Este es mi escrito para el concurso terminado "Escritos de Otoño", que lo disfruten. En una tarde de otoño… Inoue Orihime observaba desde su ventana cómo el viento hacía danzar las hojas, cómo las acompañaba en un suave vals. Los tonos marrones y cobrizos de los árboles eran comunes ya, en la época en la que se encontraban. El frío comenzaba a amedrentar a los únicos valientes que habían decidido salir de casa aquella tarde de otoño. Ya no podían oírse los alegres gritos de los niños al jugar, ni las alegres pláticas que mantenían los adolescentes frente a su ventana. Orihime suspiró. ¿Cuánto tiempo había pasado ya?, ¿por qué había tenido que madurar tan prontamente? Tanta muerte… tanta destrucción… Como un sabio dijo una vez, aquellos días fueron la calma antes de la tempestad. Mirándolo desde su perspectiva y desde dónde se encontraba, su mundo había cambiado drásticamente de la noche a la mañana; todo había sucedido como una espiral frenética de sucesos. Y allí estaba él, en ese verano en el que acompañó a su amor de la adolescencia a rescatar a una shinigami a la que iban a asesinar; Rukia Kuchiki era su nombre. ¿Acaso estaba celosa? Si le hubieran planteado aquella pregunta tiempo atrás, indudablemente se habría defendido, dando muestras de que así era. Pero ahora… ahora todo había cambiado. Todo había comenzado en el momento en el cuál conoció a aquel Espada de ojos esmeralda y piel de porcelana. Aquel que había sido su secuestrador, pero aquel con el que verdaderamente aprendió a amar. Aquel que la defendió con su vida, que la protegió y que la amó desde las frías y baldías tierras de su corazón. Inoue sonrió nostálgica, había pasado tanto desde su estadía en las noches… Un año para ser exactos. Un año de sufrimiento constante por haber perdido al amor de su vida. Fue un año difícil; pero al fin al cabo, el mundo no terminó con la muerte de Ulquiorra Cifer. Afuera, un hermoso y frío atardecer llegaba a su cénit, con el lento y acompasado vals de las hojas y el viento; dos amantes que, aunque intenten estar juntos, están destinados a permanecer lejos el uno del otro. El viento acaricia a las hojas, pero el árbol receloso las guarda y esconde. Y es que únicamente en aquella época del año los dos amantes podían estar juntos sin ningún impedimento, bailando y riendo en aquel paisaje otoñal. Pero Inoue estaba sola, su viento se había marchado, y ella era la única hoja que permanecía quieta en el árbol, viendo a los demás vivir… Por eso Inoue Orihime, nunca pensó jamás odiar el otoño, como aquel día.
