Los sonidos a mi espalda me dieron la pauta de que la tía se había incorporado y dejado caer otra vez sobre el colchón, tontería que me torció apenas la sonrisa. ¿Tenía cara de ser una princesita en apuros? La verdad que sí, pero si se lo decía seguro se me enfurruñaba otra vez, ¿cierto? Cerré un cajón y me acuclillé para continuar con el siguiente, oyendo el resto de la estupidez. —¿Tengo cara de ser el príncipe azul de nadie? —repliqué, en tono neutro—. Siempre puedo darte un beso, pero me temo que no sería ni de amor verdadero ni una buena idea. Contenido oculto cortito pero poderoso
La respuesta de Yuta fue exactamente lo que había esperado recibir de su parte y, claro, a mí no me quedó más remedio que rodar los ojos mientras negaba un par de veces con la cabeza, a pesar de que el chico me estaba dando la espalda y no vería ni una pizca de aquella reacción. Había algo en ese chico que me tocaba un poco las narices, pero al mismo tiempo su compañía me había acabado resultando entretenida la última vez, así que... —¿Por qué? —murmuré, volviendo a subir la mirada hasta clavarla en el techo. Dejé la pregunta colgando en el aire un par de segundos, dándome ese mismo tiempo para tener mi propio debate interno, y al final decidí bajarme de la cama con cuidado. Me acerqué a Yuta con paso tranquilo, quedándome a sus espaldas, y lo miré desde arriba con la cabeza ligeramente ladeada. Tenía razón en que no era una buena idea, pero... >>¿Acaso te da miedo~? Contenido oculto ¿el post o yuta? u///u
Indagó en el motivo de mi razonamiento, pero su voz se solapó con un cajón lleno de medicamentos y me quedé acuclillado, inspeccionándolos uno a uno con calma. Sus sonidos delataron que se deslizaba fuera de la cama y me sonreí ligeramente; fue una buena idea conservar mi silencio. Su presencia se concretó a mis espaldas y la diversión en la tontería que agregó fue más que evidente. Bajé la caja que estaba leyendo, sólo torcí la muñeca y con la mano libre me quité la paleta de la boca. La miré de soslayo, debido a mi posición comencé en sus rodillas y fui subiendo hasta alcanzar sus ojos. —¿Miedo? —repliqué, alzando levemente las cejas con incredulidad—. ¿Ese es el primer motivo que se te ocurre? Contenido oculto JASJAJSJA eso tiene que descubrirse aún (!!)
Yuta no me respondió a la primera pregunta que le hice, enfrascado como parecía estar en los cajones y pastillas de la Enfermería. Ahora que lo pensaba... ¿acaso había venido porque se sentía mal o algo? Aunque, por como se estaba moviendo por la sala, me atrevería a apostar que estaba ahí por simple y llana curiosidad. Tampoco importaba demasiado, suponía. Cuando me acerqué a él, ya sí que tuvo la decencia de reaccionar, aunque el cosquilleo que sentí cuando me recorrió con la mirada me hizo pensar que igual hubiera sido mejor si seguía ignorándome. —Uhm... también podría ser que no te guste nada y no quieras besarme, claro... pero entonces no te habrías ofrecido en primer lugar, ¿no? Así que sí, ese es el primer motivo que se me ocurre —justifiqué, primero llevándome el dedo índice a la comisura de los labios, en un gesto pensativo, para después sonreírle con algo de gracia por la conclusión. Me reposicioné hasta quedar a su lado, acuclillándome después para poder estar a su altura, y señalé la caja de su mano con la cabeza, antes de volver a buscar su mirada. >>¿Buscas algo en específico?
—¿Me ofrecí? —le repliqué apenas lo dijo, no por cuestionarla, sino lisa y llanamente por molestarla. Era obvio que se me podía interpretar así, pero al no haberlo dicho de forma explícita y ella sí, digamos que me dejaba el terreno preparado. Mi semblante, hasta ahora bastante neutro, mutó inevitablemente hacia la diversión. ¿Entonces luego de "no me gustas" venía el "te da miedo" sin escalas? Curioso, curioso. En definitiva decidí dejar la incógnita suspendida en el aire, no respondí nada concreto ni pretendí disipar sus dudas, en absoluto. Aguardé hasta que se acuclilló a mi lado y zarandeé suavemente la caja que tenía en la mano; los blísters sonaron en el interior. —No realmente, aunque esto sirve. —Miré el objeto, frunciendo un poco el ceño—. No estoy seguro por qué hay adderall en una enfermería escolar, pero no me verás quejándome. Taichi estará contento. Ya había definido la posición de las cámaras desde el segundo que ingresé en el espacio. Sonreí con calma, deslicé la mirada de regreso a ella y me incliné en su dirección. Le dejé un beso liviano en los labios y aproveché el movimiento para taparme con su cuerpo, guardándome la caja en el bolsillo del pantalón. —¿Ya te despertaste? —murmuré, tranquilo, y me incorporé—. Quizá sí sea un príncipe azul, después de todo. No se lo creía ni mi madre, pero la gracia que me daba soltarlo sin más. Cerré el cajón con la rodilla, al pasar junto a ella le palmeé la cabeza y abandoné la enfermería, satisfecho. Había visto otra variedad interesante de medicamentos, ya se lo comentaría al dúo malvado de zanahorias y ellos dispondrían. Contenido oculto pobre ri, quedará pillada de punto a este paso
Miré de reojo a Kakeru cuando se puso a hablarle a Kohaku, dejando salir una leve risa nasal ante la acusación que le lanzó por la cara. Y ahora que me paraba a pensarlo un poco... ¿acaso se conocían? I mean, a aquellas alturas era obvio que lo hacían y bastante bien... solo me preguntaba de dónde exactamente era que se conocían tan bien, claro. Podía habérselo preguntado, de hecho, pero por supuesto que preferí tirarle la caña en lugar de eso. ¡Y no me arrepentía para nada de mi decisión! Porque noté lo avergonzadito que se puso y me dieron ganas de comérmelo entre dos panecitos, ni modo. Espera... ¿estaba muy mal si intentaba comerme a tres chicos diferentes en un mismo día? Bah, ¿a quién le importaba? —I don't know, sorry —contesté al rato, encogiéndome de hombros mientras llevaba la vista al frente y seguía caminando—. Me lo encontré subiendo a la azotea, intentando liarse un porro y me quedé a ayudarlo. Estuvimos hablando y tonteando un poco, pero no le pregunté sobre eso... I'm not a gossip! Anyways, bajamos al baño para fumar, and then... —suspendí un silencio tras mis últimas palabras, pasando el pulgar por delante de mi cuello para dejar caer la cabeza hacia un lado después. Abrí la puerta de la enfermería cuando la alcanzamos y permití que Kakeru entrara primero, cerrando la puerta a mi paso cuando accedí justo detrás de él. Me acerqué a ellos cuando el castaño dejó a Kohaku sobre una de las camillas y me incliné sobre el susodicho para poder examinarlo de nuevo. Suspiré al alzarme de nuevo y le dediqué una sonrisa ligera a Kakeru, justo antes de alejarme hacia la siguiente camilla libre que hubiera para dejarme caer sobre el colchón. >>Imagino que con una siesta se va a poner mejor. Me puedo quedar a vigilarlo, no te preocupes~ —añadí, con quizás más entusiasmo del que pretendí en un inicio, y me dejé caer hacia el lado para acabar medio tumbada sobre la cama, mirando al chico desde aquella posición—. ¿Cómo puedo agradecerte la ayuda, mi héroe~?
Le concedí una sonrisa ligera a Alisha al saber que no tenía idea de nada, fue una suerte de agradecimiento y de "no te preocupes" tácito, aún sabiendo que... bueno, probablemente no le quitara el sueño esta situación. Aún así, se había quedado con él e incluso salió a buscar ayuda; tal vez sonara a decencia básica, de todos modos se lo agradecía. Me colé en la enfermería apenas me lo permitió y avancé hasta una de las camillas, donde dejé caer a Kohaku con suavidad. Me giré, le acomodé las piernas y pillé la manta doblada al pie de cama para taparlo. Ni idea por qué, sólo quise hacerlo. Entre tanto, había notado por los ruidos que Alisha se había recostado en otra de las camillas. Los resortes se quejaron y viré el torso en su dirección. Se ofreció a quedarse para vigilarlo, lo cual probablemente se tradujera en echarse también una siesta, y esbocé una sonrisa serena ante su... oferta. —Conque te quedes con él es suficiente —respondí, honesto, y me senté en el borde del colchón donde estaba Kohaku—. Gracias por buscarme, quiero decir, por buscar ayuda. ¿Debía hacer algo al respecto? ¿Decírselo a Anna o a Rei, quizá? Me detuve de extraer el móvil de mi bolsillo y alcé las cejas, incorporándome. Destapé brevemente a Kohaku y colé las manos en sus propios bolsillos, extrayendo todo lo que allí encontrara. Podía considerarse invasión a la privacidad, pero prefería llamarle control de sustancias. Papel de liar, la cajita de mentos, unos envoltorios arrugados de chicle... Me quedé con todo y miré a Alisha. —Falta su encendedor, ¿lo tienes tú? Suponía que podía subir y también revisar su maletín, al menos para asegurarme que no siguiera consumiendo en lo que quedaba de jornada lectiva.
Hice un mohín con los labios cuando Kakeru rechazó mi oferta tan amable, con evidente decepción a pesar de que... bueno, había sido bastante obvio que no me daría mucha bola. Me encogí de hombros, de todos modos, y me giré hacia el costado para poder tumbarme mejor, clavando la mirada en el techo; apoyé las manos sobre mi vientre, también, y me di un par de golpecitos distraídos sobre la piel descubierta con los índices. —Well, of course —respondí en un murmullo, frunciendo apenas el ceño en el proceso—. I'm not that terrible... ¡Además! No podía dejar que algo así me pesara sobre la consciencia. El estrés envejece, ¿y cómo iba a seguir ligando con la cara toda arrugada y fea? No way, José! Solo estaba diciendo tonterías, claro, porque eso de que me agradecieran por haber hecho algo mínimamente bueno se sentía extraño, cuanto menos. Sea como fuere, escuché de nuevo algo de ruido desde su lado de la sala y lo miré de reojo, hasta que noté sus intenciones de volver a mirarme y volví a dirigir la vista hacia el techo con rapidez. Dejé salir un '¿mhm?' distraído, antes de meter la mano en el bolsillo de la falda y rebuscar un par de segundos. Encontré el mechero al instante, en realidad, y lo saqué para mostrárselo mientras volvía a girar la cabeza en su dirección. >>This one? Come and get it, then~
Alisha se tumbó sobre su espalda y me respondió mirando el techo y diciendo muchas tonterías, lo que me ensanchó la sonrisa con una chispa de diversión. Iba a asumir que había aceptado mi agradecimiento, y con eso me bastaba. Luego le vacié los bolsillos a Kohaku y volteé de regreso a ella, quien seguía, no lo sé, ¿buscando formas en la escayola? Me mostró el mechero en cuestión pero, antes de que pudiera decir nada, volvió a bromear al respecto. No estaba tomándose nada de esto en serio, ¿verdad? Me acerqué a su cama sosteniéndole la mirada, y en vez de buscar sus manos, lo que hice fue pillar la manta de su camilla y taparla también a ella. Lo hice rápido, dejé caer la tela sobre su cuerpo y sostuve los extremos del borde superior a cada lado de su torso, reduciéndole las posibilidades de movimiento. Así, inclinado sobre su rostro, le sonreí. —Puedes quedártelo, en tanto no se lo regreses me vale —murmuré, algo risueño, y retrocedí chequeando la hora—. Iré a revisar su maletín y le traeré... bueno, les traeré algo de beber. No me tardo. Con los anuncios hechos, simplemente le concedí una última sonrisa y me fui.
Kakeru me mantuvo la mirada al acercarse a mi posición, lo que me hizo sonreír con ligereza mientras balanceaba el mechero entre mis dedos, pero cuando finalmente me alcanzó, sus manos no buscaron alcanzar el mechero si no... ¿la manta que había sobre la camilla? Seguí el recorrido que hizo con el ceño fruncido, y aquella expresión solo se me intensificó cuando sentí que me colocaba la tela sobre el cuerpo, haciendo especial fuerza a los lados para evitar que me moviera. Eh, eh, ¿en qué momento habíamos cambiado así los papeles? Se suponía que era yo la que tenía que ir encima... —Okay, fine... —cedí al final, relajando la expresión, y le dediqué una sonrisilla risueña mientras lo veía alejarse de mi espacio personal—. I'll be a good girl then, daddy~ —le solté por la cara, porque no podía quedarme tranquila si no lo hacía, al parecer. But alas, después de eso salió de la enfermería y me quedé a solas con el comatoso, que por otro lado debía estar echándose la siesta de su vida sin enterarse de nada de lo que estaba pasando a su alrededor. Dejé salir un suspiro pesado mientras me quitaba los zapatos, pudiendo así subir del todo los pies a la cama, y guardé de nuevo el mechero en mi bolsillo, llevando ambas manos bajo la almohada cuando finalmente estuve acomodada del todo. >>Es la primera vez que duermo en la misma habitación que un chico sin compartir la cama, ¿sabes? —dije en dirección a Kohaku, incluso si era consciente de que en realidad era como si estuviera hablando con la pared—. I would cuddle you, because I love cuddles, but... pf, lo que te faltaba, ¿no? No quiero asustarte con tanta belleza y que te dé otro ataque nada más despertarte. ¡Pero me debes una sesión de hook-up, que conste! Aquello último lo dije completamente ofendida, como si de verdad estuviera peleándome con el pobre chico y no, bueno, conmigo misma. Estaba tan metida en el papel que hasta me di la vuelta en la cama, no queriendo verle la cara, y resoplé un poco antes de permitir que el sueño me alcanzase por fin. Contenido oculto well... i guess esto sería mi cierre, porque ya han sido demasiadas emociones para una sola interacción (?) ya te lo he dicho por privado, pero me repito: this was so absurdly funny, no sé si alguna interacción próxima va a poder superarlo o siquiera estar a la altura JAJAJAJ i loved every second and boy, que manera de volver al ruedo (?) love you and your babies lots uwu
Tras salir de la 3-3, fui hasta la planta baja para comprar un par de botellas de agua y finalmente acabé mi pequeño tour de regreso en la enfermería. Abrí con bastante cuidado, primero asomé la cabeza dentro y solté el aire con una ligera sonrisa al ver a los dos noqueados. Dejando el consumo de sustancias a un lado, parecían dos niños, causando problemas y al minuto siguiente durmiéndose como si nada. Cerré la puerta tras mi espalda y avancé sigilosamente hasta depositar las botellas en la mesita entre ambos. Les eché un vistazo concienzudo, comprobando que estuviesen bien tapados y que parecieran cómodos, y en ese instante advertí el silencio entremezclado con el murmullo lejano de afuera, el aullido del viento. Me desvié hacia la ventana y me vacié los pulmones, permitiéndome recapitular lo que había ocurrido en la última hora. Lo de Kou... había sido un paso enorme, ¿verdad? Parecía nimio y habíamos conversado como si nada, pero ¿no era en realidad algo muy importante? La idea de poder saludarlo si lo veía, de cruzarme a su clase si me aburría, de llevarle tonterías para comer... era nostálgico y me entusiasmaba. Después de lo perdido y sin retorno, recuperar fragmentos de mi mejor amigo era un alivio. Retrocedí un poco y giré el rostro hacia Kohaku. Luego estaba este revoltoso. Le dejaría un mensaje para que supiera que yo tenía sus cosas, pero de ahí en más no estaba seguro de qué hacer. Rei no era precisamente el emblema de la discreción y temía que encendiera las alertas de su familia, lo suficiente para generar el efecto opuesto al deseado. Luego estaba Anna, que corría por un cauce similar, pero al menos no la veía plantándose en el santuario a soltar la sopa. El asunto era que... aún no me sentía muy cómodo buscándola o hablándole. Haru quedaba absolutamente fuera de discusión, entre que no parecía preocuparse y desconocía la naturaleza de su relación. También estaba Dunn, ¿no? Pero no era parte del grupo y pues, si podía evitar hablarle mejor. Igual no estaba seguro que me correspondiera soltar la lengua de lo que había visto en cualquiera de esos escenarios. Lo ideal sería hablarlo directamente con Kohaku, lo sabía, pero... ¿serviría de algo? Nunca habíamos tenido una charla demasiado seria o personal, más allá de ser amigos y matar el tiempo juntos. ¿Acaso... se relacionaría con Kou, de cierta forma? Y de ser así, ¿lo hablaría precisamente conmigo? En fin, tenía un par de horas para ordenar mis pensamientos. Estaba por irme cuando noté que Alisha se removía en su lugar y la miré, esbozando una pequeña sonrisa. Me acerqué a ella y hablé en un susurro. —Perdona, ¿te desperté? —Por la gracia, volví a pillar los bordes de la manta y la arropé con cuidado—. Ya me iba, ahí les dejé unas botellas de agua. Cualquier cosa me avisas, ¿sí? Y por favor, ya no me digas daddy. Acentué un poco la sonrisa que fungía de despedida y agregué, antes de retroceder e irme: —Dulces sueños, Ai-chan~ Contenido oculto ahora sí, thats a wrap JAJAJA what a mess 20/10 would do it again. I enjoyed it tons, bebi, thank you very mucho <33
Intenté dormirme por todos los medios posibles, pero por algún motivo que no llegaba a entender, me estaba resultando imposible. ¡Y eso sí que era raro! Quería decir, follar y dormir eran las dos únicas cosas que podía hacer en literalmente cualquier contexto. Estaba empezando a tomarlo de forma personal, de hecho, y me forcé a dormir incluso cuando sentí que Kakeru volvió a entrar en la enfermería. Lo intenté y lo intenté... hasta que al final me di por vencida, volviendo a tumbarme de espaldas mientras dejaba salir un resoplido de molestia. No pensé que Kakeru se fuera a quedar mucho rato con nosotros, o que fuera a hacerme mucho más caso, por lo que no negaría que me sorprendió escuchar de repente su voz bien cerquita de mi cuerpo. Abrí un poco los ojos, mirándolo con una expresión que denotaba tanta confusión como somnolencia, y al final se me escapó una ligera risa nasal mientras volvía a cerrar los ojos. —Fine. You're more like a mom, anyway... —murmuré, antes de acomodarme una vez más sobre la cama—. Nighty night... Contenido oculto ahora sí ehe cierro por aquí uwu7
Equipar el asunto con un intercambio equivalente lo volvió demasiado Fullmetal Alchemist de repente, aunque me guardé el comentario y la gracia para mí mismo. Lo importante era que la transmutación no nos saliera como la mierda, claro, pero en vistas de cómo salía todo últimamente lo mejor no era hacerse ilusiones de ninguna clase. —No importa, a veces tengo que descifrar mis propios apuntes de por sí. Seguí andando hacia la puerta de la enfermería, pensando que entraría y podría ojear el cuaderno, pero el tipo se parqueó en el umbral y yo me quedé un par de pasos adentro al darme cuenta. Lo que dijo me alcanzó cuando estaba de espaldas todavía, apenas comenzaba a girarme para verlo otra vez, y me agradeció por los apuntes que todavía tenía yo bajo el brazo, así que tomé el cuaderno y se lo extendí antes de que se fuera. Lo que solté después fue más un desliz, se me escapó del cerebro embotado. —En la tarde me lo regresas o te lo llevas, no importa —dije respecto al cuaderno—. Tal vez hayamos hablando en un sueño, quién sabe. Nos vemos, Snowflake. Volví a girar el cuerpo en dirección al interior de la enfermería y luego de dejar la mochila junto a una de las camas me quité los zapatos para acostarme. Mi idea era solo dormir una hora como mucho, hasta me puse una alarma en el móvil, pero el agotamiento, el caos con Liam y lo atontado que yo mismo me había dejado acabarían noqueándome hasta el receso. Contenido oculto y por acá cierro tururu
Contenido oculto —¿Qué mierda quieres? —murmuré al teléfono, empezando a bajar al segundo piso. —No contestabas mis mensajes, chiquito, mira si te habías perdido o tomado el tren incorrecto. Solté una risa floja. Ya no le decía nada a Taichi sobre apropiarse de los apelativos que usaban las señoras de su servicio, además, por ridículo que sonara al principio, irónicamente comenzaba a habituarme. Los peldaños parecían jalarme hacia ellos con una atracción casi magnética, cayendo con pesadez y haciéndome rebotar los huesos. Era la forma rebuscada de decir que tenía una pereza terrible, claro. —¿Ahora tengo cinco años? —repliqué, casi en un susurro. —¿Mentalmente? —Lo preguntaré solo una vez más, Taichi: ¿qué mierda quieres? —Qué mal genio, niño... —Suspiró como un padre decepcionado y pareció lanzarse en alguna parte—. Escúchame una cosa, imbécil, te piraste de casa antes que saliera el sol y no respondías mis putos mensajes. ¿Y toda esa fachada de bad boy? Tendrás tu carácter, claro que sí, pero sigues siendo un nene de mamá, ¿no? ¿Cuántos trenes pillaste solo en tu vida, eh? Me detuve brevemente en el rellano hacia el primer piso y eché un vistazo por la ventana, la luminiscencia me forzó a entrecerrar los ojos. Cambié el móvil a la mano enguantada y el bufido que solté, profundo, tapó la voz de Taichi. —Ya, cállate un poco, ¿quieres? Llegué a la escuela sano y salvo, asistí a clases y, por si te interesa, sigues interrumpiendo el camino hacia mi merecidísimo juguito. ¿Contento? —Contento —afirmó al instante, le imaginé la sonrisita a la perfección y eché la espalda contra la pared junto a la ventana—. ¿Qué sabor vas a comprarte? —Hmm... ¿Naranja, supongo? —Booooring. Oye, oye, fíjate si tienen los de maracuyá y melocotón que salieron hace poco, y si hay cómprame un par, ¿quieres? Los hijos de puta aquí se los terminan siempre. —¿Y si se los pides a Rosita, chiquito? —lo molesté suavizando el tono, irónico. —Mi querida Rosa comprará el maracuyá y el melocotón, los pelará con mucho amor y los pondrá en la licuadora para hacerme el mejor smoothie de tu putísima vida, pero no quiero eso. Quiero el juguito cancerígeno, ¿entiendes? —Entiendo. Envenenarse tiene su encanto a veces. —¡Gracias! —exclamó, hastiado, como si hoy ya hubiera tenido que discutir esto con quince personas—. Y hablando de venenos... —Aquí vamos. —Me reí en voz baja y separé la espalda con pereza, reanudando mi camino—. Preocupado mis huevos. Suelta lo que quieres, idiota. —El poder de la small talk es real y algún día lo reconocerás, Yu. ¿A que ahora estás un... diez por ciento mejor predispuesto a escucharme que cuando me atendiste? —Diez son los segundos que te quedan hasta que cuelgue. —Está bien, está bien. Detente ahora mismo. —Fruncí el ceño y obedecí, mirando alrededor; ¿me habrían delatado los cambios del sonido ambiente?—. ¿A cuánto estás de la famosa enfermería? Una sonrisa ladina me cruzó el rostro. Lucky bastard. —Unos pocos metros, para tu fortuna. Un minuto más de tu small talk de mierda y no habría pegado la vuelta ni por una mamada. —Sigue soñando con eso, maricón. Bueno, ya sabes qué hacer, vamos, vamos. Avísame si no hay nadie. Suspiré y accedí. Mejor le cumplía el capricho ahora así me dejaba en paz el resto del día. Abrí la puerta con la mano libre y luego la empujé con el talón, echando un vistazo a las camillas. El murmullo del pasillo se opacó de un instante al otro junto al click a mi espalda y recosté las caderas en el escritorio. —Listo, tan vacía como tu cama los fines de semana —avisé. —¿Culpa de quién es eso, imbécil? El móvil emitió un sonidito y lo separé de mi oreja, notando que estaba solicitando una videollamada. Rodé los ojos, la acepté y, un par de segundos después, apareció su carita. Parecía estar tirado sobre el césped, bajo la sombra de un árbol, seguramente en el patio lateral. Los profes no lo vigilaban con frecuencia, lo que nos había permitido reunirnos a fumar varias veces. Su sonrisita default desapareció apenas verme. —Dios, había olvidado lo horrible que te ves —se quejó. —¿Culpa de quién es eso, grandísimo imbécil? —repliqué con calma, ladeando apenas la cabeza. Igual tenía razón. Al verme en la miniatura de la videollamada recordé el aspecto que me cargaba y quiso darme hasta risa. Ni siquiera había sido responsabilidad de Taichi, el cabrón tuvo la idea y yo la seguí sin chistar como buen idiota. Quién habría imaginado que la pastillita milagrosa le sentaría tan bien al hijo de puta de la tercera ronda. De casualidad no me había arrancado un diente. —¿Qué onda? Tenían cámaras, ¿no? —preguntó. —Sí, no estoy seguro si graban audio —murmuré, echándole un vistazo a las susodichas. —¿Cómo te las arreglaste la última vez? Sonreí, entretenido, y regresé los ojos a la pantalla. —Es un secreto. —Hijo de puta —soltó Taichi, junto a una profusa risotada—. No quiero ni saberlo, da igual. ¿Me muestras qué más tienen? —Ya te lo dije. —No te acordabas ni la mitad de los nombres, no me jodas. Menos lloriqueos y más eficiencia. Me acuclillé frente a las gavetas, seleccioné la cámara trasera y cumplí mi misión, no sin antes seguir quejándome con la esperanza de saltarle la térmica, pero era difícil molestar a Taichi en modo negocios. Fue haciéndose una lista mental o vete a saber qué, me señaló unas que me vendrían bien con el dolor de los golpes y, mientras le mostraba el lateral de una caja específica, la puerta de la enfermería se abrió. Un muchacho, que también venía hablando al teléfono, se detuvo al verme y fue como si... nos hubiésemos pillado in fraganti mutuamente, o algo así. Su cabello celeste me quiso sonar, ¿de la clase de Kaia, quizá? Me sonrió, cortés, y siguió su camino hacia una de las camas, sobre la cual se desplomó y retomó su conversación. Hablaba bajo, pero llegué a oír cosas como "no, yo no la aumenté" y "¿el lugar de siempre, entonces?". Regresé la videollamada a una llamada normal y me puse el móvil en la oreja. —Se te acabaron los cinco minutos en el paraíso —anuncié, divertido, y Taichi bufó. —Da igual, quedaban pocos. Pásame foto del resto ¡y acuérdate de mi juguito! —Nos vemos, Taichi. Corté la comunicación y, tras pensarlo algunos segundos, abrí la aplicación de la cámara. El niño tras mi espalda seguía conversando con lo que parecía un cliente, aunque vaya que se llevaban bien. Se oía como una tía batiendo las pestañas y tocándose el cabello. Contenido oculto oh boy ive been here forever ahí los dejo just because
La mañana había acabado siendo... ¿interesante? Aburrida no había sido, eso desde luego. Kohaku me llamó mentirosa y ladrona antes de entrar de nuevo a la academia, lo que me hizo soltar el aire por la nariz en una risa irónica. ¿No quería quedar conmigo pero se molestaba si la negación venía de mi parte? Vaya diva... ¡Pero bueno! Al menos no se puso muy tonto con lo de que pretendía quedarme su mechero, así que se lo iba a dejar pasar... incluso si su comentario final me hizo rodar apenas los ojos. Entré a la academia no mucho después de él, solo tomando un pequeño desvío para asomarme por la verja de entrada y comprobar que Aiden se había ido al final. El resto del día fue bastante normal, eso sí; clases aburridas, mucho sueño y nada más nuevo. No tenía grandes planes para el receso, además de que no me apetecía mucho lidiar con según qué personas pudiera encontrarme, así que decidí pasar ese rato en la siempre confiable y tranquila enfermería. No pensé que nadie más hubiera tenido la misma idea, tampoco le dediqué demasiadas neuronas al hecho de que la puerta estuviese cerrada, y por lo tanto, mi sorpresa fue bastante evidente cuando me encontré... ¿con dos personas dentro? Vaya suerte la mía... Al adentrarme y cerrar de nuevo la puerta a mi paso, me fijé mejor en quiénes habían sido los iluminados que habían tenido la misma idea que yo y... bueno, al final no era tanta mi mala suerte~. Por un lado estaba Ko hablando por teléfono, lo que me hizo algo de gracia considerando que ya nos habíamos cruzado aquella mañana, y por otro lado teníamos a... Me sonreí, acercándome a paso ligero a la posición del albino, y agaché la cabeza para poder mirarlo desde arriba, sin esconder la diversión que ya había en mi semblante. —Cuidado con lo que coges, handsome, que esta es mi principal fuente de suministros cuando vengo con resaca~ Contenido oculto fuck it, we baaaaaall
Más gente se sumaba al baile, vaya, y yo aquí atorado por la solicitud molesta de un idiota molesto. Estaba fotografiando una de las cajas cuando oí la puerta y el ínfimo vistazo de soslayo me bastó para comprobar que se trataba de Welsh. El misterio este tan simpático de los nombres quedaba en ridículo compartiendo clase y con la profe pasando lista cada mañana, ni había necesitado esforzarme para asociar nombre, cara y voz. Pero ¿quién me impedía hacerme el loco un tiempo más? No le llevé el apunte, bajé la caja y me sonreí al notar que sus pasos se trazaban en mi dirección. Su silueta tapó levemente la luz de los tubos fluorescentes y la oí antes de alzar el rostro. Parpadeé, tranquilo, y la miré, descansando ambas muñecas en mis rodillas. El halo a su alrededor le opacaba las facciones y le daba un aspecto angelical que, ciertamente, no le quedaba. La suerte de advertencia me estiró la sonrisa con delay y siquiera me molesté en disimular el matiz burlón que adquirió mi voz. —¿Y eso me importa porque...?
Ladeé apenas la cabeza cuando recibí su mirada desde abajo, aprovechando la posición para repasar con la mirada sus facciones, y no pude evitar que una mueca de disgusto me cruzara el rostro al comprobar el aspecto del suyo, entre dolorida y contrariada por la imagen. Recuperé la compostura poco después, de todos modos, al permitir que ms labios también formaran una sonrisa divertida tras recibir el tinte de la suya. La burla de su tono de voz me hizo soltar una risa nasal de nada, eso sí; también negué ligeramente con la cabeza un par de veces, y acabé por encogerme de hombros como reacción final a su comentario. —No digo que tenga que importarte... solo soy una chica linda pidiéndote un favor. ¿Es eso un crimen~? —acoté, pestañeando un par de veces con un evidente aire de inocencia que tuve que impostarme por el teatro. Mantuve la mirada sobre él un par de segundos extra, antes de deslizar la misma hacia la cabina de medicamentos que teníamos delante, y me incliné en esa dirección lo suficiente como para poder coger una de las cajitas, rozando la espalda del chico en el proceso. Me sonreí cuando pude comprobar que había cogido lo que quería (pastillas de esas de miel y limón para la garganta) y zarandeé la cajita delante del chico cuando recuperé la postura inicial, sonriendo con orgullo por haber completado mi misión autoimpuesta tan rápido. >>What happened to your pretty face, by the way? —cuestioné, empezando a alejarme en dirección a una de las camillas que quedaban libres—. ¿Te has metido en problemas? Al final sí que vas a ser el chico rebelde que asumí que eras, qué sorpresa~ —añadí, ironizando de manera muy obvia el comentario final, y me dejé caer sobre el borde de la camilla que había escogido, pudiendo así mirarlo con la sonrisilla satisfecha desde aquella posición.
Su cara fue un poema al ver la mía, y me hizo gracia pues claramente no había reparado en mí en toda la mañana. ¿Tan poquito me llevaba el apunte? Qué mala era... Decidí guardarme los comentarios de momento y le repliqué; en parte decía la verdad y en parte tenía los huevos tocadísimos por muchas cosas. Lo de Taichi era una estupidez, sólo se apilaba con el torneo del sábado, que mi hermana estuviese aquí y la irritante consciencia de saber que llevaba evitando a Kaia desde el viernes. Estaba siendo un imbécil y lo sabía. Pero aún no me apetecía parar. Welsh, sin embargo, no se inmutó por mi respuesta y, en cambio, le buscó la vuelta para mantener la conversación intacta. Mi sonrisa adquirió un leve tinte satisfecho y se amplió. ¿La verdad? Me gustaba que no se ofendieran fácil. Era divertido. —En ningún país, espero —respondí—. Aunque tal vez debería serlo. Las mujeres guapas con sus "favores" eran todo un tema, en especial las que sabían pedirlos, pero a mí no me complicaban demasiado la existencia. Le sostuve la mirada el tiempo que ella lo dispuso, hasta que se inclinó y percibí el contacto de su cuerpo contra mi espalda. Yo había regresado la vista al frente, vi la caja que extraía y solté una risa floja. Repasé los demás medicamentos con la vista, les saqué una foto general y le di un manotazo al cajón, cerrándolo sin mucha delicadeza. Al erguirme, guardé el móvil en el bolsillo y mantuve allí las manos, girando el cuerpo hacia Welsh. El otro muchachito había finalizado su llamada y se veía muy entretenido en el móvil. Si nos estaba prestando atención o no, la verdad era que me daba igual. Seguí el recorrido de la rubia hasta la camilla donde se sentó. Exhalé por la nariz y me masajeé la barbilla con una mano. —¿En problemas? No exactamente, más bien tuve... mala suerte. —Me desvié hasta apoyar las caderas en el escritorio—. ¿Dices que me veo muy mal?
La primera parte de su respuesta me hizo asentir con la cabeza en señal de aprobación, satisfecha al comprobar que el chico era consciente de aquella información tan importante, pero su añadido posterior fue más que suficiente para irrumpir en mi reacción. Solté el aire en una nueva risa nasal y, tras sopesarlo un rato, me encogí de hombros mientras soltaba un "maybe you're right" en voz baja, más como un comentario al aire que una respuesta de verdad a sus palabras. Sea como fuere, me separé de él sin añadir nada más al respecto y no fue hasta que me senté en la camilla que continuamos con la conversación. Él había dejado de prestarle atención a los medicamente para mirarme en lo que me respondía, aunque yo apenas le dediqué una mirada fugaz antes de distraerme con la caja de caramelos y algún que otro vistazo de reojo a Kohaku, que parecía no querer mostrarse interesado en nuestra conversación (aunque no le creía un pelo, que ya había visto aquella mañana lo cotilla que en realidad era). —Te ves fatal —contesté sin dudar ni un segundo, levantando de nuevo la vista para sonreírle con diversión—. Hasta Ko debe pensarlo, aunque se esté haciendo el desinteresado~ —añadí, por la pura gracia de arrastrar al otro muchacho por la cara a nuestra conversación. Me volví a levantar de la camilla, habiendo ya logrado sacar un caramelo del blíster para poder llevármelo a la boca, y me acerqué de nuevo a la posición del albino mientras jugueteaba de manera distraída con el dulce. Acorté la distancia que nos separaba lo máximo posible, quedándome a apenas un par de centímetros de su cuerpo, y levanté una mano para pasar la yema de los dedos por las marcas más evidentes de su rostro, desde las cejas hasta su barbilla. >>Espero que al menos hayas dejado al otro igual de mal~ —acoté, presionando apenas su labio inferior con el dedo índice.
Su respuesta se mantuvo en la línea de lo que había esperado, principalmente porque sabía que me veía para la mierda. Lo gracioso fue cuando de repente incluyó al otro tío en la conversación, demostrando que lo conocía. Desvié la vista al supuesto Ko, quien alzó las cejas y nos miró por encima del móvil con cara de "¿me hablan a mí?". —Anda, está mal opinar del cuerpo ajeno —se defendió, con sonrisa de buen niño. Nos estaba tomando el pelo, ¿no? Tenía toda la pinta. Sonreí, con una mezcla extraña de diversión y hastío, y me pasé el dorso del pulgar por la frente. La otra mano la apoyé en el escritorio a mi espalda. Preferí no meterme, que ellos solos arreglaran su disputa, y vi cómo Welsh se llevaba un caramelo a la boca y se ponía de pie. Qué pena, me había dormido en los laureles, y yo que tan predispuesto me había sentido de repente a echarle una mano. Claramente se dirigía a mi posición, por lo que no moví un músculo ni me interesó echarle un vistazo al otro tío; si cotilleaba o no, me daba exactamente igual. La recibí en mi espacio con calma, una sonrisita se me adhirió al rostro y paseé la mirada por su silueta, ya que tan cerca la tenía. Su cuello, la abertura de la camisa, su cintura y la línea de sus caderas, de donde se prolongaba la falda (aunque no mucho, valía decir) y entonces, la piel de sus piernas. Volví a sus ojos sin demasiado apuro y me mantuve allí conforme su mano recorría mi rostro. La mayoría de los golpes en la cara ya no me dolían, así que le di vía libre. Me presionó el labio y su comentario me torció la sonrisa. La verdad, una pena andar con público. —¿Mal? Quedó peor. —El recuerdo me ensanchó el gesto, descubriéndome la dentadura, y no me molesté en disimular el gusto y la satisfacción que me generaba evocarlo—. Pero dio buena pelea, eso se lo concedo. El sudor patinándose en mis nudillos, la sangre tibia, y toda la furia cegadora que había volcado sobre el pobre imbécil. Desde ese momento estaba más tranquilo, aunque siguiera quejándome por el dolor en el abdomen y la inflamación al respirar. Me seguía causando gracia que esta tía pareciera tan dispuesta a meterse con gente de mi calaña, ¿le ponía o algo? Entre lo buena que estaba y las ideas que comenzaban a burbujear en mi mente, ya sentía una fina pulsación de calor en el cuerpo. Envolví su muñeca con firmeza y sin aviso previo, separé su mano de mi rostro y aproveché ese espacio para inclinarme, afirmando mi agarre a un costado. No diría que iba a dolerle, pero vaya que no parecía planear soltarla. O permitirle moverse. —No te veo muy escandalizada —murmuré, por el puro gusto de refregárselo en la cara, también para ver qué coño me respondía, y bajé la vista a su boca sin una gota de disimulo—. ¿Por qué será?