Catherine Whitman La miraba con bastante atención, todavía con cierta preocupación por la manera en la que solo se había tirado en aquella cama y se había mantenido allí en silencio sin ninguna intención aparente de buscar algo para aliviar el posible dolor que...quería creer que la chica tenía en ese momento. —Oh, entiendo... me alegra saberlo entonces.—Sonrió con ligereza hacia ella, asintiendo en el proceso para que viera que confiaba en sus palabras. —Oh, definitivamente debe ser peor, así que es bastante bueno que tu decidieras dejar la carrera —rio con suavidad dirigiendo la vista a su tobillo —, ya no me duele tanto gracias a Morgan así que estoy de suerte y si por si acaso lo necesitas, hay unos refrigerantes en la nevera~
Contenido oculto Hola, traigo a toda la gang (????? Hitori uwu Asentí ligeramente con la cabeza ante sus palabras y le dediqué otra sonrisa cuando terminó de hablar. No creía que hiciese falta nada por el momento, y de todas formas, cuando llegase a casa seguramente mis padres ya estarían preparados con toda clase de equipamiento y personal médico para comprobar que no me había roto el pie o algo. Solo la idea de todas esas atenciones por un simple tobillo me sacó un suspiro pesado. Además, seguro que Riamu les había avisado y ya habrían mandado un coche para que viniese a recogerme lo más rápido posible, así que ni merecía la pena el esfuerzo teniendo en cuenta que me tendría que ir en casi nada de tiempo. —Gracias, lo tendré en cuenta —le respondí, sin embargo, con una sonrisa—. Whitman-san, ¿verdad? Por cierto, siento que tu amiga se haya ido en cuanto he llegado, no quería molestar. —Claro que sí, soldado, nada que estas manos mágicas no puedan arreglar~ Ahora, venga, mueve el culo. Sasha se acercó también pero al final parecía que algo más había llamado su atención y bueno, era un alma más que libre. Asentí, un poco distraída a sus palabras, y la observé yéndose antes de retomar la caminata. No le dije nada más de camino a la academia y mucho menos en el ascensor, que Eris también se había hecho daño en el tobillo, Emily había ido a ayudarla y acabamos coincidiendo los cuatro en el cubículo, así que tampoco era plan. ¿Me preocupaba un poco que la morena se hubiese acercado a Eris después de lo que yo ya sabía? Sí. ¿Iba a hacer algo al respecto? Ni de coña. Cuando al fin llegamos a la enfermería, lo cierto es que ignoré de lleno a las chicas que ya había ahí y dirigí directamente el paso hacia una de las camillas libres, dejando al chico sentarse sobre la misma inmediatamente después. Le quité el zapato del pie herido y lo moví un poco de diferentes maneras para comprobar hasta que punto le dolía y cómo. Al final, se lo dejé sobre una almohada que había cogido de otra cama que estaba sin usar, y me dirigí hacia la nevera para hacerme con un refrigerante. La verdad es que era estúpidamente buena tratando heridas. Había tenido que tratar las de Aiden un montón de veces, porque siempre acababa apaleado por meterse en negocios que no debía, y había tratado las mías propias cuando acababa metiéndome en peleas por pura frustración y no quería que nadie más se enterase. Me dejé caer sobre el borde del colchón cuando finalmente acabé de colocarle el refrigerante sobre el tobillo y extendí la mano para apartarle un par de mechones del rostro, recuperando la sonrisa suave. >>You see? Magic hands~ Di un pequeño respingo cuando la chica se dejó caer sobre mis hombros, sin decir nada más, pero al menos mi cuerpo había entrado en alguna especie de piloto automático y no tardó en reaccionar como debía, anclando el peso sobre el suelo y llevando una mano hacia la suya para afianzar el agarre. Seguí su mirada hasta el tobillo y asentí un par de veces con la cabeza después, aceptando acompañarla para poder ayudar con lo que fuese. Me despedí de Dante y Katrina en cuanto volvimos a pasar a su lado y después centré todos mis esfuerzos en hacer lo posible para que la castaña pudiese llegar a la enfermería sin forzar demasiado el tobillo. Mentiría si dijese que algo dentro de mí no presentía que me estaba metiendo, de nuevo, en la boca del lobo. Pero, por supuesto, decidí ignorarlo una vez más y seguir con mis impulsos estúpidos de ayudar a los demás. Además, en aquella ocasión ya no estaba Mimi para andar metiéndose en peleas estúpidas porque sí, y la verdad iba a aprovecharlo para seguir haciendo un poco lo que me viniese en gana. Dejé que ella se colocase sobre la camilla como prefería mientras buscaba algo frío por la sala, demasiado centrada en aquella tarea como para prestarle atención a los demás. Bueno, relativamente, porque sí que fui capaz de distinguir la melena de Alisha sacando un refrigerante de la nevera y prácticamente salí corriendo hacia el sitio para hacerme con uno también, con una sonrisa orgullosa plasmada en los labios. —Esto debería ayudar, senpai —murmuré, acercándome de nuevo para colocar el refrigerante sobre su tobillo—. U-uy, p-perdón si el frío fue muy repentino. ¿E-está bien así o busco otra cosa?
La aparición de Sasha había sido tan fugaz que ni me di cuenta cuándo se había ido de nuevo, si acaso la pude despedir con un movimiento de mano antes de dejarme arrastrar por Alisha a la enfermería. Ya en el ascensor nadie dijo palabra, yo desconocía que Eris había hecho su movida con Alisha e incluso así, aunque Eris y yo éramos capaces de llevarnos bien, la trataba con cautela. No era precisamente un domador de serpientes, ciertamente, había logrado la tarea con Akaisa que era igual de agresiva, pero Tolvaj era harina de otro costal. ¿Que si me la había querido follar? Sí. ¿A costa de mi integridad física y mental de forma tan directa? No realmente. Me preocupaba bastante la seguridad de la mocosa que había pretendido ayudarla, eso sí, porque acercarse a esa jodida era como correr con un cuchillo en la mano e irse de boca al suelo, podías terminar con el filo enterrado en cualquier parte, pero el caso es que no era mi asunto porque realmente si le decía algo a Tolvaj solo iba a atizar el fuego, poniendo en mayor peligro a la chiquilla. El caso es que así como Ali, entré sin prestarle demasiada atención al resto de personas presentes y la dejé hacer a ella, que no iba a ser yo quien le quitara el impulso aunque ya ella misma había dicho que la tenía asegurada y lo mismo pasaba a la inversa. Arrugué un poco los gestos cuando me hizo mover la articulación, pero no era que pudiera hacer otra cosa, ella parecía saber lo que estaba haciendo en realidad de por sí. Solté un suspiro cuando me dejó el refrigerante y le sonreí cuando me apartó los mechones de cabello. —Indeed. Gracias por la ayuda, Ali. —Estiré la mano y le piqué la mejilla, antes de inclinarme para estamparle un beso allí dónde la había picado—. Mira que tener asistencia de una chica guapa~ Seguía confirmando la teoría de que la chiquilla era ese tipo de personas que actúa en función a las demás, sin pararse demasiado a pensar en las consecuencias posteriores o sin interesarse en ellas directamente. El cuerpo le había funcionado en automático cuando sintió mi peso encima y tuve que controlar como una jodida el ronroneo que amenazó con surgirme de la garganta, porque no pensaba cantar mis intenciones tan pronto. Lo más simpático del asunto es que cuando pasamos junto a Akaisa, que todavía estaba recuperando el aliento, y la chiquilla se despidió sentí que la otra enana de mierda me atravesó con la mirada, deseando abrirme en dos como quien destripa un puto pescado. Ni de coña me había dirigido la misma mirada cuando me vio salir con Welsh el otro día, ¿cierto? Pero allí estaba, seguro hasta con el último vello del cuerpo erizado como si fuese un puto gato listo para soltar el arañazo. Se la había comido que daba gusto, pero al parecer yo era demasiado marginal incluso para una zorra de su calibre. Hipócrita. Cuando llegamos había otro par de chicas, dos muñequitas que también tenían buena pinta, pero como ya me había caído ese pajarito pues no iba a ponerme codiciosa tampoco. Me limité a sentarme en la camilla mientras la morena hacía lo que tuviese que hacer, que tampoco me interesaba como tal, para la gracia de ayudarme un poco la lesión bien me podía comprar una lata fría en la máquina y ponérmela en el tobillo. —Así está bien, linda. Gracias~ —dije mientras le indiqué el lugar a mi lado, para que se sentara—. ¿Cómo debo llamar a mi salvadora? Le dediqué la misma sonrisa inocentona de antes, como si nada.
La verdad es que las apariciones tan fugaces de Sasha me estaban empezando a hacer mucha gracia. La vi aparecer para coger unas cosas del mueble y desaparecer después, no sin antes dedicarnos una sonrisa que no tardé en reflejar mientras la despedía con la mano. Sasha no era precisamente tonta y se había dado cuenta de mis intenciones con el chico, que además habiendo estado en esa academia los mismos años que yo, era más que consciente de mi reputación. ¡Me la había ganado a pulso, de todas formas! Por eso mismo se me cruzó por la cabeza la idea de que nos estuviese dejando espacio para poder tontear a gusto o algo así y, más que otra cosa, la verdad es que me causó hasta cierta ternura. Ya podía dejarme también el espacio para tontear con ella, ya de paso, que nunca había tenido mucho problema en jugar a más de una banda. ¿Y si estaba liada más o menos en serio con el otro tipo? Pues, de nuevo, tampoco me causaba mucho conflicto. Volví un poco en mí cuando sentí a Mason picándome la mejilla y le dirigí una sonrisa suave después de sentir el beso en la misma zona. Sin decir nada más, me llevé la mano hacia la coleta que llevaba para quitarme el elástico y dejar caer la melena en toda su extensión. Me giré hasta darle la espalda y me dejé caer hacia atrás después, haciéndome hueco en la cama a su lado. Como si estuviésemos solos o algo, cuando casi parecía que había más alumnos en la enfermería que en la pista. Pero, una vez más, no me importaba en lo más mínimo. —Hablando de eso... —murmuré, por el simple hecho de querer darle más intimidad al asunto que otra cosa—. ¿Conseguiste encontrar alguna chica guapa en tu clase~? Ya sé que me he robado a la mayoría en la mía, pero algo tiene que haber por ahí, digo yo~ Escuchar su confirmación de que estaba bien lo cierto es que me alivió bastante y aquel mismo alivio tuvo que verse cuando dejé salir un ligero suspiro de mis labios. Observé después el sitio que me indicaba para sentarme con algo de duda en mi rostro pero pronto la misma desapareció para ser sustituida por un violento sonrojo que me asoló las mejillas. ¿S-salvadora? T-tampoco era para tanto... Antes de nada y aun estando como estaba, lo primero que mi cuerpo hizo casi en piloto automático fue girarse hasta encarar a las dos chicas que ya estaban en la enfermería de antes e inclinarme a modo de disculpa por haber irrumpido de esa manera. Después volví a girarme hacia la castaña e imité la inclinación, en aquella ocasión para acompañar a la presentación, sin embargo. —Emily Hodges, senpai —dije, con el tono más claro y calmado que me fue posible conseguir en ese momento. Volví a dirigirle una mirada dudosa a la chica pero al final acabé por ceder y me sentí ahí donde me había indicado, ya que, sinceramente, rechazarlo sería mucho más maleducado que aceptarlo. >>Tolvaj-senpai, lo he escuchado antes de la profesora —expliqué, con una ligera sonrisa, logrando controlar de alguna manera los nervios anteriores—. ¡Es muy curioso! A-ah, quizás no lo haya pronunciado bien, lo siento... ¿P-puedo preguntar de donde viene?
Sasha no paraba quieta, ¿o sí? Parecía bastante centrada y madura, quizás por eso andaba siempre en carreras con la gente a su alrededor, además no le costaba relacionarse en realidad así que, bueno, a un itinerario apretado. Entró, tomó algunas cosas y volvió a irse para atender a la rubia a la que se había acercado seguramente, pero no allí en la enfermería atestada. Algo de gracia me hacía todo el asunto, eso sí, porque era claro que también nos estaba dando el espacio de hacer el imbécil aunque ya de por sí era obvio que no nos costaba. Nos habíamos aventado un espectáculo a ojos de toda la maldita academia porque sí. De todas maneras su intención me parecía de lo más adorable, aunque bien podía divertirse con nosotros para variar. Por otro lado, bueno que tuvieran piedad de mí o algo, Sasha con su cascada de vino tinto y Alisha con esa melena dorada no me estaban ayudando demasiado con controlar las ideas estúpidas que me llegaban a la cabeza. Seguía ignorando al mundo encima, de forma que yo solo me subía al tren y hacía lo mismo, la dejé acomodarse a mi lado y solté una risa sin gracia cuando volvió a hacer. —No sabría decirte. Digamos que me puedo deleitar un poco la vista pero poco más. —Miré a Tolvaj con el rabillo del ojo. Entre eso y que la conejita de ojos dorados tenía perro guardián, pues la cosa no pintaba bien al menos para intentar nada—. Voy a tener que colarme en tu clase, sin dudas. Estiré la mano y la deslicé por su cabello, dedicándole una sonrisa. —No te vayas a dormir, tonta, pronto tenemos que irnos a casa. Qué puta maravilla, sin duda. La chiquilla era un manojo de nervios, un desastre con patas a secas, y las opciones eran que fuese así por naturaleza o que fuese japonesa de cepa pero con raíces extranjeras, quizás ambas, un poco como Dunn si se quiere. No interesaba demasiado, porque para el final del día lo que tenía era un ratoncito con el que jugar y eso era lo único que me importaba. Jugar. Jugar. Y jugar. Hasta dejarlo inútil. Se había sonrojado con una violencia que hasta que daba risa, antes de levantarse para hacer un par de reverencias. Una dirigida a las chicas presentes y la otra para mí, presentándose apropiadamente. Sonreí al escuchar su nombre antes de que se sentara a mi lado, accediendo a mi petición así nada más, como si solo supiera hacer eso la pobre tonta. Me quedé en mi lugar a pesar de que quería invadir su espacio solo para seguir provocando reacciones, pero de nuevo, había demasiada gente presente y algunas eran potenciales presas, así que no iba a joderme futuros acercamientos así de puro gusto. —Pues muchas gracias, Em. Confianzuda apenas para ver qué pasaba. Además era también como un animalillo curioso a pesar de sus nervios, lo que me venía de perlas. Había atajado mi apellido de Yoshida, así que asumía que lo había sacado por descarte, siendo que conocía a Akaisa, posiblemente también conociera a uno o dos más de los que estaban corriendo, además de que Maze había llamado la atención de por sí con la primera carrera. —Ah, es un apellido húngaro. Mi padre era inmigrante —El viejo ya estaba dos metros bajo tierra desde hace tiempo. Digamos que había sido el único que no había preferido a la empollona de Ceres—. Da bastante risa escuchar a los japoneses pronunciarlo, pero supongo que debe pasar algo parecido con tu apellido inglés, linda. Ladeé un poco la cabeza, la coleta y el flequillo siguieron el movimiento en lo que volvía a sonreírle. —En fin, supongo que pronto debemos irnos todos. Así que nada, otro día te recompenso la ayuda con algo~ Tremenda ambigüedad.
—¿Uhm~? —murmuré, un poco por inercia, al escucharlo hablar. Como cabía esperar, no había puesto ninguna resistencia cuando me eché a su lado, más bien me facilitó la tarea, y lo cierto es que acabó por sacarme una sonrisa satisfecha con ello. Cerré los ojos, sin pensarlo demasiado, y fue apenas en ese instante que fui consciente de lo jodidamente agotada que estaba. Por norma general era una bola de energía, me movía de aquí para allá buscando entretenerme con lo que sea y ni siquiera por la noche podía estar quieta —especialmente por la noche no estaba quieta—, pero aquel día en concreto... simplemente no había estado del todo preparada. Venga, nadie se despertaba por la mañana con la idea de echarse dos folladas en la escuela, ni siquiera yo. Y aun me escocían un poco las heridas de las rodillas, también. >>Ah, ¿más competencia en mi clase? Sure, le añade más emoción al asunto~ Solté otra risa floja y me acomodé un poco mejor, echando el brazo por encima de su cuerpo. ¿Que no me durmiese decía el estúpido? Pues para empezar tendrías que dejar de acariciarme el pelo, cariño. >>But I'm so tired... Aun así, lo cierto es que hice el titánico esfuerzo de intentar mantenerme despierta porque tampoco quería hacer al pobre chico con la tarea de tener que despertarme después o lo que sea, que sabía, por demás, lo difícil que era. >>Que pena no poder pedirte que me mantengas despierta, eh~ Pero bueno, otro día será, I guess. Contenido oculto Bueno, lo dicho antes por wa, no pude controlar el clingy ass de Ali JAJAJ pero que asumamos que se queda despierta y luego se va sin más (?) De nuevo logré mandar los nervios a algún punto lejano de mi mente al ver que sí me respondía a la pregunta y acabé por poner toda mi atención en ella, genuinamente curiosa por saber la historia. ¿Húngaro? Seguramente tuvo que notar como los ojos comenzaban a brillarme de la emoción al saber aquello. ¡Era muy guay! Una de las cosas que más me gustaban del Sakura era la variedad de nacionalidades que había, y sobre todo las europeas, como la de Jezebel o Eris me llamaban especialmente. Al final tampoco pude evitar el nuevo sonrojo que sentí cuando dijo lo de la pronunciación, aunque al menos en aquella ocasión fue algo menos violento o algo así. Bueno, al menos seguiría intentándolo hasta pronunciarlo mejor o algo. La cosa es que luego me siguió hablando y le dediqué una ligera sonrisa, asintiendo con la cabeza. —Síp, por eso siempre pido que me llamen Emily directamente —respondí, en voz suave—. Aunque con algunos no lo consigo~ Solté una risilla a recordar cuando Altan había dicho en al cafetería que no le salía llamarme solo por mi nombre o algo así, aunque como parecía saber tantos idiomas no tenía mucho problema en pronunciarlo bien. También estaban los que directamente lo hacían sin esperar que se lo ofreciese, o los que directamente me ponían el apodo como Eris misma, Katrina o incluso Anna. De cualquiera manera, ninguna me molestaba mientras fuese la otra persona la que estuviese cómoda usando el nombre que eligiese. Deslicé la mirada hasta el reloj de la pared cuando dijo lo de que nos tendríamos que ir y di un pequeño respingo en el lugar, poniéndome en pie prácticamente de un salto después. No capté la ambigüedad de sus palabras, claramente, y seguramente no lo hubiese hecho ni con todos mis sentidos puestos en la conversación porque a veces podía ser un poco tonta para eso también. >>¡S-sí! Mejor me voy yendo ya, senpai. ¡No me tienes que recompensar nada, de verdad! Ha sido un placer conocerte y... ah, no fuerces mucho el tobillo para que no empeore. Si no es nada muy grave, mañana deberías sentirte mejor. ¡Creo que eso es todo! Nos vemos. Hablé algo apresurada, vete tú a saber por qué, y tras otra nueva inclinación me dirigí hacia la salida de la enfermería. ¿Prácticamente salí corriendo? Quizás. ¿Por qué? Ni idea.
Contenido oculto Though I don't know what's wrong with me. I'm a bonfire with kerosene and I need a miracle to save me. . Drown me in the river. . I'm at my best when I'm standing with you. You make me better. Tuve que contener la risa con la mierda esa de ir de shopping porque la verdad inicialmente no lo había pensado tan así, pero apenas abrió la boca y lo soltó lo imaginé con una nitidez exagerada, la vi arrastrándome a todo sitio, teniendo que esperarla a que se probara todo lo que le diera la gana y al final solo se quejara. Quizás lo más grave de todo es que lo vi... y me di cuenta que estaría bien con ello, así luego me estuviera cagando en mis muertos porque me había drenado la energía del cuerpo. Ya no tenía remedio, ¿cierto? No respondí como tal, solo se me ensanchó la sonrisa mientras seguía escuchándola con lo de que su madre quizás tuviera un vestido de sus épocas de antes de irse a la mierda. Bueno, supongo que eso me valía por los momentos, con tal de que fuese a aparecerse. De todas maneras pareció caer hasta ahora que me iba a ver vestido como un niño pijo de verdad por primera vez en la vida y la emoción que le cruzó por la cara me hizo toda la gracia. Una chispa medio jodida me cruzó los ojos cuando soltó aquel comentario tan ambiguo pero me obligué a dejarlo correr para no ir a cagarla o algo de nuevo, además tampoco me dejó mucha opción porque me ajustó la corbata al cuello de repente y abrí los ojos bastante sorprendido. —Cielo, pero tampoco me mates antes de la fiesta. Me las había arreglado para, mientras me levantaba y toda la cosa, tan siquiera acomodarme la camisa y ajustar el nudo de forma decente de nuevo. No recordaba la última vez que había llevado un uniforme de la forma correcta, incluso en la escuela media con los gakuran los llevaba como me salía de los huevos, pero de repente allí estaba, acomodándome la ropa por su tontería. Suzumiya lo había intentado y me contuve de no morderle la mano. Shiori no había dejado de hacerlo todo el tiempo que anduve con ella y aún así deshice su trabajo todas las veces. Pero allí estaba la trapecista, logrando algo con lo que incluso Jez se había rendido. La tonta luego hasta se acomodó para que le arreglara la camisa y negué suavemente con la cabeza, incrédulo, al notar la sonrisa que me tiró encima. No, es que la cabrona estaba en su putísima salsa y quizás yo también, eran cosas diminutas que podían pasar desapercibidas, pero digamos que cuidaba de ella a mi manera. No era tan directo como Jez o Shiori, pero era cuidado a fin de cuentas. Darme cuenta de ello me alivió el corazón. Podía cuidar. Podía hacerlo. Que le tomara la mano volvió a emocionarla como a una mocosa, me arrastró y me dejé hacer como si nada, porque vamos, ¿qué iba a hacer si no? Claro que cuando abrió la puerta como si fuese su puta casa y casi mata a los otros pobres casi me da algo, había creído escuchar voces antes pero lo ignoré al punto de olvidarlo. Además tampoco contaba con que fuesen... bueno, ellos, incluso antes de que la mirada de Meyer reparara en Anna chocó conmigo, me vi reflejado en el rojo de sus ojos y vi en ella una tranquilidad tan pura que era solo comparable a la que había sentido yo en nuestra pequeña burbuja. La chica le dedicó una sonrisa casi cómplice a Anna, aunque algo de color le subió a la cara y no se movió de donde estaba envuelta en los brazos de su príncipe, luego repitió el gesto conmigo. —Perdón, Meyer —repetí mientras seguía los pasos de Anna, todavía aferrado a su mano. No me refería ya solo a haberlos interrumpido, me refería a lo que le había dicho a Laila el otro día cuando vio a Amery con la salida del cabello negro y ojos rojos, me disculpaba por haberla provocado incluso sin saber que se había roto no mucho después. Me disculpé porque si había alguien que la entendía era yo mismo y quizás por eso había hecho aquello. Cuando llegamos al pasillo Anna soltó la risa y yo solo dejé escapar el aire por la nariz, con una sonrisa de genuina diversión en la cara. —Pareciera que sí —dije y antes de que me diese cuenta la jodida errática ya me había soltado la mano para lanzarse a mi espalda. Me las arreglé para sujetarle las piernas, acomodarla mejor y seguir andando—. Claro, princesa. Apenas había dado unos pasos cuando noté un chispazo color vino por el rabillo del ojo, la melena de Sasha no tardó en aparecer en nuestro campo de visión y de repente me cayó encima una timidez que no era ni normal, porque sí yo le había tomado la mano y había pretendido salir así como si nada, pero lo cierto es que nunca había andado en ese plan a ojos de todo Dios hasta ese día. Deseé que la pelirroja solo siguiera andando, que tuviera más prisa por llegar a dónde fuese que tuviera que ir que voltear a mirarme pero el caso es que lo hizo de todas formas, recibí su mirada, su sonrisa y el color me subió un poco de golpe al rostro al punto de causarme calor y de todo. Aún así me las arreglé para regresarle el gesto antes de seguir nuestro camino hacia la enfermería. Sentía miradas encima de tanto en tanto, porque para empezar eso de que llevara un tanuki en la espalda no debía ser así como que muy normal, pero a pesar de que me sentía algo cohibido no quería cortar el rollo tampoco ni de coña. Estaba contento de que tuviéramos eso, esa alegría estúpida y no iba a arrebatármela así de puro gusto. Entré a la enfermería y la bajé con cuidado, luego de darle un apretón suave en los muslos solo por la pura gracia. —Llegamos, señorita~ —Eché un vistazo por la ventana, a la luz blancuzca y solté algo un poco al aire—. Meyer llevaba meses enamorada del idiota con pintas de príncipe, es bueno ver que por fin logró algo. Normalmente no hubiera dicho ese clase de cosas, pero ahora ya me daba bastante igual, la chica era amiga de Jez, y habían conversado de eso en mi presencia más de una vez, le había visto la cara el otro día y prácticamente me había mordido por lo que le dije. Había que ser muy bestia para no conectar con la tranquilidad que parecía conferirle la sola presencia del albino, luego de todo el tiempo que había esperado por él. Desinflé los pulmones y me dirigí a una de las camillas, dejándome caer en ella sin demasiado cuidado. Giré el cuerpo para estirar un brazo en su dirección, el cabello desordenado se me desparramó sobre la almohada. —I'm waiting~ —dije y volví a sonreírle, lo cierto es que estaba siendo bastante infantil pero no podía importarme menos—. Vine aquí por la promesa de una siesta que, en buena teoría, debería incluir un tanuki que abrazar digo yo.
A veces sí que me jugaba en contra ser tan tonta, la verdad. Había multitud de detalles que se me escapaban, de las personas, lo que me rodeaba y ocurría. Sabía que Altan tendía a usar el uniforme bastante mal, digamos que no se preocupaba por cumplir esa clase de normas y yo corría por una línea similar aunque mamá, cuando se acordaba, me obligaba a usar el lazo. Lo sabía e igual no reparé en ese detalle, al acomodarse la corbata y todo lo demás. No lo noté, así como tampoco había notado cuando el idiota se quedó sentado en el pasillo, esperando a que saliera del baño. O cuando me desaparecí del tercer piso y le di un susto de puta muerte. No me daba cuenta. Porque si lo hiciera, probablemente no tendría tantos miedos acumulados. La sonrisa de Laila me causó algo de gracia, la complicidad se veía a kilómetros y pensé que luego podría preguntarle qué onda con aquel albino tan guapo~ Tenían pinta de ser novios, la verdad, aunque quizá fuera yo la romántica estúpida que le echaba color de rosa a esas mierdas. Luego Altan me aceptó en su espalda sin problema y comenzamos a andar. No se me pasó desapercibido el gesto de la pelirroja, literalmente no tenía idea quién era, parecía conocer a Altan y supuse que serían compañeros de curso. ¿Quizá les había tocado juntos en el proyecto o algo así? Me quedé viéndola, la chispa grisácea de sus ojos, la sonrisa, la estatura, el cabello vino tinto y todo. De repente me sentí super pequeñita. ¿Qué mierda era un tanuki como yo al lado de una chica así? Ya calla, Anna. El caso es que me quedé allí, inmóvil, y le eché un vistazo al rostro de Altan. Estaba bastante rojo. No hice nada, no reaccioné de forma visible, sólo apoyé lentamente la mejilla en su cabello y apreté el agarre en torno a mi propia muñeca. La pregunta me picó en la lengua pero me la tragué a presión porque sabía, Dios, sabía que era estúpido e irracional y que debería aprender a luchar contra ello. Ya, idiota. Deja de inventarte cosas. Está todo bien. Está todo bien. Una vez en la enfermería, regresé al suelo y me acomodé un poco la ropa mientras él se acercaba a la ventana. Lo escuché al vuelo, dejando el blazer y el lazo que llevaba en el bolsillo por ahí, y me aireé un poco el cabello. No sé qué le pintó para contarme sobre la vida de Laila pero lo dejé correr, a lo sumo solté un sonido afirmativo bastante vago. La puta cabeza me había quedado activada en la dirección incorrecta y ya habíamos salido de nuestra burbuja. ¿Qué nos quedaba? Construir otra, suponía. ¿Me ayudarías, Al? Puede que necesite muchas de estas. Escuché sus zapatos y los resortes de la camilla chirriaron, cuando el grandulón les echó su peso encima sin cuidado alguno. Finalmente despegué las manos de la ropa y lo miré, cómo se giró hacia mí y me estiró el brazo. Mi cabeza se detuvo de golpe, giró en redondo y enderezó su rumbo. I'm waiting~ Vine aquí por la promesa de una siesta que, en buena teoría, debería incluir un tanuki que abrazar digo yo. —Ya voy, ya voy~ Esbocé una sonrisa llena de ternura y me acerqué a paso lento, lo suficiente para rozar sus dedos con los míos. Jugueteé allí un par de segundos, en silencio, y recién entonces regresé a sus ojos. Me cargué los pulmones de aire, lo solté y mis dedos se deslizaron a lo largo de su brazo hasta girarme, sentarme al borde de la camilla y acostarme a su lado, dándole la espalda. Acomodé la cabeza en la almohada y me abracé de su brazo como si fuera el peluche de una cría. —Última pregunta —murmuré en voz baja y suave, ladeando el rostro para alcanzar a mirarlo—. ¿De qué color te gustarían los nuevos cupones?
Como siempre, no tenía idea que Anna se había empezado a comer la cabeza por el intercambio fugaz con Sasha, y en ese momento recordé que no le había dicho que luego del ataque de pánico una chica se había aparecido, me había preguntado si estaba bien y me había dado un jugo. Lo había dejado correr quizás porque no sentí que hiciera falta decirlo o también porque en el momento no se me ocurrió, ahora no estaba demasiado seguro. Incluso aunque no tenía la menor idea lo cierto es que quería replicar la burbuja que teníamos arriba, lo deseaba con una fuerza estúpida. Quería arrastrar esa tranquilidad a donde se nos ocurriera ir, poder estar en paz y olvidarnos de que estábamos puto meados por elefantes un buen rato. Dios, había bastado tocar la cama y ya estaba puto durmiéndome. Estaba realmente agotado, pero ahora más que por eso lo que me estaba adormeciendo era la tranquilidad que sentía en el corazón, completamente opuesta al miedo espantoso que había sentido el día anterior. Su respuesta me arrancó una risa floja del pecho, la vi acercarse, rozar nuestros dedos, no mucho después se acostó por fin. Se abrazó a mi brazo como una cría, la sonrisa de imbécil me regresó a la cara y me giré apenas para rodearle el cuerpo con el brazo libre, pegándola a mí. Hundí el rostro en su cabello, inhalé profundamente y luego exhalé, continué respirando despacio, allí pegado a ella como una maldita garrapata. Su voz volvió a alcanzarme y solté un sonido afirmativo, para que supiera que la estaba escuchando. Me removí un poco, frotando el rostro contra ella como un gato y cuando su pregunta me alcanzó me lo pensé un rato. —¿Naranja? —Me callé un rato, repasando los colores que me llegaron a la cabeza aunque tuve que hacer un esfuerzo consciente—. Y amarillo, falta amarillo. Ni siquiera me di cuenta pero había pasado del rojo como un campeón a pesar de que era uno de los colores que más presentes tenía, siendo el que obligaba a salir de una forma u otra, pero allí prácticamente dormido con ella en brazos simplemente no se me ocurrió. Fue como si lo hubiesen quitado de la paleta tan simple que tenía al alcance. —An. —La llamé en voz baja, apretando un poquito más el agarre en torno a su cuerpo, y lo solté pues porque me vino en gana o quizás para que no se le olvidase. Ya no tenía muchas neuronas conectadas, así que se me escapó en inglés y no pensé en lo ambiguo que era, con esa mierda del inglés de tener una sola frase para todos los tipos de afecto—. I love you. Tampoco era que interesara. —I really do. Gracias por traerme de regreso. Por ser el faro en la costa. La luz en las profundidades del océano. La lámpara de queroseno al pie de la montaña, mostrando el camino. Contenido oculto im here crying once again dios mío por qué los amo tanto
No tardó nada en atajar mi cuerpo y pegarme al suyo, lo sentí enterrar el rostro entre mi cabello. Pensé que iría a hacerle cosquillas e incluso me preocupé como estúpida de un segundo al otro, relajándome al recordar que sí me lo había lavado bien ayer por la noche, en la ducha. ¿A qué olería mi shampoo? Llevaba tantos meses usando el mismo que ya no recordaba muy bien su aroma, pero bueno. Quedaba confiar en la Anna del pasado. Ni siquiera me detuve a pensar que todo mi cuerpo estaba absolutamente pegado al suyo, y encima en esa posición, con todo lo que implicaba. Me daba igual porque en ese instante lo único que quería era su proximidad, su calor, sentirlo y saber que estaba ahí, conmigo. Que esos brazos eran sus brazos, que cada centímetro que consiguiera alcanzar sería suyo. Que si hablaba oiría su voz, y si paraba la nariz me alcanzaría su aroma. Él. Era él. En carne y hueso. Nadie más. En serio, ¿desde cuándo estaba así de imbécil? Ni siquiera sabía, vaya, y eso que ni había alcanzado a tachar demasiados días en el calendario. Llegó desde una dirección opuesta, salido de la nada, fue un vendaval o incluso un maremoto. Azotó la puerta de un golpe seco y se coló sin piedad, ni advertencias ni decoro. Hizo lo que le dio la maldita gana, me puso la casa patas para arriba y... no se fue. Siguió revolviendo y levantando polvo hasta que asomé la cabeza en medio del desastre, lo alcancé y la chispa de mis llamas lo sosegó. Recién entonces conseguimos ver algo, lo que fuera, a través de la cortina tan espesa de emociones que al final del día, quisiéramos o no, siempre nos acababa dominando. Éramos unos puto intensos. Y parecíamos diseñados para amar como locos o algo así. Me acurrucé con aún más ganas contra él al sentirlo frotándose en mi cabello o lo que fuera, y la sonrisa de idiota me delató por completo. Atendí a su pedido asintiendo y mis dedos comenzaron a acariciar la extensión de su antebrazo, por sobre la camisa. Naranja y amarillo, ¿eh? Eran colores cálidos y vibrantes. Me gustaban. Un par de segundos después me llamó, tenía los ojos reposando en las caricias que le estaba confiriendo y murmuré un sonido afirmativo, calmo y dulce; por Dios, si se me notaba hasta en la voz que estaba en mi jodidísima salsa. Ya ni sentido tenía hablar de dignidad o lo que fuera. Pero vaya, no me lo esperaba para nada. I love you. ¿Eh? I really do. Fue una cosa automática, las manos se me congelaron, los ojos también y lo que antes veía tan nítido, el blanco de su camisa y de las sábanas, se empañó hasta convertirse en machones borrosos. Pestañeé, las lágrimas se hicieron a un lado y giré el rostro lentamente hacia él. En el movimiento una, sólo una pequeñita se escapó y rodó hacia mi oreja. La puta madre, cielo. —Tonto —me quejé como una niña berrinchuda, frunciendo los labios y todo, y me retorcí hasta alcanzar a presionar mis labios sobre los suyos—. No me hagas esas cosas, me hacen mal al corazón. Mal, claro. Se me aflojó un suspiro que solté por la nariz, lo acompañé de una sonrisa absolutamente estúpida y rocé la punta de mi nariz con la suya antes de regresar a mi posición original y volver a acurrucarme contra su cuerpo, haciéndome pequeñita. Utilicé su brazo de almohada. —¿Quieres matarme? —seguí quejándome casi como un pensamiento en voz alta, y al final sorbí la nariz y froté mi mejilla contra su camisa, barriendo un par de lágrimas en el proceso—. Ya duerme, amor. Esa pequeña palabrita estúpida la había soltado en español porque no veía por dónde decírselo de modo que me entendiera sin morirme de absoluta vergüenza, pero al mismo tiempo necesité usarla. Joder, hasta la última célula del cuerpo me lo pidió a gritos. Le estampé un beso en el antebrazo y finalmente me dispuse a dormir, cerrando los ojos. Mi pulgar siguió propinándole caricias suaves, en piloto automático. —Claro que también te quiero —susurré al final de todo, olisqueando la sal del océano en la brisa que nos rodeaba—. Te quiero como imbécil, y es todo tu culpa. Ah, la burbuja. Cada vez nos salía con más facilidad. Contenido oculto I'M NOT FUCKING CRYING, YOU ARE *c inunda en lágrimas por su holy otp* Bueno, supongo este fue el último post de Annita uwu Increíble softday, eh *c revuelca en su corazoncito lleno de lov* dios mío por qué los amo tanto x2 AND I KNOW AND I KNOW IT'S A DIFFERENT LOVE AND I KNOW AND I KNOW THAT YOU MAKE ME BETTER
Cualquier otro día hubiese aprovechado esa posición como un jodido cabrón, quiero decir, ignorando la puta cámara de la esquina, pero ahora simplemente no me salía. Quería sentirla, sí, su calidez, su cuerpo pequeño allí pegado al mío, pero no había nada más, ninguna segunda intención o deseo de otra índole. Estaba allí como imbécil, con la cara hundida en su cabello y sintiendo el aroma de su shampoo, combinado con el suyo propio. Todas las personas olían diferente, ya no solo por las cosas que llevaran encima, sino por... ser ellas. Anna olía a Anna, ese era mi punto. No podría describirlo posiblemente, pero seguro encontraría su aroma en su ropa, en sus cosas y hasta en su habitación, sonaba perturbador que te cagas pero era cierto y uno encontraba en ese olor familiar una suerte de confort. Ya se lo había dicho, era como estar en casa. Podía compararlo con abrir la puerta y que me recibieran los sonidos que ya conocía, fuese el de papá mirando la tele, mamá practicando con el violín, u oba-san preparando la cena antes de irse a su propio hogar, también al olor que tenía la casa propia. Era una cosa extraña, algo que no notabas hasta tener que estar en una casa ajena. Pero Anna había logrado construir un hogar allí, en el aire. Sus caricias me adormecieron todavía más si es que era posible, su afirmación fue tan relajada y tan estúpidamente dulce que me di cuenta, otra vez, que la tonta estaba en su puta salsa, lo estaba disfrutando como una cabrona y la verdad era que yo también; no nos quedaba demasiada dignidad a ninguno de los dos de por sí. Noté que se quedó como una estatua luego de lo que solté, fue en ese momento en que caí en lo amplio de la expresión, de cómo pasaba por todos los espectros del cariño sin pararse a diferenciar ninguno como hacía el japonés y temí haberla asustado o algo, haber quedado como un puto intenso de mierda que le soltaba esa clase de cosas así de la nada. Tuve genuino miedo de que se levantara y se fuera, no sé por qué mierdas, porque al final se giró hacia mí. Vi el cristal en sus ojos, la lágrima traidora que había corrido hasta alcanzarle la oreja seguramente y estaba por abrir la boca cuando me soltó en toda la cara que era un tonto. Sonó a berrinche de cría, se vio como uno incluso, pero me alcanzó y unió sus labios con los míos. Que le hacía mal al corazón. No podía creerle si me seguía sonriendo así, por Dios. Le regresé el gesto cuando rozó su nariz con la mía, como el idiota que estaba hecho, y la dejé volver a acomodarse antes de hundir de nuevo el rostro en su mata de carbón y cuarzo rosado a la vez que cerraba los ojos. Su pregunta me hizo soltar una risa baja mientras la pegaba a mí de nuevo, solté un sonido apenas audible, fue una negación que ni siquiera supe si le llegó a los oídos realmente. Amor. Era español, sí, pero casi toda la palabra era idéntica a una que conocía del italiano de mamá y me llenó de una calidez inmensa, casi dolorosa por alguna razón. La pegué a mí al punto de que parecía que quería fusionarme con ella, volví a frotarme contra su cabello y me tragué las ganas de llorar como un crío que recibe, no sé, el regalo de Navidad que había esperado por años. Un pensamiento me rayó la cabeza de repente, fue casi agresivo y me hizo volver a sentir como un acaparador pero no pude silenciarlo, de milagro no se me escapó en voz alta. Ámame. Puedes hacerlo, ¿no? Hazlo, por favor hazlo algún día. No importa cuándo. Sus caricias no se detuvieron, me dejó un beso en el antebrazo incluso y no pude contenerme tanto, un par de lágrimas se me escaparon y fueron a perderse en su cabello. Te quiero como imbécil, y es todo tu culpa. —Diría que lo siento pero es mentira. Había hablado tan bajo que no se me notó casi nada lo gangoso en la voz, por suerte. Tan siquiera le hice caso, aflojé un poco el agarre en su cuerpo pero no la despegué de mí ni un centímetro, inhalé profundamente y liberé el aire despacio. Todos los músculos se me relajaron a la vez. Había olvidado que dormía tan a gusto allí junto a ella. Ahora esperaba que me quedara grabado en la mente por fin. Contenido oculto *hace una reverencia mientras llora como bitch por la otp* Increíble softday x666 ;-; último post del pendejo ahora sí lOVE CAN TERRIFY, LOVE CAN START A FIRE
Obviamente sentí la mirada del idiota encima, ni que fuera estúpida, pero después de todo me gustaba que me miran y eso ya se notaba a kilómetros. No era que hiciera un montón de mierdas para que la gente volteara a mirarme, en realidad me lo había ganado casi naturalmente con esa mierda del mechón blanco heredado, luego le había tomado el gusto suponía. —Dios los crea y el diablo los junta —dije junto a una risa—. El diablo al parecer es Patterson. Ya en el pasillo de segundo me detuve un instante, le señalé algunas de las salas solo por rellenar y bajé al pasillo de primero sin prisa realmente. Señalé la sala de arte, el famoso club de cocina y finalmente mis pasos se orientaron hacia la enfermería casi en automático, entré sin siquiera fijarme si había gente dentro o preguntarle a Kasun si quería entrar. Porque me daba igual en grandes rasgos. —Y esta es la enfermería del Sakura, que vete a saber quién coño atiende porque nunca hay nadie —comenté haciendo un gesto algo teatral, recorriendo el espacio con el brazo extendido. Me desvié entonces a la cristalera, para revisar los medicamentos como ya era usual—. Como si te quieres matar de sobredosis de, no sé, paracetamol... Aquí nadie te va a detener~ Contenido oculto Insane tiré una dado para ver dónde iba Eris y pues xDDD
Buena diablilla la señorita Patterson entonces. Miré de forma distraída los sitios que señaló en el segundo piso, que en verdad bastante poco me interesaba eso de saber dónde quedaba qué, mucho menos con los clubs que no me llamaron la atención para nada. Quizá luego me daría un vistazo a ver si había algo más productivo e interesante para meterme de lleno, así fuese un deporte básico. Entre mis pensamientos sus pasos se detuvieron, imitándola a poco tramo de distancia. De todos los lugares no me esperaba terminar en la enfermería. Apestaba a alcohol etílico, y el color tan blanco del espacio no era especialmente de mi agrado, sin embargo la seguí adentro pues porque de cierta forma esperaba sacar algo de diversión en toda esta mierda de andar jugando al alumno orientado. La miré de reojo, riendo burlón ante eso de que nunca había nadie. Mejor preciosa, ¿o no? La seguí con la mirada hasta la cristalería, aún con las manos enterradas en los bolsillos, y en cuanto noté que revisaba los medicamentos me acerqué por atrás, apenas pegándome a ella para extender la mano y alcanzar un pequeño frasco que reconocí al tiro, entornando la mirada apenas. Ni en Canadá se conseguía esto en el instituto. Vaya japoneses de mierda para andar dejando oxicodona por ahí, aunque vete a saber si la perra buscaba algo más potente por ahí. —Ya pensaba que el paracetamol sería bastante decepcionante de tu parte —murmuré dejándolo sobre el cristal, alejándome ahora sí un par de pasos hacia atrás para recostar la cadera en una de las camillas, dejando las manos en el borde de la misma—. ¿Alguna vez te has metido un ácido Tolvaj? Aquí nadie te va a detener ni nada~ —imité sátiro sus palabras.
La enfermería en sí no era agradable realmente, es decir un espacio blanco y con semejante olor a limpieza era lo mismo que estar en un hospital y nadie le gustaban los hospitales en realidad, ni siquiera a mí. Total que tampoco era que le diese demasiada importancia, estaba allí por la famosa cristalera y nada más. Mientras rebuscaba solo para ver si encontraba algo más a aparte del frasquito que ya identificaba como un puto perro entrenado sentí que el idiota se me acercó por detrás, pegándose apenas, y la sonrisa de mierda se me amplió en la cara sin permiso de nada. Para variar había alcanzado también el frasco de oxicodona, cosa que me hizo soltar una risa baja. —Las oportunidades hay que tomarlas, ¿no crees? —dije estirando le brazo para alcanzar el frasco luego de que el lo dejara donde estaba, saqué algunas pastillas y me las guardé en el bolsillo de la falda fingiendo que sacaba el móvil un momento. Cuando regresé la vista a él ya se había acomodado en otro sitio, así que solo me acerqué de nuevas cuentas mientras fingía pensarme un poco la respuesta a su pregunta pues porque sí. —Un par de veces. ¿Y tú, Zekkun?
—Concuerdo. Como por ejemplo la oportunidad que tenía ahí conmigo, que la tomara, que mantenía en bandeja de plata. Le sonreí curveando mis viriles labios hacia la izquierda, en una especia de sonrisa ladina de lo más cagada al tener sus ojos nuevamente sobre los míos, siguiendo sus pasos a medida que se acercaba, porque bueno, los ácidos eran lo que solía consumir cada que asistía a alguna mierda que me quemara los tímpanos en electrónica. Se sentía bastante bien, como el sexo o poner la vida en juego. —Un par también —estiré los dedos de la zurda provechando ya la poca distancia para sujetar su mechón blanco apenas, echándoselo hacia atrás, deslizando el pulgar por desde su mejilla, el mentón hasta llegar sobre el primer botón de la camiseta escolar, sin sacarle los miel del peridoto de sus ojos—, traigo uno en la billetera que no se me complicaría compartirlo, ¿te le mides o miedo?
Era una puta salida de mierda, eso no lo ponía en duda ni el mismo Satanás ya, pero no se me apetecía terminar en la dirección por una genuina estupidez que podía evitarse y es que teníamos la cámara en la putísima cara, digamos que solo por eso había tenido algo de decencia o más bien de control porque lo primero no lo conocía. Aunque claro eso no quería decir que estuviera dejando morir la oportunidad, en sí solo estaba divirtiéndome un poco antes de optar por algún plan B. Seguí el movimiento de su mano al alcanzar el mechón blanco, luego hacer el resto del recorrido y solté una risa nasal al escuchar la propuesta. —¿Miedo? Ni que fuera un hombre para ponerme a medirme la polla con otro para probar un punto. —Estiré la mano para acariciarle la mejilla, antes de estirarme casi hasta rozar sus labios y hable prácticamente pegada a él—. Pero no soy imbécil para rechazar drogas así porque sí. Contenido oculto el miedo que esta criatura me puede meter en un post de esta extensión debería ser ilegal
Fue entonces en que noté la cámara de seguridad de soslayo. Pero vaya, que puta escuela para tener ojos hasta en la nuca, aunque mucho no me importaba en realidad, pero parecía que a la estúpida sí, pero todo eso tenía solución, a fin de cuentas en todo sitio abundaban los puntos ciegos. Mantuve la sonrisa que acentué apenas mostrándole los dientes ante su comentario de medirme la polla, porque aquello de cierta forma me describía como el animal que podía llegar a ser. Me dejé hacer al sentir sus dedos en mi mejilla, deslizando los nudillos por los botones de su blusa al estarse pegando a mí, enlazando la mano en el contorno de su cintura en el mismo momento en que sus labios estuvieron a milímetros de los míos, apretando con algo de maña y tosquedad luego de escucharla hablar, casi con la intención de verla hacer alguna mueca. —Supongo que puedes llevarme no sé, donde no hayan esas mierdas —moví la cabeza hacia la cámara de la enfermería—. A fin de cuentas debes ser una buena guía, Tolvaj, con quien está compartiendo mercancía. Murmuré lo último alejando mi tacto de ella.
Solté una risa baja, casi ronca que fue más parecido a un ronroneo que otra cosa, cuando lo vi deslizar los nudillos por los botones de la blusa y terminar en mi cintura, presionando con maña. Lo cierto es que rozaba los límites de mi desastre con insistencia, podía ser prácticamente una delincuente juvenil, gustarme la atención y toda la mierda, pero eso no quería decir que quisiera que me agarrara la dirección o la policía en su defecto. Por eso había acabado por atender la llamada de mi hermana. Luego de que apartara el tacto de mí le eché los brazos encima de los hombros pues porque sí y deslicé los dedos por su nuca despacio, sin prisa alguna. De no ser porque éramos nosotros un par de salidos casi podía pasar por una caricia inocente. —A ver, están los baños y la azotea, dos viejos clásicos... Luego el gimnasio tiene un armario que ya debe haber usado toda la putísima academia y allí están también las duchas. Nada de cámaras~ —Arrastré los dedos de su nuca a su cuello, rozando la piel con el filo de las uñas y la sonrisa de hiena se me amplió aún más si es que era posible—. Elije tu peleador, Zekkun.
Sentí el leve peso de sus brazos, sin embargo no le toqué un pelo más, manteniendo la sonrisa sátira en la cara, disfrutando las caricias de sus dedos a medida que escuchaba la información sobre los distintos lugares sin supervisión, que tal como pensé era más de uno. Empezando, los baños sonaban bastante básicos, la azotea apetecible pero mínimo habrían algunos imbéciles comiendo en ella, y para qué mentir, si quería seguir estando un rato más a solas con el averno de ojos verdes. El gimnasio podía tomarlo, pero si ya estaba tan usado podría dejarse para otro día cualquiera, quedando las duchas. Me relamí los labios pegando mi frente con la de ella al sentir el leve roce de sus uñas sobre mi piel, y vaya que esa mierda de que me arañaran me iba bastante, con el filo que se cargaba no me quejaría ni una sola vez si llegaba a hacerlo. —Las duchas suenan bien, preciosa —susurré en respuesta con diversión impresa—. Te sigo~ Esperé a que se quitara para salir de esa porquería de enfermería, ya que la droga que me quería meter ya la traía conmigo. Además de la buena compañía.
Bostezó con algo de pereza mientras entraba por la gran puerta que daba hacia los casilleros. El sol todavía estaba saliendo, permitiendo que pudiese esconderse de los irritantes rayos con gran facilidad, y que así pudiese llegar al instituto con calma. Prefería mil veces la noche al día, y por ello sus horarios eran distintos a los de la gente normal, y era algo que compartía con su hermano para su grata sorpresa. La diferencia era que por ahora él era el único que debía pisar ese infierno solo, pero no le importaba en lo absoluto que su pequeño descansase todo lo que necesitara. Pero él también podría aprovechar un poco el tiempo que quedaba para el inicio de clases para echarse una cabezada en algún lugar cómodo, un lugar en el que ni el sol ni el ruido lo molestaran. Así que decidió ir a la enfermería. Si decía que se encontraba mal y fingía un poco dudaba que no le dejasen tumbarse un rato. Buscó el lugar algo desorientado, tratando de recordar todos los lugares que veía a su paso, mas cuando se adentró a su destino no encontró a nadie, cosa que le pareció rara. Quizá al ser tan temprano el encargado no se esperaba que alguien viniese. De todas formas eso solo era una ventaja para él, podía escoger cualquiera de las camas para sí mismo, cerrar las cortinas y dormir como un bebé. O al menos solo por un ratito. Debía asegurarse de asistir a clase, o sus ausencias podrían repercutir en sus notas. Aunque… ¿por otro día más qué iba a pasar? Por lo menos aquella vez podría permitirse no asistir. Era un día especial, quizá debería de aprovecharse del tiempo de clases para hacer otra cosa. Pero primero a dormir, ¿no? Contenido oculto don't mind me im just here probando si la tercera persona me va mejor para entender algún día a daichichi :c ugh