Se dice que de sus vientres Sólo nacerán frutos que amarán. Pero aunque soy un fruto suyo No he merecido nunca su amor. Mi cabello, cuerpo y gestos Al de su persona no imitan. Mis dones, maldiciones A sus ojos enfurecidos. La manzana podrida errada A la que su árbol lanza al suelo Eso soy para la que me gestó. Nunca seré más que eso. Inmunda y sin brillo Una voz que se ahoga en el silencio Escogido por el vientre que me trajo. Aunque muera ante sus ojos… Sé que no lo notará.