Long-fic de Inuyasha - Enséñame a besar (InuKag) Termindo

Re: Enséñame a besar (InuKag)

Hola!
Perdón por la demora, es que no lo pude evitar... problemas personales ._.
Gracias Pami, me ayudaste a ser más cuidadosa con los fics ^^


Enséñame a besar.

9-.

Gimió angustiada, deseaba… sólo tenía que moverse un poco y lograría tocarlo. Cuando al fin lo logró, soltó un suspiro placentero y lo observó con los ojos brillantes y algo oscurecidos.

InuYasha se relamió los labios, acercándose a ella y rozándole con la punta de la lengua el labio inferior. Permaneció unos segundos de esa manera, para luego plantarle un delicado beso en la sien y finalmente uno cariñoso en la frente.

–Oh, InuYasha… –murmuró Kagome, acariciando el brazo desnudo del pelinegro, acercándose más a su pecho.

Él movió sus labios, pero no pronunció palabra alguna. La rodeó con su brazo, pegándola contra su cuerpo posesivamente. Kagome volvió a soltar un suspiro placentero y, con las mejillas muy sonrosadas, levantó su rostro hacia él.

–I… InuYasha… yo…

Él volvió a acercarse a su rostro, presionando sus labios contra los de ella. Sintió como sonreía, lo hizo tan lentamente que tembló por las sensaciones extrañas que explotaron contra su pecho.

–Meeew… –dijo él entre sus labios.

Kagome abrió sus ojos como platos, moviendo sus piernas como si tuviera algo sobre ellas hasta finalmente sentarse. Parpadeó confundida y observó al regordete gato de color crema mirándola fijamente con sus ojos verdes.

–¿Mew? –preguntó Kagome confundida, sintiendo como si sus cabellos estuvieran en todas direcciones.

Buyo sacudió su cola, tomando impulso y subiéndose al lado de su dueña, acomodándose en un hueco que se formaba entre la almohada y la pared.

–Meeew –respondió el gato, haciéndose un bollo, su cola lo rodeaba y cerró lentamente sus grandes ojos.

Kagome se sonrojó furiosamente. ¿InuYasha maullando? ¡Oh, por favor, qué sueño más idiota! Sacudió su cabeza, tratando de alejar a esa imagen del Inu-gato. Una vez que, finalmente, logró soñar con él… ¡Lo primero que decía era un maullido!

Ocultó el rostro con sus manos, gruñendo malhumorada. Observó el reloj de su mesa de noche, y descubrió que todavía tenía tres hora para seguir durmiendo tranquilamente. Volvió a gruñir, tapándose con la sábana hasta la cabeza.

Sonrió contenta, ya faltaba poco… un mes y una semana, pronto volvería a ver a InuYasha. Cerró los ojos, acurrucándose y abrazando a su almohada, pensando que ese era el pecho de su querido amigo.

Los días eran interminables, Kagome se encontraba en época de exámenes y estaba demasiado distraída. Miraba por la ventana, estando ligeramente atenta a los otros chicos que jugaban, los gritos, las risas. Recordaba demasiado su relación con InuYasha.

Se conocieron a la edad de tres años, su mamá y la madre de InuYasha mandaban a sus hijos al mismo jardín de infantes y comenzaron a charlar mientras esperaban a sus hijos. Un día, su mamá invitó a Izayoi a su casa para hablar sobre un tema y ahí lo conoció.

Él era un chico solitario, siempre estaba callado y jugaba con los bloques en un rincón apartado. Más de alguna vez quiso acercarse para invitarlo a jugar, pero sus amigos no se lo permitían porque él era un 'niño extraño'.

Ella lo invitó a subir a su habitación y ambos empezaron a charlar, mientras que Kagome le daba un poco de su delicioso té imaginario. Lo conoció mejor, y supo que no era un 'niño extraño', solo era diferente y muy gracioso.
Se prometió interiormente que, desde ese día, ella sería su amiga para siempre y nunca lo haría sentirse mal o solo.

Y a los dieciséis años hizo exactamente lo contrario. Ella sabía lo mal que uno podía sentirse cuando su amor no era correspondido. No quería pensar de lo solo que pudo haberse sentido en todos estos años en que estuvo amándola.

InuYasha mencionó que la quiso desde muy pequeño, pero no recordaba desde cuando. ¿Podría ser aquella vez que él prometió que la protegería? ¿O cuándo la abrazó por su primer regalo de cumpleaños?

Pasaron tantos momentos, y seguramente muchas veces InuYasha le demostró un poco lo que sentía, pero ella estaba tan cegada por tantos chicos que no lo notó. Simplemente eso.

Si alguien le dijera que su mejor amigo, su hermano, estuviera enamorado de ella, se reiría.

¿InuYasha enamorado de ella? Era una locura.

Sin embargo… él lo estaba.

O eso era antes de…

"Estaba en mi habitación con Anabella"

–¡Arg, si lo dijo solo por ponerme celosa nunca se lo perdonaré! –gritó Kagome, apenas recordó aquella situación del teléfono, levantándose del banco.

El profesor, calvo y de lentes cuadrados, con un libro sobre su nariz se acercó a ella. Su expresión era neutral y escalofriante.

–No quisiera saber quien te quiere poner celosa, Higurashi –comentó el profesor, cerrando los ojos y frunciendo el ceño -. Pero… ¡Vállase de mí salón ahora mismo!

Todos empezaron a reír.

Kagome se tapó el rostro con su mano, completamente enrojecida y maldiciendo su suerte, salió corriendo. Afortunadamente, esos eran los últimos minutos de clases y no se perdería de la gran cosa.

Sintió una especie de Déja Vù, pero intentó no prestarle atención. Suspiró frustrada. Cuando viera a ese cabeza de chorlito estaba segura que le retorcería el pescuezo.

Empezó a vagar por el colegio, queriendo huir de los sentimientos que le provocaban tantos lugares. Eran los recuerdos de InuYasha quiénes la perseguían, dándose cuenta que no podía estar en paz ni siquiera en el baño de mujeres.

"Te amo, Kagome"

¿Por qué debió decírselo? ¿Por qué no pudo contener sus sentimientos y simplemente decir que se iría a Italia? Seguramente, sin conocimiento de nada, todavía estaría con Hoyo y ella llamaría casi constantemente a su amigo.

Y no estaría tan confundida como ahora.

Lo quería muchísimo, más que a un amigo eso estaba claro… pero no lo amaba, o eso creía. ¿Cómo podría saber algo tan esencial si solamente hace unas semanas descubrió que no conocía nada de la materia del amor?

Confundir atracción por amor era una muy mala señal si ella se creía una experta en ese tema. ¡Y, lo peor de todo, siempre le preguntaba a InuYasha el por qué nunca estuvo de novio!

"… Cuando te beses a Bobo te lo diré"

Observó por la ventana como los árboles se sacudían a causa del viento, y como los alumnos se movían de acá para allá. Sonrió levemente, acariciando sus labios con la punta de su dedo índice.

Él todavía no le contó cual fue la primer chica. Sucedió todo tan rápido que eso se fue completamente de su cabeza, pero ahora le preguntaría quien era esa afortunada.

Porque no era ella… ¿O sí?

Nah, eso ya no le importaba mucho. Bueno, pero solo un poco.

–Higurashi –murmuró una voz algo sorprendida pero sin mucho sentimiento. Volteó a ver, y notó a Kikyou vestida con el traje de arquería.

Es cierto, ella era la capitana.

–Kikyou –respondió Kagome, agachando ligeramente la cabeza, sabiendo que debía guardar respeto a sus superiores.

El timbre sonó, pero apenas ellas sí lo escucharon.

Kikyou avanzó y se acercó a ella, mirándola fijamente con el ceño fruncido. Soltó una carcajada, poniendo su atención hacia la ventana.

–¿Le rompiste el corazón? –preguntó Kikyou con una expresión algo burlona, pero guardando la frialdad que tanto la caracterizaba.

¿Podría ser que él intentó ponerla celosa con ella también?, se preguntó Kagome frunciendo ligeramente el ceño.

–No sé de que me hablas –contestó con sinceridad, asomándose también a la ventana. Ya era tarde, debería volver a su casa.

–¡Oh, vamos! No me digas que InuYasha no te confesó sus sentimientos. Él me dijo que lo haría –agregó, como queriendo lastimarla.

Y si esa fue su intención, logró hacerlo.

–Creo que eso no te importa –dijo franca, volteándola a ver. ¿Acaso le estaba echando en cara que estuvo hablando con él?

–Sí me importa, todo lo que tenga que ver con InuYasha me importa –respondió Kikyou con simpleza, observando divertida la expresión asustada y sorprendida de Kagome -. ¿Qué esperabas? Tú no serías para siempre su única amiga, Higurashi.

–¿A qué te refieres? –la voz de Kagome era ronca, y apretaba fuertemente los puños. ¿Podría ser que en su distracción por Hoyo… estuvo perdiendo poco a poco a InuYasha?

La otra muchacha soltó un suspiro, apoyando su arco contra la pared.

–InuYasha es mi amigo, yo soy su amiga. Ambos somos amigos. ¿Eso te queda claro? Él no me interesa para nada más que un amigo –sentenció Kikyou frunciendo el ceño -. Las niñas celosas como tú me desesperan.

–¡Oye! –chilló Kagome, sonrojándose furiosamente -. ¡Yo no estoy celosa!

'Mentirosa'

'¡Pero no lo estoy!'

'Admítelo: herviste de celos cuando te dijo que ella era amiga de InuYasha'

'¡Yo… yo no!'

–¿Cómo crees que pueda interesarme por un chico que está detrás de los huesitos de una buena para nada que no nota más allá de su nariz? –espetó fríamente Kikyou, frunciendo cada vez más el ceño.

Kagome apretó los puños.

–¡¿Acaso crees…?! –cerró la boca, con lágrimas en los ojos -. Es verdad, sé que soy una tonta. ¡No sé cómo pudo fijarse él en mí! –apretó fuertemente los puños.

¿Cómo él pudo querer a la deforme y distraída Kagome Higurashi?

–Ya somos dos –comentó Kikyou, cruzándose de brazos.

Kagome sonrió levemente.

–¿Lo quieres mucho, verdad?

Ella mostró por primera vez una cara de desconcierto.

–A InuYasha, ¿lo quieres mucho, no? –volvió a repetir Kagome con voz tranquila y dulce, la otra chica no pudo evitar sonreír de la misma manera.

–Más que a nada.

Aquella revelación la lastimó un poco. Kikyou estaba tan segura de sus sentimientos, y los confesaba con mucha naturalidad… pero ella no podía. Apenas si entendía los mensajes de su corazón.

–Yo… no sé lo que siento –confesó Kagome, bajando la cabeza hacia el suelo.

Kikyou soltó un suspiro y la tomó del brazo.

–¡O… Oye! ¿A dónde me llevas?

–Quiero probarte –respondió simplemente Kikyou, llevándola fuera del establecimiento.

Como ya era tarde, muchos clubes todavía seguían abiertos.

Las porristas usaban trajes de entrenamiento de color rojo y blanco, los colores del instituto. Los de fútbol estaban encerrados en una chancha pequeña corriendo en círculos. Los del tenis estaban practicando lanzamiento, otros practicaban dobles. Y los de baloncesto estaban jugando un mini partido…

Sintió una punzada de dolor, recordando las veces que fue a verlo. Aunque perdieran, siempre lo apoyaba y lo alentaba.

Kikyou la guió por lo que parecía ser un edificio viejo, casi antiguo. Algunos estaban practicando el tiro al blanco y Kagome divisó a Hoyo, el corazón le dio un vuelco pero no fue lo mismo. Tal vez todavía sintiera esa emoción cada vez que lo veía, pero no a esas mariposas en el estómago.

Siguieron caminando, ya que la otra chica era un año más avanzada que él.

–Toma –murmuró Kikyou, entregándole un arco y flecha, señalando un blanco que, para Kagome, estaba demasiado lejos -. Si logras, al menos, tirar en el blanco…

–¿Me dejarás hablar con InuYasha? –preguntó con sarcasmo Kagome, revoleando los ojos y observando casi con curiosidad su arco y flecha.

–No, aún mejor –contestó, dándole una sonrisa enigmática -. Ya lo descubrirás.

¿Descubrir algo? ¡Ja! Eso ya lo veremos.

Con inseguridad, y sintiéndose una estúpida, adoptó una posición casi con naturalidad. Kikyou la miró atentamente, esperando que hiciera algo, pero no hizo nada.

Esto la cansaba.

–Buena pose –comentó la arquera, mirando fijamente el punto negro y luego a Kagome. Cerró los ojos unos momento, y los entreabrió.

'¿Para qué tengo que hacer esto?'

'Hay que demostrarle a Kikyou que eres digna de InuYasha'

'¡Yo no debo demostrar nada, y mucho menos ser digna de él! Es mi amigo'

'No es cierto'

'Siempre será mi amigo'

'Admítelo'

'Es como mi hermano'

'¡Deja de mentirte!'

'InuYasha no es más que...'

'La persona que amas'

'¡No! La única persona que amé fue a Hoyo. Nadie más'

'¡No mientas!'

'Amo a Hoyo. Amo a Hoyo. Amo a Hoyo. Amo a Hoyo'

El arco de Kagome estaba desviándose hacia abajo y cada vez menos tenso, parece que su cerebro estaba ganando después de todo. Kikyou frunció el ceño, dándose cuenta que estaba perdiendo el tiempo; era la última vez que le hacía caso a InuYasha.

Kagome sentía como su cuerpo se tensaba y empezaba a temblar. No dejaba de mirar fijamente el punto negro, tratando de concentrarse… pero aquella voz, la que decía que amaba a Hoyo, no la dejaba poner atención. Necesitaba aclararse, necesitaba borrar todas esas voces tan molestas que solo estorbaban.

Frunció el ceño, tratando de prestar atención a ese punto negro. Era tan negro, tan oscuro… tanto… como el de…

'InuYasha…'

'InuYasha'

Kikyou miró sorprendida como de un rápido movimiento, el arco volvía estar apuntando perfectamente y como Kagome soltaba la flecha, hundiéndose en el punto negro. Sonrió levemente, y se acercó a ella.

Era una chica con potencial, debía admitirlo.

–Parece que no se equivocó contigo –dijo Kikyou con tranquilidad, mostrando su rostro frío y calculador.

Kagome miraba atentamente el punto donde su flecha había dado. Las piernas temblaban visiblemente, parecía que estaba al borde de desvanecerse. "Yo… yo realmente… realmente yo…"

Miró nerviosamente a Kikyou sobre su hombro, mordiéndose el labio inferior.

–¿Qui… quién? –preguntó Kagome con voz apenas audible.

Ella suspiró y se corrió de las puertas corredizas y entonces se abrieron de repente, dejando entrar un montón de luz levemente enceguecedora.

La chica nunca había visto algo tan ridículo como ahora.

–Yo, Kagome.

Bueno… tal vez no tan ridículo.

Continuará