Ella, soy yo [HinaNaru]

Otro escrito más que tenia olvidado, espero que sea de su agrado a todas (os) los que adoran a esta peculiar pareja -.-

Titulo: Ella… soy yo [HinaNaru]​

Tan cruel y devastadora fue la batalla sostenida con tal de proteger todo aquello que él amaba, su hogar.

El zorro de las nueve colas fue liberado para poder conseguir tal proeza, pues en contra de los siete bijuu que poseía Madara Uchiha; esa era la única opción.

El milagro se realizó, dejando como único ganador de tan aterradora y cruenta batalla al que peleaba por la supervivencia de Konoha… Al fin la paz regresa, el mundo ninja se encuentra en perfecta armonía.

Pero, bien dicen que todo tiene un precio y esta ocasión no fue la excepción. El precio a pagar fue, Naruto Uzumaki. Al ver que la razón por la que luchaba estaba a salvo, una sonrisa de satisfacción se dibujo en sus labios y poco a poco cerró los ojos cayendo en una profunda obscuridad.

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Han pasado seis meses desde que el Uzumaki está en coma, solo una persona a permanecido a su lado desde entonces, aún cuando todos sus amigos le dicen que es inútil que esté ahí… siempre.

Como todos los días, ella permanece en una silla a lado de la cama del rubio a quien con amor sujeta su mano, le habla al oído; platica con él aún a sabiendas de que él no le contestará.

—Naruto-kun, sabes... —con su mano izquierda retira unos mechones rubio del rostro del durmiente— yo, conozco a una chica que está perdidamente enamorada de ti —la chica le sonríe melancólicamente para después continuar hablando— tú la salvaste sin darte cuenta, por problemas que tenía con su padre principalmente estuvo a punto de darse por vencida pero,… ella te veía luchar con tanto esmero por tu sueño, aún a pesar de que tenías la aldea en tu contra, no te dabas por vencido…

—“Mi sueño es ser Hokague” esas eran tus palabras, esa, fue tu meta desde niño. Tú inspiraste a está chica a luchar, a entrenar arduamente. Siempre con la ilusión de mejorar y que tú la reconocieras; nadie más que tú, eso era lo que a ella le importaba —le contaba con las lágrimas resbalando por sus mejillas nívea.

Desde niño, a ti te gusto Sakura y eso a ella le entristecía, ya que se sentía tan poca cosa a lado de ella que era alegre y posee unos hermosos orbes jade; no como los de ella que posee unos orbes opacos y sin color, una chica tímida que no había sido capaz de acercarse a ti sin terminar desmayada —una sonrisa se dibujo en sus labios— sabes, resulta gracioso que tu sola presencia causara ese efecto en ella. Kiba y los chicos había momentos en los que no sabían que hacer para ayudarla —dijo mientras sonreía y limpiaba algunas lágrimas que resbalaban por sus mejillas.

En un momento dado, inclino su cabeza sobre la cama del Uzumaki, y con su dulce voz continuaba hablándole al rubio. Por estar en esa posición, no se percato de que Naruto lentamente habría sus bellos orbes azul cielo y que desde hacia ya un rato más la escuchaba…

—Es tanto el amor que te tiene —continuo hablándole la joven— que no le importaba dar su vida por salvar la tuya en la batalla que tuviste contra Pein… aún sabiendo de que lo más probable es que moriría —un suspiro escapo de sus labios— sabía que podría sufrir ese destino, por segunda vez se armo de valor, confesándote sus verdaderos sentimientos; aunque eso te impresionó un poco.

Sin embargo, todo ocurrió tan rápido que no tuvo tiempo de conversar contigo sobre el tema. En parte le dolía que te comportaras como si no hubiera pasado nada, pero al mismo tiempo entendía que el bienestar de tu amigo estaba en juego, la vida de la Hokague, la villa misma —suspiro largamente— Sabes, ella te ama más que a nada, te quiere y daría su vida por ti —una lágrima rodo por sus mejillas— pero tú, tristemente ni siquiera le miras. Cada palabra de tu parte hacia Sakura u otra razón que te alejara de ella la hacía sufrir, pero a pesar de todo no le importa esperar hasta el fin, hasta que tu te decidas —un gemido reprimido escapo de sus carnosos labios— pero al hablarte le falta valor… —en eso, la mano tersa y cálida del rubio roso su mejilla llevándose parte de las lágrimas.

La chica al principio se sobresalto al contacto pero, al levantar su rostro y cruzar sus orbes con los del Uzumaki cambio a una gran alegría. Naruto aún se encontraba algo desubicado y no reconocía a la perfección a la chica que se encontraba a un costado de él.

—Hola —saludó torpemente el rubio— ¿Qué es todo eso que has dicho? —le interrogó, causando sorpresa en la chica de que le haya escuchado.

—Na-Naruto-kun al fin despertaste —le sonrió sin poder evitar que a pesar de su felicidad por saberlo despierto al fin, se le escaparan unas lágrimas.

—¿Cómo es que tú sabes eso, cómo te enteraste que Hinata me confeso que me amaba? —le interrogó intrigado a la sombra de la silueta femenina que estaba a su lado.

—Na-Naruto-Kun ¿no me reconoces? —pregunto con tristeza.

—La verdad es que solo veo tu silueta a contra luz, me duelen los parpados —respondió el rubio.

—Bueno yo —dudo un poco, pero ya lo había dicho antes, así que recobro el valor y prosiguió— lo sé po-porque ella… e-ella soy yo —confesó la Hyuuga causando sorpresa en el Uzumaki por no haberla reconocido.

—¿Hinata? —le nombro— pero ¿Cómo? —aún no salía de su sorpresa— si desde que te comencé a escuchar, no tartamudeabas…yo….

—E-eso es lo que ocasiona tu-tu presencia a mi persona, pe-pero al saberte dormido me hizo las cosas fáciles para hablar Na-Naruto-kun —aclaró al chico.

Se miraron por unos momentos en silencio, el rubio sentía que en cualquier momento, perdería el conocimiento de nuevo…

—Hinata, antes de que otra cosa ocurra y no me deje de nuevo hablar contigo —musito— yo, este… quiero decirte que… bueno, tu… tu también me gustas —confeso al fin el rubio, tartamudeando torpemente por naturaleza— y… y tus ojos me gustan mu-mucho, porque siempre que veo el cielo en las noches de luna, hace que me acuerde de ti —finalizó más rojo aún que la propia Hinata, volviendo a dormir.

—Na-Naruto-kun —le llamó alarmada, al verlo de nuevo quieto y con los parpados cerrados…

—Tranquila, solo tengo sueño —la calmo, sin abrir sus parpados— déjame dormir un rato —una sonrisa como las que ella recordaba se pinto en el rostro del Uzumaki.

El rubio no le soltó la mano, la mantuvo aferrada. Hinata le miraba, el rostro del rubio se apreciaba tranquilo, lleno de paz. Recordó las palabras dichas por quien miraba, a la Hyuuga le brotaron lágrimas de sus orbes color de luna.

Estaba feliz, porque, aunque no le dijo que le amaba, sabía que sólo sería cuestión de esperar a que el Uzumaki lo dijera.

Fin…