Microrrelato Enanitos danzantes, platillos volantes y algo llamado cielo.

Enanitos danzantes, platillos volantes y algo llamado cielo.

Este es mi escrito para Bajo la luna, donde gané el tercer lugar~ Mi primer logo en un concurso de fanfics, me siento orgullosa.
También tengo que agradecer y darle cierto crédito a Selenezca, por betearmelo y tener paciencia con él~


Enanitos danzantes, platillos volantes y algo llamado cielo.

Estamos tirados en la hierba que causa un suave hormigueo en nuestra piel, observando ese manto que la gente llamaba cielo. Nunca entenderé el por qué de su nombre, el por qué no tiene otro, el por qué se llaman así y no de otra forma… Perfecto, hoy estoy en modo filosófico.

—Hey tú, las estrellas parecen enanitos que giran— comentaste mientras observabas el cielo.

—Imbécil, si dejaras de dar vueltas no girarían.

—Si no giro no es divertido…¡Hey, ahora parece que saltan a un platillo volante! Venga, no seas aburrido y mueve tu trasero conmigo.

Aquí estamos lo dos, dando vueltas como idiotas fumados en medio de la nada; observando enanitos que danzaban en el cielo, que salen y entran a la blanca esfera reluciente que nos ilumina en esta noche de Agosto.

Caemos al suelo, mareados de dar vueltas, nos tumbamos, riéndonos de a saber qué, disfrutando de las pequeñas cosas de la vida como esas. Olvido las consecuencias, sólo quiero disfrutar, ya tendré tiempo de volverme un viejo aún más filosófico de lo que ya soy.

Mi cabeza da vueltas; quizás por el mareo, por mis divagaciones, por el hecho de ser alguien frustrado en busca de cosas nuevas o, simplemente, porque me he levantado filosófico. Sólo Dios lo sabe.

Respiro hondo, esperando que, cada vez que cierre los ojos, no aparezcan esos malditos enanitos que bailaban el Twist.

—Tienes la cara más verde que un extraterrestre de esas malas películas de ciencia ficción— comentas mirándome fijamente.

—Me pregunto si de verdad existirán, el universo es tan grande y nosotros tan pequeños…

Me vuelves a mirar, para luego dirigir tu mirada al cielo.

—Tío, eso es muy profundo.

Río y alzo la vista al blanco astro que nos aporta luz esa noche de Agosto. Me pregunto si de verdad habrá duendecitos bailando en ella, si serán fluorescentes. Mi cabeza ya no da vueltas, mis pensamientos comienzan a despejarse, aunque más bien dejo de pensar. Te miro.

—Algún día te llevaré a la Luna, para que de verdad veas enanitos bailarines y extraterrestres verdes.

—Vale cariño, pero recuerdo que no soy gay así que no me metas mano en el viaje.

Me río una vez más, como he estado haciendo toda esa noche de Agosto mientras observaba enanitos danzantes, platillos volantes y ese algo llamado cielo.