora desconocidos, Hinata adelantó la mano derecha y rozó suavemente con un dedo los huesos de la clavícula masculina, decidiendo que sería el lugar más adecuado. Su piel se sentía increíblemente cálida al tacto, en contraste con su dedo, frío y tembloroso. —No tenga miedo...

    —No tengo miedo —se defendió—, s-solo estoy pensando...

    Dudosa, dio un paso hacia él y acercó el rostro para posar suavemente los labios en el hueco superficial de su clavícula. Aún con toda la vergüenza, el olor de Neji la invadió, y ella cerró los ojos, abochornada.

    Mantuvo la boca temerosa contra su piel unos segundos, y dejó que sus manos se posaran en la parte baja del torso masculino. Dios, qué pecaminosa se sentía...

    Sintió un movimiento, y luego la cuidadosa caricia de una mano tras su nuca. —Recuerde, la lengua...

    La respiración de Neji era constante y profunda, pero cuando ella le tocó la piel con la punta sedosa de la lengua, él contuvo la respiración. —Un poco más. Béseme como lo hizo antes con mi boca —le acercó un poco más, aumentando la presión de su mano— Imagine que son mis labios, Hinata-sama.

    Envalentonada con sus instrucciones, ella tomó un trozó de piel ubicado casi en el centro del pecho, entre sus pectorales, y lo encerró en su boca, succionando con lentitud, y sintiendo la tensión en el abdomen donde posaba las manos. —¿Así?

    —Sí. Ahora rodéeme con sus brazos.

    Obedeciendo, Hinata lo abrazó, extendiendo las palmas sobre los músculos tensos de su espalda, bajo la tela de la camisa. El contacto causó un estremecimiento en él, y su gran cuerpo avanzó tres pasos hacia adelanta, arrastrándola y haciéndola retroceder hasta que sintió la dureza de la pared tras ella. Neji se afianzó de sus delgados antebrazos y descansó la mejilla contra su cabeza.

    —Continúe —él susurró—un poco más.

    Ella sonrió suavemente, porque en realidad nunca se había detenido, pero Neji parecía querer asegurarse. Con calma, paseó la lengua por el centro de sus pectorales en movimientos circulares, ascendentes... y descendentes, combinados con pequeñas presiones de sus labios blandos contra la dureza de la piel. Sintiéndose deliciosamente mundana al saborear la sal de su piel varonil, Hinata gimió suavemente, casi por instinto.

    Las manos de Neji empezaron a subir y bajar, delineando con firmeza los contornos de sus antebrazos, hasta sus codos, rozándole ligeramente los senos con los pulgares debido al movimiento. Un escalofrío la sacudió, y Hinata abrió la boca contra su piel para gemir con desaliento.

    Cerró los ojos mientras las manos de él se movían ansiosas en reconfortantes vaivenes, frotando desde sus hombros hasta el hueso de sus codos. Hinata sintió el absurdo deseo que, con la fuerza de sus movimientos, llegara a rozarle la punta de los pechos...

    —¿Te sientes extraño? —susurró en cambio, presionando besos cortos sobre la parte izquierda de su pecho.

    —Defina extraño...

    —No lo sé... —atrevida, corrió con la mejilla la tela de su camisa, y dejó al descubierto una pequeña aureola ligeramente oscura, junto a un pezón mucho más pequeño que el suyo. Sí que eran diferentes. — ¿No sientes... una especie de ardor aquí?

    Neji permaneció en silencio un instante y sus manos se detuvieron. —Sí... —él exhaló finalmente y Hinata sintió el calor de su aliento contra la coronilla de su cabeza.

    Ah, ¡así que él también lo sentía!

    Orgullosa, alzó el rostro para mirarlo con una sonrisa dubitativa. —Se siente extraño, ¿verdad?

    Extraño, como la expresión de sus ojos al sostenerle la mirada. Neji parecía estar considerando algo, pero sin decidirse, y ella frunció el ceño, sintiendo que le ocultaba algo. —¿Qué pasa?

    —¿También usted lo siente? —susurró—¿el ardor?

    Interpretando ingenuamente su pregunta como preocupación, Hinata decidió tranquilizarlo con una sonrisa. No era justo que Neji creyera que era el único al que le sucedía.

    —Sí, pero no creo que sea nada grave, Neji-niisan —dijo, acompañando sus palabras con una tranquilizadora caricia en su espalda—. Seguramente pasará si te rascas un poco.

    Su sonrisa desapareció al notar las pupilas plateadas de Neji se oscurecieron en un color grisáceo. —Hágalo por mí.

    Extrañada, Hinata intentó deshacer su abrazo para cumplir con su petición, pero él le agarró los codos, presionando contra sus costados y se lo impidió. —No, una nueva regla: no puede usar sus manos.

    —¿Q-Qué? ¿entonces cómo se supone...?

    —Su boca. Sus dientes —respondió.

    —Neji-niisan — lo miró, angustiada— te lastimaré...

    —Soportaré, Hinata-sama —le acarició sugestivamente la frente con los labios—. Ayúdeme, por favor.

    Pobre Neji. Ella nunca le pediría a él que hiciera eso por ella, porque sólo imaginárselo... La boca de Neji sobre su pecho desnudo, los dientes rozando su pezón... Incómoda, decidió centrarse y torpemente cerró los labios contra la parte del cuerpo masculino que requería su atención, ignorando el jadeo posterior.

    Ella le había dicho que podía lastimarlo, pero él, necio como era, no había tomado en serio sus advertencias.

    Raspó con sus dientes la pequeña punta de carne, tratando de ser lo más delicada posible, y aún así lo sintió tensarse de dolor. —Hinata-sama...

    Sintiéndose culpable, pasó suavemente la lengua en una caricia sanadora. Funcionó, pues él exhaló de alivio, claramente.

    —¿Te sientes mejor?

    —El otro.

    Obediente, Hinata repitió el procedimiento al otro lado de su pecho, y mientras lo hacía, Neji retomó las caricias en sus brazos, esta vez con más intensidad, pero muy lentamente. Centrada como estaba en su tarea aliviadora, ella no fue consciente del momento en que uno de los pulgares masculinos se demoró un poco más, presionando la tela sobre uno de sus pechos. No fue sino hasta que ambos pulgares pasaron rozando las puntas de sus senos que Hinata ahogó una exclamación mientras pasaba suavemente la lengua por el propio pezón atormentado de Neji. —¿Q-Qué...?

    Los pulgares rodaron, y ella apretó los labios ante la potencia de la descarga eléctrica que la golpeó. —Neji —murmuró, angustiada.

    —Sshh... —él susurró sobre su cabeza, y Hinata fue vagamente consciente de sus labios besando su cabello—. Permítame aliviarla, Hinata-sama.

    Cuando las manos grandes de hombre presionaron contra sus senos, Hinata escuchó una alarma chirriante dentro de su cabeza, que le advertía "peligro" en letras mayúsculas. Él jamás la había tocado en un lugar tan privado de su cuerpo… Realmente nunca nadie la había tocado en un lugar tan privado de su cuerpo, y eso la hizo retorcerse en medio de su agarre. Neji había escondido al rostro en su cuello, así que ella tuvo que poner las palmas en su pecho para alejarlo un poco.

    Estaba tan roja como una amapola y sentía que había comenzado a sudar, aún cuando el esfuerzo físico había sido nulo esa mañana. Estaba agitada como si hubiera entrenado a pleno sol, y terriblemente sofocada…

    —N-Neji-niisan, yo…

    Él la miró de forma indescifrable, deslizando lentamente las palmas sobre la cima de sus pechos, hasta la curva de su cintura. —¿Está asustada?

    ¿Lo estaba?

    Esa no era precisamente la palabra que ella usaría, pero debía reconocer que en parte así era… y que tampoco sabía realmente cuál sería la palabra que usaría para describir lo que sentía, para ser sinceros.

    —Es sólo que… l-los toques —tartamudeó—, creo que de-debemos ponerles un límite.

    —Tiene razón, lo siento —él aceptó, mortificado—. Usted había determinado que estaba prohibido para mí usar las manos en zonas distintas a las acordadas. Me disculpo. Le prometo que no volverá a pasar. ¿Está bien si las dejo en su cintura?

    Sintiendo un alivio, Hinata asintió. Pero luego, él hizo un rápido ajuste, deslizando las manos bajo su blusa, acariciando sus costados directamente contra la piel cálida y blanda, sin darle tiempo a protestar, pues en cuanto hubo abierto la boca, él la sello con un beso profundo y veloz.

    Dios del cielo. Hinata sólo sentía su lengua húmeda y devoradora, y sus manos se frotaban con tal ansía que casi le quemaban la piel. Pero era agradable, y abrasador, y ella pronto se vio gimiendo contra sus labios indecisa entre hacerlo parar o pedirle más, mientras se volvía consciente sólo de ambas respiraciones pesadas y del sonido penetrante y jugoso que hacían sus labios y lenguas al chocarse. Nunca lo había sentido tan intenso y, de cierta forma, tan descontrolado. Parecía que, en cualquier momento, él iba a romper las barreras impuestas y nuevamente iba a pisar algún territorio prohibido de su cuerpo (incluso, avergonzada, Hinata se encontró deseando internamente que lo hiciera), pero él, en medio de su ardor, estaba siendo respetuoso con lo acordado. Bueno, casi totalmente respetuoso.

    —T-tres besos —ella logró balbucear—, no es lo acordado.

    Él negó con la cabeza, descansando un momento la frente contra la suya, y mirándola a los ojos. —Salgo esta noche para una misión —le explicó en susurro—. Tardaré dos días…

    —¿Así que…?

    —Así que tomaré por adelantado los besos que me corresponden —Hinata lo vio pasar saliva—, ¿está de acuerdo?

    Pero no tuvo tiempo de responder, porque él bajó y apretó el rostro y apretó la boca abierta contra su seno derecho, en una especie de mordisco lo suficientemente profundo para atravesar la tela de su blusa y de su ropa interior, y lo suficientemente suave para no lastimarle la piel al retroceder, sólo raspando ligeramente su pezón.

    —Cuatro —le escuchó contar antes de saltar directamente al provocador montículo de al lado, con incluso más ahínco, y Hinata gimió, sintiéndose devastada y sin fuerzas.

    —Oh, Dios…

    Neji rió, y su lengua húmeda y juguetona hizo estragos sobre su blusa blanca, volviéndola de un tono más transparente.

    —Cinco —le besó el cuello.

    Y Hinata le haló el cabello cuando él se hincó nuevamente con fuerza contra su pecho, emitiendo un sonido ronco, similar a un rugido de cachorro. Sintió que las fuerzas la abandonaron al notal la presión de un roce suave, pero firme, sobre el punto de su cuerpo que más le palpitaba y gimió de doloroso placer. Entre sus piernas, Neji había colado sus dos dedos más largos, frotándolos con determinación y confianza.

    Lloró en un gemido su nombre, cuando él estiró su pezón, llevándose entre los labios la tela de su ropa y presionando un punto aún más oculto entre sus muslos.

    —¡Neji!

    Y él se detuvo.

    Se apartó, y la miró como si fuera una desconocida, o tal vez como si él desconocido fuera él. Y Hinata sintió deseos de llorar sin tener claro por qué. Estaba angustiada porque, en el fondo, una parte oscura, salvaje y poco explorada de ella habría querido implorarle que siguiera…En cambio, se abrazó a él, se refugió en su pecho, queriéndose sentir menos culpable por haber disfrutado. Tanto placer no podía ser algo puro, y ese pensamiento la hacía temblar, pues… ¿era ella una pecadora? ¿y Neji? ¿él se sentiría igual?

    —No fue mi intención, lo juro —escuchó a duras penas su susurro, mientras sentía los brazos fuertes cerrándose alrededor de su cuerpo—. Estoy muy apenado con usted, Hinata-sama.

    Ella negó. Estaba temblorosa, pero el cuerpo varonil le brindaba calidez, seguridad. —Eso pasó… porque una parte de ti no quería detenerse, ¿verdad? —murmuró, intentando inconscientemente tranquilizarlos a ambos por lo que acababa de ocurrir. —A veces me pasa.

    —¿Con Naruto? —Hinata sintió su perplejidad y el tono de su pregunta la asombró.

    ¿Cómo diablos le iba a pasar eso con Naruto si ni siquiera se habían besado? O, bueno, si lo pensaba bien, la verdadera pregunta sería: ¿le pasaría si Naruto la besara?

    —N-No precisamente —dijo, y recostó un poco más la mejilla contra la piel de su pecho—. Es en nuestras c-clases, a veces no quiero que acaben. Hoy, por ejemplo, u-una parte de mí no quería dejar de besarte… Son adictivos, ¿cierto? Me refiero a los besos… Antes jamás me lo hubiera imaginado, Neji-niisan, pero ahora lo entiendo.

    Él se mantuvo en silencio un momento, y Hinata sintió de repente una suave caricia en su cuero cabelludo, que le hizo cerrar los ojos y casi ronronear como una gatita. —¿Y le gusta?

    No sabía si estaba hablando de los besos o de la caricia, pero de igual forma la respuesta era la misma. —Sí.

    Un momento después, agregó casi para sí misma. —Te extrañaré, Neji-niisan…

    .

    .

    .
    Neji había estado muchas veces, en innumerables ocasiones, lejos de casa, lejos de su aldea y lejos de su gente. Y a pesar de esto, no podía recordar ni una sola vez en la que hubiera sentido antes esas ganas bestiales por regresar. Casi literalmente, había acabado con todo a su paso para cumplir su misión (que le pareció tan fácil como quitarle un dulce a un bebé) y retornar a la aldea escondida entre las hojas… Y en más de una ocasión durante los últimos días se había reprochado, incluso con rabia, el sentirse como un adolescente hormonal. Era un hombre joven, sí, pero casi tenía veintitrés años, no quince, y además no era como si fuera el hombre menos experimentado del planeta… Había besado, acariciado con más atrevidas caricias (y con menos ropa de por medio) a varias mujeres antes, e incluso se había ido a la cama con ellas, así que no había motivo alguno en la tierra para que la sola idea de llegar y recibir un tímido beso de una de ellas (de una mujer, simple y llanamente) le descolocara de esa manera.

    Quizá ella le resultaba distinta por encontrarse en un escalón prohibido, y esto resultaba también humillante, de cierta manera, porque si de alguna forma ella se llegara a enterar del nefasto poder que estaba empezando a ejercer sobre él, entonces…

    Neji se detuvo de repente. Sus pies crujieron sobre la rama del un árbol. Se preguntó fugazmente qué haría Hinata Hyüga si supiera el nefasto poder que estaba empezando a ejercer sobre él… Un poder sexual y muy primitivo, se dijo. Ella podría asustarse, pero también podía decir por sus anteriores reacciones en sus encuentros, que podía sentir una especie de curiosidad malsana que la llevaría a disfrutar de tenerlo bajo control.

    ¡Otro control más sobre su vida! Casi suelta una risa irónica al entender que nuevamente la heredera de la rama principal, a quien hace años se atrevió a considerar poca cosa, lo tenía en sus manos. ¡Qué divertido era el destino con él!

    Pero no caería en su juego.

    Decidió entonces que la primera cosa que haría al pisar Konoha (y después de informar de su misión a la hokage y a Hiashi Hyüga, claro) sería buscar a su protegida para aclarar unas cuantas cosas; entre ellas, la necesidad de reconsiderar sus clases privadas secretas, o al menos en transformar su dinámica, porque él, a quien siempre lo había caracterizado una férrea determinación y un fuerte sentido del honor, nada ni nadie, ni siquiera la persona más preciada en su vida, lo haría desviarse del camino. Así que la buscaría, la encontraría y tendrían una muy madura conversación sobre la vida, los bajos instintos y el decoro exigido a los miembros de un prestigioso clan tradicional.

    Si Hiashi Hyúga no había tenido "la charla", o alguna charla en absoluto con su hija, él tomaría su lugar. Qué más daba.

    Sin embargo, al acercarse al salón del líder del clan, Neji escuchó dos voces que de manera muy efectiva le hicieron entender fácilmente que, cuando quería, Hiashi podía mantener serias conversaciones con sus hijas. No muy amenas, sin embargo, porque apenas hubo llegado a la puerta, esta se abrió con más fuerza de la necesaria y una molesta Hinata pasó por su lado como alma que lleva el diablo. Ella no le había dedicado ni una triste mirada, pero Neji captó inmediatamente la frustración en su expresión y se quedó un segundo pasmado allí, preguntándose qué demonios había podido alterarla.

    —Sobrino —Neji parpadeó ante el llamado del hombre adulto sobre el tatami. Tomaba el té y se veía totalmente en paz, como si ningún altercado se hubiese producido recientemente en la habitación—. Pasa, y acompáñame.

    Él obedeció, cerrando tras de sí y saludando con respetuosa reverencia, antes de sentarse en el lugar frente a la cabeza del clan.

    —Hiashi-sama —dijo, sin poder contenerse—, ¿pasó algo con Hinata-sama durante mi ausencia? Fuese lo que fuese, me disculpo por ello.

    Hiashi suspiró, pensando en el mal que le habían hecho a ese pobre muchacho al cargarlo de todas las culpas y responsabilidades de una chiquilla sin consideración. Porque en ese momento esa era la manera en que veía a Hinata: una chiquilla absurda y desconsiderada que no admitía culpas y podía vanagloriarse de tener un fiel lacayo que le arreglaba siempre todos los desastres.

    —No hubieses podido cambiar nada —respondió, sin muchas ganas—. Cuando quiere, es muy decidida.

    Ante la mirada seria del más joven Hyüga, Hiashi continuó, levantando un fajo de documentos que descansaban sobre la mesa, y a los cuales Neji no les había prestado demasiada atención: —Estuvo respondiendo en mi nombre, y sin ninguna consulta previa, solicitudes de cortejo que enviaron varios líderes de clanes extranjeros y personalidades reconocidas.

    Por un instante, Neji se alarmó, preguntándose estúpidamente si acaso podría ser posible que ella estuviera tan desesperada en conseguir un esposo, que hubiera accedido a verse con alguno de esos bastardos, pero Hiashi, expresando una ligera molestia, culminó:

    —Los rechazó a todos. Y eran más de diez —movió la cabeza en señal de desaprobación—. Dime, Neji, ¿qué excusa crees que puedo inventarles? Lo más digno, lo más correcto por parte de mi hija hubiera sido recibir educadamente los cortejos y elegir un buen partido. Ya no es tan joven, y se ha puesto furiosa porque se lo he dicho.

    Él casi rueda los ojos. Hinata no tenía ni veintidós años, pero ahí estaba su padre, hablando de ella como si fuese una solterona de cincuenta.

    —Definitivamente no la entiendo.

    Neji carraspeó. —Con su permiso, Hiashi-sama, me gustaría dar mi opinión al respecto.

    —Por favor.

    —Creo que sé el motivo por el que Hinata-sama se tomó el atrevimiento de rechazar a esos pretendientes —y ante la mirada ligeramente expectante de su tío, continuó. —Seguramente ella está esperando la propuesta de un candidato específico.

    Y tenía él que ser muy ciego para no haberlo notado.

    —¿Qué… —Neji lo vio removerse en su puesto con un poco de incomodidad—pretendiente específico?

    —Naruto Uzumaki.

    —Uhm… —Hiashi se llevó la mano a la barbilla, y Neji no necesitaba activar su byakugan para ver como por su mente iban pasando un millón de posibilidades que surgirían de un eventual enlace con el sujeto mencionado—, así que el Jinchuuriki.

    Aunque se sintió un poco perturbado por la forma de llamar al héroe de la cuarta guerra ninja y uno de sus amigos cercanos, Neji asintió.

    —Ella… ha tenido un cierto interés por él desde hace un tiempo —un eufemismo, claro, para no tener que decir que había estado locamente obsesionada desde casi antes de aprender a caminar—. Y últimamente observo que él puede corresponderle.

    Hiashi se cruzó de brazos. —No lo sé. Tengo mis dudas con él.

    —¿Dudas? —Neji alzó una ceja—Bajo mi perspectiva, sería un candidato prometedor debido a que será, en definitiva, el próximo hokage.

    Negando con la mano, Hiashi intervino. —No me refiero a eso, pues seguramente es como dices. Es más, también creo que sería un buen esposo para cualquiera, pero Hinata…

    —¿Hinata…?

    —Ella es demasiado soñadora, Neji —Hiashi suspiró—. Es noble y justa, pero a veces también es en extremo distraída y parece apelar con más frecuencia de la que debería a sus ilusiones y se deja guiar mayormente por sus emociones. Me preocupa que Naruto no tenga el carácter suficiente con ella y sea demasiado permisivo en caso de ser su esposo.

    Neji se mantuvo en silencio, sopesando sus palabras y encontrando, para su desconsuelo, que la descripción dada por su tío era muy certera.

    —Ella, en definitiva, necesita a alguien que la aconseje sabiamente, que le haga poner los pies sobre la tierra.

    La tierra…

    Inconscientemente, Neji recordó su último encuentro en el jardín, donde ella le había hablado inocentemente de un volcán en su interior, cuando la había recostado sobre la tierra y la había hecho reír con cosquillas. Recordó sus ojos claros vibrantes de emociones. Recordó su aliento de menta, su sentido del humor, su delicadeza y la forma en que su carácter suave podía transformarse en firmeza y fiera determinación. Recordó su voz de campanita y su risa fresca, soñadora, infantil…

    No, Hiashi se equivocaba. Ella no necesitaba alguien que le pusiera los pies sobre la tierra. ¡Ella, en primer lugar, no necesitaba a nadie realmente, porque era tan feliz y tan perfecta por sí misma! Pero si de complacer sus expectativas se trataba, él sabía exactamente lo que ella quería.

    "Alguien que la ayude a volar".

    .

    .

    .

    Debo presentar excusas, debido a que tenía que actualizar mucho antes, según lo acordado. Sin embargo, me veo obligada a comentarles que la situación en mi país (Colombia) me ha afectado de manera increíble a nivel emocional, y me ha impedido desarrollar plenamente mis ideas e incluso desarrollar con plenitud actividades diarias. Cada día estoy más convencida de vivir, desde hace casi veinte años, en una de las dictaduras más cruentas y asesinas que América Latina haya tenido en su historia. La violencia se ha recrudecido durante este gobierno, y nos matan, nos sacan los ojos, nos decapitan (literalmente) por protestar y exigir nuestros derechos básicos.

    Oren por Colombia. Que los colombianos, latinoamericanos y habitantes del mundo entero, abran los ojos y se enteren: En Colombia no hay democracia, pues es una dictadura narcoparamilitar.

    Una vez dicho esto, espero que les haya gustado el capítulo, y estoy emocionada por leer sus opiniones. ¡Me hacen mucha falta!
     
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  4.  
    InunoTaisho

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    Hace un tiempo deje de leer la historia porque ya había subido de tono... Y no es porque me desagrade ya que considero lo manejaste bien, sin embargo no termina de llamarme la atención.

    Como sea, lo mejor que puedo hacer por ti en estos momentos es orar, y le pediré al Creador siga manteniendo fortaleza de espíritu en la gente de Colombia, que les ayude a superar estos problemas y pronto encuentren una luz al final del túnel. Muchas bendiciones y suerte, no te dejes vencer por el mal ni la depresión.
     

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