Microrrelato "El verdugo"

Este drabble/microrrelato participa en la Actividad Una canción, un drabble: Anniversary Version.
La historia de Alice y Gabriel continúa, es que, lo admito, me obsesioné y las canciones pegan tan bien con ellos TwT. En fin, no le hagan caso a mi locura (? :v.
Canción: Don't give a... - MISSIO ft. Zeale.
Link:

Contenido oculto

---

Gabriel había perdido la cabeza y en medio de aquel mar de tormento, se encontró con su mirada. Conocía esa expresión a la perfección y hasta donde él recordaba, nunca le había importado realmente. Se había ganado el respeto de los imbéciles del club de aquella manera y el negocio había funcionado sin problemas; le temían y Gabriel se alimentaba de ese miedo, lo hacían fuerte, invencible. En su juego, él era el juez y cuando las cosas se salían de control como aquella noche, el mismísimo verdugo.

¿Quería en verdad que ella le tuviese miedo? El ladrillo resbaló de sus dedos y la mano de Alice se aferró a su brazo con más fuerza. Eso era exactamente lo que lo había detenido, ese contacto tibio y desesperado de una persona que no estaba matando sino salvando. Si ese no era un rotundo "no", entonces no sabía qué era.

Podía oír a Jason respirar con dificultad debajo de él, sus manos estaban deseosas de terminar con lo que había empezado, sin embargo, no podía hacer reaccionar a su cuerpo. Lo tenía atrapado en ese halo de ángel guardián que la rodeaba.

—Estoy bien, ¿lo ves? Estoy bien —Alice lo ayudó a colocarse de pie —. Hay que irnos —añadió y él asintió como un cachorro. No quería espantarla, no quería que se fuera, que lo odiara. Aunque, diablos, estaba mintiéndose a sí mismo; se dejó llevar, sí, al menos hasta que sintiera que ella no sería capaz de detenerlo. Porque la verdad era que, ese hijo de puta, tenía que morir. En cuanto encontró la oportunidad, la empujó y sacó su arma —¡No!

Los disparos resonaron en el callejón y ninguno de los transeúntes de aquella oscura noche se detuvo. El cuerpo inerte de Jason, alguna vez su mano derecha, pareció absorber las luces rojas de neón del cartel del Club mientras el corazón de Alice latía con fuerza.

—Te llevaré a casa —dijo guardando el arma homicida en su cintura y se acercó a ella con una actitud que pocos dirían que le pertenecía a un asesino —. ¿Tienes hambre? ¿Qué te parece comida china?

—¿Por qué lo hiciste?

—No comparto lo que es mío, Alice y él lo quería todo —la tomó de las mejillas, alejándola del cadáver y posiblemente de las mil y una pregunta atoradas en su garganta. La obligó a mirarle, quería borrar esa expresión de decepción y terror; necesitaba ese brillo de vida en su mirada —. No eres culpable de esto, tarde o temprano iba a suceder.

—Existen otras maneras, Gabriel.

—Seguramente tienes razón. Pero confío en mis métodos, son... —apoyó su frente con la suya y cerró sus ojos — más efectivos —sus miradas volvieron a encontrarse —. No espero que lo entiendas.

—Porque te importa una mierda —él rio por lo bajo.

—Así son las reglas de este juego, te adaptas o mueres. ¿Aún quieres seguir perteneciendo a este Club? La verdad que no me importaría dejarte libre. Serías la primera en marcharte con vida.

—Pero, ¿dónde estaría lo divertido en eso?

Quizás, esas palabras lo habían dejado satisfecho. Pero nada estaba fuera de esa realidad. Sentía que se les acababa el tiempo conforme lo días pasaban; entre más mostrara su verdadera naturaleza, sería ella quien terminara matándolo tarde o temprano.