Encuentro final (Kagome - Sesshomaru)

Re: Encuentro final (Kagome - Sesshomaru)

Hola a todas. Siento mucho no haber actualizado el fic, pero he estado demasiado ocupada con la universidad. Sin embargo, he estado avanzando con la escritura de la continuación, y, a más tardar, para el lunes (haré lo posible por acabar mañana), estaré poniendo el capítulo.
Muchas gracias por los comentarios, y bienvenidas las nuevas lectoras =D

Saludos!

Alejandra

 

Re: Encuentro final (Kagome - Sesshomaru)

Hola a todas. Siento mucho la demora, y la pequeñez de la continuación. Estas últimas semanas han sido algo difíciles para mí, y las que vienen parecen sólo ser peores. Aún así, quiero que sepan que voy a continuar con el fic, aunque no escriba tan seguido como quisiera.​

Gracias, nuevamente, por los comentarios y el apoyo.​

Alejandra.​

Inu no Taisho​

Caminábamos por un sendero estrecho, muy despacio. El frío calaba hasta el tuétano, y la lluvia hacía que, de vez en cuando, resbalara un poco.

Yo iba junto a Sesshomaru, él me había dado su estola, para que no tuviese frio, y todo el tiempo había sostenido mi mano, protectoramente.

Ya llevábamos caminando varios días. Nuestro desplazamiento había sido muy lento. Inuyasha caminaba siempre al lado de Shiyoko en silencio. Hace días que estaba muy extraño. Yo pensaba que debía ser por el beso que me dio en aquella ocasión. Tenía que hablar con él y dejar las cosas en claro.

Pero, esa no había sido la única razón. Sesshomaru se movía con cautela, debido a un inminente ataque de Naraku, y debido a su herida. Yo lo sabía, todos lo sabíamos. Sin embargo, nadie hablaba del tema. Cada día, veíamos como el semblante de Sesshomaru decaía un poco más, y no podíamos hacer nada para remediarlo. Eso me causaba una gran tristeza, y a la vez, una profunda desesperación.

Caminábamos en silencio, la noche estaba pronta a llegar, así que nos detuvimos cerca a un pozo de aguas termales, que afortunadamente, encontramos cerca. Shiyoko y yo nos dirigimos a bañarnos, mientras Sesshomaru e Inuyasha se encargaban de recolectar algunos leños para la fogata.

Fuimos muy afortunados, pues desde nuestra ubicación se podían ver claramente las estrellas. Era un espectáculo hermoso.

Cuando estuvimos ambas en el agua, estuvimos algunos minutos sin hablar, sólo contemplábamos el cielo, y su infinitud. Sin embargo, Shiyoko comenzó a hablar, creo que más para sí misma, y mencionó la enfermedad de Sesshomaru.

- Sesshomaru no parará hasta destruir a Naraku, aún sí eso le cuesta la vida. ¿Qué hare para proteger a mi querido sobrino de la muerte?

Yo la miré fijamente. Sentí un nudo terrible en la garganta. Yo me había hecho la misma pregunta miles de veces, cuando me encontraba durmiendo junto a él. ¿Cómo podía ayudarlo? ¿Qué era lo que tenía que hacer?

- Buscaré la manera de ayudarlo, Shiyoko. Lo prometo.

Nuestras miradas se juntaron, y ella supo que lo que le decía era de corazón. Desde que nos habíamos conocido las dos habíamos tenido una conexión. Era como si pudiéramos confiar, sin ninguna duda, en la otra. Era como si nos conociéramos de toda la vida.

Luego de algunos minutos más, nos retiramos de los baños termales. Tenía mucho sueño, y frio. La noche prometía ser muy larga, y gélida. Cuando llegamos al “campamento” el fuego crepitaba débilmente, como si estuviera luchando con el invierno, en una lucha a muerte, por prevalecer.

Miré a Sesshomaru fijamente. Él se encontraba sentado junto al fuego, meditando. Sus ojos estaban fijos en la fogata. Era como sí él también se hubiese dado cuenta de la lucha que allí se estaba librando. Temblé, sólo al pensarlo, ya que era exactamente como la lucha que él estaba teniendo en esos precisos momentos.

Shiyoko, ya se había acomodado junto al fuego, al frente de Sesshomaru, y también lo observaba. Nadie decía nada, todos estábamos en trance, aturdidos por la mezcla de nuestros sentimientos y pensamientos.

Sin embargo, el hechizo de rompió, justo en el momento en el que el fuego perdió la batalla, y el frío lo invadió todo.

El nudo que tenía en la garganta, desde la conversación que tuve con Shiyoko en los baños termales, y, a decir verdad, desde el día en que ella me confesó lo de la grave herida de Sesshomaru, se convirtió en lágrimas y sollozos. Y corrí… tratando de escapar de la niebla que lo invadía todo, del frío que me perseguía. De la mirada llena de melancolía de Sesshomaru, cuyos ojos había visto justo antes de echarme a correr hacia el interior del bosque.

Corrí y corrí, tratando de buscar dentro de mí, alguna solución. Sí tan sólo no hubiera ayudado a crear la espada, esto un hubiese pasado. Me repetía lo mismo una y otra vez. Todo me daba vueltas, me sentía mareada. Poco a poco, deje de correr y me senté bajo un árbol solitario. Ahí ya no se veían las estrellas, sólo sus reflejos entraban débilmente en la espesura del frondoso bosque.

El silencio lo invadió todo. Y sentí miedo. ¿En qué estaba pensando cuando me alejé tanto? Las lagrimas seguían rodando por las mis mejillas, y el frío me hacía temblar. Me sentía indefensa y débil.

- Si tan sólo pudiera hacer algo… - dije débilmente entre sollozos.

Un ruido extraño me perturbó. ¿Acaso sería Naraku? No, no podía ser él. No había sentido ninguna presencia maligna en las cercanías.

- Sí puedes hacer algo, Kagome. – dijo una voz grave, justo a mis espaldas.
Di la vuelta rápidamente. Y lo que vi casi me hizo perder el equilibrio. ¡Era el padre de Sesshomaru e Inuyasha!

- ¡Usted! – dije temblando. Se supone que falleció hace mucho tiempo. No, esto no es verdad… - dije retrocediendo lentamente.

- Así es, Kagome. Yo fallecí hace mucho tiempo, pero, igual que tú, he reencarnado. No poseo los poderes que solía tener, pero mi memoria sigue intacta. No es seguro para mí, estar aquí. Ni para ti andar sola por bosques solitarios.

- Lo sé, yo…

- Se como debes sentirte, Kagome. Para mí también es algo doloroso ver a mi hijo en esas condiciones… Yo traté de protegerlo de esa espada, fue por eso que la sellé.

- ¿Quiere decir que Sesshomaru ya había sido atacado con esa espada?

- Así es, Kagome. Eso fue hace mucho tiempo, cuando él era muy pequeño. Un guerrero muy poderoso, quién amaba a la madre de Sesshomaru, mandó forjar esa espada con poderes malignos por uno de los más reconocidos forjadores de espadas de la región. Sin embargo, aún cuando él era muy poderoso, la espada lo controló, e hizo que quisiera hacer realidad sus deseos más profundos. Uno de ellos era ver muerta a la madre de Sesshomaru, el otro era matarlo a él, y el tercero, era matarme a mí.

- Pero, ¡eso es terrible! – dije alarmada por lo que me contaba.

- Desafortunadamente – dijo él mirando en otra dirección – no pude llegar a tiempo para salvarla. Ella arriesgó su vida por salvar a Sesshomaru.

Lo miré fijamente. Podía sentir que le dolía mucho contar esa historia. Me estaba imaginando todo lo sucedido. La madre de Sesshomaru protegiendo a su hijo ante la amenaza de muerte. El padre de Sesshomaru llegando justo a tiempo para socorrerlo, encontrando a su mujer muerta.

- Ese día, sellé la espada con todo el poder que fui capaz de utilizar. Masaki también murió ese día. Ese era el nombre de aquél guerrero.

Nos quedamos en silencio por unos minutos. Reflexionando.

- La espada… ¿aún guarda los sentimientos de aquél guerrero? Quiero decir, aún quiere acabar con Sesshomaru, ¿verdad?

- Sí. Y, es por eso que la herida lo está debilitando tan rápido. Inuyasha, y Shiyoko también fueron atacados con esa espada maligna, sin embargo, sus heridas nunca fueron tan graves como las de él. Esto no parará hasta que esa espada sea destruida. Pero…

El dejo de hablar, y me miró fijamente, como si me estuviese examinando.
- Kagome, ¿tu amas a mí hijo? – dijo él mirándome a los ojos.

La pregunta llegó a mí sorpresivamente. Pero, era una para la que yo tenía una sola respuesta.

- Sí. Lo amo como jamás pensé amar a nadie. – dije segura.

El me observó en silencio por algunos minutos más. Luego continuó.

- Sólo hay una manera de que él sobreviva, y es que vuelvas a sellar la espada, o, en el mejor de los casos, que la destruyas.

- ¿Cómo podré destruir la espada? – dije mirándolo con preocupación.

- No va a ser fácil. Se requiere de mucha energía espiritual. De un control muy grande de tu poder. Además, hay otro factor que lo complica todo… - dijo mirando a otro lado.

- Umiko. – dije mirando hacia el piso.

- Sí. – vas a necesitar su ayuda – Ella es la persona con la que Sesshomaru hizo el juramento. En sus manos está su vida. Si ella muere, él muere. Así es como funciona. Ella tiene que mantenerse con vida. Naraku realmente pensó muy bien este plan. Aunque, dudo que el sepa lo del incidente de la espada cuando él era pequeño.

Me quede callada, pensando en Umiko. Definitivamente, Naraku había planeado muy bien su estrategia. Él podía acabar con su vida en el momento que quisiese, pero. ¿Por qué no lo hacía? Eso era algo aún no me quedaba claro.

- No entiendo por qué Naraku mantiene a Umiko con vida… él quiere acabar con nosotros, sería muy fácil para él… acabar con… Sesshomaru – terminé diciendo con dificultad.

- No estoy muy seguro de por qué no ha hecho eso. Pero, supongo que es porque te quiere mantener segura, hasta el momento en que estés completamente preparada para “ayudarlo” a utilizar los poderes de la perla. La mente de Naraku es un misterio, incluso para mí. – dijo mirándome fijamente.

Ambos escuchamos unos pasos acercándose.

- Es Sesshomaru. Él no debe enterarse de que he estado aquí. Pero, tenía que contarte acerca de esto.

Inu no Taisho, dio media vuelta y comenzó a alejarse rápidamente. Sin embargo, antes de desaparecer en el bosque me dijo algo que escuché perfectamente.

- Gracias por todo lo que has hecho por mi hijo, Kagome.

 

Re: Encuentro final (Kagome - Sesshomaru)

Hola, siento mucho la demora. He estado con exámenes y con muchas lecturas, así que me ha sido imposible escribir el fic. Hoy me propuse escribir, y así lo hice. Espero que les guste el capítulo, y que me disculpen si hay algún error, ya que si los hay han sido provocados por la rapidez con la que he escrito todo.
Por cierto, muchas gracias a los comentarios y a las críticas al respecto del fic y de los aspectos formales que tienen que ver con la escritura. Pienso que de los errores se aprende, así que agradezco que me los hagan notar.
Espero poder poner pronto continuación, y espero que sigan leyendo el fic.

Muchas gracias por el apoyo.
Alejandra

Pesadilla​

El día que llegamos a este lúgubre lugar noté que instantáneamente se relajó y dejó de estar a la defensiva. Fuimos conducidos a una gran fortaleza, dentro de ella había muchas personas, casi todos eran guerreros, pero logré ver que también había mujeres y algunos niños. Eran los refugiados de los que Sesshomaru me había hablado en cierta ocasión.
Inuyasha llevó a Shiyoko a su habitación, ella estaba agotada ya que casi todas las noches tenía que curar a Sesshomaru, él no dejaba que yo lo hiciera, ni siquiera me permitía mirarlas.

Me preocupaba su situación, aunque él me aseguraba una y otra vez que no tenía que preocuparme tanto.

Por otro lado, no habíamos hablado de lo que había pasado aquella noche en el claro. Cuando él llegó, su padre ya había desaparecido en el bosque, así que él solo me encontró a mí. Sabía que el podía sentir el aroma de Inu no Taisho en el ambiente sin embargo, el no me obligó a decirle nada; sólo me abrazó y me dijo que no me preocupara.

Desde el momento en que habíamos llegado nadie se había acercado a mí. Estaba segura de que me temían, o de que Sesshomaru les había prohibido perturbarme; él siempre tomaba esas medidas tan drásticas sin consultarme. La fortaleza era enorme y estaba situada en un territorio lejano donde había tranquilidad, al menos en apariencia. Los guerreros entrenaban diariamente, mientras que las mujeres y los niños permanecían dentro, o en el campo que estaba cerca de las murallas.

Esa noche las estrellas brillaban con una intensidad especial, así que decidí no quedarme dentro de mi habitación. Caminaba muy despacio entre las sombras, procurando no hacer mucho ruido. Llegué al jardín central, estaba totalmente vacío. Desde ese lugar se podía ver las estrellas con mayor intensidad, ellas iluminaban todo el lugar, y le daba una apariencia misteriosa a lo que durante el día debía ser un hermoso jardín.

En silencio, crucé ese ambiente en búsqueda de la salida. Yo sabía que Sesshomaru se molestaría mucho, pero tenía que salir de ese lugar. Podía sentir en uno de los bolsillos de mi chaqueta la carta que él me había envidado, debía de ser algo importante. Yo no había respondido, pero no era necesario; él sabía que yo acudiría a su llamado.

Pude divisar algunos guardias en una puerta inmensa, cruzando un patio enorme en el que los guerreros se reunían todas las tardes. Salir sería difícil. No quería causar ningún alboroto, no quería pelear con ellos, y no tenía ni siquiera una flecha para hacerlo. Comencé a sentir cierta angustia. ¿Cómo saldría?

Oculta, en un rincón oscuro me sentía nuevamente indefensa y perdida. Se suponía que aquí, en esta fortaleza, no tenía porque sentirme así. De pronto, un grito de dolor rompió el silencio de la noche. Me tomó por sorpresa, y no pude evitar gritar también. Mi reacción, como era de suponerse, fue notada por los guardias, y vivieron por mí. A pesar que les dije mil veces que yo era Kagome, no me creyeron. Y ambos me llevaron hacia el lugar de donde provenían los gritos y quejidos de dolor. Temí por mí.

- Oye, Rio, ¿y sí esta mujer dice la verdad? No podemos meter en muchos problemas si es que el señor Sesshomaru se entera de que llevamos al calabozo a su mujer…

- No seas tonto Takeshi. Esta mujer no puede ser la señora Kagome. Yo he visto a la señorita Kikyo, y esta mujer no se le parece en nada.

- Bueno, Rio… La señorita Kikyo está técnicamente muerta, no creo que en realidad la señorita Kagome pueda parecerse a alguien que no está ni en el mundo de los vivos, ni en el de los muertos…

- ¡Cállate Takeshi! Sólo dices tonterías.

Yo los escuchaba hablar, ni siquiera me molesté en intervenir. ¿Qué caso tenía? No me iban a creer. Además, me había dado cuenta inmediatamente de que Rio parecía defender a Kikyo con una avidez fuera de lo usual. Sería mejor espera a que Sesshomaru mismo viniera por mí.

Entramos en un edificio oscuro, que sólo tenía una puerta la cual conducía a unas escaleras que se internaban en la profundidad de la nada. Temblé. Las escaleras sólo estaban iluminadas por la débil luz de un par de antorchas muy distanciadas entre sí. Debido a esto, estuve a punto de caer en más de una ocasión.

Tardamos unos minutos eternos en descender. Mis muñecas me dolían ya que el hierro de lo que parecían ser esposas me apretaba mucho, sin embargo no me quejé. En silencio seguí caminando escoltada por esos dos extraños que no creían en mi.

Los gritos comenzaron de nuevo. En aquí, debajo del mundo, todo se escuchaba aún más fuerte. Me desesperaba la angustia con que gritaba, y cuando escuché qué era lo que gritaba me quedé estupefacta.

- ¡Kagome! ¡Kagome! – eso era lo que gritaba.

No sé muy bien qué fue lo que hice, pero logré escapar de esos hombres, y me dirigí en dirección de esos gritos. Llegué a una habitación con una puerta inmensa de hierro. Estaba entreabierta y debido a eso los gritos se filtraban. Entré en la habitación y lo que encontré me dejó sin palabras. Era Koga. El estaba esposado a una pared de piedra, parecía que lo habían golpeado mucho. Tenía unas ojeras que lo hacían parecer muy enfermo. En general su aspecto era muy penoso.

- Koga…. ¿por qué? ¿Qué haces aquí?

Koga dejó de gritar, levantó su rostro y me miró fijamente con unos ojos sin brillo.

- Kagome, ¿Eres tú? Sí, realmente eres tú.

- Koga… yo no pensé que aún vivieras…. Como no te vi cuando llegué a este lugar… yo…

- Kagome, te he esperado por tanto tiempo… - dijo el mirándome como si yo fuera una aparición.

- Estoy aquí Koga. No es justo que permanezcas en estas condiciones. ¡No sé cómo Sesshomaru pudo hacerte esto!

- El te mató Kagome. ¡Es capaz de hacer cualquier cosa!

- Esa fue… una equivocación….

- ¿Una equivocación? Una persona no mata por equivocación Kagome.

- Tú no lo entiendes.

- No, sí lo entiendo. Está totalmente claro. Kagome, ¿cómo puedes seguir amando a esa bestia?

Yo lo miré fijamente. Algo andaba mal en Koga. No era el mismo que yo recordaba, ni siquiera era el mismo Koga de mi época. ¡Es verdad! ¿Cómo había reencarnado si él aún no había muerto? ¿A caso ese no era el requisito para que pudiera efectuarse la reencarnación?

El me observaba con una mirada que contenía cierta malicia. No lo lograba entender del todo. Aún recordaba la última vez que vi a Koga, antes de venir a esta época. Su rostro, a pesar de que pude notar su tristeza, tenía esa serenidad que me gustaba tanto en él. El Koga que estaba frente a mi carecía de esa cualidad, su facciones mostraban agresividad, sus ojos no me transmitían lo mismo. Parecía alguien totalmente distinto.

Los guardias que había dejado atrás momentos antes se estaban aproximando a la habitación, pude reconocer sus voces. No estaba segura de si confiar o no en Koga, pero era mi amigo… y bajo esas condiciones tan devastadoras, cualquiera perdería un poco de sí mismo. Sólo estaba confundido, cansado, y herido. Una vez que saliéramos de ahí tendría una larga conversación con Sesshomaru…. ¿Cómo le pudo hacer esto a mi amigo?

La puerta se abrió, entraron en la estancia no sólo los dos guardias que me habían custodiado, sino que había muchos más. No sería fácil escapar de ahí.

- Kagome, aproxímate. ¡No dejaré que te hagan daño!

Tenía miedo. Todos los guerreros nos miraban fijamente, traían armas con ellos… aunque quisiéramos no podríamos vencer.

- Soy Kagome Higurashi. – dije para tratar de convencerlos de que no nos hicieran daño – Por favor, no nos ataquen.

Rio, quien estaba muy cerca a nosotros, me miró con una cara llena de desprecio.

- Lo sabemos querida Kagome.

Me quede congelada…. El único que me decía de esa manera era Naraku… ¿acaso era él?

- Creíste que aquí estarías segura, ¿verdad? Pero, sin Sesshomaru aquí las cosas fueron increíblemente fáciles. Logré entrar y controlar a estos guerreros, y en general a todos los habitantes de este lugar. ¿Por qué crees que no se acercaban a ti? Ellos sólo hacen lo que les ordeno.

Me apoyé contra la pared. Estaba algo mareada. Lo único que quería era que Sesshomaru, Inuyasha o Shiyoko viniesen por mí.

- Sé que Inu no Taisho se ha comunicado contigo. Necesito saber qué es lo que te dijo. Si hablas, te dejaré vivir un poco más.

Permanecí callada. No pensaba revelarle nada.

- Si esperas a que llegue Sesshomaru, sólo te digo que él no vendrá esta vez.

- ¿Qué te hace estar tan seguro?

- El no está aquí. La única que permanece en este lugar es Shiyoko. Ella está muy débil, tanto que ni siquiera ha notado que algo raro pasa en esta fortaleza. Inuyasha se fue con Kikyo.

Sentí que me faltaba el aire. Estábamos acabados.

- Vamos, dime lo que sabes. No tienes opción.

- ¡Vamos Kagome! ¡Díselo! – dijo Koga quien se había soltado de las esposas que lo mantenían prisionero. Es lo único que puedes hacer.

- Koga… ¿estás de parte de Naraku? – dije anonadada.

- Kagome, las cosas han cambiado mucho desde la última vez que estuviste aquí.

Ahora sí estaba en problemas. Me sentía totalmente desolada. Quería llorar, gritar…. Quería ver a Sesshomaru.

- No tienes escapatoria.

- No te diré nada… dije alejándome de ellos. Quedé atrapada en un rincón de la habitación.

- ¡Jajajaja! La poderosa sacerdotisa Kagome, ¿corriendo como si fuera una insignificante mujer sin poderes? – dijo Naraku riendo.

Naraku me tenía atrapada. Koga me miraba fijamente con esa mirada que no era la suya, si intentaba hacer algo él me atacaría. Tenía que lograr subir, aquí atrapada no podía hacer nada. Sin embargo, el camino estaba bloqueado.

Los minutos pasaban muy lento, y el ambiente se hacía cada vez más tenso. Naraku se estaba cansando, podía notarlo en su rostro y en su mirada.

- Kagome, realmente no me gustaría hacerte daño. Tú me estas obligando. Sabes que no te mataré, no podría hacerlo. Te necesito. Pero, podría causarte un gran daño… sólo para que te quede claro que no me importa si sientes dolor o no.

El se acercó a mí lentamente y posó una de sus manos en mi rostro. Me sonrió cínicamente y se acercó más. Casi podía sentir su respiración…. Esto me hacia recordar tanto al pasado.

- Se acercan intrusos. – dijo Koga mirándonos con frialdad.

- Umm… suponía que se demorarían más en regresar. – dijo Naraku dirigiendo su mirada hacia la puerta de hierro.

Escuchamos unos pasos acercándose a mucha velocidad, y luego entraron en la habitación Inuyasha y Kikyo.

La batalla empezó sin que ninguno hubiese producido palabra alguna. Los poderes espirituales de Kikyo se mesclaban con la espada de Inuyasha. Era increíble. No sé aún cómo pero Kikyo logró tomarme del brazo y me sacó de aquella habitación.

- Espera ¡No podemos abandonar a Inuyasha! – Le dije mientras subíamos velozmente las escaleras.

- ¿Quieres morir? – fue lo único que respondió.

- No… yo…

- Él puede con ellos.

- Son los guerreros de este lugar. ¡No debe hacerles daño! – dije recordándolo.

- Él lo sabe, no les hará daño.

Llegamos a aquél patio que separaba al edificio principal de la salida del fortín. Les tomó un momento a mis ojos acostumbrarse a la luz de las estrellas, que ahora no me parecían misteriosas y hermosas, sino que hacían que todo adquiriese un efecto terrorífico.

Kikyo me lanzó un arco y algunas flechas, y ambas esperamos a que Naraku o Koga apareciera. No tardaron mucho. Sólo unos momentos después, apareció Inuyasha, quien estaba luchando con ambos. Kikyo y yo intervenimos en la pelea. Koga peleaba con las dos, era muy rápido así que nos causó mucho trabajo.

- Kagome, sería mejor que estuvieras de parte nuestra. Te conviene estar de nuestro lado, tu eres la clave para tener el poder, una vez que lo tengamos tú también puedes ser parte de él.

- ¡Cállate! – dije lanzándole una flecha- No tengo por qué escucharte.
Le di en el pecho, y el cayó en el suelo produciendo un golpe sordo.

- ¿Está muerto? – dije horrorizada, ya que a pesar de todo él era mi amigo –

- No lo creo, - dijo Kikyo, quien tenía una herida profunda en el hombro- sólo está noqueado. Hay que ayudar a Inuyasha.

Yo di media vuelta para ver cómo iba la pelea entre Naraku e Inuyasha. Me impresionó ver que Inuyasha había incrementado sus poderes y su capacidad. Peleaba de un modo que nunca antes había visto en él. Me dio escalofríos.

- Nunca te perdonaré lo que le hiciste a Kagome, ¡Naraku!

- ¿Así? Pues, no lo estás demostrando.

Naraku hizo un movimiento muy rápido, y tomó desprevenido a Inuyasha. Le hizo un corte profundo en la espalda.

- ¡No! ¡Inuyasha! – Escuché decir a Kykio.

Ella lanzó una flecha con mucho poder espiritual, ésta le dio a Naraku en el pecho y le causó una gran herida. Pero, a causa de esto Kikyo quedó muy débil, y se desmayó.

- ¡Kikyo! ¡Inuyasha!

Traté de ayudar a los dos. Kikyo estaba muy débil, e Inuyasha sangraba mucho. Tenía que alejarlos, pero yo misma tenía un corte de regular tamaño en la pierna.

- Sí tan sólo estuvieras aquí, Sesshomaru.

Naraku comenzó a moverse. Claro, no podía pensar que así de fácil muriera. El parecía indestructible.

- Tontos. Todos son unos tontos. Yo no voy a morir. Ni aunque destruyan este cuerpo. Siempre regresaré.

Se fue incorporando con mucha lentitud. A pesar de que tenía heridas graves, parecía no estar preocupado.

- ¿Por qué? ¿Es qué acaso eres inmortal?

El sólo rió.

- Kagome… tú misma deberías saberlo, ya que tú me ayudaste a crear lo que soy ahora.

- ¿Qué?

- Es todo lo que necesitas saber.

Los colores de la noche estaban cambiando para darle la bienvenida al día. Naraku observó el cielo, y por un momento me pareció pacífico y frágil. Sin embargo, cuando me miró supe que estaba equivocada.

- Averiguaré lo que tú e Ino no Taisho planean. Lo haré Kagome. Volveremos a vernos pronto.

Desapareció, junto con los últimos rastros de oscuridad, y se llevó junto con él a Koga. Yo me quedé ahí parada, con las heridas abiertas, no sólo las exteriores sino las interiores. Sesshomaru… ¿dónde estás? – pensé antes de caer al suelo húmedo, y cerrar mis ojos para ver si así despertaba de esa pesadilla.