One-shot Enlazados [Liza x Alpha] [¡Parejas Disparejas!]

Aquel sin duda era un espléndido día para ir de pesca. El sol brillaba con fuerza y el cielo azul cubría por completo las inmediaciones de la Gran Catarata de Galeia, un destino turístico común entre los amantes del camping o de la pesca. Decenas de familias y de jóvenes turistas pasaban el mediodía zambulléndose en las aguas cristalinas del lago, con el relajante sonido del agua caer de fondo.

Liza soltó un suspiro, entrecerrando los ojos con una sonrisa mientras se estiraba hacia el cielo. Días así le ponían de muy buen humor.

—¿Y bien? ¿Cómo va esa pesca? —curiosa, se acercó hacia el chico que la acompañaba. Este se encontraba sentado con las piernas cruzadas, atento a la caña que sujetaba entre sus manos. Colocó su barbilla con suavidad en la cabellera del entrenador, procurando no molestarle demasiado—. Lleva un buen rato sin moverse, ¿deberíamos cambiar de sitio?

—Nah, aquí está bien —Alpha soltó un pequeño bostezo, sin dejar de observar el agua—. Este sitio siempre me ha dado buena suerte. Aquí fue donde atrapé a-

—No menciones al innombrable —se quejó rápidamente la castaña, separándose con los brazos cruzados y las mejillas infladas.

Alpha no pudo evitar reír, y palmeó el suelo a su lado haciéndole un gesto para que también se sentase.

—Está bien, está bien. ¿Quieres probar? He traído otra caña —intentó cambiar de tema conteniendo la risa, y por suerte pareció funcionar. Parecía que había generado un trauma en la chica la aplastante derrota que logró con su Basculin. ¿Quién diría que aquella incorporación le vendría tan bien?—. Si tienes paciencia estoy seguro de que pillarás algo, ¿sabías que aquí hay Feebas inclu...? ¡Bingo!

Y ante la mirada curiosa de Liza, quien estaba colocando el anzuelo a la caña en aquel momento, observó cómo Alpha se levantaba y tiraba del sedal con un brillo de ilusión en sus orbes dorados. No pudo evitar sonreír también, contagiada por la ilusión infantil que de vez en cuando desprendía el joven por cada poro de su ser. Resultó ser un bonito Goldeen, pero aunque Alpha tenía claro que no era lo que buscaba se sintió orgulloso de su trabajo.

—Ya van 5, se te da bien esto por lo que veo —señaló Liza, dejando caer su anzuelo animada por la reciente captura. Alpha imitó sus movimientos, volviendo a sentarse a su lado. La castaña ladeó su sonrisa, con una idea en mente—. ¿Competimos por ver quién consigue el pez más grande?

Alpha mostró sus dientes mientras se señalaba con el pulgar, decidido a cumplir el desafío costase lo que costase.

—Ya estás tardando.

...

El anzuelo de ambos, al cabo de unos minutos, comenzó a tirar. Desafiantes se miraron por unos segundos, antes de tirar con todas sus fuerzas. Grande fue su sorpresa al abrir los ojos y ver que ambos estaban tirando de la caña hacia el lado opuesto, con los anzuelos enlazados mutuamente. Entre la sorpresa, la emoción del momento y la fuerza producida, el que estaba más cerca de la orilla acabó perdiendo el equilibrio, y en este caso no fue otra que Liza.

Alpha agarró rápidamente su mano, cayendo ambos inevitablemente al lago. Segundos más tarde, sacaron a flote sus cabezas, y tras mirarse unos segundos con evidente sorpresa, no pudieron evitar echarse a reír. Sin duda, había sido la pesca más extraña hasta el momento.

—¿Qué tal al mejor de tres? —propuso entonces Liza, tras acercarse al chico para quitarle el largo flequillo de su frente con un gesto cariñoso, divertida aún con la escena.

—¡Al mejor de tres! No me iré de aquí hasta que te gane —y tras revolverle el cabello respondiendo el gesto de cariño, empujó su cabeza hacia el fondo entre risas, tomándola desprevenida, y comenzó a nadar hacia la orilla—. ¡Cuidado que te quedas atrás!

—¡Serás tramposo! ¡Vuelve aquí, idiota!

Mientras regresaba a la orilla, Liza no pudo evitar relacionar lo ocurrido con su propia situación. ¿Quién iba a decir que sus vidas iban a quedar enlazadas de una forma tan particular como había sido aquella? Pero mientras tomaba su mano para salir del agua y le empujaba de vuelta al lago en venganza, no pudo evitar pensar que sin duda, no se arrepentía de nada.