Ella no está.

Tema en 'Relatos' iniciado por Lady Kyros, 2 Octubre 2010.

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    Lady Kyros

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    Ella no está.
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    Ella no está.

    Para el Concurso "Historias de Desamor"
    Basado en la canción "Laura no está", de Nek.
    Cantidad de palabras: 960 + título



    [FONT=&quot]Ella no está[/FONT][FONT=&quot][/FONT]​
    [FONT=&quot]

    Se había ido, era definitivo: la había perdido para siempre. Aún podía recordar el débil sonido de su voz por teléfono diciéndome que todo había terminado, que no tenía sentido seguir con lo nuestro..., que me había dejado de amar y prefería no regresar jamás.

    Miré en derredor por enésima vez desde el día en que comprendí que no la volvería a ver. Buscaba cansinamente algún rastro de su presencia, alguna huella de que el tiempo con ella había sido real, que de verdad fui capaz de amar... Aún sentía su perfume impregnado en todo mi departamento, oía su risa resonar en los rincones y me sorprendía abrazando los cojines sobre los que ella se recostaba cada vez que decidíamos no dormir...
    Anhelaba el contacto de su piel, deseaba estar con ella, ver realizadas mis fantasías.

    Un débil carraspeo se oyó a mis espaldas, volteé lentamente con tristeza al saber con certeza que esa voz no era de ella. Una joven de piel nívea y largos cabellos negros me miraba apoyada en el umbral de la puerta de mi dormitorio.

    —¿Sucede algo? Te estoy esperando —dijo en un ronroneo.

    La observé con detenimiento, consciente de lo hermosa que era pero a la vez de que no se comparaba con Samantha. Ni el más dulce de los besos, ni el más bello paraíso se comparaba con ella... Desde que la conocí supe que no podría vivir sin mi amada Sam.

    —¿Estás pensando otra vez en ella? —preguntó Charlotte con el ceño fruncido porque ya conocía la respuesta—. ¡Olvídala de una vez! ¿Por qué no lo haces? ¡Ella te abandonó! Yo sigo aquí... —añadió con un nuevo ronroneo mientras se acercaba a mí.

    Sentí su aliento cálido en mi cuello, seguido del roce suave y sugerente de sus labios contra mi piel; sus manos se apresuraron a desabrochar los botones de mi camisa para despojarme de ella. Ojalá con esa misma facilidad pudiera deshacerme del recuerdo de la mujer que rompió mi corazón.
    Ya recostados en mi cama el contacto de la piel de Charlotte se me antojó frío, diferente en mil maneras al recuerdo que tenía de un cuerpo femenino..., a su cuerpo. Respondí mecánicamente a sus caricias, tratando con todas mis fuerzas el poder olvidar a Samantha, deseando encontrar en aquel cuerpo todo lo que buscaba en el de la mujer de mi vida.

    Charlotte se mostraba sumisa ante mí, no dudé en devorarla a besos, aunque sabía que tanto ella como yo éramos conscientes de que no se los daba con amor, sino con rabia, dolor, con vanos intentos de recuperar parte de mi vida.
    Me sentía un miserable por usarla de esta manera, pero aun así fui capaz de pedirle que se quedara toda la noche. Tal vez confundió el temor que le tenía a encontrarme solo entre tantos recuerdos con el deseo de seguir gozando de los placeres de su compañía. Abrazó mi torso desnudo tratando de que al sentir el contacto de su piel pudiese ser capaz de despertar al hombre que hay en mí, en lugar de seguir viendo al niño asustado que ahora era... ¿Qué podía hacer si estaba en un lugar en que cada detalle me recordaba a mi amada Samantha? La herida de mi corazón jamás sanaría, y cada vez que evocaba su imagen en mi mente casi podía sentirla sangrar en mi pecho. ¿Por qué se fue así? No dijo adiós, tomó sus cosas y se marchó cuando yo no estaba en el departamento; me llamó a la semana de haberse ido.

    No se despidió, no pidió perdón por hacer trizas mi corazón. Ahora buscaba parte de su amor en otra mujer, en otros brazos que no eran capaces de aplacar mi dolor. Quería borrarla de mis recuerdos, sacarla de mi doliente pecho, sepultar su sonrisa radiante en lo profundo del olvido y negar todo lo que por ella sentí una vez.

    Pero, ¡maldición! ¡No podía! Mientras me entregaba a Charlotte no dejaba de evocar su rostro, de vislumbrar la expresión que ponía cuando llegábamos al clímax... ¡La tenía grabada a fuego en la piel!

    Al despertar, Charlotte ya no estaba a mi lado; en el velador había una breve nota que rezaba: ’No puedo estar con alguien que está conmigo cuando aún ama a otra’. Y yo bien sabía que no podía estar con nadie mientras siguiera enamorado de mi dulce Sam... Qué infantil y absurdo de mi parte había sido pensar que podría olvidarme de ella al sentir otro cuerpo, borrar su sabor al besar otros labios... Lo único que había conseguido era extrañarla aún más.

    Rompí en llanto como cuando descubrí que se había ido, como cuando escuché su voz diciendo que todo había terminado. No quería aceptarlo, me negaba a creer que ya no la tendría más entre mis brazos, que ya no sentiría su aroma inundar sus sentidos, que ya no podría perderme en aquellas hermosas esmeraldas que tenía por ojos...; que ya no la vería.

    Quise estar con alguien, y lo único que me quedó fue una terrible soledad, un desasosiego sin remedio, una herida sin posibilidad de sanar. Necesitaba abrigarme en su piel, estar con ella, pero no era posible... Me sorprendí buscando su aroma en la única prenda que había dejado olvidada, extasiándome al encontrarlo allí tan nítido como si Samantha estuviera cerca de mí. Pero eso no hacía más que empeorar mi situación.

    No podía traerla de vuelta, y retener su recuerdo era mantener abierta mi herida; por mucho que quisiera no recuperaría los sueños que ella me robó, la alegría que me arrebató, ni mi corazón que rompió. Abrir los ojos me supuso un nuevo y gran dolor: ella no estaba. Ella se fue... Y no la volvería a ver.[/FONT]
     
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