—No debería llorar, no lo merezco, ni siquiera las grietas merecen observarme, soy la vergüenza en carne, no me merezco la felicidad...si no puedo con esto... La joven cabizbaja, intentando auto destruirse para mejorar su situación, para estar de verdad y con razón de sentir tristeza, era una vergüenza andante que por sólo millones de errores se empezaba a resquebrajar, ¿dónde había quedado la luz en ella?¿Su positivismo?¿su sonrisa? Las lágrimas caen por aquellas mejillas pálidas, sus ojos se empañan, todo parece empezar a resquebrajarse. La actitud infantil se va desmoronando y dejando un vacío. Aquellos ojos nublados, nariz roja y constipada terminan con demostrar un aspecto bastante triste. Su actitud guardaba mucha extrañeza, verla así era realmente raro, sabiendo que ella era la mas loca de muffinlandia. Todo parecía empezar a perderse, parecía que todos la habían abandonado, no los podía ver, ni hablar, ni pensar coherente, sólo deseaba un abrazo, un abrazo que ella pudiese llorar sin vergüenza explicar del porqué de estar así. Aquella joven sólo podía derrochar mucha decepción, la tristeza la empezaba a consumir, nada que llevase con su aura positiva le iba dejando algo bien. Todo parecía que ya pronto dejaría de estar voluminosa siendo solo una mota gris con la mirada perdida. Ni siquiera la música ni el ambiente que la rodease podía despertarla de aquel trance que solo se divisaba una pelea consigo misma en aquellos ojos color miel apagados y húmedos. Ni una sonrisa sincera salía de sus labios, la seriedad y tristeza la colmaban, dando a luz las miradas de lástima. Su compañía entre aquellas lágrimas era el tic que sentía en el ojo izquierdo, aquel que solo significa nervios y más nervios. Sintiéndose al menos con ello despierta. Tropezaba con todo lo que se cruzara en su camino, por pelos se salvaba de una caída peligrosa. Ella aquella mujer que demostraba ser una flor de luz se había extinguido, aquel ser que con su espíritu infantil y pizpireta encantó a muchos, se empezaba a esfumar con las brisas del viento. Este parecía ser un camino muy sombrío y todo por sentir la decepción mas grande: La decepción de sí misma. Aunque no lo demostraría ante su familia o amigos, aparentaría una vez más que todo estaba bien, que su vida era color de rosas, y que nunca ella fuese una persona seria. Siendo la persona que todos conocían "viva, infantil y feliz", hasta que ya no diese el cuero de seguir ocultando sus pesados pensamientos.